Fe y Obras

A María, en su mes

 

 

07.05.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Este mes es muy especial para un católico. Lo dedicamos a la Madre de Dios y Madre nuestra desde que el Hijo la entregó a su discípulo Juan estando crucificado y poco antes de morir.

Por eso, y por mucho que aquí no ponemos pero que cada cual tiene en su corazón, dedicamos este poema a quien intercede por nosotros ante Dios Nuestro Señor. Se titula

Así somos hijos tuyos

Cuando, con esperanza no caída,
estamos ante la desgracia
tratando de aliviar al alma triste
y, cuando, somos testigos de un mundo ajeno
a Dios y, por voluntad propia, tibio,
y damos nuestro corazón
y nuestras manos a obras en desagravio
del Padre…
entonces somos hijos tuyos.
Cuando vemos a lo mundano del hombre
prevalecer, dejarse vencer por la desidia
y entregar su vida a la tentación y al pecado,
como olvido de Dios,
y oramos pidiéndote intercesión
ante su clemencia y misericordia…
entonces somos hijos tuyos.
Cuando, en cada amanecer de nuestra vida,
no podemos evitar que la lágrima recorra el rostro
ante el triste devenir de los hermanos
y ante la victoria del maléfico sobre sus almas
y, entonces, y por continuar con la lucha,
demandamos auxilio y demandamos luz
para contrarrestar tamaño desamor…
entonces somos hijos tuyos.
Cuando, en el camino que sobreandamos a diario,
nos encontramos con ciertas actitudes faltas de entrega,
y vemos, entristecidos por esa necesidad imperiosa
de dicha y de gracia,
que sólo invocando tu nombre, María Inmaculada y Madre,
saldremos de esta oscuridad tan voluntaria…
entonces somos hijos tuyos.
Por eso, Madre nuestra e intercesora,
danos luz y vida para seguir llamándote,
para seguir demandando tu paso por nuestro mundo,
para seguir presente, como entonces,
cuando dijiste sí a quien te pedía esa merced,
de parte de Dios.

Amén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net