Fe y Obras

En recuerdo de San José Sánchez del Río

 

 

20.10.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

El domingo 16 de octubre del presente año 2016, el Papa Francisco, en una ceremonia gozosa, canonizó, entre otros creyentes católicos (El obispo Manuel González, Salomón Leclerq, Ludovico Pavoni, Alfonso María Fusco, El P. José Gabriel del Rosario Brochero e Isabel de la Santísima Trinidad Catez) a un niño de nombre José Luis al que, desde ahora (después de haber sido beatificado el 20 de noviembre de 2015 por el ahora emérito Benedicto XVI) consideramos santo aunque la fama de santidad ya le acompañó en vida.

El caso de San José Sánchez del Río nos viene más que bien para hoy día. Y nos viene más que bien porque nos muestra, su martirio frente a la opresión masónica y laicista, cuál ha de ser el comportamiento de un buen católico.

Hay personas, católicas, que no son capaces de darse cuenta de lo que supone un hermano nuestro como José Luis Sánchez del Río. Tales personas ven las cosas desde un punto de vista demasiado políticamente correcto: no les gusta que un niño acuda, digamos, a un ejército (con sus armas y todo lo demás) a defender su fe. Y es que prefieren la confraternización con el mundo, el dejarse dominar por la supuesta bondad de lo pagano.

Sin embargo, a nosotros, a los que sabemos que nuestra fe católica ha de ser defendida hasta las últimas consecuencias y desde las primeras verdades, que haya habido un niño que, con apenas  15 años (no los había cumplido el día que lo martirizaron) hiciera lo que hizo y que fue no sucumbir a las torturas y a las asechanzas de Satanás en manos de sus verdugos y se mantuviera firme en la fe… en fin, qué quiere que les diga, resulta buen ejemplo a seguir.

San José Sánchez del Río supo, en su vida reciamente creyente, mantener una fe católica que estaba siendo acechada por el Mal. Es más, supo dar su vida porque, ante las presiones de los malos supo ser bueno y con su grito de ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! mostró un camino a seguir en caso de...

Valga, pues, dar gracias a Dios por suscitar, de entre sus hijos, a quien, como San José Sánchez del Río supo serlo.

Pidamos, por otra parte, la intercesión de Joselito:

“Señor Dios que otorgaste
la palma del martirio a

San José Sánchez del Río,
al profesar y defender
con su sangre la fe
en Cristo Rey del universo.

Concédenos por su intercesión,
alcanzar la gracia de ser como él,
fuerte en la fe,
seguros en la esperanza,
y constantes en la caridad.

Por Cristo Nuestro Señor.

Amén”.

San José Sánchez del Río, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net