Fe y Obras

 

Ni un descanso en la fe

 

 

 

30.06.2018 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Ahora empieza, por lo general (al menos en España) el tiempo de vacaciones. Aunque es bien cierto que ya no es julio o agosto siempre el tiempo de eso… la verdad es que, como suele decirse, la cabra tira al monte y las cosas son como son.

Es, éste, tiempo de vacaciones. Sin embargo, no puede ser tiempo de darle vacaciones a Dios. Eso es un error más que grave y supone, además, manifestación de dejadez y de tibieza espiritual.

Que sí, que es más que seguro que necesitamos descanso y todo eso pero no deberíamos olvidar nunca que Quien nos creó también nos mira y nos ve.

 

Tu Luz, Padre,
no se apaga ahora
ni miras para otro lado
como si no nos vieras.

Tu Amor, Padre del Cielo,
nunca deja de amarnos
y no descansa tu corazón
de manifestarlo.

Tu Misericordia, ¡Oh Dios Eterno!,
también se manifiesta
cuando creemos que no importas,
cuando las cosas del mundo
nos atrapan y nos alejan de Ti.

Mirarte, Padre,
y dar gracias; verte en la tierra
y el sol; no menguar nuestra
esperanza; saber que siempre estás,
¡Oh Creador nuestro!, mirando
a tu creación más querida,
a tu imagen y semejanza.

Saber eso y no avergonzarnos,
tener en nosotros tu Espíritu
y no gozar,
ser, así, descreídos, en el fondo,
con lo que llamamos fe, Padre,
Tú que mereces todo
de parte de todos;
Tú, al que sólo nos dirigimos
en la tribulación y no agradecemos
tu ternura ni tus caricias.

Perdona, de antemano, nuestra dejación
y nuestro olvido; perdona a estos, tus hijos,
que tantas veces quieren amarte
y no saben, que tantas veces miran
y no ven, que son ciegos y sordos
a las palabras de tu Santo Espíritu.

Tu Luz y tu Amor y tu Misericordia, Padre,
saben de nosotros porque somos tuyos,
caminantes hacia un Reino que es el Cielo,
libres de escoger el Bien y rechazar el Mal,
sembradores de amor o de odio.

Y Tú, mientras nosotros miramos
para otro lado,
mientras que escondemos
la fe y mientras que nos adaptamos
al mundo; Tú, mientras,
miras, a lo mejor con tristeza,
a los que, habiendo salido
de tu corazón,
se creen algo y en algo
pierden un tiempo que ha de ser
de fe, de luz, de misericordia,
de perdón.

Esto, apenas aquí dicho, es una verdad grande porque grande es el Amor que nos tiene nuestro Padre Dios. Y es que debemos recordar, más que nada, que este tiempo lo es de Gracia de Dios y, por eso, desaprovecharlo es hacer de menos esa voluntad.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net