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¿Cuándo habrá debates sobre lo que de verdad importa?

 

Francisco Rodríguez Barragán | 26.07.2016


Todos los medios de comunicación de gran audiencia nos ofrecen cada día debates y discusiones políticas, pero estos se reducen a elucubrar acerca del próximo gobierno y las posturas de los partidos ante la posibilidad de unas terceras elecciones, pactos y componendas, radicalismos, cerrazón y desplantes cara a la galería.

Por mi parte, saco en consecuencia que todos buscan el poder y sus prebendas y los que se dicen liberales no sé muy bien qué libertades promocionan, los que se dicen social-demócratas tampoco explican claramente en qué consiste su rimbombante título y los populistas viven en un cacao mental notable, pero todos son unánimemente intervencionistas, aspirantes a dominar los mecanismos de los variados boletines oficiales y los centros de decisión.

En cuanto a los que se dicen nacionalistas hablan de romper con España, como si eso fuera posible, pero también son intervencionistas a ultranza y enemigos de libertades que no sean las que ellos concedan...

El gobierno del PP, todavía en funciones, es continuista del anterior del PSOE pues las leyes de Rodríguez Zapatero no han sido alteradas en lo más mínimo, a pesar de todo lo que dijera el programa del PP, que le dio una aplastante mayoría absoluta y del que, sin duda, quieren olvidarse y pasar página, amparados en su mayoría relativa.

Aunque una buena parte de los españoles se confiesen cristianos no parece que les inquiete demasiado la fragilidad de la familia, el descenso de la nupcialidad y el de la natalidad, el envejecimiento imparable de la población, la aceptación social del ¡aborto como derecho! o la convivencia sin matrimonio.

Bajo el señuelo engañoso de luchar contra la discriminación social de determinados colectivos minoritarios, todos los partidos imponen a la mayoría unas leyes absurdas y totalitarias que promueven la elección del sexo por parte de los niños diciendo que la libertad individual para ello está por encima de cualquier realidad biológica y tal aberración ha de enseñarse en los colegios y quienes se opongan pueden ser acusados, juzgados y multados por la Gestapo ideológica que se nos viene encima.

Sobre estas cosas los medios de comunicación importantes no facilitan ningún debate continuado, sino más bien al contrario, colaboran a que tales leyes, las aberraciones sexuales, la destrucción de la familia y hasta los vientres de alquiler, sean aceptados socialmente.

Los cristianos, escasamente evangelizados, aceptan sin discusión que la Iglesia, de la que teóricamente forman parte, no deba inmiscuirse en política, lo cual forma parte del credo de todos los partidos, que en el mejor de los casos los tolera y en los demás, sin llegar a perseguirlos abiertamente, los combate con un laicismo agresivo, con un ateísmo militante.

También es cierto que dentro de la misma Iglesia hay gente que busca agradar al poder, evitar enfrentamientos y conservar lo que pueda en colegios y obras asistenciales pero ha renunciado a evangelizar, a ser luz que ilumine las conciencias, a ser sal de la tierra, a recordar que ningún partido puede salvarnos sino Jesús, el Crucificado, que advirtió a sus seguidores que serían perseguidos por su causa, pero les urgió a anunciar el reino de Dios al mundo entero, a todas las realidades, incluido el gobierno de cada nación, de cada organización política. ¿Para cuándo ese debate?

 

Francisco Rodríguez Barragán