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La Seguridad Social ¿es segura?

Reflexiones de un pensionista viejo.

 

Francisco Rodríguez Barragán | 24.02.2017


 

Las prestaciones del sistema de seguridad social son uno de los logros más importantes de los estados europeos. En España comenzó con la implantación del Retiro Obrero en 1919, el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez de 1947 y el Mutualismo Laboral desde 1946 a 1966, como sistema complementario de los Seguros sociales, pero desde 1967 pasó a ser la seguridad social básica y obligatoria, estructurada por ramas de la actividad económica lo que representó una fragmentación de la gestión que la hicieron inviable, por lo que quedó extinguido en 1979 pasando al sistema actual que se gestó en el periodo de la transición a través del Pacto de Toledo.

Pero el tiempo ha seguido corriendo y se producen notables variaciones, entre las que hay que destacar las demográficas: aumento de la esperanza de vida y disminución drástica de la natalidad, que lleva a una sociedad que envejece y necesita cada vez mayores niveles asistenciales.

El sistema económico y productivo resulta sujeto a importantes crisis que provocan disminución de los puestos de trabajos: mucha gente pierde su empleo y los jóvenes tienen grandes dificultades para incorporarse al trabajo, por lo que se produce cada vez más tarde.

Por otro lado la globalización produce una enorme cantidad de movimientos de personas y capitales, la emigración de personas que intentan escapar de situaciones de conflicto bélico o de hambruna permanente y llegan a Europa y por tanto también a España, con más necesidad de prestaciones sociales que posibilidades de trabajar.

Vemos que aumenta el número de pensionistas mucho más rápido que el de trabajadores, lo que hace inviable el sistema de reparto de la seguridad social en el que las cotizaciones de los que trabajan costean las pensiones de los que ya no pueden hacerlo. Cualquiera puede consultar las estadísticas que mantiene al día la Seguridad Social.

Una medida que se puso en marcha es el aumento progresivo de la edad de jubilación, pero una cosa es que vivamos más años y otra que podamos trabajar. ¿Por otro lado si los mayores no dejan sitios libres, dónde colocaremos a los jóvenes?

Otra medida, que ya está en estudio, es la de congelar las pensiones y agotar el fondo de reserva que se pudo constituir en una periodo de bonanza económica que no esperamos se vaya a repetir a corto plazo.

Los que cotizamos durante toda nuestra vida en la confianza de que la pensión resolvería nuestro futuro, estamos cada vez más inquietos al ver que o no se revaloriza o el aumento es una broma de mal gusto.  (0,25%)

Comprendo que el Estado tiene que atender cada vez a más obligaciones aunque no veo demasiado esfuerzo en aligerar el gasto  político y administrativo de las voraces administraciones  (y los que aspiran llegar al poder  ya están pensando en gastar más)

 Para resolver el problema es seguro que subirán los impuestos en perjuicio de todos y seguirán emitiendo deuda, es decir, pidiendo prestado y menos mal que tenemos el euro que no puede ser devaluado como lo hicieron con la peseta, pero ¡cualquiera sabe cómo va a ser la evolución de la Unión Europea!

 

Francisco Rodríguez Barragán