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Las cosas que dicen Trump y Macron

Pienso que hay que leer lo que dicen y reflexionar sobre ello

 

 

Francisco Rodríguez Barragán | 10.07.2017


 

La elección de Trump como Presidente de los Estados Unidos resultó  una sorpresa para los medios de comunicación de aquel país y también para los de éste, aunque no han cejado en su actitud contraria a todo lo que diga o haga Mr. Trump, buscando incluso la posibilidad de derribarlo del poder.

El deseo de que fuera elegida la señora Clinton ha sido manifiesto, ya que todo el progresismo estaba con ella. Ella era la representación del Nuevo Orden Mundial (NOM) que desde la cumbre del poder internacional, la ONU y sus agencias, así como la Unión Europea, trata de imponerse a toda la humanidad. Esta señora declaró en su campaña que era necesario redefinir el papel de las iglesias, de las religiones y de instituciones como la familia. Protectora del mayor centro abortista del mundo, busca la expansión del derecho al aborto en todos los países.

No hay telediario que deje de ofrecer alguna noticia desfavorable sobre el Sr. Trump y su pugilato con el periodismo, especialmente con la CNN, pero ha sido en la CNN donde he leído el discurso del presidente en su visita a Polonia y he quedado sorprendido por sus afirmaciones, que por desgracia no espero escuchar en boca de nuestros políticos. Trump dijo: Ponemos la fe y la familia, no el gobierno y la burocracia, en el centro de nuestras vidas. Y sobre todo, valoramos la dignidad de toda vida humana, protegemos los derechos de cada persona y compartimos la esperanza de que cada alma viva en libertad.

También dijo en otro momento: Polonia es el corazón geográfico de Europa, pero lo que es más importante, en el pueblo polaco, vemos el alma de Europa. Tu nación es grande porque tu espíritu es grande y tu espíritu es fuerte Y algo que entiendo es fundamental y que aquí, en España, parece haberse olvidado: Mientras conozcamos nuestra historia, sabremos construir nuestro futuro.

Otro político que me ha sorprendido favorablemente ha sido el Presidente francés señor Macron en su  discurso en el Palacio de Versalles, después de una entrada fastuosa que me recordó alguna estampa del emperador Napoleón en sus días de gloria.

Ha dicho algunas cosas muy interesantes como que hay que acabar con la proliferación legislativa y que los parlamentarios se centren en evaluar y mejorar las leyes vigentes, en vez de prolongar el frenesí normativo característico de las economías desarrolladas y que se propone reducir un tercio de los parlamentarios.

Cuando uno piensa en el millón de páginas anuales de nuestro Boletín Oficial del Estado, más los cientos de miles que lanzan las autonomías, diputaciones y ayuntamientos, lamenta que los propósitos del señor Macron no sean copiados por nuestros políticos y tampoco sería malo que disminuyeran, no un tercio sino, al menos, la mitad de los actuales.

Algunas de las leyes españolas apestan a imposición totalitaria, como la de violencia de género o las que han logrado colar el colectivo LGBT de cambio de sexo, manipulación de nuestros hijos y amenaza de aplicar la acusación de delito de odio a cualquiera que se oponga o la ley que empezó tratando de despenalizar el aborto y que ha acabado convirtiéndose en un derecho, propiciando  la eliminación de más de cien mil niños al año. Las leyes de “nuevos derechos” han convertido en costumbre banal lo que no ha dejado de ser un mal, mal socialmente aceptado por haber aparecido en el BOE.

 

Francisco Rodríguez Barragán