Oído Cocina

LA EDUCACIÓN COMO MEJOR HERENCIA

 

Miguel del Río | 11.12.2016


 

No será la primera vez que oigo a un conocido (o a un desconocido, que lo mismo da para el caso), que el mejor legado material que se puede dejar a los hijos es darles una buena educación. Un país que siempre está debatiendo sobre su educación termina por encontrar en su sistema fuertes pilares pero también grietas. Entre lo positivo tenemos que reconocer los esfuerzos por proporcionar una enseñanza pública de calidad, a cuantos más alumnos mejor. Cantabria, sin ir más lejos, es un buen ejemplo, y toma iniciativas para estar más de acorde con lo que se hace en el resto de países europeos y funciona bien. El polo negativo de la educación en España viene de que todo el mundo quiere opinar al respecto, imponer sus criterios, y esperar a que lleguen nuevos datos oficiales (Informe PISA) sobre lo que dan de si nuestros estudiantes, y es aquí donde el boomerang regresa al mismo lado de que también todos quieren dar su parecer.

El actual laberinto educativo viene del desacuerdo sobre las numerosas leyes de educación que se han aprobado en los últimos años, a lo que se añade el mensaje reiterado pero confuso de que hay que ponerse de acuerdo de una vez por todas, y aquí entran también los padres con iniciativas disparatadas como esta de erradicar los deberes en la vida diaria de sus hijos. Es a esto a lo que me refiero cuando hablo de que todos quieren meter baza y eso que gastar poco y comer en un restaurante de Estrella Michelín, no puede ser.

Para que vaya mejor la educación en España hay llegar primeramente a un pacto nacional que recoja lo mejor para nuestros estudiantes en los tiempos actuales. Después queda, que no es poco, salvaguardar el sistema de cualquier tipo de recorte, porque los niños no tienen la culpa de la mala economía que llevan a cabo los mayores en un momento dado. El ministerio de Educación y las comunidades autónomas deben trabajar conjuntamente para, desde la experiencia de todos, encontrar las mejores soluciones a los problemas actuales. Al tiempo, la Unión Europea haría bien en buscar políticas comunes educativas, porque de ello dependen tres cuestiones presentes y futuras esenciales. La primera es que reforzar un sentimiento de una Europa unida sólo puede provenir de una educación que busque este cometido. La segunda es que hay que dedicar más presupuesto europeo para la infancia y juventud. Y lo tercero es que solo con la erradicación del paro y la paulatina recuperación de un bienestar general es posible hacer real ese deseo de muchos padres de ofrecer a sus hijos una buena educación como la mejor herencia que les pueden dar y transmitir.

 

Miguel del Río