Oído Cocina

 

NO ENSUCIÉIS LA MEMORIA DE MAUTHAUSEN

 

 

Miguel del Río | 14.05.2019


 

 

Pisar suelo de Mauthausen, el campo de exterminio nazi, y en el uso de la palabra en un acto por parte de una representante de la Generalitat de Cataluña, hablar de presos políticos en España, es una de las actitudes más indecentes que me ha tocado leer dentro de la actualidad cotidiana. Evidentemente, vivimos en todas partes tiempos confusos, que pretenden anteponer las inmoralidades al respeto, la memoria y el recuerdo a los auténticos mártires de las atrocidades, como el Holocausto, cometidas por esto que llamamos humanidad.

Yad Washem significa en hebreo “memoria y nombre”. Pero Yad Washem es también el Museo del Holocausto de Jerusalén. Se fundó en 1950, con una misión clara: difundir el genocidio nazi de más de 6 millones de asesinados, y que su memoria permanezca siempre viva para que jamás se repita algo así. En el año 2011, el museo ya contaba con 130.000 instantáneas para el recuerdo, fotografías que pueden ser consultadas en su web. 56 fueron los campos de exterminio donde se perpetraron todos estos asesinatos. Algunos de estos nombres nos suenan más que otros, como es el caso de de Auschwitz, Mauthausen, Dachau, Buchenwald o Treblinka. Yo contaba con quince o dieciséis años cuando leí la historia del campo de Treblinka que recoge su nombre de una aldea polaca. Nunca he olvidado el contenido de aquel espeluznante relato y hasta qué punto fue capaz de llegar la raza humana con las cámaras de gas y los hornos crematorios.

Todo lo contrario de los no leídos, capaces de pronunciar las mayores afrentas, sin que parezca importarles nada ni nadie. Esto pasó precisamente el domingo 5 de mayo de 2019. Se celebraba en Mauthausen un homenaje a los republicanos españoles que fueron deportados a este campo austriaco. En el conocido como muro de las lamentaciones tomó la palabra la directora general de Memoria Democrática de la Consejería de Justicia de la Generalitat, Gemma Doménech. Y habló en este lugar de los políticos catalanes que están siendo juzgados por el Tribunal Supremo, a los que se refirió como “presos políticos”, y queriendo como engarzar el pasado con el presente.

Uno puede ser y pensar lo que quiera, dar la brasa hasta la saciedad como hacen los separatistas catalanes, pero nunca se debe perder de vista que para muchas personas existe una historia de mucho sufrimiento, como fue todo lo acontecido en la II Guerra Mundial y, en concreto, el nazismo y el fascismo. Provocar permanentemente a la sana ciudadanía española tiene límites claros que hace tiempo se han sobrepasado, y como muestra clara esto sucedido en Mauthausen. Hizo bien la ministra de Justicia del Gobierno de España en abandonar el acto, tras escuchar esa comparación que quiso hacer la representante de la Generalitat (¿aún está en el cargo?) con lo que ocurrió allí y lo que sucede en la España actual. Con todo, los máximos representantes del Estado español no deben abandonar escenarios, y sí controlar mediante la diplomacia que no vuelva a suceder algo como lo de Mauthausen.

Como persona viajada, no exagero nada si digo que España es uno de los países más democráticos que existen en el mundo. Gracias a ello, puede haber personas como esta directora general de Memoria Democrática de la Consejería de Justicia de la Generalitat. Pero no se puede mentir impunemente, de manera reiterada, te llames Pep Guardiola, Lluís Llach, Gerard Piqué o Gemma Doménech. En su agenda política, social y económica, el nuevo Gobierno tiene mucho trabajo por delante, pero algunas cuestiones son más urgentes que otras. En el caso de la situación de Cataluña, es imperioso que acaben las falsedades, provocaciones y fake news constantes que funcionan muy bien en el exterior y que perjudican la reputación de España. Toda esta propaganda que se hace desde el Gobierno catalán poniendo en solfa al resto del país se paga con dinero de todos los contribuyentes. No pierden oportunidad dentro y fuera de hablar mal de España, pero que no falte el dinero que se inyecta periódicamente desde el Ministerio de Hacienda para mantener a flote las maltrechas finanzas de la Generalitat. Es una deslealtad institucional dañina, permanente y sin escrúpulos. La comedia protagonizada en Mauthausen debe suponer ya, para el Gobierno de España y también para el de la Generalitat, el final de tanta patraña que no va a ningún sitio, salvo porque se cabrea a demasiados colectivos, como ha sido el caso de las Comunidades Judías de España, que han cargado contra el Govern por “banalizar el Holocausto”. Y es que así ha sido, ni más ni menos.

 

Miguel del Río