Lo que nos faltaba, el coronavirus

 

 

Miguel del Río | 01.03.2020


 

 

Aunque las estupideces de la raza humana no tengan remedio, el coronavirus terminará por tenerlo. Será cuestión de tiempo. Un periodo en que los Gobiernos deben darlo todo (la verdad), trabajar en común, y acometer el contagio con medidas valientes. Todo lo contrario a la aparición de esta sospechosa enfermedad de origen chino, que acarrea otro año malo dentro de este desafortunado siglo.

 

Inicialmente, había pensado rememorar determinados años de este nuevo milenio, acompañado de lo trágico que aconteció, pero cuando empecé por el 2001, y me topé ya con los Atentados del 11 de septiembre en las Torres Gemelas de Nueva York,  corté por lo sano, para no rebuscar más sucesos calamitosos en los años siguientes. ¡Quite, quite! Mejor prefiero hablar solo y en voz alta, para utilizar de ejemploa Calderón de la Barca en La vida es sueño, cuando dice eso tan popular de “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ficción, una sombra, una ilusión, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Y tan pancho me quedo.

Pero resulta que a nuestras vidas, alegres o desgraciadas mayormente en razón de la salud, ha llegado el coronavirus. La nueva enfermedad, extendida ya por buena parte del mundo, suscita tantas preguntas, que ya les adelanto que no cabrían en este artículo, de ahí que elija como comodín la cuestión principal: ¿Quién lo ha provocado y con  qué finalidad?

Vayamos por orden. Lo primero que ha de preocupar de este virus denominado COVID-19 es la información de quien debe darla creíble y precisa, ósea el Gobierno y sus diferentes portavoces, para que a continuación los medios de comunicación no pierdan el norte y empiecen a contar cosas que no son, a exagerar, dramatizar, y eviten montar shows y, con ello, estresar más de la cuenta a los ciudadanos.

 

“Ha de preocupar de este virus la información del Gobierno, creíble y precisa, para que los medios eviten shows y estresar más de la cuenta”

 

A la pandemia del coronavirus, con epicentro en la superpotencia económica que es China (Wuhan), hay que darle una pronta solución de vacuna, demostrando así que cuando los Estados apoyan debidamente a la ciencia y a los investigadores que la hacen posible, proporciona resultados exitosos. También en este mismo inicio de milenio el virus del Ébola – cuyos casos radicados en suelo africano preocupan un pimiento -, mira por dónde tuvo inmediata vacuna cuando saltó a los Estados Unidos. Este coronavirus va a poner ciertamente a prueba la eficacia de los sistemas sanitarios en todo el mundo, y el español no va a ser menos, porque el contagio va en aumento,  aunque para hacer gala de esa información seria que solicito, no son cifras tan alarmantes como lo que sucede en Italia o Irán. Un pero: no convence del todo el papel de esta Unión Europea sin fronteras. El coronavirus parece haber cogido con el paso cambiado a Bruselas, donde está la sede del Gobierno de Europa, agazapado tras lo que diga y haga la Organización Mundial de Salud, la conocida OMS. Por su cuenta, Francia prohíbe ya los actos que congreguen a más de 5.000 personas, cuando medidas así deberían ser comunes.

Mientras tanto, en el día a día, el acopio de mascarillas en las farmacias, que no se ven después por las calles, es suficiente prueba de que hay una psicosis de miedo, frente a la cual es necesario el mensaje claro y convincente desde el Gobierno Central, los autonómicos e incluso los ayuntamientos, como entidades más cercanas a los ciudadanos. En España estamos más acostumbrados a reaccionar con el peligro encima, que prevenir el riesgo con anterioridad, algo que con el coronavirus es como poner puertas al campo, porque el mundo está lleno de aeropuertos que transportan millones de viajeros de un lugar a otro con el consiguiente  riesgo. Esto no quita que la prudencia serena impere y, por ejemplo, como Francia, se eviten los eventos prescindibles.

La pesadilla va a durar aún lo suyo, pero pasará. A lo que no puede darse carpetazo es el por qué de este nuevo virus. Hemos atravesado una crisis económica durísima, estamos en años de tibia recuperación de la economía y el empleo, todo son choques entre los grandes países por un nuevo control mundial del comercio,y hete aquí que aparece el coronavirus para golpear a las Bolsas, rebajar el crecimiento de las naciones caso de España, y parar el flujo del dinero porque se desacelera todo hasta que no regrese la seguridad a las familias y a las empresas. El mensaje oficial ante presente tan incierto no puede ser de flojera, porque el ciudadano quiere todo lo contrario, que no es otra cosa que confianza en que   no va a contagiarse. Para ello, por favor, instrucciones claras, todas juntas, y bien transmitidas por todos los medios de comunicación conocidos. Nunca antes ha podido ser tan curativa para el miedo libre y la psicosis una buena campaña informativa que llegue a oídos de todos los españoles. Los mismos que tenemos una forma de ser calderoniana, al pensar que el mayor bien es la salud, y luego ya soñemos con lo que nos venga en gana.

 

“En España estamos acostumbrados a reaccionar con el peligro encima. Esto no quita que, como Francia, se eviten eventos prescindibles”

 

 

Miguel del Río