100 artículos sobre el coronavirus para estar como al principio

 

 

Miguel del Río | 27.09.2020


 

 

 

 

 

Siempre he pensado que rendirse ante cualquier contratiempo no forma parte del guión. España empieza a dar síntomas de agotamiento, y no tener más ideas para cortar las alas al coronavirus. Estamos dentro ya de una segunda ola del virus, ante la que surgen dudas sobre si se podría haber evitado. Cada cual que piense lo que quiera. Mi opinión es que, una vez más, hemos puesto en práctica el dicho de no hacer caso ni al médico, y mira que los sanitarios avisaron sobre el maldito Covid y segundas partes.

 

Llevo publicados algo así como 100 artículos sobre el coronavirus y sus consecuencias. He pretendido con ellos llegar a alguna conclusión sobre dos cuestiones de interés general. La primera, ¿por qué ha pasado? La segunda, igual de peliaguda, si España va a salir bien reconstruida de esta pandemia. Pues bien, con ninguno de los dos planteamientos he llegado, ni por asomo, a tener ideas claras.

España no necesita que nadie, desde el exterior, le infrinja daño. Somos especialistas en hacerlo nosotros solitos. Ni siquiera en unos momentos tan  trágicos, en todos los sentidos además, somos capaces de llegar a acuerdos que favorezcan al conjunto de una población que, por ahora, asiste incrédula al debate político, económico y social que se da: todo es confrontación, nada de dialogo.

Con el mal ejemplo que damos los mayores, desde el ámbito que sea, pero tiene especial culpa el ámbito de la responsabilidad, luego nos extraña la actitud que tienen los jóvenes frente a la pandemia y otras cuestiones no menos trascendentes. Les estamos fallando a base de bien. El escenario y sus actores representan una obra basada en abrir cuantos más frentes mejor, sin cerrar ninguno. Para algunos, no parece que el coronavirus haya hecho semejante daño, y su preocupación va solo a lo personal, a la imagen, a escalar posiciones. Entretanto, todo está patas arriba con respecto a los médicos, a la escuela, a la atención a pacientes desde los ambulatorios, a los ERTE, al empleo juvenil,  a la prevención contra el bicho, al turismo, a la hostelería, a la concreción de las ayudas que se van a presentar a la Unión Europea, a hacer y tratar de igual manera al conjunto de España y los españoles. ¿Sigo?

 

“El empeño es abrir cuantos más frentes mejor. Mientras, todo está patas arriba, médicos, escuela, atención a pacientes desde los ambulatorios…”

 

Si todo esto ocurre en la llamada segunda ola del coronavirus, sin haber hecho los deberes con respecto a la primera (ola), no quiero pensar en lo que tendré que escribir en los sucesivos meses de otoño e invierno. Ya no podemos consolarnos con lo que pasa con el virus en el resto del continente o del mundo. Porque, de largo, los que peor lo llevamos somos nosotros. Ahora vivimos una situación en la que los propios ciudadanos estamos solos ante el Covid. Los médicos, no escuchados como casi siempre, lo avisaron con lo que ocurrió de marzo a junio. La sanidad está reventada, y la falta de planes de prevención y la ausencia de obediencia de muchos en cuanto a lo que hay que hacer, no han dado el respiro necesario al conjunto de  nuestros sanitarios.

Ninguna región se salva a la hora de poder decir que se han hecho las cosas,   todo, todito, todo, como era debido. Reuniones familiares que no vienen a cuento, actos, encuentros, y aquí una cosa y allá otra distinta. Así es imposible ponerle cerco a la pandemia. Si algo ha avalado la salida del atolladero de países como China, Corea del Sur o Italia, ha sido no andarse con paños calientes, y eso se consigue con una rigurosidad total que aquí no existe. Si unos lo hacen bien y otros lo hacen mal, el punto intermedio va a seguir siendo contagios y aumento en la lista de muertos.

Sinceramente, y tal y como se están poniendo las cosas en casi todo el territorio nacional, estamos a tiempo de reiniciarnos y hacerlo mejor. Habría que empezar porque un auténtico comité de expertos y científicos tomen el timón de la nueva propagación del coronavirus en España. Estamos en otra época muy mala y tocan relevos que encaucen mejor la situación sanitaria y el cerco total al bicho. Se vuelven a entonar llamadas a confinamientos y estados de alarma. Por si solo, este lenguaje demuestra que las cosas no pueden seguir así, y que hay que adoptar nuevas soluciones en las que se demuestren que todos los sectores dentro de España hablan y acuerdan sobre una misma pretensión: evitar más familias damnificadas. La necesidad de muchas de ellas, desde perder el trabajo a tener para comer, empieza a ser más que evidente. Frente a algo así, habrá a quien no le choque un país de broncas continuas. A mí, sí.

 

“Hay que tomar soluciones para evitar más familias damnificadas. La necesidad de muchas, desde perder el trabajo a comer, empieza a ser evidente”

 

 

Miguel del Río