Sotto Voce

Música y Academia

 

 

América Fernández Sagol 14/07/2017


 

Son muchas las razones por las que no se puede disfrutar muy a menudo de un concierto para dos pianos. El ofrecido el miércoles 12 por los hermanos Víctor y Luis del Valle en el Palacio de Festivales, fue sencillamente estupendo. La Valse de Maurice Ravel (1875-1937) y la Fantasía sobre Porgy and Bess del australiano Percy Grainger (1882-1961), dos partituras muy diferentes, con puntos  en común: exigencia técnica, sensibilidad y dominio del escenario, razones más que sobradas para que este dúo triunfe allá por donde va. Desde un punto de vista completamente personal, la gestualidad resulta a veces un tanto excesiva en correspondencia con el pasaje que interpretan, cosa que no influye para nada en el resultado sonoro. La Valse es un fiel reflejo del compositor, que recreando la forma, nos da una obra impactante cuyas versiones  pianísticas, tanto para uno como para dos pianos mantienen su color orquestal característico. La Fantasía sobre Porgy and Bess, nos condujo a través de los tres actos de la ópera de Gershwin con  delicadeza y exactitud, haciendo percibir la virtuosística partitura de Grainger como algo fácil y sencillo. Esta ópera, basada en la novela de DuBose Heyward con libreto de Ira Gershwin y música de su conocido hermano George, cuenta la vida de los suburbios de Charleston en Carolina del Norte en los años 30 del siglo pasado y los intentos del inválido Porgy por rescatar a Bess de las garras de su proxeneta y apartarla de las drogas. Grainger, australiano de nacimiento y nacionalizado estadounidense tuvo un papel prominente en la recuperación y revitalización de la música inglesa y su nombre está asociado al arreglo de la melodía popular titulada “Country gardens”.  En  la segunda parte del concierto, el Ensemble del Encuentro nos ofreció La historia del soldado de Igor Stravinsky (1882-1971). Creada para un conjunto de violín, contrabajo, clarinete, fagot, trompeta, trombón y batería tipo jazz, está obra con aspecto de música callejera,  narra las peripecias de un soldado con unos días de permiso, que al volver a casa para visitar a su novia y a su madre, se encuentra con el diablo; creyendo que puede controlar la situación, cae en sus redes, perdiéndolo todo y quedando a su entera disposición. Resultó novedosa y fantástica, sorprendiendo a más de un oyente. La sala no estaba vacía, pero tampoco a rebosar. No sé con exactitud cuantos estudiantes de música hay en Cantabria, pero creo que muchos. Tenemos dos conservatorios profesionales en los que, me consta, no hay ni una sola plaza disponible, además de múltiples academias y escuelas de música, públicas y privadas en toda la región. Estoy segura de que habrá en dichos centros buenos alumnos y buenos profesores, sin embargo la presencia de éstos, no digo ya como docentes o alumnos del encuentro, sino como simples espectadores, es tan mínima que pasa totalmente inadvertida. Supongo que tiene que haber alguna explicación más allá de que la temperatura es buena y apetece pasear, o de que los pobres niños están cansados después de un curso escolar intenso. El precio de la entrada tampoco es cuestionable, pues la mayoría de los conciertos son gratis y los que no lo son, tienen el módico precio de 5 euros. ¿Alguién tiene la explicación?

América Fernández Sagol