Sotto Voce

Desde mi butaca…

 

 

América Fernández Sagol 21/07/2017


 

Los conciertos del Encuentro de Santander Música y Academia, me están haciendo descubrir este año algunas obras muy interesantes que no había escuchado antes. Tal es el caso del cuarteto para clarinete, violín, violonchelo y piano del vienés Walter Rabl (1873-1940), compositor totalmente desconocido para mí. Poco he podido averiguar sobre él: que su producción, centrada fundamentalmente en la música de cámara, no fue abundante; al parecer de niño destacó como excelente pianista y ocupó el puesto de repetidor y maestro de coro en la Ópera Real de Dresde. El cuarteto op. 1 que escuchamos el pasado martes 18 de julio, fue premiado en 1896 en Viena por un jurado presidido por Johannes Brahms; es una obra bellísima que recomiendo escuchar. En la segunda parte de este concierto tuvimos la oportunidad de apreciar a Timothy Jones, trompa y Adrian Brendle piano en la preciosa Fantasía de Franz Strauss sobre Sehnsuchtswaltzer de F. Schubert. Para muchos, una agradable sorpresa el descubrir las posibilidades sonoras de la trompa, un instrumento bastante desconocido sobre todo en su faceta solista. Otra obra revelación: el Divertimento para violín y piano (arreglo del ballet “El beso del hada”) de Igor Stravinsky (1882-1971), magistralmente interpretado por Zakhar Bron, violín y Alina Artemyeva al piano, el viernes 14. El miércoles 19, dos jóvenes pianistas Andrei Iliuskin y Amiran Zenaishvili nos deleitaron con la Fantaisie-tableaux (suite Nº 1) para dos pianos op. 5 de Serguei Rachmaninov (1873-1943). De nuevo la oportunidad de escuchar una obra para dos pianos, que estuvo llena tanto de delicadeza como de virtuosismo. Es necesario destacar la actuación del magnífico tenor John Graham-Hall acompañado al piano por Duncan Gifford en el Aria de Basilio, acto IV de la ópera “Le nozze di Figaro” de Wolfgang A. Mozart (1756-1791) que, con un dominio absoluto del escenario, nos hicieron pasar un rato espléndido. Una vez más, extrañar una mayor presencia de juventud en estos encuentros, pues sólo los jóvenes participantes consiguen rebajar unos minutos la elevada media de edad del público asistente. Todos los padres que tienen niños y adolescentes estudiando música, deben movilizarse y llevarlos a los conciertos. Es una ocasión única y especial de disfrutar juntos, en familia, de la magia que ofrecen los conciertos en directo.

América Fernández Sagol