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El mundo visto desde Roma
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Servicio diario | - |
01
de octubre de 2006
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Santa Sede
El Papa exhorta a cada cristiano a ser «misionero del Amor» de
Dios
El Papa llama a rezar el Rosario en familia por la paz del
mundo y la misión de la Iglesia
Que no decaiga el vínculo fraternal entre cristianos y
musulmanes iraquíes, deseo del Papa
Preocupación del Santo Padre por cuantos viven en las
periferias urbanas degradadas
A punto de regresar al Vaticano, el Papa se despide con
gratitud de Castel Gandolfo
Mundo
Videoconferencia mundial de teología: El embrión humano, uno de
nosotros
Papúa Nueva Guinea: 25 años del retorno del Pontificio
Instituto de Misiones Extranjeras
Europa: La juventud cobra protagonismo en la atención pastoral
a los inmigrantes
Flash
La invasión de las sectas interpela a la Iglesia en Panamá
Entrevista
La riqueza de la liturgia benedictina
«Angelus»
Benedicto XVI: El Rosario y las Misiones, ejes de la Comunidad
eclesial en octubre
Santa Sede
El Papa exhorta a cada cristiano a ser
«misionero del Amor» de Dios
En el inicio del mes de las Misiones
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Ser misioneros del Amor en el lugar donde la Providencia ha puesto a cada uno:
es la exhortación de Benedicto XVI a cada cristiano.
En la intervención que dirigió este domingo antes de rezar el Ángelus, el Papa
se centró en el aspecto que, en la Comunidad eclesial, caracteriza este mes
(además del Rosario): el compromiso por las misiones.
Y recalcó que «la Iglesia es por su naturaleza misionera», según se desprende de
las propias palabas de Jesús resucitado a los apóstoles: «Como el Padre me
envió, también yo os envío».
Por eso, «la misión de la Iglesia es la prolongación de la de Cristo -explicó-:
llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo con las palabras y con el
testimonio concreto de la caridad».
De hecho, la caridad como «alma de la misión» ha sido el núcleo del Mensaje que
Benedicto XVI ha presentado para la próxima Jornada Misionera Mundial (Zenit,
2 junio 2006) -como él mismo recordó-, cuya celebración tendrá lugar el
próximo día 22 de este mes misionero.
«San Pablo, el apóstol de las gentes, escribía: “El amor de Cristo nos
apremia”», apuntó el Papa este domingo en medio de la calurosa acogida de miles
de fieles y peregrinos en Castel Gandolfo.
«Que pueda cada cristiano -exhortó- hacer propias estas palabras, en la gozosa
experiencia de ser misionero del Amor allí donde la Providencia le ha puesto».
Y ello «con humildad y valor, sirviendo al prójimo sin segundas intenciones y
obteniendo en la oración la fuerza de la caridad alegre y laboriosa», añadió.
Para poder llevar todos a cabo esta misión, Benedicto XVI pidió la ayuda de
Santa Teresa del Niño Jesús –cuya memoria celebra la Iglesia el 1 de octubre-,
patrona universal de las misiones junto a San Francisco Javier.
Que la joven carmelita y doctora de la Iglesia, «que indicó como camino
“sencillo” a la santidad el abandono confiado en el amor de Dios», «nos ayude a
ser testigos creíbles del Evangelio de la caridad», invitó el Papa.
«Que María Santísima, Virgen del Rosario y Reina de las Misiones, nos conduzca a
todos a Cristo Salvador», concluyó.
Como explica la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos, la
celebración de octubre como Mes de las Misiones en todo el mundo recuerda el
deber de todo bautizado de colaborar en la misión universal de la Iglesia.
La elección de octubre como mes misionero se hizo en recuerdo del descubrimiento
del continente americano, que abrió una nueva página en la historia de la
evangelización.
El momento culminante del mes misionero es la Jornada Misionera Mundial –de la
que se cumple este año su 80º aniversario-, que se celebra el penúltimo domingo
de octubre, si bien hay lugares en los que se traslada a otro domingo del mes.
ZS06100103
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El Papa llama a rezar el Rosario en
familia por la paz del mundo y la misión de la Iglesia
En su intervención antes de rezar el Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Este domingo, primer día del mes que la Iglesia dedica tradicionalmente al
Rosario y a las Misiones, Benedicto XVI ha recordado la esencia de esta oración
mariana y ha pedido que se rece -en familia- por la paz, por las Misiones y
también en apoyo de su ministerio petrino.
Reunidos junto al Papa en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, miles de
fieles y peregrinos respondieron a esta invitación acogiéndola con un fuerte
aplauso.
«Es como si, cada año, Nuestra Señora nos invitara a redescubrir la belleza de
esta oración, tan sencilla y profunda», reconoció el Santo Padre aludiendo
además a la fiesta de la Virgen del Rosario, el próximo 7 de octubre.
El Rosario «oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación
de la Sagrada Escritura», es «la oración del cristiano que avanza en la
peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María»,
sintetizó el Papa.
E invitó «a rezar el Rosario durante este mes en familia» y en esas otras
familias espirituales más amplias, «en las comunidades y en las parroquias»,
«por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz del
mundo».
Además quiso señalar al «gran apóstol del Rosario», su predecesor, «el amado»
Juan Pablo II.
«Le recordamos arrodillado con la corona entre las manos, inmerso en la
contemplación de Cristo, como él mismo invitó a hacer con la Carta Apostólica
“Rosarium Virginis Mariae”, evocó Benedicto XVI.
Fue el 16 de octubre de 2002 cuando el Papa Karol Wojtyla celebró los 24 años de
su pontificado con dos gestos simbólicos: la proclamación del Año del Rosario y
la publicación de la citada Carta Apostólica dedicada a esta oración mariana.
Durante la tradicional audiencia de los miércoles, celebrada aquel día en la
Plaza de San Pedro en el Vaticano ante miles de peregrinos de los cinco
continentes, Juan Pablo II firmó esta Carta y puso en manos de la Virgen María
«la vida de la Iglesia y la vida tan convulsionada de la humanidad».
En «Rosarium Virginis Mariae» («El Rosario de la Virgen María») el entonces
pontífice presentó la oración mariana -si se reza «con devoción y no
mecánicamente»- como una «meditación de los misterios de la vida y de la obra de
Cristo».
Y como en los quince misterios del Rosario -que hasta entonces se contemplaban-
faltaban los grandes acontecimientos de la vida pública de Cristo, en la nueva
carta el Papa Karol Wojtyla añadió otros cinco misterios y los llamó «Misterios
de luz».
ZS06100102
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Que no decaiga el vínculo fraternal
entre cristianos y musulmanes iraquíes, deseo del Papa
Expresa su cercanía con el sufrimiento de la población del país
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Consciente de la tragedia diaria que afronta su población, Benedicto XVI ha
expresado el deseo de que no desaparezcan los vínculos de fraternidad entre
cristianos y musulmanes, «hijos de la misma tierra» de Irak.
Este domingo, al concluir el rezo del Ángelus ante miles de fieles y peregrinos
en Castel Gandolfo, el Papa reconoció la alegría que había experimentado la
víspera al recibir a Su Beatitud Emmanuel III Delly.
El Patriarca de Babilonia de los Caldeos «me ha referido la trágica realidad que
debe afrontar diariamente la querida población de Irak, donde cristianos y
musulmanes viven juntos desde hace catorce siglos como hijos de la misma
tierra», expresó Benedicto XVI.
«Deseo que no disminuyan entre ellos estos vínculos de fraternidad -añadió-,
mientras, con los sentimientos de mi espiritual cercanía, invito a todos a que
se unan a mí para pedir a Dios Omnipotente el don de la paz y de la concordia en
ese martirizado país».
La comunidad católica caldea es la mayor comunidad cristiana en Irak.
ZS06100104
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Preocupación del Santo Padre por
cuantos viven en las periferias urbanas degradadas
Con ocasión de la Jornada Mundial del «Hábitat», alienta a cuantos alivian esta
situación
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha hecho llegar este domingo palabras de aliento a cuantos
trabajan por dignificar la situación de cuantos viven en las periferias urbanas
degradadas.
Después de rezar el Ángelus ante miles de fieles y peregrinos en Castel Gandolfo,
el Papa recordó que el lunes se celebrará la Jornada Mundial por el «Hábitat»,
convocada por las Naciones Unidas y dedicada este año al tema «Ciudades, imanes
de esperanza».
«La gestión del rápido proceso de urbanización, consecuencia también de la cada
vez más relevante emigración hacia las ciudades, representa uno de los problemas
más graves que la humanidad del siglo XXI está llamada a afrontar», reconoció el
Santo Padre.
«Expreso mi aliento a cuantos, a nivel local e internacional, trabajan para que
a las personas que viven en las periferias degradadas les sean aseguradas
condiciones dignas de vida, la satisfacción de las necesidades fundamentales y
la posibilidad de realizar sus propias aspiraciones, en particular en el ámbito
familiar y en una convivencia social pacífica», dijo Benedicto XVI.
El primer lunes de octubre es el momento que señaló la ONU para celebrar
anualmente la Jornada Mundial del «Hábitat».
La iniciativa busca reflexionar sobre el estado de los asentamientos humanos y
los derechos básicos de un alojamiento adecuado para todos.
Igualmente intenta recordar al mundo su responsabilidad colectiva en el futuro
del hábitat humano.
El tema de este año llama la atención sobre el hecho de que el mundo está siendo
testigo de la mayor migración, de la historia, de pueblos hacia ciudades.
Recuerda la ONU que en 1950 un tercio de la población mundial vivía en ciudades;
50 años después esta proporción se había elevado a la mitad.
En esta edición 2006, la ciudad italiana de Nápoles será sede de la celebración
de la Jornada Mundial del «Hábitat».
Más información: http://www.unhabitat.org/
ZS06100110
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A punto de regresar al Vaticano, el
Papa se despide con gratitud de Castel Gandolfo
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
«¡El próximo domingo nos vemos en Roma!»: con estas palabras, espontáneamente
dirigidas a miles de fieles y peregrinos al término de su cita dominical para
rezar el Ángelus, Benedicto XVI señaló el lugar del próximo encuentro y se
despidió de toda la comunidad de Castel Gandolfo.
Es la localidad, a unos 30 kilómetros de Roma, en cuya residencia pontificia ha
pasado el período veraniego.
«Hoy es el último domingo de mi estancia estival en Castel Gandolfo. Al obispo
de Albano, al alcalde, al párroco y a todos vosotros, queridos residentes de
esta bella ciudad, renuevo mi saludo afectuoso con un cordial “¡hasta la
vista!”», dijo el Papa, entre grandes aplausos de la multitud congregada en el
patio del Palacio Apostólico.
Ya la víspera, en la misma residencia, recibió el Papa en audiencia al prelado
–monseñor Marcello Semeraro- y al párroco local, a las comunidades religiosas
masculinas y femeninas, al alcalde y miembros de la Asamblea y del Consejo
municipal, y a los funcionarios y agentes de seguridad que, en colaboración con
la Gendarmería Vaticana y la Guardia Suiza, han prestado servicio durante su
permanencia en Castel Gandolfo.
A punto de «concluir mi estancia» en Castel Gandolfo, «antes de regresar al
Vaticano deseo dar las gracias cordialmente a cuantos, de distintas maneras, han
contribuido a hacer mi permanencia provechosa y serena», dijo el Papa a todos
los presentes, más de un centenar.
En su despedida, Benedicto XVI aseguró a las comunidades religiosas y laicales
locales: «En estos meses he sentido su cercanía espiritual y les doy las gracias
de corazón, deseando a todos que correspondan con renovada generosidad a la
llamada de Dios, empleando las propias energías al servicio del Evangelio».
Subrayó además la «bien conocida» «cortesía y hospitalidad» de los residentes de
Castel Gandolfo hacia su persona y «hacia los numerosos peregrinos y visitantes
que vienen a visitar al Papa, especialmente por la cita dominical del Ángelus».
«A todos y cada uno doy las gracias más sinceras, que confirmo con la seguridad
de un constante recuerdo en la oración por cada uno de vosotros, queridos
amigos, por vuestros familiares y seres queridos», les dijo en la audiencia,
cuyo contenido difundió el sábado la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Y sobre cada uno invocó la protección maternal de la Virgen María, para impartir
finalmente su Bendición Apostólica.
Después de estos dos meses, Benedicto XVI se trasladará a inicios de semana al
Vaticano donde proseguirá su actividad. El próximo miércoles celebrará su
tradicional audiencia con los peregrinos en la Plaza de San Pedro.
ZS06100111
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Mundo
Videoconferencia mundial de teología:
El embrión humano, uno de nosotros
Teólogos de todo el mundo analizan su misterio y sacan consecuencias prácticas
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Desde el primer momento de su existencia, Dios ama a todo embrión humano,
hermano de todos los hombres y mujeres. Ésta fue la conclusión a la que llegó la
última videoconferencia mundial de teología.
La iniciativa, organizada todos los meses por la Congregación vaticana para el
Clero, se celebró el 27 de septiembre en torno al tema «Bioética: el genoma
humano y las células estaminales».
Gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, participaron teólogos desde
Roma, Manila, Ratisbona, Taiwán, Johannesburgo, San Petersburgo, Sydney, Nueva
York, Bogotá y Madrid.
Introdujo y clausuró el encuentro «on-line», desde el Vaticano, el cardenal
Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la congregación para el Clero, quien
presentó el misterio y la dignidad del embrión humano con palabras del profeta
Jeremías, cuando éste dice a Dios: «Porque tú me has formado, me has tejido en
el vientre de mi madre; yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy,
prodigios son tus obras. Mi alma conocías cabalmente».
«Estas palabras sobre la naturaleza trascendente de la persona humana y de su
altísima dignidad alcanzan una riqueza de significado particular cuando nos
adentramos en los nuevos horizontes abiertos por la biología, la genética y la
medicina molecular», afirmó el cardenal colombiano.
«Son horizontes científicos que abren sorprendentes conocimientos sobre la vida
biológica del hombre y que abren a la libertad humana delicadas cuestiones
éticas», añadió.
Tras la intervención de los teólogos, entre quienes se encontraba en esta
ocasión el obispo Elio Sgreccia -presidente de la Academia Pontificia para la
Vida-, el mismo cardenal sacó las conclusiones que se desprenden de las
intervenciones de los diferentes teólogos.
Ante todo –dijo- «hemos escuchado la reafirmación del carácter inviolable de la
naturaleza biológica de todo hombre, pues forma parte constitutiva de la
identidad personal del individuo en el transcurso de toda su existencia».
En las diversas intervenciones -añadió- se argumentó teológicamente que «la
manipulación genética, cuando no es terapéutica, es decir, cuando no tiende al
tratamiento de una patología del patrimonio genético, debe ser radicalmente
condenada».
En ese caso –aclaró- «persigue modificaciones de manera arbitraria, de manera
que induce a la formación de sujetos humanos con patrimonios genéticos
diferentes y establecidos según la propia discreción. La eugenesia, la creación
de una raza humana superior, es una aplicación aberrante».
Basándose en las intervenciones de los teólogos que se acababan de escuchar, el
cardenal subrayó que «el proyecto de clonación humana representa una terrible
desviación a la que ha llegado una ciencia sin valores».
«Detener el proyecto de clonación humana es un imperativo moral que tiene que
traducirse en términos culturales, sociales, y legislativos», afirmó.
ZS06100108
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Papúa Nueva Guinea: 25 años del retorno
del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras
Una semana de celebraciones
GOODENOUGH, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Veinticinco años hace que regresó el Pontificio Instituto de Misiones
Extranjeras (PIME) a Papúa Nueva Guinea, un aniversario celebrado el 17 de
septiembre con la solemne consagración de la iglesia de Mataita, localidad
situada en la misión de Bolu Bolu (isla de Goodenough, diócesis de Alotau).
La apertura de la nueva iglesia, dedicada a San Miguel, «corona años de trabajo
de la comunidad católica de Mataita y del padre Lorenzo Frosio, sacerdote de la
diócesis [italiana] de Bérgamo asociado al PIME y responsable de la misión de
Bolu Bolu», informa el Instituto.
Y es que fue a Bolu Bolu donde, en 1981, iniciaron la presencia de los
misioneros del PIME el padre Cesare Bonivento –actualmente obispo de Vanimo- y
el padre Giulio Schiavi.
Ello era en realidad un «retorno», pues fue Papúa la primera misión del
Seminario para las Misiones Extranjeras de Milán –actualmente PIME- en 1853.
Aquella primera experiencia misionera del XIX concluyó rápidamente por las
enormes dificultades encontradas, que culminaron con el martirio del beato
Giovanni Mazzucconi en 1855.
Presidió la reciente consagración de la nueva iglesia monseñor Francesco Panfilo
sdb, obispo de Alotau.
Entre las personalidades civiles y religiosas presentes se contó David
Gordon-Macleod, alto comisionado británico en Papúa, el padre Luigi Bonalumi,
vicario general del PIME, y una representación de misioneros y misioneras que
desarrollan su labor en la dióceisi de Alotau.
Además de subrayar el trabajo de los misioneros del PIME en la isla de
Goodenough, monseñor Pánfilo recordó a los presentes que la nueva iglesia es
símbolo visible de una Iglesia viva en Cristo, en la que todos deben tomar
parte.
La fiesta de los más de 3.000 participantes, al término de la solemne
celebración litúrgica, duró hasta entrada la noche; no faltaron danzas, cantos y
trajes tradicionales para señalar el evento.
Las celebraciones de este 25º aniversario concluyeron el domingo 24 de
septiembre, en la catedral de Alotau, con una solemne Eucaristía que presidió el
obispo local.
En Papúa Nueva Guinea, país de cinco millones y medio de habitantes, los
católicos constituyen el 22% de la población, siendo también en proporción muy
numerosas las denominaciones surgidas de las Reforma protestante y los
anglicanos, así como los seguidores de creencias indígenas.
El PIME nació el 30 de julio de 1850 en Saronno (Milán), del corazón de Pío IX,
quien dio un fuerte impulso a las misiones extranjeras. Su configuración
propiamente dicha como Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras se debe a la
voluntad de Pío XI.
Ha recorrido su historia el carisma de acudir a las fronteras extremas de la
cristiandad como una preciosa herencia de fundación, y se ha manifestado en
diversas ocasiones aceptando de la Santa Sede misiones de las que otros no
podían hacerse cargo.
En 155 años de existencia, con un número limitado de misioneros –sacerdotes y
laicos consagrados-, el PIME ha fundado 40 diócesis, sobre todo en Asia, pero
también en otros continentes. Sigue desarrollando su labor en cerca de una
veintena de países de los cinco continentes.
En sus años de vida, el Instituto ha dado a la Iglesia 18 mártires, 1.700
misioneros, 70 obispos o prefectos y vicarios apostólicos.
Tiene, por ahora, un santo -Alberico Crescitelli, martirizado en China
(1863-1900)- y dos beatos, Giovanni Mazzucconi –mártir en Oceanía (1926-1855)- y
Paolo Manna (1872-1952) -fundador de la «Pontificia Unión misionera del clero y
de los religiosos».
Actualmente tiene además en proceso las causas de canonización del fundador,
monseñor Angelo Ramazzotti (1800, fallecido Patriarca de Venecia en 1861); de
dos misioneros en Birmania –el padre Clemente Vismara (1897-1988) y el hermano
Felice Tantardini (1898-1991)-; del padre Carlo Salerio (1827-1870) –misionero
en Oceanía y fondador de las Hermanas de la Reparación-, del padre Alfredo
Cremonesi (1902-1953) y del padre Mario Vergara (1910-1950), ambos mártires en
Birmania; y del doctor Marcello Candia (1916-1983) –misionero laico milanés que
trabajó con los misioneros del PIME en Amazonia-.
Más información: http://www.pime.org
ZS06100107
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Europa: La juventud cobra protagonismo
en la atención pastoral a los inmigrantes
Conclusión del encuentro de responsables de esta pastoral en los episcopados
europeos
MADRID, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Asumir la tarea de una mayor preocupación por los jóvenes inmigrantes: es el
compromiso que se está haciendo llegar a las Conferencias Episcopales de Europa.
Se trata del fruto del encuentro anual de directores nacionales para la pastoral
de las migraciones en Europa.
Convocados por la Comisión de Migraciones del Consejo de las Conferencias
Episcopales de Europa (CCEE), se reunieron en la ciudad española de Sigüenza del
21 al 24 de septiembre entorno a un tema prioritario: «Migraciones y juventud.
Una oportunidad para la sociedad y la Iglesia en Europa».
Los 46 representantes de 25 Conferencias Episcopales de Europa y de la Santa
Sede, entre ellos seis obispos, así como representantes de organismos católicos
internacionales (COMECE, ICMC, Caritas Europa), coincidieron en subrayar la
necesidad de intensificar y mejorar la pastoral con los inmigrantes en general y
con los jóvenes en particular, apuntan en su comunicado final.
Y es que –dice el texto- «estos constituyen el futuro de la nueva sociedad
europea y de una Iglesia renovada y enriquecida por la aportación de los
numerosos jóvenes que llegan a Europa o nacen ya en ella, procedentes de
diversas culturas y de ricas tradiciones religiosas».
Los participantes han constatado el papel fundamental que en este proceso
corresponde a la Organización de las Naciones Unidas , al Consejo de Europa
(COE) y a la Unión Europea (UE).
Consideran que sucesos como los desórdenes en barrios periféricos de Francia, o
los atentados de Londres -protagonizados por jóvenes, hijos o nietos de
inmigrantes- ponen de manifiesto que el proceso de acogida y de integración de
los inmigrantes en Europa ha tenido deficiencias.
Igualmente denuncian la dramática situación actual de la llegada de inmigrantes
de África a las Islas Canarias y a las costas del sur de la Península Ibérica,
Italia y Malta, considerando el fenómeno como fruto de una injusta situación de
pobreza en los países de origen de aquellos.
Por ello apelan a la responsabilidad de los países desarrollados de Europa, a la
ONU, al COE y a la UE «para que establezcan políticas más generosas de ayuda al
desarrollo de los países pobres y controles más eficaces de las mafias y de los
traficantes de personas».
Los participantes de este encuentro se han propuesto hacer llegar a sus
Conferencias Episcopales y a la Iglesia en sus respectivos países «el compromiso
de asumir la tarea de una mayor preocupación por los jóvenes inmigrantes».
Ello supone «crear desde las parroquias los servicios adecuados en el campo de
la formación y del asociacionismo para facilitarles la fraterna acogida, el
papel que les corresponde, la participación en el debate político y la
integración armónica que posibiliten un futuro común en una Europa justa y
solidaria», concluyen.
[Texto íntegro en el enlace
http://www.conferenciaepiscopal.es/migraciones/MigracionesEuropa2006.html].
ZS06100105
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Flash
La invasión de las sectas interpela a
la Iglesia en Panamá
Según explica el obispo de Colón
KÖNIGSTEIN, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
La invasión de las sectas se ha convertido también en Panamá en un desafío para
la Iglesia católica.
Monseñor Audilio Aguilar, obispo de Colón (una ciudad portuaria de la costa
atlántica), en su reciente primera visita a la sede internacional (en Alemania)
de «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN), confirmó: «En una de nuestras
parroquias [circunscripción territorial. Ndr.] hay 22 templos de diferentes
sectas».
El prelado hizo hincapié en la necesidad de obtener ayuda para la construcción
de edificios eclesiales, con el fin de contrarrestar la influencia de las sectas
en su diócesis.
En este sentido, también calificó de prioritaria la formación de sacerdotes y
seminaristas: «En la actualidad, 13 jóvenes se preparan para el sacerdocio.
Cuatro de ellos estudian en nuestro nuevo seminario diocesano; los demás reciben
su formación en el seminario nacional de Ciudad de Panamá».
Explica el obispo Aguilar que la diócesis de Colón cuenta con unos 250.000
habitantes, en su mayoría católicos. En la actualidad 35 sacerdotes y 72
religiosas asisten a los creyentes.
«Hay varios factores que dificultan bastante la labor pastoral en mi diócesis,
sobre todo por el hecho de que Colón es la capital comercial de Panamá», añadió.
«Hay mucha corrupción, drogadicción, prostitución, contrabando y problemas
afines -describió-, y a la Iglesia no le resulta fácil encontrar respuestas
adecuadas a estos retos».
Web de «Ayuda a la Iglesia Necesitada»:
http://kirche-in-not.org
ZS06100109
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Entrevista
La riqueza de la liturgia benedictina
Entrevista al presidente del Pontificio Instituto Litúrgico de Roma
SANTO DOMINGO DE SILOS, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
¿Existe una liturgia benedictina? En una conversación con el monje benedictino
Juan Javier Flores -presidente del Pontificio Instituto Litúrgico de Roma (en el
Ateneo Pontificio San Anselmo)- Zenit ha explorado esta cuestión, sumamente
actual desde la elección de Benedicto XVI.
El padre Juan Javier Flores, de la Abadía Benedictina de Santo Domingo de Silos,
explica en esta entrevista la influencia de los monasterios benedictinos en la
vida litúrgica de la Iglesia.
--¿Se puede hablar específicamente de una liturgia benedictina o es una
expresión inadecuada?
--P. Flores: No existe una «liturgia monástica», como no existe una liturgia
benedictina, ni ha existido nunca; existe un modo monástico o benedictino de
celebrar la sagrada liturgia. Porque la liturgia pertenece a la Iglesia y es
pensada, actuada y vivida para todos los cristianos.
Los monjes no se apartan de la liturgia de la Iglesia, sino que más bien se
aprovechan de ella y viven de ella, puesto que la liturgia es de la Iglesia.
Con este principio como base, pienso que la liturgia en los monasterios de hoy
debe ser una liturgia que refleje el espíritu y la letra de los libros
litúrgicos renovados tras la reforma litúrgica.
Sin nostalgias ni vueltas a un pasado romántico, los monasterios estuvieron en
la vanguardia del movimiento litúrgico y, en línea con ello, deberán continuar
siendo lugares donde se celebra y se vive la liturgia de hoy con el espíritu de
siempre.
La Regla de San Benito no tiene ninguna peculiaridad respecto a la Eucaristía o
al resto de los sacramentos. Es un documento del siglo VI; luego refleja la
situación eclesial del momento.
Sólo en lo referente al oficio divino -que ahora llamamos liturgia de las horas-
tiene una gran peculiaridad y originalidad. A lo largo del tiempo y hasta hoy,
ha habido en la Iglesia latina dos tipos de oficios, el monástico y el oficio
catedral o clerical.
El oficio benedictino se funda en principios de la tradición monástica anterior,
reúne y ordena elementos litúrgicos que en su tiempo aparecen en uso en
distintas iglesias. Tanto en su conjunto como en innumerables detalles el oficio
divino de la Regla benedictina tiene una gran originalidad.
--¿Cuál ha sido la influencia de los benedictinos en la historia de la
liturgia?
--P. Flores: Los monasterios benedictinos por tanto han tenido desde su inicio
un oficio divino diverso del clero diocesano y de los demás religiosos basándose
en la distribución que del salterio hace San Benito.
El principio de la Regla que se ha sido mantenido categóricamente durante los
siglos hasta ahora es que «se atienda a que cada semana se recite íntegro el
salterio de ciento cincuenta salmos…» (RB 18). Hay que admitir que no se trata
aquí de una -y menos aún de la- forma existencial de la vida monástica
benedictina, pero sí de su modo de organizar algo tan importante como es la
oración comunitaria.
Y también hay que reconocer que la piedad monástica desde el principio en una
gran medida ha estado marcada por la piedad de los salmos.
Dado que es cierto que los monasterios benedictinos no deben ser museos de
historia de la Iglesia ni de historia de la liturgia, en consecuencia no se
deberían transformar en eso; no obstante, es muy legítima la esperanza de que se
pueda mantener en los monasterios benedictinos el Psalterium per hebdomadam,
que tiene más de 1.500 años de tradición, por lo menos en el oficio monástico.
Pero los monasterios benedictinos se adaptan al tiempo y al lugar. El poder
apartarse del principio asumido por el monacato de rezar los 150 salmos en un
modo determinado, ya se prevé en el mismo capítulo 18 de la regla benedictina:
«sobre todo advertimos que si por ventura a alguno no gustare esta distribución
de salmos, la ordene de otro modo, si le pareciere mejor» (RB 18, 22) pero
-añade San Benito- manteniendo el anterior principio del salterio semanal.
--¿Cómo se organiza la distribución de los salmos?
--P. Flores: La reforma del oficio divino en los monasterio benedictinos se basa
únicamente en el Thesaurus Liturgiæ Horarum Monasticæ, preparado por y
para la Confederación Benedictina, donde ya se plantean otros modos de
distribución del salterio según las posibilidades de los distintos monasterio.
Entre las cuatro posibilidades que pueden escoger los monasterios está el
esquema A -o de la Regla-, el esquema B -Fuglister- que distribuye el salterio
en una o dos semanas con criterios exegéticos y bíblicos distintos a los que en
su día tuviera San Benito, más otros dos esquemas que han tenido menos
resonancia.
Por lo tanto hoy los distintos monasterios tienen opción de optar por un oficio
divino que responda más a las exigencias de tiempo, lugar y trabajo de cada
monasterio.
Algunos han optado por mantener el esquema tradicional benedictino; una gran
mayoría sigue hoy el esquema B con distribución del salterio en una o dos
semanas; algunos incluso han optado por adoptar la misma liturgia de las horas
romana.
Es, por lo tanto, más una responsabilidad propia de cada monasterio benedictino
escoger uno u otro esquema, sabiendo que entre los elementos de la vida
benedictina el Oficio Divino debe ocupa el primer lugar (RB 8,20; 43,3) y nada
se debe de anteponer a él.
--¿Qué repercusión tienen los monasterios benedictinos en la vida litúrgica
de la Iglesia?
--P. Flores: A lo largo de los siglos los monasterios benedictinos han sido
lugares de irradiación espiritual y litúrgica; más aún, ellos han mantenido
durante la Edad Media la cultura y de sus escuelas surgieron los personajes de
la Iglesia del momento. Pensemos en los grandes monasterios como Cluny, Saint
Gall, etc.
En 1909, precisamente en torno al monasterio belga de Mont César, da inicio el
«movimiento litúrgico» de manos de don Lamberto Beauduin que de ser sacerdote
dedicado al mundo obrero había pasado a ser a monje benedictino en dicho
monasterio. De este movimiento litúrgico se pasó a la reforma litúrgica a raíz
del Concilio Vaticano II.
Fueron los monasterios benedictinos centros de irradiación espiritual y por lo
tanto litúrgica; pensemos en Solesmes (Francia), Beuron y Maria Laach
(Alemania), Montserrat y Silos (España), Montecasino y Subiaco (Italia),
Maredsous y el ya citado de Mont César (Bélgica), etcétera.
Todos estos monasterios tienen sus puertas abiertas a su tesoro más precioso, su
oración litúrgica, de modo que la oración de la comunidad que allí vive es
compartida con huéspedes y visitantes que son introducidos en ese modo en la
gran oración de la Iglesia.
Esto puede considerarse el apostolado monástico por excelencia. De ese modo han
evangelizado los monasterios. También hoy existe un modo excelente de pasar las
«vacaciones» yéndose a una hospedería monástica y participando en las distintas
horas de la jornada, al compás y con la ayuda de los monjes y monjas
benedictinos.
--¿El Papa Benedicto XVI ha recibido influencia de esta espiritualidad
litúrgica benedictina?
--P. Flores: El Papa Benedicto XVI ha manifestado un gran amor y aprecio por la
orden benedictina y por San Benito a lo largo de su trayectoria. El hecho de
haber escogido el nombre del patriarca de los monjes de occidente es muy
significativo, como él mismo lo explicó a los pocos días de su elección.
La liturgia ha formado parte de su vida, como él mismo dice en su autobiografía,
ya desde sus años de seminario. Visitaba regularmente el monasterio benedictino
alemán de Scheyern en Baviera y cada año por la fiesta del Santísimo Cuerpo y
Sangre de Cristo, viviendo ya en Roma, se dirigía al monasterio de las monjas
benedictinas de Rosano, cerca de Florencia, donde participaba en la liturgia de
las monjas y presidía personalmente la procesión del Corpus.
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«Angelus»
Benedicto XVI: El Rosario y las
Misiones, ejes de la Comunidad eclesial en octubre
Intervención en el rezo del Ángelus
CASTEL GANDOLFO, domingo, 1 octubre 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo, ante miles
de fieles y peregrinos en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, con
ocasión del rezo de la oración mariana del Ángelus.
* * *
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, primer día de octubre, desearía detenerme en dos aspectos que, en la
Comunidad eclesial, caracterizan este mes: la oración del Rosario y el
compromiso por las misiones. El día 7, sábado próximo, celebraremos la fiesta de
la Virgen del Rosario, y es como si, cada año, Nuestra Señora nos invitara a
redescubrir la belleza de esta oración, tan sencilla y profunda. El amado Juan
Pablo II fue gran apóstol del Rosario: le recordamos arrodillado con la corona
entre las manos, inmerso en la contemplación de Cristo, como él mismo invitó a
hacer con la Carta Apostólica
«Rosarium Virginis Mariae». El Rosario es oración contemplativa y
cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la
oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento
de Jesús, precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas,
a rezar el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en las
parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la
paz del mundo.
Octubre es también el mes misionero, y el domingo 22 celebraremos la Jornada
Misionera Mundial. La Iglesia es por su naturaleza misionera. «Como el Padre me
envió, también yo os envío» (Jn 20,21), dijo Jesús resucitado a los
Apóstoles en el cenáculo. La misión de la Iglesia es la prolongación de la de
Cristo: llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo con las palabras y con el
testimonio concreto de la caridad. En el Mensaje para la próxima Jornada
Misionera Mundial he querido presentar la caridad precisamente como «alma de la
misión». San Pablo, el apóstol de las gentes, escribía: «El amor de Cristo nos
apremia» (2 Co 5,14). Que pueda cada cristiano hacer propias estas
palabras, en la gozosa experiencia de ser misionero del Amor allí donde la
Providencia le ha puesto, con humildad y valor, sirviendo al prójimo sin
segundas intenciones y obteniendo en la oración la fuerza de la caridad alegre y
laboriosa («Deus
caritas est», 32-39).
Patrona universal de las misiones, junto a San Francisco Javier, es Santa Teresa
del Niño Jesús, virgen carmelita y doctora de la Iglesia, de la que precisamente
hoy hacemos memoria. Que ella, que indicó como camino «sencillo» a la santidad
el abandono confiado en el amor de Dios, nos ayude a ser testigos creíbles del
Evangelio de la caridad. Que María Santísima, Virgen del Rosario y Reina de las
Misiones, nos conduzca a todos a Cristo Salvador.
[Después de rezar el Ángelus, el Papa dirigió su saludo en varios idiomas a
los peregrinos. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta
oración mariana del Ángelus, particularmente a los jóvenes de la Obra de la
Iglesia. En este mes de octubre, tradicionalmente dedicado al Santo Rosario, os
invito a rezarlo con devoción y a pedir por las necesidades de la Iglesia,
especialmente por quienes dedican su vida a las Misiones. Gracias.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
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