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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 13 de junio de 2007


 

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SANTA SEDE
El Papa invita a descubrir en la Iglesia el amor de Dios y no los escándalos
La Iglesia quita su apoyo a Amnistía Internacional por promover el aborto

MUNDO
El Gobierno chino estudia el «modelo vietnamita» para nombrar obispos
La Custodia pide paz para Tierra Santa
Argentina: Ante las elecciones, el Gobierno necesita un plan para el país
Solidaridad del arzobispo ortodoxo de Chipre al presidente del episcopado italiano

ENTREVISTAS
Hay un gran vacío de Dios, y se busca algo que se le asemeje
«Yihad» y «cruzada»: Guerras santas asimétricas

FORO
Carta al sacerdote asesinado en Irak: «Has sido un siervo bueno y fiel»

DOCUMENTACIóN
Benedicto XVI presenta a Eusebio de Cesarea


 


Santa Sede


El Papa invita a descubrir en la Iglesia el amor de Dios y no los escándalos

Al presentar la figura del primer historiador del cristianismo, Eusebio de Cesarea

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha alentado a los creyentes a buscar en la Iglesia, y particularmente en sus vicisitudes históricas, la manifestación del amor de Dios y no simplemente «el escandalismo a todo coste».

Fue la conclusión a la que llegó en la audiencia general de este miércoles en la que presentó la figura del primer historiador del cristianismo, Eusebio, obispo de Cesarea, en Palestina, fallecido en torno al año 339.

Al repasar junto a más de 20.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro pasajes de la «Historia eclesiástica» escrita por Eusebio el obispo de Roma mostró como con el relato el autor cristiano invitaba a «la conversión», y «a un auténtico testimonio de vida cristiana por parte de los fieles».

«De esta manera --añadió--, Eusebio interpela vivamente a los creyentes de todos los tiempos sobre su manera de afrontar las vicisitudes de la historia, y de la Iglesia en particular».

«Nos interpela también a nosotros --dijo preguntando--: ¿Cuál es nuestra actitud ante las vicisitudes de la Iglesia? ¿Es la actitud de quien se interesa por simple curiosidad, buscando el sensacionalismo y el escandalismo a todo coste?»

«¿O es más bien la actitud llena de amor y abierta al misterio de quien sabe por la fe que puede percibir en la historia de la Iglesia los signos del amor de Dios y las grandes obras de la salvación por él realizadas?», siguió interrogando.

«Si esta es nuestra actitud --respondió-- tenemos que sentirnos interpelados para ofrecer una respuesta más coherente y generosa, un testimonio más cristiano de vida, para dejar los signos del amor de Dios también a las futuras generaciones».

La «historia» «que Dios realiza por el hombre, no la realiza sin Él», recordó el Papa. Por este motivo, indicó, «quedarse en la contemplación de las “grandes cosas” de Dios significaría ver sólo un aspecto de las cosas. Ante ellas está la respuesta».

Por este motivo, el Papa invitó a los creyentes «a sorprendernos al contemplar en la historia las grandes obras de Dios por la salvación de los hombres», sorpresa que a su vez lleva «a la conversión de la vida».

«De hecho, ante un Dios que nos ha amado así, no podemos quedar insensibles. La instancia propia del amor es que toda la vida se oriente a la imitación del Amado».

«Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para dejar en nuestra vida una huella transparente del amor de Dios», concluyó.

La meditación del Papa sobre Eusebio de Cesarea se enmarca en la serie de reflexiones que está ofreciendo en las catequesis de los miércoles sobre las grandes figuras de la Iglesia antigua.
 


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La Iglesia quita su apoyo a Amnistía Internacional por promover el aborto

Según anuncia el cardenal Renato R. Martino

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz ha anunciado que retirará la ayuda económica que ofrecía a Amnistía Internacional después de que esta institución haya decidido apoyar el aborto.

«La Iglesia católica dejará de financiar a Amnistía Internacional debido al cambio de posición decidido», anunció oficialmente el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente de ese organismo vaticano, en una entrevista concedida al semanario estadounidense «National Catholic Register».

El pasado 25 de marzo, en su Conferencia nacional anual, en Edimburgo, los cerca de 400 miembros británicos de Amnistía Internacional expresaron con un voto la decisión de comprometerse en la despenalización del aborto, y en la promoción de servicios de apoyo a los programas de control demográfico, que incluyen la legalización y el acceso gratuito al aborto.

El cardenal denunció «los “lobbies” internacionales que trabajan a favor del aborto y la propaganda que promueven en el marco de lo que Juan Pablo II llamaba “la cultura de la muerte”».

«Es sumamente grave que una organización tan valiente como Amnistía Internacional ceda a las presiones de estos “lobbies”», lamentó el purpurado italiano.

El presidente del Consejo Pontificio concluyó invitando a los católicos y a toda persona de buena voluntad a «intensificar su compromiso en defensa del derecho a la vida de todos los que están por nacer, sin distinciones imposibles entre casos en los que el asesinato del niño en el seno de la madre sería justo o injusto».

«La eliminación voluntaria de toda vida humana inocente es siempre un delito», recordó.

En 1996, la Santa Sede tomó una medida similar contra UNICEF, el fondo de Naciones Unidas para la Infancia, después de que también adoptara la decisión de promover el aborto en ciertas circunstancias.
 


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Mundo


El Gobierno chino estudia el «modelo vietnamita» para nombrar obispos

Afirma el obispo de Shangai

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).-El obispo de Shangai, monseñor Aloysius Jin Luxian, afirmó que el Gobierno chino está estudiando el «modelo vietnamita» para el nombramientos de obispos, que permite al Vaticano y al Gobierno elegir juntos a los pastores.

En espera de la inminente publicación de la carta apostólica de Benedicto XVI a los católicos chinos, el obispo de Shangai ha querido intervenir francamente sobre las cuestiones abiertas que se tocarán en la epístola papal, en una larga entrevista concedida a la revista mensual internacional «30 Días».

Monseñor Aloysius Jin Luxian, cercano ya a los noventa años, ha pasado 18 en prisión y 9 en campos de reeducación.

El prelado declara que «los fieles de toda la Iglesia en China están esperando la carta pastoral del Papa» y que «no quieren que la Iglesia católica en China se separe del Papa, al contrario desprecian profundamente a las personas que traman la separación de la Iglesia en China».

Por esto el purpurado sostiene que «los llamados ‘ocho puntos’ emanados por la Congregación para la Evangelización de 1998 (aquellos que de hecho obstaculizaban la concelebración eucarística entre los sacerdotes de las comunidades clandestinas y los de las comunidades reconocidas por el gobierno, ndr.) ya no son útiles».

Las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gobierno chino se rompieron cuando en 1951, dos años después de la llegada al poder de Mao Tse-Tung, fue expulsado el nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi.

El Gobierno chino permite la práctica religiosa en su país sólo con personal reconocido y en lugares registrados en la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la Asociación Patriótica (AP), el organismo instituido por el régimen maoísta en 1957 con el fin de crear una Iglesia nacional independiente de la Sede Apostólica.

Por esto se habla de la diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de sustraerse al citado control para obedecer directamente al Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».

Los últimos roces se originaron tras las tres ordenaciones episcopales ilegítimas (sin la aprobación del Papa) celebradas, por obra de la AP, en China en 2006, en Kunming (30 de abril), Anhui (2 de mayo) y Xuzhou (30 de noviembre).

Respecto al controvertido tema del nombramiento de los obispos, monseñor Jin explica que «la elección de los obispos corresponde a la Santa Sede, tal principio debe ser afirmado. Pero como el contexto político, histórico y económico varía según el país, la Santa Sede a menudo estrecha pactos concretos con los respectivos gobiernos».

«En el pasado --aclara el obispo jesuita-- la Santa Sede estipuló tratados con la Italia de Mussolini y la España de Francisco Franco para resolver problemas similares. ¿Por qué debería ser imposible la solución de los mismos problemas, en manera análoga, incluso con el Gobierno chino?».

«Yo soy de la opinión de que se deben salvaguardar los principios, mientras que en su aplicación puede haber una cierta flexibilidad», declara el prelado que es reconocido tanto por la Sede Apostólica como por el Gobierno de Pekín.

«Los obispos sirven para garantizar la sucesión apostólica y la validez de los sacramentos, y no son los líderes políticos de una potencia extranjera --subraya--. Espero que también el Gobierno chino pueda comprender esta circunstancia y que se llegue a una solución a través del diálogo».

En este sentido, el prelado chino sugiere mirar al «modelo vietnamita»: «Se podría tomar Vietnam como ejemplo: el Vaticano propone dos candidatos y el Gobierno elige uno de los dos».

En esta perspectiva, el obispo revela un detalle elocuente: «Se dice que el Ministerio de Exteriores, el Ministerio del Frente Unido del Comité Central y la Oficina Nacional para Asuntos Religiosos han enviado una delegación a visitar al cardenal de Ho Chi Minh para comprender mejor con su ayuda la cuestión del nombramiento de los obispos de Vietnam».

Al aludir a las dificultades y a los fracasos registrados hasta ahora en la normalización de las relaciones entre el Vaticano y el Gobierno chino, monseñor Aloysius Jin Luxian relativiza la influencia del obstruccionismo que algunos observadores atribuyen a la Asociación Patriótica.

Hace notar monseñor Jin: «Quizá algunas personas de la Asociación Patriótica no quieren que se establezcan relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano porque podrían perder poder. Pero yo personalmente considero que la Asociación Patriótica no puede intervenir en las decisiones políticas de China».

«Bastaría que alguna personalidad de alto nivel decidiera reanudar las relaciones con el Vaticano, y la Asociación Patriótica perdería toda posibilidad para interponer obstáculos», observa.

Sobre las relaciones con el Gobierno, el obispo de Shangai sostiene que «los hechos de los últimos decenios prueban que el actual es el mejor Gobierno en la historia de la China Popular. ¿Por qué los católicos que representan menos del 1% de la población deberían oponerse al Gobierno chino?».

Además, «el Gobierno chino es materialista, porque toma como parámetro el marxismo. La visión del Gobierno chino respecto a la religión difícilmente se puede liberar de tal influencia», y como si no bastara, «los cambios imprevistos en Europa del Este confirmaron las opiniones que el Gobierno chino tenía sobre el papel político desarrollado por la Iglesia católica».

«Yo pienso --concluye-- que la realidad demostrará que el Vaticano no busca ningún objetivo político, y ante la realidad de los hechos el Gobierno chino podrá cambiar su actitud respecto al Vaticano».
 


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La Custodia pide paz para Tierra Santa

Propone rezar por israelíes y palestinos

BELÉN, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).-La paz en Tierra Santa exige cambiar «corazones de piedra» en «corazones de carne» afirma un mensaje lanzado desde Belén por el Capítulo de la Custodia de Tierra Santa.

El llamamiento, lanzado este lunes por los Hermanos Menores Franciscanos desde la Gruta de la Natividad de Jesús en Belén, resuena cuarenta años después de la guerra de junio de 1967.

La exhortación resuena en pleno conflicto entre palestinos.

Todavía hoy, constatan con pesar los religiosos, «la paz sigue sin reinar en Tierra Santa, que está aún lacerada por el conflicto que divide y opone a sus dos pueblos».

En este contexto, los religiosos quieren ser «testigos de esperanza» y «artífices de la reconciliación y de la paz».

«Renovamos en este lugar santo nuestro propósito de fidelidad a la misión que nos ha confiado la Iglesia de custodiarlo y de proclamar y difundir el mensaje salvífico, pero al mismo tiempo y de manera imprescindible, también nuestro propósito de cercanía perseverante a los ciudadanos betlemitas», afirman.

«Desde Belén, que vio nacer al Príncipe de la Paz, elevamos nuestra oración incesante para que Dios cambie los “corazones de piedra” en “corazones de carne”», siguen diciendo.

«Recemos para que el Espíritu Santo guíe quienes rigen a los pueblos inspirándoles con consejos de mansedumbre y les lleve por sendas que llevan a la paz».

«Recemos para las dos naciones, que encuentran su patria en esta Tierra Santa, guiadas en esta dirección, puedan convivir reconciliadas, en virtud del recíproco reconocimiento de su misma dignidad y de su mismo derecho a la seguridad y la libertad», concluye el mensaje.
 


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Argentina: Ante las elecciones, el Gobierno necesita un plan para el país

ROMA, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- El obispo Roberto Rodríguez de La Rioja, Argentina, ha llamado a su Gobierno a formular un plan global para el país.
Con vistas a las elecciones presidenciales de octubre próximo, ha invitado a los políticos argentinos a reflexionar sobre el futuro.

Este obispo, cuya diócesis limita con Chile, señala que la población confía más en la Iglesia que en el Gobierno.

En una conversación con la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) observa que, si bien la situación económica ha mejorado en el país, lo cierto es que la gente normal aún no se ha beneficiado de ello.

El ámbito de la acción política carece de un rumbo claro, asegura. A su modo de ver, los políticos no deberían «vivir en el pasado o iniciar de forma poco sistemática proyectos que sólo abordan problemas específicos actuales», porque «la pregunta fundamental debería ser a dónde se dirige la sociedad». Algo que, en su opinión, no está claro. Subraya que los políticos deberían preguntarse constantemente acerca del sentido de las acciones que toman en los ámbitos que afectan a la sociedad en general y en política interior, exterior y económica, cosa que, actualmente, parece no ocurrir.

El obispo Rodríguez añade que las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno argentino son algo tensas. El Gobierno mantiene contactos con algunos obispos individuales, pero considera que este diálogo debería institucionalizarse, pues no hay un debate con la Conferencia Episcopal.

Monseñor Rodríguez informa de la existencia de un serio conflicto, en particular, en torno a los temas del aborto y la planificación familiar.

«Nosotros los obispos no estamos haciendo política, pero la sociedad debe tener un fundamento ético», añade, señalando que la Iglesia ha ofrecido a los políticos su colaboración en este debate ético.


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Solidaridad del arzobispo ortodoxo de Chipre al presidente del episcopado italiano

ROMA, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- El arzobispo ortodoxo de Chipre, Chrysostomos II, manifestó este miércoles su solidaridad al presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el arzobispo de Génova monseñor Angelo Bagnasco, quien ha recibido amenazas de muerte,

«Sigue adelante con Dios, ¡hermano! No estás solo y la primavera viene después del invierno, como el arco iris tras la lluvia», afirmo el arzobispo en visita a la sede de la Conferencia Episcopal Italiana.

«Estamos aquí para manifestarle nuestra solidaridad fraterna a usted, defensor de la dignidad humana, de la familia cristiana, del matrimonio como lo reconoce la tradición bimilenaria de la santa Iglesia», añadió.

Monseñor Bagnasco, que ahora tiene que moverse con fuerzas de seguridad, comenzó a recibir amenazas tras exponer la visión tradicional de la iglesia sobre el matrimonio, ante los intentos de reconocimiento jurídico de parejas de hecho, en particular homosexuales.

La última amenaza de muerte fue recibida por monseñor Bagnasco este sábado, 9 de junio.
 


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Entrevistas


Hay un gran vacío de Dios, y se busca algo que se le asemeje

Entrevista con el padre el padre Ignacio Larrañaga

QUERÉTARO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org-El Observador).- El padre Ignacio Larrañaga es un sacerdote franciscano capuchino, de origen español, que ha desarrollado una amplia labor animadora y evangelizadora durante más de 25 años, primordialmente a través de ese servicio eclesial conocido como Talleres de Oración y Vida, que datan de 1984, y que han beneficiado a cerca de diez millones de personas.

El padre Larrañaga es autor de más de una docena de libros que han sido traducidos a más de diez idiomas y ha tenido una enorme influencia en países de habla hispana con su pedagogía que vincula la oración con la vida concreta, especialmente, con la vida de matrimonio. Ha continuación reproducimos una entrevista exclusiva que el padre Larrañaga concedió a Zenit-El Observador.

--En su libro «Muéstranos tu Rostro», usted coloca este epílogo de Karl Rahner: «El hombre del futuro será un místico que ha experimentado a Dios o no será nada». ¿Cómo percibe el fondo de esta sentencia?

--Padre Larrañaga: Yo pienso que en general vivimos hoy día una cultura, no digo atea, pero sí pagana, donde sólo interesa el bienestar, el dinero, la satisfacción, el hedonismo; pero esto no puede de ninguna manera ir por mucho tiempo, porque si no sobreviene el vacío existencial, y esto lleva, como quien dice al suicidio, porque, entonces, si nada tiene sentido ¿para qué vivir? Frente al futuro debe haber una especie de cambio en el modo de ser y de sentir del hombre en la sociedad futura. Lo que Ranher quiere decir es que en la Iglesia católica la religión es eminentemente doctrina, dogmas, teorías, teología, y si no es mística (la religión), trato personal con Dios, y si verdaderamente no hay experiencia de Dios, no habrá nada: la religión sería palabras vacías que no tienen sentido alguno. Entonces, o será experiencia personal de Dios o sencillamente esto no tiene razón de ser, son puras palabras que se andan de boca a boca.

--Parece que el mundo moderno es un mercado de experiencias religiosas.

--Padre Larrañaga: Hay una evidencia: hoy en día se experimenta un gran vacío de Dios y va suscitándose un hambre de Dios, un deseo de Dios pero confusa y oscuramente, sin saber exactamente qué es. Entonces se está buscando algo que se asemeje a eso; de ahí vienen los movimientos como la New Age, las religiones orientales y todas esas cosas que van viniendo como una especie de sustituto de esta hambre de Dios que realmente la sociedad, sin darse cuenta, siente y piensa. No hay que especificar demasiado en la oferta musulmana o cristiana o budista, sino sencillamente «Dios», vivo y verdadero, meta final y origen original de todo lo bueno y grande, Dios meta absoluta de todo, y esto es lo que ha olvidado esta cultura. La cultura moderna está sintiendo un gran vacío y no sabe de qué, pero en el fondo es de Dios mismo.

--Usted ha creado los Talleres de Oración y Vida. En este contexto del hambre de Dios que padece el hombre moderno, ¿cómo se inserta esta experiencia de los talleres? ¿Qué le ofrecen?

--Padre Larrañaga: Este servicio eclesial, así llamado por la Santa Sede, llamado Talleres de Oración y Vida, ha llegado en estos 22 años, a unos nueve o diez millones de personas que los han recibido, y en general la impresión es que cambia la vida, y este cambio de vida significa que es una visión totalmente nueva, un modo de vivir el cristianismo la vida siguiendo las huellas de Cristo Jesús, pacientes como Jesús, bondadosos como Jesús.

--Concretamente, ¿en qué consiste la experiencia de Talleres?

--Padre Larrañaga: Es una propuesta global muy detallada. En primer lugar se trata de que los asistentes aprendan a relacionarse con Dios de una manera variada, sistemática, metódica desde los primeros pasos hasta las alturas de la oración transformante u oración contemplativa.

Otra finalidad es de qué manera evitar los traumas, las heridas de la vida, las angustias y tristezas, todo lo negativo del corazón, cómo eliminarlo y que todo esto no influya en el estado de ánimo de la persona.

También pretenden la presentación estimulante, viva, vibrante, entusiasta de Jesucristo Nuestro Señor como modelo de vida, con una pregunta que va en el fondo de todo: ¿que haría Jesús en mi lugar?

Entonces proponemos un programa fascinante: ser humildes, pacientes, bondadosos, sentir, amar como Jesús lo hizo, modelo de vida en todo; es un programa de santificación cristificante.

Finalmente impulsamos a los participantes a comprometerse en una vida apostólica: amigos de Jesús, apóstoles de Jesús; esta es la finalidad que pretendemos con todos aquellos que vienen a los talleres: los devolvemos a la vida transformados en amigos del Señor, liberados de angustias y traumas, y verdaderamente hombres y mujeres de oración.
 


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«Yihad» y «cruzada»: Guerras santas asimétricas

Entrevista con Marco Meschini, historiador medievalista

MILÁN, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- No puede confundirse «yihad» con cruzada. Son guerras «santas» pero no son lo mismo. Lo explica el historiador Marco Meschini en su nuevo libro en italiano, publicado tras el famoso discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, «La yihad y la cruzada» («Il yihad e la crociata» Ares).

Marco Meschini es historiador medievalista y profesor de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. En esta entrevista concedida a Zenit, aclara conceptos fundamentales para comprender la diferencia entre «yihad» y «cruzada»: mientras la «yihad» es esencial para el Islam, la cruzada no lo es para el cristianismo.

--¿En qué sentido la «yihad» y la cruzada son «guerras santas»?

--Meschini: Por «guerra santa» entendemos una guerra con dos elementos característicos: para quien se adhiere a ella, es una guerra dirigida por Dios y promovida por sus legítimos representantes; en segundo lugar, participar en ella abre las puertas del Paraíso.

En el caso de la «yihad» se debe recordar un pasaje coránico fundamental: «¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!» (9, 29). Es Alá quien quiere la «yihad», Alá es santo, por tanto la «yihad» es santa, una guerra santa.

Por lo que se refiere al segundo aspecto --la entrada en el Paraíso--, hay que recordar un «hadit» (un dicho de Mahoma con valor normativo): «Sabed que el Paraíso está a la sombra de las espadas».

Además, el «muyahid», el «combatiente de la yihad», en caso de muerte es considerado un «mártir», «shahid», «testigo», el mismo sentido literal de la palabra griega «martyr», «mártir». Es considerado tan santo que su cuerpo no debe ser lavado antes de la inhumación, como prescribiría la ley islámica, y puede incluso traspasar parte de la propia santidad a los parientes.

--Usted sin embargo considera que «cruzada» y «yihad» son «asimétricas». ¿Qué las distingue?

--Meschini: También la cruzada --para los cristianos de la Edad Media-- era querida por Dios, en el sentido de que los Papas la predicaron, ligándola a la remisión de las penas y los pecados cometidos por los participantes. Y el grito de batalla de los cruzados era: «¡Dios lo quiere!».

Una primera asimetría es sin embargo justamente ésta: la «yihad» abre directamente las puertas del Paraíso, la cruzada no, porque se entiende como parte del proceso que puede conducir al hombre pecador a Paraíso.

Pero hay sin embargo otras asimetrías más grandes.

Sobre todo, la «yihad» es tanto defensiva como agresiva, es decir, instrumento de difusión de la religión islámica que –recordémoslo-- significa «sumisión» a Alá.

La cruzada en cambio nació sólo después de más de un milenio de cristianismo y con un objetivo limitado: recuperar Jerusalén y la Tierra Santa, injustamente ocupadas por los musulmanes.

Pero hay que añadir que, en el curso de una historia plurisecular, hubo también cruzadas de expansión, aunque sin que la idea original se perdiera completamente.

--Usted, además, considera que la «yihad» es coesencial al Islam, y afirma que la «cruzada» no lo es para el cristianismo.

--Meschini: Es la asimetría más radical. Como he dicho, la guerra santa es una prescripción coránica --y el Corán es la Palabra de Alá, eterna e inmutable-- practicada por Mahoma y dotada de toda una serie de reglas accesorias.

Todavía hoy, para todos los islámicos, la «yihad» es el «sexto pilar» del Islam, es decir uno de los preceptos que constituyen la identidad de su religión.

Viceversa, no existe ningún texto sagrado cristiano que hable de una guerra semejante, ni el modelo que es Cristo la prevé, ¡al contrario! Por esto la cruzada, ciertamente surgida en un contexto cristiano, no es necesario que se repita en otros contextos cristianos; ni, sobre todo, tiene nada que ver con el «kerigma», el «núcleo» de la revelación cristiana.

--¿Hablar de «yihad» y cruzadas hoy no entraña el riesgo de hacer más difícil el diálogo entre cristianismo e islam?

--Meschini: ¿Cuál es objetivo del diálogo? Yo pienso que conocerse mejor y, si es posible, llegar a un nivel superior de verdad. Por tanto, la verdad o al menos la honestidad intelectual es una premisa, o más bien una condición irrenunciable del diálogo.

Por esto he querido desenmascarar a algunos comentaristas que, tras contorsiones verbales, tratan de camuflar la verdad histórica, jurídica y teológica ligada al tema de la «yihad».

--¿Qué quería decir el Papa en Ratisbona cuando habló del discurso de Manuel II Paleólogo sobre estos temas?

--Meschini: Benedicto XVI fue muy claro: la fe y la verdad se pueden proponer y difundir sólo de intelecto a intelecto y de corazón a corazón, en un mutuo intercambio de razón y credo.

Y por tanto expandir la propia religión «con la espada» es una monstruosidad antitética al «Logos», a la Razón, es decir a Dios. Y la violenta reacción de tantos a sus palabras fue --dramáticamente-- una involuntaria pero «perfecta» respuesta de confirmación a su discurso.


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Foro


Carta al sacerdote asesinado en Irak: «Has sido un siervo bueno y fiel»

Escrita por su compañero de estudios en Roma

CITY BEACH, Australia, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- Esta es una carta enviada a Zenit por un compañero del padre Ragheed Ganni, asesinado junto a tres sudiáconos en Mosul, Irak, el 2 de junio.

 

* * *
 


Estudié en Roma cuando era seminarista de la Archidiócesis de Perth, Australia, en el Colegio Pontificio Irlandés, y asistí a la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino de 1997 a 2001. Ahora soy párroco de la Parroquia del Espíritu Santo en City Beach, Perth, Australia Occidental.

El padre Ragheed Ganni fue el primer seminarista que conocí en el colegio y tuvo la amabilidad de enseñarme mi habitación.

Aunque no nos podíamos comunicar al principio a través del habla, porque yo no sabía hablar arameo y el padre Ragheed todavía no hablaba inglés, a través de nuestros años en el seminario llegamos a ser buenos amigos.

El padre Ragheed tenía un carácter amigable y una acogida cálida. Era de profunda oración y tenía un gran sentido de lo sagrado, con una profunda espiritualidad y unión con Dios. Era diligente en los estudios y muy respetado en la facultad y por sus compañeros del colegio. Estaba siempre dispuesto a echar una mano a quien lo necesitaba o a dedicar tiempo a estar contigo para charlar amigablemente.

Era un compañero extremadamente inteligente. Aprendió seis idiomas y tenía previsto regresar al Colegio Irlandés el próximo año para empezar su tesis doctoral.

Cada año, el padre Ragheed dedicaba el verano en Irlanda a trabajar en Lough Derg, que es un lugar de peregrinación en el norte de Irlanda, lo que le permitía enviar dinero a casa para comprar las medicinas que necesitaban. Sin aparecer, hizo mucho por los iraquíes. Siempre ponía a los otros primero.

Recuerdo un verano en que el padre Ragheed se quedó conmigo en el Seminario de St. Malcay en Belfast. Era en torno al 12 de julio, que es la época de las manifestaciones en el Norte de Irlanda.

Esa noche había disturbios a las puertas del seminario y podíamos oír los disparos y los gritos de la policía y las sirenas de las ambulancias. Fue una larga noche y el padre Ragheed me habló sobre los sufrimientos y la persecución de los cristianos que vivían en Irak

Cuando empezó la guerra en Irak, el padre Ragheed estaba desolado, pues ya llevaba siete años lejos de su familia y en ese momento toda la comunicación con su patria estaba interrumpida. Pasaron meses antes de que pudiera saber si su familia estaba a salvo. Fue un tiempo muy difícil para él, pero en medio de todo, encontraba consuelo en la oración.

El padre Ragheed me visitó en Perth en 2003 durante el verano; fue maravilloso el tiempo que pasamos juntos en la parroquia. Hablamos sobre su regreso a Irak y lo que esto podía significar.

El padre Ragheed era muy leal a su obispo y a la gente de su diócesis. Era consciente de los peligros que implicaba volver a Irak, donde los cristianos se han convertido en blanco de los extremistas musulmanes. Sabiendo que arriesgaba su propia vida, aceptó con mucho gusto el reto de administrar los sacramentos a su pueblo.

El padre Ragheed era como un hermano para mí, y mi corazón está triste porque el mundo es un lugar mucho más solitario sin él.

Recuerdo los días en que pasábamos la Navidad en el colegio cuando todos los demás estudiantes volvían a casa con motivo de las vacaciones. Teníamos Roma para nosotros solos, ahora es toda suya.

Descansa en paz amigo mío, porque has sido un siervo bueno y fiel, tu martirio sobrevive y, estoy seguro, animará a otros jóvenes a unirse a las filas de Cristo para continuar el trabajo de salvación.

Ahora empieza tu sacerdocio eterno, con toda la corte celestial a tu alrededor.

Estoy seguro de que el padre Ragheed y el martirio de sus compañeros producirá mucho fruto de libertad religiosa, unidad y paz para el pueblo de Irak.

Mis oraciones están con la familia del padre Ragheed y las familias de sus compañeros; Basman Yousef Daoud, Ghasan Bidawid y Wadid Hanna.

Ojalá que la paz llegue a Irak.

Pax Christi,
Padre Don Kettle

[Traducción del original inglés realizada por Zenit]


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Documentación


Benedicto XVI presenta a Eusebio de Cesarea

En la audiencia general de los miércoles

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general de este miércoles en la que, continuando con el ciclo de catequesis sobre los Padres Apostólicos de la Iglesia, presentó a Eusebio de Cesarea.

 

* * *
 


Queridos hermanos y hermanas:
En la historia del cristianismo antiguo es fundamental la distinción entre los primeros tres siglos y los sucesivos al Concilio de Nicea del año 325, el primero ecuménico. Como «bisagra» entre los dos períodos están el así llamado «cambio de Constantino» y la paz de la Iglesia, así como la figura de Eusebio, obispo de Cesarea en Palestina.

Fue el exponente más cualificado de la cultura cristiana de su tiempo en contextos muy variados, de la teología a la exégesis, de la historia a la erudición. Eusebio es conocido sobre todo como el primer historiador del cristianismo, pero también como el filólogo más grande de la Iglesia antigua.

En Cesarea, donde probablemente nació en torno al año 260, Orígenes se había refugiado procedente de Alejandría, y allí había fundado una escuela y una ingente biblioteca. Precisamente con estos libros se habría formado, alguna década después, el joven Eusebio. En el año 325, como obispo de Cesarea, participó con un papel de protagonista en el Concilio de Nicea. Suscribió el «Credo» y la afirmación de la plena divinidad del Hijo de Dios, definido por éste con «la misma sustancia» del Padre ( «homooúsios tõ Patrí»). Es prácticamente el mismo «Credo» que nosotros rezamos todos los domingos en la santa liturgia.

Sincero admirador de Constantino, que había dado paz a la Iglesia, Eusebio sintió por él estima y consideración. Celebró al emperador, no sólo en sus obras, sino también en discursos oficiales, pronunciados en el vigésimo y trigésimo aniversario de su llegada al trono, y después de su muerte, acaecida en el año 337. Dos o tres años después también moría Eusebio.

Estudioso incansable, en sus numerosos escritos, Eusebio busca reflexionar y hacer un balance de los tres siglos de cristianismo, tres siglos vividos bajo la persecución, recurriendo en buena parte a las fuentes cristianas y paganas conservadas sobre todo en la gran biblioteca de Cesarea. De este modo, a pesar de la importancia objetiva de sus obras apologéticas, exegéticas y doctrinales, la fama imperecedera de Eusebio sigue estando ligada en primer lugar a los diez libros de su «Historia eclesiástica». Fue el primero en escribir una historia de la Iglesia, que sigue siendo fundamental gracias a las fuentes que Eusebio pone a nuestra disposición para siempre. Con esta «Historia» logró salvar del olvido seguro numerosos acontecimientos, personajes y obras literarias de la Iglesia antigua. Se trata, por tanto, de una fuente primaria para el conocimiento de los primeros siglos del cristianismo.

Nos podemos preguntar cómo estructuró y con qué intenciones redactó esta nueva obra. Al inicio del primer libro, el historiador presenta los argumentos que pretende afrontar en su obra: «Me he propuesto redactar las sucesiones de los santos apóstoles desde nuestro Salvador hasta nuestros días; cuántos y cuán grandes fueron los acontecimientos que tuvieron lugar según la historia de la Iglesia y quiénes fueron distinguidos en su gobierno y dirección en las comunidades más notables, incluyendo también aquellos que, en cada generación, fueron embajadores de la Palabra de Dios, ya sea por medio de la escritura o sin ella, y los que, impulsados por el deseo de innovación hasta el error, se han anunciado promotores del falsamente llamado conocimiento, devorando así el rebaño de Cristo como lobos rapaces… y también el número; el modo y el tiempo de los paganos que lucharon contra la palabra divina y la grandeza de los que en su tiempo atravesaron, por ella, la prueba de sangre y tortura; señalando además los martirios de nuestro tiempo y el auxilio benigno y favorable para con todos de nuestro Salvador » (1, 1, 1-2).

De esta manera, Eusebio abarca diferentes sectores: la sucesión de los apóstoles, como estructura de la Iglesia, la difusión del Mensaje, los errores, las persecuciones por parte de los paganos y los grandes testimonios que constituyen la luz de esta «Historia». En todo esto, resplandecen la misericordia y la benevolencia del Salvador. Eusebio inaugura así la historiografía eclesiástica, abarcando su narración hasta el año 324, año en el que Constantino, después de la derrota de Licinio, fue aclamado como emperador único de Roma. Se trata del año precedente al gran Concilio de Nicea que después ofrece la «summa» de lo que la Iglesia --doctrinal, moral e incluso jurídicamente-- había aprendido en esos trescientos años.

La cita que acabamos de referir del primer libro de la «Historia eclesiástica» contiene una repetición que seguramente es intencionada. En pocas líneas repite el título cristológico de «Salvador», y hace referencia explícita a «su misericordia» y a «su benevolencia». Podemos comprender así la perspectiva fundamental de la historiografía de Eusebio: es una historia «cristocéntrica», en la que se revela progresivamente el misterio del amor de Dios por los hombres. Con genuina sorpresa, Eusebio reconoce que «de todos los hombres de su tiempo y de los que han existido hasta hoy en toda la tierra, sólo Él es llamado y confesado como Cristo [es decir “Mesías” y “Salvador del mundo”], y todos dan testimonio de Él con este nombre, recordándolo así tanto los griegos como los bárbaros. Además, todavía hoy entre sus seguidores, en toda la tierra, es honrado como rey, es contemplado como siendo superior a un profeta y es glorificado como el verdadero y único sumo sacerdote de Dios; y, por encima de todo esto, es adorado como Dios por ser el Logos preexistente, anterior a todos los siglos, y habiendo recibido del Padre el honor de ser objeto de veneración. Y lo más singular de todo es que los que estamos consagrados a Él no le honramos solamente con la voz o con los sonidos de nuestras palabras, sino con una completa disposición del alma, llegando incluso a preferir el martirio por su causa a nuestra propia vida» (1, 3, 19-20).

De este modo, aparece en primer lugar otra característica que será una constante en la antigua historiografía eclesiástica: la «intención moral» que preside la narración. El análisis histórico nunca es un fin en sí mismo; no sólo busca conocer el pasado; más bien, apunta con decisión a la conversión, y a un auténtico testimonio de vida cristiana por parte de los fieles. Es una guía para nosotros mismos.

De esta manera, Eusebio interpela vivamente a los creyentes de todos los tiempos sobre su manera de afrontar las vicisitudes de la historia, y de la Iglesia en particular. Nos interpela también a nosotros: ¿Cuál es nuestra actitud ante las vicisitudes de la Iglesia? ¿Es la actitud de quien se interesa por simple curiosidad, buscando el sensacionalismo y el escandalismo a todo coste? ¿O es más bien la actitud llena de amor y abierta al misterio de quien sabe por la fe que puede percibir en la historia de la Iglesia los signos del amor de Dios y las grandes obras de la salvación por él realizadas?

Si esta es nuestra actitud tenemos que sentirnos interpelados para ofrecer una respuesta más coherente y generosa, un testimonio más cristiano de vida, para dejar los signos del amor de Dios también a las futuras generaciones.

«Hay un misterio», no se cansaba de repetir ese eminente estudioso de los Padres, el padre Jean Daniélou: «Hay un contenido escondido en la historia… El misterio es el de las obras de Dios, que constituyen en el tiempo la realidad auténtica, escondida detrás de las apariencias… Pero esta historia que Dios realiza por el hombre, no la realiza sin Él. Quedarse en la contemplación de las “grandes cosas” de Dios significaría ver sólo un aspecto de las cosas. Ante ellas está la respuesta» («Ensayo sobre el misterio de la historia», «Saggio sul mistero della storia», Brescia 1963, p. 182).

Tantos siglos después, también hoy Eusebio de Cesarea invita a los creyentes, nos invita a sorprendernos a contemplar en la historia las grandes obras de Dios por la salvación de los hombres. Y con la misma energía nos invita a la conversión de la vida. De hecho, ante un Dios que nos ha amado así, no podemos quedar insensibles. La instancia propia del amor es que toda la vida se oriente a la imitación del Amado. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para dejar en nuestra vida una huella transparente del amor de Dios.


[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español dijo:]


Queridos hermanos y hermanas:
Entre las figuras más destacadas de la Iglesia antigua hay que mencionar a Eusebio, obispo de Cesarea, testigo y protagonista de un cambio de época para el cristianismo, que alcanza la paz con el emperador Constantino y celebra el primer concilio de Nicea, en el que Eusebio suscribió el Credo.

Eusebio es conocido sobre todo por los diez libros de su Historia Eclesiástica, con una gran cantidad de noticias de los tres primeros siglos. Pero no es sólo un alarde de erudición: se trata de narrar los hechos que muestran el progresivo desarrollo del misterio del amor de Dios por los hombres que se ha manifestado en Cristo. Al mismo tiempo, es una historia que no sólo atrae la curiosidad, sino que llama a la conversión, a reconocer en la vida de la Iglesia los signos del amor de Dios y las magníficas obras que ha hecho para nuestra salvación. A su vez, este reconocimiento invita a dar una respuesta generosa y un testimonio claro de vida cristiana, orientada a imitar a quien tanto nos ha amado y nos ama. Después de tantos siglos, Eusebio de Cesarea nos repite esta invitación.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la Institución Teresiana, reunido estos días en Roma, a las Siervas de María Ministras de los Enfermos, a los colaboradores de las Obras Pontificias Misioneras de México y al grupo del Colegio San Agustín de Lima, así como a los demás grupos y personas venidas de España, México, Ecuador, Perú y de otros Países de Latinoamérica. Invito a todos a ver en la historia y en la vida cotidiana el amor y la bondad de Dios.

Muchas gracias por vuestra visita.

[© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

 


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