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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 13 de noviembre de 2009

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El espíritu de la liturgia

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Santa Sede


Con el Evangelio, la Iglesia defiende los derechos humanos; explica el Papa
Las sociedades más evolucionadas también necesitan caridad
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la obra de la Iglesia a favor de los derechos humanos o de la justicia forma parte de su vocación a anunciar el Evangelio.

Así lo explicó este viernes en el discurso que dirigió a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum.

"La Iglesia con el anuncio del Evangelio abre el corazón por Dios y por el prójimo y despierta las conciencias. Con la fuerza de su anuncio defiende los verdaderos derechos humanos y se compromete con la justicia", aseguró.

En este sentido, consideró que "la fe es una fuerza espiritual que purifica la razón en la búsqueda de un orden justo, liberándola del riesgo siempre presente de ser 'deslumbrada' por el egoísmo, el interés o el poder".

Como la experiencia demuestra, añadió, "también en las sociedades más evolucionadas desde el puto de vista social, la caritas sigue siendo necesaria: el servicio del amor nunca es superfluo, no sólo porque el alma humana tiene siempre necesidad, además de las cosas materiales, del amor, sino también porque sigue habiendo situaciones de sufrimiento, de soledad, de necesidad, que requieren dedicación personal y ayudas concretas".

Según el pontífice, "cuando ofrece atención amorosa al hombre, la Iglesia siente latir en sí misma la plenitud del amor suscitada por el Espíritu Santo, el cual, mientras ayuda al hombre a liberarse de las opresiones materiales, asegura descanso y apoyo al alma, liberándola de los males que la afligen".

"La fuente de este amor es Dios mismo, infinita misericordia y amor eterno --añadió--. Quien por tanto presta su servicio dentro de los organismos eclesiales que gestionan iniciativas y obras de caridad, no puede sino tener este principal objetivo: dar a conocer y experimentar el Rostro misericordioso del Padre celeste, porque en el corazón de Dios Amor está la verdadera respuesta a las esperanzas más íntimas de todo corazón humano".



 

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El Papa recibe al primer ministro de Hungría, Gordon Bajnai
La Santa Sede ve importante el diálogo entre la comunidad eclesial y la civil

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió hoy en el Vaticano al primer ministro de Hungría, Gordon Bajnai,y a su séquito, según informa la Oficina de Información de la Santa Sede.

Como es habitual, después de la audiencia con el Papa, el primer ministro mantuvo un encuentro con el Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, que estaba acompañado del Secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Dominique Mamberti.

La conversación giró sobre “algunas cuestiones referentes a las relaciones entre la comunidad eclesial y la civil y se destacó la importancia de proseguir sobre la vía del diálogo a través de los organismos correspondientes”.

“En el transcurso de las cordiales conversaciones”, continúa el comunicado, el cardenal Betrone y Gordon Bajnai recordaron “que los Acuerdos bilaterales estipulados en los años pasados han sellado las relaciones recíprocas”.

También conversaron sobre “temas de actualidad internacional, entre ellos la crisis financiera a la luz de la encíclica “Caritas in veritate”.

En el encuentro, “se hizo mención de la presidencia húngara de la Unión Europa, en el primer trimestre del 2011”, concluye el texto.

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Consentimiento papal a la elección del arzobispo de Mossul de los caldeos
El sacerdote Emil Shimoun Nona

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).-El Papa dio su consentimiento a la elección, canónicamente realizada por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Caldea, del sacerdote Emil Shimoun Nona como arzobispo de Mossul de los Caldeos.

Emil Shimoun Nona, del clero eparquial (diocesano) de Alqosh, nació en 1967, informó este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede.

Tras acabar sus estudios en 1985 en el Seminario Patriarcal Caldeo, fue ordenado sacerdote en Bagdad en 1991.

Entre 1993 y 1997 fue vicario parroquial en Alqosh y después párroco hasta el año 2000, cuando se inscribió en la Universidad Pontificia Lateranense, en Roma. En 2005 obtuvo la licenciatura en Teología y volvió a su país, donde ejerció su ministerio pastoral como párroco en Alqosh.

El arzobispo electo habla árabe, italiano, caldeo y conoce el inglés.

Actualmente es protosincello (vicario general) de la Archieparquía iraquí de Mossul que, en el rito caldeo, correspondería a una arquidiócesis del rito latino.

La Iglesia caldea pertenece a las de rito oriental de la Iglesia católica. Actualmente, como en tiempos pasados, su presencia es mayor en Oriente Medio, particularmente en Irak.

Las Iglesias orientales están en comunión con la Iglesia católica romana, pero mantienen diferentes liturgias, de acuerdo con su tradición, así como algunos puntos diversos en materia de ley canónica.

En el mundo, según datos del dicasterio misionero del año 2006, los fieles caldeos rondan el millón: la mitad están en Irak, donde se encuentra la sede del Patriarcado.

El rito caldeo es uno de los cinco ritos principales en la cristiandad oriental, junto al alejandrino (copto y etiópico), antioqueno (sirio y maronita), armenio y bizantino.



 

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Tesoros y riquezas de la Basílica de San Pedro
Congreso en Roma sobre el templo católico más grande del mundo

ROMA, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Arquitectos e historiadores del arte provenientes de Italia, España, Austria, Francia, Estados Unidos, entre otros países, participan en el congreso “Basílica de San Pedro, fortuna e imagen”, organizado por el Comité Internacional para la celebración de los 500 años de la Basílica.

El objetivo es estudiar el templo católico más grande del mundo como una incomparable joya de la arquitectura, la liturgia y la espiritualidad.

El 18 de abril de 1506 comenzó la construcción de la actual basílica. (la antigua, había sido construida por orden de Constantino en el año 324). Fue en 1547 cuando el papa Pablo III encargó a Miguel Angel diseñar un nuevo proyecto con una cúpula que pudiera ir encima del altar papal. Finalmente la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta. La construcción de San Pedro culminó en 1626.

Objeto de estudio

Durante este evento académico se han presentado además algunos libros sobre la arquitectura de San Pedro y un proyecto de DVD titulado “Pensando en San Pedro”, sobre la historia y la vida de la plaza de San Pedro, realizado por Marco Guardo, Ebe Antetomaso, Mario Gori Sassoli y Rita Parma.

Uno de los organizadores del Congreso es el profesor Vittorio Casale, de la universidad de Roma Tre, quien, además de ser el moderador en algunas sesiones, ofreció una conferencia denominada “El papel de la Basílica de San Pedro en las ceremonias de beatificación y canonización”, haciendo énfasis en el siglo XV.

Cuna de santidad

Próximamente se publicará un libro de su autoría que tiene el mismo título de su ponencia, y que “pretende analizar la producción artística hecha para la canonización y la beatificación y para otras fiestas posteriores”.

“Significa examinar a los artistas que han producido cuadros para estas ocasiones, también los arquitectos, para demostrar algo que yo ya había intuido: que las canonizaciones son la mayor ocasión artística del siglo XV”, dijo Casale en diálogo con ZENIT.

“En Roma el primer instrumento para la difusión de estas figuras eran las imágenes. La primera cosa era buscar quién las pintara y luego los cuadros iban de un lado a otro. Para los artistas era una gran ocasión no sólo económica sino también de conocimiento y de en la sociedad”, señaló Casale.

“Puedo dar un ejemplo: para la canonización de San Fernando en 1671 fueron producidos unos 2.000 o 2.500 cuadros. Eran de varios tipos, destinados a la devoción popular, algunos fueron vendidos” y aseguró que de estos cuadros quedan muy pocos ejemplares.

Otros temas que se han analizado en este evento son “San Pedro como modelo en la reforma gregoriana”, de Arturo Carlo Quintavalle, San Pedro y el castillo de Sant`Angelo como imágenes de Roma” de Silvia Maddalo y la influencia de la arquitectura de San Pedro en el ámbito internacional de Elisabeth Kieven.

El evento académico se concluirá mañana viernes en el Aula del Sínodo en el Vaticano, con la presencia del cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica.

[Por Carmen Elena Villa]



 

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La Iglesia promueve procesos formativos para los agentes de la caridad
28ª Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio “Cor Unum”

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Identificar los procesos formativos para los agentes del sector caritativo es el objetivo de la 28ª Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio “Cor Unum”, que se está celebrando en Roma del 12 al 14 de noviembre.

Participan en el encuentro los miembros del Consejo, algunos cardenales y obispos de todo el mundo y representantes de grandes organizaciones caritativas de la Iglesia católica, como el Catholic Service, Manos Unidas, Caritas Italia y Ayuda a la Iglesia Necesitada.

El presidente de “Cor Unum”, el cardenal Paul Josef Cordes, explicó en una entrevista concedida a L'Osservatore Romano que las reflexiones siguen la indicación del Papa Benedicto XVI que, en su encíclica “Deus caritas est” ha destacado la importancia de la “formación del corazón”.

“Hasta ahora, la reflexión sobre la lucha contra la pobreza se centraba sólo en la perspectiva de los objetivos a perseguir en el compromiso caritativo”, recordó el purpurado.

Y añadió: “Ahora queremos superar esta limitación y concentrarnos en la calidad humana y espiritual de todos los que trabajan en las agencias caritativas católicas, ya sean profesionales o voluntarios”.

Y ello, continuó, para “responder concretamente a la sugerencia del Papa y poner el acento en los procesos formativos de base que hay que realizar para la preparación de nuestros agentes”.

 El compromiso en el mundo de la caridad, indicó el cardenal Cordes, es muy vasto en la Iglesia, y representa “un testimonio concreto que abre las puertas de muchos corazones”.

“Justamente por eso es fundamental que los que trabajan en este sector lo hagan con criterios no sólo de humanidad, sino también de profesionalidad y estén motivados por la fe”, añadió.

Entre las diversas iniciativas llevadas a cabo por “Cor Unum” para afrontar este compromiso, el purpurado citó los cursos de ejercicios espirituales reservados a los presidentes y los responsables de las Caritas nacionales y diocesanas y abiertos también a otros organismos que trabajan en el ámbito de la caridad en la Iglesia.

El año pasado se celebraron en Guadalajara (México), con la presencia de unas 500 personas entre sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas.

Ante el éxito de la iniciativa, este año el encuentro se ha repetido en Taipei (Taiwán), donde se han organizado ejercicios espirituales para los agentes del continente asiático.

Para el presidente del dicasterio vaticano, la resonancia de eventos como estos muestra que “hay sed de espiritualidad en este campo”. 

“Estamos contentos de poder realizar nuestra contribución a la identificación y la satisfacción de esta necesidad”, dijo.

“Ahora -explicó-, queremos que todos aprendan que la caridad evangélica no puede separarse de su raíz, la Palabra, y que siempre debe alimentarse de la oración”.

Y concluyó: “Palabra de Dios y oración: ¿hay un camino mejor para la caridad”.

Por su parte, el subsecretario de “Cor Unum”, monseñor Giovanni Pietro Dal Toso, explicó a Radio Vaticano que, con el tema de este año, se quiere “precisar el tema de la formación, identificando algunos elementos importantes para estos procesos formativos”.

Para el prelado, “hay una necesidad, incluso sentida, de profundizar en las raíces de la fe, de aquello que se obra en la caridad: hay una relación entre fe y caridad que no podemos simplemente ignorar, sino que estamos llamados constantemente a reavivar”.

Una de las tareas más importantes de “Cor Unum”, por otra parte, es la de “recordar las raíces de fe de la actividad caritativa”.



 

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El espíritu de la liturgia


El sacerdote en la celebración eucarística
Sección de teología litúrgica a cargo de Mauro Gagliardi


 

ROMA, jueves 12 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Nace la sección Espíritu de la Liturgia, que se propone presentar, de modo accesible y sintético, diversos temas de teología litúrgica. Este primer artículo presenta a los lectores el tema general del nuevo curso, que se extenderá hasta finales del mes de junio de 2010.


 

***

Padre Mauro Gagliardi, consultor de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice



 

El Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado, como todos saben, el Año Sacerdotal (junio 2009 – junio 2010), con ocasión del 150° aniversario del dies natalis del Santo Cura de Ars. La intención es “contribuir a promover el compromiso de renovación de todos los sacerdotes para un más fuerte e incisivo testimonio evangélico por su parte en el mundo de hoy” [1]. San Juan María Vianney, además de representar en vivo un modelo sumo de sacerdote, siempre anunció con claridad y énfasis la incomparable dignidad del sacerdocio y la centralidad del ministerio ordenado en el seno de la Iglesia. Partiendo de sus enseñanzas, el Santo Padre ha vuelto a proponer las siguientes palabras del Santo: “¡Oh, que grande es el sacerdote!... Si él se comprendiera, moriría... Dios le obedece: él pronuncia dos palabras y Nuestro Señor desciende del cielo a su voz y se encierra en una pequeña hostia...”. Y también: “Quitado el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha vuelto a poner en el tabernáculo? El sacerdote. ¿Quién ha acogido vuestra alma al entrar en la vida? ¿Quién la nutre para darle la fuerza de realizar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para presentarse ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. ¿Y si este alma muere [por el pecado], quién la resucitará, quién le devolverá la calma y la paz? Una vez más el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo no podrá entenderse bien si no en el cielo” [2].

Como se ve, san Juan María identifica la grandeza del sacerdote con referencia privilegiada al poder que él ejerce en los sacramentos en el nombre y en la Persona de Cristo. Benedicto XVI ha puesto en evidencia este hecho, recordando también otras palabras del Cura de Ars, que se refieren en particular al ministerio de celebrar la Santa Eucaristía. El Papa escribe que el Santo “estaba convencido de que la Misa dependía todo el fervor la vida de un sacerdote: “la causa de la relajación del sacerdote es que no pone atención en la Misa! Dios mío, como hay que compadecer a un sacerdote que celebra como si hiciera una cosa ordinaria!” [3].

El año Sacerdotal propone a nuestra reflexión la figura del sacerdote y, en particular, su dignidad de ministro ordenado que celebra los sacramentos, en beneficio de toda la Iglesia, en la Persona de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote [4].

En este Año Sacerdotal, que se celebra entre el 2009 y el 2010, hay también otras celebraciones que merece la pena recordar, porque están íntimamente relacionadas con la índole eucarística de la dignidad sacerdotal. En 1969, el Papa Pablo VI promulgaba, con la Constitución apostólica Missale Romanum, el nuevo Misal preparado tras el Concilio Vaticano II. En el presente año 2009, por tanto, se celebran 40 años de esta promulgación. El próximo año 2010, se celebrarán otros dos aniversarios, también vinculados directamente con la celebración de la Eucaristía. El primero coincide con el 40° aniversario (1970-2010) de la promulgación de la definitiva editio typica (primera) de la Institutio Generalis Missalis Romani. El segundo coincide con el 440° aniversario de la promulgación del Misal actualmente llamado Vetus Ordo o Usus antiquior, promulgado por San Pío V con la Constitución apostólica Quo primum del 14 de julio de 1570. Esta Constitución es recordada, junto al Misal de San Pío V, desde las primeras palabras de la mencionada Constitución apostólica Missale Romanum de Pablo VI [5].

Los dos Misales, unidos también por la celebración de sus respectivos aniversarios, son dos formas de la unica lex orandi de la Iglesia de Rito latino. A este respecto, se ha expresado el Santo Padre Benedicto XVI, enseñando que, con relación al Misal de Pablo VI, "el Misal Romano promulgado por San Pío V y nuevamente editado por el beato Juan XXIII debe ser considerado como expresión extraordinaria de la misma lex orandi [ley de la oración] y debe ser tenido en el debido honor por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la lex orandi de la Iglesia no conducirán en modo alguno a una división en la lex credendi [Ley de la fe] de la Iglesia; son de hecho dos usos del único Rito Romano. Por ello, es lícito celebrar el sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgada por el Beato Juan XXIII en 1962 y nunca derogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia” [6].

La posibilidad de una serena y armónica coexistencia de las dos formas del único Rito Romano fue, en fin, indirectamente afirmada también por la coexistencia de ambos Ordines Missae (Beato Juan XXIII y Pablo VI) dentro del reciente Compendium Eucharisticum, publicado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos [7].

La coincidencia de estas diversas efemérides ha dictado también el tema que la sección Espíritu de la Liturgia se propone profundizar este año: el del “Sacerdote en la Celebración eucarística”. A través de breves artículos de periodicidad quincenal, redactados por teólogos, liturgistas y canonistas competentes, intentaremos presentar de modo claro y accesible el papel y la tarea del sacerdote en las diversas partes de la Misa, teniendo presentes ambos Misales, de los que se celebran los aniversarios. Auguro que estos artículos puedan ayudar a los sacerdotes a aprovechar la oportunidad de reflexión y de conversión ofrecida por el Año Sacerdotal, y que les puedan estimular a un cuidado cada vez más atento del ars celebrandi. Esperemos también que las contribuciones que se irán publicando poco a poco puedan ayudar también al resto de lectores – religiosos, religiosas, seminaristas, fieles laicos – a reconsiderar con mayor atención, y a venerar con profundo respeto religioso, la grandeza del Misterio eucarístico y la dignidad del ministerio sacerdotal, además de redescubrir su centralidad en la vida y en la misión de la Iglesia.



 

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Notas

[1] Benedicto XVI, Carta de Proclamación del Año Sacerdotal, 16.06.2009.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Los presbíteros “ejercitan al máximo grado su sagrado munus en el culto eucarístico o sinapsis, en la cual, actuando en persona de Cristo [in persona Christi] y proclamando su misterio, unen los votos de los fieles al sacrificio de su Cabeza, y en el sacrificio de la Misa representan y aplican el único sacrificio de la nueva alianza, es decir, de Cristo que se ofreció al Padre una vez para siempre como Víctima inmaculada, hasta la venida del Señor”: Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 28: AAS 57 (1965), p. 34. Cf. también Presbyterorum Ordinis, nn. 2; 12; 13.

[5] Cf. Pablo VI, Missale Romanum, 03.04.1969: AAS 61 (1969), p. 217.

[6] Benedicto XVI, Summorum Pontificum, 07.07.2007, art. 1.

[7] Cf. Congregatio de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum, Compendium Eucharisticum, LEV, Ciudad del Vaticano 2009. La preparación de este texto había sido confiada directamente por el Santo Padre, que la había anunciado en la Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis, 22.02.2007, n. 93.


 



 

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Mundo


Portugal: el programa de la visita papal está en manos de Benedicto XVI
Empezará en Lisboa y durará del 11 al 14 de mayo

FÁTIMA, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Los detalles del programa de la visita de Benedicto XVI a Portugal están en las manos del propio Papa, pero la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) ya ha confirmado que el pontífice llegará a Lisboa el 11 de mayo y regresará a Roma el día 14.

Según informó la Agencia Ecclesia, el presidente de la CEP, monseñor Jorge Ortiga, afirmó este jueves en Fátima que se ha presentado al Vaticano un esquema de visita, con “hipótesis de varias iniciativas”. Pero “la última palabra la tiene siempre el Santo Padre”, añadió.

Monseñor Ortiga explicó que habrá encuentros y celebraciones en varios lugares, e iniciativas con el mundo de la cultura, el mundo socio-caritativo, con sacerdotes y con agentes de pastoral.

En Fátima, aseguró, la visita seguirá el “esquema habitual” de las celebraciones de la peregrinación de mayo.

El prelado confirmó también que el obispo de Oporto, monseñor Manuel Clemente, ha pedido que el Papa “reserve un espacio” a la ciudad de Oporto.

El arzobispo de Braga recordó que todavía está por definir la parte “civil”, es decir, los contactos con la Presidencia de la República y con el Gobierno.

En el comunicado final de la Asamblea plenaria de esta semana, los obispos portugueses afirman esperar que la visita del Papa traiga una “revitalización de la fe y un testimonio de justicia y caridad, en estos tiempos en los que tantos hermanos nuestros viven con grandes dificultades”.

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Ante la creación, hace falta un “antropocentrismo relativo”
Los obispos húngaros exhortan a una relación responsable con el medio ambiente

ROMA, viernes, 13 noviembre 2009 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Hungría ha hecho pública una carta circular sobre la Defensa del Mundo Creado, en cuya redacción han colaborado durante varios años diversos miembros de la Academia de las Ciencias de Hungría, profesores universitarios, teólogos y los mismos obispos.

En la carta, los obispos húngaros aseguran que, ante la creación, la actitud de los cristianos debe estar basada en un “antropocentrismo relativo”, que se aleje tanto de  considerar sólo al ser humano, sin importar lo que lo rodea, como del pensamiento que niega las diferencias ontológicas entre hombre y medio ambiente.

Los prelados subrayan que “la degradación en rápida aceleración del medio ambiente natural y los cambios climáticos a nivel global se han convertido hoy en una realidad”.

Para reducir “y, si es posible, evitar un comportamiento que daña el medio ambiente y empobrece el clima” hacen falta “esfuerzos significativos” y “estrategias eficientes para adaptarse a las circunstancias del cambio climático”.

“Para que la humanidad pueda superar esta prueba, debemos participar todos –recuerdan--. El desafío que afrontamos es sustancial, pero nuestra acción guiada por los valores y la autolimitación pueden influir positivamente en la situación”.

Defender el medio ambiente, recuerdan los obispos húngaros, “significa más que asegurar simplemente condiciones de vida dignas a las generaciones presentes y futuras”, porque es fundamental para “la protección y la promoción del bien común y de la dignidad humana”.

Los prelados recuerdan la “ecoteología” y la “ecoética” cristianas, subrayando que estas toman distancia del “antropocentrismo radical” que considera el medio ambiente natural sólo en función de los “beneficios directos para la generación actual”.

Este comportamiento de hecho “contradice la responsabilidad confiada a los hombres por el Creador”.

El mismo modo, la postura cristiana se diferencia netamente del “pensamiento ecocéntrico”, que no considera las “fundamentales diferencias ontológicas entre los hombres y la parte del medio ambiente natural que es exterior al hombre”.

El comportamiento de los cristianos respecto a la naturaleza debe por tanto basarse en un “antropocentrismo relativo”, en términos de modelo filosófico de pensamiento y de teocentrismo si se mira desde el punto de vista de la fe, que reconoce también el valor intrínseco de la naturaleza”.

Explicando la definición de “antropocentrismo relativo”, los prelados subrayan que se habla de antropocentrismo porque el hombre “es la única criatura en la Tierra que Dios ha deseado para sí”, mientras que el adjetivo “relativo” se refiere a que, aunque el hombre se diferencia de la parte no humana del medio ambiente desde el punto de vista “ontológico, ético y biológico”, al mismo tiempo “forma una unidad con él, teniendo en cuenta la naturaleza de cada ser y su relación recíproca en un sistema ordenado, que es el cosmos”.

En este sentido, el concepto de teocentrismo se refiere al sentido del valor intrínseco de la naturaleza, según el cual esta no es a semejanza de Dios, “sino una realidad dependiente de Dios, y no del hombre”.

Preservar la creación, reconocen los obispos húngaros, tiene un significado de reconocimiento y de alabanza, porque “podemos preservar de modo creíble sólo lo que reconocemos como bueno y que vale la pena alabar”.

La ética cristiana relativa al medio ambiente, añaden, se basa en tres valores conectados entre sí: el “valor instrumental de la naturaleza”, en cuanto “parte del bien público, que sirve la protección y la evolución de la dignidad humana”; el “valor simbólico de la creación”, porque se refiere directamente a Dios y permite por tanto profundizar la relación con Él; la noción teológica de “nueva creación”, que indica el “futuro escatológico” del medio ambiente, “que nos proporciona una comprensión más profunda, religiosa, del futuro del mundo que nos circunda”.

Para los obispos húngaros, “defender el medio ambiente y el clima es también parte de la promoción del bien común, que se puede realizar sólo a través de un orden económico que sirva al interés creíble del hombre”.

Los prelados citan los elementos fundamentales de este orden, subrayando la “limitación del objetivo de la economía de mercado a lo útil” y el cambio de papel del beneficio. Si la economía utilitarista contemporánea ha fijado el objetivo de su maximización, sostienen, en la economía de servicio el beneficio es “un instrumento que ayuda a hacer realidad valores y el bien común”.

En este contexto, los prelados concluyen exhortando a “adoptar una actitud universal, global, en la que Dios es el orden moral y natural creado por El alcancen la preeminencia”.

Por Roberta Sciamplicotti, traducido del italiano por Nieves San Martín



 

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“Déjame nacer”, un libro completo sobre el aborto
Una denuncia de la sutil trama que ha llevado a considerarlo un derecho

MADRID, viernes, 13 noviembre 2009 (ZENIT.org).- Se acaba de publicar “Déjame nacer. El aborto no es un derecho”, una completa obra de Magdalena del Amo que desenmascara la sutil trama que ha llevado a hacer creer que se debe admitir el aborto como un derecho.

El libro de Magdalena del Amo, periodista y escritora, publicado por la editorial Regla de Oro es un extenso informe de casi cuatrocientas páginas que aborda todos los aspectos de esta lacra social, desde la historia de cómo se ha ido construyendo la llamada “cultura de la muerte”, pasando por los diferentes tipos de anticonceptivos y métodos de aborto.

La obra dedica un capítulo al aborto en España, afirmando que en nuestro país uno de cada seis embarazos termina en aborto, con lo que según su autora ha causado ya más muertes que la guerra civil.

En dos capítulos expone casos de mujeres que abortaron contando sus historias concretas, y describe el síndrome post-aborto con las consecuencias para el niño no nacido y para la mujer.

Nunca es tarde para volver a la luz” es un capítulo que presenta los testimonios de profesionales arrepentidos entre los que se cuentan ginecólogos, psiquiatras o médicos de urgencias.

El libro dedica un capítulo a presentar la objeción de conciencia como “derecho universal que asiste a cualquier persona eximiéndola del cumplimiento de determinadas acciones que van en contra de su ética o religión”.

En opinión de la autora, “la mujer se ha dejado engañar” con una serie de ideas y circunstancias que conducen al aborto y dedica un capítulo a desenmascarar esta sutil trama ideológica.

Magdalena del Amo expone con detalle las estrategias de los proabortistas a las que denomina “marketing para manipular las conciencias”, desde la manipulación de las cifras de abortos ilegales, los medios de comunicación, las encuestas, negar que existe vida desde el momento de la concepción, promover el sexo libre y el derecho a decidir y la estrategias mediáticas.

La autora hace también una completa descripción del entramado social internacional que colabora en la promoción del aborto, desde los organismos internacionales hasta los grupos ideológicos, filantrópicos, ecologistas, capitalistas y mediáticos.

Dedica un capítulo a relatar las trayectorias personales de una serie de ideólogos de la “cultura de la muerte”.

Magdalena del Amo se detiene en exponer en un capítulo una serie de reflexiones en las que describe en qué consiste una vida ordenada y plena, afirma que el aborto no es un derecho, es un método de control de la población, denuncia el diseño de un nuevo orden mundial, expone el pensamiento de la Iglesia Católica y lo que puede hacer ante el aborto un cristiano corriente.

El último capítulo lo dedica a presentar las alternativas existentes al aborto, las plataformas y asociaciones provida y concluye con una carta abierta a los políticos españoles y la presentación de una serie de “rayos de esperanza” que evidencian el hecho de que la “cultura de la vida”, poco poco, se va abriendo paso en nuestra sociedad.

En la presentación del libro, el pasado día 4 de noviembre, en Madrid, el obispo de Orense, monseñor Luis Quinteiro, manifestó que la cultura de la muerte “es el mayor cáncer de nuestro tiempo”. El prelado subrayó que sólo se puede luchar por la vida “cuando se tiene la convicción de que la vida es sagrada”, al tiempo que destacó que el libro nace del “encuentro de la autora con la doctrina cristiana de la vida”. “Este libro no se entendería si no es desde el encuentro cristiano”, concluyó.

Por Nieves San Martín

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Foro


La reforma sanitaria en Estados Unidos y la “minoría creativa”
Enmienda al aborto encuentra su camino en la Reforma del Proyecto de Ley

Por Carl Anderson*

NEW HAVEN, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Con una sólida mayoría política favorable al aborto controlando el Gobierno de los Estados Unidos, un proyecto de ley de salud reproductiva en el que prevaleciera el aborto les parecía a muchos un “hecho consumado”. No contaban con el poder de una “minoría creativa”.

En su reciente viaje a la República Checa, Benedicto XVI pidió a la Iglesia actuar como una “minoría creativa” en el espacio público.

En su última referencia a este término, dijo: “Diría que a menudo son minorías creativas las que determinan el futuro, y, en este sentido, la Iglesia católica debe entender que es una minoría creativa que tiene un patrimonio de valores que no son algo del pasado, sino una realidad muy viva y relevante. La Iglesia debe modernizarse, debe estar presente en el debate público”.

El sábado, el mundo tuvo la visión de una minoría creativa en acción. El añadido de una enmienda que prohibiría la financiación pública del aborto en la reforma legislativa sanitaria fue un tipo de presencia creativa en el debate público.



La aprobación de la Enmienda Stupak -que toma su nombre del diputado católico y Caballero de Colón Bart Stupak, demócrata y autor de la enmienda- mostró lo lejos que Estados Unidos ha llegado en el debate sobre el aborto.

Un blog del “New York Times” informó que algunos opositores la habían llamado la restricción más significativa al aborto desde la Enmienda Hyde. Esa enmienda -aprobada en 1976- prohibió el uso de fondos Federales para el aborto en los Estados Unidos. Tomó su nombre del diputado católico -y Caballero de Colón- Henry Hyde, republicano.

La Enmienda Stupak va aún más lejos en la prohibición de la financiación pública de abortos.

Críticas al apoyo de los obispos

Los esfuerzos para excluir la financiación del aborto de la sanidad fueron apoyados por la conferencia episcopal de los Estados Unidos, que pidió el apoyo a la Enmienda Stupak en las Misas de todo el país como una condición “sine qua non” del debate sobre la sanidad.

Este fuerte liderazgo y apoyo a la legislación de principios es digno de elogio, y ha sido muy discutido en los medios de comunicación, como factor clave en el debate sobre sanidad y aborto.

Durante años, los expertos han recomendado reaccionar contra el fuerte liderazgo de los obispos católicos de los Estados Unidos en el tema del aborto. Nada más lejos de la realidad. Como demuestra la votación en la Cámara de Representantes para excluir el aborto de la reforma sanitaria de los Estados Unidos, el fuerte liderazgo ha obtenido una gran victoria.

Predicción de cambio

Los que siguen de cerca el debate sobre el aborto en este país deben estar menos sorprendidos por el resultado de la Enmienda Stupak que algunas personas de los medios de comunicación y del Congreso.

Después de todo, encuesta tras encuesta, esta primavera y este verano, se ha demostrado un cambio significativo en las actitudes de los estadounidenses ante el aborto. El sondeo de Gallup and Pew mostró mayorías decisivas opuestas a la legalización del aborto sin restricciones de Roe v. Wade.

Por primera vez, una mayoría provida se hizo incluso visible.

La más detallada de esas encuestas, una encargada por los Caballeros de Colón, constató que el 86% de los estadounidenses quiere restricciones significativas al aborto.

Y en septiembre, una encuesta de Rasmussen señaló que sólo el 13% de los americanos quiere que el subsidio sanitario del Gobierno cubra el aborto.

Estaba escrito. La encuesta mostró que años de inquebrantable enseñanza de los obispos, e incansables esfuerzos de los católicos y de otras personas comprometidas con la vida habían empezado a dar sus frutos.

Lo que se necesitaba en el debate sobre la sanidad era acción por principios, y los estadounidenses la tuvieron. Con la voz clara de los obispos de los Estados Unidos y desde la acción por principios de algunos como Bart Stupak y los 64 demócratas que rompieron filas en el partido para unirse a él, se consiguió una clara victoria provida.

Con su partido en el poder de la presidencia y de las dos cámaras del Congreso, suficientes legisladores demócratas estuvieron dispuestos a enfrentarse a sus propios dirigentes para representar una “minoría creativa” en su propio partido.

El resultado es éste: que las encuestas mostraban a principios de este año el proceso político demostrado este fin de semana; Estados Unidos se está convirtiendo en un país cada vez más disconforme con el legado sobre el aborto de Roe v. Wade; construir un futuro mejor requiere sólo que la minoría creativa actúe por principios según sus convicciones.

[Traducción del original inglés por Patricia Navas]

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Carl Anderson es el Caballero Supremo de los Caballeros de Colón y un autor superventas del “New York Times”.

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Informe Especial


Facebook, Wikipedia y YouTube en el Vaticano
Encuentro con representantes del episcopado europeo
ROMA, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Representantes de Facebook, Wikipedia o YouTube, mantuvieron este viernes un encuentro con obispos de Europa en el Vaticano que permitió constatar grandes diferencias de mentalidad y un verdadero interés de comprensión mutua.

El hemiciclo de la Antigua Aula del Sínodo de los Obispos, que hubieran alquilado por millones de euros los productores de "Ángeles y demonios", fue testigo de dos visiones de la realidad: por una parte, una institución, la Iglesia, fundamentada desde hace dos mil años en el anuncio de la Verdad; por otra, exponentes de iniciativas empresariales de éxito, surgidas hace pocos años, basadas en dar la posibilidad a todos de exponer "su" verdad.

Obispos en Facebook o YouTube

La reunión comenzó con un sondeo entre los obispos y representantes de la Comisión Episcopal Europea para los Medios de Comunicación, que ha convocado este encuentro, que concluirá el domingo.

El moderador Jim Mcdonnell, de la asociación católica de comunicación "Signis" Europa, preguntó a los obispos y sacerdotes y algunos laicos expertos en comunicación, algo menos de cien en total, cuántos tenían un perfil en Facebook. Más de una cuarta parte de los presentes alzó la mano.

El 97% sabía lo que era Wikipedia y más o menos el 10% ha colaborado en la edición de algún tema. Casi todos han entrado a ver vídeos en Youtube y en torno al 15% ha subido un vídeo a la plataforma. Aproximadamente el 10% de los presentes ha utilizado o ha seguido Twitter.


Estrellas en el firmamento Internet
La reunión comenzó con la presentación de las estrellas de Internet. Christophe Muller, director de alianzas de YouTube en Europa del Sur, del Este, Oriente Medio y África, ilustró a los representantes de la Comisión Episcopal Europea para los Medios de Comunicación, que organiza este encuentro que se clausura el domingo, la filosofía que ha dado origen y vida a Google, la empresa propietaria del sitio de agregación de vídeos.

 

En particular, alabó la decisión con la que la Santa Sede ha desembarcado en YouTube (http://www.youtube.com/vatican) y de hecho presentó un vídeo promocional de su empresa en el que se muestran cómo los grandes del mundo, desde Barack Obama hasta la reina de Inglaterra utilizan esta plataforma. Entre ellos, aparece Benedicto XVI.

 

Delphine Ménard, tesorera de Wikimedia, Francia, explicó cómo la enciclopedia colaborativa Wikipedia no tiene como criterio dar una visión la verdad, sino más bien el que todos los puntos de vista puedan estar representados.

 

Por su parte. Christian Hernandez, responsable de desarrollo comercial de Facebook, la red social con 300 millones de usuarios registrados, mostró cómo han surgido iniciativas en el mundo católico que van desde el perfil del Santuario de Lourdes, hasta "Jesus Daily", un perfil que ofrece una frase diaria del Evangelio con más de un millón de admiradores.

 

Entre estas iniciativas, presentó también el perfil de Benedicto XVI. Lo que no dijo es que este perfil ha sido creado por un desconocido que ha tomado indebidamente la identidad del Papa.

 

En una conversación posterior con ZENIT, el mismo Hernandez reconoció que en el Vaticano le han planteado este viernes esta cuestión. Aclaró que Facebook ha bloqueado el perfil "Vaticano" para  que lo pueda utilizar la Santa Sede como institución, cuando quiera. Para el perfil suplantado de Benedicto XVI, sin embargo, no pudo ofrecer por el momento una solución.

El debate

De este modo, al pasar a la sesión de preguntas y repuestas, se pudo constatar una clara dificultad de comprensión. Por una parte, los prelados reconocieron los límites de la Iglesia católica, que en Internet busca dialogar, pero cuyas páginas son planas. En torno al 70% de los sitios católicos institucionales no ha introducido elementos interactivos de web 2.0.

Por otro lado, los obispos, a diferencia de lo que se esperaban, no se encontraron con expertos en comunicación, sino más con representantes de empresas con un modelo de negocios muy específico, que constituye su interés primario, dejando a un lado consideraciones humanísticas que no forman parte de este criterio.

"¿Se puede hablar todavía de verdad en las redes sociales que se basan en el hecho de que cada usuario tiene su verdad?", fue la pregunta que presentó uno de los grupos de trabajo de la Comisión Episcopal Europea para los Medios, a los representantes de las empresas.

Los representantes de las tres empresas concordaron al afirmar que el "poder" ahora pasa a los usuarios, son ellos los que "controlan" los medios, y podrán buscar más eficazmente la verdad si saben utilizarlos.

Por Jesús Colina

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: El fin es esperanza
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca
HUESCA, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio de este domingo XXXIII del tiempo ordinario, (Marcos 13, 24-32), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca.



 

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Leyendo el Evangelio de este domingo, podría parecer que Jesús mismo adoptó alguna vez un estilo provocativo para suscitar en sus oyentes algo más que una atención pasiva y curiosa de sus palabras: ¿de qué os sirve que me escuchéis si luego no hay un cambio real en vuestras vidas?; ¿a qué vale que memoricéis mis hechos y mis dichos, si luego vuestra existencia de cada día es tan poco reflejo de lo que escucháis y contempláis? Y entonces parecería útil intentarlo por vía del susto tremendista o por el camino de la amenaza implacable. No obstante, nada de esto hay en las palabras del Señor, ni tampoco esto es lo que pretende la liturgia de este domingo. No es la amenaza, ni el miedo, ni el acorralamiento, lo que se puede leer en este Evangelio. ¿Qué es, pues?

"En aquellos días... en aquel tiempo". Así comienzan la primera y la tercera lectura de la Misa de este domingo, refiriéndose a algo que está por suceder. "Después de la gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán...". Esta descripción apocalíptica del Evangelio de Marcos, tremenda en sí misma, sería más terrible aún si todo concluyese aquí. Entonces sí que podrían asustarnos y amedrentarnos los agoreros de calamidades. Pero la palabra última no la tiene el cataclismo, la barbarie, toda suerte (mala en este caso) de injusticias y desmanes que nos presenta la crónica diaria de cada tramo de la historia, porque después de que todo esto suceda todavía quedará una palabra que escuchar.

El Evangelio de este domingo es un mensaje de esperanza, de invitación a preparar ya ese final esperanzado. Porque tras todas las tinieblas y tribulaciones, después de todos los horrores y los errores de nuestra andadura humana, vendrá el Hijo del hombre para decirnos su palabra eterna, la que hizo todo y la única que no pasará, para devolvernos con fuerza y con ternura la verdad de nuestra vida. No se trata de temer ese día último como quien teme un final sin piedad, sino de vivir ese final atreviéndonos a ir escuchando ya cada día esa palabra postrera que escucharemos de los labios de Jesucristo. ¿No tiene nuestro mundo necesidad de testigos que escuchen esa palabra, que la testimonien en cada situación y circunstancia? Somos llamados los cristianos a anticipar esa hora última, cuando en nosotros se puede escuchar otra palabra capaz de recrear todas las cosas, de hacerlas nuevas otra vez, y no fugazmente sino para siempre ya, cada día. Este es el tiempo cristiano, es el tiempo de Dios.



 

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Documentación


Benedicto XVI: la caridad pertenece a la misma naturaleza de la Iglesia
Discurso a los miembros del Consejo Pontificio Cor Unum

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del discurso pronunciado hoy por el Papa Benedicto XVI, al recibir en audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum.
 

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Señores cardenales,

venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas,

Estoy contento de saludaros a cada uno de vosotros, Miembros, Consultores y Oficiales del Consejo Pontificio Cor Unum, reunidos aquí para la Asamblea Plenaria, durante la cual se afronta el tema "Recorridos formativos para los operadores de la caridad". Saludo al cardenal Paul Josef Cordes, presidente del Dicasterio, y le agradezco por las corteses palabras que me ha dirigido también en nombre vuestro. A todos expreso mi reconocimiento por el precioso servicio que ofrecéis a la actividad caritativa de la Iglesia. Mi pensamiento, de modo especial, se dirige a los numerosos fieles que, a títulos diversos y en cada parte del mundo, hacen entrega, con generosidad y dedicación, de su tiempo y de sus energías para dar testimonio del amor de Cristo, Buen Samaritano, que se inclina a los necesitados en el cuerpo y en el espíritu. Dado que, como subrayé en la encíclica Deus caritas est, "la íntima naturaleza de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia), servicio de la caridad (diakonia)" (cfr n. 25), la caridad pertenece a la misma naturaleza de la Iglesia.

Trabajando en este ámbito de la vida eclesial, vosotros lleváis a cabo una misión que se coloca en una tensión constante entre dos polos: el anuncio del Evangelio y la atención al corazón del hombre y al ambiente en el que vive. Este año dos especiales acontecimientos eclesiales han resaltado este aspecto: la publicación de la encíclica Caritas in veritate y la celebración de la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos sobre la reconciliación, la justicia y la paz. En perspectivas diversas pero convergentes estos han puesto de manifiesto cómo la Iglesia, en su anuncio salvífico, no puede prescindir de las condiciones concretas de vida de los hombres, a los cuales es enviada. El actuar para mejorarlas concierne a su misma vida y a su misión, ya que la salvación de Cristo es integral e implica al hombre en todas sus dimensiones, física, espiritual, social y cultural, terrena y celestial. Precisamente de esta conciencia han nacido, en el transcurso de los siglos, muchas obras y estructuras eclesiales cuyo fin es la promoción de las personas y de los pueblos, que han dado y siguen dando una contribución insustituible para el crecimiento, el desarrollo armónico e integral del ser humano. Como he reafirmado en la encíclica Caritas in veritate, "el testimonio de la caridad de Cristo a través de las obras de justicia, paz y desarrollo, forma parte de la evangelización, porque para Jesucristo, que nos ama, es muy importante todo el hombre" (n. 15).

Desde esta óptica hay que considerar el compromiso de la Iglesia por el desarrollo de una sociedad más justa, en la que se reconozcan y respeten todos los derechos de los individuos y de los pueblos (cfr ibid., 6). Muchos fieles laicos, al respecto, llevan a cabo una provechosa acción en el campo económico, social, legislativo y cultural y promueven el bien común. Estos dan testimonio del Evangelio, contribuyendo a construir un justo orden en la sociedad y participando en primera persona en la vida pública (cfr Deus caritas est, 28). No compete ciertamente a la Iglesia intervenir directamente en la política de los Estados o en la construcción de estructuras políticas adecuadas (cfr n. 9). La Iglesia con el anuncio del Evangelio abre el corazón por Dios y por el prójimo y despierta las conciencias. Con la fuerza de su anuncio defiende los verdaderos derechos humanos y se compromete con la justicia. La fe es una fuerza espiritual que purifica la razón en la búsqueda de un orden justo, liberándola del riesgo siempre presente de ser "deslumbrada" por el egoísmo, el interés o el poder. En verdad, como la experiencia demuestra, también en las sociedades más evolucionadas desde el puto de vista social, la caritas sigue siendo necesaria: el servicio del amor nunca es superfluo, no sólo porque el alma humana tiene siempre necesidad, además de las cosas materiales, del amor, sino también porque sigue habiendo situaciones de sufrimiento, de soledad, de necesidad, que requieren dedicación personal y ayudas concretas. Cuando ofrece atención amorosa al hombre, la Iglesia siente latir en sí misma la plenitud del amor suscitada por el Espíritu Santo, el cual, mientras ayuda al hombre a liberarse de las opresiones materiales, asegura descanso y apoyo al alma, liberándola de los males que la afligen. La fuente de este amor es Dios mismo, infinita misericordia y amor eterno. Quien por tanto presta su servicio dentro de los organismos eclesiales que gestionan iniciativas y obras de caridad, no puede sino tener este principal objetivo: dar a conocer y experimentar el Rostro misericordioso del Padre celeste, porque en el corazón de Dios Amor está la verdadera respuesta a las esperanzas más íntimas de todo corazón humano.

¡Qué necesario es para los cristianos mantener fija la mirada en el Rostro de Cristo! Sólo en Él, plenamente Dios y plenamente hombre, podemos contemplar al Padre (cfr Jn 14,9) y experimentar su infinita misericordia! Los cristianos saben estar llamados a servir y a amar al mundo, pero sin ser "del mundo" (cfr Jn 15,19); a llevar una Palabra de salvación íntegra del hombre, que no se puede cerrar en el horizonte terreno; a permanecer - como Cristo - totalmente fieles a la voluntad del Padre hasta el don supremo de sí mismos, para percibir más fácilmente esa necesidad de amor verdadero que hay en cada corazón. Este es el camino que debe recorrer, si quiere seguir la lógica del Evangelio, quien quiera dar testimonio de la caridad de Cristo.

Queridos amigos, es importante que la Iglesia, inserta en las circunstancias de la historia y de la vda de los hombres, se haga canal de la bondad y del amor de Dios. Así sea para vosotros y para cuantos operan en el vasto ámbito del que se ocupa vuestro Consejo Pontificio! Con este augurio, invoco la materna intercesión de María sobre vuestros trabajos y, mientras renuevo mi acción de gracias por vuestra presencia y por la obra que lleváis a cabo, os imparto con agrado a cada uno de vosotros y a vuestras familias mi Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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