"Sacramento del matrimonio es prueba de esperanza para la humanidad", dice Card. Bagnasco

 

01:00 (07-09-2010)

El Arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Angelo Bagnasco, aseguró que mientras "un hombre y una mujer se unen sus vidas para siempre en el vínculo del matrimonio" habrá para la humanidad esperanza en el futuro.


La Gaceta de la Iglesia / Aciprensa. 7 de septiembre. El Purpurado pidió a los italianos contrarrestar a través del sacramento del matrimonio, "una verdadera carrera hacia la muerte" y recordó que "negar la familia significa el desmoronamiento de la sociedad misma".

En la misa que celebró por la Solemnidad de la Virgen de la Guardia, el Cardenal Bagnasco pidió una mayor protección de la familia en Italia porque un mayor apoyo a las políticas pro-familia asegura un "cuerpo social equilibrado."

El Arzobispo instó a desarrollar políticas que sean "más adherentes y eficaces" según la realidad de las familias en la nación, y consideró "absurdo" no estar preocupado por el problema y resolverlo.

Según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística de Italia, en el año 2009 hubo un promedio de 1,41 hijos por familia.

El Cardenal Bagnasco sostuvo que la necesidad de "reconocer que el equilibrio demográfico no sólo es necesario para la supervivencia física de una comunidad, pues sin hijos no tiene futuro, sino también es una condición para la alianza entre generaciones que es esencial para una normal dialéctica democrática".

La falta de niños anticipa un futuro "otoñal" para el país, advirtió e indicó que los desequilibrios generacionales, la pobreza educativa y la imposibilidad de la sociedad de pensar en prever y organizarse en torno a los niños ya es real.

"La familia fundada en el matrimonio, y especialmente en el sacramento, es una prueba de que Dios sigue amando al mundo, que confía en el hombre, que el futuro existe, que el amor y la esperanza son más fuertes que el mal", indicó.

Finalmente dijo que aunque el "sí" al matrimonio puede ser intimidante para algunos, con el poder de Cristo "una fuerza divina y humana se inserta en la relación" y permite que "el amor hasta el punto de sacrificarse uno mismo" una "las fronteras entre lo humano y lo divino".