14.09.10
La oveja muerta
Es más que sabido que el refranero español es sabio y que, por decirlo así, donde pone el dicho, pone la verdad de las cosas.
Por ejemplo, hay uno de ellos que reza de la siguiente manera: “Reunión de pastores, oveja muerta”. Más o menos quiere decir que cuando, de determinado gremio, grupo o entidad se reúnen las personas que pueden decidir algo, el resultado será, casi seguro, lesivo para otras personas, seres o circunstancias.
Hagamos, en este caso, una analogía o, lo que es lo mismo, aplicar una realidad a otra que pueda resultar semejante para obtener alguna conclusión que nos resulte más o menos válida.
El caso es el siguiente: hace pocos días se clausuró el “XXX Congreso de Teología de la Asociación Juan XXIII” que es, la tal Asociación, un grupo de Teólogos y Teólogas (por utilizar sus mismas palabras) que tienen en común mantenerse en una posición alejada de la que la Iglesia católica tiene como buena y benéfica para su grey.
Cuando un grupo de personas que se caracteriza por ser como son, por defender a quienes se defiende y por escribir lo que escriben, es de esperar, casi seguro, que haya alguna oveja muerta.
En este caso, lo malo es que lo que queda malparada y, en tal sentido, casi muerta es, precisamente, la fe.
Y no crean que exagero.
“Se ha acabado el tiempo de los silencios“, dicen, como si hubieran estado callados hasta ahora.
Dicen que forman parte de la “sana disidencia” que en la Iglesia católica hay cuando, en realidad, más que disentir simplemente se oponen a la doctrina católica… sin más apellidos ni disimulos.
Entienden, además, que hay que mantener una “actitud dialogante” que es algo que está muy bien. Sin embargo, lo que no está tan bien es que, sin más ni más, atribuyan a las “cúpulas de las religiones” el fundamentalismo que iría, precisamente, en contra de tal diálogo.Supongo que se referirán a la religión musulmana porque en la católica ni existe tal fundamentalismo ni se ve por ninguna parte pero como tienen que disimular echan mano del relativismo más atroz para embarcar a todas las religiones en el mismo barco de abuso y ejercicio de un poder equivocado.
Nada mejor, por otra parte, sabiéndose en la religión del amor (me refiero al cristianismo y, aquí, catolicismo) que pretender que todos los demás creyentes se relacionen con ella de una forma, digamos, fructífera aunque no pueden desconocer que para que haya diálogo las dos partes dialogantes han de querer dialogar. Lo contrario es un diálogo de sordos que, además, acarrea consecuencias poco recomendables para la parte buena que es, sin duda, la cristiana.
Y esto último no es por presumir alguna característica inexistente sino la constatación de una realidad bastante evidente.
Pero el refranero español es, además de sabio, abundante porque también hay otro refrán que, de forma parecida, trata este tipo de situaciones que dice: “Reunión de zorras, perdición de gallinas.”
Pues que cada cual entienda quiénes son unas y quiénes son otras y qué fe muere cuando cierto tipo de personas se reúne.
Eleuterio Fernández Guzmán