17.09.10

Eppur si muove - ¿Integrismo católico?

A las 12:44 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

Muchas veces, seguramente demasiadas, se acusa a determinados sectores de la Iglesia católica o, mejor, se les moteja, con el apellido de “integrista”.

Cuando se hace algo así se quiere zaherir lo más posible el comportamiento de los citados sectores y, sobre todo, ponerlos a los pies de los caballos.

Esto se hace así, sin duda, porque se tiene un sentido equivocado de las definiciones y porque, en general, se prefiere lo simple y superficial a lo que, en definitiva, es la Verdad.

Si acudimos a lo que la definición de la palabra “integrismo” significa, encontramos, como primera acepción, la siguiente: “Actitud de ciertos sectores religiosos, ideológicos o políticos, partidarios de la intangibilidad de la doctrina tradicional”.

Y esto lo que quiere decir es que, según tal comportamiento religioso la tal doctrina no puede cambiarse o dicho con más claridad, tocarse.
Según esto se define como integristas a los creyentes católicos que entienden que eso debe ser así.

Sin embargo, hay que oponer a tal propuesta lo que, en esencia es, en cuanto a defensa de valores, el catolicismo. La defensa de los mismos no puede ser llamada integrista pues se sustenta en una fe que, desmenuzada en apartados aparentemente inconexos, trátase de ser disuelta.

Sin embargo, valores como

La defensa de la vida,
El amor incondicional y hasta el extremo,
La amistad entendida de forma correcta sin aprovechamientos,
La convivencia fomentadora de la verdadera paz,
La humildad,
La paciencia,
El perdón,
El trabajo,
La fidelidad en todos sus ámbitos,
La justicia,

El servicio a Dios y a los demás
, etc., tienen un origen que no está alejado, sino al contrario, de unas creencias que son expresión de una fe que, en su integridad, ha de transmitirse y defenderse en cuanto sea atacada, minusvalorada o, simplemente, zaherida.

A eso, a lo mejor, se le puede llamar ser integrista pero la ortodoxia católica no puede dejar de serlo para ser, claro, heterodoxia.

Por eso se pretende hacer pasar por malos creyentes a las personas que entendemos que una serie de principios, valores y dogmas deben ser respetados y que actuar de otra forma, mucho peor si es desde dentro de la Iglesia católica, no es hacer ningún favor a nadie sino, al contrario, tirar piedras contra el propio tejado.

A este respecto, alguien tan preparado y tan formado como el padre Guillermo Juan Morado escribió que “Adherirse a la ortodoxia de la fe es, para el creyente, un acto de sensatez. Similar, y aun más fundamentado, que la adhesión, que el reconocimiento, que pide lo real en cuanto tal. Nosotros no creamos la realidad. La realidad está ahí, y nos precede, y nos envuelve, hasta tal punto que formamos parte de ella. El don de la fe y su contenido, que es la revelación, igualmente nos precede con su novedad inesperada y pide un razonable asentimiento; un admitir como cierto lo que no procede de nosotros mismos, sino de Aquel que nos ha creado y nos ha redimido. De Aquel, en suma, que nos llama a la fe y que tiene el justo título para exigirnos, sin violentar nuestra libertad, que nos fiemos de Él”.

Actuar de forma contraria a lo que aquí se dice no es, precisamente, hacerlo con sentido común y fiel sino, al contrario, mirar para otro lado cuando Cristo pasa justo delante de nosotros.

Y sí, eso es integrismo, pues sólo el respeto a la doctrina verdadera puede hacer, del creyente, alguien que, en verdad, crea.

Eleuterio Fernández Guzmán