ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 19 de septiembre de 2010

El Papa en Gran Bretaña

La lección de Newman, según Benedicto XVI: "el corazón habla al corazón"

El Papa pide a los obispos británicos un esfuerzo evangelizador

La pluralidad en Gran Bretaña, reto y oportunidad de cecimiento, según el Papa

El Papa rinde homenaje a los británicos que dieron su vida contra el nazismo

Fiesta en Birmingham por la primera beatificación en Gran Bretaña

La visita del Papa hace de las liturgias nueva evangelización

El Papa pasa una nueva página para la Iglesia católica en el Reino Unido

Padre Lombardi: el Papa y Newman, dos buscadores de la verdad

Mundo

María Purísima de la Cruz: la clave de su santidad, la fidelidad a su carisma

Entrevistas

Arreglando el mundo con Chesterton

Documentación

El Papa en Gran Bretaña: Homilía en la beatificación de J. H. Newman

El Papa en Gran Bretaña - Ángelus: Newman, hijo de María

El Papa en Gran Bretaña: “El pueblo británico tiene sed de Cristo”

El Papa en Gran Bretaña: Despedida en el aeropuerto


El Papa en Gran Bretaña


La lección de Newman, según Benedicto XVI: "el corazón habla al corazón"
“La vida cristiana como una llamada a la santidad”, dice el Papa en su beatificación
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Al beatificar este domingo en una multitudinaria celebración eucarística a John Henry Newman (1801-1890), Benedicto XVI sintetizó en su lema de vida --"el corazón habla al corazón"-- la lección que deja a los cristianos este teólogo, cardenal y fundador de los Oratorios de San Filipino Neri, en Inglaterra.

Ante los setenta mil peregrinos congregados en el Cofton Park de Rednal, Birmingham, el Papa consideró que este lema, convertido también el lema de su visita, "nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios".

La oración espiritualiza

"Nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios", añadió. La oración, dijo citando al nuevo beato, "tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola".

Con la oración, subrayó, "ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes".

En la oración, según el Papa, puede entenderse esta experiencia recogida por los escritos del cardenal británico: "Tengo mi misión", escribe, "soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres".

La misión del cristiano

Esta visión, y su concepción del diálogo entre la fe y la razón, afirmó el pontífice constituyen una herencia importantísima no sólo para los católicos británicos, sino para los cristianos de todo el mundo.

"Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla", escribía Newman en una cita recogida por el Papa.

El Papa también presentó la extraordinaria figura de sacerdote de Newman con otro de sus escritos: "Si vuestros sacerdotes fueran ángeles, hermanos míos, ellos no podrían compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podrían haber tenido compasión de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podrían ser ni modelos ni guías, y no te habrían llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros".

Al final de la misa, al rezar la oración mariana del Ángelus, profundizó en la relación filial de Newman con la Virgen María. Este sentimiento el Papa lo recogió con una nueva cita del santo en el que se pregunta: "¿Qué dones debió tener, quien fue elegida para ser el único familiar más cercano en la tierra al Hijo de Dios, la única a quien Él estaba obligado por naturaleza a venerar y admirar; la escogida para guiarle y educarle, para instruirle día a día, a medida que crecía en sabiduría y en estatura?".

Puede leerse la homilía del Papa en la beatificación del cardenal Newman en:  http://www.zenit.org/article-36613?l=spanish

Su intervención con motivo del Ángelus se encuentra en: http://www.zenit.org/article-36614?l=spanish



 



 

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El Papa pide a los obispos británicos un esfuerzo evangelizador
También “generosidad” al aplicar la “Anglicanorum coetibus”
LONDRES, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI se despidió de los obispos de Gran Bretaña, reafirmándoles la importancia de la nueva evangelización del país, del testimonio de la fe a través de las obras sociales, y de cultivar la amistad con los anglicanos.

Antes de dirigirse al aeropuerto internacional de Birmingham para la vuelta a Roma, el Papa se reunió con los obispos de Inglaterra y Gales, en la capilla de la Francis Martin House, en el Seminario de Oscott (Birmingham).

En su discurso, y como conclusión de sus intervenciones en estos días, el Papa subrayó la importancia de la nueva evangelización de Gran Bretaña, un tema, recordó, que ya trató con ellos en la pasada visita ad Limina.

“Hablamos entonces de algunos de los retos que afrontáis al apacentar a vuestros fieles, en particular la necesidad urgente de anunciar nuevamente el Evangelio en un ambiente muy secularizado”, les dijo el Papa.

“Durante mi visita, he percibido con claridad la sed profunda que el pueblo británico tiene de la Buena Noticia de Jesucristo”, subrayó.

Por ello les destacó la importancia de “presentar en su plenitud el mensaje del Evangelio que da vida, incluso aquellos elementos que ponen en tela de juicio las opiniones corrientes de la cultura actual”.

Para este fin, les recomendó hacer uso del nuevo Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, y apoyar y acoger a los nuevos movimientos eclesiales, pues muchos “tienen un carisma especial para la evangelización”.

Acción social

El Papa recomendó también a los prelados el “testimonio de la caridad”, especialmente en estos momentos de crisis económica.

“En estas circunstancias, será necesario apelar nuevamente a la característica generosidad de los católicos británicos, y sé que vais a tomar la iniciativa de urgir la solidaridad con los menesterosos, afirmó.

Quiso recordar también la reciente instrucción de los obispos, Elegir el bien común, en la que éstos subrayaban “la importancia de practicar la virtud en la vida pública”.

“La voz profética de los cristianos ha jugado un papel importante al poner de relieve las necesidades de los pobres e indigentes, a quienes muy fácilmente se descuida en la asignación de unos recursos limitados”.

“Las actuales circunstancias ofrecen una buena oportunidad para reforzar ese mensaje, y también para alentar a todos a aspirar a unos valores morales superiores en todos los ámbitos de sus vidas, en oposición a un contexto de creciente escepticismo incluso sobre la posibilidad misma de una vida virtuosa”, afirmó.

Abusos a menores

Respecto a la polémica, muy fuerte en Gran Bretaña, sobre los casos de abusos sexuales por parte de miembros del clero, el Papa les advirtió sobre la importancia de tratar casos como estos de forma adecuada.

Estos, subrayó, “socavan gravemente la credibilidad moral de los Pastores de la Iglesia”.

“He hablado en muchas ocasiones de las profundas heridas que causa dicho comportamiento, en primer lugar en las víctimas, pero también en las relaciones de confianza que deben existir entre los sacerdotes y el pueblo, entre los sacerdotes y sus obispos, y entre las autoridades de la Iglesia y la gente en general”.

El Papa, en este sentido, alabó las medidas adoptadas al respecto por el episcopado inglés, “para asegurar que los niños estén eficazmente protegidos contra los daños y para hacer frente de forma adecuada y transparente a las denuncias que se presenten”.

Además, les habló de la importancia de alertar sobre este problema en otros ámbitos sociales. “En efecto, ¿qué mejor manera podría haber de reparar estos pecados que acercarse, con un espíritu humilde de compasión, a los niños que siguen sufriendo abusos en otros lugares? Nuestro deber de cuidar a los jóvenes no exige menos”.

Anglicanos

Les quiso recordar también otra de las cuestiones tratadas en la anterior visita ad Limina, respecto a la importancia de aplicar “con generosidad” la Anglicanorum Coetibus.

“Esto debería contemplarse como un gesto profético que puede contribuir positivamente al desarrollo de las relaciones entre anglicanos y católicos”.

En este sentido, recordó que el objetivo último de toda actividad ecuménica es “la restauración de la plena comunión eclesial en un contexto en el que el intercambio recíproco de dones de nuestros respectivos patrimonios espirituales nos enriquezca a todos”.

Por último, les recordó que la nueva traducción al inglés del Misal Romano, que será publicada próximamente en las diócesis británicas, debe ser una “oportunidad para una catequesis más profunda sobre la Eucaristía y una renovada devoción en la forma de su celebración”.



 

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La pluralidad en Gran Bretaña, reto y oportunidad de cecimiento, según el Papa
Benedicto XVI se despide del Reino Unido
BIRMINGHAM, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La diversidad de Gran Bretaña moderna es un “reto” pero también una “gran oportunidad”, afirmó Benedicto XVI este domingo despidiéndose del Reino Unido al término de su visita pastoral de cuatro días.

El Papa fue despedido en el aeropuerto internacional de Birmingham por el Primer Ministro británico, David Cameron, al cual expresó el propio reconocimiento “por el intenso trabajo de preparación, tanto del Gobierno actual como del precedente, del servicio civil, de las autoridades locales y la policía, y de los numerosos voluntarios que pacientemente han ayudado a preparar los eventos de estos cuatro días”.

“Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado”, exclamó.

El Pontífice observó que en los cuatro días de su visita pudo visitar a “representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad británica”.

“La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad”, constató.

Agradeciendo la oportunidad de encontrarse con la Reina Isabel II, con el propio Cameron y otros políticos, y de haber podido discutir “cuestiones de mutuo interés”, el Obispo de Roma confesó sentirse “particularmente honrado al recibir la invitación para dirigirme a las dos Cámaras del Parlamento en el histórico recinto de Westminster Hall”.

“Deseo sinceramente que estos encuentros contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes”, auguró.

“Fue asimismo una satisfacción visitar a Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury, y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, orando posteriormente con ellos y nuestros hermanos cristianos en los sugerentes alrededores de la Abadía de Westminster, un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos”.

“Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural.”, añadió.

Benedicto XVI subrayó que, “naturalmente”, su visita estaba dirigida de forma especial a los católicos del Reino Unido.

“Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el cardenal John Henry Newman”.

“Con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad”, concluyó.

En su discurso al Papa, el Primer Ministro Cameron afirmó que los cuatro días de la visita papal han sido “increíblemente impresionantes”.

“Usted habló a una nación de seis millones de católicos, pero ha sido escuchado por una nación de más de 60 millones de ciudadanos y por muchos otros millones en todo el mundo”, añadió, subrayando que el Papa ha ofrecido “un mensaje no solo a la Iglesia católica sino a cada uno de nosotros, de cualquier fe o de ninguna”.

Cameron recordó al cardenal Newman y su convicción de que en la sociedad todos compartimos un “vínculo de unidad común”, y subrayó que este vínculo “ha sido una parte increíblemente importante” del mensaje del Papa a los británicos, que quieren construir sobre esta base “una nueva cultura de la responsabilidad social”.

“Las personas de fe son grandes arquitectos de esta cultura”, añadió.

“La fe forma parte del tejido de nuestro país”, prosiguió Cameron. “Siempr ha sido así y siempre será así”.

“Usted verdaderamente ha retado a todo el país a sentarse y pensar, y esto sólo puede ser un bien”, concluyó dirigiéndose al Pontífice.

El de Gran Bretaña ha sido el viaje internacional número 17° del pontificado de Benedicto XVI.


 

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El Papa rinde homenaje a los británicos que dieron su vida contra el nazismo
Setenta años después de la Batalla de Inglaterra
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- En el domingo en el que Gran Bretaña celebraba el septuagésimo aniversario de la Batalla de Inglaterra (1940), el Papa alemán rindió homenaje a todos los británicos que sacrificaron su vida para luchar contra el nazismo.

"Para mí, que estuve entre quienes vivieron y sufrieron los oscuros días del régimen nazi en Alemania, es profundamente conmovedor estar con vosotros en esta ocasión, y poder recordar a tantos conciudadanos vuestros que sacrificaron sus vidas, resistiendo con tesón a las fuerzas de esta ideología demoníaca", confesó el Papa.

Sus palabras fueron escuchadas por los setenta mil peregrinos congregados en la celebración eucarística de beatificación del cardenal John Henry Newman (1801-1890), en el Cofton Park de Rednal, Birmingham.

El pontífice saludó en particular a los habitantes de la vecina Coventry, "que sufrió durísimos bombardeos, con numerosas víctimas en noviembre de 1940".

"Setenta años después recordamos con vergüenza y horror el espantoso precio de muerte y destrucción que la guerra trae consigo, y renovamos nuestra determinación de trabajar por la paz y la reconciliación, donde quiera que amenace un conflicto", afirmó.

La Batalla de Inglaterra se convirtió en toda una serie de operaciones libradas en cielo británico, durante el año 1940, con las que Alemania buscó sin resultados destruir a la Royal Air Force (RAF) para obtener la superioridad aérea necesaria para una invasión de las islas británicas.

El balance de la Batalla de Inglaterra es de 300 mil muertos, muchos de ellos civiles, y de dos millones de casas destruidas. Según las cifras oficiales, del lado británico se perdieron 900 aviones, mientras que del lado alemán fueron unos 1.700.



 

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Fiesta en Birmingham por la primera beatificación en Gran Bretaña
70.000 fieles asisten a la elevación de Newman a los altares
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Cofton Park de Rednal se convirtió en un gigante lugar de oración, que reunió a unos setenta mil  fieles provenientes de Gran Bretaña y de diferentes diócesis del mundo para ser testigos de un hecho sin precedentes en la historia británica: la beatificación de uno de sus hijos en una misa presidida por el Papa Benedicto XVI.

A las 10 de la mañana el Papa entró en procesión mientras el coro entonaba la canción Praise to the holiest in the heights, (Alabado sea el santísimo en las alturas n.d.t), cuya letra está inspirada en algunos escritos del nuevo beato, el cardenal John Henry Newman (1801-1890).

Le seguían decenas de obispos de diferentes diócesis de Reino Unido así como decenas sacerdotes. El arzobispo de Birmingham, monseñor Bernard Longley, dio la bienvenida al pontífice señalando que "durante estos días usted ha estado entre nosotros como peregrino, compartiéndonos su propia búsqueda sobre la verdad y la bondad de Dios. Como nuestro supremo pastor, usted nos ha acercado a Jesucristo para actualizarnos desde 'los manantiales de la trinidad'".

Ahora Santo Padre", prosiguió el prelado, "nos unimos a usted en oración en esta ciudad que ha sido escogida como el lugar adoptivo del venerable Newman. 



"Le pedimimos Santo Padre que nos acerque de nuevo a la presencia eucarística del Señor", dijo el arzobispo "de manera que podamos pronto aclamar al venerable John Henry Newman entre los beatos".

Monseñor Longley hizo entrega al pontífice de una edición del libro Apología pro vita sua, autobiografía del beato y una de sus obras más importantes.

Luego un grupo compuesto en su mayoría por laicos le presentaron al pontífice las reliquias del cardenal Newman. Entre ellos estaban su postulador, el abogado Andrea Ambrosi, así como el diácono que recibió el milagro que fue decisivo para su beatificación, el diácono Jack Sullivan.

Después comenzó el rito de la beatificación en el que fue leída una breve biografía del cardenal. Benedicto XVI pronunció la fórmula de beatificación, y el público comenzó a aplaudir efusivamente, mientras fue descubierta la imagen con el rostro de Newman. Los asistentes comenzaron a enarbolar banderas de los diferentes países de procedencia y también del Vaticano.

Entusiasmo entre los fieles

ZENIT habló con algunos de los miles de participantes de esta ceremonia entre ellos Vicky Birmingham, una de las integrantes del coro que acompañó la celebración: "Nos hemos estado preparando desde mayo, con varios coros hemos practicado alrededor de la diócesis", revela.

Los miembros del coro, dirigido por  el padre Peter Jones, músico y compositor, llegaron desde las 4:30 y vieron el amanecer mientras ensayaban una y otra vez. Provenían de diferentes parroquias de Inglaterra, incluidas el oratorio de Birmingham y de Londres.

Vicky expresó lo que el nuevo beato representa ella: "alguien que admiro mucho porque trajo la paz a los claustros de Oxford, una ciudad tan aturdida y donde él puso su fe en acción".

Dijo que ha sido maravilloso "participar en una beatificación presidida por el mismo Papa, la primera beatificación en Gran Bretaña. El catolicismo inglés por fin ha sido reconocido".

Elizabeth Flynn, otra de las fieles inglesas que participaron en esta ceremonia, compartió también su alegría: "Es hermoso estar con tantos ingleses en un ambiente bien sano, tranquilo. Percibí el mismo silencio de una misa dominical, pero a la vez una gran alegría", dijo a ZENIT, una vez concluida la oración del Angelus.

Para Cecilia Wain, otra de las participantes proveniente de Manchester "esto va a traer mucha gracia a nuestro país".

"Jesús dijo que Él haría nuevas todas las cosas y yo realmente creo que esta visita y esta beatificación representan el comienzo de algo nuevo", concluyó la peregrina.

Por Carmen Elena Villa

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La visita del Papa hace de las liturgias nueva evangelización
Un millón de copias distribuidas de la revista de liturgia y oración “Magnificat”
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Las celebraciones litúrgicas que ha presidido Benedicto XVI durante su visita en el Reino Unido se han convertido en grandes momentos de nueva evangelización, según han testimoniado los participantes y las mismas imágenes de televisión.

Para vivir de manera más profunda estos momentos de oración, se han distribuido un millón de copias de la revista Magnificat, que presentan los textos de los actos públicos de oración en los que el Papa ha participado, no sólo entre los peregrinos presentes, sino también entre las parroquias de Inglaterra, Escocia y Gales.

Romain Lizé, director adjunto de Magnificat, quien ha seguido al Papa por el Reino Unido, ha explicado a ZENIT que la iniciativa ha tenido lugar porque "era muy importante para las conferencias episcopales de Gran Bretaña asociar al mayor número posible de personas con esta visita histórica, en particular a los que no podían desplazarse".

"Presente desde hace algunos años en Gran Bretaña, era natural para Magnificat invertir en la preparación de la visita del Papa tanto financiera como espiritualmente --reconoce el director adjunto--. Esta visita es para la revista la oportunidad para poner a disposición de los fieles una versión completamente británica, con el calendario litúrgico y la traducción bíblica apropiadas".

"La implantación duradera de Magnificat en Gran Bretaña refleja asimismo la voluntad de apoyar a la comunidad católica inglesa y de alentar la 'segunda primavera' deseada por el cardenal John Henry Newman, beatificado este domingo", añade Lizé.

La celebración eucarística de su beatificación se convirtió para los 70 mil peregrinos presentes en un momento único para sus vidas como católicos británicos, del que el ejemplar de Magnificat se convertirá en souvenir permanente.

La revista Magnificat, surgida en Francia en 1992 congrega a cerca de un millón de lectores que cada día rezan juntos.

Hay 500 mil magnificaters (como se les conoce familiarmente) en los Estados Unidos, 200 mil en Francia. Y el fenómeno se ha extendido en América Latina, España, Alemania, Lituania, Irlanda, y Gran Bretaña.

Esta revista mensual es un compañero de vida espiritual. Cada día presenta una oración matutina y vespertina, inspiradas en la Liturgia de las Horas, los textos de la misa, meditaciones, vida de santos, así como comentarios a obras de arte. Recientemente se ha lanzado una aplicación Iphone.

 

En esta dirección puede descargarse el archivo de Magnificat en formato PDF con los textos de todas los actos de oración en los que ha participado Benedicto XVI en su visita al Reino Unido: http://www.thepapalvisit.org.uk/content/download/9844/63860/file/UK-Magnificat.pdf

Más información en: http://www.magnificat.com/

Por Jesús Colina 

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El Papa pasa una nueva página para la Iglesia católica en el Reino Unido
La visita papal logra un inédito reconocimiento para los católicos por parte de instituciones y la sociedad
LONDRES, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Tras las dos primeras jornadas de la visita papal, concentradas sobre todo en asuntos de Iglesia- Estado, los dos últimos días se han hecho mucho más personales y pastorales.

La dimensión institucional del viaje tuvo etapas poco comentadas en la mañana de este sábado, cuando en la casa del arzobispo de Westminster recibió en audiencia privada al primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, el viceprimer ministro, Nick Clegg, y el líder de la oposición, Harriet Harman.

El Santo Padre dio su pésame a Cameron por el reciente fallecimiento de su padre, habló con cada uno de los políticos durante unos 20 minutos y les entregó como recuerdo una medalla de su pontificado.

Cameron, anglicano, regaló al Papa una copia de la primera edición del libro del nuevo beato John Henry Newman "Apología Pro Vita Sua", impresa en 1864, junto con un recorte de periódico que describe un servicio religioso presidido por el cardenal en Edgbaston, Birmingham.

Un momento significativo de las relaciones institucionales que ha abierto esta visita tuvo lugar el viernes en la noche, cuando se celebró una cena de trabajo entre el Gobierno del Reino Unido y la delegación papal, celebrada en la Lancaster House de Londres. El tema fue la lucha común contra el hambre y el subdesarrollo.

El resto de las actividades del sábado, a partir de las 10 de la mañana, dieron el pistoletazo de salida para un maratón de celebraciones litúrgicas y encuentros pastorales, que comenzaron con la misa en la catedral de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en Westminster. La liturgia de esta catedral de este estilo bizantino, consagrada en 1910, fue tan impresionante que algunos fieles se conmovieron hasta las lágrimas.

El Santo Padre expresó su "profundo pesar" por abusos sexuales cometidos por sacerdotes, y los definió "crímenes atroces" que han provocado "la vergüenza y la humillación" a la Iglesia.

Enmarcó estos delitos en el contexto del sufrimiento de Cristo: "En la vida de la Iglesia, en sus pruebas y tribulaciones, Cristo continúa, según la expresión genial de Pascal, estando en agonía hasta el fin del mundo".

El padre Jonathan How, portavoz de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, explicó a ZENIT que el Papa ha dado un sentido trascendente, a la luz del sufrimiento de Cristo, al escándalo de los abusos cometidos por clérigos.

"Si nos sentimos avergonzados y humillados por los abusos, no hacemos más que compartir lo que las víctimas y Cristo experimentado", aclaró.

Confirmación en la fe

De todas las partes de Gran Bretaña procedían los peregrinos que participaron en la mia del sábado y en la vigilia de Hyde Park. Dan Williams de Cardiff reconoció a ZENIT que un acontecimiento que tenía lugar "una sola vez en la vida" y espera que sirva para "reforzar la fe" en el país.

Billy Macauley, que había seguido al Santo Padre desde Glasgow, reconoció que la visita del Papa ha sido una gran bendición "y la misa en Bellahouston Park fue "muy potente".

"Es difícil imaginar que las palabras puedan tener tanto significado para la gente, por eso rezamos para que el Santo Padre, guiado por el Espíritu Santo, siga confirmando en la fe", afirmó.

Después de la misa, unos 2.500 jóvenes de las diócesis de Inglaterra, Gales y Escocia se congregaron en la plaza frente a la catedral para saludar al obispo de Roma.

"Pido a cada uno, en primer lugar --les dijo el Papa a los chicos y chicas--, que mire en el interior de su propio corazón. Que piense en todo el amor que su corazón es capaz de recibir, y en todo el amor que es capaz de ofrecer".

Como se esperaba, el Santo Padre se reunió más tarde en Westminster con cinco personas que han sufrido abusos por parte de clérigos: tres de las víctimas eran de Yorkshire, uno era de Londres y uno de Escocia.

Una fuente cercana a las víctimas reveló a la BBC que pasaron entre 30 y 40 minutos con el Papa, "un buen período de tiempo" "más largo que el que pudo conceder al primer ministro".


El centro de Londres transformado
Cuando el sol se ponía a las 18.30 horas de este sábado, tuvo lugar un momento que muchos británicos y el Papa recordarán para siempre: el viaje en papamóvil recorriendo el corazón de Londres. El Mall, el gran bulevar que conduce al palacio de Buckingham, sinónimo de imperio, esplendor y momentos cruciales para la historia del país, quedó decorado con enormes banderas del Vaticano y la Union Jack

Todos aplaudieron, si bien con el típico aire británico reservado, ante el paso del papamóvil, rodeado por un equipo de guardaespaldas que caminaban apresuradamente. Entre la multitud muchos se echaron a correr para seguir a su ritmo hasta que llegó al último kilómetro de distncia del Hyde Park, donde presidió una vigilia en la víspera de la beatificación del cardenal John Henry Newman.

El Papa guió a decenas de miles de fieles en una hermosa ceremonia de la Vigilia de oración y adoración. Lamentablemente, a causa de las inquietudes surgidas por la seguridad, sólo pudieron entrar quienes tenían entradas, dejando a decenas de miles de personas en el exterior, obligadas a seguir la ceremonia en las grandes pantallas colocadas en el otro lado de la pared que se había alzado para esta ocasión.

En su discurso, el Papa ilstró todo lo que los jóvenes católicos pueden aprender del cardenal Newman. También se refirió al ejemplo de los mártires católicos, y agregó que, aunque los católicos de hoy no son colgados o descuartizados por su fe, a menudo son "parodiados o ridiculizados." Tenemos que soportar esto, añadió, convencidos de que la "bondadosa luz" de la fe "nos mostrará el camino". 

Una vez más estaban presentes personas de todas las edades y culturas, e incluso las más jóvenes, con sus sudaderas de capucha, signo común de rebelión a la autoridad, se recogieron en profunda oración.

Para mí personalmente, como católico británico, ver al vicario de Cristo que atraviesa lugares tan familiares como el Palacio de Buckingham, y que da la bendición en el Hyde Park se convirtió en una experiencia casi surrealista, algo que personalmente nunca imaginaba que podría ver.

Tal vez más que el discurso en el Westminster Hall del viernes, en esos momentos me dio la impresión de que la Iglesia católica ha logrado verdaderamente ser aceptada en Gran Bretaña. En esos momentos comenzaba un nuevo capítulo para los católicos británicos, dejando atrás los problemas pasados de la Iglesia católica, a quien este país le debe sus más profundas raíces culturales.

Por Edward Pentin    

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Padre Lombardi: el Papa y Newman, dos buscadores de la verdad
 
ROMA, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI y el cardenal John Henry Newman se asemejan en el mismo tipo de experienza de la fe y de la búsqueda de la verdad. Así lo dijo hoy a los micrófonos de Radio Vaticano, el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.

Según el sacerdote jesuita, la figura del nuevo beato sintetiza muchos de los temas afrontados durante el viaje del Papa en su encarnar “la belleza y la alegría de la fe en Cristo como fundamento de un servicio positivo para la sociedad en la que se vive, como fundamento de un testimonio eficaz de gran caridad para la comunidad en la que se vive”.

De la misma forma, para Newman, la fe cristiana es “un camino de búsqueda de la verdad cada vez más profundo que llega cada vez más plenamente al encuentro con Cristo y por tanto a la santidad”.

“Es una personalidad – prosiguió el director de la Sala Stampa vaticana – que tiene una profunda sintonía con la del Santo Padre por la unión entre experiencia de cultura y experiencia de fe, por la profunda espiritualidad, por el sentido de búsqueda de la verdad”.

“Por tanto – añadió –, comprendemos también por qué el Papa deseó hacer él mismo esta Beatificación. Se ha notado una sintonía profunda de sensibilidades, de planteamiento de la experiencia de fe”.

Al recorrer después algunos de los momentos más sobresalientes de la visita papal, el portavoz vaticano recordó el encuentro con las víctimas de los abusos, “que ha sido significativo del modo como el Santo Padre afronta esta cuestión tan delicada para la Iglesia hoy”.

En particular, explicó, en este viaje el Papa ha querido afrontar esta cuestión de tres modos diversos: “con las palabras de la homilía, con el encuentro con las víctimas y con el encuentro con las personas comprometidas en la salvaguardia, en la tutela de los jóvenes y de los niños”.

“Este último aspecto – subrayó – es un poco una novedad respecto a otros viajes y demuestra lo completo del planteamiento con que la Iglesia debe afrontar esta situación, mirando también hacia adelante y poniendo todas las premisas para que el testimonio sea creíble y haya garantía de poder evitar para siempre que se repitan errores y crímenes”.



 

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María Purísima de la Cruz: la clave de su santidad, la fidelidad a su carisma
Beatificada ayer sábado en Sevilla
ROMA, jueves 16 de septiembre de 2010 (ZENIT.org) Pocas personas pueden contar que han conocido y convivido con alguien que será elevado a los altares. Sin embargo, la mayoría de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, de Sevilla pueden dar testimonio de ello, ya que María Purísima de la Cruz, su madre general, quien murió hace sólo 12 años, fue beatificada ayer sábado.

La ceremonia tuvo lugar en Sevilla, presidida por monseñor Angelo Amato, en representación del Papa Benedicto XVI, quien se encontraba en su viaje apostólico en Gran Bretaña.

Esta comunidad, fundada en 1875 por Santa Ángela de la Cruz, tiene el carisma del trabajo con los pobres, unido a una fuerte vida de oración, similar a la que lleva una religiosa contemplativa. “Salimos como los ángeles, para ayudar a quien lo necesita pero tenemos que volver pronto a nuestro nido”, dice una de ellas. Actualmente son unas 700 y están presentes en Italia, Argentina y en 52 localidades en España.

ZENIT visitó la comunidad que tienen en Roma y habló con dos de ellas. Pidieron que sus nombres no fuesen revelados para permanecer fieles al espíritu de sencillez, de pasar desapercibidas, como siempre proclamó su fundadora. Ambas compartieron intensos momentos con su madre general.

Una madre en todo sentido

Anualmente, las hermanas de este instituto viajan a la casa general para tener ejercicios espirituales ubicada en Sevilla – España.  Allí podían encontrarse con María Purísima de la Cruz, contarle sus inquietudes, compartir sus experiencias: “No veíamos nunca un muro. Era una relación de madre a hija”, dijo una de ellas. “Decía a las novicias: ¿has dormido esta noche? ¿estás contenta? Era una hermana más pero con el respeto de una madre”, indicó la religiosa.

“Tenía muy en cuenta los detalles caseros. Se dedicaba a cosas insignificantes, eso nos daba confianza y cercanía”, aseguró otra de las religiosas.

“Era una persona muy humilde, cercana, bondadosa, firme. La defino como el agridulce en los alimentos. Porque era firme en sus órdenes, sobre todo si tenía que ver con la conservación del carisma original de la fundación”, indicó.

La clave de la santidad

Pero ¿qué fue lo que permitió a la Madre Purísima morir con tal fama de santidad?, las hermanas de la Compañía de la Cruz no dudan en responder. La fidelidad a su carisma, especialmente porque tuvo que guiar su comunidad entre 1977 y 1998, tiempo en el que no pocos institutos afrontaron el desafío de saber interpretar el Concilio Vaticano II.

“Ella supo cuidar este tesoro que le pusieron en sus manos y llevarlo a la época del post concilio. La han definido como un modelo de madre general en los tiempos actuales para que siga siendo fiel a su integridad”, dice una de las hermanas.

“Ella nunca se salió de ese pentagrama”, asegura. “Era una persona muy culta (hablaba correctamente inglés y francés, estudió en colegios de gran prestigio) pudo haber desarrollado el carisma según su cultura”. Sin embargo, María de la Purísima siempre proclamaba la sencillez y humildad de su fundadora el “hacerse pobre con los pobres para llevarlos a Jesús”, como decía, Santa Ángela de la Cruz.

“Su vida espiritual era de una gran fidelidad a la regla. Si la llamaban por teléfono ella contestaba pero luego suplía el tiempo de oración que había perdido por contestar esa llamada”, cuenta una de las hermanas.

Estas religiosas, de hábito marrón y velo negro, de rostro sereno  y alegre, destacaron también la virtud de la humildad como una de las principales características de su madre general. “Cualquier error que cometía, por insignificante que fuera, pedía perdón enseguida”.

Para ellas, la beatificación de su fundadora es también un signo claro de que en los tiempos actuales la santidad es posible. “¡Claro que tenía defectos!”, aseguró una de ellas. “Pero en seguida los reconocía y así cada defecto se convertía en una prueba de virtud”, indica. “Los santos también caen. La grandeza está en que reconocen y siguen adelante”, señaló la otra religiosa.

En 1994 le fue diagnosticado un tumor. “Recuerdo el día en que nos contó la noticia de su enfermedad. No hizo ninguna tragedia”, dice una de las hermanas.

Con él duró casi cinco años y con él siguió siendo la Madre general hasta el día de su muerte. “Dio una tanda más de ejercicios espirituales y comenzó a sentirse muy mal. El médico nos dijo ‘Tenemos a María Isabel (su nombre de pila, n.d.r.) por 15 días’”, cuenta una de ellas.

Después tuvo un encuentro con el médico: “Llevo 50 años preparándome para la muerte”, dijo la madre María de la Purísima, porque 50 años atrás había hecho su profesión perpetua “y quiero saber cuánto me queda de vida. Si un mes, 20 días o quizás 15”, El médico le dijo “te queda una semana” ella respondió: “¡qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!” y le agradeció al doctor por darle esta información.

María de la Purísima Cruz murió el 31 de octubre de 1998. Hoy yace enterrada en el mismo sitio donde estuvo su fundadora durante 50 años. “Nuestra fundadora marcó las huellas de nuestro camino”, dijo una de las religiosas, “María de la Purísima de la Cruz simplemente metió el pie en esa huella. En eso consistió su santidad”, concluye.

Por Carmen Elena Villa

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Entrevistas


Arreglando el mundo con Chesterton
Entrevista con el padre Ian Boyd, especialista en el escritor católico
MECOSTA, jueves, 16 septiembre 2010 (ZENIT.org).- Este año se cumple el centenario de la publicación de una colección de ensayos del popular escritor católico inglés G. K. Chesterton titulada “Lo que está mal en el mundo”.

El presidente del Instituto Chesterton por la Fe y la Cultura de la Universidad Seton Hall en Nueva Jersey, el padre basiliano Ian Boyd, habló con ZENIT sobre el firme llamamiento de Chesterton y el carácter profético de su libro.

-¿Qué hace el Instituto Chesterton?

Padre Boyd: El instituto fue fundado durante el centenario del nacimiento de Chesterton en 1974 para responder a una sugerencia de T.S. Eliot a la muerte de Chesterton. Eliot dijo que deberíamos seguir haciendo hoy lo que inició Chesterton. Nosotros tomamos la sugerencia de Eliot como el lema para el Instituto Chesterton. La idea básica del instituto es, a través de las publicaciones --tales como la revista trimestral The Chesterton Review- y conferencias, continuar hoy con el trabajo comunitario de Chesterton y su notable círculo de amigos.

-¿Cuál era el círculo de Chesterton?

Padre Boyd: Hay un famoso cuadro de James Gunn, titulado A Conversation Piece, en la que están Chesterton, Hilaire Belloc, y alguien menos conocido, Maurice Baring. Estos tres amigos representan el alcance de la tradición chestertoniana. Baring procedía de una familia liberal propietaria de bancos. Algo que le hizo famoso fue que introdujo la literatura rusa en el mundo angloparlante; hablaba ruso, vivía en Rusia, y atribuía su conversión al cristianismo a vivir en medio de una cultura religiosa como era la de Rusia entonces.

-¿Pensaban que tenían una vocación colectiva?

Padre Boyd: Hay algo de eso. Belloc era el profesor del grupo. La educación de Chesterton era artística y buscó a Belloc por sus conocimientos sobre teología de la historia. Baring representaba, con su conocimiento de idiomas, la amplitud de la cultura cristiana.

-Hace cien años, después de que Chesterton publicara este libro cuyo centenario celebran ustedes, ¿Contiene esta obra todavía elementos de la sabiduría del autor que pueden decirnos algo hoy?

Padre Boyd: En todos los escritos de Chesterton hay un carácter profético, de manera que uno tiene la impresión de que Chesterton estaba escribiendo no para la gente de su tiempo sino más bien para quienes le leerían muchos años más tarde. Fue una importante figura de su tiempo, especialmente el joven Chesterton en la época anterior a la I Guerra Mundial. Fue una de las personalidades más conocidas de las letras inglesas. Se convirtió en un autor clásico, en el sentido de que le citaban incluso los que nunca lo habían leído. Sus frases entraron a formar parte del tesoro de sabiduría de la literatura inglesa.

Chesterton vió que sus contemporáneos eran como ovejas sin pastor, engañadas por falsos pastores. Pienso que Chesterton vió su misión como realmente apostólica porque muchos no se dan cuenta del tesoro que tienen en su fe cristiana. Notables escritores de la época como Shaws, H.G. Wells, etc, les enseñaban a menospreciar la fe cristiana. Chesterton se hizo voz de los fieles.

Charles Williams escribió un ensayo sobre la poesía de Chesterton en la que decía que en la actualidad no había nadie que hablara por Dios o por el ser humano corriente, que Dios estaba indefenso, desarmado, y no tenía voz. Un modo de entender a Chesterton es saber que dió un paso al frente para decir: “Seré tu voz, seré tu arma”. Articuló los profundos sentimientos que los hombres y mujeres corrientes no sabían expresar. Les defendió de los enemigos de su tiempo que querían privarles de este tesoro [la fe cristiana].

-A pesar de su catolicismo, ¿no disfrutó Chesterton de un amplio ascendiente entre sus lectores ingleses?

Padre Boyd: Chesterton se hizo católico en 1922, de manera que su período como católico fue relativamente corto, pero desde el principio se hizo portavoz de la verdad católica. Era una especie de figura ecuménica, querida tanto por protestantes evangélicos como por cristianos sacramentales. Fue también una especie de santo patrono de periodistas, incluso agnósticos o increyentes, que le miraban como un héroe. No habría que subestimar su ingenio y humor y era evidentemente una buena persona. No creo que haya perdido ningún amigo. H. G. Wells y Chesterton discutían, y en una serie de cartas, Chesterton llevó a Wells a decir: “No creo que exista Dios, pero si existe espero ir al cielo porque fui su amigo”. Wells pensaba que Chesterton era una buena publicidad para la fe cristiana.

-¿Por qué la obra “Lo que está mal en el mundo”, tiene todavía algo que decir al mundo de hoy?

Padre Boyd: Por un motivo, porque contiene una teología social. Chesterton y sus amigos anglicanos, mucho antes de que se hiciera católico, estaban preocupados por evangelizar la cultura misma. Reconocían que la mayoría de la gente corriente absorbía el pensamiento y la conducta de la cultura en la que estaban inmersos, de manera que una cultura tóxica afecta a quienes son parte de ella. Un buen ejemplo que me señaló un sacerdote amigo es el aborto. Hace cincuenta años o incluso menos, incluso los no creyentes y agnósticos consideraban el aborto como algo vergonzoso. Ahora es aceptado por mucha gente; no pienso que nuestros contemporáneos sean peores sino que una cultura sana se ha convertido en tóxica.

Nos tiene que preocupar, como a Chesterton, la limpieza de la mente y la imaginación colectiva. Esto es lo que entendemos que decían Chesterton y otros escritores sobre evangelizar la cultura. Pienso en Newman, a punto de ser beatificado, que empezó su obra en los años 30 del siglo XIX, y en Chesterton, que murió en los años 30 del siglo XX. En cien años hubo dos notables escritores, figuras nacionales, que lideraron la tarea de renovación a través de la escritura, del poder de la palabra.

-¿Pueden tener estos grandes escritores católicos seguidores en un país decididamente no católico como Inglaterra?

Padre Boyd: Christopher Dawson señalaba a propósito de esto un hecho sociológico: toda esta notable literatura católica ha surgido de una cultura no católica, eran muy buenos escritores y también escritores sacramentales, en el sentido que enseñaban la verdad católica sin hablar directamente de religión. Muriel Spark podría ser un ejemplo de este fenómeno. Chesterton mismo es un gran profesor religioso que nunca es sectario, que presenta la verdad cristiana indirectamente.

-¿Por qué es este un buen año para leer “Lo que está mal en el mundo”? ¿Qué cree que los lectores encontrarán polémico?

Padre Boyd: Se aprende filosofía social a través de este libro, y también algunos principios clave de pensamiento correcto. Por supuesto, todos los libros deberían leerse en el contexto de su tiempo. Hay un argumento contracultural que atraviesa todo el libro. La parte que dedica a las mujeres podría ser especialmente provocadora hoy.

Un aspecto importante es que es un libro alegre. Chesterton, como los rusos decían de él, es un maestro de esperanza. En un pasaje, contradice el dicho de que no se pueden volver atrás las agujas del reloj. Chesterton escribe que se trata de un mecanismo mecánico y, por lo tanto, ¡sólo tienes que mover las manecillas hacia atrás con el dedo hasta donde quieras!

La sociedad humana, decía, está también en construcción. Los humanos tienen el poder, como sub-creadores, de transformar una sociedad. No estamos condenados al fracaso. Si algo está mal en el mundo, tratamos de corregirlo.

Por Andrea Kirk Assaf

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Documentación


El Papa en Gran Bretaña: Homilía en la beatificación de J. H. Newman
"El corazón habla al corazón"
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI este domingo al presidir en el Cofton Park de Rednal, Birmingham, la celebración eucarística de beatificación de John Henry Newman (1801-1890), cardenal y fundador de los Oratorios de San Filipino Neri, en Inglaterra.

 



 

* * *



 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Nos encontramos aquí en Birmingham en un día realmente feliz. En primer lugar, porque es el día del Señor, el Domingo, el día en que el Señor Jesucristo resucitó de entre los muertos y cambió para siempre el curso de la historia humana, ofreciendo nueva vida y esperanza a todos los que viven en la oscuridad y en sombras de muerte. Es la razón por la que los cristianos de todo el mundo se reúnen en este día para alabar y dar gracias a Dios por las maravillas que ha hecho por nosotros. Este domingo en particular representa también un momento significativo en la vida de la nación británica, al ser el día elegido para conmemorar el setenta aniversario de la Batalla de Inglaterra. Para mí, que estuve entre quienes vivieron y sufrieron los oscuros días del régimen nazi en Alemania, es profundamente conmovedor estar con vosotros en esta ocasión, y poder recordar a tantos conciudadanos vuestros que sacrificaron sus vidas, resistiendo con tesón a las fuerzas de esta ideología demoníaca. Pienso en particular en la vecina Coventry, que sufrió durísimos bombardeos, con numerosas víctimas en noviembre de 1940. Setenta años después recordamos con vergüenza y horror el espantoso precio de muerte y destrucción que la guerra trae consigo, y renovamos nuestra determinación de trabajar por la paz y la reconciliación, donde quiera que amenace un conflicto. Pero existe otra razón, más alegre, por la cual este día es especial para Gran Bretaña, para el centro de Inglaterra, para Birmingham. Éste es el día en que formalmente el Cardenal John Henry Newman ha sido elevado a los altares y declarado beato.

Agradezco al Arzobispo Bernard Longley su amable acogida al comenzar la Misa en esta mañana. Agradezco a cuantos habéis trabajado tan duramente durante tantos años en la promoción de la causa del Cardenal Newman, incluyendo a los Padres del Oratorio de Birminghan y a los miembros de la Familia Espiritual Das Werk. Y os saludo a todos los que habéis venido desde diversas partes de Gran Bretaña, Irlanda y otros puntos más lejanos; gracias por vuestra presencia en esta celebración, en la que alabamos y damos gloria a Dios por las virtudes heroicas de este santo inglés.

Inglaterra tiene un larga tradición de santos mártires, cuyo valiente testimonio ha sostenido e inspirado a la comunidad católica local durante siglos. Es justo y conveniente reconocer hoy la santidad de un confesor, un hijo de esta nación que, si bien no fue llamado a derramar la sangre por el Señor, jamás se cansó de dar un testimonio elocuente de Él a lo largo de una vida entregada al ministerio sacerdotal, y especialmente a predicar, enseñar y escribir. Es digno de formar parte de la larga hilera de santos y eruditos de estas islas, San Beda, Santa Hilda, San Aelred, el Beato Duns Scoto, por nombrar sólo a algunos. En el Beato John Newman, esta tradición de delicada erudición, profunda sabiduría humana y amor intenso por el Señor ha dado grandes frutos, como signo de la presencia constante del Espíritu Santo en el corazón del Pueblo de Dios, suscitando copiosos dones de santidad.

El lema del Cardenal Newman, cor ad cor loquitur, "el corazón habla al corazón", nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios. Nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios. Como escribió en uno de sus muchos hermosos sermones, «el hábito de oración, la práctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia -os digo que la oración tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes» (Sermones Parroquiales y Comunes, IV, 230-231). El Evangelio de hoy afirma que nadie puede servir a dos señores (cf. Lc 16,13), y el Beato John Henry, en sus enseñanzas sobre la oración, aclara cómo el fiel cristiano toma partido por servir a su único y verdadero Maestro, que pide sólo para sí nuestra devoción incondicional (cf. Mt 23,10). Newman nos ayuda a entender en qué consiste esto para nuestra vida cotidiana: nos dice que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un "servicio concreto", confiado de manera única a cada persona concreta: «Tengo mi misión», escribe, «soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres» (Meditación y Devoción, 301-2).

El servicio concreto al que fue llamado el Beato John Henry incluía la aplicación entusiasta de su inteligencia y su prolífica pluma a muchas de las más urgentes "cuestiones del día". Sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón, sobre el lugar vital de la religión revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de un educación esmerada y amplia fueron de gran importancia, no sólo para la Inglaterra victoriana. Hoy también siguen inspirando e iluminando a muchos en todo el mundo. Me gustaría rendir especial homenaje a su visión de la educación, que ha hecho tanto por formar el ethos que es la fuerza motriz de las escuelas y facultades católicas actuales. Firmemente contrario a cualquier enfoque reductivo o utilitarista, buscó lograr unas condiciones educativas en las que se unificara el esfuerzo intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso. El proyecto de fundar una Universidad Católica en Irlanda le brindó la oportunidad de desarrollar sus ideas al respecto, y la colección de discursos que publicó con el título La Idea de una Universidad sostiene un ideal mediante el cual todos los que están inmersos en la formación académica pueden seguir aprendiendo. Más aún, qué mejor meta pueden fijarse los profesores de religión que la famosa llamada del Beato John Henry por unos laicos inteligentes y bien formados: «Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla» (La Posición Actual de los Católicos en Inglaterra, IX, 390). Hoy, cuando el autor de estas palabras ha sido elevado a los altares, pido para que, a través de su intercesión y ejemplo, todos los que trabajan en el campo de la enseñanza y de la catequesis se inspiren con mayor ardor en la visión tan clara que el nos dejó.

Aunque la extensa producción literaria sobre su vida y obras ha prestado comprensiblemente mayor atención al legado intelectual de John Henry Newman, en esta ocasión prefiero concluir con una breve reflexión sobre su vida sacerdotal, como pastor de almas. Su visión del ministerio pastoral bajo el prisma de la calidez y la humanidad está expresado de manera maravillosa en otro de sus famosos sermones: «Si vuestros sacerdotes fueran ángeles, hermanos míos, ellos no podrían compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podrían haber tenido compasión de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podrían ser ni modelos ni guías, y no te habrían llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros ("Hombres, no ángeles: los Sacerdotes del evangelio", Discursos a las Congregaciones Mixtas, 3). Él vivió profundamente esta visión tan humana del ministerio sacerdotal en sus desvelos pastoral por el pueblo de Birmingham, durante los años dedicados al Oratorio que él mismo fundó, visitando a los enfermos y a los pobres, consolando al triste, o atendiendo a los encarcelados. No sorprende que a su muerte, tantos miles de personas se agolparan en las calles mientras su cuerpo era trasladado al lugar de su sepultura, a no más de media milla de aquí. Ciento veinte años después, una gran multitud se ha congregado de nuevo para celebrar el solemne reconocimiento eclesial de la excepcional santidad de este padre de almas tan amado. Qué mejor que expresar nuestra alegría de este momento que dirigiéndonos a nuestro Padre del cielo con sincera gratitud, rezando con las mismas palabras que el Beato John Henry Newman puso en labios del coro celestial de los ángeles:

"Sea alabado el Santísimo en el cielo,
sea alabado en el abismo;
en todas sus palabras el más maravilloso,
el más seguro en todos sus caminos".
(El Sueño de Gerontius)

[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Libreria Editrice Vaticana]

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El Papa en Gran Bretaña - Ángelus: Newman, hijo de María
Intervención al rezar el Ángelus
BIRMINGHAM, domingo, 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo tras rezar la oración mariana del Ángelus al concluir la celebración eucarística de beatificación del cardenal John Henry Newman (1801-1890), en el Cofton Park de Rednal, Birmingham.

 



 

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Hermanos y hermanas en Jesucristo:

Deseo enviar mi saludo al pueblo de Sevilla, donde ayer fue beatificada la Madre María de la Purísima de la Cruz. Que la Beata María inspire a las jóvenes a seguir su ejemplo de amor incondicional a Dios y al prójimo.

Cuando el Beato John Henry Newman vino a vivir a Birmingham, dio el nombre de "Maryvale" a su primera casa en este lugar. El Oratorio que fundó está dedicado a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen. Y puso bajo el patrocinio de María, Sedes Sapientiae, la Universidad Católica de Irlanda. De muchas maneras, vivió su ministerio sacerdotal con un espíritu de devoción filial a la Madre de Dios. Meditando acerca de su papel en el desarrollo del plan de Dios para nuestra salvación, llegó a exclamar: «¿Quién puede apreciar la santidad y la perfección de Aquella que fue elegida para ser la Madre de Cristo? ¿Qué dones debió tener, quien fue elegida para ser el único familiar más cercano en la tierra al Hijo de Dios, la única a quien Él estaba obligado por naturaleza a venerar y admirar; la escogida para guiarle y educarle, para instruirle día a día, a medida que crecía en sabiduría y en estatura?» (Parochial and Plain Sermons, II, 131-2). Porque fue agraciada copiosamente, la veneramos y, por la intimidad con su divino Hijo, buscamos lógicamente su intercesión en nuestras propias necesidades y las del mundo entero. Ahora, nos dirigimos a nuestra Madre Santísima con las palabras del Ángel y le confiamos las intenciones que llevamos en nuestro corazón.

[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]




 



 

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El Papa en Gran Bretaña: “El pueblo británico tiene sed de Cristo”
Encuentro con los obispos de Inglaterra y Gales
LONDRES, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los obispos de Inglaterra y Gales, en la capilla de la Francis Martin House, en el Seminario de Oscott (Birmingham), antes de dirigirse al aeropuerto.

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Mis queridos Hermanos en el Episcopado

Éste ha sido un día de gran alegría para la comunidad católica en estas islas. El Beato John Henry Newman, como ya podemos llamarle, ha sido elevado a los altares como un ejemplo de fidelidad heroica al Evangelio y un intercesor para la Iglesia en esta tierra a la que tanto amó y sirvió. Aquí, en esta misma capilla, en 1852, dio su voz a la nueva confianza y vitalidad de la comunidad católica en Inglaterra y Gales después de la restauración de la jerarquía, y sus palabras podrían aplicarse por igual a Escocia un cuarto de siglo más tarde. Su beatificación nos recuerda hoy la acción permanente del Espíritu Santo, convocando con sus dones al pueblo de Gran Bretaña a la santidad, para que, de este a oeste y de norte a sur, se ofrezca un sacrificio perfecto de alabanza y acción de gracias para gloria del nombre de Dios.

Agradezco al Cardenal O'Brien y al Arzobispo Nichols sus palabras, y al hacerlo así, recuerdo cómo hace poco tuve la oportunidad de saludaros a todos en Roma, con motivo de las visitas ad Limina de vuestras respectivas Conferencias Episcopales. Hablamos entonces de algunos de los retos que afrontáis al apacentar a vuestros fieles, en particular la necesidad urgente de anunciar nuevamente el Evangelio en un ambiente muy secularizado. Durante mi visita, he percibido con claridad la sed profunda que el pueblo británico tiene de la Buena Noticia de Jesucristo. Dios os ha escogido para ofrecerle el agua viva del Evangelio, animándolo a poner su esperanza, no en las vanas seducciones de este mundo, sino en las firmes promesas del mundo venidero. Al anunciar la venida del Reino, con su promesa de esperanza para los pobres y necesitados, los enfermos y ancianos, los no nacidos y los desamparados, aseguraos de presentar en su plenitud el mensaje del Evangelio que da vida, incluso aquellos elementos que ponen en tela de juicio las opiniones corrientes de la cultura actual. Como sabéis, he creado recientemente el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización de los países de antigua tradición cristiana, y os animo a hacer uso de sus servicios al acometer vuestras tareas. Además, muchos de los nuevos movimientos eclesiales tienen un carisma especial para la evangelización, y sé que continuaréis estudiando los medios apropiados y eficaces para que participen en la misión de la Iglesia.

Desde vuestra visita a Roma, los cambios políticos en el Reino Unido han centrado la atención en las consecuencias de la crisis financiera, que ha causado tantas dificultades a innumerables personas y familias. El espectro del desempleo proyecta su sombra sobre las vidas de muchas personas, y el coste a largo plazo de las prácticas de inversión imprudente de los últimos tiempos está siendo muy evidente. En estas circunstancias, será necesario apelar nuevamente a la característica generosidad de los católicos británicos, y sé que vais a tomar la iniciativa de urgir la solidaridad con los menesterosos. La voz profética de los cristianos ha jugado un papel importante al poner de relieve las necesidades de los pobres e indigentes, a quienes muy fácilmente se descuida en la asignación de unos recursos limitados. En su instrucción Elegir el bien común, los Obispos de Inglaterra y Gales han subrayado la importancia de practicar la virtud en la vida pública. Las actuales circunstancias ofrecen una buena oportunidad para reforzar ese mensaje, y también para alentar a todos a aspirar a unos valores morales superiores en todos los ámbitos de sus vidas, en oposición a un contexto de creciente escepticismo incluso sobre la posibilidad misma de una vida virtuosa.

Otro asunto que ha llamado mucho la atención en los últimos meses, y que socava gravemente la credibilidad moral de los Pastores de la Iglesia, es el vergonzoso abuso de niños y jóvenes por parte de sacerdotes y religiosos. He hablado en muchas ocasiones de las profundas heridas que causa dicho comportamiento, en primer lugar en las víctimas, pero también en las relaciones de confianza que deben existir entre los sacerdotes y el pueblo, entre los sacerdotes y sus obispos, y entre las autoridades de la Iglesia y la gente en general. Sé que habéis adoptado serias medidas para poner remedio a esta situación, para asegurar que los niños estén eficazmente protegidos contra los daños y para hacer frente de forma adecuada y transparente a las denuncias que se presenten. Habéis reconocido públicamente vuestro profundo pesar por lo ocurrido, y las formas, a menudo insuficientes, con que esto se abordó en el pasado. Vuestra creciente toma de conciencia del alcance del abuso de menores en la sociedad, sus efectos devastadores, y la necesidad de proporcionar un correcto apoyo a las víctimas debería servir de incentivo para compartir las lecciones que habéis aprendido con la comunidad en general. En efecto, ¿qué mejor manera podría haber de reparar estos pecados que acercarse, con un espíritu humilde de compasión, a los niños que siguen sufriendo abusos en otros lugares? Nuestro deber de cuidar a los jóvenes no exige menos.

Al reflexionar sobre la fragilidad humana que estos trágicos sucesos tan crudamente han puesto de manifiesto, hemos de recordar que, si queremos ser Pastores cristianos eficaces, debemos llevar una vida con la mayor integridad, humildad y santidad. Como escribió el Beato John Henry Newman en cierta ocasión: «¡Oh Dios, concede a los sacerdotes sentir su debilidad como hombres pecadores, y al pueblo compadecerse de ellos, y amarles y orar por el aumento en ellos de los dones de la gracia» (Sermón, 22 de marzo de 1829). Rezo para que, entre las gracias de esta visita, se dé una renovada dedicación en los Pastores cristianos a la vocación profética que han recibido, y para que haya un nuevo aprecio en el pueblo del gran don del ministerio ordenado. La oración por las vocaciones brotará entonces de manera espontánea, y podemos estar seguros de que el Señor responderá con el envío de obreros a recoger la cosecha abundante que ha preparado en todo el Reino Unido (cf. Mt 9,37-38). A este respecto, me alegro del encuentro que tendré próximamente con los seminaristas de Inglaterra, Escocia y Gales. Les aseguro mis oraciones mientras se preparan para tomar parte en esta cosecha.

Por último, me gustaría hablar con vosotros acerca de dos cuestiones específicas que afectan a vuestro ministerio episcopal en este momento. Una de ellas es la inminente publicación de la nueva traducción del Misal Romano. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradeceros a todos la contribución que habéis realizado, con mucho esmero, revisando y aprobando colegialmente los textos. Esto servirá de gran ayuda a los católicos de todo el mundo de habla inglesa. Os animo ahora a aprovechar la oportunidad que ofrece la nueva traducción para una catequesis más profunda sobre la Eucaristía y una renovada devoción en la forma de su celebración. «Cuanto más viva es la fe eucarística en el Pueblo de Dios, tanto más profunda es su participación en la vida eclesial a través de la adhesión consciente a la misión que Cristo ha confiado a sus discípulos» (Sacramentum caritatis, 6). El otro asunto lo abordé en febrero con los Obispos de Inglaterra y Gales, cuando los invité a ser generosos en la aplicación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus. Esto debería contemplarse como un gesto profético que puede contribuir positivamente al desarrollo de las relaciones entre anglicanos y católicos. Nos ayuda a fijar nuestra atención en el objetivo último de toda actividad ecuménica: la restauración de la plena comunión eclesial en un contexto en el que el intercambio recíproco de dones de nuestros respectivos patrimonios espirituales nos enriquezca a todos. Sigamos rezando y trabajando sin cesar con el fin de acelerar el gozoso día en que ese objetivo se pueda lograr.

Con estos sentimientos, os doy las gracias de corazón por vuestra hospitalidad durante los últimos cuatro días. A la vez que os confío a vosotros y al pueblo que servís a la intercesión de San Andrés, San David y San Jorge, os imparto complacido mi Bendición Apostólica, que extiendo al clero, a los religiosos y fieles de Inglaterra, Escocia y Gales.

[©Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]

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El Papa en Gran Bretaña: Despedida en el aeropuerto
Telegrama de agradecimiento a la Reina Isabel II
BIRMINGHAM, domingo 19 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el último discurso del Papa Benedicto XVI en tierras británicas, al despedirse del Primer Ministro David Cameron y de las autoridades que le acompañaron al aeropuerto internacional de Birmingham.

* * * * *

Señor Primer Ministro

Le agradezco sus cordiales palabras de despedida en nombre del Gobierno de Su Majestad y del pueblo del Reino Unido. Estoy muy agradecido por el intenso trabajo de preparación, tanto del Gobierno actual como del precedente, del servicio civil, de las autoridades locales y la policía, y de los numerosos voluntarios que pacientemente han ayudado a preparar los eventos de estos cuatro días. Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado.

En el tiempo que he estado con vosotros, he encontrado a representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad Británica. La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad.

En estos días, he agradecido la oportunidad de encontrarme con Su Majestad la Reina, así como con usted y otros líderes políticos, y hablar sobre cuestiones de mutuo interés, tanto internas como externas. Me he sentido particularmente honrado al recibir la invitación para dirigirme a las dos Cámaras del Parlamento en el histórico recinto de Westminster Hall. Deseo sinceramente que estos encuentros contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes.

Fue asimismo una satisfacción visitar a Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury, y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, orando posteriormente con ellos y nuestros hermanos cristianos en los sugerentes alrededores de la Abadía de Westminster, un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos. Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural.

Naturalmente, mi visita ha estado dirigida de un modo especial a los católicos del Reino Unido. Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el Cardenal John Henry Newman. Estoy convencido de que, con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad.

Al despedirme de vosotros, os aseguro una vez más mis mejores deseos y oraciones por la paz y prosperidad de Gran Bretaña. Muchísimas gracias y que Dios os bendiga a todos.

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Telegrama a la Reina en el momento de dejar Gran Bretaña



 

SU MAJESTAD LA REINA ISABEL II
Al salir de Reino Unido a la conclusión de mi visita apostólica renuevo mi profunda gratitud a Su Majestad por la acogida amable y las múltiples atenciones que usted, su Gobierno y el pueblo británico me han brindado durante mi estancia (.) Pido al Dios Altísimo que guíe a la nación de acuerdo con su voluntad y que la confirme siempre en los caminos de la justicia, la libertad y la paz (.) Sobre todos invoco de corazón las abundantes bendiciones del Señor.



 

BENEDICTUS PP. XVI

[©Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]



 

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