19.09.10

Selección de textos del Beato John Henry Newman (1)

A las 1:51 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Teólogos
 

Me uno a la celebración de la beatificación del Cardenal Newman ofreciendo a los lectores una selección de textos de ese gran teólogo. Los textos están tomados de las contratapas de varios números de Newmaniana, revista publicada por “Amigos de Newman en la Argentina”.


“Que sea vuestra mente tan celestial como pueda, lo más amante, lo más santa, lo más celosa, lo más enérgica, lo más pacífica, pues si apartamos nuestra mirada de Él por un momento, y la dirigimos a nosotros mismos, al instante estas excelentes disposiciones caerán en algún extremo o error. La caridad se conviente en super-facilidad, la santidad es infectada de orgullo espiritual, el celo degenera en ferocidad, la actividad devora el espíritu de oración, la esperanza llega al colmo de la presunción.

(Parochial and Plain Sermons, vol. II, p. 23).

 


“En María los destinos del mundo cambiaron, y fue triturada la cabeza de la serpiente… en ella la maldición pronunciada contra Eva se convirtió en una bendición.”

(Parochial and Plain Sermons, vol. II, pp. 128-129; 1832).


“Es de sentido común que quien no se haya acostumbrado al lenguaje del cielo no estará preparado para habitar en él. Es un caso parecido al de los diversos modos de hablar en este mundo: distinguimos perfectamente a un extranjero de un nativo…; igualmente, el hábito de rezar, la práctica de ponerse de cara a Dios y al mundo invisible en cada momento, lugar y situación, dejando ahora a un lado su efecto sobrenatural de hacernos permanecer en Dios, tiene lo que podríamos llamar un efecto natural: espiritualizar y elevar el alma. La persona ya no es la que era antes; gradualmente, de una forma imperceptible para ella misma, ha sido introducida en un conjunto de realidades que no conocía y ha asumido unos principios nuevos.”

(Parochial and Plain Sermons, vol. IV, pp. 229-230).


“Otro año se abre ahora ante nosotros. Habla al que piensa y lo escuchan aquellos que tienen oídos expectantes, y vigilan esperando la llegada de Cristo. El año anterior ya se fue, murió, yace en la tumba del tiempo pasado, no sin embargo para decaer y ser olvidado, sino guardado en la mirada omnisciente de Dios.”

(Parochial and Plain Sermons, VII, 9 – 1º de enero de 1832).


“En verdad no somos llamados solamente una vez, sino muchas: Cristo nos está llamando a lo largo de toda nuestra vida.

Nos llamó primero en el bautismo, pero después también. Obedezcamos su voz o no, nos llama bondadosamente aún. Si caemos después del bautismo, nos llama al arrepentimiento. Si nos esforzamos por completar nuestro llamado, Él nos llama a continuar de gracia en gracia, de santidad en santidad, mientras nos es dada la vida. Abraham fue llamado desde su casa, Pedro desde sus redes, Mateo desde su oficio, Eliseo desde su granja, Natanael desde su retiro.

Todos nosotros estamos en vías de ser llamados, constantemente, de una cosa a otra, sin tener lugar de descanso, pero escalando hacia nuestro eterno descanso, y obedeciendo un mandato solamente para tener otro sobre nosotros. Él nos llama una y otra vez, en orden a justificarnos una y otra vez, y más y más, una y otra vez, santificarnos y glorificarnos.

Estaría bien que entendiéramos esto, pero somos lentos en aprender la gran verdad: que Cristo está como caminando entre nosotros, y por Su mano, o Su ojo, o Su voz, mandándonos que lo sigamos. No entendemos que Su llamado es algo que ocurre ahora.”

(Parochial and Plain Sermons, vol. VIII, 2, pp. 23-24).


“Rompe la unidad en un solo punto, y la resquebrajadura se extenderá por todo el cuerpo. Cuando hay una sacudida, la disonancia se extiende por el todo… Ciertamente tenemos abundante evidencia de todas partes, sobre que la división de las Iglesias es la corrupción de los corazones.”

(Sermons bearing on subjects of the day, 133; 4-06-1843).


“¿Es de admirar que comencemos a predicar a unos hombres por los que Cristo ha muerto y tratemos de convertirlos a Él y a su Iglesia? ¿Hacen falta más razones? ¿Es necesario atribuir motivos humanos a una conducta tan lógica en quienes aceptan el anuncio y los requerimientos del Evangelio? Si estamos convencidos de que el Redentor ha derramado su Sangre por todos los hombres, es una consecuencia normal que nosotros, sus siervos, hermanos y sacerdotes, no queramos que esa Sangre se derrame inútilmente, se malgaste, por así decirlo, respecto a vosotros, y busquemos haceros partícipes de los beneficios que nosotros mismos hemos recibido. No es razonable que se nos llame vanidosos, inquietos, ávidos de influencia, resentidos, parciales o nombres parecidos, cuando a la vista está el motivo mucho más poderoso y decisivo que explica nuestro celo. ¿Existe mayor incentivo para predicar que la creencia firme de que se anuncia la verdad?”

(Discourses to Mixed Congregations, I).


(Continuará).