ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de septiembre de 2010

Santa Sede

El alma de Occidente sigue siendo cristiana, afirma el Papa

Publicado el programa de la visita del Papa a Palermo

Llamamiento del Papa a la oración por el diálogo con los ortodoxos

La Santa Sede, a favor de la energía nuclear con fines pacíficos

El cardenal Cordes celebra el centenario de las “Catholic Charities USA”

Mundo

Celebrada la Jornada internacional de oración por la paz

“Cristianos y musulmanes deben colaborar en la construcción de Nigeria”

Entrevistas

Francia se prepara para hacer un “punto de la situación” del cristianismo

Foro

Benedicto XVI en el Reino Unido: Audaz y triunfante

Dios, el Rey y el Juicio de Tomás Moro

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: he hablado al corazón de todos los ingleses


Santa Sede


El alma de Occidente sigue siendo cristiana, afirma el Papa
Recomienda a los fieles que conozcan la obra de Newman
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- “Este viaje apostólico ha confirmado en mí una convicción profunda: las antiguas naciones de Europa tienen un alma cristiana, que constituye una unidad con el 'genio' y la historia de los respectivos pueblos”.

Por ello, la Iglesia “no deja de trabajar para mantener continuamente en pie esta tradición espiritual y cultural”.

Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro, adonde acudió desde el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.

Como es tradicional en este pontificado, Benedicto XVI quiso dedicar la primera audiencia general después del viaje apostólico a reflexionar sobre éste con los fieles y a expresar sus propias impresiones.

En una larga intervención, el Papa fue desgranando uno a uno los momentos del viaje, comenzando por el encuentro con la Reina Isabel II y el Duque de Edimburgo, en el palacio escocés de Holyroodhouse, y terminando con la beatificación del cardenal Newman, en el Cofton Park de Birmingham.

Este viaje “ha sido una visita oficial y, al mismo tiempo, una peregrinación al corazón de la historia y del hoy de un pueblo rico de cultura y de fe, como lo es el británico”, explicó.

El Papa subrayó que se ha tratado “de un acontecimiento histórico, que ha marcado una nueva fase importante en la larga y compleja historia de las relaciones entre esas poblaciones y la Santa Sede”.

En esta visita “quise sostener en primer lugar a la comunidad católica, animándola a trabajar sin descanso para defender las verdades morales inmutables que, retomadas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, están a la base de una sociedad verdaderamente humana, justa y libre”.

El Pontífice subrayó también que su intención ha sido “hablar al corazón de todos los habitantes del Reino Unido, sin excluir a nadie, de la verdadera realidad del hombre, de sus necesidades más profundas, de su destino último”.

“Al dirigirme a los ciudadanos de ese país, encrucijada de la cultura y de la economía mundial, tuve presente a todo Occidente, dialogando con las razones de esta civilización y comunicando la perenne novedad del Evangelio, de la que ésta está impregnada”.

De hecho, constató el Papa, la herencia cristiana “es aún fuerte e incluso activa en todos los estratos de la vida social”.

“El corazón de los británicos y su existencia están abiertos a la realidad de Dios y hay numerosas expresiones de religiosidad que esta visita mía ha puesto aún más en evidencia”, reiteró.

En estas cuatro jornadas, que calificó de “intensas y bellísimas jornadas”, el Papa subrayó que tuvo “la gran alegría de hablar al corazón de los habitantes del Reino Unido, y ellos han hablado al mío, especialmente con su presencia y con el testimonio de su fe”.

Descubriendo a Newman

Como el propio pontífice explicó a los presentes, el momento principal de su viaje fue la beatificación del cardenal Newman, “ uno de los ingleses más grandes de los tiempos recientes, insigne teólogo y hombre de Iglesia”.

“Este impresionante acontecimiento ha puesto aún más de relieve a un erudito de gran talla, un insigne escritor y poeta, un sabio hombre de Dios, cuyo pensamiento iluminó muchas conciencias y que aún hoy ejerce una fascinación extraordinaria”.

El Papa auguró que los católicos ingleses se inspiren en Newman “para que también en nuestros días esa noble tierra siga produciendo frutos abundantes de vida evangélica”.

“A la multitud de los fieles, especialmente los jóvenes, quise volver a proponer la luminosa figura del cardenal Newman, intelectual y creyente, cuyo mensaje espiritual se puede resumir en el testimonio de que el camino del conocimiento no es cerrazón en el propio “yo”, sino que es apertura, conversión y obediencia a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida”.

“El beato John Henry Newman, cuya figura y escritor conservan aún una actualidad extraordinaria, merece ser conocido por todos”, añadió el Papa.

Momentos significativos

De todas los encuentros celebrados, de los que el Papa aseguró que guarda un “recuerdo imborrable”, destacó su discurso en Westminster Hall ante los representantes políticos y civiles británicos, así como el encuentro con los representantes de la Iglesia de Inglaterra.

Del primero, destacó la importancia de haber podido decir, en un “tan prestigioso”, que la religión, “para los legisladores, no debe representar un problema que resolver, sino un factor que contribuye de forma vital al camino histórico y al debate público de la nación, en particular al recordar la importancia esencial del fundamento ético para las decisiones en los diversos sectores de la vida social”.

Por otro lado, Benedicto XVI concedió gran importancia a su encuentro privado con el Arzobispo de Canterbury, el cual supuso “la ocasión para reafirmar el compromiso común de dar testimonio del mensaje cristiano que une a católicos y anglicanos”, y a las vísperas en la Abadía de Westminster.

“Por primera vez un Sucesor de Pedro en el lugar de culto símbolo de las antiquísimas raíces cristianas del país”, afirmó.

“El rezo de la oración de las Vísperas, junto a las diversas comunidades cristianas del Reino Unido, representó un momento importante en las relaciones entre la Comunidad católica y la Comunión anglicana”, especialmente “cuando veneramos juntos la tumba de san Eduardo el confesor, mientras el coro cantaba: Congregavit nos in unum Christi amor”.

El Papa dedicó también un especial recuerdo a los jóvenes y a los niños, que tuvieron mucho que ver con “la atmósfera de fiesta y de alegría” durante su estancia en Gran Bretaña.

Los jóvenes, subrayó el Papa, “demostraron querer ser los protagonistas de una nueva etapa de valiente testimonio, de solidaridad con los hechos, de generoso compromiso al servicio del Evangelio”.

Por último, Benedicto XVI aludió a su encuentro con algunas víctimas de abusos por parte de miembros del clero y de religiosos.

“Fue un momento intenso de conmoción y de oración. Poco después, me encontré también con un grupo de profesionales y voluntarios responsables de la protección de los niños y de los jóvenes en los ambientes eclesiales, un aspecto particularmente importante y presente en el compromiso pastoral de la Iglesia”, concluyó.



 

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Publicado el programa de la visita del Papa a Palermo
El próximo 3 de octubre, para el encuentro regional de familias y jóvenes
ROMA, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha publicado hoy miércoles el programa detallado de la visita pastoral que Benedicto XVI realizará el próximo domingo 3 de octubre a Palermo (Sicilia), con ocasión del encuentro eclesial regional de familias y jóvenes.

El Papa partirá a las 8:15 en avión, desde el aeropuerto de Roma Ciampino, y aterrizará una hora después en el aeropuerto palermitano “Falcone e Borsellino”. A las 10 está previsto el saludo a la ciudad en el Foro Itálico de Palermo, donde a las 10:30 el Pontífice presidirá la Misa concluida por el rezo del Ángelus.

Tras la comida con los obispos de Sicilia, Benedicto XVI se encontrará a las 17 horas con los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los seminaristas en la catedral, y después – a las 18 horas – será el turno del encuentro con los jóvenes en la plaza Politeama. Concluidos los actos, a las 19:15 el avión papal volverá a Roma Ciampino, previsiblemente a las 20:45.

En un comunicado, los obispos de Sicilia hacen saber que “se quiere dar a conocer de esta tierra al Sucesor de Pedro no sólo su historia, sino también el actual compromiso de las dieciocho diócesis para la construcción del Reino de Dios y para un servicio concreto a favor del hombre, arraigado en el tejido vital del entero territorio de la Isla”.

Respecto a la pastoral de familias y jóvenes, prosigue el comunicado, “las Iglesias de Sicilia están ya fuertemente comprometidas en reafirmar la dignidad y el valor único e insustituible de la familia, fundada en el matrimonio y abierta a la vida”.

También lo están en cuanto a “la suerte de las jóvenes generaciones, a menudo dejadas a merced de sí mismas y necesitadas de una atención educativa específica”.

“Los obispos, interpretando las esperanzas de los fieles de las Iglesias de Sicilia, son claramente conscientes de que la Visita del Santo Padre y su luminosa enseñanza podrán ayudar a dar un empuje misionero renovado a las comunidades cristianas”.

La visita del Papa contribuirá a impulsar “la dura tarea de la evangelización y de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, en un tiempo tan complejo y difícil, en el que los propios creyentes sienten fuertemente la necesidad de ser confirmados en su fe para renovar con gozo su testimonio del Señor resucitado”.

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Llamamiento del Papa a la oración por el diálogo con los ortodoxos
Estos días se reúne la comisión mixta que debate sobre la cuestión del primado

 

 

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI hizo hoy un llamamiento a todos los fieles católicos a que recen por el éxito del diálogo entre católicos y ortodoxos, que en estos días entra en una nueva e importante fase.

Esta semana tiene lugar en Viena (Austria) la reunión plenaria de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto, una reunión que lleva preparándose desde hace tiempo.

“El tema de la actual fase de estudio es el papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia universal, con particular referencia al primer milenio de la historia cristiana”, recordó el Papa.

“La obediencia a la voluntad del Señor Jesús, y la consideración de los grandes desafíos que hoy se presentan ante el cristianismo, nos obligan a comprometernos seriamente en la causa del restablecimiento de la plena comunión entre las Iglesias”.

El Papa exhorta a todos a “rezar intensamente por los trabajos de la Comisión y por un continuo desarrollo y consolidación de la paz entre los bautizados, para que podamos dar al mundo un testimonio evangélico cada vez más auténtico".

Como informó ZENIT el pasado martes 21 de septiembre, la Comisión está buscando una lectura común de los hechos históricos y de los testimonios relativos al primado petrino en el primer milenio con el fin de lograr una deseable y posible interpretación compartida.

La convergencia en la interpretación histórica del primado petrino en el primer milenio podría ayudar a hacer avanzar el diálogo entre los católicos y los ortodoxos sobre el tema central que los separa: el ejercicio del primado del Papa.

De hecho, la esperada sesión, que se está celebrando del 20 al 27 de septiembre, aborda por segunda vez este tema, que también centró el anterior encuentro de la Comisión mixta, celebrado en Chipre en 2009.

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La Santa Sede, a favor de la energía nuclear con fines pacíficos
Monseñor Balestrero interviene en la 54ª Conferencia General de la AIEA
VIENNA, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede cree que la “aplicación pacífica de las técnicas nucleares” puede generar “muchos beneficios”, y anima a trabajar en este campo.

Así lo afirmó monseñor Ettore Balestrero, subsecretario vaticano para las relaciones con los Estados, interviniendo ayer martes en Viena (Austria) durante la 54ª Conferencia General de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA).

“Desde su fundación, la AIEA ha sido un punto de referencia insustituible para la cooperación internacional en el uso de la energía nuclear con fines pacíficos y para el desarrollo humano integral”, afirmó el prelado.

El programa de Cooperación técnica de la Agencia, reconoció, es “uno de los instrumntos principales para la transferencia de la ciencia y de la tecnología nucleares a los stados miembros para promover el desarrollo integral, social y económico”.

Las iniciativas de la AIEA, “en cuando modeladas sobre las necesidades de los Estados destinatarios y de sus interlocutores en el contexto de las prioridades nacionales, contibuyen a combatir la pobreza y por tanto a una solución más pacífica de los graves problemas que la humanidad debe afrontar”.

Este uso pacífico “puede aportar, de muchas formas, una contribución significativa a la respuesta ante los problemas más urgentes, por ejemplo la gestión de las provisiones de agua potable, la producción de cultivos que den una mejor cosecha o que tengan una mayor tolerancia a la sal en los climas áridos, la eliminación no peligrosa para el ambiente de parásitos que transmiten enfermdades”.

“Entre otras cosas, estas aplicaciones se pueden utilizar de modo eficaz en el estudio de la desnutrición de los niños y en el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades”, añadió.

En este contexto, mencionó en particular el papel de los radionucleidos usados en el diagnóstico y en la curación de enfermedades malignas.

“La radioterapia es uno de los tratamientos fundamentales del cáncer, y más del 50% de los pacientes afectados por esta enfermedad se beneficiaría de esta terapia, usada tanto sola como con quimioterapia y cirugía”.

“Sin embargo, en el mundo en vías de desarrollo, más de la mitad de los pacientes afectados por cáncer no tendrá acceso a la radioterapia a causa de la falta de aparatos adecuados y de personal suficientemente formado con experiencia en medicina clínica y en fisiatría”.

La Santa Sede aprecia “los esfuerzos de la AIEA y de sus interlocutores para la planificación y el progreso de los programas de control del cáncer”, y anima a este organismo “a proseguir y reforzar todas sus importantísimas actividades”.

No a las armas

En su discurso, monseñor Balestrero subrayó que la AIEA debe también comprometerse en reducir la amenaza contra la humanidad que suponen las armas nucleares”.

“La Santa Sede está convencida de que la AIEA puede mirar con satisfacción a lo que ha conseguido desde su fundación, en base a los tres pilares de su mandato: tecnología, seguridad y verificación. Con todo, aún quedan muchos desafíos por afrontar”, afirmó.

Para la Santa Sede, el Tratado de No Proliferación (TPN) es la “piedra angular del régimen global de no proliferación nuclear, la base para perseguir el desarme nuclear, y un importante elemento para el ulterior desarrollo de las aplicaciones de la energía nuclear con fines pacíficos”.

“Dado que el TPN es el único instrumento legal multilateral disponible dirigido a un mundo libre de armas nucleares, no hay que permitir nunca que se debilite”.

De la misma forma, monseñor Balestrero exhortó a promover zonas libres de armas nucleares, sobre todo en Oriente Medio, pues “son el mejor ejemplo de la confianza, de la convicción y de la afirmación de que la paz y la seguridad son posibles sin la posesión de armas nucleares”, constató.

“La humanidad merece no menos que la total cooperación de todos los Estados sobre este importante argumento. Cada elemento del programa de no proliferación y de desarme debe basarse en los principios del valor preeminente e innato de la dignidad humana y de la centralidad de la persona humana, que constituyen la base del derecho humanitario internacional”.

El prelado recordó al respecto una frase del papa Juan Pablo II sobre el concepto de “ecología humana”, “que es otro requisito del desarrollo sostenible”: “Mientras que hay justa preocupación por preservar los 'habitat' naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, hay poco empeño por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica 'ecología humana'”.

“Benedicto XVI ha desarrollado esta afirmación diciendo que cuando la ecología humana es respetada dentro de la sociedad, también la ecología ambiental saca beneficio... el libro de la naturaleza es único, sea respecto al medio ambiente como a la ética personal, familiar y social”, añadió monseñor Balestrero.

“De esta forma – concluyó – la Santa Sede considera, e invita también a los demás a considerar, la contribución de la AIEA a la paz, la salud y la prosperidad”.

Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez


 

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El cardenal Cordes celebra el centenario de las “Catholic Charities USA”
 
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Con ocasión del centésimo aniversario de la fundación de Catholic Charities USA, el cardenal Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, tendrá una intervención oficial en el encuentro programado en Washington D.C. del 25 al 29 de septiembre.

Así lo afirma un comunicado de la Santa Sede, según el cual el cardenal reflexionará sobre “el arraigo en la fe del compromiso caritativo de la Iglesia y sobre la necesidad de promover la identidad propia de las organizaciones eclesiales, como subraya la primera encíclica del Papa Benedicto XVI, Deus caritas est”.

Catholic Charities USA, con más de 1.700 agencias e instituciones que operan a nivel diocesano, ofrece cada año “un apoyo vital” a más de 9 millones de personas “pertenecientes a cualquier contexto religioso, social y economico”, recuerda la Santa Sede.

En una carta enviada al cardenal Cordes a través del Secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, el Papa Benedicto XVI “augura que el presente aniversario sea ocasión propicia para dar gracias al Dios Omnipotente de haber podido recoger, como mies abundante, generosidad, solidaridad y obras buenas”.

De la misma forma, el Papa anima al personal caritativo a “vivir el propio trabajo como testimonio tangible de la fe en Cristo”.

El calendario de la visita prevé la participación del cardenal Cordes en encuentros y conferencias sobre temas de la caridad, de la doctrina social y del sacerdocio en las archidiócesis de Nueva York y de Newark, y en las diócesis de la Provincia Eclesiástica de Connecticut.



 

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Mundo


Celebrada la Jornada internacional de oración por la paz
La tarea de las Iglesias africanas
NAIROBI, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).– Las Iglesias y comunidades de todo el mundo celebraron este martes 21 de septiembre la Jornada internacional de la paz a través de la oración, la meditación y otras formas de celebración espiritual.

Esta Jornada internacional de oración por la paz, que coincide con la Jornada internacional de la paz de las Naciones Unidas, incide este año en África y el trabajo realizado por las Iglesias locales en el continente “a favor de la paz dentro y entre las diversas comunidades”, destaca un comunicado del Consejo Ecuménico de las Iglesias (WCC), patrocinador de esta Jornada.

El WCC recuerda que esta Jornada de oración es una iniciativa de la Década “vencer la violencia”, lanzada en 2004 tras un encuentro entre representantes del WCC y de la ONU.

Desde entonces, las Iglesias están llamadas a rezar por la paz y a organizar vigilias y momentos de adoración, así como a rezar especialmente por las Iglesias de la región en la que se incide cada año de esta década.

El objetivo, destaca el WCC, es “trasladar la edificación de la paz de la periferia al centro de la vida y del testimonio de la Iglesia, para cimentar alianzas más fuertes y para favorecer la comprensión entre las Iglesias, las redes y los movimientos que trabajan en una cultura de paz por la paz”.

Responsables de Iglesias africanas y el secretario general del WCC se encontraron en Nairobi (Kenia) para celebrar esta Jornada en la oración y la adoración.

Los cristianos y las Iglesias fueron invitados a “rezar y prestar una atención especial a los proyectos de paz en África”.

Uno de los proyectos africanos al respecto es el de las “Aldeas de paz”, en Uganda, que busca promover la curación de comunidades marcadas por los conflictos, los traumas y el sufrimiento.

También se pidieron oraciones por otras iniciativas como el Proyecto de edificación de la paz y de resolución de conflictos de la juventud de la Iglesia presbiteriana de Ghana, con el que los jóvenes de la Iglesia reciben formación para aportar a otros jóvenes habilidades para la resolución de conflictos y la edificación de la paz.

En la Jornada internacional de la paz, adoptada por la ONU en 1981, los conflictos armados deben detenerse.

Es un día en el que cada uno está invitado a comprometerse o a renovar su compromiso a favor de la no-violencia y de la resolución pacífica de las disputas.

Este año, la Jornada incide en la juventud y el desarrollo, con el lema Paz=futuro

En Nueva York, un pequeño grupo representante de una gran diversidad de convicciones religiosas y tradiciones espirituales, en colaboración con otras personas y grupos del mismo tipo, invitaron, este 21 de septiembre a una “gran vigilia mundial” en todos los lugares de culto y de recogimiento.

Con estos actos intentaron “mostrar la fuerza de la oración y de otras formas de recogimiento en la promoción de la paz y la prevención de los conflictos armados”.


Más información: www.oikoumene.org; www.vaincrelaviolence.org


 

[Por Isabelle Cousturié, traducción del francés por Patricia Navas]

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“Cristianos y musulmanes deben colaborar en la construcción de Nigeria”
La conferencia episcopal denuncia los males que aquejan al país

IJEBU-ODE, miércoles, 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- En un mensaje publicado con motivo de los 50 años de la independencia nacional, los obispos de Nigeria han denunciado la situación del país y piden a los fieles de todas las religiones que colaboren para crear una realidad justa y solidaria.

En el texto, los prelados dan gracias a Dios “por Su fidelidad hacia nosotros los nigerianos”, “porque Nigeria todavía es una única nación, a pesar de los diversos conflictos y desórdenes que han empañado nuestra historia”.

El mensaje, enviado a Fides, se titula Nigeria a los 50: hacia una nación justa y próspera y ha sido publicado al término de la II Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Nigeriana, celebrada en Ijebu-Ode del 11 al 18 de septiembre.

En el documento, los obispos agradecen a Dios las riquezas naturales del país y los progresos de los últimos 50 años en el ámbito político y social, aunque destacando que los dones divinos no siempre han sido aprovechados de la mejor manera.

“Mientras Dios nos ha bendecido con recursos abundantes, éstos no han sido desarrollados suficientemente en este periodo, y mucho menos tomados en beneficio de todos los nigerianos”, observan.

“Nuestros recursos son constantemente disipados a través de actos de injusticia, sobornos y corrupción, con el resultado de que muchos de nuestros conciudadanos son ignorantes y están hambrientos, enfermos e indefensos. Nuestros sistemas educativo y sanitario, en el mejor de los casos cojean, nuestros caminos y carreteras están colapsados, el suministro eléctrico es epiléptico y el desempleo va en aumento”.

Los obispos piden una reforma de la policía, también para acabar con la corrupción rampante entre los policías, y una amnistía, porque demasiados detenidos están a la espera de juicio y algunos de ellos han pasado en la cárcel más años de los que hubieran tenido que pasar en caso de condena.

En este contexto, los obispos nigerianos invocan el patriotismo como capacidad de unir a todos los nigerianos por el bien común.

“Los cristianos y los musulmanes deben colaborar en la construcción de la nación si han asimilado los valores positivos de su fe, como el amor, la compasión, la justicia y la paz”, destacan.

“Es responsabilidad constitucional del Gobierno intervenir en los estados donde se impide el derecho a erigir lugares para el culto religioso”, añaden.

De cara a las elecciones presidenciales del año que viene, los prelados exhortan finalmente a los electores a registrarse y piden que superen las divisiones étnicas, religiosas y de género para que el voto sea verdaderamente libre y democrático.


 

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Entrevistas


Francia se prepara para hacer un “punto de la situación” del cristianismo
Lille acogerá los Estados Generales del cristianismo
LILLE, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Los primeros Estados Generales del cristianismo tendrán lugar en la ciudad francesa de Lille los próximos días 23, 24 y 25 de septiembre.

Se trata de un proyecto sencillo, pero un poco loco: reunir a miles de participantes y a un centenar de ponentes en torno a la cuestión ¿Nuestra época necesita a Dios?.

Publicamos a continuación una entrevista a Jean-Pierre Denis, director de la redacción del semanario La Vie, en la iniciativa del evento.

- ¿Por qué organiza usted estos Estados Generales del cristianismo?

Jean Pierre Denis: Desde la larga secuencia del caso Williamson hasta el debate sobre la pedofilia, nos ha parecido indispensable mostrar que el cristianismo es algo más que polémicas estériles.

El mensaje del cristianismo es muy importante para nuestra sociedad y hay que hacer todo lo posible para que pueda escucharse.

Además, he conocido últimamente a numerosas personas y he constatado que muchas de ellas están interesadas en hablar del cristianismo.

La época llama a un verdadero ecumenismo, es decir, un diálogo con los que no necesariamente están de acuerdo con nosotros.

Necesitamos un estado de la cuestión del lugar del cristianismo, sin negar nuestras identidades y nuestras conviciones.

La crisis del cristianismo es innegable y al mismo tiempo hay una verdadera expectativa espiritual en nuestra sociedad.

Hay que aprovechar estos dos extremos para mostrar un mensaje positivo. Finalmente, demasiado a menudo nos quedamos en debates de culto o de sacristía, mientras se nos reclama sobre cuestiones sociales abordadas sin tabúes.
 

- ¿Es urgente plantear la cuestión del lugar del cristianismo?
 

Jean Pierre Denis: Sí, es urgente. La sociedad está hoy descristianizada. Acepta el mensaje cuando se adapta a su opinión, pero si no, encuentra a la Iglesia moralizante, cursi y fuera de lugar.

Creo que el cristianismo es la piedra en el zapato, la única contra-cultura crítica e imaginativa. El mensaje cristiano es una novedad para la sociedad, un radicalismo provocador.

Además, yo publico estos días un libro titulado Pourquoi le christianisme fait scandale? (¿Por qué el cristianismo escandaliza?, n.d.t.).

Al mismo tiempo, hay en la sociedad descristianizada un renovado interés por lo espiritual.

- ¿Qué diferencia hay entre cristianismo y cristiandad, entre un cristianismo defensivo y un cristianismo radiante?

Jean Pierre Denis: La palabra “cristiandad” remite a un pasado en el que el cristianismo era dominante y daba forma a la cultura. A veces es una nostalgia que enferma y de la que hay que salir.

El cristianismo radiante se encarna en el mundo sin ser del mundo. Cuando se testimonia sin arrogancia la propia fe, interesa.

Esto es nuevo y muy prometedor en nuestra sociedad: hemos salido de una época en la que podíamos salir a la conquista, declarando “yo tengo la verdad”. Ahora, hay que decir en qué creemos.

- Las personalidades invitadas tienen posturas muy diversas, hay algunos católicos que no siempre siguen el magisterio de la Iglesia. ¿Por qué?
 

Jean Pierre Denis: Las divisiones existen siempre: si no estamos de acuerdo entre nosotros, ¡hablemos! Olvidemos nuestras pequeñas excomuniones recíprocas. La época nos llama al diálogo.

Yo no he pedido a los ponentes que me digan de antemano lo que van a decir, no les he pedido al entrar certificados de buen pensamiento o diplomas de Teología.

Así, Christine Pedotti, de la conferencia de bautizados/as de Francia, debatirá con el abad Vincent Ribeton, de la Fraternidad de San Pedro.

No se excluirá ninguna sensibilidad. Habrá también no cristianos y tenemos el apoyo de la Universidad Católica de Lille y del obispo monseñor Ulrich, sin el cual los Estados Generales no se celebrarían.

- Uno de los debates se titula Cambiar la Iglesia, sí, pero ¿en qué sentido?. ¿Cree que la Iglesia debe cambiar?


 

Jean Pierre Denis: Los fundamentos no cambian, la Iglesia siempre está en movimiento y la tradición, viva.

Se trata, entonces, de distinguir lo que es fundamental y no debe cambiar de lo que evoluciona y puede mejorarse. Yo no tengo la conclusión, la aventura está en marcha.
 

- La última sesión plenaria trató la cuestión de la evangelización. ¿Por qué es una cuestión importante?
 

Jean Pierre Denis: Desde los orígenes del cristianismo, el anuncio es lo que nos hace vivir. La evangelización es, por tanto, una cuestión fundamental para la Iglesia y para la sociedad.

Pero hay muchos debates tras esta palabra. Primer debate: ¿se necesita una evangelización explícita? Todo el mundo está de acuerdo actualmente en decir que es necesario un anuncio de la fe.

Segundo debate: ¿cuáles son los contenidos de la evangelización y cómo hay que proceder? Hay numerosos métodos: estarán presentes los responsables de los Cursos Alpha, los Scouts de Francia y los protestantes evangélicos.

- Su periódico habla cada vez más de evangelización. ¿Es por un propósito fijado?
 

Jean Pierre Denis: ¡Sí, claramente! Los cristianos están dispuestos a anunciar el Evangelio desde los orígenes de la Iglesia, esto me parece una evidencia.

Pero la evangelización no es monopolio de los movimientos que responden a la llamada de la nueva evangelización, por ejemplo la Acción Católica.

Hay enfoques diferentes: la oposición entre las distintas sensibilidades está superada. Se juzga mal a menudo a los cristianos con más sensibilidad social cuando se piensa que no tienen esta preocupación.

El “orgullo católico” no es la única evangelización, toda misión supone una cierta forma de humildad.

- ¿Qué lugar tendrá la oración en estos Estados Generales?

Jean Pierre Denis: Los Estados Generales no son un coloquio, sino un encuentro. Reunirse sin Dios sería una lástima, de manera que la oración estará presente todo el tiempo.

Habrá una noche entera de oración, para todas las sensibilidades. Los monjes trapenses de Mont-des-Cats celebrarán excepcionalmente el oficio de la noche con nosotros.

Habrá un tiempo de adoración animado por Juventud 2000, una alabanza con la Comunidad del Emmanuel y después Taizé, el Camino Neocatecumenal, Coexister, las hermanas cistercienses bernardas de San Andrés, el coro ortodoxo de la parroquia de San Nicolás de Lille,...

Acabaremos estas jornadas con una celebración ecuménica con el vicepresidente de la conferencia episcopal de Francia y su homólogo ortodoxo.

Me atrevo a decir que, más allá de las palabras, esta dimensión de comunión, este momento de oración en común, será un momento histórico para la Iglesia en Francia.

Creo que no hay compromiso sin espiritualidad ni espiritualidad sin compromiso. La oración permite que se crucen las dimensionesn horizontal y vertical del cristianismo.

[Entrevista realizada por Jean-Baptiste Maillard, traducción del francés por Patricia Navas]

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Foro


Benedicto XVI en el Reino Unido: Audaz y triunfante
El Gobierno y el Vaticano destacan el éxito de la visita de Estado
Por Edward Pentin

LONDRES, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La visita de Estado de cuatro días de Benedicto XVI a Gran Bretaña desafió a los agoreros y a la publicidad negativa que lo precedió, y acabó con unas 500.000 personas en Escocia e Inglaterra, además de los muchos otros que escucharon sus mensajes en los medios de comunicación y por internet.

Tanto el Gobierno como el Vaticano estuvieron encantados con lo bien que fue todo. El portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, dijo que fue una “visita maravillosa” y, sobre todo, un “éxito espiritual”.

El número de partidarios que lo aclamaban fue mucho mayor que los grupos que protestaron (200.000 en las calles de Londres el sábado frente a los alrededor de cinco mil manifestantes que participaron en la marcha ese día), pero el Vaticano no juzga el éxito por los números. El padre Lombardi dijo que el Papa sintió que fue un éxito porque “muchas, muchas personas escucharon con profundo interés lo que él tenía que decirles”.

La prensa británica, una parte de la cual ha sido extremadamente hostil a la visita, dio un veredicto casi unánime que no podía haber sido mejor para la Iglesia. El Daily Mail describió la visita como “triunfante”, añadiendo que “la última noche, los manifestantes parecían derrotados, con objetores famosos virtualmente silenciosos y manifestaciones contra la visita acalladas y menos numerosas”.

Benedicto XVI empezó su viaje hablándole a la reina Isabel II de sus preocupaciones por las “formas agresivas de secularismo”, pero lo acabó con un mensaje de esperanza: Los británicos, dijo, tienen una “sed profunda” del mensaje del cristianismo, incluso si el país se ha convertido en un “entorno altamente secularizado”. Alertó constantemente de los excesos del secularismo y los peligros del “ateísmo extremista”, pero recordando al país sus profundas raíces cristianas, de las que tanto bien ha alcanzado su pueblo a lo largo de la historia.
 

El Primer Ministro británico, David Cameron, destacó en su discurso de despedida que los mensajes que Benedicto entregó al país le hicieron “sentarse y reflexionar”. Dio firmes garantías de que la fe “ha sido y siempre será” parte de la estructura de la sociedad británica.

Convenció
 

Un factor importante del éxito de la visita fue la oportunidad para los británicos de ver lo que el Papa es en realidad, en contraposición a la imagen inventada por sus medios de comunicación. Les conquistó su timidez, su profunda humildad e inocencia como de niño, como muchos en el Vaticano habían predicho. Pero también quedaron impresionados por su valentía y su voluntad de decir lo que piensa.

“Fue una visita mucho más exitosa que lo que la jerarquía católica romana podía esperar”, escribió el comentarista inglés Stepehen Glover. “El Papa habló al alma de nuestro país, afirmando las verdades morales eternas que nuestros líderes políticos y religiosos prefieren evitar normalmente. Esencialmente, nos ha estado pidiendo que examinemos qué tipo de país queremos ser”.

Y quizás más que en cualquier otra visita papal, trató con comprensión el escándalo de los abusos sexuales, primero refiriéndose a su “conmoción” y “tristeza” por el hecho de que sacerdotes hubieran abusado de niños, después expresando su “profundo pesar” por el “crimen indescriptible” de pedofilia por el clero, y finalmente encontrándose con cinco británicos que habían sufrido este tipo de abusos. También abogó por mejores medidas de seguridad para los niños en las escuelas e instó a la Iglesia en Gran Bretaña, que en la década pasada ha manejado bien el escándalo, a compartir su experiencia.

Ésta fue una visita verdaderamente histórica diseñada para ayudar a llevar reconciliación entre la Iglesia y el Estado y entre católicos y anglicanos. La mitad de todos los parlamentarios del país acudió al discurso del Papa en Westminster Hall, donde santo Tomás Moro, el patrón de los políticos, fue juzgado y condenado en 1535. El Santo Padre expresó su preocupación por la “marginación” de la religión en la sociedad, recordándoles que la religión no es un problema que los legisladores deban resolver, sino un “aporte vital” al debate nacional.

Nuevo capítulo

Con la Iglesia de Inglaterra, los intercambios fueron muy amistosos, a pesar de que últimamente las relaciones habían alcanzado su punto más bajo. El Papa también llegó a los líderes interreligiosos y captó a los profesores y a los jóvenes, instando a éstos últimos a no seguir una cultura de la fama sino a entrar en relación con Dios y buscar la santidad.

También habló desde el corazón a las personas mayores, destacando la importancia de la vida desde la concepción hasta la muerte natural y diciéndoles que las vidas más largas ofrecen una oportunidad de recordar en la oración a aquellos “a quienes hemos querido en esta vida”.
 

El Papa llamó al cardenal John Henry Newman, el teólogo del siglo XIX que fue a Inglaterra a beatificar, “gran hijo de Inglaterra”, recordando cómo mostró su compasión sacerdotal a los pobres, los débiles y los encarcelados.

La visita fue también una primicia histórica, que sobre todo significó un nuevo capítulo para la Iglesia en este país históricamente protestante, en el que finalmente se trazó una línea sobre las disputas sectarias y sangrientas del pasado.

El tema de debate sigue siendo cómo afectará esta visita al país a largo plazo. El cardenal Keith Patrick O'Brien, arzobispo de St. Andrews y Edimburgo, ha hablado de un “rebote Benedicto” y de un esperado crecimiento de vocaciones.

Pero para los laicos católicos y los británicos que valoran la enseñanza de la Iglesia y los principios cristianos -por supuesto, mucho más de lo que los medios de comunicación tienden a transmitir-, la visita del Santo Padre ha sido un estímulo muy necesitado y muy bienvenido tras años de invasiva intolerancia secularista.

[Traducción del inglés por Patricia Navas]

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Dios, el Rey y el Juicio de Tomás Moro
Comentario al discurso del Papa ante el Parlamento británico
Por William Newton

TRUMAU, Austria, 22 septiembre 2010 (ZENIT.org).- Es conocido el dicho de Mark Twain de que la historia no se repite, pero a veces rima. El pasado viernes, en Westminster Hall, Londres, se produjo una de estas ocasiones.

En este edificio, en julio de 1535, santo Tomás Moro fue condenado a muerte por traición, al no reconocer la autoridad suprema del soberano temporal, el Rey, sobre la autoridad de la Iglesia y sobre el Papa.

Han tenido que pasar quinientos años para que el viernes de la semana pasada John Bercow, sucesor de santo Tomás Moro como presidente de la Cámara Baja, diera la bienvenida al sucesor del Papa Clemente VII, al dirigirse al Parlamento Británico reunido.

Benedicto era plenamente consciente del significado de la ocasión y no tuvo reparos en recordar a los parlamentarios reunidos lo que estaba en juego en el juicio de santo Tomás Moro. Benedicto señaló que “el dilema que tuvo que afrontar Moro en aquellos difíciles tiempos” fue “la perenne cuestión de la relación entre lo que pertenece al César y lo que es de Dios”.

El objetivo del discurso de Benedicto XVI –y uno de los significados de toda su visita al Reino Unido- era, por consiguiente, “reflexionar… sobre el espacio adecuado de la creencia religiosa dentro del proceso político”.

Benedicto XVI señaló que “los interrogantes fundamentales en juego en el juicio de Moro siguen presentándose hoy” y entre estas cuestiones la más importante es esta: “¿Apelando a qué autoridad se pueden resolver los dilemas morales?”

Moro, y todos los hombres y mujeres de su tiempo en Inglaterra, fueron obligados –bajo pena de muerte- a preguntar y responder a este interrogante: ¿Sobre qué base se puede decidir la cuestión moral del divorcio y el nuevo casamiento? ¿Cuál fue el fundamento de la opinión de quien tenía el poder político (rey Enrique VIII), y en qué se basaban los principios morales perennes, defendidos por la Iglesia?

Fundamentos

Ha cambiado mucho en Inglaterra desde el punto de vista político en los quinientos años que siguieron pero la cuestión permanece: ¿Hay algunas bases éticas de la sociedad civil y política que sencillamente no pueden ser cambiadas por quienes ejercen el poder, incluso si el poder es democrático?

La respuesta de Benedicto XVI es, por supuesto, sí, porque “si los principios morales que sustentan el proceso democrático no se determinan por algo más sólido que el consenso social, la fragilidad del proceso [democrático] se hace demasiado evidente”.

Aquí, sin duda, el Santo Padre piensa, entre otras cosas, en las leyes antivida aprobadas por el Parlamento Británico y otras democracias de recientes décadas, al dictado del “consenso social” pero contrarias al bien verdadero de la sociedad.

Benedicto XVI no mencionó directamente el aborto, la eutanasia y la experimentación con embriones, pero dió otro ejemplo del sacrificio de los fundamentos morales de la sociedad. Refiriéndose a la actual crisis financiera global, recordó a su audiencia que esto demuestra a la sociedad lo que puede esperarse cuando los fundamentos éticos se sacrifican al interés privado y al pragmatismo.

Afirmó que “hay un amplio consenso de que la falta de un sólido fundamento ético en la actividad económica ha contribuído a las graves dificultades [económicas] que experimentan hoy millones de personas en todo el mundo”.

Insistiendo en este punto, recordó a los parlamentarios “uno de los logros especialmente notables del Parlamento británico”, la abolición del comercio de esclavos. El Santo Padre indicó que la campaña que condujo a esta legislación que marcó un hito, se construyó “no sobre el terreno cambiante de la opinión pública” (de hecho la población se mantenía como mucho ambivalente), sino “sobre principios éticos firmes, arraigados en la ley natural” y, se podría añadir, liderados por cristianos dedicados a ello tales como William Wilberforce.

Tras esta afirmación, Benedicto XVI trató sobre la réplica obvia: “¿Dónde se puede encontrar el fundamento ético de las decisiones políticas?”. Respondió señalando que “las normas objetivas que gobiernan la acción correcta son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación”. En contra de las afirmaciones del relativismo, la razón humana puede conocer lo que es verdad y lo que es correcto. Aquí, por supuesto, se refiere a nada menos que la ley natural.

Luz que guía

Por lo tanto, si las normas morales objetivas pueden ser conocidas por la humana razón, incluso sin revelación, ¿cuál es el papel de la religión, y especialmente la fe cristiana, en la sociedad? No consiste, afirmó Benedicto, en suplir estas normas morales y, por supuesto, no en ofrecer un anteproyecto para estructurar la política y la vida económica de un país. Más bien, “ayuda a purificar y arrojar luz sobre la aplicación de la razón para el descubrimiento de principios morales objetivos”.

De acuerdo con esto, es, en muchos casos, un papel “correctivo”, lo que significa que ayuda a guiar a la razón en su búsqueda de normas morales y su concreta aplicación, una guía que se necesita porque el pecado a menudo dificulta a la razón en su búsqueda de la verdad. El Santo Padre advirtió que “sin el correctivo proporcionado por la religión… la razón [también] puede ser presa de distorsiones, como cuando es manipulada por la ideología, o aplicada en un modo parcial que no tiene en cuenta la dignidad de la persona humana”.

Benedicto XVI recordó a su audiencia que “este mal empleo de la razón... fue el que situó el comercio de esclavos en el primer lugar”, cuando este comercio se fundó sobre la negación de principios morales que la sola razón debería haber afirmado, por ejemplo la igualdad de todos los hombres y su inherente dignidad.

El Papa señaló que esta función “correctiva” de la fe y la revelación no es siempre acogida en muchas sociedades democráticas actuales. Admitió que a veces hay buenas razones para ello. Aquí, se refirió al sectarismo y fundamentalismo, que calificó de fe religiosa privada de razón.

La cuestión es que la razón necesita a la fe, y la fe a la razón: “Hay un proceso en dos direcciones”. Siendo este el caso, Benedicto XVI pidió a su audiencia –hombres y mujeres con poder político en el Reino Unido- hacer lo que puedan para asegurar “un diálogo profundo y coninuado” entre “el mundo de la racionalidad secular y el mundo de la fe religiosa” para “el bien de nuestra civilización”.

A la luz de la importancia crítica de este diálogo entre razón y fe, Benedicto XVI dijo que no puede sino “expresar [su] preocupación por la creciente marginación de la religión, especialmente el cristianismo, que se está produciendo” en muchos países, incluído el Reino Unido.

Se refirió también a “signos preocupantes de una falta de aprecio… de los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y de religión”. Aquí, sin duda, pensaba en las recientemente establecidas leyes (llamadas) antidiscriminatorias aprobadas en el Parlamento Británico que, entre otras cosas, dan derechos exagerados a las personas homosexuales (incluyendo el derecho de adopción) a expensas de la libertad religiosa. Las agencias de adopción católicas han sido obligadas a plegarse a esto o cerrar.

Silencio

El Papa señaló también que “hay quienes querrían defender que la voz de la religión sea silenciada, o al menos relegada a la esfera puramente privada”.

Especialmente, hablando al día siguiente, en la vigilia de la beatificación del cardenal John Henry Newman, Benedicto XVI dijo que “Newman describiría el trabajo de su vida como una lucha contra la creciente tendencia a ver la religión como un asunto puramente privado y subjetivo”.

A la luz de esta tendencia “privatizadora”, que el Papa fuera invitado a visitar el Reino Unido por la Reina y su Gobierno (y no por los obispos) –que la visita fuera una visita de Estado- tiene un inmenso significado. Benedicto XVI, de obra y de palabra, pone el acento en la verdad de que las sociedades actuales, incluyendo las modernas democracias, no pueden actuar sin “religión en la plaza pública”.

Santo Tomás Moro, después de todo no fue sino el buen servidor del Rey y mejor de Dios; fue buen servidor del Rey porque lo era mejor de Dios. La comunidad política necesita la influencia del cristianismo para lograr su objetivo.

En la invitación sin precedentes al Santo Padre para dirigirse al Parlamento Británico, algo simplemente inconcebible incluso hace unos pocos años, luce el faro de la esperanza de que el cristianismo pueda seguir siendo una luz guía para la sociedad.

* * *
William Newton es profesor ayudante (MMF) en el Instituto Teológico Internacional, Trumau, Austria, y miembro asociado de facultad en el Instituto Maryvale, Birmingham, Reino Unido.


 

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: he hablado al corazón de todos los ingleses
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro, con los miles de peregrinos procedentes de todo el mundo.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas

Hoy quisiera detenerme a hablar del viaje apostólico en el Reino Unido, que Dios me ha concedido realizar en estos días pasados. Ha sido una visita oficial y, al mismo tiempo, una peregrinación al corazón de la historia y del hoy de un pueblo rico de cultura y de fe, como lo es el británico. Se ha tratado de un acontecimiento histórico, que ha marcado una nueva fase importante en la larga y compleja historia de las relaciones entre esas poblaciones y la Santa Sede. El objetivo principal d la visita era el de proclamar beato al cardenal John Henry Newman, uno de los ingleses más grandes de los tiempos recientes, insigne teólogo y hombre de Iglesia. En efecto, la ceremonia de beatificación representó el momento principal del viaje apostólico, cuyo tema estaba inspirado en el lema de la insignia cardenalicia del beato Newman: “El corazón habla al corazón”. Y en las cuatro intensas y bellísimas jornadas transcurridas en esa noble tierra tuve la gran alegría de hablar al corazón de los habitantes del Reino Unido, y ellos han hablado al mío, especialmente con su presencia y con el testimonio de su fe. Pude de hecho constatar cómo la herencia cristiana es aún fuerte e incluso activa en todos los estratos de la vida social. El corazón de los británicos y su existencia están abiertos a la realidad de Dios y hay numerosas expresiones de religiosidad que esta visita mía ha puesto aún más en evidencia.

Desde el primer día de mi permanencia en el Reino Unido, y durante todo el periodo de mi estancia, he recibido en todas partes una calurosa acogida por parte de las Autoridades, de los representantes de las diversas realidades sociales, de los representantes de las diversas Confesiones religiosas y especialmente de la gente común. Pienso de modo particular en los fieles de la Comunidad católica y en sus Pastores que, aún siendo minoría en el país, son muy apreciados y considerados, comprometidos en el anuncio gozoso de Jesucristo, haciendo resplandecer al Señor y haciéndose su voz especialmente entre los últimos. A todos renuevo la expresión de mi profunda gratitud, por el entusiasmo demostrado y por la encomiable diligencia con la que han trabajado por el éxito de esta visita mía, cuyo recuerdo conservaré para siempre en mi corazón.

La primera cita fue en Edimburgo con Su Majestad la Reina Isabel II, que juntamente con su Consorte, el Duque de Edimburgo, me acogió con gran cortesía en nombre de todo el pueblo británico. Se trató de un encuentro muy cordial, caracterizado por compartir algunas profundas preocupaciones por el bienestar de los pueblos del mundo y por el papel de los valores cristianos en la sociedad. En la histórica capital de Escocia pude admirar las bellezas artísticas, testimonio de una rica tradición y de profundas raíces cristianas. Hice referencia a esto en el discurso a Su Majestad y a las Autoridades presentes, recordando que el mensaje cristiano se ha convertido en parte integrante de la lengua, del pensamiento y de la cultura de los pueblos de esas Islas. Hablé también del papel que Gran Bretaña ha tenido y sigue teniendo en el panorama internacional, mencionando la importancia de los pasos llevados a cabo para una pacificación justa y duradera en Irlanda del Norte.

La atmósfera de fiesta y de alegría creada por los jóvenes y por los niños alegró la etapa de Edimburgo. Al llegar después a Glasgow, ciudad embellecida por encantadores parques, presidí la primera Santa Misa del viaje precisamente en el Bellahouston Park. Fue un momento de intensa espiritualidad, muy importante para los católicos del país, también considerando el hecho de que en aquel día se celebraba la fiesta litúrgica de san Ninian, primer evangelizador de Escocia. En esa asamblea litúrgica reunida en oración atenta y compartida, hecha aún más solemne por las melodías tradicionales y los cantos pegadizos, recordé la importancia de la evangelización de la cultura, especialmente en nuestra época en la que un relativismo penetrante amenaza con oscurecer la inmutable verdad sobre la naturaleza del hombre.

En la segunda jornada comencé la visita a Londres. Allí encontré en primer lugar al mundo de la educación católica, que tiene un papel relevante en el sistema de instrucción de ese país. En un autentico clima de familia hablé a los educadores, recordando la importancia de la fe en la formación de ciudadanos maduros y responsables. A los numerosos adolescentes y jóvenes, que me acogieron con alegría y entusiasmo, les propuse que no persigan objetivos limitados, contentándose con elecciones cómodas, sino de apuntar hacia algo más grande, es decir, la búsqueda de la verdadera felicidad que se encuentra sólo en Dios. En la cita siguiente con los responsables de las demás religiones mayormente presentes en el Reino Unido, recordé la ineludible necesidad de un diálogo sincero, que necesita el respeto del principio de reciprocidad para que sea plenamente fructífero. Al mismo tiempo, puse de manifiesto la búsqueda de lo sagrado como terreno común a todas las religiones sobre el que reforzar la amistad, la confianza y la colaboración.

La visita fraternal al Arzobispo de Canterbury fue la ocasión para reafirmar el compromiso común de dar testimonio del mensaje cristiano que une a católicos y anglicanos. Fue seguido por uno de los momentos más significativos del viaje apostólico: el encuentro en el gran salón del Parlamento británico con personalidades institucionales, políticas, diplomáticas, académicas, religiosas, representantes del mundo cultural y empresarial. En ese lugar tan prestigioso subrayé que la religión, para los legisladores, no debe representar un problema que resolver, sino un factor que contribuye de forma vital al camino histórico y al debate público de la nación, en particular al recordar la importancia esencial del fundamento ético para las decisiones en los diversos sectores de la vida social.

En ese mismo clima solemne, me dirigí después a la Abadía de Westminster: por primera vez un Sucesor de Pedro en el lugar de culto símbolo de las antiquísimas raíces cristianas del país. El rezo de la oración de las Vísperas, junto a las diversas comunidades cristianas del Reino Unido, representó un momento importante en las relaciones entre la Comunidad católica y la Comunión anglicana. Cuando veneramos juntos la tumba de san Eduardo el confesor, mientras el coro cantaba: Congregavit nos in unum Christi amor, alabó a Dios, que nos conduce en el camino de la unidad plena.

En la mañana del sábado, la cita con el Primer Ministro abrió la serie de encuentros con los mayores representantes del mundo político británico. Fue seguida de la celebración eucarística en la catedral de Westminster, dedicada a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor. Fue un extraordinario momento de fe y de oración – que puso de manifiesto la rica y preciosa tradición de música litúrgica “romana” e “inglesa” – a la que tomaron parte los diversos componentes eclesiales, espiritualmente unidas a las multitudes de creyentes de la larga historia cristiana de esa tierra. Es grande mi alegría por haber encontrado un gran número de jóvenes que participaban en la Santa Misa desde el exterior de la catedral. Con su presencia llena de entusiasmo y a la vez atenta y ansiosa, demostraron querer ser los protagonistas de una nueva etapa de valiente testimonio, de solidaridad con los hechos, de generoso compromiso al servicio del Evangelio.

En la Nunciatura Apostólica me encontré con algunas víctimas de abusos por parte de miembros del clero y de religiosos. Fue un momento intenso de conmoción y de oración. Poco después, me encontré también con un grupo de profesionales y voluntarios responsables de la protección de los niños y de los jóvenes en los ambientes eclesiales, un aspecto particularmente importante y presente en el compromiso pastoral de la Iglesia. Les di las gracias y les animé a continuar su trabajo, que se inserta en la larga tradición de la Iglesia de cuidado por el respeto, la educación y la formación de las nuevas generaciones. Siempre en Londres, visité el asilo de ancianos que regentan las Hermanitas de los Pobres, con la preciosa aportación de numerosas enfermeras y voluntarios. Esta estructura de acogida es signo de la gran consideración que la Iglesia ha tenido siempre por el anciano, como también expresión del compromiso de los católicos británicos en el respeto a la vida sin tener en cuenta la edad o las condiciones.

Como decía, el culmen de mi visita al Reino Unido fue la beatificación del cardenal John Henry Newman, ilustre hijo de Inglaterra. Ésta fue precedida y preparada por una vigilia especial de oración que tuvo lugar el sábado por la noche en Londres, en el Hyde Park, en una atmósfera de profundo recogimiento. A la multitud de los fieles, especialmente los jóvenes, quise volver a proponer la luminosa figura del cardenal Newman, intelectual y creyente, cuyo mensaje espiritual se puede resumir en el testimonio de que el camino del conocimiento no es cerrazón en el propio “yo”, sino que es apertura, conversión y obediencia a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. El rito de beatificación tuvo lugar en Birmingham, durante la solemne Celebración eucarística dominical, con la presencia de una gran muchedumbre procedente de toda Gran Bretaña y de Irlanda, con representaciones de muchos otros países. Este impresionante acontecimiento ha puesto aún más de relieve a un erudito de gran talla, un insigne escritor y poeta, un sabio hombre de Dios, cuyo pensamiento iluminó muchas conciencias y que aún hoy ejerce una fascinación extraordinaria. Que en él, en particular, se inspiren los creyentes y las comunidades eclesiales del Reino Unido, para que también en nuestros días esa noble tierra siga produciendo frutos abundantes de vida evangélica.

El encuentro con la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales y con la de Escocia concluyó una jornada de gran fiesta y de intensa comunión de corazones para la comunidad católica en Gran Bretaña.

Queridos hermanos y hermanas, en esta visita mía al Reino Unido, como siempre quise sostener en primer lugar a la comunidad católica, animándola a trabajar sin descanso para defender las verdades morales inmutables que, retomadas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, están a la base de una sociedad verdaderamente humana, justa y libre. He querido también hablar al corazón de todos los habitantes del Reino Unido, sin excluir a nadie, de la verdadera realidad del hombre, de sus necesidades más profundas, de su destino último. Al dirigirme a los ciudadanos de ese país, encrucijada de la cultura y de la economía mundial, tuve presente a todo Occidente, dialogando con las razones de esta civilización y comunicando la perenne novedad del Evangelio, de la que ésta está impregnada. Este viaje apostólico ha confirmado en mí una convicción profunda: las antiguas naciones de Europa tienen un alma cristiana, que constituye una unidad con el “genio” y la historia de los respectivos pueblos, y la Iglesia no deja de trabajar para mantener continuamente en pie esta tradición espiritual y cultural.

El beato John Henry Newman, cuya figura y escritor conservan aún una actualidad extraordinaria, merece ser conocido por todos. Que él sostenga los propósitos y los esfuerzos de los cristianos para “difundir en todas partes el perfume de Cristo, para que toda su vida sea sólo una irradiación de la suya”, como escribía sabiamente en su libro Irradiar a Cristo.

[Llamamiento]

En esta semana tiene lugar en Viena la reunión plenaria de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto. El tema de la actual fase de estudio es el papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia universal, con particular referencia al primer milenio de la historia cristiana. La obediencia a la voluntad del Señor Jesús, y la consideración de los grandes desafíos que hoy se presentan ante el cristianismo, nos obligan a comprometernos seriamente en la causa del restablecimiento de la plena comunión entre las Iglesias. Exhorto a todos a rezar intensamente por los trabajos de la Comisión y por un continuo desarrollo y consolidación de la paz entre los bautizados, para que podamos dar al mundo un testimonio evangélico cada vez más auténtico".

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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