24.09.10

Eppur si muove - El latín en la Iglesia católica

A las 12:22 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

Hace bien poco sugería un comentarista de este blog que se podría tratar el tema del latín en la liturgia católica.

Tengo que reconocer que, como excepción a la regla que siempre sigo según la cual lo que más atrae es la doctrina y el Magisterio de la Iglesia católica, el tema del latín no lo tengo muy claro. Y quiero, como siempre, ser honesto y no apoyar aquella posición porque parezca la oficial o quede más intelectual.

Esto es, seguro, debido a mi ignorancia. Quiero decir que no sé ni entiendo la lengua de la Iglesia católica. Vamos, nada fuera de lo que cual mortal puede conocer por sus estudios o por lo común de las expresiones.

Sin embargo, espero saber dar la oportunidad de que quien sí conozca la importancia de tal lengua en el devenir de la Iglesia católica exprese lo que piensa porque es, además, lo que más tiene interés para el que esto escribe y, a lo mejor, para más personas.

Es decir, querer y no poder pero querer poder tiene que ser comprendido.

Tenemos que partir, en este tema, de la existencia de dos opiniones que existen si nos referimos a lo que hoy se ha traído a este blog. Es decir, podemos decir que existe quien está a favor de que el latín juegue un papel importante en el devenir litúrgico de la Esposa de Cristo y quién no lo está bien porque le da lo mismo o porque, en efecto, tiene una opinión fundada para que tal realidad no se lleve a efecto.

El Beato Juan XXIII dio a conocer la Constitución Apostólica “Veterum Sapientia” relativa a la promoción del uso del latín en la Iglesia católica.

En tal documento da razones como las que siguen:

-La lengua Latina, es usada “por ser aceptada y grata a todos los pueblos como voz de la madre común”.

-La lengua Latina, “ya desde hace siglos substraída a las variaciones de significado que el uso cotidiano suele introducir en los vocablos, debe considerarse fija e invariable”.

-La lengua Latina “es un vínculo eficacísimo que une en admirable e inalterada continuidad a la Iglesia de hoy con la de ayer y mañana”.

-La lengua Latina “enseña a pensar y a hablar con orden sumo”.

Todo esto es, evidentemente, una forma de elogiar a la lengua que es, digamos, oficial en la Iglesia católica, y fija, por lo tanto, una posición bastante clara al respecto de su utilización, por ejemplo, litúrgica.

Además, no podemos olvidar ni esconder que el uso del latín tiene una relación directa con el denominado Rito Extraordinario de la Santa Misa en el que se utiliza tal lengua para la celebración de la Eucaristía.

Ante esto, tenemos la posición que puede considerar poco importante todo lo dicho, por lo que sigue:

-La lengua Latina es una que lo es, digamos, muerta en el sentido de no ser utilizada como de uso común entre las personas y eso dificulta, mucho que, por ejemplo, a nivel litúrgico pueda ser utilizada con un éxito, mínimo, de comprensión.

De aquí que, a diferencia de lo dicho arriba con el uso del latín en el Rito Extraordinario, el Rito llamado Ordinario está relacionado, directamente, con las lenguas vernáculas donde el latín ha desaparecido para dar paso a la forma que, en cada nación, se habla.

Hasta aquí las posiciones que, según lo visto, pueden resultar inconciliables.

Dice Sor Marija Ona, CMRI, en un artículo titulado “La importancia del latín en la liturgia” que “Debemos estar alegres y agradecidos de que podemos orar en el mismo idioma y con las mismas palabras como lo hicieron todos los cristianos a través de los siglos”. Y no es mala cosa reconocer la verdad de las circunstancias por las que ha pasado la Iglesia católica y sus fieles han tenido que ofrecer, por ejemplo, sus oraciones a Dios.

Sin embargo, yo me pregunto, reconociendo antes la importancia del latín no sólo en la liturgia, qué tipo de Eucaristía puede gozar quien a ella asiste sin conocer lo que se está diciendo.

Es bien cierto que siempre ha sucedido que los ritos religiosos se han podido llevar a cabo en lenguas muertas que no entendían muchos creyentes y que eso daba un sentido sagrado a lo que se hacía.

Pues, para el que esto escribe, el uso del latín en la liturgia sería, seguramente, apropiado según la lengua propia de la Iglesia católica; apropiado para que lo sagrado mantuviese su sentido intrínseco y primigenio; apropiado para que lo hecho hasta hace unos decenios no perdiera su sentido.

Pero, por otra parte, partiendo de mi propio desconocimiento y reconociendo el general que en este tema existe, me parecería de una gran pobreza espiritual quedarse como haciendo que se goza sin ser eso posible.

Y eso, a pesar de los pesares, sería bastante triste.

Eleuterio Fernández Guzmán