25.09.10

¿Hay o no hay una autoridad doctrinal en la Iglesia?

A las 11:35 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

La pregunta no es baladí. Da la sensación de que no la hay. No porque la autoridad no ejerza su papel, que lo ejerce. Y basta leer lo que dicen los papas para corroborarlo. El problema radica, más bien, en que, por la “izquierda” y no menos venenosamente por la “derecha", se tiende a impugnar, a reducir, a limitar hasta la insignificancia, la enseñanza del magisterio eclesiástico. Al final, es magisterio lo que a mí me gusta. Lo que no, no lo es.

Sin fe católica no se puede aceptar la función del magisterio de la Iglesia. Porque la confianza en esa función brota de la relación que vincula la Palabra de Dios con la sucesión apostólica. Es decir, el poder magisterial de los apóstoles y de sus sucesores no se fundamenta en un grado mayor de competencia técnica – algo que indigna los oídos de los católicos de hoy, que, por ser expertos en algo, si lo son, se creen “ipso facto” expertos en todo -. No es preciso que el Papa sea el más listo, ni que el Obispo lo sea. Pero, más o menos listos, tienen una potestad que deriva de la sucesión apostólica, no de sus conocimientos privados.

¿Quién les ha confiado ese poder? Sólo el que puede confiárselo: Jesucristo. Les ha confiado, sacramentalmente, el poder de hacer, dar y enseñar lo que, por sí mismos, no serían capaces de hacer ni de dar ni de enseñar. En el tema que nos ocupa, la enseñanza, se trata de la potestad de exponer, guardar y defender la doctrina de la revelación de forma auténtica; es decir, autorizada, dotada de autoridad.

Toda la Iglesia es portadora de la revelación, pero la Iglesia es jerárquica. Y la autoridad de enseñar deriva de Cristo y está estrechamente vinculada a la sucesión apostólica y al sacramento del Orden. Sí, al sacramento del Orden. No sólo al del Bautismo.

El sujeto del Magisterio es el Papa y los Obispos en comunión con él. No es nadie más. Y este oficio magisterial se ejerce de diversas maneras: Cada Obispo en su diócesis, los obispos reunidos en concilio o el Papa solo.

El Magisterio, en ocasiones, es infalible. Pero no sólo es Magisterio auténtico cuando es infalible. También es auténtico el Magisterio ordinario no infalible, cuya finalidad es guiar hacia la comprensión de los misterios de la salvación y la de indicar los medios para aplicar vitalmente el mensaje de la fe. A veces, con un alcance meramente prudencial.

El Magisterio no es un órgano independiente. Depende, en todo, de la Palabra de Dios, testimoniada en la Escritura unida a la Tradición. Y tiene un objeto primario: lo que Dios ha revelado con vistas a nuestra salvación, y un objeto secundario, que atañe a los preámbulos de la fe, a la ley moral natural y a los llamados “hechos dogmáticos”.

La enseñanza del Magisterio debe ser analizada, sopesada, interpretada. Por ser católicos, no hemos abdicado de nuestra inteligencia. Pero esa enseñanza debe ser también obedecida. Situando esa obediencia en el plano de la obediencia de la fe.

Lo demás será cualquier cosa (progresista, conservadora o tradicionalista), pero no es católica. Sobra soberbia. Falta fe.

Guillermo Juan Morado.