29.09.10

La medicina al servicio de la vida versus la medicina al servicio de la muerte

A las 11:43 AM, por Luis Fernando
Categorías : Cultura de la vida, Cultura de la muerte, Actualidad
 

Ahora que las feministas, organizaciones indignas como AI y demás farándula de la cultura de la muerte están combatiendo a tumba abierta contra la vida en Hispanoamérica, es una bendición el leer la noticia del nacimiento en Italia de una bebita prematura cuya madre llevaba 22 días en muerte cerebral. Lo leemos en el diario El Mundo:

Edil está muerta, clínica e irreversiblemente muerta. Oficialmente pasó a mejor vida el pasado día 6, después de que los médicos del Hospital Santa Ana, en Turín, no pudieron hacer nada contra el tumor maligno que la joven tenía alojado en el cerebro. Sin embargo, y después de exactamente 22 días muerta, Edil dio ayer a luz. Trajo al mundo a una niña que tan sólo pesa 800 gramos, pero que se encuentra en relativo buen estado.

La hija de Edil, que se llamará como su madre, es un ejemplo vivo de cómo el avance de la medicina puede traer mucho bien a la humanidad. No hay más que ver la imagen del padre de la cría para entender lo que digo. Hace dos o tres décadas habría sido imposible lograr salvar a la nena.

Es por ello especialmente repugnante que haya hombres y mujeres empeñados en utilizar la ciencia médica para propagar la muerte, para extender la plaga del asesinato de los no nacidos en el seno materno o para poner fin a la vida de algunos enfermos en vez de facilitarles las cosas todo lo posible hasta que la muerte les llegue de forma natural.

Edil es un canto a la vida y un dedo acusador para los galenos que, traicionando el juramento hipocrático -”..no daré a ninguna mujer pesarios abortivos“-, se prestan a ser ejecutores de los deseos asesinos de quienes llaman derecho al crimen del aborto.

Los defensores del aborto son enemigos abiertos de la humanidad y, por tanto, siervos fieles de Satanás, que odia al hombre y anhela que comparta su destino eterno. El aborto provocado es la perversión más nefasta de uno de los mayores dones que el Señor ha dado a los hombres: la transmisión de la vida.

Demos gracias a Dios porque justo cuando ayer se manifestaban en el continente de la esperanza los hijos del diablo, la vida se abría paso en un hospital de Turín. Aunque a veces pueda parecer lo contrario, la luz siempre vence a las tinieblas, la vida siempre vence a la muerte. Los hijos de Dios apostamos por la vida. Los hijos de Luzbel por la muerte. Pero Cristo ya los ha vencido. Rescatemos a los que podamos de las garras de Satanás. Gran alegría hay en el cielo cuando uno de ellos se convierte. Y el resto, que se consuman con su padre en el fuego eterno del infierno.

Luis Fernando Pérez