2.10.10

Sta.Brígida de Suecia

Brígida fue una mujer especialmente escogida por Dios pues desde los 6 años tuvo numerosísimas apariciones en las que se le revelaron realidades espirituales de notable importancia. De ahí que una de las imágenes con las que se la representan sea a la santa escribiendo las revelaciones.

Es fundadora porque por revelación divina fundó un monasterio en Vadstena, Suecia, y, con el tiempo, la orden del Santísimo Salvador, a quien tenía gran devoción después de haber escuchado, a los 13 años y con aprovechamiento, un sermón de Cuaresma que, predicado por un famoso misionero, trataba el tema de la Pasión y Muerte de Jesucristo.

Era, digamos, de familia adinera y bien situada en la de Suecia del siglo XIV, pero fue el mismo Cristo el que, diciéndole “Yo en la vida sufrí pobreza, y tú tienes demasiados lujos y comodidades” le hiciera cambiar su forma de vida y se dedicar a otros menesteres, digamos, más espirituales.

Así, las características de su ministerio eran:

-Austeridad
-Devoción
-Peregrinación a los santuarios.

Era, además, muy severa consigo misma y mostró bondad con el prójimo.
Tampoco podemos olvidar que se desvivió por los pobres y enfermos, pues otra respuesta no cabía ante la advertencia que le hiciera el hijo de Dios y que se recoge arriba.

Por otra parte, y sin ánimo de ser egoísta en esta breve presentación de santa Brígida de Suecia, no puedo evitar, ni quiero, decir que el que esto escribe tiene devoción altísima por la denominada “Corona de dolores de la Santísima Virgen María”. La Madre de Dios manifestó a Sta. Brígida de Suecia que quien rezara y meditara la Corona le concedía siete gracias que son, a saber:

Pondré paz en sus familias.

Serán iluminados en los Divinos Misterios.

Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad
adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.

Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.

Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.

Es más, también le comunicó “He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría”.

Los siete dolores (a cada cual ha de seguir un Ave María) son, a saber:

1º- La profecía del Santo anciano Simeón al presentar a Jesús en el Templo.

2º-La huida a Egipto de María, con Jesús y José.

3º-María y José pierden a Jesús en Jerusalem.

4º-María encuentra a Jesús con la Cruz a cuestas, camino del Calvario.

5º-María al pié de la Cruz contempla y participa en la agonía y muerte de Jesús.

6º-La lanzada y el tener María a Jesús muerto en sus brazos.

7º-El entierro de Jesús y la soledad de María.

Sirva este rezo para adentrarse en la relación tan especial que hubo entre Brígida y Dios y que le permitió darnos a conocer que mucho de lo que la fuente de nuestra fe de la que tenemos que beber el agua viva.

No podemos olvidar, al menos para los que habitamos en el llamado viejo continente que es, además, Copatrona de Europa (junto con Santa Catalina de Siena, hija suya y doctora de la Iglesia, y Santa Edith Stein) desde que Juan Pablo II Magno, en 1999, manifestara una devoción tan especial por, entre otras, aquella que desde joven estuviera en contacto tan directo con el reino de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán