7.10.10

Aído: vergüenza ajena

A las 12:22 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Es bien cierto que se suele decir que cuando algo no es posible no se le pueden pedir peras al olmo. Y también suele decirse que de donde no hay no se puede sacar.

Son, éstas, expresiones populares que cualquier persona entiende y de las cuales ninguna explicación añadida cabe hacer porque sería perder sílabas y palabras.

Así se explica que, por ejemplo, un ser humano haya dicho lo siguiente:

El Gobierno no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un ser humano” (Ministra de Igualdad).

Abortar no supone acabar con una vida humana porque sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime, una evidencia científica, ya que por vida humana nos referimos a un concepto complejo basado en ideas o creencias filosóficas, morales, sociales y, en definitiva, sometida a opiniones o preferencias personales” (Ministra de Igualdad).

A estas alturas de la película todo el que pueda leer este artículo ya está al cabo de la calle de hasta dónde se puede llegar mostrando una notable incapacidad intelectual para enfrentarse a la realidad de las cosas.

Es posible que pudiera pensarse que se trata de unas declaraciones que se enmarcan, por ejemplo, en una situación de chascarrillos (chistes) y que, al fin y al cabo, no pasan de ser, eso, algo gracioso.

Sin embargo, para preocupación de toda persona que sepa que la vida lo es desde el momento de la fecundación (cosa más que demostrada científicamente) que alguien pueda decir algo como lo dicho y arriba citado no puede, sino, que dejarla perpleja y pensar que, a lo mejor, algo no está bien o no va nada bien.

Y es que, además, lo de arriba se ha dejado escrito, en respuesta-coz parlamentaria, para que conste qué piensa cada uno y no haya lugar a dudas al respecto.

Pero, en definitiva, ¿esto qué produce?
Produce vergüenza ajena porque es vergonzoso que alguien pueda sostener que la vida humana no es vida humana.

Produce vergüenza ajena porque resulta triste que manifestarse con una indolencia tan grande frente a seres humanos que nunca van a poder ver la luz del día.

Produce vergüenza ajena porque turba el ánimo saber que quien ostenta el poder no oculta sus ánimos contrarios a la vida y no aprecia que la dignidad de la persona no se adquiere con el reconocimiento civil sino por el hecho mismo de serlo.

Produce vergüenza ajena porque ir por la vida actuando de una forma tan relativista (el concepto de “vida humana” está sometido a “opiniones o preferencias personales” ha dejado escrito) sólo puede acarrear consecuencias nigérrimas para según qué personas.

Y esto, en definitiva, produce vergüenza ajena porque la falta cometida por una acción tan deshonrosa y humillante como la de escribir que un ser humano puede ser un concepto discutido y discutible raya con lo enfermizo e ideológicamente aberrante.

Sin embargo, como ya hemos dicho arriba, hay cosas que, a lo mejor, no tienen remedio porque está más que demostrado que la vergüenza no es, al parecer, patrimonio de todo el mundo ni determinadas personas reconocen cuando han caído en el más absoluto de los descréditos.

Pero, en fin, así están las cosas.

Eleuterio Fernández Guzmán