ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 11 de octubre de 2010

Sínodo de los Obispos

Nuevos dioses e ideologías caerán como en el Apocalipsis, advierte el Papa

El islam “político” amenaza a los cristianos en Oriente Medio

Al Sínodo le preocupa el islamismo

“Mirada sobre los cristianos de Oriente Medio”

Presentado el DVD “Benedicto XVI Peregrino en Tierra Santa”

Santa Sede

El Papa nombra a monseñor Nosiglia arzobispo de Turín

Mundo

China: Grupos católicos piden la liberación Liu Xiaobo

La Iglesia en Hungría se moviliza desde el primer vertido de ‘lodo rojo’

España: Oración intensa por la vida durante un congreso abortista

Reportaje

Iglesias orientales católicas: La Iglesia de tradición caldea

Informe Especial

Críticas y defensas respecto a la codificación de Pío XII

Documentación

Intervención del Papa durante la primera Congregación General

Relación antes de la discusión de Su Beatitud Antonios Naguib

Relación del Secretario General del Sínodo de los Obispos


Sínodo de los Obispos


Nuevos dioses e ideologías caerán como en el Apocalipsis, advierte el Papa
En la primera sesión de trabajo del Sínodo
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI comparó este lunes la escalofriante lucha de la "Mujer revestida del sol", contra el "enorme Dragón rojo como el fuego", narrada por el Apocalipsis, a la batalla que hoy se libra contra las ideologías y poderes, incluso contra los "capitales anónimos que esclavizan al hombre".

El pontífice intervino en la primera sesión de trabajo del Sínodo de los Obispos de Oriente Medio ofreciendo una impresionante meditación sobre la historia, a la luz del capítulo 12 del último libro de la Biblia cristiana.

En la visión bíblica, "el Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera", explica el versículo 4.

"La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono", dice la Escritura.

"Aquí el misterio mariano es el misterio de Belén extendido al misterio cósmico --explicó el Papa a los patriarcas, cardenales y obispos congregados de todos los países de Oriente Medio--. Cristo nace siempre de nuevo en todas las generaciones y así asume, reúne a la humanidad en sí mismo. Y este nacimiento cósmico se realiza en el grito de la Cruz, en el dolor de la Pasión. Y a este grito de la Cruz pertenece la sangre de los mártires".

La caída de los dioses

El pasaje bíblico continúa en el versículo 9 con la famosa "caída de los dioses". Como dice la escritura, "el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra".

 

"Este proceso que se realiza en el largo camino de la fe de Israel, y que se resume aquí en una visión única, es un verdadero proceso de la historia de las religiones: la caída de los dioses", añadió, hablando en el Aula del Sínodo, en la primera congregación de la asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

"Y así la transformación del mundo, el conocimiento del verdadero Dios, la pérdida de poder de las fuerzas que dominan la tierra, es un proceso de dolor", añadió.

"Esta caída no es sólo el conocimiento de que éstas no son Dios; es el proceso de transformación del mundo, que cuesta sangre, cuesta el sufrimiento de los testigos de Cristo. Y, si miramos bien, veos que este proceso nunca ha terminado".

"Se realiza en los diversos periodos de la historia de formas siempre nuevas; también hoy, en este momento, en el que Cristo, el único Hijo de Dios, debe nacer para el mundo con la caída de los dioses, con el dolor, el martirio de los testigos".

El pontífice hizo referencia a " las grandes potencias de la historia de hoy", y más en concreto, a "los capitales anónimos que esclavizan al hombre, que ya no son cosa del hombre, sino un poder anónimo al que sirven los hombres, por el que los hombres son atormentados e incluso asesinados. Son un poder destructivo, que amenaza al mundo".

Luego mencionó " el poder de las ideologías terroristas. Aparentemente en nombre de Dios se hace violencia, pero no es Dios: son divinidades falsas que deben ser desenmascaradas, que no son Dios.".

Entre los dioses caídos denunció también "la droga", "este poder que como una bestia voraz extiende las manos sobre todos los lugares de la tierra y destruye: es una divinidad, pero una divinidad falsa, que debe caer".

Por último denunció también " la forma de vivir propagada por la opinión pública: hoy se hace así, el matrimonio ya no cuenta, la castidad ya no es una virtud, etc.".

"Estas ideologías que dominan que se imponen con fuerza, son divinidades --aseguró el obispo de Roma--. Y en el dolor de los santos, en el dolor de los creyentes, de la Madre Iglesia de la cual somos parte, deben caer estas divinidades".

La fe de los sencillos

En el versículo 15 de ese capítulo del Apocalipsis puede leerse que el dragón vomita detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara. "Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado".

El Papa interpretó este río como las "corrientes que dominan a todos y que quieren hacer desaparecer la fe de la Iglesia, la cual ya no parece tener sitio ante la fuerza de estas corrientes que se imponen como la única racionalidad, como la única forma de vivir".

"Y la tierra que absorbe estas corrientes es la fe de los sencillos, que no se deja arrastrar por estos ríos y salva a la Madre y al Hijo", añadió. "Esta auténtica sabiduría de la fe sencilla, que no se deja devorar por las aguas, es la fuerza de la Iglesia. Y volvemos otra vez al misterio mariano.".

"Vacilan los fundamentos externos porque vacilan los fundamentos interiores, los fundamentos morales y religiosos, la fe de la que sigue el modo recto de vivir. Y sabemos que la fe es el fundamento, y, en definitiva, los fundamentos de la tierra no pueden vacilar si permanece firme la fe, la verdadera sabiduría", dijo al concluir su meditación.

Puede leerse la meditación del Santo Padre en la sección de documentos de la página web de ZENIT http://www.zenit.org/article-36846?l=spanish

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El islam “político” amenaza a los cristianos en Oriente Medio
Según explica el relator general del Sínodo
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La expansión del islam "político" se ha convertido en una amenaza para los cristianos en Oriente Medio, considera el relator general del primer Sínodo de los Obispos dedicado exclusivamente a esa atribulada región del planeta.

Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos, en Egipto, reconoció en la mañana del lunes, en la relación que presentó ante la asamblea episcopal antes de la discusión, que "a partir del año 1970, en la región, observamos la expansión del islam político, que abarca distintas corrientes religiosas. Ello afecta a la situación de los cristianos, sobre todo en el mundo árabe. Éste desea imponer un modo de vida islámico a todos los ciudadanos, a veces con la violencia".

"Constituye, por lo tanto, una amenaza para todos y juntos debemos afrontar estas corrientes extremistas", aclaró el patriarca copto, quien presentó asimismo la posición de la Iglesia católica ante el diálogo con los musulmanes, tal y como la presenta la declaración "Nostra aetate" del Concilio Vaticano II.

"La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres", dice ese documento.

El patriarca recogió también algunas de las intervenciones de Benedicto XVI sobre el diálogo interreligioso con los musulmanes, que ha definido como "una necesidad vital, de la que depende nuestro futuro en gran medida".

"Las razones para tejer relaciones entre cristianos y musulmanes son múltiples", siguió aclarando el patriarca. "Todos son conciudadanos, comparten el mismo idioma y la misma cultura y, asimismo, las alegrías y los sufrimientos. Además, los cristianos tienen la misión de vivir como testigos de Cristo en sus sociedades".

"Desde su surgimiento, el islam ha encontrado raíces comunes con el cristianismo y el judaísmo", añadió el patriarca, quien consideró que "es necesario valorizar mejor la literatura árabe cristiana".

Ahora bien, advirtió, "El islam no es uniforme: presenta una diversidad confesional, cultural e ideológica. Dificultades en las relaciones entre cristianos y musulmanes surgen del hecho que, en general, los musulmanes no distinguen entre religión y política".

"Es ésta la fuente del malestar de los cristianos, porque se sienten en una situación de no ciudadanos, aunque se encuentren en su patria, en sus países desde mucho antes que el islam".

"Necesitamos un reconocimiento que pase de la tolerancia a la justicia y la igualdad, basado en la ciudadanía, la libertad religiosa y los derechos humanos. Es la base y la garantía de una buena coexistencia", aclaró.

Por último, el patriarca aseguró que "es necesario purificar los libros escolares de todo prejuicio con referencia al otro y de toda ofensa o deformación. Se intentará más bien entender el punto de vista del otro, en el respeto de las creencias y las prácticas distintas. Los espacios comunes serán valorizados, especialmente a nivel espiritual y moral".

A manera de conclusión, reconoció que "la Santa Virgen María es un punto de encuentro de gran importancia. La reciente declaración de la Anunciación como fiesta nacional en Líbano es un ejemplo alentador. La religión es constructora de unidad y armonía y expresión de comunión entre las personas y con Dios".

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Al Sínodo le preocupa el islamismo
Entrevista con el padre Samir Khalil Samir, S. I.
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Sínodo de Oriente Medio, que este lunes ha comenzado, se plantea una mejor comprensión del islamismo, movimiento ideológico en crecimiento, según uno de los hombres clave en la preparación de esta asamblea episcopal.

El padre Samir Khalil Samir, jesuita, profesor en el Instituto Pontificio Oriental de Roma,

uno de los redactores de los documentos preparatorios del Sínodo, confiesa que la parte dedicada al diálogo interreligioso es una de las que más les ha preocupado.

"Sólo la paz puede aportar una solución a nuestra situación política. Rechazamos toda forma de violencia en nuestros países, venga de Israel o de los palestinos o de los árabes", comienza diciendo antes de tocar la cuestión del islamismo.

Según algunas definiciones, no todas unívocas, el islamismo es un conjunto heterogéneo de movimientos ideológicos que buscan adaptar la vida política con el islam. El espectro político de estos movimientos es muy amplio y abarca posiciones desde partidos políticos islámicos que mantienen principios demócratas y moderados, hasta postulados extremos y radicales de naturaleza salafista, clasificados como islamistas o yihadistas.

El mismo relator general del primer Sínodo de los Obispos, Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos, en su informe de este lunes ante la asamblea calificó el "islam político", como una "amenaza" para los cristianos en Oriente Medio (ZENIT, 11 de octubre de 2010).

"Nuestro análisis es que uno de los problemas del islamismo es su rechazo de la modernidad, pues la considera como una forma de ateísmo. ¿Qué es la ideología islámica? Para ésta todas las formas de ideología han fracasado, el comunismo, el capitalismo, y hasta el cristianismo. ¡Basta ver Europa! ¿Quién puede salvar nuestro mundo actual? Sólo el islam?".

Según esa visión del islamismo, "la modernidad ha venido a combatir la religión; el regreso a las fuentes y a la tradición permitirá ofrecer al mundo entero un proyecto viable. En Occidente, hay que re-islamizar al mundo musulmán que se ha dejado secularizar e influenciar por Occidente desde el siglo XIX".

"La primera etapa consiste en transformar a la sociedad musulmana, reintroduciendo la Charia [ley islámica, ndt.] como fundamento total o parcial de la Constitución. Y se está logrando casi por todas las partes, lentamente".

Por este motivo, el padre Samir Khalil Samir considera que ante el islamismo "hay que proponer una modernidad 'creyente'".

"Hay que trabajar sobre un sistema de valores común con los musulmanes. Los cristianos contribuyen con la sociedad a nivel de la cultura, de la industrialización, pero sobre todo con los derechos del hombre", aclara.

"No se trata de 'hacer ghetto'. Todo lo que podemos hacer juntos, con los musulmanes, con los gobiernos, es preferible a todo lo que podemos hacer de manera separada", concluye.

Declaraciones recogidas por la Obra de Oriente,  http://www.oeuvre-orient.fr

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“Mirada sobre los cristianos de Oriente Medio”
Inaugurado en Roma un espacio cultural que acompañará al Sínodo de los Obispos
ROMA, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Con la inauguración de la exposición multimedia “Abana - Padre Nuestro” se abrió ayer domingo 10 de octubre en Roma “Mirada sobre los cristianos de Oriente Medio”, un espacio cultural con debates y análisis sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio, que acompaña el desarrollo del Sínodo.

Esta exposición está promovida por la Custodia de Tierra Santa, por las Ediciones Tierra Santa, por la Acción católica italiana y por el FIAC (Forum Internacional de Acción Católica), en colaboración con Pax Christi Italia, UCSI Lazio (Unión Católica de la Prensa Italiana), y CIMI (Conferencia de los Institutos Misioneros Italianos).

"En una habitación oscura, una luz pequeña ilumina toda la sala – afirmó ayer monseñor Nikola Eterović, secretario del Sínodo de los obispos, durante la inauguración –; esto vale también para los pocos cristianos de Oriente Medio, que aún en pequeño número estñan destinados a iluminar toda su sociedad”.

“A menudo – prosiguió – existe la sensación de estar prisioneros en un círculo vicioso d venganza y de violencia, pero los cristianos pueden romperlo”.

Eterović agradeció a los organizadores por esta iniciativa “que favorece el conocimiento de la realidad de los cristianos en Oriente Medio, rica por la presencia de seis Iglesias orientales sui iuris y de la de rito latino”.

“Sin comunión – afirmó el secretario del Sínodo, recordando las palabras de Benedicto XVI – no hay testimonio. El desafío del Sínodo es el de aumentar la comunión en cada una de las Iglesias para después aumentar la comunión entre las distintas tradiciones”.

“Ser minoría en Terra Santa – declaró por su parte monseñor Fouad Twal, patriarca latino de Jerusalén – no determina en nosotros ningún complejo. Hoy dialogar es un problema, sobre todo con los judíos, porque es un diálogo entre ocupantes y ocupados, pero seguimos creyendo en él”.

La de estos días, afirmó, es una ocasión “para contar los aspectos positivos de nuestra realidad, como el centenar de congregaciones religiosas y las catorce casas contemplativas que no hacen otra cosa que rezar por la paz”.

A esto se añade, dijo el Patriarca, “la presencia de los peregrinos, siempre bienvenidos, testigos – para nosotros los cristianos – que alguien está cerca de nosotros y reza con nosotros para obtener la paz, y – para los hermanos judíos y musulmanes – de que nuestra tierra es una casa de oración”.

Para Giambattista Pizzaballa, Custodio de Tierra Santa "son tantas las expectativas para el Sínodo que acabará por haber también muchas desilusiones: debemos acercarnos a la complejidad de las cuestiones con humildad y con la disponibilidad de escuchar”.

"El Sínodo – prosiguió Pizzaballa – es un pequeño 'concilio' de Oriente Medio, porque están representadas todas las realidades. Será una experiencia de comunión y de intercambio de experiencias, para descubrir que a pesar de las diversidades tenemos mucho en común”.

Será también, señaló, “una ocasión para dar a conocer a Occidente, además de los aspectos del conflicto existente, también la vitalidad, la pertenencia, la identidad y la fuerza de nuestro testimonio”.

Por su parte, el padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa vaticana, afirmó quel momento presente supone un hito “importante en un largo proceso de reflexión y comunicación en la Iglesia y para el mundo, que comenzó con el viaje del Papa a Chipre”.

Este proceso “sigue en estos días y proseguirá con el mensaje final y con la exhortación post-sinodal, que será comunicada y explicada a un público lo más amplio posible”.

En esta persepctiva, “la cumbre sinodal no es un momento aislado, sino que se inserta en la misión de la Iglesia de comunicar su mensaje de esperanza".

Por Chiara Santomiero

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Presentado el DVD “Benedicto XVI Peregrino en Tierra Santa”
El mismo día de la apertura del Sínodo para Oriente Medio
ROMA lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Este lunes, día de la apertura de la Asamblea especial para Oriente Medio, se ha proyectado en Roma el estreno del documental Benedetto XVI, pellegrino in Terra Santa [Benedicto XVI, peregrino en Tierra Santa, n.d.t].

La presentación, que tuvo lugar en la Sala de la vía Ospedale, junto a la vía de la Conciliación, formaba parte de una serie de iniciativas coordinadas por la Acción Católica.

En ella participaron, entre otros, el patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal; elsecretario general del Sínodo, el arzobispo Nikola Eterovic; el director del Centro Televisivo Vaticano, de la Oficina de Información de la Santa Sede y de Radio Vaticano, el padre Federico Lombardi SI; y el custodio franciscano de Tierra Santa, el padre Pierbattista Pizzaballa. 

La obra, producida por el Centro Televisivo Vaticano y por el Franciscan Media Center - Custodia de Tierra Santa, narra, con imágenes inéditas, el histórico viaje del Papa a los lugares de la historia de la salvación: Israel, Jordania y los territorios palestinos.

Todos los participantes del Sínodo recibirán una copia del documental.

La obra está disponible en tres lenguas -italiano, inglés y árabe- y puede comprarse en exclusiva en internet gracias al editor HDH Communications, distribuidor exclusivo del Centro Televisivo Vaticano, en la web www.vaticanum.com.

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Santa Sede


El Papa nombra a monseñor Nosiglia arzobispo de Turín
Sustituye al cardenal Poletto
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa nombró arzobispo metropolitano de Turín a monseñor Cesare Nosiglia, hasta ahora arzobispo-obispo de Vicenza, informó este lunes la Oficina de Información de la Santa Sede.

Monseñor Nosiglia sustituye al cardenal Severino Poletto, cuya renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis italiana, presentada por motivos de edad, fue aceptada por Benedicto XVI. 

El nuevo arzobispo de Turín nació el 5 de octubre de 1944 en Rossiglione, en la diócesis de Acqui y en la provincia italiana de Génova.

Tras concluir sus estudios en el seminario de Acqui Terme, fue enviado a Roma para proseguir su formación y se licenció en Teología en la Universidad Pontificia Lateranense y en Sagrada Escritura en el Instituto Pontificio Bíblico.

Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1968 para la diócesis de Acqui y nombrado obispo auxiliar de Roma el 6 de julio de 1991.

En 1996 fue nombrado vicegerente de Roma con el título personal de arzobispo y en 2003 fue transferido a la diócesis de Vicenza.

Ha desempeñado en la Conferencia Episcopal Italiana y ha sido miembro del Consejo Internacional para la Catequesis de la Congregación para el Clero.

Con motivo del Gran Jubileo del año 2000, se le confió la vicepresidencia de la Comisión Pastoral-Misionera del Comité Central, la presidencia del Comité Italiano para la Jornada Mundial de la Juventud y la vicepresidencia del Congreso Eucarístico Internacional.

También para Italia, Benedicto XVI nombró hoy nuevo arzobispo de la diócesis de Lanciano-Ortona al sacerdote Emidio Cipollone, hasta ahora director espiritual del seminario regional San Pío X de Chieti. Sustituye a monseñor Carlo Ghidelli, que había presentado su renuncia por razones de edad.

Por otra parte, el Papa nombró hoy obispo de la diócesis brasileña de Sobral al padre Odelir José Magri, MCCJ, hasta ahora vicario general de los Padres Combonianos en Roma.

También nombró vicecomandante de la Guardia Suiza Pontificia, con el grado de teniente coronel, a Christoph Graf, hasta ahora capitán del mismo cuerpo.

El pasado viernes 8 de octubre, el Pontífice nombró obispo de la diócesis italiana de Cesena-Sarsina a monseñor Douglas Regattieri, hasta entonces vicario general de Carpi.

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Mundo


China: Grupos católicos piden la liberación Liu Xiaobo
El premio nobel cuenta con el apoyo de la Iglesia
HONG KONG, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Comisión Justicia y Paz de la archidiócesis de Hong Kong ha pedido la inmediata liberación del nuevo premio Nobel de la paz Liu Xiaobo. A ella se añaden otros grupos cristianos y líderes católicos.

El nuevo premio Nobel fue sentenciado a once años de prisión, y privación de derechos políticos por dos años, en la Navidad de 2009.

Se le acusaba de haber participado en la redacción y firma de la Carta 08 y de haber escrito seis comentarios. Firmada por Liu Xiaobo y otros, según el consejero legislativo de Hong Kong Lee Wah-ming --que presentó una moción para su liberación en la sesión del Consejo de 13 enero de 2010--, la Carta es “una manifestación de los valores comunes reconocidos por las sociedades civilizadas”.

El pasado viernes, grupos de derechos humanos iniciaron una campaña para la liberación de este intelectual de 54 años, partidario de la no violencia, que ha dedicado el premio a “los mártires” de la plaza Tianamen, la matanza ante las cámaras de jóvenes estudiantes y profesores, que se manifestaban pacíficamente, y que asombró al mundo el 4 de junio de 1989.

A los manifestantes por la liberación de Xiaobo ante la Oficina del Comisionado del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, este viernes, se unió la Comisión Justicia y Paz católica (JPC), coincidiendo con el anuncio hecho por el Comité del Nobel, un organismo independiente del Gobierno noruego.

El reconocimiento se le ha concedido “por su larga y no violenta lucha por los derechos humanos fundamentales en China”.

“El premio de la paz a Liu inspira a quienes luchan por la democracia en China continental”, dijo Patrick Poon, secretario ejecutivo del Chinese Human Rights Lawyers Concern Group, con sede en Hong Kong, según informó la agencia UCA News.

Poon, católico, valoró la notoriedad y difusión que tendrán ahora las peticiones de la Carta 08, lo que permitirá conocer a muchos el modo en que el Gobierno chino suprimió a los luchadores pacíficos por la democracia.

Lo que pedían Liu y los otros trescientos firmantes de la Carta 08 era fundamentalmente la equiparación de las reformas políticas a las económicas, el fin del monopolio de Partido Comunista y la apertura al pluralismo, así como la libertad de expresión y de religión.

Los manifestantes católicos criticaron los intentos previos del viceministro de Asuntos Exteriores, Fu Ying, de presionar al Comité del Nobel para que no se concediera el galardón al disidente chino: “La obra de Liu responde muy bien al espíritu del Premio Nobel de la Paz y la actuación de Fu es un insulto al Comité”, dijo Poon.

Por su parte, Or Yan-yan, de JPC, calificó de “poco razonables y absurdos” los intentos del Gobierno chino de “doblegar la libertad de expresión”. En su opinión, sólo muestra que a China del resto del mundo sólo le interesa “su poder económico para suprimir a los demás”.

Diez minutos después de conocerse el ganador del premio, en China, la censura hizo desaparecer el nombre de Liu Xiaobo de pantallas de ordenadores y medios de comunicación. Los buscadores no daban resultados en los portales chinos y, en los foros, las noticias sobre el tema eran rápidamente borradas por los administradores.

En junio de 2009, cuando el arresto domiciliario de Liu se transformó en detención efectiva, el obispo católico de Hong Kong John Tong Hon –informa Eglises d’Asie, la agencia de las misiones extranjeras de París- declaró: “Espero que el Gobierno de Pekín autorice la libertad de expresión. Tomar en cuenta una pluralidad de opiniones no puede ser más benéfico para el país, pues sólo así podremos ampliar nuestro horizonte”.

Una vigilia con velas pidió la liberación Liu Xiaobo el pasado 12 de enero de 2010. En la velada, animada con lectura de poemas, canciones y puesta en escena de distintos grupos, participaron grupos católicos, incluída la Comisión Justicia y Paz de la archidiócesis de Hong Kong.

Ahora, esa pequeña luz ha recibido una oportunidad de iluminar al mundo, gracias a la decisión del Comité del Nobel. Muchos chinos decidieron cenar con salmón, el día del anuncio del premio, en un pequeño gesto simbólico de agradecimiento a la valentía noruega.

Por Nieves San Martín

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La Iglesia en Hungría se moviliza desde el primer vertido de ‘lodo rojo’
El nuncio visitó la zona y recibió información de Caritas y fieles voluntarios
BUDAPEST, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Este sábado, el arzobispo Juliusz Janusz, nuncio apostólico en Hungría, decano del cuerpo diplomático, visitó la zona afectada por el vertido de ‘lodo rojo’—los pueblos de Kolontar y Devecser--, al oeste del país, y se reunió con representantes de las agencias católicas de ayuda.

La catástrofe ecológica, ocasionada por el desbordamiento de una balsa llena de residuos tóxicos, excedentes de la fabricación de aluminio por parte de la empresa húngara MAL, que por el momento se ha cobrado la vida de siete personas y se busca a otras dos, suscitó la llegada de numerosos voluntarios y organizaciones de todo el país, entre las que se encuentran Caritas Hungría y otras entidades humanitarias católicas.

El nuncio apostólico, representante de Benedicto XVI en el país, llegó al lugar –señalan en la red tanto el Arzobispado de Esztergom-Budapest como Caritas Hungría- con el fin de informar y ser informado sobre los daños y visitar la zona afectada.

Provisto de mascarilla, como todos los voluntarios que trabajan en la zona, el nuncio recorrió las zonas afectadas y recibió información de primera mano de la enorme destrucción y coste de vidas humanas que está causando el vertido tóxico, sobre todo en el pueblo de Kolontar a donde llegó la avalancha de lodo en primer lugar.

Este pequeño pueblo tiene cerca de 30 viviendas afectadas por el desastre. Sólo 40 de sus 115 vecinos acudieron al pabellón de deportes, habilitado por el Gobierno para alojar transitoriamente a los damnificados. La mayoría se trasladó a casas de familiares. El nuncio apostólico visitó también el pabellón de deportes.

En la población de Devecser, de unos siete mil habitantes, el número de personas afectadas fue menor, pero los daños materiales son mayores: unas 300 casas quedaron afectadas.

La parroquia se ha ofrecido al alojamiento temporal de familias afectadas. El párroco, padre Nicolás, señaló que han recibido una enorme “cantidad de amor y compasión” y animó a colaborar financieramente a través de las cuentas abiertas.

Tanto las páginas del Arzobispado de Esztergom-Budapest como de Caritas Hungría, ofrecen información puntual sobre lo ocurrido y las acciones que está emprendiendo la Iglesia Católica. En ellas, se pueden encontrar también las coordenadas bancarias abiertas por entidades eclesiales: www.karitasz.hu y www.esztergomi-ersekseg.hu.

Las autoridades y la radio pública advirtieron sobre las falsas cuentas bancarias de ayuda que están abriendo personas desaprensivas.

El nuncio Janusz visitó el lugar, inhabitable por el desastre, y se reunió con los voluntarios que participan en el rescate. La oleada de solidaridad que ha suscitado la catástrofe ecológica es grande y acuden voluntarios de todo el país.

El director de Caritas, Écsy Gabor, subrayó que se está recibiendo una “increíble cantidad de ayuda de los lugares más inesperados”, como sucedió con las inundaciones de primavera en el Condado de Borsod.

Como ejemplo, citó una organización caritativa de unas cincuenta personas, presentes en la región, de origen romaní --que recibieron apoyo en las inundaciones de primavera--, y ahora desean ayudar para corresponder.

Caritas Hungría y la Iglesia católica permanecen en contacto continuo con Caritas Internacional. El arzobispo Juliusz Janusz, informó a Caritas Internacional sobre la situación en los municipios afectados y el trabajo de ayuda en curso. También se puso en contacto con el embajador de Hungría ante la Santa Sede.

El nuncio destacó el trabajo de las organizaciones católicas de ayuda, especialmente Caritas y Dalma Madl, una organización benéfica católica, lo que demuestra, subrayó, el gran potencial de respuesta y servicio de la Iglesia Católica.

El arzobispo Janusz, que quiso ver las condiciones en que se encontraba Devecser, dijo que la situación allí es tal que ahora mismo la vida es imposible.

El nuncio comunicó su impresión de que no bastará el trabajo de las grandes máquinas y detener el vertido, sino que se necesitará una gran cantidad de voluntarios en la zona afectada para socorrer a las víctimas y proveer de alojamiento a los desplazados.

El padre Nicolás pidió oraciones, apoyo espiritual para las víctimas y animó a todos los fieles a colaborar en lo que pudieran. Dijo que es posible que haya que construir una urbanización nueva, o dar vivienda a quienes han perdido sus casas, al quedar la zona inhabitable por un largo periodo.

La parroquia subrayó el buen nivel de colaboración con las autoridades de los dos municipios afectados que proporcionan equipos de protección.

Los feligreses están colaborando entre otras acciones, en dar alojamiento a los afectados de ambos pueblos, crear una oficina de información para los habitantes, habilitar lugares para recibir donativos, y preparar comidas tanto para los damnificados como para los voluntarios.

Por Nieves San Martín

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España: Oración intensa por la vida durante un congreso abortista
Monseñor Asenjo propone sensibilizar, rezar y apoyar la acción pro-vida
SEVILLA, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La celebración de un congreso mundial para promover el aborto del 21 al 23 de octubre en Sevilla coincidirá con una insistente oración por la vida en las parroquias, comunidades religiosas, hermandades, grupos y movimientos.

El arzobispo de la archidiócesis española, monseñor Juan José Asenjo, publicó el 7 de octubre una carta pastoral titulada Un sí rotundo a la vida en la que realiza diversas propuestas para difundir una cultura de la vida y, en concreto, para afrontar este congreso que, en su opinión “no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad”.

El congreso, financiado por instituciones públicas de la capital y la región de Sevilla, tiene la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas.

El arzobispo constata que “no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero sí tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento”.

El prelado sugiere que durante los días de la celebración del congreso de la industria abortista se programe algún acto especial de oración por la vida ante el Santísimo.

También que se tenga en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, así como en los encuentros de oración de comunidades contemplativas, hermandades, grupos y movimientos apostólicos.

Monseñor Asenjo propone concluir las oraciones especiales de esos días con la oración a la Virgen que escribió Juan Pablo II como colofón de la encíclica Evangelium vitae.

El arzobispo califica el aborto como “la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos”.

Y ante esta realidad, realiza tres propuestas: rezar, una sensibilización y un intento de sensibilizar el entorno y secundar y ayudar a las instituciones que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles.

En su opinión, “pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta”.

En su carta, también hace referencia a la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que entró en vigor en España el pasado 4 de julo.

Afirma que esa ley “no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas”.

Recuerda que “su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral” y añade que “el aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión”.

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Reportaje


Iglesias orientales católicas: La Iglesia de tradición caldea
Un largo viaje desde el nestorianismo hasta la comunión con Roma
ROMA, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos durante esta semana un breve recorrido histórico sobre cada una de las cinco grandes tradiciones orientales: la caldea, la armenia, la copta, la antioquena y la bizantina.

La Iglesia católica de tradición caldea o siro-oriental, una de las cinco grandes tradiciones orientales, fue fundada, según la tradición, por el apóstol santo Tomás en Babilonia, y por sus discípulos Addai y Mari, que evangelizaron a las comunidades judías que existían en el imperio Persa desde los tiempos bíblicos del exilio.

Dentro de esta tradición se encuentran la Iglesia caldea, mayoritaria en Iraq, y la Iglesia siro-malabar, fruto de una floreciente expansión de los nestorianos hacia la India y China, en los siglos VII y VIII.

La tradición caldea o siro-oriental procede de la Iglesia asiria precalcedonense, una de las que primero se separó de la comunión con Roma (en el año 410, durante el Concilio de Éfeso), por seguir las doctrinas del monje Nestorio.

El nestorianismo es una herejía cristológica, que consiste básicamente en afirmar que en Cristo no hay dos naturalezas en una única persona, sino dos personas, una divina y una humana. Por ello, los nestorianos niegan a la Virgen María el título de Theotokos, Madre de Dios.

Además, los expertos hablan también de cuestiones políticas y sociales que habrían influido en esta separación, entre ellas, la hostilidad de los persas hacia los bizantinos.

La Iglesia siro-oriental o caldea vivió posteriormente varios siglos de esplendor, entre otras cosas gracias a la escuela teológica de Nisibe, de donde procede san Efrén.

Siglos después de esta escisión, una parte de la Iglesia nestoriana volvió a la comunión con Roma, en gran parte debido también a un cambio en la forma de sucesión del katholicos, el cabeza de la Iglesia siro-oriental, que pasó a ser hereditaria, lo que produjo una fuerte ruptura interna.

El acercamiento se produjo ya en tiempos del papa Eugenio IV (1445), con la bula Benedictus sit Deus, aunque el restablecimiento de la comunión tuvo que esperar más de un siglo, cuando Julio III, en 1553, consagró obispo al abad Juan Sulaqa, dándole el título de Patriarca de los caldeos.

Hubo posteriormente dos nuevas rupturas de los caldeos con Roma, hasta la unión definitiva con la Sede Apostólica, en 1830, cuando Pío VIII confirmó a Juan Hormizdas como cabeza de los católicos caldeos.

Los caldeos, tanto ortodoxos como católicos, sufrieron varias persecuciones a manos de los otomanos y de los curdos a principios del siglo XX, a causa de los cuales la población se redujo drásticamente.

Actualmente, esta Iglesia sufre persecuciones en la actual Iraq de manos de los fundamentalistas musulmanes, que han provocado una segunda diáspora. Uno de los momentos más dramáticos vividos recientemente por la Iglesia caldea católica fue el secuestro y asesinato de monseñor Paulos Faraj Rahho, arzobispo de Mosul, el 12 de marzo de 2008.

La característica principal del rito caldeo es su antigüedad: se trata, según el experto Juan Nadal Cañellas, de la liturgia más arcaica de la cristiandad, con un “fuerte sabor hebraico”, que se observa en la forma de la asamblea litúrgica, parecida a la de una sinagoga, o en la casi total ausencia de imágenes.

La liturgia es casi toda cantada. La lengua litúrgica es el siriaco o arameo y el árabe, y en el caso de la iglesia siro-malabar, el siriaco y el malayalan.

Iglesia caldea

La Iglesia caldea cuenta actualmente con unos 340.000 miembros, según las estadísticas más recientes del Anuario Pontificio. Su cabeza es el Patriarca de Babilonia de los Caldeos, cardenal Emmanuel Delly, que reside en Bagdad.

Cuenta con 3 archieparquías metropolitanas y 5 archieparquías, que se extienden por el territorio de la antigua Mesopotamia (actual Iraq e Irán). Debido a las duras condiciones en las que viven las minorías cristianas, una parte importante de los fieles caldeos reside en Estados Unidos, vinculados a las eparquías de San Diego y Detroit, y en Australia (eparquía de Sydney).

Actualmente, la Iglesia caldea está llevando a cabo un importante papel de mediación ecuménica entre la Iglesia siro-oriental ortodoxa que permaneció separada, y Roma, según explica Pier Giorgio Gianazza, uno de los expertos del sínodo que se celebra estos días en el Vaticano.

De hecho, el diálogo con los cristianos ortodoxos de tradición caldea ha avanzado mucho en las últimas décadas. Los católicos caldeos han recuperado en los últimos años muchas de las fuentes originales arameas relativas a las disputas cristológicas, revisando especialmente las obras de Nestorio.

Según algunos expertos, la cuestión cristológica que llevó al cisma tuvo más que ver con problemas de entendimiento entre dos culturas lejanas conceptualmente, la griega y la asiria, que con una ruptura real con el depósito de la fe.

Sobre esta base, e1 11 de noviembre de 1994, el papa Juan Pablo II y el katholikos caldeo ortodoxo Mar Dinkha firmaron una declaración cristológica y mariológica en la que se afirma que, aún con términos teológicos distintos, la fe de ambas Iglesias es la misma.

En 1996, ambos patriarcas caldeos, el ortodoxo Mar Dinkha y el católico Raphael Bidawid firmaban un acuerdo de cooperación, y en 1997, ambas iglesias levantaban sus excomuniones mutuas.

Iglesia siro-malabar

Esta iglesia de tradición caldea cuenta con alrededor de 3,4 millones de fieles, y se extiende sobre todo por el norte de la India. Su actual cabeza es el arzobispo mayor Varkey Vithayathil, y tiene la sede en Ernakulam, en el estado de Kerala (India).

El origen de esta Iglesia se remonta a la época de gran esplendor cultural de la tradición siria, entre los siglos VII y XIII, cuando los caldeos evangelizaron prácticamente toda el Asia Central, hasta llegar a China.

Se les conoce también como “cristianos de santo Tomás”, nombre que les dieron los sorprendidos portugueses en el siglo XV al llegar a la India.

Su unión con Roma se produjo en 1599, tras el sínodo de Diamper (los expertos sostienen que fue en parte forzada por los portugueses), tras lo cual comenzó un proceso de “latinización” de su liturgia y ritos, así como de su disciplina.

En 1934, el papa Pío XI ordenó que se iniciase un proceso de reforma litúrgica que eliminase las imposiciones latinas a la liturgia. En 1957, el papa Pío XII aprobó el ritual siro-malabar. En 1998, Juan Pablo II dio a los obispos siro-malabares autoridad para resolver conflictos litúrgicos.

[Por Inma Álvarez]



 


 

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Informe Especial


Críticas y defensas respecto a la codificación de Pío XII
Para conocer mejor las iglesias orientales

Por Hani Bakhoum Kiroulos

ROMA, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Durante la celebración de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Tierra Santa, seguimos ofreciendo a nuestros lectores un nuevo artículo de fondo para contribuir a un mejor conocimiento de las iglesias de Oriente, sus ritos, su liturgia y su vida eclesial. Escrito por el padre Hani Bakhoum Kiroulos, doctor en derecho canónico, fue publicado originalmente por la edición de ZENIT en árabe.

* * * * *

La codificación canónica de Pío XII para las Iglesias Orientales fue muy criticada por varios autores. La crítica principal es que dicha codificación había sido tomada literalmente del Código Latino de 1917 [1]. A pesar de que el Papa afirmaba que “es absolutamente necesario quitar toda sombra de latinización...” [2] en el proceso de codificación del Código para las Iglesias Orientales, “en la primera reunión de los delegados orientales se discutió y decidió, con voto unánime, seguir como guía el CIC en la preparación del CICO” [3]. Con este método se podría considerar esta codificación como un intento de latinizar el código oriental [4].

Según el padre Ivan Žužek, seguir el código de 1917 como modelo del nuevo código oriental fue un gran error. Afirma que se descuidaron los Sagrados Cánones Orientales, los cuales no fueron tomados como base para el nuevo Código [5].

El padre Wuyts desde el inicio de su artículo menciona que:

“Una primera lectura del nuevo Motu Proprio sobre el derecho de las personas en la Iglesia oriental puede quizás dejar la impresión de que la Santa Sede, en su codificación oriental, haya querido hacer más bien un trabajo de adaptación del Código latino a las necesidades de las comunidades católicas de oriente.

De hecho, el esquema del Motu Proprio Cleri Sanctitati sigue exactamente el del Código latino, introduciendo en él, en el lugar conveniente, las instituciones típicamente orientales como la del Patriarca, del arzobispo, de los diversos sínodos y otras” [6].

La crítica llega hasta el punto de que Rohban en su artículo sobre la codificación del derecho canónico oriental, afirma que los primeros cánones del Motu Proprio Cleri Sanctitati y de modo particular parece más una “oración fúnebre a lo oriental” que a un texto jurídico [7].

Hay que notar que el Motu Proprio Cleri Sanctitati no ha sido el único que ha seguido exactamente el Código latino. Los demás Motu Proprio también siguieron al mismo. El padre Gallagher, en su artículo, afirma que “la mayoría de los cánones en los Motu Proprio simplemente reproducen – a menudo literalmente – los cánones del Código Latino” [8].

Por una parte, el hecho de seguir el Código Latino de 1917, fue muy criticado y considerado como una forma de latinizar el Código Canónico Oriental.

Por otra parte, sin embargo, es necesario afrontar el verdadero problema, come afirma Toynbee [9]. El problema según el mismo autor no es tanto la distinción entre lo que pertenece a la Iglesia Latina y lo que pertenece a las Iglesias orientales, sino la distinción entre lo que pertenece al Cristianismo y lo que pertenece en cambio a la “e ciò che appartiene alle Chiese Orientali, ma è la distinzione tra ciò che appartiene al Cristianesimo e quello che appartiene invece alla “erupción afín, insólitamente violenta – y generalmente conocida con el nombre de Renacimiento” [10]. Él afirma que el verdadero problema no es tanto la latinización de los orientales, sino el proceso de occidentalización universal a través de una mentalidad laicista y del idealismo jurídico, que no pertenece ni a la tradición oriental ni a la occidental. Es de eso de lo que “los orientales deben guardarse” [11].

De hecho Bucci, siguiendo este pensamiento, afirma que “la latinización no debe ser un peligro a evitar, sino un riesgo que aceptar en la medida en que sabrá discernir, en comparación y dentro de la legislación latina, lo que es verdaderamente latino y lo que no es tal, sino influencia de doctrinas externas a ella... la experiencia jurídica latina sirve a las Iglesias católicas orientales, así como la tradición jurídica de estas sirve a la primera: para unificarse en la única experiencia jurídica de la Sede de Pedro” [12].

Además, las diversas Comisiones para la Revisión del Derecho Canónico Oriental, tuvieron una dificultad seria para la recogida de las Fuentes del Derecho canónico oriental. Esta dificultad nacía de “la falta total de datos y materiales precedentes... Los datos materiales fueron recuperados paralelamente al trabajo de redacción” [13]. Es obvio que mientras no se obtuviese un conocimiento preciso de estas Fuentes, “no se habría podido realizar una codificación razonada y seria para los Orientales” [14].

El desafío, por tanto, según mi parecer, no es combatir la latinización, sino recuperar la tradición jurídica original de la Iglesia. Este desafío impulsó a muchos Padres Orientales y Occidentales, en el Concilio Vaticano II, a aforntar un problema semejante y a proponer nuevos esquemas para una codificación.

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[1] Cfr. J. CHIRAMEL, The Patriarchal Churches in The Oriental Canon Law, 137 y O. BUCCI, Il Codice di Diritto Canonico Orientale nella Storia, 409- 410.

[2] Cfr. D. FALTIN, La Codificazione del Diritto Canonico Orientale, 128.

[3] Cfr. Idem., 129.

[4] Cfr. J. CHIRAMEL, The Patriarchal Churches in The Oriental Canon Law, 137.

[5] Cfr. I. ŽUŽEK, The Ancient Oriental Sources of Canon Law and The Modern Legislation for Oriental Catholics, en Kanon I (1973), 148.

[6] Idem. 175.

[7] “Le style des six premiers canons du MP (CS), surtout le tout premier canon, ressemble, plus à celui d’une oraison funèbre – à l’orientale! – qu’à un texte juridique” L. ROHBAN, Codification du Droit Canonique Oriental, nota 31, 258.

[8] “In fact, most of the canons in the motu proprio simply reproduce – frequently verbatim – the canons of the Latin code”. C. GALLAGHER, The Revised Code of Eastern Canon Law and The Second Vatican Council, en Seminarium, 3, 225. La traducción está hecha por el estudiante.

[9] Cfr. A. J. TOYNBEE, La Nostra Tradizione Giuridica Greco –Romana e Tradizione Giuridica Della Chiesa, en Aquinas, 19 (1976), 386- 410 y A. J. TOYNBEE, Il Mondo Ellenico, Turín, 1976, 225- 229.

[10] Idem. 229.

[11] O. BUCCI, Il Codice di Diritto Canonico Orientale nella Storia della Chiesa, 426.

[12] Idem. 427.

[13] Idem. 445.

[14] Idem.

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez] 

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Documentación


Intervención del Papa durante la primera Congregación General
En el Sínodo de los Obispos para Oriente Medio
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto de la meditación que el Papa Benedicto XVI realizó hoy por la mañana en el aula del Sínodo, durante la primera Congregación General de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

el 11 de octubre de 1962, hace treinta y ocho años, el papa Juan XXIII inauguraba el Concilio Vaticano II. Se celebraba entonces el 11 de octubre la fiesta de la Maternidad divina de María y, con este gesto, con esta fecha, el papa Juan quería confiar todo el Concilio a las manos maternales, al corazón maternal de Nuestra Señora. También nosotros comenzamos el 11 de octubre, también nosotros queremos confiar este Sínodo, con todos sus problemas, con todos sus desafíos, con todas sus esperanzas, al corazón maternal de Nuestra Señora, de la Madre de Dios.

Pío XI, en 1930, había introducido esta fiesta, mil seiscientos años después del Concilio de Éfeso, el cual había legitimado, para María, el título de Theotókos, Dei Genitrix. Es esta gran palabra Dei Genitrix, Theotókos, el Concilio de Éfeso había resumido toda la doctrina de Cristo, de María, toda la doctrina de la redención. Y así vale la pena reflexionar un poco, un momento, sobre lo que habla el Concilio de Éfeso, de lo que habla este día.

En realidad, Theotókos es un título audaz. Una mujer es Madre de Dios. Se podría decir: ¿cómo es posible? Dios es eterno, es el Creador. Nosotros somos criaturas, estamos en el tiempo: ¿cómo podrían una persona humana ser Madre de Dios, del Eterno, dado que nosotros estamos todos en el tiempo, somos todos criaturas? Por ello se entiende que había una fuerte oposición, en parte, contra esta palabra. Los nestorianos decían: se puede hablar de Christotókos, sí, pero de Theotókos no: Theós, Dios, está por encima de todos los acontecimientos de la historia. Pero el Concilio decidió esto, y precisamente así puso a la luz la aventura de Dios, la grandeza de cuanto hizo por nosotros. Dios no permaneció en sí mismo: salió d sí mismo, se unió de tal forma, tan radicalmente con este hombre, Jesús, que este hombre Jesús es Dios, y su hablamos de Él, podemos siempre también hablar de Dios. No nació solamente un hombre que tenía que ver con Dios, sino que en Él nació Dios sobre la tierra. Dios salió de sí mismo. Pero podemos también decir lo contrario: Dios nos atrajo en sí mismo, de modo que ya no estamos fuera de Dios, sino que estamos en su intimidad, en la intimidad del mismo Dios.

La filosofía aristotélica, lo sabemos bien, nos dice que entre Dios y el hombre existe solo una relación no recíproca. El hombre se remite a Dios, pero Dios, el Eterno, es en sí, no cambia: no puede tener hoy esta y mañana otra relación. Está en sí, no tiene relación ad extra. Es una palabra muy lógica, pero es una palabra que nos hace desesperar: por tanto, Dios mismo no tiene relación conmigo. Con la encarnación, con la llegada de la Theotókos, esto ha cambiado radicalmente, porque Dios nos ha atraído en sí mismo y Dios en sí mismo es relación y nos hace participar de su relación interior. Así estamos en su ser Padre, Hijo y Espíritu Santo, estamos dentro de su ser en relación. Estamos en relación con Él y Él realmente ha creado relación con nosotros. En ese momento, Dios quería nacer de una mujer y ser siempre sí mismo: éste es el gran acontecimiento. Y así podemos entender la profundidad del acto del papa Juan, que confió la cumbre conciliar, sinodal, al misterio central, a la Madre de Dios que fue atraída por el Señor en Sí mismo, y así todos nosotros con Ella.

El Concilio comenzó con el icono de la Theotókos. Al final el papa Pablo VI reconoció a la propia Virgen el título Mater Ecclesiae. Y estos dos iconos, que inician y concluyen el Concilio, están intrínsecamente unidos, son, al final, un solo icono, Porque Cristo no nació como un individuo entre los demás. Nació para crearse un cuerpo: nació – como dice Juan en el capítulo 12 de su Evangelio – para atraer a todos hacia sí y en sí. Nació – como dicen las cartas a los Colosenses y a los Efesios – para recapitular todo el mundo, nació como primogénito de muchos hermanos, nació para reunir el cosmos en sí, de forma que Él es la cabeza de un gran Cuerpo. Donde nace Cristo, comienza el movimiento de la recapitulación, comienza el momento de la llamada, de la construcción de su Cuerpo, de la santa Iglesia. La Madre de Theós, la Madre de Dios, es Madre de la Iglesia, porque es Madre de Aquel que vino para reunirnos a todos en su Cuerpo resucitado.

San Lucas nos da a entender esto en el paralelismo entre el primer capítulo de su Evangelio y en el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles, que repiten a dos niveles el mismo misterio. En el primer capítulo del Evangelio el Espíritu Santo viene sobre María y así da a luz y nos da al Hijo de Dios. En el primer capítulo de los Hechos de los Apóstoles María está en el centro de los discípulos de Jesús que rezan todos juntos, implorando la nube del Espíritu Santo. Y así de la Iglesia creyente, con María en el centro, nace la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Este doble nacimiento es el único nacimiento del Christus totus, del Cristo que abraza al mundo y a todos nosotros.

Nacimiento en Belén, nacimiento en el Cenáculo. Nacimiento de Jesús niño, nacimiento del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia. Son dos acontecimientos o un único acontecimiento. Pero entre los dos están realmente la Cruz y la Resurrección. Y sólo a través de la Cruz pasa el camino hacia la totalidad del Cristo, hacia su Cuerpo resucitado, hacia la universalización de su ser en la unidad de la Iglesia. Y así, teniendo presente que sólo del grano caído en la tierra nace después la gran cosecha, del Señor atravesado en la Cruz viene la universalidad de sus discípulos reunidos en este Cuerpo suyo, muerto y resucitado.

Teniendo en cuenta este nexo entre Theotókos y Mater Ecclesiae, nuestra mirada va hacia el último libro de la Sagrada Escritura, el Apocalipsis, donde, en el capítulo 12, aparece precisamente esta síntesis. La mujer vestida de sol, con doce estrellas sobre la cabeza y la luna bajo sus pies, da a luz. Y da a luz con un grito de dolor, da a luz con gran dolor. Aquí el misterio mariano es el misterio de Belén extendido al misterio cósmico. Cristo nace siempre de nuevo en todas las generaciones y así asume, recoge a la humanidad en sí mismo. Y este nacimiento cósmico se realiza en el grito de la Cruz, en el dolor de la Pasión. Y a este grito de la Cruz pertenece la sangre de los mártires.

Así, en este momento, podemos mirar el segundo Salmo de esta Hora Media, el Salmo 81, donde se ve una parte de este proceso. Dios está entre los dioses – aún se consideraban en Israel como dioses. En este Salmo, en una gran concentración, en una visión profética, se ve la pérdida de poder de esos dioses. Los que parecían dioses no son dioses y pierden el carácter divino, caen a tierra. Dii estis et moriemini sicut nomine (cfr Sal 81, 6-7): la pérdida de poder, la caída de las divinidades.

Este proceso que se realiza en el largo camino de la fe de Israel, y que se resume aquí en una visión única, es un verdadero proceso de la historia de las religiones: la caída de los dioses. Y así la transformación del mundo, el conocimiento del verdadero Dios, la pérdida de poder de las fuerzas que dominan la tierra, es un proceso de dolor. En la historia de Israel vemos como esta liberación del politeísmo, este reconocimiento - “sólo el es Dios” - se realiza con muchos dolores, comenzando por el camino de Abraham, el exilio, los Macabeos, hasta Cristo. Y en la historia continua este proceso de pérdida de poder, del que habla el capítulo 12; habla de la caída de los ángeles, que no son ángeles, no son divinidades sobre la tierra. Y se realiza realmente, precisamente en el tiempo de la Iglesia naciente, donde vemos cómo con la sangre de los mártires pierden el poder las divinidades, comenzando por el emperador divino, de todas estas divinidades. Es la sangre de los mártires, el dolor, el grito de la Madre Iglesia que las hace caer y transforma así el mundo.

Esta caída no es sólo el conocimiento de que éstas no son Dios; es el proceso de transformación del mundo, que cuesta la sangre, cuesta el sufrimiento de los testigos de Cristo. Y, si miramos bien, vemos que este proceso nunca ha terminado. Se realiza en los diversos periodos de la historia de formas siempre nuevas; también hoy, en este momento, en el que Cristo, el único Hijo de Dios, debe nacer para el mundo con la caída de los dioses, con el dolor, el martirio de los testigos. Pensemos en las grandes potencias de la historia de hoy, pensemos en los capitales anónimos que esclavizan al hombre, que ya no son cosa del hombre, sino un poder anónimo al que sirven los hombres, por el que los hombres son atormentados e incluso asesinados. Son un poder destructivo, que amenaza al mundo. Y después el poder de las ideologías terroristas. Aparentemente en nombre de Dios se hace violencia, pero no es Dios: son divinidades falsas que deben ser desenmascaradas, que no son Dios. Y después la droga, este poder que como una bestia voraz extiende las manos sobre todos los lugares de la tierra y destruye: es una divinidad, pero una divinidad falsa, que debe caer. O también la forma de vivir propagada por la opinión pública: hoy se hace así, el matrimonio ya no cuenta, la castidad ya no es una virtud, etc.

Estas ideologías que dominan que se imponen con fuerza, son divinidades. Y en el dolor de los santos, en el dolor de los creyentes, de la Madre Iglesia de la cual somos parte, deben caer estas divinidades, debe realizarse cuanto dicen las Cartas a los Colosenses y a los Efesios: las dominaciones, los poderes, caen y se convierten en súbditos del único Señor Jesucristo. De esta lucha en la que estamos, de esta pérdida de poder de los dioses, de esta caída de los falsos dioses, que caen porque no son divinidades, sino poderes que destruyen el mundo, habla el Apocalipsis en el capítulo 12, también con una imagen misteriosa, para la cual, me parece, hay con todo distintas interpretaciones bellas. Se dice que el dragón pone un gran río de agua contra la mujer que huy para arrastrarla. Y parece inevitable que la mujer sea ahogada en este río. Pero la buena tierra absorbe este río y éste no puede hacer daño. Yo creo que el río es fácilmente interpretable: son estas corrientes que dominan a todos y que quieren hacer desaparecer la fe de la Iglesia, la cual ya no parece tener sitio ante la fuerza de estas corrientes que se imponen como la única racionalidad, como la única forma de vivir. Y la tierra que absorbe estas corrientes es la fe de los sencillos, que no se deja arrastrar por estos ríos y salva a la Madre y al Hijo. Por ello el Salmo dice – el primer salmo de la Hora Media – que la fe de los sencillos es la verdadera sabiduría (cfr Sal 118,130). Esta sabiduría verdadera de la fe sencilla, que no se deja devorar por las aguas, es la fuerza de la Iglesia. Y volvemos otra vez al misterio mariano.

Y hay también una última palabra en el Salmo 81, "movebuntur omnia fundamenta terrae" (Sal 81,5), vacilan los fundamentos de la tierra. Lo vemos hoy, con los problemas climáticos, cómo son amenazados los fundamentos de la tierra, pero son amenazados por nuestro comportamiento. Vacilan los fundamentos externos porque vacilan los fundamentos interiores, los fundamentos morales y religiosos, la fe de la que sigue el modo recto de vivir. Y sabemos que la fe es el fundamento, y, en definitiva, los fundamentos de la tierra no pueden vacilar si permanece firme la fe, la verdadera sabiduría.

Y también el Salmo dice: "Levántate, Señor, y juzga la tierra" (Sal 81,8). Así decimos también nosotros al Señor: “Levántate en este momento, toma la tierra entre tus manos, protege a tu Iglesia, protege a la humanidad, protege a la tierra”. Y confiándonos de nuevo a la Madre de Dios, a María, y oremos: "Tu, la gran creyente, tu que has abierto la tierra al cielo, ayúdanos, abre hoy también las puertas, para que sea vencedora la verdad, la voluntad de Dios, que es el verdadero bien, la verdadera salvación del mundo”. Amen

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Relación antes de la discusión de Su Beatitud Antonios Naguib
Durante la Primera Congregación del Sínodo

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la Relación anterior a la discusión pronunciada hoy lunes por la mañana por Su Beatitud Antonios Naguib, Relator general del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio y Patriarca de Alejandría de los Coptos (Egipto).

* * * * *



 

Santísimo Padre,

Eminencias, Beatitudes, Excelencias,

Hermanos Delegados de las Iglesias Hermanas

y Comunidades Eclesiales,

Queridas hermanas y hermanos, invitados y expertos,

Ante todo agradezco a Su Santidad el Papa por haberme nombrado para el cargo de Relator General de la Asamblea. Es la primera vez que me toca desempeñar un cargo tan notable. Intentaré llevarlo a cabo de la mejor manera posible, contando con la ayuda del Señor y con vuestra indulgencia.



 

Prólogo

San Lucas refiere en los Hechos que Jesús, en el momento de dejar a los suyos, les dió esta consigna: “Recibiréis una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y de este modo seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch 1, 8).

Los Apóstoles llevaron a cabo esta misión desde el momento en que recibieron el Espíritu Santo, y comenzaron a anunciar sin temor la Buena Noticia de la vida, la muerte y la resurrección del Señor (cf. Hch 2, 32). El fruto del primer discurso de Pedro fue la conversión y el bautismo de alrededor de tres mil personas; muchas otras lo siguieron. Su vida se transformó de manera radical. “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos” (Hch 4, 32).

Son éstos los acontecimientos fundacionales que han inspirado el tema y los objetivos de nuestra Asamblea Especial para el Oriente Medio del Sínodo de los Obispos: Comunión y testimonio, testimonio comunitario y personal, que surge de una vida arraigada en Cristo y vivificada por el Espíritu Santo. Este ejemplo de la Iglesia apostólica ha sido siempre el modelo para la Iglesia a lo largo de los siglos. Nuestra Asamblea sinodal se propone ayudarnos a retomar ese ideal, para una revisión de vida que nos dé un nuevo ímpetu y una nueva vitalidad, que nos purifique, nos renueve y nos fortalezca.

Hemos recibido de manos del Santo Padre personalmente el Instrumentum laboris de esta Asamblea Especial, en ocasión de su Visita Apostólica a Chipre, como una expresión de su preocupación especial por nuestras Iglesias. La Concelebración Eucarística solemne, presidida ayer por la mañana por Su Santidad es la mejor prueba de la bendición divina sobre esta Asamblea. Seguros de este apoyo, y contando con la ayuda y el acompañamiento de la Virgen Santa, emprendemos nuestra labor con confianza.



 

Introducción

Todos hemos acogido el anuncio de esta Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos con mucha alegría, entusiasmo, gratitud y fervor. Hemos visto en él la acogida paterna y comprensiva por parte del Santo Padre de una expectativa tan anhelada y la solicitud especial del Obispo de Roma para con nuestras Iglesias, en su calidad de Pastor Supremo de la Iglesia Católica. Ya habíamos experimentado esa atención especial en varias ocasiones y, a menudo, en los discursos y homilías de Su Santidad. En especial la habíamos constatado en sus Viajes Apostólicos a Turquía (2006), luego a Jordania, Israel y Palestina (2009) y, recientemente, a Chipre (2010). Pero la presencia actual del Santo Padre entre nosotros nos trae el amor, la solidaridad, la oración y el apoyo del Sucesor de Pedro, de la Santa Sede y de toda la Iglesia.

Inmediatamente después de que el Santo Padre anunciara el acontecimiento, el 19 de septiembre de 2009, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, junto con el Consejo presinodal de Oriente Medio, preparó en primer lugar el texto de los Lineamenta, luego el del Instrumentum laboris. Éste se basa ante todo en la Sagrada Escritura y se refiere fundamentalmente a los documentos del Concilio Vaticano II, al Código de los Cánones de las Iglesias Orientales y al Código de Derecho Canónico. También se ha dedicado una atención especial a las diez Cartas Pastorales del Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente. Estoy convencido de que la labor ha sido exitosa, a pesar de la urgencia impuesta por el poco tiempo disponible.

En referencia al Instrumentum laboris considero útil indicar los puntos siguientes para que sean profundizados durante nuestros trabajos.



 

A. LA FINALIDAD DEL SÍNODO (3-6)

El doble objetivo del Sínodo ha sido bien percibido y apreciado por nuestras Iglesias:

1) Confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad, gracias a la Palabra de Dios y a los Sacramentos.

2) Reanimar la comunión eclesial entre las Iglesias sui iuris, para que pueda ofrecer un testimonio de vida auténtico y eficaz. En el contexto en que vivimos, la dimensión ecuménica, el diálogo interreligioso y el aspecto misionero son parte integrante de este testimonio.

El documento insiste en la necesidad y la importancia de que los Padres Sinodales proporcionen a los cristianos de nuestros países las razones de su presencia, para confirmarlos en su misión de ser y seguir siendo testigos auténticos de Cristo resucitado en cada uno de sus países. En medio de condiciones de vida algunas veces muy difíciles, pero también prometedoras, ellos son el icono visible de Cristo, la encarnación viviente de Su Iglesia y el instrumento actual de la acción del Espíritu Santo.



 

B. REFLEXIÓN GUIADA POR LA SAGRADA ESCRITURA (7-12)

Nos sentimos orgullosos de pertenecer a las tierras en que los hombres inspirados por el Espíritu Santo han escrito los Libros Santos en algunos de nuestros idiomas. Pero este hecho nos impone asimismo obligaciones imperiosas. La Sagrada Escritura debe ser el alma de nuestra vida religiosa y de nuestro testimonio, tanto a nivel comunitario como individual. La santa Liturgia constituye el centro y el punto culminante de nuestra vida eclesial. En ella celebramos y escuchamos regularmente la Palabra de Dios. Bajo la luz de la Santa Biblia, leída, rezada y meditada en la Iglesia, en pequeños grupos y también individualmente, debemos buscar y encontrar respuestas al sentido de nuestra presencia, de nuestra comunión y de nuestro testimonio, adaptados al contexto y a los desafíos de circunstancias constantemente nuevas.

El documento llama la atención sobre la insuficiencia de la respuesta a la gran sed que tienen nuestros fieles de la Palabra de Dios, de su comprensión y su arraigo en sus corazones y sus vidas. Se deberán concebir, lanzar, animar y sostener iniciativas adecuadas y suficientes, utilizando también los medios modernos. Quienes, en virtud de su vocación, están en contacto más directo con la Palabra de Dios, tienen la obligación de asumir un compromiso de testimonio e intercesión por el pueblo de Dios. La memorización de los textos es siempre eficaz y fecunda.

En la exégesis y la presentación del sentido de las Escrituras, se debe poner en evidencia “La historia de la Salvación”. Ésta revela el plan divino único que se realiza en el tiempo, en un vínculo estrecho entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y encuentra su centro y su cumbre en Cristo. Al ser el Libro de la comunidad cristiana, el texto bíblico no puede ser interpretado correctamente sino en su seno. La Tradición y la enseñanza de la Iglesia, sobre todo en nuestros países de Oriente son, pues, una referencia insoslayable en la comprensión y la interpretación de la Biblia.

La Palabra de Dios es la fuente de la teología, la moral, la espiritualidad y la vitalidad apostólica y misionera. Ilumina la vida, la transforma, la guía y la fortalece. Algunas personas, por ignorancia o mala intención, usan la Biblia como libro de recetas o de prácticas supersticiosas. Es nuestro deber educar a nuestros fieles para que no les den crédito. La Palabra de Dios también ilumina las elecciones comunitarias y personales para responder a los desafíos de la vida, inspirar el diálogo ecuménico e interreligioso y orientar el compromiso político. Así pues, debería ser el centro de referencia de los cristianos en la educación y el testimonio. Y también ayudará a los hombres de buena voluntad a encontrar pistas en su búsqueda de Dios.



 

I. LA IGLESIA CATÓLICA EN EL ORIENTE MEDIO

A. LA SITUACIÓN DE LOS CRISTIANOS EN ORIENTE MEDIO

1. Breve mirada histórica: unidad en la multiplicidad (13-18)

El conocimiento de la historia del cristianismo en Oriente Medio es importante para nosotros mismos, pero también para el resto del mundo cristiano. En esas tierras Dios ha elegido y guiado a los Patriarcas, a Moisés y al pueblo de la Antigua Alianza. Ha hablado por medio de los Profetas, los jueces, los reyes y las mujeres de fe. En la plenitud de los tiempos Jesucristo, el Salvador, allí se ha encarnado, ha vivido, ha escogido y formado a sus discípulos y ha llevado a cabo su obra de salvación. La Iglesia de Jerusalén, nacida el día de Pentecostés, ha sido la fuente de todas las Iglesias particulares, que han continuado y continúan en el tiempo la obra de Cristo, por la acción del Espíritu Santo, bajo la guía del Papa, sucesor de Pedro.

Tras algunos pequeños conflictos al principio de su marcha, la Iglesia ha conocido las divisiones sucesivas en ocasión de los Concilios de Éfeso (431) y de Calcedonia (451). Nacieron así la “Iglesia apostólica asiria de Oriente” y las “Iglesias ortodoxas orientales”: copta, siríaca y armenia. En el siglo XI se produjo el gran cisma entre Constantinopla y Roma. Estas divisiones surgieron alrededor de cuestiones teológicas, pero los motivo político-culturales han tenido un papel fundamental. Los estudios históricos y teológicos tienen la responsabilidad de ilustrar mejor esos períodos y acontecimientos trágicos, para contribuir al diálogo ecuménico.

Frutos amargos del pasado, todas estas divisiones subsisten aún en nuestros países. Gracias a Dios, el Espíritu obra en las Iglesias para que se realice la plegaria de Cristo: «Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn 17, 21).

2. Apostolicidad y vocación misionera (19-23)

Nuestras Iglesias, bendecidas por la presencia de Cristo y los Apóstoles, fueron la cuna del cristianismo y las primeras generaciones cristianas. Por esta razón, su vocación específica es la de mantener viva la memoria de los orígenes, reforzar la fe de sus fieles y vivificar en ellos el espíritu del Evangelio, para que guíe sus vidas y sus relaciones con los demás, cristianos y no cristianos.
Nuestras Iglesias, de origen apostólico, tienen a su vez la misión particular de cooperar en el anuncio del Evangelio. El estudio de la historia misionera de nuestras Iglesias ayudaría a estimular ese impulso evangelizador que había caracterizado nuestros orígenes. “El ser misionero” es un deber gratuito que se nos impone, como Iglesias arraigadas en los orígenes y a causa de nuestro patrimonio tan rico y variado. Tenemos el deber de hacer que lo que hemos recibido beneficie a quienes no lo han recibido. Nuestras Iglesias deben comprometerse para vivificar en ellas el ímpetu evangelizador misionero.

Esta apertura a la acción del Espíritu nos ayudará a compartir con nuestros numerosos conciudadanos la riqueza del amor y la luz de la esperanza que están en nosotros (cf. Rm 5, 5). De hecho “Somos, en medio de la sociedad en que vivimos, un signo de la presencia de Dios en nuestro mundo. Ello nos llama a ser ‘con’, ‘en’ y ‘para’ la sociedad en que vivimos. Es una exigencia esencial de nuestra fe, de nuestra vocación y nuestra misión”. [1] “La Iglesia no se mide estadísticamente a través de los números, sino a través de la conciencia viva que sus hijos tienen de su vocación y misión”. [2]

Para asegurar el futuro de nuestras Comunidades, los Pastores deben prestar especial atención a la pastoral de las vocaciones, con medios adecuados y eficaces, sobre todo entre los jóvenes y las familias. Gracias a Dios, nuestras Iglesias tienen vocaciones, pero faltan seriamente en algunas diócesis o eparquías. Quizá debamos comenzar a vivir “el ser misionero” entre nuestras eparquías/diócesis y entre nuestras Iglesias en la región. El ejemplo de sacerdotes, religiosos y religiosas, píos, felices, alegres y unidos, es el mejor instrumento para atraer a los jóvenes a la consagración total a Dios. Este Sínodo podría ser una ocasión para revisar el estilo, los métodos y los programas en los seminarios y las casas de formación.

La coordinación y la ayuda recíproca entre las congregaciones, las órdenes religiosas y los Obispos ayuda a suscitar vocaciones. También será necesario encontrar los medios adecuados para sostener y reforzar las congregaciones y los institutos de vida consagrada. La vida contemplativa, allí donde existe, deberá ser alentada. Con la oración, podemos preparar el terreno para la acción del Espíritu Santo para suscitarla allí donde no existe. Las Órdenes existentes en nuestros países podrían tomar la iniciativa de establecer comunidades en otras áreas o países de la región.

3. El papel de los cristianos en la sociedad, a pesar de su número reducido (24-31)

Nuestras sociedades, a pesar de sus diferencias, tienen características comunes: el apego a la tradición, el modo de vida tradicional, el confesionalismo y la diferenciación basada en la religión. Estos factores pueden acercar y unificar, pero también alejar y dividir. En sus países, los cristianos son «ciudadanos nativos», miembros de pleno derecho de su comunidad civil. Están en su casa, a menudo desde hace muchísimo tiempo. Su presencia y participación en la vida del país es una riqueza preciosa, que hay que proteger y preservar. Una laicidad positiva permitiría a la Iglesia dar un aporte eficaz y fecundo, y contribuiría a reforzar la ciudadanía de todos los miembros del país, sobre la base de la igualdad y la democracia.
En su acción pastoral, cultural y social, la Iglesia necesita usar más y mejor la tecnología y los medios modernos de comunicación. Es necesario formar dirigentes especializados para esta finalidad. Los cristianos orientales deben comprometerse para el bien común, en todos sus aspectos, como siempre lo han hecho. Pueden ayudar a crear condiciones sociales que favorezcan el desarrollo de la personalidad y de la sociedad, en colaboración con los esfuerzos de la autoridades políticas. Aun siendo reducidas minorías, su dinamismo es resplandeciente y es apreciado. Necesitan ser sostenidos y alentados para mantener esta actitud, aun en circunstancias difíciles. El fortalecimiento de su vida de fe y, al mismo tiempo, del vínculo social y de la solidaridad recíproca, los ayudaría mucho, sin replegarse sobre sí mismos en una actitud de gueto.A través de la presentación de la Doctrina social de la Iglesia, nuestras comunidades ofrecen un aporte valedero para la construcción de la sociedad. La promoción de la familia y la defensa de la vida deberían ocupar un lugar fundamental en la ense anza y en la misión de nuestras Iglesias. La educación es un ámbito privilegiado para nuestra acción y una inversión de gran importancia. En lo posible, nuestras escuelas podrían dar mayor ayuda a los más desfavorecidos. Gracias a sus actividades sociales, sanitarias y caritativas, accesibles a todos los miembros de la sociedad, colaboran de manera visible al bien común. Ello es posible gracias a la generosidad de las Iglesias locales y a la caridad de la Iglesia universal. Para asegurar su credibilidad evangélica, la Iglesia debe valerse de los medios para asegurar la transparencia en la gestión del dinero, distinguiendo claramente entre lo que le pertenece y lo que le pertenece al personal de la Iglesia. En vista de esto son necesarias estructuras adecuadas.

B. LOS DESAFÍOS A LOS QUE DEBEN ENFRENTARSE LOS CRISTIANOS

1. Los conflictos políticos de la región (32-35)

Las situaciones político-sociales de nuestros países tienen repercusiones directas sobre los cristianos, que experimentan con mayor fuerza las consecuencias negativas. En los Territorios palestinos la vida es muy difícil, a veces insostenible. La posición de los cristianos árabes es muy delicada. Condenamos la violencia de cualquier proveniencia y reclamamos una solución justa y duradera del conflicto israelo-palestino, expresamos nuestra solidaridad para con el pueblo palestino, cuya situación actual favorece el fundamentalismo. Escuchar la voz de los cristianos del lugar podría ser valioso para comprender mejor la situación. El estatuto de Jerusalén debería tomar en cuenta su importancia para las tres religiones: cristiana, musulmana y judía.
Es lamentable que la política mundial no tome en suficiente consideración la situación trágica de los cristianos en Iraq, quienes son las víctimas principales de la guerra y sus consecuencias. En Líbano, una mayor unidad entre los cristianos ayudaría a asegurar más estabilidad en el país. En Egipto, sería muy ventajoso si las Iglesias coordinaran sus esfuerzos para confirmar a sus fieles en la fe y para realizar obras comunes por el bien del país. Según la posibilidades que se den en cada país, los cristianos deberán favorecer la democracia, la justicia y la paz, además de la laicidad positiva en la distinción entre religión y Estado, y el respeto de cada religión. Una actitud de compromiso positivo en la sociedad es la respuesta constructiva, ya sea para la sociedad que para la Iglesia.

2. Libertad de religión y de conciencia (36-40)

Los derechos humanos son la base que garantiza el bien de la persona humana integral, criterio de todo sistema político. Esto deriva del orden mismo de la creación. Quien no respeta a la criatura de Dios según el orden que Él ha establecido, tampoco respeta al Creador. La promoción de los derechos humanos exige paz, justicia y estabilidad.

La libertad religiosa es un elemento esencial de los derechos del hombre. La libertad de culto es sólo un aspecto de la libertad religiosa. En la mayor parte de nuestros países está garantizada por las constituciones, Pero aun en esos casos, en algunos países, algunas leyes o prácticas limitan su aplicación. Otro aspecto es la libertad de conciencia, basada en la libre elección de la persona. Su ausencia pone trabas a la libre elección de quienes desearían adherir al Evangelio, por temor a represalias contra sí mismos y sus familias. No puede existir ni desarrollarse sino en la medida en que crece el respeto por los derechos del hombre en su totalidad e integridad.

La educación en este sentido es un aporte valioso al progreso cultural del país, para una mayor justicia e igualdad ante la ley. La Iglesia Católica condena con firmeza todo proselitismo. Sería positivo discutir serenamente estas cuestiones en las estructuras e instancias para el diálogo, sobre todo dentro de cada país. Los numerosos institutos educativos de que disponen nuestras Iglesias son un instrumento privilegiado para promover esta educación. Los centros hospitalarios y de servicios sociales también constituyen un testimonio elocuente del amor al prójimo, sin distinción ni discriminación alguna. La valorización de las jornadas, los eventos y las celebraciones locales e internacionales dedicados a estos temas ayudan a difundir y reforzar esta cultura. Los medios de comunicación se deben utilizar para propagar este espíritu.

3. Los cristianos y la evolución del Islam contemporáneo (41-42)

A partir del año 1970, en la región observamos la expansión del Islam político, que abarca distintas corrientes religiosas. Ello afecta a la situación de los cristianos, sobre todo en el mundo árabe. Éste desea imponer un modo de vida islámico a todos los ciudadanos, a veces con la violencia. Constituye, por lo tanto, una amenaza para todos y juntos debemos afrontar estas corrientes extremistas.

4. La emigración (43-48)

En Oriente Medio, la emigración comienza hacia fines del siglo XIX, por motivos políticos y económicos. Los conflictos religiosos han sido determinantes en algunos períodos trágicos. Actualmente la emigración se ha acentuado en nuestros países. Las principales causas son: el conflicto israelo-palestino, la guerra de Iraq, las situaciones políticas y económicas, el crecimiento del fundamentalismo islámico y las restricciones de las libertades y la igualdad. Los jóvenes, las personas instruidas y las personas pudientes se van en mayor número, privando a la Iglesia y al país de recursos muy valiosos.

Corresponde a los responsables políticos consolidar la paz, la democracia y el desarrollo, para promover un clima de estabilidad y confianza. Los cristianos, así como todas las personas de buena voluntad, están llamados a comprometerse positivamente en la realización de este objetivo. Una mayor sensibilización de las Instancias internacionales sobre el deber de contribuir al desarrollo de nuestros países sería de gran ayuda en este sentido. Las Iglesias particulares de Occidente podrían tener una influencia beneficiosa y eficaz en esta acción. Los Pastores deberían hacer que los fieles adquieran conciencia acerca de su papel histórico. Son portadores del mensaje de Cristo en sus países, incluso en medio de las dificultades y las persecuciones. Su ausencia comprometería gravemente el futuro. Es importante evitar todo discurso derrotista, así como alentar la emigración como opción preferencial.

Por otra parte, la emigración constituye un apoyo notable a nuestros países e Iglesias. La Iglesia del país de origen debe encontrar los medios para preservar vínculos estrechos con sus fieles emigrados y asegurar su asistencia espiritual. Es indispensable asegurar la Liturgia, en su propio rito, a los fieles de las Iglesias orientales que se encuentran en territorio latino. La liquidación de las propiedades en la patria es muy lamentable. La conservación o la compra de bienes territoriales sería un aliciente para el retorno. Las comunidades de la Diáspora tienen el papel de alentar y consolidar la presencia cristiana en Oriente, con la finalidad de reforzar su testimonio y apoyar sus causas, por el bien del país. Una pastoral adecuada debe ocuparse de la emigración interna del país.

5. La inmigración cristiana internacional en Oriente Medio (49-50)

Los países de Oriente Medio conocen un nuevo fenómeno importante: la acogida de muchísimos trabajadores inmigrados africanos y asiáticos, en su mayoría mujeres. A menudo deben enfrentarse a situaciones de injusticia y abuso, y de infracción de las leyes y las convenciones internacionales. Nuestras Iglesias deben hacer un esfuerzo mayor para ayudarlos, acogerlos y acompañarlos en lo religioso y lo social. Necesitan una pastoral adecuada, desde una acción coordinada entre los Obispos, las Congregaciones religiosas y las Organizaciones sociales y de beneficencia.



 

C. RESPUESTAS DE LOS CRISTIANOS EN LA VIDA COTIDIANA (51-53)

El testimonio cristiano a todos los niveles es la respuesta principal en las circunstancias en que viven. Desde los orígenes, la vida monástica ocupa un lugar importante. La vida contemplativa de oración también tiene una misión de intercesión por la Iglesia y la sociedad.

El perfeccionamiento del testimonio cristiano, siguiendo cada vez más a Jesucristo, es una exigencia que se pide a todos los niveles: clero, Órdenes religiosas, Congregaciones, Institutos y Sociedades de vida apostólica; y también laicos, según la propia vocación. La formación del clero y de los fieles, las homilías y la catequesis deben profundizar y reforzar el sentido de la fe y la conciencia acerca del papel y la misión en la sociedad, como traducción y testimonio de esta fe. Una renovación eclesial queda por realizar: conversión y purificación, profundización espiritual, determinación de las prioridades de la vida y la misión.

Se debe dedicar un esfuerzo especial para descubrir y formar a los ‘cuadros’ necesarios a todos los niveles. Ellos deben ser modelo de testimonio para sostener y alentar a sus hermanos y hermanas, sobre todo en tiempos difíciles. También es oportuno formar dirigentes para la presentación del Cristianismo tanto a los cristianos que tienen poco contacto con la Iglesia o se han alejado de ella, como también a los no cristianos. La calidad de los dirigentes es más importante que su número. Es indispensable la formación permanente. Se ha de prestar particular atención a los jóvenes, fuerza del presente y esperanza para el futuro. Los cristianos deben ser alentados para insertarse en las instituciones públicas para la construcción de la ciudad.



 

II. LA COMUNIÓN ECLESIAL

La diversidad en la Iglesia Católica, lejos de atentar a su unidad, la valoriza. El misterio de la Santa Trinidad es el fundamento de la comunión cristiana. La Iglesia es misterio y sacramento de comunión. El amor está en el centro de esta realidad: «Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado» (Jn 15, 12). Debiendo enfrentarnos continuamente a los desafíos del pluralismo, estamos llamados a una conversión constante para pasar de la mentalidad del confesionalismo al sentido auténtico de Iglesia.



 

A. COMUNIÓN EN LA IGLESIA CATÓLICA Y ENTRE LAS DISTINTAS IGLESIAS (55-56)

Los signos principales que manifiestan la comunión en la Iglesia Católica son: el Bautismo, la Eucaristía y la comunión con el Obispo de Roma, Corifeo de los Apóstoles (hâmat ar-Rusul). El Código de las Iglesias Orientales reglamenta los aspectos canónicos de esta comunión, acompañada y asistida por la Congregación para las Iglesias Orientales y los distintos Dicasterios romanos.
Entre las Iglesias católicas de Oriente Medio la comunión se manifiesta a través del Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente (C.P.C.O.). Sus cartas pastorales son documentos de gran valor y actualidad. En cada país la comunión se refuerza a través de la Asamblea de los Patriarcas y Obispos o de la Conferencia episcopal. En un espíritu de fraternidad y cooperación estudia los problemas comunes, da directivas para consolidar el testimonio cristiano y coordina las acciones pastorales. Es deseable que una Asamblea regional reúna al Episcopado de Oriente Medio, según un ritmo periódico determinado por el Consejo de los Patriarcas Católicos de Oriente. Aunque las Iglesias sui iuris estén abiertas a todos los fieles católicos, sin embargo se debe evitar con cuidado alejarlos de su Iglesia de origen.

Es oportuno también subrayar las relaciones entre nuestras Iglesias de Oriente y la Iglesia de tradición latina (“Iglesia de Occidente”). Tenemos necesidad los unos de los otros. Necesitamos su oración, su solidaridad y su larga y rica experiencia espiritual, teológica y cultural. También ellos necesitan nuestras oraciones, nuestro ejemplo de fidelidad a nuestro rico y variado patrimonio de los orígenes y a nuestra unidad en la variedad y la multiplicidad. “El tesoro antiguo y vivo de las tradiciones de las Iglesias orientales enriquece a la Iglesia universal, y nunca debería ser visto sólo como una realidad digna sólo de ser preservada” [3]. La comunión entre Iglesias no implica de manera alguna uniformidad, sino amor recíproco e intercambio de dones.



 

B. COMUNIÓN ENTRE OBISPOS, CLERO Y FIELES (57-62)

En una misma Iglesia, la comunión se realiza siguiendo el modelo de comunión con la Iglesia universal y el Obispo de Roma. En la Iglesia Patriarcal se expresa a través del Sínodo de los Obispo alrededor del Patriarca, Padre y Jefe de su Iglesia. En la Eparquía se realiza alrededor del Obispo, que debe velar por la armonía del conjunto. Estructuras de trabajo conjunto y de coordinación pastoral contribuirán a reforzar la comunión. Ésta sólo se puede realizar sobre la base de los medios espirituales, en especial la oración, la Eucaristía y la Palabra de Dios. Los Pastores, las personas consagradas, los animadores y responsables diocesanos y parroquiales tienen la gravosa responsabilidad de ser ejemplo y modelo para los demás. Este Sínodo nos ofrece la ocasión para hacer una seria revisión de vida, finalizada a la conversión efectiva. El modelo de la comunidad cristiana primitiva ilumina el tema del Sínodo: «La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma».

La participación de los laicos en la vida y la misión de la Iglesia es un postulado indispensable de la comunión. Las estructuras aparentes pueden esconder una pasividad o un papel meramente ejecutivo. Los laicos deberían participar efectivamente en la reflexión, la decisión y la ejecución. En unión con los Pastores, hay que alentar sus iniciativas pastorales válidas y positivas y, asimismo, su compromiso para con la sociedad. El lugar y el papel de la mujer, religiosa y laica, debe ser valorizado y ampliado en la Iglesia. Se deben valorizar los Consejos pastorales, parroquiales, diocesanos y nacionales. Las Asociaciones y los Movimientos internacionales deben adaptarse más a la mentalidad, las tradiciones, la cultura y la lengua de la Iglesia y del país que los acogen, obrando en estrecha coordinación con el Obispo del lugar. Es muy recomendable su integración en la tradición oriental. Esto se aplica también a las Congregaciones religiosas de origen occidental.



 

III. EL TESTIMONIO CRISTIANO



 

A. TESTIMONIAR EN LA IGLESIA: LA CATEQUESIS

1. Una catequesis para hoy en día, por fieles bien preparados (62-64)

Ser cristianos significa ser testigos de Cristo, vivificados y guiados por el Espíritu Santo. La Iglesia existe para dar testimonio de su Señor. Es su mensaje principal. Este testimonio se transmite a través del ejemplo, las obras y la catequesis, sobre todo la iniciación a la fe y los sacramentos. Debe dirigirse a todos los grupos de edad: niños, jóvenes y adultos. Después de una correcta preparación, los jóvenes pueden ser buenos catequistas de otros jóvenes. Bien preparados, los padres participarán en la actividad catequética en la familia y la parroquia. Las escuelas católicas, las asociaciones y los movimientos apostólicos son lugares privilegiados para le enseñanza de la fe.

La presencia y la asistencia de un director espiritual junto a los jóvenes y otros grupos de edad es una ayuda valiosa para la formación religiosa, que favorece la aplicación de la fe a la vida concreta. En las parroquias, las instituciones educativas y culturales, la formación religiosa tendrá el lugar oportuno y tendrá en cuenta los problemas auténticos y los desafíos actuales. Será necesario asegurar una adecuada formación de los educadores en la fe. Sin el testimonio de su vida, la acción de los catequistas será estéril. En primer lugar son testigos del Evangelio. La catequesis también debe promover los valores morales y sociales, el respeto por el otro, la cultura de la paz y la no violencia, además del compromiso por la justicia y el ambiente. La Doctrina Social de la Iglesia, poco presente, es un elemento integrante de la formación de la fe.

2. Métodos de catequesis (65-69)

La acción catequética no puede limitarse, hoy en día, a la sola transmisión oral. Son indispensables los medios activos. A ni os y jóvenes les gusta el trabajo en grupos: litúrgicos, deportivos, corales, scouts y otros. Se deberán formar grupos allí donde no existen. Pero hay que velar para que no se transformen en una simple actividad social, sin espacio para la formación de la fe.

Los nuevos medios de comunicación son muy eficaces para anunciar el Evangelio y testimoniarlo. Nuestras Iglesias necesitan personas especializadas en estos ámbitos. Tal vez podamos ayudar a los más dotados a formarse y luego comprometerlos en esa labor. En Líbano, “La Voix de la Charité” (Sawt al-Mahabba) y, sobre todo, TéléLumière / Noursat, prestan grandes servicios a los cristianos de nuestra región, llegando hasta otros continentes. Otros países han emprendido iniciativas semejantes. Todos tienen necesidad de apoyo y estímulo.

La catequesis debe tener en cuenta el contexto conflictivo de los países de la región. Debe consolidar a los fieles en la fe y formarlos para vivir el mandamiento del amor y para ser artífices de la paz, la justicia y el perdón. El compromiso en la vida pública es un deber que imponen el testimonio y la misión de construir el Reino de Dios. Todo ello requiere una formación para superar el confesionalismo, el sectarismo y las hostilidades internas, para ver el rostro de Dios en cada persona y colaborar conjuntamente para construir un futuro de paz, estabilidad y bienestar.



 

B. UNA LITURGIA RENOVADA Y FIEL A LA TRADICIÓN (70-75)

La liturgia “es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” [4]. En nuestras Iglesia orientales, la Divina Liturgia está en el centro de la vida religiosa. Desempeña un papel importante custodiando la identidad cristiana, reforzando la pertenencia a la Iglesia, vivificando la vida de fe y suscitando la atención de quienes se encuentran lejos e incluso de quienes no creen. Es decir, constituye un anuncio y un testimonio importantes de una Iglesia que reza y no sólo obra.

La renovación de la liturgia es muy anhelada. Aunque siga arraigada en la tradición, tomará en cuenta la sensibilidad moderna y las necesidades espirituales y pastorales actuales. Para la labor de reformar la liturgia es necesaria una comisión de expertos. También es necesario adaptar los textos litúrgicos para las celebraciones destinadas a ni os y jóvenes, siempre inspiradas en el propio patrimonio. Se necesita para esta tarea un grupo interdisciplinario de expertos. La renovación litúrgica es también necesaria para las oraciones devocionales. En toda esta labor de adaptación y reforma habrá que tener en cuenta la dimensión ecuménica. El espinoso problema de la communicatio in sacris exige un estudio especial.



 

C. EL ECUMENISMO (76-84)

Que todos sean uno … para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21). Sus discípulos deben continuar esta oración de Cristo en todos los tiempos. La división de los cristianos se opone a la voluntad de Cristo, constituye un escándalo y es un obstáculo para el anuncio y el testimonio. La misión y el ecumenismo están estrechamente vinculados. Las Iglesias católicas y ortodoxas tienen mucho en común, tanto que los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI hablan de ‘comunión casi completa’. Hay que destacar este hecho más que las diferencias. El Bautismo es el fundamento de las relaciones con las demás Iglesias y Comunidades eclesiales, haciendo posibles y necesarias muchas acciones e iniciativas comunes. La enseñanza religiosa debe abarcar explícitamente el ecumenismo. Toda acción o publicación ofensiva o turbadora deberían ser cuidadosamente evitadas.

Un esfuerzo sincero se requiere para superar los prejuicios, entenderse mejor y aspirar a la plenitud de la comunión en la fe, los sacramentos y el servicio jerárquico. Este diálogo se efectúa a varios niveles. A nivel oficial, la Santa Sede emprende iniciativas con todas las Iglesias de Oriente. En ellas están representadas las Iglesias orientales católicas. Una forma nueva de ejercicio del primado, sin renunciar a lo esencial de la misión del Obispo de Roma, debe aún ser encontrada [5]. Es deseable establecer comisiones locales de diálogo ecuménico. El estudio de la historia de las Iglesias orientales católicas, así como de la Iglesia de tradición latina, permitiría aclarar el contexto, la mentalidad y las perspectivas vinculadas a su surgimiento.

La acción ecuménica requiere comportamientos adecuados: la oración, la conversión, la santificación y el intercambio recíproco de dones, en un espíritu de respeto, amistad, caridad recíproca, solidaridad y colaboración. Estas actitudes deben ser cultivadas y alentadas a través de la ense anza y los distintos medios de comunicación. El diálogo es un instrumento esencial del ecumenismo. Exige una actitud positiva de comprensión, escucha y apertura al otro. Todo ello contribuirá a la superación de las desconfianzas y a trabajar juntos para desarrollar los valores religiosos y colaborar en los proyectos de utilidad social. Los problemas comunes deben ser abordados de forma conjunta.

También debemos reforzar las iniciativas y estructuras que expresan y sostienen la unidad, como el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio y la Semana de oración por la unidad de los cristianos. La "purificación de la memoria" es un paso importante en la búsqueda de la unidad plena. La colaboración y cooperación en los estudios bíblicos, teológicos, patrísticos y culturales favorecen el espíritu de diálogo. Una acción común podría tener lugar para la formación de expertos en medios de comunicación en las lenguas locales. En el anuncio y la misión se tendrá cuidado en evitar todo proselitismo y todo medio que se oponga al Evangelio. Se debe hacer un esfuerzo para unificar las fiestas de Navidad y Pascua.



 

D. RELACIONES CON EL JUDAÍSMO

1. Vaticano II: El fundamento teológico del vínculo con el judaísmo (85-87)

La declaración ‘Nostra aetate’ del Concilio Vaticano II trata de manera específica la relación entre la Iglesia y las religiones no cristianas. En ella el judaísmo ocupa un lugar privilegiado. Este documento se inscribe en el contexto de dos constituciones dogmáticas: ‘Lumen gentium’, sobre la Iglesia, y ‘Dei Verbum’, sobre la revelación. La primera afirma que el Pueblo del Antiguo Testamento recibió las alianzas y las promesas y que Cristo ha nacido, según la carne, de este pueblo, que se perpetúa en el de la Nueva Alianza y enuncia las prefiguraciones veterotestamentarias de la Iglesia. La segunda constitución considera el Antiguo Testamento como una preparación al Evangelio y como parte integrante de la historia de la Salvación.

2. Magisterio actual de la Iglesia (88-89)

Iniciativas de diálogo basadas en estos principios teológicos han tenido lugar a nivel de la Santa Sede y de las Iglesias locales. El conflicto israelo-palestino tiene repercusiones en las relaciones entre Cristianos y Judíos. En varias ocasiones, la Santa Sede ha expresado claramente su posición, en especial en ocasión de la visita de S.S. el Papa Benedicto XVI a Tierra Santa en el a o 2009.Ha afirmado el derecho de los Palestinos a una patria soberana, segura y en paz con sus vecinos, con fronteras internacionalmente reconocidas [6]. En Jerusalén declaró: “La ciudad ha sido llamada la madre de todos los hombres. Una madre puede tener muchos hijos, que debe reunir y no separar” [7]. A los Israelíes ha deseado que los dos pueblos puedan vivir en paz, cada uno en su patria, con fronteras seguras, internacionalmente reconocidas. [8] Al jefe del Estado de Israel ha dicho: “La cuestión de la seguridad duradera se fundamenta en la confianza, se alimenta en las fuentes de la justicia y la probidad, y se sella con la conversión de los corazones” [9].

3. Deseo y dificultad del diálogo con el judaísmo (90-94)

Nuestras Iglesias rechazan el antisemitismo y el antijudaísmo. Las dificultades en las relaciones entre los pueblos árabes y el pueblo judío se deben sobre todo a la situación de conflicto. Distinguimos la realidad religiosa de la realidad política. Los cristianos tienen la misión de ser artífices de la reconciliación y la paz, basadas en la justicia para las dos partes. Ha habido iniciativas pastorales locales de diálogo con el judaísmo, por ejemplo, la oración en común, sobre todo basada en los Salmos y la lectura y la meditación de textos bíblicos.

Ello ha creado buena disposición para invocar juntos la paz, la reconciliación, el perdón recíproco y buenas relaciones. Un problema surge cuando algunos versículos bíblicos son sometidos a interpretaciones tendenciosas, que justifican o favorecen la violencia. La lectura del Antiguo Testamento y la profundización de las tradiciones del judaísmo ayudan a conocer mejor la religión judía. Ofrecen un terreno común para estudios serios y contribuyen a un mejor conocimiento del Nuevo Testamento y de las Tradiciones orientales. En el contexto actual se presentan otras posibilidades de colaboración.



 

E. LAS RELACIONES CON LOS MUSULMANES (95-99)

La Declaración ‘Nostra aetate’ del Concilio Vaticano II establece el fundamento de las relaciones de la Iglesia Católica con los musulmanes. Leemos en ella: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres” [10]. Después del Concilio numerosos encuentros han tenido lugar entre los representantes de las dos religiones. Al comenzar su pontificado, el Papa Benedicto XVI declaró: “El diálogo interreligioso e intercultural entre cristianos y musulmanes no puede reducirse a una elección pasajera. Es, de hecho, una necesidad vital, de la que depende nuestro futuro en gran medida” [11].

Sucesivamente, el Santo Padre visitaría la Mezquita Azul de Estambul, Turquía (30.05.2006) y la de Al-Hussein Bin Talal en Ammán, Jordania (11.05.2009). El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso sostiene ocasiones de diálogo de importancia fundamental. Se recomienda la creación de comisiones locales de diálogo interreligioso. Es necesario dar prioridad al diálogo de vida, que ofrece el ejemplo de un testimonio silencioso elocuente y que a veces es el único medio para proclamar el Reino de Dios. Sólo los cristianos que ofrecen un testimonio de fe auténtico están capacitados para un diálogo interreligioso creíble. Tenemos la exigencia de educar a nuestros fieles al diálogo.

Las razones para tejer relaciones entre cristianos y musulmanes son múltiples. Todos son conciudadanos, comparten el mismo idioma y la misma cultura y, asimismo, las alegrías y los sufrimientos. Además, los cristianos tienen la misión de vivir como testigos de Cristo en sus sociedades. Desde su surgimiento, el Islam ha encontrado raíces comunes con el Cristianismo y el Judaísmo, como ha mencionado el Santo Padre [12]. Es necesario valorizar mejor la literatura árabe cristiana.

El Islam no es uniforme: presenta una diversidad confesional, cultural e ideológica. Dificultades en las relaciones entre cristianos y musulmanes surgen del hecho que, en general, los musulmanes no distinguen entre religión y política. Es ésta la fuente del malestar de los cristianos, porque se sienten en una situación de no ciudadanos, aunque se encuentren en su patria, en sus países desde mucho antes que el Islam. Necesitamos un reconocimiento que pase de la tolerancia a la justicia y la igualdad, basado en la ciudadanía, la libertad religiosa y los derechos humanos. Es la base y la garantía de una buena coexistencia.

Los cristianos se deberán arraigar cada vez más en sus sociedades, sin ceder a la tentación de replegarse en sí mismos en cuanto minorías. Están llamados a trabajar juntos para la promoción de la justicia, la paz, la libertad, los derechos del hombre, el ambiente y los valores de la vida y la familia. Las problemáticas sociopolíticas se han de encarar no como derechos que hay que reclamar para los cristianos, sino como derechos universales que cristianos y musulmanes defienden juntos por el bien de todos. Debemos salir de la lógica de la defensa de los derechos de los cristianos, para comprometernos por el bien de todos. Los jóvenes se comprometerán a emprender iniciativas comunes desde estas perspectivas.

Es necesario purificar los libros escolares de todo prejuicio con referencia al otro y de toda ofensa o deformación. Se intentará más bien entender el punto de vista del otro, en el respeto de las creencias y las prácticas distintas. Los espacios comunes serán valorizados, especialmente a nivel espiritual y moral. La Santa Virgen María es un punto de encuentro de gran importancia. La reciente declaración de la Anunciación como fiesta nacional en Líbano es un ejemplo alentador. La religión es constructora de unidad y armonía y expresión de comunión entre las personas y con Dios.



 

F. EL TESTIMONIO EN LA CIUDAD (100-117)

Todos los ciudadanos de nuestros países deben enfrentarse juntos a dos desafíos principales: la paz y la violencia. Las situaciones de guerra y conflicto que vivimos generan violencia y son explotadas por el terrorismo mundial. Occidente es identificado con el Cristianismo y las decisiones de sus Estados son atribuidas a la Iglesia. En cambio, actualmente sus gobiernos son laicos y cada vez más se oponen a los principios de la fe cristiana. Es importante explicar esta realidad y el sentido de una laicidad positiva, que distingue lo político de lo religioso.

En este contexto, el cristiano tiene el deber y la misión de presentar y vivir los valores evangélicos. También debe aportar la palabra de la verdad (qawl al-haqq) ante las injusticias y la violencia. La pedagogía de la paz es el único instrumento realista, puesto que la violencia sólo ha traído fracasos y desastres. Ser artífices de paz exige tener mucho valor. La oración por la paz es indispensable, porque es en primer lugar un don de Dios.

1. La ambigüedad de la modernidad (103-105)

En nuestras sociedades, la influencia de la modernización, la globalización y el laicismo tiene repercusiones sobre nuestros cristianos. Todas nuestras sociedades están invadidas por la modernidad, sobre todo a través de las cadenas mundiales de televisión e internet. Ello aporta valores nuevos, pero hace que otros se pierdan. Es una realidad ambigua. Por una parte, atrae con sus promesas de bienestar, de liberación de las tradiciones, de igualdad, de defensa de los derechos del hombre y de protección de los débiles. Por otra parte, muchos musulmanes la ven como atea e inmoral, una invasión de culturas desconcertantes y amenazadoras; a tal punto que algunos de ellos la combaten con todas sus fuerzas.

También para los cristianos la modernidad constituye un riesgo y conlleva la amenaza del materialismo, el ateísmo práctico, el relativismo y el indiferentismo, que amenazan a nuestras familias, nuestras sociedades y nuestras Iglesias. En nuestros institutos educativos, pero también a través de los medios de comunicación, hemos de formar a personas capaces de discernir, para que puedan escoger sólo lo mejor. Debemos recordar el lugar de Dios en la vida personal, familiar, eclesial y civil, y debemos rezar más.

2. Musulmanes y cristianos deben recorrer juntos el camino común (106-110)

De aquí surge el deber que todos tenemos, musulmanes y cristianos, como ciudadanos, de trabajar juntos por el bien común. Además, los cristianos también están motivados por su misión de contribuir a edificar una sociedad más conforme a los valores del Evangelio, sobre todo la justicia, la paz y el amor. En ello seguiremos el ejemplo y las huellas de generaciones de cristianos que han desempe ado un papel esencial en la construcción de sus sociedades. Muchos fueron pioneros del renacimiento de la cultura y la nación árabes. También ahora, a pesar de ser una minoría, su papel es reconocido y apreciado, sobre todo en los ámbitos de la educación, la cultura y la promoción social. Será necesario alentar a nuestros laicos para que se comprometan cada vez más con la sociedad.

La igualdad de los ciudadanos está afirmada en todas las Constituciones. Pero, en los Estados con mayoría musulmana, el Islam es, excepto en pocos casos, la religión de Estado y la sharia es la fuente principal de la legislación. En algunos países o regiones se aplica a todos los ciudadanos. Reconociendo el estatus personal, algunos países conceden a los no musulmanes estatus particulares y reconocen a sus tribunales en estos ámbitos. En otros confían a los tribunales ordinarios la aplicación de los estatutos particulares de los no musulmanes. La libertad de culto está reconocida, pero no la libertad de conciencia. Con la expansión del integralismo, los ataques contra los cristianos se multiplican.



 

G. CONTRIBUCIÓN ESPECÍFICA E INSUSTITUIBLE DEL CRISTIANO (111-117)

El aporte específico del cristiano a su sociedad es insustituible. Con su testimonio y su acción, enriquece los valores que Cristo ha aportado a la humanidad. Muchos de estos valores son comunes a los de los musulmanes, lo cual ofrece la posibilidad y el interés para promoverlos en común. La catequesis debe formar creyentes que sean ciudadanos activos. El compromiso social y político desprovisto de los valores del Evangelio es un testimonio en contra de ellos.

En el contexto del conflicto israelo-palestino, el cristiano puede y debe dar su contribución específica a la justicia y la paz, denunciando toda violencia, alentando el diálogo y haciendo un llamado a la reconciliación, basada en el perdón recíproco por la fuerza del Espíritu Santo. Es el único camino para crear una realidad nueva. El aporte cristiano puede animar a los responsables políticos a decidirse en este sentido. El cristiano también tiene la misión de sostener a quienes sufren debido a situaciones de conflicto y ayudarlos a abrir sus corazones a la acción del Espíritu.
La aplicación de estos principios varía según la situación de cada país. Es primordial educar a los cristianos para que contribuyan al bien común, como un deber sagrado. Trabajarán con los demás por la paz, el desarrollo y la armonía de las relaciones. Se esforzarán por promover la libertad, la responsabilidad y la ciudadanía, para que el individuo sea respetado por sí mismo y no en función de su pertenencia confesional o social. También exigirán, con medios pacíficos, el reconocimiento y el respeto de sus derechos.

El amor gratuito al hombre es nuestro testimonio más importante en la sociedad. Lo expresamos y vivimos en nuestros institutos de educación, médicos, sociales y caritativos, a través de la acogida y el servicio ofrecidos a todos sin distinción. El servicio a los demás, y no la pertenencia confesional, es el elemento que caracteriza nuestra identidad como cristianos. Nuestra tarea primordial es vivir la fe, dejar que hablen nuestras acciones, vivir la verdad y proclamarla en la caridad, con coraje, y practicar la solidaridad en nuestras instituciones. Debemos vivir una fe adulta, no superficial, sostenida y vivificada por la oración. Nuestra credibilidad exige la concordia en el seno de la Iglesia, la promoción de la unidad entre los cristianos, una vida religiosa convencida y que ello se traduzca concretamente en la vida. Este testimonio elocuente requiere educación y acompañamiento permanente a niños, jóvenes y adultos.



 

CONCLUSIÓN

¿QUÉ FUTURO PARA LOS CRISTIANOS DE ORIENTE MEDIO?
«¡NO TEMAS, PEQUEÑO REBAÑO!»

A. ¿QUÉ FUTURO PARA LOS CRISTIANOS DE ORIENTE MEDIO? (118-119)

Los contextos actuales son fuente de dificultades y preocupación. Animados por el Espíritu Santo y guiados por el Evangelio, nos enfrentamos a ellas con la esperanza y la confianza filial en la Divina Providencia. Hoy somos un ‘pequeño resto’, pero nuestro comportamiento y nuestro testimonio pueden hacer de nosotros una presencia que cuenta en estos contextos. Los conflictos y problemas locales, así como la política internacional, han generado en la región el desequilibrio, la violencia y la huida hacia otras tierras. Es un motivo de gran relevancia para asumir nuestra vocación y nuestra misión de testimonio al servicio de la sociedad.

Frente a la tentación del desánimo, debemos recordar que somos siempre discípulos de Cristo resucitado, que ha vencido el pecado y la muerte. Él nos repite: «¡No temas, pequeño rebaño!» (Lc 12, 32). Por Él, con Él y para Él, ¡tenemos un futuro! Depende de nosotros tomarlo en nuestras manos, en colaboración con los hombres de buena voluntad, para la vitalidad de nuestras Iglesias y el crecimiento de nuestros países, en la justicia, la paz y la igualdad. «Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad» (2 Tm 1, 7). Nos guía nuestra fe en la vocación que el Señor nos ha confiado, sabiendo que Él mismo se ha comprometido con nosotros, para que seamos artífices de la paz y creadores de una cultura de paz y amor.



 

B. LA ESPERANZA (120-123)

Cristo, nacido en Tierra Santa, ha traído la única esperanza verdadera a la humanidad. Desde entonces ésta ha animado y sostenido a las personas y los pueblos que sufren. Y sigue siendo fuente de fe, caridad y alegría, aun en medio de las dificultades y los desafíos, para formar a testigos de Cristo resucitado, presente entre nosotros. Con Él y por Él, podemos cargar con nuestra cruz y nuestros sufrimientos. La esperanza también nos da la fuerza de ser “cooperadores de Dios” (1 Co 3, 9), para contribuir en la construcción del Reino de Dios en la tierra. De este modo prepararemos un futuro mejor para las generaciones venideras.

Todo ello nos exige más fe, más comunión y más amor. Nuestras Iglesias necesitan creyentes testigos, ya sea a nivel de los Pastores que de los fieles. El anuncio de la Buena Noticia no puede ser fecundo si los obispos, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los laicos no están inflamados por el amor de Cristo e iluminados por el celo de darlo a conocer y amar. Confiamos en que este Sínodo no será un mero evento pasajero, sino que permitirá realmente que el Espíritu ponga en movimiento a nuestras Iglesias.

A los cristianos de Tierra Santa, el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido estas palabras en Jerusalén el 12 de mayo de 2009: “Estáis llamados a servir, no sólo como una luz-testigo de fe, sino también como levadura de armonía, sabiduría y equilibrio, en la vida de una sociedad que tradicionalmente ha sido plural, multiétnica y multirreligiosa, y que seguirá siéndolo … aquí hay lugar para todos” [13].

Imploremos a la Santa Virgen María, tan venerada y amada en nuestras Iglesias, que forme nuestros corazones según el ejemplo del corazón de su Hijo, Jesús. Y acojamos su invitación: “Hagan todo lo que él les diga” (Jn 2, 5).

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NOTAS

[1] Cartas de los patriarcas Católicos de Oriente, 1992

[2] Cartas de los patriarcas Católicos de Oriente, 1991

[3] Benedicto XVI, Discurso a los consagrados y los movimientos eclesiales, Amán, 09-05-2009

[4] Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, 10

[5] Cf. Juan Pablo II. Carta Encíclica "Ut unum sint", 20.05.1995

[6] Cf. Benedicto XVI, Ceremonia de Bienvenida en Belén, 13.05.2009

[7] Custodia de Tierra Santa, Comentario sobre la Misa en la Valle de Josaphat en Jerusalén, 11.05.2009

[8] Cf. Benedicto XVI, Discurso en el aeropuerto de Tel Aviv, 11.05.2009

[9] Cf. Benedicto XVI, Discurso al Presidente de Israel, 11.05.09

[10] Concilio Ecuménico Vaticano II, Declaración Nostra aetate, 3.

[11] CF. Benedicto XVI, Encuentro con los representantes de comunidades musulmanas, Colonia, 20.08.2005

[12] Cf. Benedicto XVI. Conversación con los periodistas durante el vuelo, 08.05.2009

[13] Cf. Benedicto XVI. Discurso a los cristianos de Tierra Santa, Jerusalén, 12.05.2009



 

[Traducción del original en francés distribuida por la Secretaría general del Sínodo]

 

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Relación del Secretario General del Sínodo de los Obispos
Durante la primera Congregación general
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la relación prsentada por el secretario general del Sínodo de los Obispos, monseñor Nikola Eterović, hoy lunes durante la primera Congregación general del Sínodo para Oriente Medio.

 



 

* * *


Padre Santo,

Eminentísimos y Excelentísimos padres,

Queridos hermanos y hermanas,

"Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición" (Gn 12, 1-2). Abram, nacido en Ur de los Caldeos, escuchó estas palabras que Dios le dirigió en Jarán. Atravesó la región y se estableció junto a la Encina de Moré (cfr. Gn 12,6) Acampó a continuación en el Négueb (cfr Gn 12, 9), bajó a Egipto (cfr Gn 12, 10-20), de aquí subió de nuevo al Négueb, después a Betel (cfr Gn 13, 1-2) y a continuación a la tierra de Canaán (cfr Gn 13, 12), estableciéndose en las Encinas de Mambré, en Hebrón (cfr Gn 13, 18). Dios estableció una alianza con su siervo Abram, que pasó a ser Abraham, porque se le había confiado una misión especial: "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abram: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones" (Gn 17, 4-5). Conociendo la fe y la justicia de Abraham (cfr Gn 15, 6), Dios le hizo una triple promesa: un hijo, un pueblo numeroso y una tierra. El juramento del Dios de Israel no fallará, como nos confirma San Pablo (Cfr Rm 9, 1-11, 36).

"¡Yo soy el que soy!" (Ex 3, 14), son las palabras sacrosantas que el Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, cuando se le apareció en el monte Horeb en una llama de fuego de una zarza que ardía pero no se consumía, dirigió a Moisés revelándole su santo nombre y confiándole la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto: "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos… Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas". (Ex 3, 7.10) Alentado por el apoyo del Dios de los Padres, Moisés, superando numerosas dificultades, guió a su pueblo a través del Mar Rojo y por el desierto hacia la tierra prometida, que sólo pudo ver desde el "monte Nebo, que está en el país de Moab, frente a Jericó" (Dt 32, 49), donde murió y fue sepultado "frente a Bet-Peor" (Dt 34, 6). Por medio de Moisés, su amigo, (cfr Ex 33, 11), Dios estableció en el Monte Sinaí la alianza con el pueblo elegido. Si escucha la voz de Yahvé y observa su ley, el pueblo será para él "un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada" .(Ex 19, 6). Dios confió al pueblo elegido las "diez palabras", los Diez mandamientos, compromiso y condición de la alianza (cfr Ex 20 - 24).

"Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy" (Jn 8, 58). Discutiendo con los judios en el templo de Jerusalén, Jesús alude al nombre divino que le fue revelado a Moisés (cfr, Ex. 3, 14), declarando implícitamente ser él mismo Dios, nacido en Belén para salvar a los hombres (cfr Lc 1, 4-14). "Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría" (Jn 8, 56). Jesucristo, "hijo de David, hijo de Abraham" (Mt 1, 1), se apropia también de la expresión "día del Señor", reservada a Dios en el Antiguo Testamento, y él mismo se presenta como el verdadero objeto de la promesa hecha a Abraham, de la alegría que este sintió con el nacimiento de su hijo Isaac (cfr Gn 12, 1-3).

Después de 30 años de vida en Nazaret, Jesús, cuando predicaba por toda Galilea (cfr. Mt 4, 23) recorriendo "todas las ciudades y los pueblos" (Mt 9, 35), indicó también su relación con el gran profeta Moisés. Al inicio de su vida pública, en el Lago de Tiberíades llamó a los discípulos, que estaban convencidos de haber encontrado "aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret" (Jn 1, 45). Esta experiencia fue confirmada en el monte Tabor, donde "... dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén" (Lc 9, 30-31). En la discusión con los miembros de su pueblo, en el templo de Jerusalén, Jesús se refiere también al testimonio de Moisés: "Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a mí: porque él escribió de mí" (Jn 5, 46). El Evangelista Juan resume con las siguientes palabras la contribución de ambos a la historia de la salvación: "Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo" (Jn 1, 17).

De estas breves alusiones al Antiguo y al Nuevo Testamento, resulta evidente la importancia de la geografía bíblica de Oriente Medio para todos los cristianos y, en particular, para quienes viven en Tierra Santa, tierra que Jesús santificó con su nacimiento en Belén, con su huida a Egipto, con su vida en Nazaret, con su predicación en Galilea, Samaria, Judea, acompañada de signos y milagros y, sobre todo, con su pasión, muerte y resurrección, en la ciudad santa de Jerusalén. El recuerdo de la historia de la salvación, que tuvo lugar en Oriente Medio, sigue estando vivo en los corazones de los habitantes de esta región y, en particular, de los cristianos. Estos son la continuación de los pueblos de la Biblia. Gracias a ellos, los acontecimientos que ocurrieron hace tantos siglos, permanecen vivos no sólo por la fuerza de la Palabra de Dios, siempre viva y eficaz (cfr. Hb 4, 12), sino también por el vínculo vital con la tierra bendecida por la especial presencia de Dios que se reveló en la plenitud de los tiempos (cfr. Hb 9, 26) en su Hijo Unigénito Jesucristo. Así como existen los pueblos de la Biblia, así se podría hablar de los obispos de la Biblia, haciendo referencia a los lugares en los que estos desarrollan su actividad pastoral. Estos pastores son numerosos en esta Asamblea sinodal, que reúne a todos los obispos ordinarios de las 101 circunscripciones eclesiásticas de Oriente Medio, a los que dirijo un saludo muy especial. A estos es necesario añadir los 23 obispos de la Diáspora, que con su cuidado pastoral acompañan a los fieles emigrados de Oriente Medio a distintas partes del mundo.

Todos los obispos son, de alguna manera, obispos de la Biblia. Además de los obispos de la geografía bíblica, existen también los obispos de la comunión bíblica. La presencia de los representantes de los cinco continentes demuestra, de forma evidente, el interés de los cristianos de todo el mundo por la Iglesia Católica peregrina en Oriente Medio. A estos se añaden 19 obispos de países limítrofes o particularmente comprometidos en socorrer espiritual y materialmente a sus hermanos y hermanas de Tierra Santa.

En total, en esta Asamblea Especial para Oriente Medio participan 185 Padres sinodales, de los que 159 participan ex officio, y 17 son de nombramiento pontificio. De ellos, 9 son Patriarcas, 19 Cardenales, 65 Arzobispos, 10 Arzobispos titulares, 53 Obispos, 21 Obispos Auxiliares, 87 religiosos, de los cuales 4 han sido elegidos por la Unión de Superiores Generales. En cuanto a los cargos desempeñados, hay 9 Jefes de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, 5 Presidentes de las Reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales, 6 Presidentes de Conferencias Episcopales, 14 Jefes de Dicasterios de la Curia Romana, 1 Arzobispo Coadjutor, 4 eméritos, de los cuales 2 son Cardenales y el Patriarca latino emérito de Jerusalén.

Tierra Santa es amada por todos los cristianos. Tengo el honor de saludar, de forma especial, a los Delegados Fraternos de 13 Iglesias y comunidades eclesiales.

Oriente Medio también es la casa de nuestros hermanos y hermanas judíos y musulmanes, porque representa el lugar donde también nacieron estas dos religiones monoteístas. Por tanto, tengo el placer de anunciar que durante los trabajos tendremos la alegría de escuchar las aportaciones de un rabino y de dos ilustres representantes del Islam sunní y chií.

Saludo, también, a los 36 Expertos y los 34 Oyentes, que con agrado han aceptado su nombramiento y han venido para enriquecer la reflexión sinodal con su testimonio y sus ricas experiencias pastorales maduradas principalmente en Oriente Medio. Están presentes también algunos representantes de organismos que ayudan de forma concreta a las Iglesias de la región.
Estoy muy agradecido a los asistentes, a los traductores y al personal técnico, así como a los generosos colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos por su preciosa colaboración, consciente de que sin su cualificada y generosa contribución no hubiera sido posible organizar esta Asamblea sinodal.

La presente relación se compone de VI partes:

I) Apertura ideal de la Asamblea Especial en Chipre

II) Algunos datos estadísticos

III) Convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

IV) Preparación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

V) Observaciones de carácter metodológico

VI) Conclusión



 

I) Apertura ideal de la Asamblea Especial en Chipre

Beatísimo Padre:

En nombre de los Padres sinodales y de todos los participantes en la Asamblea sinodal, tengo el honor de renovarle mi más más cordial saludo, ya anticipado por el Eminentísimo Cardenal Delegado Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, por haber convocado esta Asamblea sinodal y por haberla abierto idealmente en Nicosia, Chipre, donde estuvo en Visita Apostólica del 4 al 7 de junio de 2010.

La Asamblea Especial para Oriente Medio no fue programada con gran anticipación. Usted, Santo Padre, acogió con ejemplar diligencia la propuesta de varios obispos de la región medio-oriental de convocarlos a Roma, para escuchar las alegrías y los dolores, las esperanzas y las preocupaciones de los cristianos y de los hombres de buena voluntad en Oriente Medio, tierra tan importante para toda la Iglesia, más aún para todo el mundo. Para Usted, Santidad, será la 4ª Asamblea sinodal en 5 a os de Pontificado. El venerable Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, afirmó una vez que, considerado el número de Sínodos que él había presidido, se le recordaría como el Papa del Sínodo, "Papa sinodal" [1]. Parece que también Vuestra Santidad se está encaminando en el mismo sentido, con la solicitud propia del Obispo de Roma, en comunión con los hermanos del episcopado y al servicio de los fieles confiados a sus cuidados pastorales.

Durante su Pontificado, Vuestra Santidad ha ido tres veces a Oriente Medio. La primera Visita Apostólica, del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2006, fue en Turquía. Permanece viva en la memoria su Peregrinación del 8 al 15 de mayo de 2009 por Jordania, Israel y Palestina. El momento culminante de la mencionada Visita a Chipre fue la entrega del Instrumentum Laboris a los representantes del episcopado católico de Oriente Medio, dignamente representados por 7 Patriarcas y por el Presidente de la Conferencia Episcopal de Irán. Lamentablemente no pudo asistir a esta cita Su Excelencia Monseñor Luigi Padovese, O.F.M. Cap., Vicario Apostólico de Anatolia y Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, ya que fue bárbaramente asesinado la víspera de su Visita Apostólica. Con ocasión de la entrega del Instrumentum Laboris, Su Santidad tuvo para él palabras afectuosas, agradeciéndole también su notable contribución a la redacción de los documentos de preparación de la Asamblea sinodal, es decir, de los Lineamenta y del Instrumentum laboris. Dirigimos nuestra oración al Señor para que acoja a su fiel siervo en su Reino de luz, de paz y de eterno júbilo, para que desde el cielo pueda interceder por el éxito de esta Asamblea sinodal. Que su sacrificio pueda abrir nuevos caminos de mutuo conocimiento, de colaboración en el respeto de la verdadera libertad religiosa en todos los Países de Oriente Medio y del mundo. Al mismo tiempo, rogamos por el arrepentimiento de cuantos estuvieron involucrados en su trágica muerte.

Con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris, Vuestra Santidad recordó el lema de la Asamblea sinodal: "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32), subrayando la actualidad de la comunión y del testimonio para la vida cristiana. También indicó la finalidad de la presente Asamblea en dos puntos: 1) "profundizar los vínculos de comunión entre los miembros de vuestras Iglesias locales, así como entre esas mismas Iglesias y con la Iglesia universal" y 2) "animaros en el testimonio que dais de vuestra fe en Cristo, en los países donde esta fe nació y creció" [2]. Además de dichos fines principales, existen también otras razones por las que la Asamblea Especial para Oriente Medio ha sido convocada. Esta representa la ocasión propicia "para los cristianos del resto del mundo de ofrecer apoyo espiritual y solidaridad a sus hermanos y hermanas de Oriente Medio" [3], sobre todo hacia aquellos que sufren grandes pruebas a causa de la difícil situación actual de la región. Además, la Asamblea Especial permite "poner de relieve el importante valor de la presencia y del testimonio cristiano en los países de la Biblia, no sólo para la comunidad cristiana mundial, sino también para vuestros vecinos y vuestros conciudadanos"[4]. Los cristianos que desde hace casi 2.000 años viven en Oriente Medio, desean vivir en paz y armonía con sus vecinos judíos y musulmanes. Los cristianos merecen reconocimiento por el papel inestimable que desempeñan, con frecuencia "como artífices de paz en el difícil proceso de reconciliación" [5]. Por ello se deberían respetar siempre todos sus derechos, incluido el derecho a la libertad de culto y la libertad religiosa.



 

II) Algunos datos estadísticos

Juntos damos gracias al Dios bueno y misericordioso por los abundantes dones que la Iglesia en Oriente Medio ha recibido durante los casi 2.000 años de su existencia. Los discípulos de nuestro Señor Jesús, frecuentemente en situaciones adversas, llegando hasta el martirio, han dado testimonio de viva fe, de ardiente esperanza y de caridad activa. Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la presencia continua de los cristianos en Tierra Santa ofrece un válido motivo de esperanza para el presente y futuro de esta importante región. Tierra Santa es su lugar nativo, su patria, a cuya construcción en estados democráticos y prósperos desean dar una contribución preciosa y única, dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad, especialmente con los fieles del judaísmo y del Islam.

A este respecto, parece útil indicar algunos datos estadísticos relativos a Oriente Medio. En la documentación de preparación de la Asamblea sinodal, sobre todo en los Lineamenta y en el Instrumentum laboris, con la denominación Oriente Medio se entiende, además de Jerusalén y los territorios palestinos, los 16 Estados siguientes: Arabia Saudí, Bahrein, Chipre, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Israel, Irán, Iraq, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Siria, Turquía y Yemen.

Se trata de una región vasta, que se extiende sobre 7.180.912 km2. En la tabla adjunta se ve que en Oriente Medio viven 356.174.000 personas, de las que 5.707.000 son católicos, que representan el 1,60% de la población. Estos datos se han tomado del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2008, en su última edición del año 2010. No ha sido fácil, sin embargo, obtener datos fiables acerca del número de cristianos en Oriente Medio. En la tabla que aquí se presenta, su número aproximado sería de 20.101.866 personas, es decir, el 5,90% de la población. Los datos, aunque indicativos, ofrecen una idea de la presencia de las minorías cristianas en una región mayormente musulmana, con excepción de Israel, donde los judíos serían el 75,6%, los musulmanes el 16,7%, los cristianos el 2,1%, los drusos el 1,6%, y otros el 4% [6].

En la tabla se distinguen dos regiones de Oriente Medio. La primera en la que los cristianos están tradicionalmente presentes y que, lamentablemente, muestra en su conjunto una fuerte disminución, también en comparación con los datos del año 1980, y esto no tanto en el número de los católicos, como en el porcentaje de los respectivos países. El número de los católicos no ha seguido el crecimiento demográfico de los habitantes. El segundo grupo representa a los países en los que la presencia cristiana ha aumentado considerablemente en los últimos decenios, gracias a muchos fieles que han venido a vivir aquí durante cierto tiempo en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida. Gracias a Dios, en dichos países la tendencia es la contraria, dado que los católicos aumentan tanto en número como en porcentaje. Es uno de los signos de los tiempos que la Iglesia en su conjunto y los Pastores de Oriente Medio deben valorar convenientemente, dando gracias a Dios que puede escribir la historia de la salvación del mundo incluso con modos y tiempos inesperados.

En el discurso con ocasión de la entrega en Nicosia del Instrumentum Laboris, el Santo Padre Benedicto XVI destacó la notable contribución de los cristianos al desarrollo integral de los países en los que viven: "Vosotros contribuís de muchas maneras al bien común, por ejemplo con la educación, la atención a los enfermos y la asistencia social y trabajáis en la construcción de la sociedad"[7].

Algunos datos disponibles ilustran claramente la afirmación del Obispo de Roma que, durante su Viaje Apostólico a Jordania, el 9 de mayo de 2009, bendijo la primera piedra de la Universidad de Madaba del Patriarcado Latino de Jerusalén. En Oriente Medio, la Iglesia Católica administra 686 escuelas maternas con 92.661 alumnos, 869 escuelas primarias con 343.705 alumnos, 548 escuelas de segunda ense anza con 183.995 alumnos. Existen también 13 Institutos de Estudios Superiores, entre ellos 4 Universidades. Por lo que se refiere al número de alumnos, 2.443 frecuentan Institutos Superiores, 1.654 estudios eclesiásticos y 34.506 otros estudios universitarios [8]. Es útil recordar que dichas escuelas no sólo las frecuentan católicos o cristianos, sino que están abiertas a quienes pertenecen a otras religiones, en particular a los musulmanes. Es un modo práctico y eficaz, mediante el cual la Iglesia contribuye a la educación de los jóvenes, esperanza para la Iglesia y para la sociedad.

La Iglesia católica está, además, en primera línea en el apostolado de la caridad por lo que se refiere a los enfermos, ancianos, discapacitados, pobres. En Oriente Medio, la Iglesia tiene 544 centros sanitarios católicos: 76 hospitales y sanatorios, 113 centros sanitarios para los ancianos, 331 consultorios y dispensarios, 24 centros sanitarios para discapacitados, centros de rehabilitación administrados por distintos Institutos de Vida consagrada. Estas instituciones también están abiertas a otros cristianos, a los musulmanes y a toda persona necesitada.

Numerosas iniciativas que se dedican a ayudar a los hermanos con graves necesidades están administradas por las respectivas Caritas nacionales de la Región MONA (Oriente Medio, Cuerno de África y África del Norte).

Una valiosa ayuda a los hermanos y hermanas de Oriente Medio está asegurada por la Orden Soberana Militar de Malta, por la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén y, sobre todo, por la benemérita Congregación para las Iglesias Orientales, que coordina la ayuda de varios organismos, entre los que es preciso mencionar la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO).



 

III) Convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

El Santo Padre Benedicto XVI anunció la decisión de convocar la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos el 19 de septiembre de 2009, durante el encuentro con los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris.

La idea de convocar esta Asamblea sinodal fue el resultado de un doble dinamismo pastoral. Por una parte, varios Obispos, sobre todo de las regiones más atormentadas de Oriente Medio, como por ejemplo Iraq, pidieron al Santo Padre reunir a los Obispos de la región para escuchar de manera directa informaciones sobre la situación, con frecuencia dramática, en que viven los fieles confiados a su cuidado pastoral y para ver, con la gracia del Espíritu Santo y en la comunión episcopal, posibles caminos para mejorar dicha situación, comenzando por la comunión dentro de las Iglesias y entre ellas. Algunos cardenales y prelados de la Curia Romana, que han mantenido frecuentes contactos, institucionales y personales, con los Pastores y los cristianos de Tierra Santa, se han hecho intérpretes de este deseo de los Pastores en graves adversidades.

Por otra parte, durante sus viajes apostólicos a Turquía y luego a Jordania, Israel y Palestina, el Santo Padre Benedicto XVI vio con sus propios ojos y tocó con sus manos las alegrías y los dolores de varias Iglesias locales. Acogió, por tanto, su deseo de no sentirse solas, de reforzar los vínculos de comunión con la Iglesia universal a través del Obispo de Roma que la preside en la caridad. Por lo demás, el anuncio de la convocación de la Asamblea sinodal se hizo en un ambiente de profunda comunión del Papa con los Jefes de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, recibidos en Castel Gandolfo. Este significativo gesto, encuentro y ágape fraterno, estuvo también motivado por el deseo de Vuestra Santidad de "escuchar la voz de las Iglesias a las que vosotros servís con admirable abnegación y de reforzar los vínculos de comunión que las unen a la Sede Apostólica" [9]. Usted, Santo Padre, expresó también su voluntad de "promover aquella sinodalidad tan apreciada por la eclesiología oriental y saludada con aprecio por el Concilio Vaticano II"[10]. Recordando, además, el llamamiento de paz que los Patriarcas le habían entregado durante la XII Asamblea sinodal sobre la Palabra de Dios, Usted dirigió su pensamiento sobre todo a las regiones atormentadas de Oriente Medio. En este contexto dio el anuncio de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, confiando los resultados a la materna intercesión de María Santísima, tan honrada por las venerables Iglesias Orientales Católicas, como también por nuestros hermanos y hermanas de otras Iglesias cristianas.



 

IV) Preparación de la Asamblea Especial para Oriente Medio

En la Audiencia que me fue concedida el 13 de junio de 2009, el Santo Padre manifestó también su opinión sobre la propuesta de convocar una Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Para examinar adecuadamente la cuestión, dispuso llevar a cabo una reunión de estudio en la Secretaría General el 8 de julio de 2009. En dicho encuentro participaron los Responsables de los cuatro Dicasterios de la Curia Romana que mantienen contactos más frecuentes con la Iglesia Católica de Oriente Medio: los Prefectos de la Congregaciones para las Iglesias Orientales y para la Evangelización de los Pueblos, los Presidentes del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Participó también en dicho encuentro un representante de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado. Después de un intercambio de información sobre la situación eclesial y social en la región, se analizaron las propuestas de convocación de la Asamblea Especial para Oriente Medio, los posibles temas de la Asamblea sinodal, el número de participantes y la fecha de su celebración. Se subrayó la necesidad de constituir un Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio con el fin de preparar los respectivos documentos.

En la Audiencia que se me concedió el 7 de septiembre presenté al Santo Padre Benedicto XVI los resultados de la citada reunión de estudio. Después de una madura reflexión, Su Santidad hizo pública su decisión de convocar la Asamblea Especial para Oriente Medio, del 10 al 24 de octubre de 2010 con el tema: La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma"(Hch 4, 32). Como ya se ha dicho, el anuncio de este importante acontecimiento fue realizado por el Santo Padre Benedicto XVI en persona el 19 de septiembre de 2009. Su Santidad dispuso, además, que fueran miembros del Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio de la Secretaría General los 7 Patriarcas, 6 de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y el Patriarca latino de Jerusalén y también los dos Presidentes de las Conferencias Episcopales de Turquía y de Irán.

Considerado el tiempo relativamente breve para la preparación de la Asamblea sinodal, la Secretaría General programó la primera reunión del Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio para los días 21 y 22 de septiembre de 2009, después del encuentro de los Patriarcas y de los Arzobispos Mayores con el Santo Padre.

La finalidad de esta reunión era preparar los Lineamenta, documento de reflexión sobre el tema de la Asamblea sinodal. Después de un amplio intercambio de pareceres sobre la compleja situación de Oriente Medio, los Miembros del Consejo concordaron el esquema de los Lineamenta con precisas indicaciones sobre su contenido.

En la reunión del 24 y 25 de noviembre de 2009, los Miembros del Consejo Presinodal examinaron el borrador del Documento. Tomando en cuenta la experiencia pastoral en los diversos Países de Oriente Medio, presentaron varias modificaciones que luego se incluyeron en el texto. Este se envió por correo electrónico a los Miembros del Consejo Especial para Oriente Medio para una última aprobación, solicitando enviar eventuales observaciones antes de finalizar el mes de noviembre. Examinadas las observaciones recibidas, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos elaboró la versión definitiva del documento, que se tradujo en cuatro lenguas: árabe, francés, italiano e inglés.

Los Lineamenta, que llevan la fecha del 8 de diciembre de 2009, fueron presentados en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 19 de enero de 2010 por el Excelentísimo Monseñor Nikola Eteroviæ, Secretario General del Sínodo de los Obispos, y por el Sub Secretario Monseñor Fortunato Frezza. El documento se difundió ampliamente, también a través del sitio internet vaticano en las páginas de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.

Las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, las Conferencias Episcopales, los Dicasterios de la Curia Romana, la Unión de Superiores Generales y otros organismos interesados dispusieron de tiempo hasta la Pascua del 2010 – que por providencial coincidencia fue celebrada por todos los cristianos, incluidas todas las tradiciones, en la misma fecha del 4 de abril – para enviar a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos las respuestas al Cuestionario de los Lineamenta. Las respuestas debían servir para redactar el Instrumentum laboris, documento de trabajo de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.



 

El Instrumentum laboris

A pesar del poco tiempo a disposición para el estudio de los Lineamenta, el porcentaje de las respuestas fue bastante satisfactorio. Estas se dividieron en varias categorías, según las instituciones con las que la Secretaría General del Sínodo de los Obispos mantiene relaciones oficiales.

Instituciones: n° - Respuestas: %

Iglesias Orientales Católicas sui iuris: 6 - 6 (100 %)

Patriarcado latino de Jerusalén 1 - 1 (100 %)

Conferencias Episcopales: 3 - 3 (100 %)

Dicasterios de la Curia Romana: 26 [11] - 14 (56 %)

Unión de Superiores Generales: 1 - 1 (100 %)

A la Secretaría General del Sínodo de los Obispos llegaron también contribuciones de varios Institutos de Enseñanza Superior, de algunas Universidades, así como de comunidades religiosas y de fieles, incluso de personas laicas que se preocupan por el presente y futuro de la Iglesia Católica en Oriente Medio.

El Consejo Pre Sinodal para Oriente Medio se reunió los días 23 y 24 de abril de 2010 para examinar las respuestas que habían llegado a la Secretaría del Sínodo de los Obispos, y que fueron integradas en un borrador de Documento, redactado por la Secretaría General con la ayuda de algunos expertos. Este conservó substancialmente la estructura de los Lineamenta, facilitando la tarea del Consejo de examinar el Documento. Respetando las contribuciones recibidas de los citados organismos de los Episcopados de cada País, los Miembros del Consejo Presinodal enriquecieron los borradores con aportaciones individuales, resultado de su fecunda experiencia pastoral, dando válidas indicaciones para completar el texto, obra que fue realizada por la Secretaría General. A continuación, por correo electrónico, el Documento fue enviado a todos los Miembros del Consejo Pre Sinodal con la petición de enviar eventuales observaciones antes del 15 de mayo de 2010. Después de haber integrado el texto con las observaciones que llegaron, el Documento se completó y se tradujo en las 4 lenguas: árabe, francés, italiano e inglés. El 7 de junio de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI tuvo la bondad de entregarlo personalmente en Nicosia, Chipre, a los Miembros del Consejo Pre Sinodal, en representación de todo el Episcopado de Oriente Medio.

Después de la entrega del Instrumentum laboris por parte del Santo Padre, al que una vez más damos las gracias más profundas, el Documento fue ampliamente difundido por la Secretaría General del Sínodo, haciendo uso, entre otros medios, de la propia página en el sitio vaticano.



 

Nombramiento de los Miembros de la Presidencia de la Asamblea sinodal

El 24 de abril de 2010, el Sumo Pontífice Benedicto XVI nombró a los miembros de la Presidencia de la Asamblea Especial para Oriente Medio:

- dos Presidentes Delegados ad honorem: Su Beatitud Señor. Card. Nasrallah Pierre SFEIR, Patriarca de Antioquía de los Maronitas, Líbano, y Su Beatitud Señor. Card. Emmanuel III DELLY, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, Iraq.

- dos Presidentes Delegados: Su Eminencia Señor Card. Leonardo SANDRI, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y Su Beatitud Ignace Youssif III YOUNAN, Patriarca de Antioquía de los Sirios, Líbano.

- Relator General: Su Beatitud Antonios NAGUIB, Patriarca de Alejandría de los Coptos, Egipto.

- Secretario Especial: Su Excelencia Mons. Joseph SOUEIF, Arzobispo de Chipre de los Maronitas, Chipre [12].

V) Observaciones de carácter metodológico

El Sínodo de los Obispos es el lugar privilegiado de la comunión episcopal. Con ocasión del mismo, los Obispos consolidan entre ellos y con el romano Pontífice los vínculos de comunión efectiva y afectiva. No se trata solamente de un sentimiento, por muy noble que sea. Es una realidad eclesial que exige asidua presencia, paciente escucha, gran disponibilidad, atención al prójimo, consideración por las necesidades del otro, colaboración con los hermanos, sacrificio orientado al bien de todos. Tengo la seguridad de que con este espíritu de servicio eclesial, cada Padre sinodal estará dispuesto a aceptar y cumplir el encargo que le será confiado, por elección, por designación o por nombramiento, ofreciendo la propia aportación para el éxito de la Asamblea sinodal. Con frecuencia se trata de servicios escondidos, pero muy importantes para el éxito de la Asamblea sinodal. Para que el mayor número posible de Padres sinodales pueda desempeñar un papel activo a favor de toda la Asamblea, se recomienda vivamente que cada uno ejerza solamente un cargo.

En la Audiencia que se me concedió el 26 de marzo de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI, aprobó los criterios sobre la participación en la Asamblea sinodal, acordados en seno al Consejo Presinodal para Oriente Medio de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, que se reunió los días 24 y 25 de noviembre de 2009. Después de la aprobación del Sumo Pontífice, dichos criterios se comunicaron a los Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de la región.

Según la decisión del Santo Padre Benedicto XVI, en la Asamblea sinodal participan ex officio todos los Obispos activos de Oriente Medio: Ordinarios y Auxiliares, y quienes se equiparan a ellos. En dicho número están incluidos los cardenales sin límite de edad y los Jefes de las mayores Iglesias Orientales Católicas sui iuris. Además, tienen derecho a participar en la Asamblea sinodal los Obispos de la Diáspora de las respectivas Iglesias Orientales Católicas.

El Santo Padre aprobó también que los Países del África nororiental estén representados por un Obispo. Además, su Santidad dispuso que participen en la Asamblea sinodal los Presidentes de las Conferencias Episcopales de los cinco continentes. Su presencia es signo de la cercanía del episcopado universal a los hermanos obispos de Oriente Medio. A ellos se añaden también los Obispos representantes de Países que acogen fieles provenientes de Oriente Medio y que ofrecen una notable ayuda a la Iglesia Católica en la región, ya mediante misioneros y misioneras, ya de naturaleza financiera. Conforme a las normas del Ordo Synodi Episcoporum, el Santo Padre completó el número de los Padres sinodales con nombramientos propios.

El Santo Padre Benedicto XVI aceptó con agrado la propuesta del Consejo Pre Sinodal de invitar un significativo número de Oyentes, hombres y mujeres, comprometidos en la evangelización y en la promoción humana en Oriente Medio. Su presencia y su palabra permitirán tener una visión amplia sobre la vida eclesial y social en la región, considerada también por parte de los laicos. En la Asamblea sinodal está presente un significativo número de Expertos, dispuestos a asistir con su preparación y experiencia al Secretario Especial y al Relator General durante los trabajos sinodales.

La metodología sinodal no ha sufrido grandes cambios en relación a la que se ha ya verificado en los recientes sínodos presididos por el Santo Padre Benedicto XVI. Sin embargo, puede ser útil recordar algunos elementos importantes.

1) Se invita vivamente a todos los Padres sinodales a leer atentamente el Vademecum que cada participante ha recibido. Siguiendo las normas de la Carta Apostólica Apostolica sollicitudo y del Ordo Synodi Episcoporum, como también la praxis sinodal, en dicho documento se describe detalladamente el modo de proceder en la presente Asamblea sinodal.

2) El Vademecum está impreso en cuatro lenguas: árabe, francés, italiano e inglés, mientras para mayor comodidad el Kalendarium de los trabajos se presenta en lengua latina, que es aún la lengua oficial del Sínodo de los Obispos. De este resulta que se prevén 14 Congregaciones generales y 6 Sesiones de Círculos menores.

3) También en la presente Asamblea, con el fin de facilitar una mayor participación, cada Padre sinodal podrá intervenir en el Aula sinodal durante 5 minutos. Se espera que tome la palabra el mayor número posible. De todas formas, cada Padre sinodal podrá entregar por escrito su intervención, que se examinará con atención y se tendrá en cuenta en el momento de redacción de las propuestas de los documentos.

4) Para favorecer una mayor profundización de los temas en el orden del día, al final de las Congregaciones Generales de la tarde, desde las 18 a las 19, habrá una hora de discusión libre. Los Padres sinodales que pidan la palabra, podrán hablar no más de 3 minutos.

A propósito de esto, permítanme indicar dos aspectos. Es importante tener presente que la discusión libre se deberá circunscribir al tema del Sínodo: "La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio". Es un argumento muy importante y rico de contenido, que necesita ser profundizado en varios aspectos eclesiales y que se debe intentar traducir en iniciativas de actividad pastoral. Se ruega por tanto a los Presidentes Delegados que presten atención para que la discusión no salga del tema establecido. Es oportuno, además, que en la discusión libre, los Padres hablen sin leer el texto escrito, como en el caso de las intervenciones oficiales durante las Congregaciones generales. Eventualmente pueden tener apuntes, pero se han de preferir las intervenciones libres, incluidas las preguntas, las reflexiones espontáneas, aunque no sean perfectas en su formulación.

5) Para evitar la innecesaria repetición de los temas, he pedido a los Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas que se pongan de acuerdo sobre los argumentos de las intervenciones de cada miembro, de tal forma que la posición del respectivo Sínodo de los Obispos de cada Iglesia sui iuris pueda ser presentada fielmente, en su globalidad, con una rica variedad de temas. La Secretaría General actuará de forma que se pueda escuchar la voz de todas las Iglesias Orientales Católicas, incluso de las que tienen menos Obispos. Para ordenar las intervenciones es muy importante que los Padres sinodales pidan cuanto antes la palabra. Por lo demás, dado que la Asamblea sinodal dura dos semanas, solamente la primera semana se reserva a las intervenciones de los Padres sinodales en esta aula.

6) Se pide amablemente a los Padres sinodales que tengan cuidado con las síntesis de los textos pronunciados, que normalmente son publicadas. Si alguno, por alguna razón, no quiere que se difunda su intervención, se ruega indicarlo a la Secretaría General. Lo mismo vale también para los textos in scriptis, que siempre se pueden entregar a la Secretaría General.

7) La Secretaría General ha asegurado la traducción simultánea en las 4 lenguas oficiales de la Asamblea sinodal: árabe, francés, italiano e inglés. En dichas lenguas es posible realizar intervenciones durante los trabajos.

8) También las Proposiciones se pueden redactar en estas cuatro lenguas. Se recomienda encarecidamente que cada proposición sea concisa, centrada sobre un único argumento. Teniendo presente la doctrina de la Iglesia, que no es preciso repetir, los Padres sinodales deberían más bien proponer consejos finalizados a profundizar la comunión eclesial y a reavivar el testimonio cristiano en Oriente Medio para el bien de la Iglesia Católica.

9) Para favorecer lo más posible la comunión entre los Padres sinodales, los Círculos menores serán en tres lenguas: árabe, francés e inglés. Próximamente recibirán Uds. la lista de los miembros de cada círculo, compuesto en general según vuestras indicaciones sobre el conocimiento de las lenguas. Se puede cambiar de círculo menor solamente por un grave razón y de acuerdo con el Secretario General.

10) Para facilitar el trabajo, en la actual Asamblea sinodal se utilizarán también los medios electrónicos. En el Vademécum encontrarán indicaciones precisas sobre el modo de usarlos. Si fuera necesario, los Padres podrán ayudarse recíprocamente, sobre todo al inicio de los trabajos, indicando al que está al lado cómo utilizar dichos medios. En cualquier caso, en el aula estarán presentes técnicos, a los que eventualmente podrán pedir asistencia. Es importante que cada Padre respete el lugar que le ha sido asignado según la precedencia, ya que cada una de las sillas está relacionada con un número en el sistema electrónico de voto. Además, con el sistema electrónico todos los días se efectuará el control de las presencias. Habrá, además, varias elecciones y votaciones con el instrumento que tenéis a vuestra disposición.

11) La presencia de algunos Delegados fraternos, representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales, es ya una praxis afianzada. Su participación es particularmente significativa en esta Asamblea sinodal, teniendo en cuenta su presencia en Tierra Santa y en Oriente Medio. Podrán dirigirse a la Asamblea y participar en los trabajos de los círculos menores. Los cristianos están llamados en todas partes, pero de modo especial en la Tierra de Jesús, a proceder en el camino hacia la plena unidad de todos los que creen en el Se or Jesús, que han recibido el Espíritu Santo para glorificar con las palabras y sobre todo con su vida a nuestro Padre que está en los cielos.

12) Se esperan también a tres invitados especiales durante los trabajos sinodales. Se trata del rabino David Rosen, Director del Departamento para los Asuntos Interreligiosos del American Jewish Committee y Heilbrunn Institute for International Interreligious Understanding, Israel, y de los Señores: Muhammad al-Sammak, Consejero Político del gran Muftí de Líbano, para el Islam suní, y del Ayatolá Dr. Seyed Mostafa Mohaqhegh Ahmadabadi, Ph. D., Profesor en la Facultad de Derecho en la Shahid Beheshti University de Teherán y Miembro de la Academia Iraniana de las Ciencias, para el Islam chií. Agradecemos a los tres invitados que hayan aceptado la invitación del Santo Padre a participar en esta Asamblea. Se trata de un gesto significativo que confirma la voluntad de la Iglesia Católica de continuar el diálogo con el judaísmo, con el que comparte la mayor parte de los libros del Antiguo Testamento. La presencia de dos ilustres musulmanes representa, además, la voluntad de seguir adelante en el diálogo vital entre los cristianos y el mundo del Islam para el bien de los fieles de las respectivas religiones, como también de los habitantes de Oriente Medio y de todo el mundo.

VI) Conclusión

"Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15). Jesús resucitado pronunció estas palabras en Jerusalén antes de subir al cielo y sentarse a la diestra de Dios (cfr. Mc. 16, 19) El Maestro había asegurado a los discípulos: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Por tanto, el Señor acompa aba la difusión del Evangelio que desde Tierra Santa se extendía a todo el mundo: "Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Se or con ellos y confirmando la Palabra con los signos que la acompa aban" (Mc 16, 20). El anuncio de la Buena Nueva presuponía dos dimensiones esenciales: la comunión y el testimonio. Estas son connaturales al cristianismo desde los inicios. Jesucristo había elegido a los doce apóstoles (cfr Mt 10, 1-4: Mc 13, 13-19; Lc 6, 13-16), formando con ellos el núcleo de la Iglesia. A continuación, Jesús designó otros setenta y dos discípulos, enviándolos "de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir".(Lc 10, 1). Entre sus discípulos, cuyo número crecía cada vez más, se encontraban "algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades…que les servían con sus bienes" (Lc 8, 2.3). A pesar de la variedad de las vocaciones y tareas impartidas, todos tenían el compromiso de vivir el ideal de la vida cristiana: "la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). Por otra parte, el Se or antes de subir al cielo dijo a los discípulos: "recibiréis una fuerza cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y de este modo seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y en Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8).

La Palabra del Señor Jesús se puso en práctica. Basta recordar las misiones de los Apóstoles en el mundo entonces conocido, su testimonio hasta el martirio, como también la fundación de las primeras comunidades cristianas según el ideal evangélico de "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32). Encontrándonos en Roma, es justo evocar de nuevo con gratitud el ejemplo de los Santos Pedro y Pablo que, abandonando sus tierras de origen, llevaron el Evangelio al centro del imperio romano y concluyeron su predicación con el martirio, expresión suprema del testimonio cristiano. Desde aquel tiempo, en Roma existe una floreciente comunidad cristiana, cuya cabeza es el propio Obispo que, por divina Providencia, preside en la caridad toda la Iglesia. El 264 sucesor del apóstol Pedro, como también de la herencia apostólica de Pablo, Papa Benedicto XVI, acoge cordialmente a los hermanos de Tierra Santa, que han venido a Roma a la Asamblea Especial para presentarle en persona la situación de la Iglesia Católica en Oriente Medio, para profundizar el sentido de comunión católica, teniendo presente también su dimensión ecuménica, y para reavivar el testimonio cristiano. No cabe duda de que bajo la sabia presidencia de Su Santidad Benedicto XVI tales propósitos se realizarán. Al mismo tiempo, los Padres sinodales de Oriente Medio están muy agradecidos al Santo Padre por el constante apoyo, del que es expresión privilegiada esta Asamblea sinodal, por el incansable compromiso en la busca de soluciones justas y duraderas a los graves problemas de la región, sobre todo el advenimiento de la paz en la justicia. Están igualmente agradecidos al Sumo Pontífice porque con el carisma petrino ayudará a los Obispos de Oriente Medio a lograr la finalidad de esta Asamblea sinodal. Es de esperar que, volviendo de Roma, al final de la Asamblea sinodal, los Pastores de las beneméritas Iglesias Orientales Católicas, como también la Iglesia de tradición latina, podrán glorificar a Dios por un renovado sentido de comunión y por un nuevo vigor en el testimonio cristiano, en los ambientes en los que viven y en los contactos que mantienen no solamente con los cristianos, sino también con los miembros de otras denominaciones religiosas, sobre todo con los judíos y musulmanes.

Para que dicho deseo pueda realizarse, invocamos la intercesión de todos los santos de la región, en particular de los numerosos mártires de Tierra Santa y, sobre todo, de la Beata Virgen María, madre de Jesús y madre de la Iglesia. Ella no cesará de velar por la amada Iglesia Católica en la tierra donde Ella vivió colaborando en la realización del sublime misterio de la encarnación y de la redención del hombre y de la humanidad. Invitándonos: "haced lo que él os diga" (Jn 2, 5), Ella nos exhorta a tener confianza no en nuestras fuerzas y proyectos, sino más bien en la promesa: "no temas, peque o reba o, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino" (Lc 12, 32).

Gracias por la paciente escucha. Que la gracia del Espíritu Santo nos acompa e en nuestro trabajo sinodal.

Nicola Eterovic
Arzobispo titular de Cibale
Secretario General


 

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NOTAS

[1] Organizzare sessioni continentali del Sinodo in preparazione al Terzo Millennio, L’Osservatore Romano, 16-17 de enero de 1995, pág. 4.

[2] Benedicto XVI, Discurso en Nicosia con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris del Sínodo para Oriente Medio, L’Osservatore Romano 7-8 de junio de 2010, pág. 9.

[3] Ibidem

[4] Ibidem

[5] Ibidem

[6] Cfr. Calendario Atlante De Agostini 2010, Instituto Geográfico De Agostini, Pioltello (MI) 2009, pág. 678.

[7] Benedicto XVI, Discurso en Nicosia con ocasión de la entrega del Instrumentum laboris del Sínodo para Oriente Medio, L’Osservatore Romano 7-8 de junio de 2010, pág. 9.

[8] Los datos estadísticos se han tomado del Annuarium Statisticum Ecclesiae 2008, Citt del Vaticano 2010, páginas 281 y 285-287.

[9] Benedicto XVI, Ad Patriarcas et Archiepiscopos Maiores Orientales, AAS 101 (209) pág. 858

[10] Ibidem, pág. 858.

[11] Aunque los Lineamenta se enviaron también a los 26 Dicasterios, las respuestas llegaron de aquellos que más siguen la situación eclesial en Oriente Medio Y cuyos Responsables participan en la Asamblea sinodal.

[12] Cfr. L’Osservatore Romano, 25 de abril de 2010, pág. 1.

[Traducción al español distribuida por la Secretaría del Sínodo]

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