18.10.10

El milagro

A las 12:15 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Cuando alguien ignora la verdad de las cosas de tal forma que lo pone en evidencia demuestra que, en realidad, no sabe ni lo que pasa ni a qué se debe lo que pasa.

En la madrugada del jueves, 14 de octubre, terminó la milagrosa recuperación de las personas que las profundidades se habían tragado en el desierto de Atacama, Chile. Los mineros, así como los rescatadores que bajaron para echar una mano salieron a la superficie según lo previsto.

Pero el Mal no descansa.

Justo el mismo día en el que los mineros volvieron, todos, a estar con sus familias y a manifestar, muchos de ellos, la fe que les sostiene, un editorial bastante mezquino de “El País” entendía las cosas como es de suponer que ha de entenderlas quien es portavoz de la maldad y la ruindad.

El título era No es un milagro”. Ninguna referencia más al tema de la fe que puede encerrar el término “milagro” sino que se limitaba, quien fuese, a loar a la tecnología y a los medios humanos que habían hecho, sin duda alguna, que los atrapados hubiesen dejado de estarlo.

Y es que cuando se desconoce que la ciencia (y, en aplicación de la misma, la tecnología) tiene mucho que ver con Dios se producen textos como el citado.

Se escribe, por ejemplo, que

Era imprescindible obrar con prudencia, pero con rapidez, y combinar la tecnología más sofisticada e innovadora con el recurso a esa sabiduría que puede templar la ansiedad y la angustia de cuantos se ven implicados en una situación desesperada”.

O, también que:

El presidente Sebastián Piñera se volcó en la tarea de recabar ayuda internacional, y consiguió que los países más avanzados pusieran a su disposición la maquinaria idónea y facilitaran la participación de los mejores especialistas

Por ninguna parte aparece, como se ha dicho arriba, referencia al hecho que, de forma extraordinaria, se produjo y que muy bien podemos calificarlo de milagroso. No es que se produjera la curación de una persona sin respuesta médica al respecto ni que Jesucristo hubiera venido, de nuevo, a multiplicar los panes y los peces o a resucitar a Lázaro. Eso no se produjo.

Y esto se hace así porque, en realidad, lo que se pretende es contraponer Dios a ciencia (y, en aplicación de la misma, la tecnología) del hombre y, por eso mismo, brilla lo segundo pero del Creador nada de nada.

Sin embargo basta con que se comprenda, por parte de la ciencia, que, en realidad, todo está puesto por Dios desde el principio, desde la misma Creación, para ser descubierto. Por eso otorgó la inteligencia a su criatura y por eso la misma la utiliza para salir adelante y evitar los problemas que han ido apareciendo a lo largo de la historia como, por ejemplo, ha sido el acaecido en el desierto de Atacama.

Y, por eso, siendo el rescate de los 33 mineros un hecho milagroso y, por tanto, un milagro resulta vano hacer como si Dios nada tuviese que ver con lo sucedido.

Pero hay realidades contra las que no puede el Mal.

Por ejemplo, millones de personas han sabido, a lo largo de estos más de dos meses, que la fe sostenía la vida de los allí encerrados y que muchos ellos lo mostraron en cuanto salieron a la superficie de la mejor manera que se puede hacer: arrodillándose ante el Señor a quien, por cierto, agradecían su salvación. No decían en las camisetas gracias tecnología” ni “gracias ciencia” sino “Gracias, Señor” porque sabían, en verdad quien era, en el fondo, el autor de todo aquello.

Y eso molesta al Mal porque, al parecer, aún no sabe que el Bien hace tiempo que pisó la cabeza a la serpiente y eso ya no tiene remedio alguno porque está escrito.

Y, sin embargo, mientras que el autor del editorial citado arriba continuará por la vida con el corazón vacío de Dios, los mineros y sus familiares caminarán hacia el definitivo reino del Padre sabiendo Quién, en el fondo, es el autor del milagroso rescate.

No es de extrañar que quienes sí saben lo que hay (es decir, los obispos chilenos) hayan dicho que “Con inmensa alegría alabamos y bendecimos al Señor por el exitoso rescate de los 33 hermanos mineros que permanecieron durante 68 días atrapados en la mina San José, en la región de Atacama”.

Ellos lo saben mientras que otros, a lo mejor, se lo callan porque no les conviene.

Eleuterio Fernández Guzmán