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Servicio diario - 21 de octubre de 2010

Santa Sede

El Papa destaca la función de Corea del Sur en la comunidad internacional

Rechazo a la miseria: el Papa anima el compromiso de ATD-Cuarto Mundo

El Papa a los rumanos: hay que curar las heridas del comunismo

Sínodo de los Obispos

El Sínodo de Oriente Medio prepara, por el momento, 41 propuestas al Papa

En el Sínodo el debate no es el celibato, sino la formación sacerdotal

Mundo

Los cuidados paliativos son “una respuesta ética óptima”

Análisis

Sólo un Estado civil podrá salvar a los cristianos de Oriente (I)

Entrevistas

El cardenal Zen habla sobre la Iglesia en China

Documentos en la página web de Zenit

Intervenciones ante el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio

Documentación

Ministro italiano denuncia la violencia contra las minorías cristianas

Discurso del Papa al nuevo embajador de Corea

Carta del delegado pontificio para los Legionarios de Cristo

Discurso del Papa al nuevo embajador de Rumanía


Santa Sede


El Papa destaca la función de Corea del Sur en la comunidad internacional
Al recibir al nuevo embajador del país ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó “el aprecio de la Santa Sede por la activa función desempeñada por la República de Corea en la comunidad internacional”.

Lo hizo este jueves al recibir en el Vaticano al nuevo embajador del país asiático ante la Santa Sede, Han Hong-soon, con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.

El Papa destacó que el Gobierno de Corea del Sur ha promovido “la paz y la estabilidad de la península, así como la seguridad y la integración económica de las naciones de la región de Asia-Pacífico”.

“A través de sus amplios contactos diplomáticos con los países africanos, y especialmente acogiendo el próximo mes la cumbre del G20 en Seúl, su Gobierno ha dado sobradas pruebas de su función como un importante actor en el escenario mundial, y ha ayudado a garantizar que el proceso de globalización sea dirigido por consideraciones de solidaridad y fraternidad”, afirmó.

Respecto a la evolución del país, el Pontífice señaló que “es alentador observar el notable crecimiento económico que su país ha experimentado en los años recientes” y dijo que Corea ha pasado de ser un receptor neto de ayuda a convertirse en un país donante.

En este sentido, advirtió de los “peligros que conlleva el rápido crecimiento económico que pueden llevar a eludir muy fácilmente las consideraciones éticas, con el resultado de que los miembros más pobres de la sociedad tiendan a ser excluidos de su derecho a compartir la prosperidad de la nación”.

Para el Papa, “la crisis financiera de los años recientes ha exacerbado el problema, pero también ha centrado la atención en la necesidad de renovar las bases éticas de toda actividad económica y política”.

Benedicto XVI alentó al Gobierno de Corea del Sur “en su compromiso para garantizar la justicia social y la preocupación por que el bien común aumente junto a la prosperidad material”.

Destacó que la visita que el presidente del país, Lee Myung-bak, realizó al Vaticano el año pasado “sirvió para profundizar en las relaciones muy cordiales que han existido desde hace casi medio siglo entre su país y la Santa Sede”.

Y le aseguró al nuevo embajador “que la Iglesia Católica en Corea está preparada y dispuesta a trabajar con el Gobierno en su intento de promover estos dignos objetivos”.

En concreto, señaló algunos ejemplos del compromiso de la Iglesia local en el bien de la sociedad, como su red de escuelas y programas educativos, su trabajo por el diálogo interreligioso y su acción caritativa.

Al mismo tiempo, destacó que la función de la iglesia implica también “proclamar las verdades del Evangelio, que continuamente nos desafían a mirar más allá del pragmatismo y los intereses partidistas que pueden tan a menudo condicionar las elecciones políticas, y a darnos cuenta de las obligaciones que nos incumben en vista de la dignidad de la persona humana”.

“Esto requiere de nosotros -añadió- un claro compromiso de defender la vida humana en todas sus fases desde la concepción hasta la muerte natural, promover la vida familiar estable según las normas de la ley natural y construir la paz y la justicia allí donde haya conflicto”.

Por su parte, el embajador coreano se refirió, en su discurso al Papa, al Consejo de Laicos Católicos de Asia que tuvo lugar en Seúl a principios de septiembre bajo los auspicios del Consejo Pontificio para los Laicos.

Tanto el diplomático como el Pontífice coincidieron en “ver en este importante evento un signo claro de la cooperación fructífera que ya existe entre Corea del Sur y la Santa Sede y que es un buen augurio para el futuro de nuestras relaciones”, como señaló el Papa.

Benedicto XVI aplaudió el hecho de que el Congreso se centrara en los fieles laicos, que “no sólo sembraron las primeras semillas del Evangelio en Corea sino que además dieron testimonio en gran número de su fe firme en Cristo a través del derramamiento de su sangre”.

“Estoy seguro -dijo el Papa- de que, inspirados y fortalecidos por el testimonio de los mártires coreanos, los laicos y laicas continuarán construyendo la vida y el bienestar de la nación a través de su preocupación amorosa por los pobres y los oprimidos, su disposición a perdonar a sus enemigos y perseguidores, su ejemplo de justicia, veracidad y solidaridad en su lugar de trabajo, y su presencia en la vida pública”.

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Rechazo a la miseria: el Papa anima el compromiso de ATD-Cuarto Mundo
Luchar contra “las múltiples formas de pobreza”
ROMA, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Con motivo de la Jornada mundial de Rechazo a la Miseria, celebrada el 17 de octubre, el Papa dirigió un mensaje de aliento al delegado del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo en Italia y ante la Santa Sede, Jean Tonglet.

En el mensaje, transmitido por el secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, el Papa dijo “asociarse de corazón a esta celebración” y dirigió “sus ánimos a todas las personas comprometidas en el mundo en la lucha contra las múltiples formas de pobreza”.

Benedicto XVI les invitó a “no desanimarse ante la magnitud de las necesidades y a continuar con generosidad su servicio a las personas y las familias más pobres y más débiles de la sociedad”.

Este año, el Papa mencionó en concreto a “las familias, los jóvenes y los niños de Haití, duramente probados”.

“¡Que a todas las víctimas de la miseria y a los que están a su lado en la búsqueda de un mundo más justo y más fraterno se les asegure encontrar en el amor de Dios una fuerza capaz de transformar el mundo y el corazón de los hombres!”, deseó Benedicto XVI, quien quiso manifestar su “proximidad espiritual”.

Por su parte, monseñor Enrico dal Covolo celebró la misa el 16 de octubre en honor a todas las víctimas de la miseria en San Juan de Letrán, de manera anticipada al 17 de octubre debido a las canonizaciones del día siguiente.

La Jornada mundial de Rechazo a la la Miseria fue adoptada por la ONU a petición del fundador de ADT-Cuarto Mundo, el padre Joseph Wrésinki.

La causa de beatificación de este sacerdote nacido el 12 de febrero de 1917 y fallecido el 14 de febrero de 1988 fue introducida en Roma.

El postulador de la causa, el padre Marc Leclerc, explicó a ZENIT que la investigación diocesana abierta en Soissons el 19 de marzo de 1997 concluyó en 2003.

Las veinte mil páginas del dossier ya se entregaron, debidamente selladas, a la Congregación romana para las Causas de los Santos.

Estaban ordenadas en unos sesenta volúmenes, que fueron examinados por el abogado encargado de este trabajo en este dicasterio.

“Desde entonces, recibimos de la Congregación el decreto de validez y se nombró un relator”, que actualmente es el padre Zdzislaw Kijas, OFM Conv., y así se abrió oficialmente la fase romana del proceso, precisó el padre Leclerc.

El aniversario del fallecimiento del padre Joseph Wresinski se celebró en la iglesia de San Juan de Letrán de Roma el pasado mes de febrero, con una celebración eucarística presidida por el subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura, monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda.

Durante el Año Santo, el 15 de octubre de 2000, el cardenal Roger Etchegaray inauguró, en nombre de Juan Pablo II, una losa, réplica de la del Tribunal de los Derechos Humanos de Trocadero, en París, en el atrio de la Basílica de Letrán.

Esta “Losa en honor a las víctimas de la miseria” fue sellada en París el 17 de octubre de 1987, con estas palabras: “El 17 de octubre de 1987, defensores de los derechos humanos y de los ciudadanos de todos los países se reunieron en este atrio. Rindieron homenaje a las víctimas del hambre, de la ignorancia y de la violencia. Afirmaron su convicción de que la miseria no es una fatalidad inevitable. Allí donde los hombres son condenados a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacer que se respeten es un deber sagrado. Padre Joseph Wresinski”.

Y cinco años después, en 1992, las Naciones Unidas reconocieron oficialmente el día 17 de octubre como “Jornada Mundial de Rechazo a la Miseria”.

Uno de los objetivos de la Jornada del Rechazo de la Miseria es dar la palabra a los pobres, escuchar lo que tienen que decir, no sólo en lo que se refiere a la pobreza y la manera de combatirla, sino también sobre la paz, la justicia, el futuro del mundo y las sociedades.

Este martes 19 de octubre, el obispo de Soissons, Laon y Saint-Quentin, monseñor Hervé Giraud inauguró una losa similar en el atrio de la catedral de Soissons.

[Por Anita S. Bourdin, traducción del francés por Patricia Navas]

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El Papa a los rumanos: hay que curar las heridas del comunismo
La familia y la educación, claves para la regeneración social y moral
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Las heridas profundas dejadas por décadas de comunismo en Rumanía deben curarse a través de la recuperación de los valores y de la reconstrucción del tejido social.

Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI al recibir hoy en audiencia a Bogdan Tătaru-Cazaban, nuevo embajador de Rumanía ante la Santa Sede, al presentar éste sus Cartas Credenciales.

El país balcánico ha emprendido un proceso de reconstrucción, observó el Papa, aunque sigue habiendo muchas heridas abiertas, un desafío que es necesario aforntar con justicia y al mismo tiempo con caridad.

“La gestión de la herencia dejada por el comunismo es difícil a causa de la desintegración de la sociedad y del individuo que ha favorecido”, reconoció el Pontífice.

Por eso, añadió, es necesario “acometer la difícil tara de ordenar de forma justa los asuntos humanos haciendo un buen uso de la libertad. Y la verdadera libertad presupone la búsqueda de la verdad, del bien, y de realiza precisamente reconociendo y haciendo lo que es oportuno y justo”.

Uno de los primeros requisitos para la reconstrucción del tejido social, afirmó el Papa, es apoyar a la familia. “Se deben hacer todos los esfuerzos para que cumpla su función de fundamento de la sociedad”.

Otro es el de la educación en valores, aseguró el Papa. “En presencia de grandes ideales, los jóvenes aspiran a la virtud moral y a una vida abierta a los demás a través de la compasión y de la bondad”.

“La familia y la educación son el punto de partida para combatir la pobreza y contribuir así al respeto de cada persona, al respeto de las minorías, al respeto de la familia y de la propia vida. Ellas son el terreno donde se enraízan los valores éticos fundamentales y donde puede crecer la vida religiosa”, añadió.

“Los nuevos desafíos a enfrentar son muchos si se quiere evitar que su sociedad no se base únicamente en la búsqueda del bienestar y en el afán de beneficio, consecuencias comprensibles después de un periodo de más de 40 años de privaciones”.

Al contrario, afirmó, “deben prevalecer ante todo la integridad, la honradez y la rectitud. Estas virtudes deben inspirar y conducir a todos los miembros de la sociedad para una buena gestión”.

Uno de estos retos es la realidad multicultural y multiétnica de Rumanía. “Semejante variedad puede verse como un obstáculo a la unidad nacional, pero puede ser vista también como un enriquecimiento de su identidad al constituirse en una de sus características”.

“Debe hacerse de modo que cada individuo tenga su lugar legítimo en la sociedad por encima de esta variedad, y respetándola”, dijo el Papa al nuevo embajador.

Católicos y ortodoxos

Otro de los temas que el Papa abordó durante su discurso fue la relación entre católicos y ortodoxos, y entre comunidades religiosas en general, que “también se ha visto afectada por estas décadas oscuras y algunas de estas heridas aún hoy siguen vivas”.

“Estas requieren ser tratadas por medios que sean aceptables para cada una de las comunidades. Es necesario, en efecto, reparar las injusticias heredadas del pasado, sin tener miedo a hacer justicia”.

Benedicto XVI sugirió un doble enfoque para este diálogo: por un lado, “a nivel estatal, favoreciendo un diálogo auténtico entre el Estado y los diferentes responsables religiosos, y por otra parte, alentando relaciones armoniosas entre las diversas comunidades religiosas de su país”.

En este punto subrayó la importancia del diálogo ecuménico con los ortodoxos, que son el grupo mayoritario en el país, así como la buena disposición de la Iglesia católica.

La Iglesia “ve en el diálogo ecuménico un camino privilegiado para volver a encontrar a sus hermanos en la fe y para construir con ellos el Reino de Dios, respetando la especificidad de cada uno”.

“El testimonio de la fraternidad entre católicos y ortodoxos, en un espíritu de caridad y de justicia, debe prevalecer sobre las dificultades y abrir los corazones a la reconciliación”, exhortó el Papa.

En este sentido, subrayó la importancia de la visita, hace ya unos diez años, del papa Juan Pablo II a Rumanía.

El diálogo ecuménico, concluyó el Papa, “no dejará de ser un fermento de unidad y de concordia no solo para su país sino también para Europa entera”.

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Sínodo de los Obispos


El Sínodo de Oriente Medio prepara, por el momento, 41 propuestas al Papa
Pide diálogo con judíos y musulmanes, y mayor unidad entre cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Por el momento, el trabajo del Sínodo de Oriente Medio se está concentrando en 41 propuestas que, después de ulteriores revisiones, serán presentadas a Benedicto XVI el próximo sábado.

Entre los temas más representativos recogidos en estas propuestas, se confirma el diálogo ecuménico entre cristianos, el diálogo con musulmanes y judíos, y la importancia decisiva de la presencia cristiana en Oriente Medio.

Para alcanzar este último objetivo, se subraya el deber de proteger la identidad de las Iglesias orientales católicas, reforzar la comunión en el seno de la Iglesia católica entre obispos, clero y fieles (ad intra) y con las demás Iglesias y comunidades eclesiales (ad extra).

En las propuestas, se llama la atención del mundo sobre los problemas ligados a la emigración y a la inmigración en los países del área; la promoción de la libertad religiosa, incluida la de culto y conciencia.

Estos compromisos forman parte de la "Lista única de propuestas", presentada este jueves en la duodécima congregación general de la asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.

En la congregación, que tuvo lugar en presencia del Papa, coordinada por el presidente delegado de turno, el patriarca de Antioquía de los Sirios, Ignace Youssif III Younan, participaron 162 padres sinodales.

Las propuestas, elaboradas por los grupos de trabajo, explicó el arzobispo Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los obispos, habían sido 194. Sucesivamente se unificaron hasta reducirse a 41.

El documento ahora es analizado por los grupos de trabajo, que tienen la facultad de proponer algunas posibles enmiendas. La presentación de la "Lista final de las propuestas" tendrá lugar el sábado 23 de octubre por la mañana, en la última congregación general. La clausura del Sínodo está prevista con una solemne eucaristía este domingo.

Las 41 propuestas, articuladas en una introducción, tres capítulos y una conclusión, fueron leídas por el secretario especial del Sínodo, monseñor Joseph Soueif, arzobispo de Chipre de los Maronitas, y por el relator general, Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos y futuro cardenal.

El dato más significativo de las propuestas es la constante referencia a la necesidad de intensificar la cooperación entre las jerarquías católicas en Oriente Medio, a través de encuentros, iniciativas de solidaridad, y una formación de los sacerdotes y laicos. Subraya también la importancia de los medios de comunicación para la transmisión de la enseñanza de la Iglesia.

Como regalo de este Sínodo, el Papa ha entregado a todos los padres sinodales un bajorrelieve en bronce dorado de la Asunción de la Virgen María, representada por Giambattista Tiepolo (1696-1770), en recuerdo del sexagésimo aniversario de la proclamación del dogma mariano por parte de Pío XII (Munificentissimus Deus, 1 de noviembre de 1950).



 

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En el Sínodo el debate no es el celibato, sino la formación sacerdotal
Los padres sinodales preocupados por los seminaristas y sacerdotes
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Dado que el Sínodo de Oriente Medio congrega a las Iglesias orientales, en las que es común la ordenación sacerdotal de hombres casados, se esperaba un debate sobre el celibato sacerdotal.

Ante la sorpresa de los periodistas, el tema ha recibido mucho menos interés que en cualquier otro Sínodo. Ya en el Documento de Trabajo (Instrumentum laboris), preparado tras una consulta con las Iglesias locales, que sirve de base para la discusión, el argumento no aparecía en ningún momento.

Ninguno de los padres sinodales, de los oyentes o de los delegados ecuménicos de otras Iglesias ha afrontado directamente el tema del celibato. La palabra de hecho no se ha mencionado en las intervenciones escritas y presentadas ante el aula sinodal.

El único que ha hecho declaraciones públicas sobre el celibato ha sido Su Beatitud Antonios Naguib, patriarca de Alejandría de los Coptos (Egipto), relator general del Sínodo.

En respuesta a los periodistas este miércoles, el futuro cardenal y pastor de esta Iglesia oriental aseguró que el hecho de admitir sacerdotes casados "no resolverá el problema de las vocaciones, y no resolverá el comportamiento bueno o malo del sacerdote".

Lo que cuenta, aseguró, es vivir con coherencia y fidelidad la propia vocación.

La clave, la formación

Tanto los padres sinodales de la Iglesia latina como los de las Iglesias orientales han coincidido con frecuencia en subrayar que el gran desafío que afrontan las Iglesias es una adecuada formación de los seminaristas y sacerdotes (ya sean latinos u orientales).

Monseñor Mikaël Mouradian, vicario patriarcal para el Instituto del Clero Patriarcal de Bzommar (en el Líbano), entre las soluciones a la falta de vocaciones consagradas, pidió "asegurar un buen discernimiento de las vocaciones, dar la prioridad a la calidad y no la cantidad; vigilar para ofrecer una buena dirección espiritual a las vocaciones; ofrecer una formación inicial y permanente adecuada".

Monseñor Michel Abrass, B.A., arzobispo titular de Mira, del patriarcado de Antioquía de los greco-melkitas, de Siria, explicó en referencia a la situación de Oriente Medio que "por lo que se refiere a la formación de los seminaristas, en primer lugar está el problema de la elección".

"No se puede negar --añadió--, la mayor parte actualmente escoge la 'carrera' eclesiástica y no la vocación, y esto para lograr una posición social eminente o por consideraciones económicas".

Saïd A. Azer, miembro del Consejo Pontificio para los Laicos, de Egipto, intervino como oyente para asegurar que entre los desafíos que debe afrontar el clero destaca la falta "de formación humana y espiritual, que a veces es inaceptable, y con frecuencia escandalosa".

Monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo titular de Emmaús, vicario patriarcal de Jerusalén de los Latinos para Israel, explicó que "la formación es la prioridad pastoral que el Sínodo especial para Oriente Medio debería adoptar".

Como puede verse, cuando el próximo sábado se presenten las "propuestas" del Sínodo al Papa, no aparecerá la petición de abolir el celibato sacerdotal en la Iglesia latina, sino más bien se subrayará de diferentes maneras la necesidad de una formación profunda de los pastores de las Iglesias, latina u orientales.

Por Jesús Colina


 


 

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Mundo


Los cuidados paliativos son “una respuesta ética óptima”
El Centro San Camilo celebró el Día Mundial de los Cuidados Paliativos
MADRID, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Centro San Camilo de Madrid, de los religiosos camilos, realizó durante el mes de octubre diversas actividades relacionadas con el Día Mundial de los Cuidados Paliativos celebrado el pasado 9 de octubre. Entre otros actos y cursos, hizo público un manifiesto en el que afirma, que “los cuidados paliativos son una respuesta ética óptima”.

Más de doscientas personas participaron en las V Jornadas de Familia y Cuidados Paliativos que se celebraron los días 15 y 16 de octubre en el Centro Asistencial San Camilo de Madrid, España.

El Centro, que cuenta con una Unidad de Cuidados Paliativos (UCP), difundió un comunicado en el que expresa su deseo de “estar cerca de los enfermos terminales y de sus familias”. Del mismo modo quiere rendir “homenaje a las personas que apuestan por estos cuidados” y atienden a los enfermos para que tengan una mejor calidad de vida.

Con esta motivación, el Centro de Humanización de la Salud organizó las V Jornadas de Cuidados Paliativos, en la población de Tres Cantos, cercana a Madrid.

La conferencia de inauguración fue impartida por Teresa García-Baquero, coordinadora del Plan de Cuidados Paliativos de la Comunidad de Madrid. La conferenciante habló sobre el estado actual de los cuidados paliativos en España y la integración de los diferentes servicios.

Seis talleres simultáneos mostraron diferentes formas de abordar la realidad de los cuidados paliativos desde diversas perspectivas: el cine, la musicoterapia, la comunicación, etc.

El sábado 16 de octubre, el doctor Elías Díaz-Albo Hermida, médico de la UCP San Camilo, habló sobre “Los profesionales sanitarios ante el paciente: qué decir y cómo decirlo”.

Con un concierto para celebrar el Día Mundial de los Cuidados Paliativos y la lectura del manifiesto, acabaron las V Jornadas.

En el manifiesto, se afirma que el avance realizado en cuanto a cuidados paliativos en todo el mundo no es suficiente: “Muchos enfermos, muchas familias, de manera diferente en distintos lugares de nuestra geografía y del mundo, no se benefician de ellos”.

“Aún persisten –añade el manifiesto- planteamientos curativos y derroche de tecnología en situaciones en las que procederían los cuidados paliativos. En el empeño de que esta cultura se difunda y de que los servicios aumenten hasta cubrir las necesidades, trabajamos muchas instituciones”.

Son, afirma el manifiesto, “una respuesta ética óptima para promover un modo humanizado de concebir el morir humano de manera digna”.

Los firmantes del manifiesto expresan su “cercanía a cuantos viven el final de su propia vida y a sus seres queridos” y dedican su “homenaje a las personas que apuestan por estos cuidados y se dedican a ellos, reconociendo la vida en abundancia que rezuma en los programas y servicios de cuidados paliativos”.

Así mismo hacen pública su convicción de que los cuidados paliativos “son una labor de todos y que debemos compartir el cuidado con la familia, tanto las instituciones públicas como las privadas; para dar al enfermo la mejor asistencia en cada momento de su enfermedad”.

Reivindican también, ante toda la sociedad, ante las instituciones que se ocupan de la salud, ante el mundo académico y ante los profesionales de la salud, que “cuanto está detrás de la filosofía de los cuidados paliativos es una sana combinación de la sabiduría tecnológica con la sabiduría del corazón para satisfacer con la mayor sensatez las necesidades de numerosos enfermos –no solo oncológicos- al final de la vida, así como de sus familiares, humanizando así el morir”.

La UCP del Centro Asistencial San Camilo atiende cada día a treinta pacientes y sus familias, dando una respuesta integral e interdisciplinar que alivie su sufrimiento y mejore su calidad de vida.

En 2009, 335 enfermos se beneficiaron de los cuidados físicos, médicos, psicológicos y espirituales que ofrece la UCP San Camilo.

El Centro trabaja por: atender a los pacientes interdisciplinarmente, cuidar a sus familias antes y después del fallecimiento (cuenta con un Centro de Escucha para personas en duelo) y promueve Jornadas formativas y celebrativas gratuitas.

El Centro cuenta también con un posgrado universitario, a distancia y multidisciplinar, sobre Cuidados Paliativos.

Para saber más: www.humanizar.es.

Por Nieves San Martín

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Análisis


Sólo un Estado civil podrá salvar a los cristianos de Oriente (I)
Entrevista a Samir Khalil, jesuita y experto en islam
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Los cristianos en Oriente Medio no son víctimas de una persecución sistemática, pero su vida y sus derechos sufren una discriminación similar a una lenta eutanasia que está apagando poco a poco su presencia milenaria en la región.

El Sínodo de los Obispos tiene una responsabilidad crucial en proponer un remedio a este fenómeno que el arzobispo caldeo de Kirkuk, monseñor Louis Sako, no ha tardado en definir “la hemorragia de los cristianos de Oriente Medio”.

En esta entrevista a ZENIT, el padre Samir Khalil, experto en islam e historia de Oriente Medio, ofrece un cuadro histórico-religioso de la situación actual en la región, analiza los desafíos más urgentes y propone algunas posibles soluciones concretas.

- Aun no siendo el único argumento tratado por los padres sinodales, se nota sin embargo que se ha dedicado una gran atención al aspecto geopolítico de la presencia cristiana en Oriente Medio y en particular a su relación con el Islam. ¿Este es quizás el aspecto más importante y verdaderamente decisivo para su existencia y permanencia en Oriente Medio?

Samir Khalil: No hay duda de que siendo una minoría que no supera el 10% de la población de Oriente Medio – mientras que la gran mayoría es de religión musulmana – nuestra existencia depende del beneplácito de esta mayoría, sobre todo porque el islam se concibe como Estado y religión. Y dado que hace más de 30 años ya la gran mayoría de los Estados medioorientales ha adoptado un punto de vista islamista a la realidad estatal, donde la religión decide todos los detalles de la vida cotidiana, social y política, está claro que en estas condiciones nuestra situación depende de la buena voluntad de los musulmanes y del sistema islámico. No hay que sorprenderse, entonces, si la cuestión ha ocupado una gran relevancia, como usted observa justamente.

- Usted es de origen egipcio, pero vive en el Líbano, y siendo experto en el islam se encuentra a menudo en contacto directo con los musulmanes. ¿Cómo describiría su relación con ellos?

Samir Khalil: Hago rápidamente una distinción entre los musulmanes tomados singularmente y los sistemas islámicos, sencillamente porque con los musulmanes tomados singularmente es posible instaurar un bellísimo diálogo y un intercambio cultural y religioso.

Permítame contar una anécdota que confirma de cuanto digo: ayer por la noche me contactó en Skype un musulmán sunní del norte del Líbano, a quien encontré por casualidad en un avión hace un mes. Nuestro diálogo se concentro en la Trinidad y en la oración. Durante la conversación me dijo: “doctor, quisiera presentarle a mi esposa”. En Oriente, este gesto quiere decir que ya formas parte de la familia. Por tanto, tomado singularmente el musulmán – paradójicamente – es mucho más cercano a nosotros los cristianos orientales que un ciudadano europeo. Hay un sentido religioso que nos asemeja y nos une.

Pero si tenemos que hablar del islamismo, el discurso cambia radicalmente, porque se trata de un proyecto político de trasfondo religioso. Como cristianos orientales, quisiéramos ser tratados sencillamente como ciudadanos con una Constitución que trascienda a todas las religiones. Pero en la mayor parte de los casos en nuestros países la Constitución se basa esencialmente – si no totalmente – en la ley islámica. Y este es nuestro problema. Aparte de pocos casos como el Líbano, los Estados incluso constitucionalmente laicos, como sería el caso de Túnez, de Siria o de Turquía, son culturalmente países islámicos y privilegian a los ciudadanos de religión musulmana.

- El revival islámico es un fenómeno muy complejo que tiene diversos orígenes: las corrientes del ressourcement como el Wahhabismo; la lectura antagonista de Occidente presentada a mitad del siglo XX por personajes como Sayyed Kotb, fundador de los hermanos musulmanes; los distintos prejuicios culturales que hacen coincidir erróneamente Occidente y cristianismo; las últimas guerras americanas, consideradas como cruzadas contra el islam; la grave parcialidad occidental en el entre palestinos e israelíes. Pero ¿cuál es según usted el cuál es el eje de este desarrollo exponencial del islamismo político y del fundamentalismo islámico?

Samir Khalil: Por una parte hay una oleada islamista que nace a principios de los años 70. A partir de 1973 tuvo lugar un fenómeno económico a continuación de la guerra entre Israel y los países árabes, que ha visto el precio del crudo cuadriplicarse en pocos meses. Así, los países petrolíferos se encontraron de improviso con una montaña de petrodólares. Arabia Saudita, no sabiendo qué hacer de esta inmensa fortuna, empleó una parte amplia de ella en la construcción de mezquitas y escuelas islámicas. Arabia Saudita financió a los Hermanos Musulmanes en Egipto y su proyecto era claro: islamizar la sociedad egipcia porque no era bastante musulmana. A continuación, hizo la misma operación en todos los países de Oriente Medio. Así, a principios de los años 80, los Hermanos Musulmanes se han convertido en tan numerosos que han empezado a ser considerados como un peligro en Siria, y el presidente sirio Hafiz al-Asad los subyugó con la fuerza.

Indonesia, hace un par de décadas, estaba considerada como el paraíso de la libertad religiosa en un país musulmán, muchos sacerdotes eran ex conversos del islam. Ahora este fenómeno es imposible. Lo mismo en Nigeria: en la última década el número de provincias que aplican la ley islámica ha aumentado de 4 a 12. Europa, con casi un 5% de musulmanes, se siente ya invadida y amenazada. Así la canciller alemana Angela Merkel lanzó la alarma hace pocos días anunciando el fracaso del modelo de integración, porque son precisamente ellos los que no se quieren integrar. ¿Y por qué no se integran? Porque tienen un proyecto religioso, mientras que los Estados en los que viven tienen proyectos nacionales no religiosos.

- Frente a esta situación tan compleja y crítica, ¿qué ha hecho el Sínodo de los Obispos y que pretende hacer?

Samir Khalil: Nosotros los cristianos de Oriente vivimos en medio de este fenómeno en curso, donde el islam gana terreno día tras día, hasta el punto de que en la Liga Árabe el primer argumento es siempre este: cómo afrontar el islamismo. Y el Sínodo está dedicando particular atención a la relación con el islam.

Las sesiones sinodales se preguntan sobre por qué la gente deja su propia tierra, la cuna del cristianismo. En el mundo árabe no hay persecución contra los cristianos, pero hay discriminación. Los cristianos no son tratados de la misma forma que los musulmanes. Los musulmanes son ciudadanos normales destinatarios de las leyes. Los demás, constitucionalmente son ciudadanos, pero concretamente las leyes – en cuanto que están hechas a partir del sistema musulmán – dejan a los cristianos en una condición desventajosa. Además, la libertad de conciencia es inexistente, existe sólo la tolerancia que consiste en soportar que el cristiano permanezca en tierra islámica pero con muchas limitaciones. No es posible, sin embargo, dejar el islam por otra religión. Todas estas situaciones han estado en los últimos días en el centro de la atención de los padres sinodales.

- El diagnóstico ofrecido toca diversas causas de sufrimiento para los cristianos de Oriente, pero entonces la pregunta que se plantea es: ¿hay un camino de salida, o más bien las propuestas y los propósitos son sólo utopía y se quedarán sólo como pronóstico reservado?

Samir Khalil: Sólo hay un camino de salida, el de apuntar a ciertos conceptos compartidos, como el de “ciudadanía” o el de “pertenencia árabe”, ambos reconocidos por gran parte de los musulmanes. Los movimientos que promovieron estos valores a principios del siglo XX tuvieron tanto éxito porque llevaban consigo un soplo de novedad que invitaba a salir de la visión tribal; pero últimamente esta visión ha sido arrinconada y sustituida por el concepto de la Umma [la nación] islámica. Durante la presidencia de Nasser, hasta la mitad de los años 70, el concepto era la Umma al-Arabiyya [la nación árabe], pero desde la mitad de los años 70 en adelante ha prevalecido el concepto de la Umma al-Islamiyya [la nación islámica], que no deja espacio a los no musulmanes. La solución es intentar proponer, musulmanes y cristianos, un concepto moderno de Estado, no sólo a nivel político, sino también a nivel cultural.

- La propuesta es concreta, pero también irrealizable en el escenario cultural de Oriente. ¿Cómo se puede hacer para que lo no factible se convierta en factible?

Samir Khalil: Precisamente aquí entra la propuesta del Sínodo para Oriente Medio: no se trata de hacer un proyecto cristiano, y mucho menos de un proyecto de los cristianos o para los cristianos, porque así reflexionamos como si fuésemos una minoría que intenta protegerse. Nosotros no intentamos protegernos, sino que lo que decimos refleja la palabra también de muchos musulmanes que reconocen como nosotros que la nación árabe está mal porque sufre de una defaillance en el ejercicio de la democracia, en la distribución de las riquezas y en el establecimiento de la justicia social y de un Estado de derecho, en la reforma del sistema sanitario.

El islam es muy sensible a estas dimensiones. La libertad de conciencia y de expresión es augurada por muchos, y esto no porque la gente quiera alejarse del islam, sino porque quiere vivir el islam de un modo más personal. En el mundo islámico hay un sentido de modernidad y de libertad que no se atreve a manifestarse. Un cristiano puede escribir criticando a su patriarca u obispo, mientras que es difícil que un musulmán lo haga. No porque alguien en particular se lo prohíba, sino porque la propia cultura se lo impide. Los imam son los ulema [los doctos] y su saber no se discute. Y reafirmo que con estas propuestas no se trata de hacer a los musulmanes menos musulmanes o a los cristianos menos cristianos, sino de decir que la fe es una cuestión personal aunque tiene su dimensión social, y que cada uno debe vivir la propia fe como le viene inspirada por Dios.

[Por Robert Cheaib, traducción del italiano por Inma Álvarez]



 


 

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Entrevistas


El cardenal Zen habla sobre la Iglesia en China
En una entrevista, repasa los logros conseguidos y los problemas por resolver
FRISINGA, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Iglesia católica en China vive una situación de luces y sombras: mejoras en algunos aspectos y controversias con el Gobierno en otros.

El cardenal Joseph Zen Ze-kiun es quizás una de las voces más autorizadas de la Iglesia local. El purpurado, que ahora tiene 78 años, fue nombrado obispo coadjutor de Hong Kong en 1996, para después tomar las riendas de la diócesis en 2002, hasta el año pasado, cuando se retiró.

Monseñor Zen estuvo en Alemania el mes pasado para el coloquio entre Europa y la China católica, que reunió a representantes de organizaciones católicas y de iniciativas europeas.

Este año, organizó el evento el China-Zentrum de Sankt Augustine, situado en las cercanías de la que fuera capital alemana, Bonn.

ZENIT habló con el cardenal durante el congreso, sobre la situación actual y el futuro de la Iglesia en China.

- En su opinión, ¿cuál es el requisito para un verdadero desarrollo humano en China y en las regiones de administración especial como Hong Kong? ¿Y cuál es la función de los cristianos en el logro de este desarrollo?

Cardenal Zen: Para que el desarrollo sea verdadero, debe ser integral y completo, como explicó bien el arzobispo Reinhard Marx de Munich durante el coloquio.

Y la Iglesia católica puede ayudar en el aspecto espiritual. Por desgracia, hay demasiadas personas que piensan en el desarrollo sólo en el sentido de un progreso económico y tecnológico. Esto no es suficiente.

Yo creo que, en el ámbito espiritual, son muchos, y no sólo los católicos, los que pueden contribuir. Pienso por ejemplo en el confucianismo, que es un patrimonio muy precioso del pueblo chino.

Pero ciertamente somos los católicos, o los cristianos en general, los que tenemos a Jesucristo como modelo real de perfección humana.

- ¿Tiene mucho éxito el cristianismo en la China continental de hoy?

Cardenal Zen: La situación es un poco más tranquila para las familias católicas que quieren bautizar a sus hijos. Al principio estaba prohibido. Era necesario haber cumplido los 18 años. Pero ahora es posible bautizar a los hijos, es algo bueno.

Respecto al éxito entre la gente, ciertamente lo tiene. Pero no sabría hasta qué punto. No hay informaciones detalladas.

Pero sobre todo es entre los estudiantes universitarios y los intelectuales. Estos entran en contacto con la doctrina cristiana a través de la cultura occidental. Y están muy interesados.

Sé que también hay intercambios académicos entre Occidente y China, un aspecto muy prometedor.

- ¿El régimen intenta controlar estos desarrollos?

Cardenal Zen: Bueno, es muy curioso que en el ámbito académico exista una libertad mucho mayor. A los sacerdotes no les está permitido predicar, mientras se permiten los intercambios académicos.

- Pero un día el régimen perderá el control sobre estos intelectuales, ¿no?

Cardenal Zen: A decir verdad, ya lo ha perdido.

- ¿Quizás es ésta la esperanza para el futuro?

Cardenal Zen: Sí, creo que sí. Cuando los estudiantes chinos vienen a Hong Kong en el ámbito de los intercambios, por ejemplo, me invitan y yo puedo ir con ellos sin ninguna objeción porque estamos en el ámbito académico.

- Recientemente ha alertado de nuevo contra el paternalismo de la Asociación católica patriótica. ¿Por qué?

Cardenal Zen: La Asociación patriótica, sobre todo en el ámbito nacional, es muy potente. Los obispos no tienen ni voz ni voto.

Esto, obviamente, se debe al hecho de que el Gobierno usa la Asociación patriótica para controlar a la Iglesia.

Liu Bainian, vicepresidente de la Asociación, representa al Gobierno y mantiene a la Iglesia y a los obispos bajo su control. Después de tantos años, se le ha dado grandes ventajas para asegurarse de que no cambien las ideas.

En el ámbito local, la situación es muy distinta, porque en algunos lugares, los poderes del obispo superan a los de la Asociación.

Pero es evidente que la situación no está encaminada al bien del país, porque todos saben que la Iglesia en realidad no es libre. El Gobierno chino no es respetado y se ve que la libertad no existe.

Por desgracia, la Asociación tiene muchos amigos en el Gobierno y es difícil que éste sea capaz de eliminarla.

Por otra parte, nosotros tenemos una necesidad extrema de una decisión, porque si se mantiene la Asociación, nadie, ni dentro ni fuera de China, creerá que existe una verdadera libertad religiosa.

- ¿He mejorado la situación respecto a la ordenación de los obispos y a la cooperación entre China y el Vaticano?

Cardenal Zen: Los progresos logrados en este último periodo se limitan al hecho de que no ha habido ordenaciones ilegítimas en los últimos meses.

¿Pero es verdaderamente un bien? Yo lo dudo porque, ¿qué significa que un obispo sea aceptado por ambas partes, por el Gobierno chino y por la Santa Sede?

Existen muchas posibilidades. Una posibilidad -que es la que nosotros querríamos- es que el Santo Padre escoja a los obispos y que el Gobierno chino dé su consentimiento. Esto sería lo ideal. ¿Pero éste es el caso? No.

Vemos que a menudo es el Gobierno el que elige al obispo. Tal vez no es lo mejor, pero la Santa Sede dice: “en esta otra diócesis queremos ese obispo, y si lo aceptáis, nosotros aceptaremos este otro”. Por tanto es un trueque, unas veces se obtienen más ventajas, otras menos.

Otras veces se hacen concesiones, algo muy peligroso. Ciertamente no es verdad que el Gobierno chino acepte de buen grado a todos los candidatos de la Santa Sede.

- ¿Cuánto habrá que esperar todavía para que la Santa Sede y Pekín establezcan relaciones diplomáticas?

Cardenal Zen: En realidad todos los comentaristas consideran este éxito poco probable, ya que en el momento actual Pekín y Taiwán tienen mejores relaciones.

Por tanto, en cierto sentido, Pekín consiente a Taipei mantener relaciones diplomáticas con diversos países pequeños, entre ellos la Santa Sede.

Si Pekín aceptara establecer relaciones diplomáticas con el Vaticano, éste se vería obligado a abandonar Taiwán y por tanto, indirectamente, Pekín ofendería a Taiwán. Por eso nadie presiona para acelerar la apertura de las relaciones diplomáticas.

Pero ésta no es una cuestión central. Incluso a falta de relaciones diplomáticas, la mejora y la normalización de la situación ya es algo bueno.

[Por Michaela Koller, traducción del italiano por Patricia Navas]

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Documentos en la página web de Zenit


Intervenciones ante el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio
 
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- En la sección de documentos de la página web de ZENIT es posible leer las intervenciones que se presentaron ante la asamblea especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, en la mañana de este jueves, así como las intervenciones entregadas por escrito a esta asamblea.
 

--Intervenciones por escrito ante el Sínodo de Oriente Medio

 

--Intervenciones de delegados ecuménicos (II)


 

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Documentación


Ministro italiano denuncia la violencia contra las minorías cristianas
Franco Frattini en encuentro promovido en el contexto del Sínodo de los Obispos de Oriente Medio
ROMA, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).-Publicamos el discurso del Ministro Italiano de los Asuntos Exteriores, Franco Frattini, en ocasión del encuentro celebrado en el Capitolio, sede del Ayuntamiento de Roma, sobre el tema "Oriente Medio. El testimonio cristiano al servicio de la paz", el 19 de octubre de 2010, con motivo de la celebración del Sínodo de Obispos para Oriente Medio.

 


 

* * *


 



Gracias en primer lugar por esta nueva ocasión de reflexión. Ya tuve el honor de entrevistarme con los patriarcas y con S.E. el Secretario General del Sínodo. Continuamos pues estas reflexiones en público sobre un tema que los organizadores, como hemos visto, han hecho bien en proponer esta mañana a una asamblea tan cualificada. Creo que es un tema que tiene que encontrarnos a todos conscientes del mismo, pues es crucial para el futuro de nuestro mundo.


El padre Lombardi acaba de decir que es precisamente en Oriente Medio donde el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam no sólo han nacido, sino que se han desarrollado durante muchos siglos en un camino de maduración espiritual que sin duda ha favorecido un desarrollo profundo de ideas, de experiencia y de vida individual y colectiva. Por desgracia, a partir sobre todo de la tragedia que ha cambiado nuestro pasado reciente (el 11 de septiembre), se ha consolidado en el mundo una tendencia a definir de modo exclusivo o, peor, exclusivista las identidades de pertenencia. Hay quien ha hablado, y todavía habla, de conflicto entre religiones y civilizaciones, quien habla de conflicto entre Cristianismo e Islam, entre Islam y Occidente. Estoy convencido de que si hay un enfrentamiento en nuestro mundo es entre tolerancia y diálogo por un lado, e intolerancia y extremismo por otro. Personalmente rechazo la tesis según la cual hoy se está produciendo un enfrentamiento irresoluble entre culturas, religiones y civilizaciones, pero es innegable que el conflicto entre intolerancia y extremismo ha pesado de particular modo sobre los cristianos. A menudo se determina una situación que puede describirse emblemáticamente citando el título de una publicación reciente sobre el argumento: I cristiani e il Medio Oriente. La grande fuga (de Fulvio Scaglione, 2008, p. 235, Edizioni San Paolo, ndr). El título del volumen da una impresión dramática de algo que puede, y podría suceder. El Secretario General, S.E. Mons. Eterovic, nos ha recordado que el número de cristianos en Oriente Medio ya había disminuido el siglo pasado. Hoy está descendiendo dramáticamente. En general, las comunidades cristianas corren el riesgo de reducir su presencia y su difusión territorial.

 

Aumentan los episodios de violencia contra las minorías cristianas y este es un fenómeno que debemos observar con gran preocupación. He leído un informe reciente sobre las restricciones religiosas, publicado por The Pew Forum on religion and public life, una institución americana fiable. Dicho estudio indica como elemento general que de 100 muertos causados por el odio y la intolerancia religiosa en el mundo, 75 son cristianos. Un porcentaje que nos aterroriza. Son decenas de miles los cristianos objeto cada año de persecuciones, violencias personales, confiscaciones patrimoniales, intimidaciones. Su deseo de vivir en paz y por supuesto en la convivencia con otras religiones se les niega y muchas veces incluso se castiga por el solo hecho de su filiación cristiana.

 

De las intervenciones de este congreso emerge un cuadro general referido a la situación medio-oriental de gran sufrimiento de las comunidades cristianas agredidas duramente en Iraq, divididas en Líbano, sujetas a las repercusiones de la islamización en muchos países árabes, obligadas en otros lugares a resistir ante los abusos de regímenes autoritarios, de auténticas dictaduras que persiguen y atacan a los cristianos. Creo que no es una expresión demasiado fuerte si digo que la "cristianofobia" hoy es un riesgo creciente y mucho más concreto, que de alguna forma nos ha preocupado en los últimos años, pero que hoy debemos temer cada día. Las comunidades cristianas afrontan hoy un gran desafío, que deriva del hecho de vivir en países donde hay fracturas políticas interiores y crisis internacionales y un desafío que deriva de la presencia a veces fanática de movimientos fundamentalistas e integristas que a menudo tienden a confundir a los cristianos, a los portadores de la fe cristiana, con una caracterización cultural de Occidente que hay que combatir y contrarrestar. Este es un fenómeno particularmente peligroso.

 

En muchos contextos las comunidades cristianas viven de modo verdaderamente absurdo una condición de aislamiento y marginación, aunque en la historia hayan sido precisamente las iglesias orientales los centros propulsores y de irradiación del Cristianismo. Esto sucede a pesar de que las comunidades cristianas están presentes en el territorio mucho antes de la llegada del Islam. Estos son fenómenos que debemos examinar con preocupación. En algunos casos la mayor participación de las poblaciones en la vida política ha llevado a exasperar tanto los contrastes entre las distintas comunidades como la inspiración identitaria religiosa, que confunde la religión con el estado, reduciendo por tanto el respeto a la libertad y la igualdad de derechos personales, sociales, civiles y religiosos de todas las minorías. No sólo de la minoría cristiana. Creo que este respeto debería ser un indicador de la madurez y del nivel de una democracia.

 

Estoy convencido de que un análisis político de la presencia cristiana en Oriente Medio se tiene que articular en la dimensión político-internacional (los conflictos abiertos y los latentes); la dimensión simbólico-identitaria (los caracteres principalmente religiosos de algunos movimientos que nacen y, por desgracia, se alimentan en el extremismo) y la dimensión democrática (la de los derechos, es decir, el tema crucial de la libertad religiosa). Tenemos que perseguir el gran objetivo de la paz, que es objetivo de los patriarcas, de la Iglesia, aunque creo que debería serlo de todas las democracias, promoviendo una sinergia entre todas estas dimensiones. Debemos tener una visión de conjunto tanto de los desafíos que tenemos delante, como de la contribución que podemos dar. Necesitamos recomponer un tejido de relaciones entre los estados, dentro de las comunidades y entre las comunidades, con el fin de evitar las heridas tanto de origen antiguo como reciente. Todos estos puntos están planteados de forma muy previsora en el Instrumentum laboris. El documento de participación y de preparación del Sínodo para Oriente Medio aborda unas cuestiones de primera importancia como el conocimiento recíproco entre las religiones monoteístas, la necesidad de un compromiso común por la paz, la concordia, la promoción de los valores espirituales y también ese concepto que me interesa especialmente de la laicidad positiva como aportación de los cristianos a la promoción de una democracia sana, positivamente laica, pero que precisamente por esto debe reconocer el papel de la religión también en la vida pública.Me ha llamado mucho la atención la invitación a los cristianos a no replegarse, a no retroceder ante la adversidad, sino a seguir teniendo un comportamiento activo para difundir un espíritu de reconciliación. Me ha llamado en especial la atención esa hermosísima frase que vuestro documento llama "pedagogía de la paz". Esto quiere decir denunciar la violencia, no importa de dónde venga, en nombre de ese valor que ustedes nos enseñan y que para la fe de nosotros cristianos es fundamental: el perdón. Obviamente es una tarea muy difícil, que requiere valor, pero que es indispensable tanto para recuperar el sentido del diálogo entre los credos como para conseguir la paz.


Por supuesto los cristianos tienen que ser cada vez más conscientes del valor esencial de su presencia en Oriente Medio, un valor ampliamente reconocido. Los cristianos tendrán que ser conscientes también de la importancia de buscar con los musulmanes un acuerdo sobre el modo de hacer frente a esos aspectos que, al igual que el extremismo, amenazan la sociedad. Me refiero al ateísmo, al materialismo y al relativismo. Cristianos, musulmanes y judíos pueden trabajar para alcanzar este común objetivo.
Creo que se necesita un nuevo humanismo para hacer frente a estos fenómenos perversos, porque sólo la centralidad de la persona humana es un antídoto que previene el fanatismo y la intolerancia. Por este motivo la política exterior italiana ve en la promoción de la libertad religiosa un punto fundamental, ya que se trata de un derecho fundamental de cada persona humana. No es una cuestión colectiva, es una cuestión de la persona.

 

El gobierno italiano ha hecho mucho. Hemos trabajado mucho en la Unión Europea. He presentado una iniciativa de conjunto que lleve a un respaldo europeo a la libertad religiosa, promoviendo los derechos de las personas que pertenecen a las minorías religiosas y pensando obviamente en la minoría cristiana que en muchos países del mundo sufre. Considero que cada estado debe vigilar este problema para evitar la intolerancia.
He procedido también en las Naciones Unidas el pasado mes de septiembre. Tomando la palabra en nombre de Italia he presentado una resolución a la Asamblea General sobre la libertad religiosa y sobre los derechos que tienen todas las minorías a expresar su religión. Espero que llegue un amplio apoyo a esta hipótesis de resolución (casi 30 países han dado su disponibilidad hasta ahora) y por eso hago un llamamiento. No todos los países de la unión Europea han dado todavía este paso. Lo digo con un poco de tristeza, pero espero que se añadan a estos treinta países otros muchos y que dicha resolución sea aprobada en la sesión que se acaba de abrir en la Asamblea General.

 

También hemos decidido actuar como Gobierno italiano contra una sentencia que todos ustedes conocen bien y con la cual el Tribunal de Estrasburgo ha prohibido la exposición del Crucifijo en los lugares públicos. Estoy convencido -pero es la convicción del Gobierno italiano- de que el Crucifijo representa el derecho a manifestar nuestro credo y que no hay ninguna contradicción entre este símbolo, que es un símbolo de paz y reconciliación, y el estado laico que tutela todas las religiones. Un estado que tutela también mi religión, por tanto tengo el derecho de profesarla también públicamente.
La iniciativa de Italia (la primera ante el Tribunal de Estrasburgo) ha sido apoyada por diez países, pequeños como Chipre y grandes como Rusia. Con gran dolor compruebo que de los países fundadores de la Unión Europea sólo Italia ha firmado este recurso, porque las mismas naciones que quisieron fundar Europa no han compartido con nosotros esta iniciativa de libertad, que es además un pilar de la Carta de Derechos que la Unión Europea ha querido construir.

 

Nosotros nos interesamos por la condición de los cristianos en Oriente Medio y seguimos con la política exterior italiana la presencia cristiana en Oriente Medio que, a pesar de su disminución general en términos numéricos, representa todavía hoy un elemento fundamental para esos países. Ustedes conocen perfectamente los datos estadísticos correspondientes a la reducción de la presencia de los cristianos, pero nosotros estamos preocupados porque esta reducción está creada muchas veces por la inestabilidad política de esos países, por la falta de perspectivas económicas y por la radicalización que en algunos países se está extendiendo. La presencia cristiana es una gran riqueza para esa región y por esto tiene que ser tutelada siempre. Por este motivo Italia está tan de acuerdo con la iniciativa propiciada por el Sínodo para Oriente Medio dirigida a tutelar la presencia cristiana en las tierras en las que nació el Cristianismo.

 

Nos interesa mucho este testimonio que, sobre todo en Tierra Santa, llevan a cabo los cristianos y las instituciones católicas activas in situ. Creemos, por ejemplo, que el deseado y por desgracia tardío reglamento de la paz en el conflicto palestino-israelí será sin duda un elemento, cuando llegue la paz, que mejorará enormemente la condición de los cristianos en Tierra Santa, pues contribuirá a preservar ese carácter multiconfesional y multicultural de la ciudad santa de Jerusalén. Este es un tema fundamental que nos afecta a todos los cristianos, así como a los fieles de las demás religiones.
Desde luego pienso en el compromiso de Italia en Líbano, un compromiso que continuará, y que no puede prescindir de la especificidad, también bajo este perfil, de ese país. Recuerdo la definición del Santo Padre que ha llamado a Líbano "país mensaje" precisamente por su ejemplo de coexistencia pacífica entre las religiones, y creo que sin duda Italia debe seguir comprometiéndose para ayudar a Líbano no sólo en las áreas de mayoría cristiana, sino allí donde están todos los que viven en ese país (chiíes, suníes, drusos y obviamente cristianos) precisamente para que sea salvaguardado el carácter multiconfesional de Líbano.

 

Pienso en los cristianos de Iraq. He visitado varias veces el país y en cada ocasión he pedido que se ponga fin a la violencia y a las persecuciones (recuerdo, en particular, las masacres de Mosul). Asimismo, por lo que se refiere al compromiso del gobierno italiano, querría recordar mis recientes encuentros con el Presidente del Kurdistán iraquí y la misión en Bagdad en cuanto se haya establecido el nuevo gobierno. Insistiré en esa ocasión en el hecho de que la minoría cristiana en Iraq es un elemento esencial para la historia y para la sociedad de ese país.

 

Pienso en Egipto, país que nosotros amamos y que tiene con Italia una historia importante, diría secular y milenaria. Animamos constantemente al gobierno local a que valorice la comunidad copta que vive en Egipto, en el marco de una igualdad de religiones que, basándose en la Constitución, los amigos egipcios siempre han reafirmado. Recuerdo que el día siguiente a un trágico hecho que llevó a la muerte violenta de cristianos en Egipto, me desplacé hasta el lugar, recibido por el presidente Mubarak, quien una vez más expresó un decidido mensaje político cuando me dijo y repitió públicamente: "Vivimos todos, musulmanes y coptos, bajo una misma bandera de una misma patria basada en el principio de la ciudadanía". Este es el pensamiento que en tierra egipcia creo que se debería repetir y confirmar siempre.

 

Miramos hacia Turquía, país cuyo proceso de acercamiento a la Unión Europea está apoyado con firmeza por Italia. Lo apoyamos porque animamos un proceso de modernización y de reformas en ese país. Miramos obviamente hacia la comunidad cristiana de Turquía, una comunidad muy reducida, que ha sufrido por la muerte violenta de algunos exponentes de extraordinario valor espiritual. Nuestro recuerdo va obviamente a mons. Padovese. Nosotros animamos Ankara a que dé algunos pasos más para tutelar las minorías religiosas y, en particular, la minoría cristiana. Esperamos que ese referéndum constitucional que sin duda ha hecho dar un paso adelante a Turquía hacia Europa produzca unos beneficios.

 

Pero nosotros también miramos hacia Irán, un país con el que el mundo intenta por todos los medios abrir un diálogo sobre asuntos delicados, pero donde la comunidad cristiana representa un componente social importante. En el respeto de la autonomía y de la independencia de todos los países y por tanto obviamente también de Irán, observamos con gran atención los ruegos de los cristianos iraníes y la voluntad de todas las minorías que quieren tener un papel en la sociedad.

 

Termino mis reflexiones con el deseo de que los trabajos del Sínodo para Oriente Medio y el compromiso de las comunidades cristianas en el mundo y de los gobiernos que, como Italia, son sensibles a estas temáticas, puedan actuar para promover la convivencia. Tenemos unos países que son un ejemplo positivo en Oriente Medio. Entre estos se encuentran Siria y el Reino de Jordania. Países que miramos con simpatía también por este elemento que los caracteriza, pero no nos olvidemos de que a nivel de realidad local, a nivel de comunidad, de jóvenes y muy jóvenes, los cristianos y los musulmanes han aprendido desde hace mucho tiempo a vivir y a convivir en paz entre ellos. Evitemos que sean los gobiernos y los conflictos políticos los que dividan lo que en la comunidad a nivel de vida cotidiana muchas veces está unido. Gracias.

 

[Texto original: italiano]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Corea
Al presentar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que Benedicto XVI dirigió al nuevo embajador de la República de Corea, Han Hong-soon, al recibirle este jueves en el Vaticano con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.



 

***



 

Su Excelencia,

Me complace darle la bienvenida al Vaticano y aceptar las Cartas que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Corea ante la Santa Sede. Me gustaría expresar mi gratitud por los buenos deseos que me trae del Presidente Lee Myung-bak, cuya visita al Vaticano el año pasado recuerdo muy complacido. De hecho, la visita de Su Excelencia sirvió para profundizar en las relaciones muy cordiales que han existido desde hace casi medio siglo entre su país y la Santa Sede. Tenga la amabilidad de transmitir mis cordiales saludos a Su Excelencia y al Gobierno, y de asegurarles mis continuas oraciones por todo el pueblo de Corea.

Es alentador observar el notable crecimiento económico que su país ha experimentado en los años recientes, que ha transformado a Corea de un receptor neto de ayuda en un país donante. Un desarrollo así sería inconcebible sin un destacado nivel industrial y la generosidad por parte del pueblo coreano, y aprovecho esta oportunidad para rendir tributo a sus logros. Al mismo tiempo, como su Presidente destacó durante su visita al Vaticano, hay peligros que conlleva el rápido crecimiento económico que pueden llevar a eludir muy fácilmente las consideraciones éticas, con el resultado de que los miembros más pobres de la sociedad tiendan a ser excluidos de su derecho a compartir la prosperidad de la nación. La crisis financiera de los años recientes ha exacerbado el problema, pero también ha centrado la atención en la necesidad de renovar las bases éticas de toda actividad económica y política. Deseo alentar a su Gobierno en su compromiso para garantizar la justicia social y la preocupación por que el bien común aumente junto a la prosperidad material, y le aseguro que la Iglesia Católica en Corea está preparada y dispuesta a trabajar con el Gobierno en su intento de promover estos dignos objetivos.

De hecho, el compromiso de la Iglesia local para trabajar por el bien de la sociedad está bien ilustrado por la gran variedad de apostolados en los que está comprometida. Por medio de su red de escuelas y sus programas educativos contribuye en gran medida a la formación moral y espiritual de los jóvenes. A través de su trabajo por el diálogo interreligioso intenta romper barreras entre pueblos y fomentar la cohesión social basada en el respeto mutuo y en el aumento de la comprensión. En su acción caritativa busca ayudar a los pobres y los necesitados, especialmente refugiados y trabajadores inmigrantes que tan a menudo se encuentran en los márgenes de la sociedad. De todas esas formas, la Iglesia local ayuda a nutrir y promover los valores de la solidaridad y la fraternidad que son esenciales para el bien común de cualquier comunidad humana, y reconoce con gratitud el aprecio mostrado por el Gobierno por el compromiso de la Iglesia en esas áreas.

Además, la Iglesia “tiene una función pública que no se agota en sus actividades de asistencia o educación” (Caritas in Veritate, 11). Es una función que implica proclamar las verdades del Evangelio, que continuamente nos desafían a mirar más allá del pragmatismo y los intereses partidistas que pueden tan a menudo condicionar las elecciones políticas, y a darnos cuenta de las obligaciones que nos incumben en vista de la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Esto requiere de nosotros un claro compromiso de defender la vida humana en todas sus fases desde la concepción hasta la muerte natural, promover la vida familiar estable según las normas de la ley natural y construir la paz y la justicia allí donde haya conflicto. La importancia que su Gobierno otorga a nuestras relaciones diplomáticas demuestra su reconocimiento de la función profética de la Iglesia en esas áreas, y le doy las gracias por la buena voluntad que ha expresado, en nombre del Gobierno, de continuar trabajando con la Santa Sede para promover el bien común de la sociedad.

En este contexto me gustaría expresar el aprecio de la Santa Sede por la activa función desempeñada por la República de Corea en la comunidad internacional. Promoviendo la paz y la estabilidad de la península, así como la seguridad y la integración económica de las naciones de la región de Asia-Pacífico, a través de sus amplios contactos diplomáticos con los países africanos, y especialmente acogiendo el próximo mes la cumbre del G20 en Seúl, su Gobierno ha dado sobradas pruebas de su función como un importante actor en el escenario mundial, y ha ayudado a garantizar que el proceso de globalización sea dirigido por consideraciones de solidaridad y fraternidad. Bajo “la guía de la caridad en la verdad”, la Santa Sede está dispuesta a cooperar con todos los esfuerzos por dirigir las fuerzas de poder que determinan las vidas de millones de personas hacia la “'civilización del amor' cuya semilla Dios ha plantado en cada pueblo, en cada cultura” (Caritas in Veritate, 33).

Su Excelencia, usted ha hablado del Consejo de Laicos Católicos de Asia que tuvo lugar en Seúl a principios de septiembre bajo los auspicios del Consejo Pontificio para los Laicos. Yo también veo en este importante evento un signo claro de la cooperación fructífera que ya existe entre su país y la Santa Sede y que es un buen augurio para el futuro de nuestras relaciones. Era sencillamente justo que el enfoque del Congreso se centrara en los fieles laicos que, como usted ha destacado, no sólo sembraron las primeras semillas del Evangelio en Corea sino que además dieron testimonio en gran número de su fe firme en Cristo a través del derramamiento de su sangre. Estoy seguro de que, inspirados y fortalecidos por el testimonio de los mártires coreanos, los laicos y laicas continuarán construyendo la vida y el bienestar de la nación a través de “su preocupación amorosa por los pobres y los oprimidos, su disposición a perdonar a sus enemigos y perseguidores, su ejemplo de justicia, veracidad y solidaridad en su lugar de trabajo, y su presencia en la vida pública” (Mensaje con motivo del Congreso de Laicos Católicos de Asia, Seúl 2010).

Su Excelencia, al ofrecerle mis mejores deseos para el éxito de su misión, me gustaría asegurarle que los distintos departamentos de la Curia Romana están preparados para proporcionar ayuda y apoyo en el pleno cumplimiento de sus funciones. Sobre Su Excelencia, su familia y todo el pueblo de la República de Corea, invoco cordialmente abundantes bendiciones de Dios.



 

[Traducción del original inglés por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]

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Carta del delegado pontificio para los Legionarios de Cristo
El arzobispo y futuro cardenal Velasio De Paolis
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que envió el 19 de octubre a los Legionarios de Cristo y miembros consagrados del Regnum Christi el arzobispo y futuro cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para esa congregación religiosa. La misiva lleva per titolo "Reflexiones sobre el camino".



 

* * *



 

Roma, 19 de octubre de 2010

A los legionarios de Cristo
y a los miembros consagrados del Regnum Christi.

Queridísimos hermanos y hermanas en el Señor:

Desde la primera carta que os envié el 10 de julio pasado, al comenzar la tarea que el Santo Padre me quiso confiar para con los Legionarios de Cristo y el movimiento Regnum Christi, unido a ellos, han transcurrido tres meses. Ha sido un tiempo de vacaciones de verano, durante el cual el trabajo es más ligero.

Sin embargo, ha sido un tiempo precioso para el camino emprendido. Muchos han hecho sentir su voz, enviando sus escritos o hablando personalmente conmigo. Han sido muchos. Desgraciadamente no he podido escuchar a todos los que lo deseaban. Pero el camino, que se prevé todavía largo, lo permitirá más adelante. Tampoco he podido responder a tantos que han hecho sentir su voz por escrito. No pocos han querido enviarme sus felicitaciones y saludos. Evidentemente no puedo responder a cada uno personalmente.

Aprovecho con gusto la ocasión para agradecer a todos los que se han hecho presentes: los que simplemente han querido saludarme y felicitarme, los que han querido contar también la historia de su vocación y expresar su voluntad de permanecer fieles a la propia vocación religiosa y sacerdotal en la Legión, como fidelidad a Dios y a la Iglesia; los que han ofrecido también sus sugerencias para el camino de renovación que estamos llamados a recorrer, sea para advertir de los peligros que se corren cuando se actúa arrebatados por el deseo de cambio, sea para animar a cambiar y a renovar la congregación. Estoy seguro de que todos se mueven con el deseo de actuar buscando el bien; y ciertamente todos subrayan aspectos que se han de tener presentes en el camino.

Quisiera invitar a la reflexión. Cada uno de nosotros -incluso con la mejor buena voluntad- normalmente es parcial en su visión y valoración de los hechos y de las exigencias de renovación; por tanto, en vez de crear contraposiciones para hacer triunfar la propia visión, es necesario que cada uno mire también a los demás y esté abierto y disponible a la valoración de otros. De la valoración y de las contribuciones de todos, estamos llamados a un discernimiento que nos lleve al camino del cambio en la continuidad de la misma vida de la Congregación. De hecho, no se puede negar que no pocas cosas se han de cambiar o mejorar tras una seria ponderación; otras, y son las fundamentales, acerca de la vida religiosa y sacerdotal, se han de conservar y promover.

Lo importante es sobre todo que cada cual se mueva por el deseo de bien y de la voluntad de convertirse siempre más al Señor, bajo la guía de la Iglesia, para estar disponibles a su voluntad y progresar en el camino de la fidelidad y de la santidad, según la vocación propia. Si se procede unidos y respetándose unos a otros, el camino será expedito y seguro; si nos dejamos llevar por la voluntad de prevalecer, y de imponer las propias ideas contra los demás, el naufragio es cierto.

Por tanto, la responsabilidad es grande y cada uno la debe sentir ante la propia conciencia, ante Dios, ante la Iglesia y la Congregación. Con este espíritu y con este ánimo, os envío esta carta con la cual comunico alguna noticia y alguna reflexión sobre el camino recorrido y sobre la perspectiva futura.

I. Conclusión del marco para el acompañamiento

1. En la presentación de la carta pontificia de nombramientoprecisé que determinaciones ulteriores se darían luego con la publicación del decreto del Secretario de Estado, que tiene fecha de 9 de julio de 2010. Se trata de un decreto que ya se os comunicó y que conocéis. En este Decreto se precisó un punto fundamental que se ha de tener presente: con el nombramiento del Delegado Pontificio la Legión no es puesta bajo un «comisario», sino que es acompañada en su camino a través del Delegado Pontificio. De hecho, el Decreto Pontificio reconoce y confirma a los superiores actuales. Esto significa, por una parte, que los superiores permanecen en sus cargos según las constituciones; y por otra parte, que la primera instancia para tratar los problemas de la Legión misma son los superiores, a los cuales los religiosos están invitados a dirigirse en primer lugar.

2. Al mismo tiempo precisé que mi función se habría de activar plenamente sólo cuando se me hubieran dado los consejeros, que me servirían de ayuda en mi tarea como Delegado Pontificio. En estos días ha sido comunicada la noticia de estos consejeros. Ellos son:

* S.E. Mons. Brian Farrell, L.C., secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos. 
* P. Gianfranco Ghirlanda, S.I., ex rector de la Pontificia Universidad Gregoriana.
* Mons. Mario Marchesi, vicario general de la diócesis de Cremona.
* P. Agostino Montan, C.S.I., director del Ufficio per la vita consacrata de la diócesis de Roma y vicedecano de la facultad de teología de la Pontificia Universidad Lateranense.

3. Hay también una precisión en relación con el movimiento Regnum Christi, particularmente para las personas consagradas. S.E. Mons. Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, fue constituido visitador de los consagrados en el movimiento Regnum Christi. Tal visita será actuada bajo la responsabilidad del Delegado Pontificio y en coordinación con su responsabilidad sobre toda la Legión de Cristo y el movimiento Regnum Christi. El movimiento Regnum Christi es un bien precioso indivisiblemente asociado a la Legión. Esta debe sentir la responsabilidad sobre él y continuar ofreciéndole su solicitud; pero también esta relación debe ser objeto de una reflexión serena, y forma parte del camino de renovación que corresponde a la Legión misma y a sus constituciones, también en referencia a los miembros del Regnum Christi.

4. Inicio de una nueva fase

Todavía aclaro que mi encargo de Delegado Pontificio no es tampoco el de un visitador apostólico, que tiene la misión fundamental de encontrarse con personas, recoger informaciones para tener un cuadro de la situación real y ofrecer a la Autoridad competente sugerencias y propuestas a modo de soluciones para resolver las situaciones no conformes con el ideal evangélico de la vida religiosa.

La tarea del visitador ha sido realizada por cinco obispos encargados por el Santo Padre para visitar toda la Congregación.

Tal misión se ha prolongado durante casi un año. El resultado ha sido presentado al Santo Padre, que ha indicado, con el nombramiento de su Delegado, el camino ulterior, que ya no consiste en el de un visitador o comisario, sino en el de acompañar el camino de renovación, particularmente en vistas de un Capítulo Extraordinario que tendrá que elaborar un texto constitucional que se ha de someter a la Sede Apostólica. Se trata de un camino que tendrá que partir de las indicaciones surgidas de la visita apostólica y hechas propias por la Santa Sede, para que a partir de esa base nos encaminemos hacia la necesaria renovación.

Es una tarea que corresponde a todos y por tanto, todos deben estar comprometidos y responsabilizados. Pero es evidente que tal misión compete sobre todo a los superiores que están llamados a organizar, estimular, suscitar y comprometer a todos, activa y ordenadamente, en esta renovación. Llegados a este punto del camino de la Congregación es extremadamente importante que los Superiores desarrollen bien su tarea.

Este es también el auxilio principal que el Delegado Pontificio está llamado a ofrecer. El Santo Padre, al iniciar esta nueva fase del camino, ha renovado su confianza en la Congregación; tal confianza podrá tener un resultado positivo sólo si a ella sigue la confianza de los Legionarios, que están calurosamente invitados a abandonar sospechas y desconfianzas y a obrar concreta y positivamente para el bien de la Legión, sin quedarse todavía en el pasado y sin alimentar divisiones. Tras la fase de la visita apostólica, sigue la nueva de la reconstrucción y de la renovación. Es esa fase a la que estamos llamados a insertarnos.

II. Noticias y valoraciones

1. En los tres meses que han pasado tras la publicación de mi nombramiento y la de mis consejeros, he mantenido diversos encuentros -aun cuando estuviéramos en período de verano y, por tanto, de vacaciones- con los superiores del instituto, sea para tratar algunos problemas urgentes que iban surgiendo de vez en cuando, sea también para dar respuestas a expectativas que estaban en el aire y a veces para ofrecer precisiones sobre cuestiones que la praxis iba requiriendo.

2. Tuve así varios encuentros con la dirección general, y hace poco con la dirección general y los superiores provinciales que se encontraban en Roma. No se trató tanto de tomar decisiones, postergadas para cuando fueran nombrados los cuatro consejeros del Delegado Pontificio; más bien se reflexionó sobre aspectos de orden general y se comenzaron a individuar algunas cuestiones que quedan por afrontar, sobre los procedimientos a adoptar, sobre los problemas que aclarar, etc. Se han presentado también -aun cuando de manera muy sintética- algunos elementos surgidos de la reflexión de los visitadores de la misma congregación. Se habló de la relación entre la situación personal del fundador y la realidad carismática y espiritual de la misma Legión; se intentó también una primera reflexión sobre el problema del ejercicio de la autoridad dentro de la Legión; sobre el tema de la libertad de conciencia, de los confesores y de los directores espirituales; se reflexionó sobre el camino a recorrer para la revisión de las constituciones, con una referencia particular a la estructura de estas, en la relación entre normas constitucionales y otras; se buscó también aclarar bien la relación entre los superiores: de la Legión y el Delegado Pontificio; y otros argumentos del gobierno de la Congregación.

3. Se individuaron algunos problemas para los que se prevé que será necesaria la constitución de una comisión: sobre todo y principalmente la comisión para la revisión de las constituciones; pero se prospecta también la necesidad de una comisión de acercamiento de quienes de diversas maneras elevan pretensiones en relación con la Legión, y de una comisión para los problemas de orden económico.

4. No faltó tampoco una mención a los tiempos que se prevén, para concluir el camino. De parte de los legionarios se descubre un deseo de agilizar los tiempos. Pero se insistió en la necesidad de tomar el tiempo necesario, que se calcula de al menos dos o tres años o incluso más.

5. Al leer las numerosas cartas que me han llegado, en línea general se trata de reacciones positivas. Se agradece al Santo Padre por su intervención y por el nombramiento del Delegado Pontificio; se expresa la propia disponibilidad para colaborar con el mismo Delegado y se asegura la oración; se agradece al Señor por la vocación recibida y se expresa confianza en la congregación de los Legionarios, en la que se quiere perseverar. Los seminaristas en general se han limitado a expresar su voluntad de perseverar en la vocación. Algunos sacerdotes han expresado también sugerencias, perplejidades, dudas y dificultades, sobre todo en relación con la reglamentación y la praxis sobre el foro interno, sobre el ejercicio de la autoridad y sobre el nombramiento de los superiores o los cambios; sobre la formación; alguno ha pedido un tiempo de reflexión como extra domum, o ha expresado su voluntad de abandonar la misma congregación.

III. Algunos puntos específicos de mayor importancia

1. Hechos del fundador y reacción de los Legionarios

La mayor parte de los legionarios, ante la situación del fundador, ha reaccionado positivamente reafirmando la gratitud a Dios por su vocación y descubriendo todo el bien que la Legión había realizado y está realizando todavía. Por lo demás, la Legión ha sido aprobada por la Iglesia y no puede no ser considerada como una obra de Dios, al servicio de su Reino y de la Iglesia. Las responsabilidades del fundador no pueden ser transferidas simplemente a la misma Legión de Cristo.

2. Superiores actuales y su responsabilidad

Una dificultad resulta recurrente y es sentida por algunos, según la cual los actuales superiores no podían no conocer las culpas del fundador. Al callarlas habrían mentido. Pero se sabe que el problema no es tan simple. Las distintas denuncias publicadas en los periódicos desde los años 90 eran bien conocidas, también para los superiores de la congregación. Pero otra cosa es tener las pruebas de lo fundado de tales denuncias y más todavía la certeza de ellas. Esta llegó sólo mucho más tarde y gradualmente. En casos semejantes la comunicación no es fácil. Se impone la exigencia de reencontrar la confianza, para la necesaria colaboración.

3. El carisma de la Legión

Otra cuestión muy delicada es la del carisma de la misma Legión. La falta de distinción entre normas constitucionales y normas de derecho quizás ha dañado la individuación del carisma mismo. Pero parece innegable que resulta suficientemente claro y preciso; y es además actual como nunca. Se requiere reflexión y profundización.

Quisiera mencionar un sólo aspecto. La cultura actual está secularizada, infectada de inmanentismo y relativismo. Tal mentalidad caracteriza la cultura de nuestro tiempo y las personas que hoy crean opinión o se consideran detentadoras de la cultura. Es cuestión de cultura y cuestión por tanto de liderazgo: o sea de personas en cuyas manos reside la conducción de la sociedad. Estamos ante una sociedad que ya no muestra a personajes de espesor cultural cristiano y marcadamente católico. Al mismo tiempo sabemos que la fe no puede ser reconducida sólo al nivel privado.

La sociedad de hoy para ser cristianizada tiene necesidad de personas que puedan asumir la responsabilidad de la sociedad del mañana, que se formen en las escuelas y en las universidades, de sacerdotes, personas consagradas y laicos comprometidos, bien formados, de apóstoles de la nueva evangelización.

El pasado debe guiarnos a insertarnos en el presente. La Iglesia ha plasmado el pasado, ha contribuido a una visión cristiana de la vida, a través de los monasterios, las universidades, los estudios y la cultura. La Iglesia reafirma esto cuando habla de nueva evangelización y proyecta un nuevo dicasterio para la nueva evangelización. Pienso que la congregación de los Legionarios de Cristo encuentra precisamente en este campo su espacio de servicio a la Iglesia. Y esto hace esperar lo mejor para el futuro.

IV. Reflexión conclusiva

A mí me parece que se puede y se debe esperar en un positivo camino de renovación. Hay en el horizonte tantos signos que hacen pensar en una meta positiva al término del camino. El shock provocado por las acciones del fundador fue de un impacto terrible, capaz de destruir la misma congregación, como, por lo demás, tantos vaticinaban. En cambio ella no sólo sobrevive, sino que está casi intacta en su vitalidad. La gran mayoría de los legionarios ha sabido leer la historia de la propia vocación, no tanto en relación con el fundador, sino en relación con el misterio de Cristo y de la Iglesia, y renovar su propia fidelidad a Cristo en la Iglesia, en la Legión.

La capacidad de leer en una dimensión sobrenatural su situación, les permitió no extraviarse ni perderse. La estrella polar de la fidelidad a la Iglesia y de la obediencia al Papa les ha preservado de desalientos fáciles y abandonos. No pocos han contado su reacción a los acontecimientos. La gran parte afirma que no ha tenido ninguna duda al reconfirmar su propia fidelidad y el propio empeño ante Dios y la Iglesia. Más de uno ha comunicado que tuvo una primera reacción de enojo y casi de rabia, con la sensación de haber sido traicionado; pero luego se ha recuperado. Alguno ha considerado incluso el dejar la Legión, para entrar en una diócesis. Pero se ha tratado, en definitiva, de pocos, que han elegido tal camino.

Alguna disminución se ha tenido en la promoción vocacional. En estos casos la dificultad viene particularmente de los parientes, que no han sabido discernir suficientemente -en medio del gran clamor de los medios de comunicación- la verdad de la falsificación. Desgraciadamente en esta vorágine de opinión pública se ha dejado llevar algún legionario que ha desistido del compromiso de promoción vocacional.

En el camino que queda por recorrer, se anida quizás un peligro que se ha de mencionar y es típico de las situaciones de este tipo. En el caso de los Legionarios de Cristo se está viviendo una especie de paradoja. Para los institutos religiosos en general se lamenta que en nombre de la renovación postconciliar requerido por el Concilio se perdió la disciplina y el sentido de la autoridad, con un cierto relajamiento también en la práctica de los consejos evangélicos y con una crisis vocacional impresionante, no obstante la riqueza de la teología sobre la vida religiosa que se desarrolló en este período; para los legionarios, en cambio, se trata de abrirse más a esta renovación postconciliar de la disciplina y del ejercicio de la autoridad. El peligro de ir más allá y de activar un mecanismo de falta de compromiso en la disciplina y en la vida espiritual es real; y serpentea particularmente entre algún sacerdote y religioso. Este peligro es temido incluso por el Superior General, quien, expresando al Papa su compromiso de obediencia y de fidelidad, pedía sin embargo, que el instituto en este camino de renovación sea preservado de este peligro, o sea del peligro de que el empeño por la renovación se transforme en falta de disciplina y relajación.

Renuevo mi invitación a todos ustedes para que intensifiquen en este período su oración. El Ángel del Señor dijo al profeta Elías: «Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti» (1R 19, 7). Así también nosotros nos acercamos con confianza a la fuente inacabable de la Eucaristía, donde Cristo mismo es nuestro Sostén y Compañero de viaje. Que Dios os bendiga a todos.

Afectísimo,
+ Velasio De Paolis, C.S.

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Rumanía
Al presentar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy al nuevo embajador de Rumanía ante la Santa Sede, Bogdan Tătaru-Cazaban, al presentar éste sus Cartas Credenciales.

* * * * *

Señor embajador,

Estoy contento de acogerle esta mañana, en el momento de presentar las Cartas que le acreditan como Embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Rumanía ante la Santa Sede. Le doy las gracias por las amables palabras que me ha dirigido. A cambio, le agradecería que tuviera la amabilidad de expresar a Su Excelencia el señor Traian Basescu, Presidente de Rumanía, mis votos cordiales hacia su persona y mis deseos de felicidad y paz para el pueblo rumano. Saludo también, a través de usted, al Gobierno y a todas las autoridades de su país. Deseo igualmente saludar fraternalmente a Su Beatitud Daniel, Patriarca de la Iglesia ortodoxa de Rumanía.

Hace ya veinte años que Rumanía decidió escribir una nueva página de su historia. Pero tantos años transcurridos bajo el yugo de una ideología totalitaria dejan heridas profundas en las mentalidades, en la vida político-económica y en los individuos. Después del momento de euforia de la libertad, su nación se ha encaminado con determinación hacia un proceso de reconstrucción y de curación. Su entrada en la Unión Europea ha marcado también una etapa importante en la búsqueda de una auténtica democratización. Para perseguir esta renovación en profundidad, los nuevos desafíos a enfrentar son muchos si se quiere evitar que su sociedad no se base únicamente en la búsqueda del bienestar y en el afán de beneficio, consecuencias comprensibles después de un periodo de más de 40 años de privaciones. Al contrario, deben prevalecer ante todo la integridad, la honradez y la rectitud. Estas virtudes deben inspirar y conducir a todos los miembros de la sociedad para una buena gestión. Al guiar a los ciudadanos, estas contribuirán de forma efectiva a la regeneración del tejido político, económico y social dentro de la creciente complejidad del mundo contemporáneo.

Rumanía está constituida por un mosaico de pueblos. Semejante variedad puede verse como un obstáculo a la unidad nacional, pero puede ser vista también como un enriquecimiento de su identidad al constituirse en una de sus características. Debe hacerse de modo que cada individuo tenga su lugar legítimo en la sociedad por encima de esta variedad, y respetándola. La gestión de la herencia dejada por el comunismo es difícil a causa de la desintegración de la sociedad y del individuo que ha favorecido. Los valores auténticos han sido, de hecho, ocultados en beneficio de teorías falsas que han sido idolatradas por razón de Estado. Es por tanto necesario por tanto acometer la difícil tara de ordenar de forma justa los asuntos humanos haciendo un buen uso de la libertad. Y la verdadera libertad presupone la búsqueda de la verdad, del bien, y de realiza precisamente reconociendo y haciendo lo que es oportuno y justo. En este proceso de reconstrucción del vínculo social, la familia tiene el primer lugar. Se deben hacer todos los esfuerzos para que cumpla su función de fundamento de la sociedad. Junto con la familia, es importante favorecer la existencia de un sistema educativo que anime a las jóvenes generaciones y les de una formación a la que tienen derecho, capaz de respetar y de nutrir sus capacidades de trascender los límites que a veces queremos imponerles. En presencia de grandes ideales, los jóvenes aspiran a la virtud moral y a una vida abierta a los demás a través de la compasión y de la bondad. La familia y la educación son el punto de partida para combatir la pobreza y contribuir así al respeto de cada persona, al respeto de las minorías, al respeto de la familia y de la propia vida. Ellas son el terreno donde se enraízan los valores éticos fundamentales y donde puede crecer la vida religiosa.

Señor Embajador, Rumanía posee una larga y rica tradición religiosa, que también se ha visto afectada por estas décadas oscuras y algunas de estas heridas aún hoy siguen vivas. Estas requieren ser tratadas por medios que sean aceptables para cada una de las comunidades. Es necesario, en efecto, reparar las injusticias heredadas del pasado, sin tener miedo a hacer justicia. Por ello, sería bueno alentar un enfoque que podría situarse en un doble nivel: a un nivel estatal, o sea, favoreciendo un diálogo auténtico entre el Estado y los diferentes responsables religiosos, y por otra parte, alentando relaciones armoniosas entre las diversas comunidades religiosas de su país.

Saludo los esfuerzos realizados por los sucesivos Gobiernos para establecer relaciones entre la Iglesia católica y Rumanía. Cito, entre otros, con satisfacción, la reanudación de las relaciones diplomáticas recíprocas de la que se cumple el vigésimo aniversario. Destaco igualmente la nueva Ley de Culto que usted ha recordado en su discurso. Existe también un órgano de encuentro, la Comisión mixta establecida en 1998, de la que convendría reactivar los trabajos.

Por su parte, la Iglesia católica desea seguir aportando a su país una contribución específica tanto en la tarea de edificación de la sociedad rumana como en el diálogo deseable con el conjunto de las comunidades cristianas no católicas. En este sentido, ella ve en el diálogo ecuménico un camino privilegiado para volver a encontrar a sus hermanos en la fe y para construir con ellos el Reino de Dios, respetando la especificidad de cada uno. El testimonio de la fraternidad entre católicos y ortodoxos, en un espíritu de caridad y de justicia, debe prevalecer sobre las dificultades y abrir los corazones a la reconciliación. En este ámbito, los frutos de la histórica visita efectuada, hace ya unos diez años, por el papa Juan Pablo II, la primera a una nación de mayoría ortodoxa, son numerosos. Estos deben reforzar el compromiso de dialogar en la caridad y en la verdad y de promover iniciativas comunes. Semejante diálogo constructivo no dejará de ser un fermento de unidad y de concordia no solo para su país sino también para Europa entera. En esta feliz circunstancia, quisiera también saludar calurosamente a los obispos y a los fieles de la Iglesia católica en Rumanía.

En el momento de comenzar su misión, le ofrezco, señor Embajador, mis mejores deseos por la noble tarea que le espera, asegurándole que encontrará siempre entre mis colaboradores una atenta acogida y una cordial comprensión. Sobre usted, Excelencia, sobre su familia y sus colaboradores, sobre todo el pueblo rumano y sus dirigentes, invoco de corazón la abundancia de las bendiciones de Dios.

[Traducción del original francés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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