ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 24 de octubre de 2010

Santa Sede

El Papa convoca un Sínodo sobre la Nueva Evangelización para 2012

El Papa insiste en la importancia de la comunión eclesial

Crece el interés por los santos, constata el portavoz vaticano

Sínodo de los Obispos

Benedicto XVI hace un nuevo llamamiento a la paz en Oriente Medio

El Papa clausura el Sínodo pidiendo a los cristianos de Oriente más comunión

Migración, y diálogo ecuménico, retos de la Iglesia en Grecia

Dios llora en la tierra

La religión no fue causa la guerra en Bosnia; pero sí lo es de reconciliación

Análisis

La vida familiar se tambalea

Reportaje

Misioneros por el mundo, en su día

Entrevistas

La emigración de cristianos de Oriente Medio, una catástrofe para el islam

Angelus

Benedicto XVI: La comunión, necesaria para la misión

Documentación

Homilía del Papa en la clausura del Sínodo para Oriente Medio

Discurso del Papa durante la comida de despedida del Sínodo


Santa Sede


El Papa convoca un Sínodo sobre la Nueva Evangelización para 2012
 
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Este domingo, el Papa Benedicto XVI ha anunciado la convocatoria de la próxima Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, en 2012, al tema: "Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam - La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".

Lo hizo durante la Misa presidida en la Basílica Vaticana, con la que se clausura la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos sobre el tema: La Iglesia Católica en Oriente Medio: comunión y testimonio: "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma". (Hch 4,32)»

“Durante los trabajos de la Asamblea – afirmó el Papa – se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco, o que incluso se han alejado de la Iglesia”.

“A menudo – prosiguió – se ha evocado la urgente necesidad de una evangelización también para Oriente Medio. Se trata de un tema muy difundido, sobre todo en los países de antigua cristianización”.

Y añadió: “También la reciente creación del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia”.


 

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El Papa insiste en la importancia de la comunión eclesial
Con motivo de la clausura del Sínodo y del DOMUND

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI subrayó hoy, durante la introducción al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, en que “la comunión es imprescindible para la evangelización”.

En este sentido, hizo referencia a los dos acontecimientos eclesiales de este domingo, la clausura del Sínodo y la celebración del DOMUND.

El Sínodo llevaba por tema "La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio”, minetras que la Jornada Misionera Mundial lleva como lema “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”.

“Llama la atención la similitud entre los temas de estos dos acontecimientos eclesiales. Ambos invitan a mirar a la Iglesia como misterio de comunión que, por su naturaleza, está destinado a todo el hombre y a todos los hombres”.

Sínodo 2012

Como ya hiciese durante la homilía de la Misa de clausura del Sínodo, el Papa anunció la celebración de la próxima Asamblea, que en este caso será de todos los obispos, para dentro de dos años, sobre el tema de la Nueva Evangelización.

Recordando la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, Benedicto XVI recordó que “la Iglesia existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa".

“Por esto la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en 2012, se dedicará al tema 'La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana'".

El deber misionero “no es revolucionar el mundo, sino transfigurarlo”, afirmó el Papa. “En todo tiempo y en todo lugar – también hoy en Oriente Medio – la Iglesia está presente y opera para acoger a todo hombre y ofrecerle en Cristo la plenitud de la vida”, afirmó.

En su saludo a los peregrinos de habla hispana, el Pontífice pidió a los presentes que recen „por aquellos que han entregado generosamente su vida a la evangelización de los pueblos, a menudo entre grandes dificultades”.

“Confío a todos los misioneros del mundo a la protección maternal de la Santísima Virgen María, que en el transcurso de este mes invocamos especialmente con el título de Nuestra Señora del Rosario, para que no les falte nunca nuestro apoyo espiritual y material en el desempeño de su hermosa tarea apostólica”, concluyó.

 

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Crece el interés por los santos, constata el portavoz vaticano
Comenta las últimas canonizaciones
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 octubre 2010 (ZENIT.org).- Los santos se han vuelto a poner de moda, constata el director de la Oficina de Información del Vaticano al constatar la extraordinaria participación en las últimas canonizaciones presididas por Benedicto XVI.
 

El padre Federico Lombardi S.I. analiza en el último número de "Octava Dies", semanario del Centro Televisivo Vaticano, la proclamación como santos de Stanislaw Soltys, André Bessette, Cándida María de Jesús Cipitria y Barriola, Mary of the Cross MacKillop, Giulia Salzano y Battista Camilla Varano.

Como él aclara, estas canonizaciones "fueron un tanto particulares. Sobretodo dos de estos nuevos santos han movilizado un interés muy especial en sus países".

El portavoz vaticano se refiere a la australiana Mary MacKillop y el canadiense André Bessette.

"Los otros santos y santas eran italianos, españoles y polacos, y por lo tanto- a pesar de su grandeza- no eran una absoluta novedad... Pero Australia no había tenido todavía a una santa y Canadá tenía una menor familiaridad con las canonizaciones".
 
"Grupos de millares de peregrinos afrontaron viajes larguísimos y costosos para estar presentes en la Plaza de San Pedro; muchos periodistas y equipos televisivos vinieron a Roma para escribir artículos, hacer reportajes, entrevistas, transmisiones en vivo sobre la ceremonia y las otras celebraciones", recuerda el padre Lombardi.

"Normalmente los medios de comunicación se mueven cuando entienden que hay un interés popular amplio y difundido", recuerda.
 
"La Iglesia propone solemnemente en los santos modelos de vida cristiana, pero lo hace reconociendo aquello que el pueblo ya ha entendido: que ciertas personas encarnan el Evangelio con una ejemplaridad extraordinaria, y así se convierten para quienes los descubren en amigos espirituales, fantásticos guías para llegar al amor de Dios, a la fe, a la esperanza".
 
"Las canonizaciones son el reconocimiento que el espíritu de Dios sopla en personas comunes como Mary y el hermano André, y produce frutos de virtud que son fuente de consuelo y luz para muchísimos otros".

"Algunos santos son reconocidos solemnemente; la gran mayoría no se hacen universalmente famosos, pero difunden igualmente entorno a ellos esperanza y amor. Esta es la cara más bella de la Iglesia".

"En la Iglesia todo lo demás está al servicio de los hombres y mujeres de cada país y condición para que puedan caminar hacia Dios sobre los caminos de la santidad".

Por eso, el portavoz sugiere: "aprendamos a ver a la Iglesia desde esta perspectiva y a renovarla continuamente comenzando por nosotros mismos".

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Sínodo de los Obispos


Benedicto XVI hace un nuevo llamamiento a la paz en Oriente Medio
Solemne clausura del Sínodo en la Basílica de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Nunca hay que resignarse a la falta de paz, a pesar de las dificultades, es el mensaje que Benedicto XVI lanzó hoy durante la clausura del Sínodo de los obispos para Oriente Medio.

Esta Asamblea culminó hoy con la celebración de una Misa solemne en la Basílica de San Pedro, ante el Altar de la Confesión. El Papa concelebró con 177 Padres sinodales y 69 colaboradores.

Durante la homilía, el Pontífice quiso lanzar un ulterior mensaje de apoyo a los cristianos de Oriente Medio, “que se encuentran en situaciones difíciles, a veces muy duras, tanto por los problemas materiales como por el desánimo, el estado de tensión y, a veces, el miedo”.

Sin embargo, Benedicto XVI subrayó la importancia de que los cristianos de esta región asuman un papel protagonista en la búsqueda de la paz, superando el miedo y las dificultades.

Estos cristianos, subrayó, “aunque poco numerosos, ellos son portadores de la Buena Nueva del amor de Dios por el hombre, amor que se reveló precisamente en Tierra Santa en la persona de Jesucristo”.

“Esta Palabra de salvación, reforzada con la gracia de los Sacramentos, resuena con particular eficacia en los lugares en los que, por la divina Providencia, fue escrita, y es la única Palabra capaz de romper el círculo vicioso de la venganza, del odio, de la violencia”.

El Papa exhortó a los cristianos de Oriente Medio a “purificar el corazón”, en paz “con Dios y con el prójimo”, para que puedan “nacer propósitos e iniciativas de paz a nivel local, nacional e internacional”.

“A esta obra, a cuya realización está llamada toda la comunidad internacional, los cristianos, ciudadanos de pleno derecho, pueden y deben dar su contribución con el espíritu de las bienaventuranzas, convirtiéndose así en constructores de paz y en apóstoles de reconciliación para el beneficio de toda la sociedad”.

El Papa subrayó la importancia de tener esperanza en que el conflicto que afecta la región podrá resolverse, a pesar de que “desde hace demasiado tiempo en Oriente Medio perduran los conflictos, las guerras, la violencia, el terrorismo”.

“La paz, que es don de Dios, también es el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales, y en particular de los Estados más implicados en la búsqueda de la solución de los conflictos”.

“Nunca debemos resignarnos a la falta de paz”, exclamó el Papa.

“La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio”, insistió.

Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la sociedad “es la promoción de una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre”.

Actualmente, subrayó el Papa, “en numeroso países de Oriente Medio existe la libertad de culto, pero no pocas veces el espacio de la libertad religiosa es muy limitado”.

“Ampliar este espacio de libertad es una exigencia para garantizar a todos los que pertenecen a las distintas comunidades religiosas la verdadera libertad de vivir y profesar su fe”.

Ante esto, insistió en la importancia del diálogo con los musulmanes, diálogo “cuya urgencia y utilidad ha sido ratificada por los Padres sinodales”.

En este sentido, insistió en la importancia de rezar por la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio, “esforzándonos para que este don de Dios ofrecido a los hombres de buena voluntad se difunda por el mundo entero”.

“La Palabra de Dios hoy nos ofrece también una luz de esperanza consoladora, allí donde presenta la oración, personificada, que no desiste hasta que el Altísimo le atiende, juzga a los justos y les hace justicia”.

El grito del pobre y del oprimido “encuentra inmediato eco en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de liberad, un horizonte de esperanza”, concluyó.

 


 

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El Papa clausura el Sínodo pidiendo a los cristianos de Oriente más comunión
El Sínodo ha ayudado a las Iglesias orientales a conocerse mejor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Sínodo de los obispos para Oriente Medio ha constituido una experiencia de comunión que no debería quedarse allí, sino que tendría que trasladarse a la vida cotidiana de los cristianos orientales.

Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante la homilía que pronunció durante la Misa de clausura de los trabajos del Sínodo para Oriente Medio, hoy en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro.

Ante los más de 200 padres sinodales y colaboradores que participaron en la celebración, el Papa subrayó la importancia de esta experiencia de comunión vivida durante las dos semanas que ha durado el Sïnodo.

En especial, se refirió a las celebraciones eucarísticas realizadas cada día, “como también en la Liturgia de las Horas, celebrada cada mañana en uno de los 7 ritos católicos de Oriente Medio”.

Esto ha servido, afirmó, para valorar “la riqueza litúrgica, espiritual y teológica de las Iglesias Orientales Católicas, además de la de la Iglesia Latina”.

“Se ha tratado de un intercambio de dones preciosos, de los cuales se han beneficiado todos los Padres sinodales”, subrayó.

En este sentido, expresó su deseo de que “esta experiencia positiva se repita también en las respectivas comunidades de Oriente Medio, favoreciendo la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas de los demás ritos católicos y, por lo tanto, la apertura a la dimensión de la Iglesia universal”.

Precisamente, el Papa insistió en la cuestión central del Sínodo, la de la comunión entre las comunidades cristianas orientales.

Esta comunión es necesaria “en el interior de cada Iglesia sui iuris, así como en las relaciones entre las varias Iglesias Católicas de distintas tradiciones”.

En este sentido, indicó Benedicto XVI, es necesaria “humildad para reconocer nuestros límites, nuestros errores y nuestras omisiones, con objeto de poder formar verdaderamente un solo corazón y una sola alma”.

“Una comunión más plena en el interior de la Iglesia Católica favorece también el diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales”.

Precisamente otro de los frutos de los trabajos sinodales ha sido “la profunda convicción de proseguir este diálogo, con el fin de que se realice cumplidamente la oración del Señor Jesús, para que todos sean uno”.

La Asamblea sinodal “ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana”, una realidad “experimentada en los días pasados, durante los cuales hemos compartido las alegrías y los dolores, las preocupaciones y las esperanzas de los cristianos de Oriente Medio”.

“Hemos compartido un momento importante de comunión eclesial. Ahora nos separamos para volver cada uno a su misión, pero sabemos que permanecemos unidos, permanecemos en su amor”, añadió.

Otro de los frutos de los trabajos de la Asamblea ha sido constatar la necesidad de una nueva evangelización “también para Oriente Medio”, recordó el Pontífice.

“Se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia”, afirmó, recordando que este es “un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización”.

“También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia”, explicó, anunciando la convocatoria de un Sínodo General sobre este tema para 2012.

 

 

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Migración, y diálogo ecuménico, retos de la Iglesia en Grecia
Habla monseñor Dimitrios Salachas, exarca apostólico
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El ecumenismo en un país donde el 97 % de la población es ortodoxa, así como el fenómeno de la inmigración son algunos de los desafíos que debe enfrentar la Iglesia católica en Grecia.

En este país, el número de los católicos representa una pequeña minoría (0,5 %, es decir, 50.000 fieles entre unos 11 millones de habitantes). Casi todos ellos pertenecen al rito romano, unos 2.500 al rito bizantino, y hay algunos centenares de fieles al rito armenio. 

Monseñor Dimitiros Salachas, exarca apostólico para los católicos de rito bizantino residentes en Grecia, que atiende a muchos católicos de comunidades de la diáspora, provenientes de iglesias de Oriente, fue invitado a participar en la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de Obispos que ha finalizado hoy.

Monseñor Salachas es doctor en leyes bizantinas eclesiásticas y consultor de la Congregación para las Iglesias Orientales y para el Consejo Pontificio para la Interpretación de textos legislativos. También es miembro de la sociedad internacional del código de derecho canónico oriental. El prelado habló el pasado jueves con los periodistas en la sala de prensa de la Santa Sede.

Migración

El exarca hizo un llamado a la paz en Oriente Medio y exhortó a los cristianos a permanecer firmes “hasta el martirio y a no emigrar a otros lugares”.

También se refirió al tema de la inmigración a Grecia, desde varios países del Oriente Medio: “no vienen por turismo o curiosidad”, aclaró. “Vienen para encontrar un destino y para buscar supervivencia”.

Así mismo se refirió al tema de la acción social de las iglesias tanto católica como ortodoxa en este sentido: “son muchos los voluntarios que nos ayudan para la asistencia social y jurídica”, dijo el prelado quien dirige en su país un hospital católico.

“Son necesarios muchos medios”, aseguró. “Ojalá tuviéramos posibilidades”. Pero dijo, “no tenemos el apoyo del Estado”.

Diálogo ecuménico

El prelado se refirió también al tema del diálogo ecuménico con la Iglesia ortodoxa, cuya sede principal se encuentra en la ciudad de Atenas, “no podemos decir que hay un ecumenismo a nivel de jerarquías”, admitió.

Aclaró que el ecumenismo se da especialmente “a nivel de caridad y trabajo social”. Y dijo que en ciertos puntos sobre este tema "hay una gran rigidez”.

No obstante, recordó la visita de Juan Pablo II a Grecia en mayo de 2001, cuando pidió la unidad con los ortodoxos. Se trataba de la primera visita de un pontífice desde el Cisma de Oriente en 1054.

En este viaje Juan Pablo II pronunció el histórico mea culpa por las agresiones de los católicos contra sus hermanos cristianos ortodoxos.

“Vosotros conocéis las dificultades que tuvo para ir a Grecia”, dijo. Sin embargo, Juan Pablo II “tuvo una impresión muy positiva en sólo 24 horas”, señaló. 

“Este anciano pontífice, en su enfermedad, se ganó el corazón de la gente, y han desaparecido siglos de veneno”, recordó el prelado. “Los prejuicios históricos han desaparecido”.

El exarca apostólico para los católicos de rito bizantino residentes en Grecia dijo a los periodistas que una vez finalice el Sínodo “contaremos a nuestros fieles lo que dijimos y el compromiso que tomamos de mejorar la situación”.

“Para que los cristianos puedan vivir con tranquilidad, dar testimonio a los hermanos musulmanes, fuertes en la Palabra”, concluyó.

Por Carmen Elena Villa

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Dios llora en la tierra


La religión no fue causa la guerra en Bosnia; pero sí lo es de econciliación
Entrevista con Iván y Mirela Cigic, periodistas y directores de cine
SARAJEVO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org). - Un programa educativo patrocinado por la Iglesia católica en Bosnia-Herzegovina está contribuyendo reconciliar y crear relaciones interreligiosas.

En esta entrevista, Ivan y Mirela Cigic, periodistas y directores de cine católicos, hablan sobre el Programa Escuelas para Europa, que reúne a estudiantes católicos, ortodoxos y musulmanes.

La pareja explica cómo esta iniciativa ha sido decisiva para construir un futuro en un país que trata de salir adelante tras el trauma de la guerra en los Balcanes.

--Los dos han sufrido la guerra; vivieron con la guerra. ¿Qué supuso para ustedes?

--Iván: Yo acababa de graduarme en la universidad. Había vuelto a casa para buscar un trabajo y unos tres meses después la guerra estalló.

El shock no es fácil de describir. Estaba en la cama a las seis de la mañana cuando escuché los disparos antiaéreos contra los aviones que se aproximaban. Aquel día murieron seis personas de mi ciudad en cinco minutos, y cuatro de ellas no habían cumplido los 20 años.

El segundo shock fue ver todos aquellos refugiados que venían de la región de Mostar, algunos de ellos con 80 años, que nunca antes habían abandonado sus pueblos. Podías ver en sus ojos la confusión y el shock; no podían comprender lo que estaba pasando.

Los equipos médicos atendían sus heridas, pero podías ver el shock y cómo estaban aturdidos. No podía comprender qué necesidad había de todo aquello.

--¿Cuál fue la peor experiencia para usted, Mirela?

--Mirela: Lo peor para mí fue tener que dejar nuestra casa.

Había visto refugiados antes y sentía pena por ellos, pero, de alguna forma, creía que nunca me pasaría a mí. Sentía que no duraría mucho y que sobreviviríamos, pero cuando el autobús vino a recoger a las mujeres y a los niños y nos obligaron a salir de nuestras casas, entonces llegó lo peor. No quería dejar a mi padre y a mi hermano.

Dijeron que habían encontrado sitio en los hoteles de la costa adriática y que era algo bueno. Nos obligaron a irnos.

Para mí la peor experiencia fue ser refugiada y verme obligada a hacer cola para recibir harina, aceite y arroz. Fue humillante y degradante. Era demasiado joven para trabajar y quería estar activa y hacer algo, y lograr que nadie sintiera lástima de nosotros. Quería hacer algo.

--¿Cómo es la relación ahora entre la gente, después de más de diez años del fin de la guerra?

--Iván: Es difícil de decir. Hay una cierta desconfianza, pero puedo asegurarle que también hay buena voluntad en todos.

No creo que nadie que haya sufrido la guerra, aunque sólo sea un día, querría volverla a sufrir otra vez, cualquiera que sea el lado en que se encuentre, y estoy seguro que mi generación no tendrá otra. Hay, no obstante, desconfianza.

Siempre se da ese miedo de que lo que ha ocurrido una vez puede ocurrir una segunda vez.

He aprendido que hay una línea muy fina entre la guerra y la paz. Pensé que nunca ocurriría y aún así la viví y la sufrí, por eso se da este miedo de que pueda volver a ocurrir y, aún así, hay esta esperanza y buena voluntad en todos para que no vuelva a pasar.

--¿Cuál es la situación de los católicos en su país?

..Iván: Lo que estamos intentando ahora, desde hace casi diez años, es establecer una especie de mecanismo que prevenga la dominación de un grupo en particular, algo que no ha funcionado hasta ahora.

Ser croata y católico en Bosnia-Herzegovina es difícil actualmente porque somos una minoría, aunque haya ciertas zonas en las que la mayoría son católicos. Hay tan poco espacio aquí y en el 80% de Bosnia-Herzegovina, que los católicos croatas se volvieron una minoría por la guerra y la limpieza étnica, y estamos abogando de modo desesperado por alguna forma de protección frente a la dominación.

--¿Qué teme para el país?

--Mirela: Mi miedo y decepción se dirigen a la Unión Europea y sus actividades en Bosnia-Herzegovina. Sus discursos están llenos de promesas multiétnicas pero, siempre que los católicos croatas suplican por la reconstrucción de sus iglesias y pueblos, no tienen respuesta. No comprendemos cuál es el problema. Y por eso tenemos miedo del futuro.

Somos cerca de 450.000 católicos los que quedamos y cada año perdemos gente así que, en 10 años, ¿quién quedará?

Si la gente no tiene trabajo, ni posibilidad de practicar su religión, ni posibilidad de educar a sus hijos en su propia lengua, entonces no habrá razones para quedarse. Podemos pedir más sacrificios, ¿pero hasta cuándo?

- ¿Puede decirnos en pocas palabras qué es el proyecto Escuelas para Europa, y por qué es importante?

Mirela: Es una luz en la oscuridad de Bosnia. Escuelas para Europa es un proyecto importante porque da a la gente, sobre todo a los católicos que todavía quedan en el centro y en el norte de Bosnia, una razón para quedarse y educarse aquí.

La minoría de población católica presionaba a la Iglesia católica para que hiciera algo, porque si no, especialmente los jóvenes, se irían.

Los jóvenes sufrieron durante la guerra y después de diez años nada ha cambiado a nivel económico. Tras el conflicto, no ha habido guerra pero tampoco ha habido paz. Así que la gente se ha ido cansando y ha querido encontrar un futuro mejor en cualquier otra parte.

--¿Cómo comenzó este proyecto?

--Iván: Los padres pensaron que un colegio con su propia lengua - el croata - sería la única oportunidad y la única razón para que sus hijos se quedaran.

El primer proyecto de estos colegios se llevó a cabo y se abrió en Sarajevo. La guerra todavía estaba en marcha. La ciudad era bombardeada cada día. El obispo Pero Sudar cuenta la historia del primer encuentro con los padres implicados en este proyecto: tenía lugar un fuerte bombardeo por lo que el obispo pensó que nadie aparecería porque era imposible abandonar los refugios.

Cuando llegó y vio el pasillo vacío se dijo: "Se acabó el proyecto". Entonces una hermana franciscana se le acercó y le dijo: "Los padres le están esperando".

El obispo le respondió: "¿Dónde están?". "Están en el gimnasio". "¿Por qué allí?" "Porque hay más de 500 padres".

Así que bajo un fuerte bombardeo, 500 padres fueron a asegurarse de que habría un futuro para sus hijos. Así que este fue el primer signo de apoyo al proyecto.

--¿Entonces el Proyecto Escuelas para Europa es esencial?

--Mirela: En aquel momento nadie creía que estas escuelas darían futuro y vida no sólo para los croatas y sus hijos sino también para otros.

Estas escuelas muy pronto se convirtieron en las mejores escuelas del estado e incluso los niños ortodoxos y musulmanes pronto comenzaron a inscribirse en ellas. No asistían a las clases de religión pero sí a las otras materias, porque sus padres querían para sus hijos la mejor educación. Así que es de verdad un proyecto increíble y tiene mucho significado para la gente de aquí

--¿Cuántos colegios hay ahora?

--Iván: Hay colegios en Sarajevo, Zenitza y Tuzla. Había un colegio en Konitz, una pequeña ciudad cercana a Mostar, pero debido la emigración masiva de esta ciudad el colegio se cerró.

Imagínese que antes de la guerra había 7.000 familias croatas, pero ahora no hay ni dos niños. Esto ilustra el problema de que hablábamos. Ahora están preparando un nuevo colegio en Bihac. Así que en total hay cinco colegios.

--Ustedes mismos son padres. ¿Son signos como este símbolo de esperanza los que les ayudarían a quedarse en Bosnia-Herzegovina?

--Mirela: Esta es una pregunta difícil. Nosotros, como cualquier padre, siempre intentamos asegurar la mejor vida posible para nuestros propios hijos, pero hasta ahora hemos tenido esperanza.

Ahora bien, ¿sabe?, cuando se sufre la guerra, cuando eres padre con hijos, siempre tienes ese miedo. ¿Es bueno quedarse o es mejor irse a un país en el que las cosas estén mejor y donde es probable que no haya conflictos? Este es un pensamiento constante ante nuestros hijos. Si sólo estuviéramos nosotros, sobreviviríamos y lo afrontaríamos.

- ¿Cuál es su llamamiento a la comunidad internacional?

--Iván: Somos felices. Dios nos ha ayudado; Dios nos ha protegido en aquel momento en particular, pero hacemos un llamamiento a que la comunidad internacional considere una vez más las presiones a las que estamos sometidos para asimilarnos o para que abandonemos nuestro país, debido a que la idea política actual que guía a la comunidad internacional es que los católicos croatas no es necesario que se sientan acogidos en su propio suelo.

--¿A causa de su religión?

--Iván: Aquí, en Bosnia-Herzegovina, tenemos experiencia de trabajar con la comunidad internacional, y cada vez que alguien menciona la religión, o cualquier creencia - católica, ortodoxo o musulmana y la práctica de las mismas - los miembros de la comunidad internacional tienen miedo de la libertad religiosa para practicar la propia fe.

Tengo la impresión de que preferirían que no practicásemos ninguna religión, como si la religión fuese la causa de esta guerra. Creo que si eres un buen creyente - católico, ortodoxo o musulmán - nunca habrías comenzado una guerra.

Pienso que deberían animarnos a practicar nuestra fe y a encontrarnos en un terreno común para vivir en armonía y para no ver en la religión la causa de esta guerra.

- ¿Entonces no es la religión la que les ha dividido en el pasado?

--Mirela: La forma más fácil de explicar la guerra es culpar a la religión, pero en realidad la causa fue económica.

Somos un pueblo capaz de vivir unido. Nosotros - católicos, ortodoxos o musulmanes - hemos vivido juntos durante siglos.

Podemos vivir juntos de nuevo a pesar del conflicto. Tenemos amigos entre los ortodoxos o los musulmanes y entre los serbios. Por supuesto que hay miedo, pero podemos superarlo y podemos construir nuestro futuro unidos.

Sólo pedimos a la comunidad internacional que nos ayude a ser constructivos y a no echar la culpa a la religión por este conflicto porque la religión nunca lo causó.

Si se establece una constitución y una ley que proteja los derechos humanos, la libertad de religión y los derechos de las minorías, entonces no habrá ese miedo, pero esto todavía no se ha establecido de modo claro.

 



 



 

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para "Dios llora en la Tierra", un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl   

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Análisis


La vida familiar se tambalea
Algunos informes dan detalles sobre los cambios de los últimos años
Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org). – Estudios publicados recientemente sobre la vida familiar en Canadá y Estados Unidos detallan hasta qué punto están sometidas a tensiones las estructuras tradicionales de vida familiar.

En Ottawa, Canadá, el Vanier Institute of the Family publicaba el 4 de octubre Families Count: Profiling Canada’s Families IV. Se publicaba coincidiendo con la Semana Nacional de la Familia, celebrada en Canadá del 4 al 9 de octubre.

Los cambios en Canadá son parecidos a los de otros países occidentales. Las familias de hoy son pequeñas y los adultos esperan más para casarse, si al final lo hacen. Las parejas de hecho no son sólo una etapa preliminar antes del matrimonio, sino que, en número creciente, son una alternativa al matrimonio.

Comparados con sus padres y abuelos, los canadienses de hoy son más propensos a separarse o divorciarse, y las familias con dos sueldos han pasado, de ser una excepción, a convertirse en norma.

Las estimaciones del censo del 2006 muestran que aproximadamente el 85% de los canadienses (26,7 millones de personas) vivían en hogares con alguien con quien tenían alguna relación familiar. De este grupo, la gran mayoría (87%) vivían en “familias censales” (definidas como maridos y esposas o parejas de derecho común, con o sin hijos no casados, y familias mono parentales con hijos no casados). El 13% restante de quienes vivían en familia lo hacían con otros familiares o en hogares multifamiliares.

En cierto sentido, no es tan diferente de los datos del censo de 1901, que establecía que nueve de cada diez canadienses vivía en familia. Sin embargo, la definición de familia utilizada ha cambiado radicalmente hasta incluir a las parejas de hecho y a las parejas del mismo sexo, además de a los progenitores solos.

De este modo, mientras en el censo de 1981, el 55% de todas las familias eran familias de parejas casadas con hijos, esta proporción se deslizó por debajo del nivel de 50% en 1991 y cayó hasta el 38,7% de todas las familias en el 2006.

Otro 29,9% de todas las familias son familias casadas sin hijos viviendo en casa – un grupo que ha ido creciendo en tamaño conforme envejecía la población.

El crecimiento más rápido en las familias ha sido el de las parejas de hecho, desde el 5,6% de todas las familias en 1981 hasta el 15,5% en el 2006.

La proporción de familias mono parentales en el 2006 ha sido también más alta que en 1981: 15,9% de todas las familias censadas en el 2006 comparada con el 11%.

Menos bebés

Otro gran cambio se ha dado en el número de bebés que han nacido. En el 2008 nacieron en Canadá unos 360.000 niños. Aunque esta es la cifra más alta en una década, y unos 37.000 por encima de la más baja registrada en medio siglo, la del 2001, es una cuarta parte menos que las cifras máximas del baby boom en 1959 cuando los nacimientos alcanzaron los 479.000.

No sólo es un descenso de fertilidad, las mujeres además tienen sus hijos a mayor edad. En el 2007, la media de edad de las madres era de 29,3 años, con muchas mujeres que posponían los nacimientos hasta pasados los treinta. De hecho, en el 2006, la tasa de fertilidad de las mujeres de entre 30 y 34 años superaba a la de las mujeres entre 25 y 29.

El informe comentaba que, si se sigue la actual tendencia, la tasa de fertilidad de las mujeres de entre 35 y 39 años podría sobrepasar pronto a la de las mujeres de entre 20 y 24.

Se presenta la misma tendencia en cuanto a la edad en que se casa la gente. En el 2004, el típico novio que se casaba por primera vez tenía 30,5 años – un aumento de más de cinco años con respecto a 1970. De igual forma, ha aumentado la media de edad de las novias que se casan por primera vez, alcanzando los 28,5 años en el 2004, por encima de la edad más temprana de 22,6 años de los años sesenta.

Como resultado de la baja fertilidad, la inmigración es actualmente el principal factor tras el crecimiento de población en Canadá. De hecho, observaba el estudio, si sigue la tendencia actual el número de muertes en Canadá es probable que supere al de nacimientos para el año 2030. A partir de ese momento, la inmigración será la única fuente de crecimiento demográfico.

Desde principios de los noventa, cada año se han admitido en Canadá una media de 225.000 inmigrantes. Según el censo del 2006, uno de cada cinco (19,8%) residentes en Canadá había nacido fuera del país. Entre los principales países industriales, sólo Australia (con un 22%) tiene una proporción mayor de inmigrantes respecto a la población total.

Otra consecuencia del bajo número de nacimientos es el envejecimiento de la población. La media de edad actual es de 38,8 años y superará los 45 en menos de tres décadas.

Las últimas estimaciones indicaban que los niños de menos de 15 años son actualmente el 17% de la población, o cerca de la mitad de lo que fue el porcentaje máximo en tiempos del baby boom.

En contraste, el número de personas ancianas aumenta. Durante el periodo del baby boom, quienes tenían 65 años o más sumaban menos del 8% de toda la población. Este número ha subido ahora hasta más del 13% y alcanzará el 20% en dos décadas.

La disparidad en el matrimonio

Entretanto, el 7 de octubre, en Estados Unidos el Pew Research Center publicaba un estudio titulado: The Reversal of the College Marriage Gap.

Las últimas cifras revelan que en cuanto a los matrimonios ha habido un cambio en las pautas. Ahora es más probable que los adultos jóvenes con estudios universitarios estén casados, mientras que aquellos que carezcan de ellos.

En el 2008, el 62% con estudios universitarios con 30 años estaban casados o lo habían estado, comparados con el 60% de quienes con 30 años no los tenían.

Esto contrasta con la situación existente durante el siglo XX, cuando los adultos con formación universitaria de Estados Unidos era menos probable que estuvieran casados a los 30 años, comparados con quienes tenían menos estudios.

En 1990, por ejemplo, el 75% de todos aquellos que tenían 30 años que no tenían estudios universitarios estaban casados o lo habían estado, comparado con sólo el 69% de los que sí los tenían.

Lo que ha sucedido es que, aunque desde 1990 el índice de matrimonios entre adultos de entre 20 y 30 años tanto para unos como para otros se ha reducido drásticamente, el descenso ha sido menos acusado para los adultos jóvenes con formación universitaria.

El informe del Pew Research Center comentaba que entre las posibles explicaciones de este cambio podrían estar el menguado capital económico de los hombres jóvenes sin estudios universitarios y su creciente tendencia a vivir con su pareja sin casarse.

En cuanto al factor económico, de 1990 al 2008, los ingresos medios, ajustados a la inflación, de los hombres con estudios universitarios entre 25 y 34 años subieron un 5%. Sin embargo, aquellos que sólo tenían el bachillerato sufrieron un descenso del 12% en sus ingresos medios anuales.

Parejas de hecho

Los datos de la Oficina del Censo del 2004 muestran que el número de hogares con parejas de hecho se ha multiplicado por dos. Precisamente, más del 80% no tienen estudios universitarios.

El informe observaba que el reciente cambio en las diferencias matrimoniales, de acuerdo a los estudios, se debe sobre todo a un cambio de comportamientos en las mujeres blancas. El estudio ha encontrado que ha habido un cambio mucho menor en las pautas matrimoniales debido a diferencias educativas entre hombres y mujeres de color.

Durante el siglo XX, las mujeres blancas con formación universitarias tendían a no casarse si se las comparaban con las mujeres que no tenían dicha formación.

En 1950, sólo el 67% de las mujeres blancas con estudios universitarios y con edades entre los 55 y los 59 estaban casadas. En cuanto a sus contemporáneas con menos estudios, el 93 % se había casado.

Entre las mujeres blancas con menos de 40 años se ha desvanecido esta diferencia en el porcentaje de matrimonios. En el 2008, el 84% de las mujeres blancas con estudios universitarios y de entre 35 y 39 años estaban casadas, poniéndose a la par de las mujeres blancas de su misma edad y sin formación universitaria.

El informe observaba que las mujeres blancas siguen los pasos de las mujeres de color, quienes eliminaron estas diferencias en 1990.

En cuanto a la estabilidad matrimonial, el estudio del Pew Research Center informaba que los adultos con estudios universitarios tienden a divorciarse menos y no pasan por tantos matrimonios como los adultos con menos estudios.

Los informes tanto americanos como canadienses muestran un notable declive en las estructuras familiares tradicionales. Aunque algunos puedan alegrarse de esta mayor libertad para formar nuevas variedades de vida familiar, lo que está teniendo lugar es un enorme experimento sociológico cuyas consecuencias finales todavía están por verse.


 

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Reportaje


Misioneros por el mundo, en su día
Caridad Fernández, una almeriense en Mozambique
AGUADULCE, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Hoy, simbólicamente, el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND) dedica este día a recordar la labor que los misioneros realizan las 24 horas del día, todo el años, en todo el planeta. Caridad Fernández nació en un pueblo de la provincia de Almería, Abla, sur de España. Hoy vive con alegría su misión como religiosa de las Hermanas del Amor de Dios, en Mozambique.

Es la quinta de siete hermanos. Su madre y hermanos, la apoyan todo lo que pueden desde este rincón oriental de la península ibérica. Caridad Fernández sintió la vocación de misionera a los 14 años en la escuela y desde los 20 años pertenece a la congregación de las Hermanas del Amor de Dios.

Su trayectoria misionera pasa por Zambezia, la segunda mayor provincia africana, en torno al río Zambeze, Cuba, Maputo y de nuevo Zambezia.

Se estima que el 75% de los niños de esta provincia viven en extrema pobreza. La escuela de la Misión, usa una disciplina bastante tradicional, necesaria para niños que provienen de familias incompletas, huérfanos a causa del sida, que viven con un tío a un abuelo, etc.

La Misión en la que realiza su anuncio humanizador y evangelizador Cari, como la llama cariñosamenre su familia, está en la villa de Resano García –entre cino y seis mil habitantes--, al sur de Maputo y cerca de la frontera con Sudáfrica.

La retaguardia de oración y ayuda económica está aquí en Aguadulce –su familia- y en su pueblo de Abla.

Las consecuencias de la oleada de racismo que se desató en Sudáfrica no hace mucho se dejaron sentir en esta región a la que regresaron 90.000 mozambiqueños.

El racismo, explica, esta misionera, no es sólo étnico sino cultural, y está en todas partes. Ellos distinguen por el acento y por muchos rasgos al forastero que viene del norte. “Son acogedores lo mozambiqueños”, dice. No lo fueron tanto los sudafricanos que expulsaron a estos migrantes por motivos económicos.

Caridad, sin embargo, dice que es tal su compenetración con el entorno que ya no se da cuenta del color de la piel de los enfermos que cuida o de las personas con las que está hablando: misioneros y amigos de su pueblo que van en verano a ayudarle a construir una granja avícola, su familia que la visita in situ, son de piel blanca. El resto de la población es negra. Cari afirma: “son todos personas, los trato a todos por igual”.

Cari es pequeñita, vivaz, alegre, rápida en sus respuestas y siempre va al grano. Su madre, María Dolores Fernández --pequeñita, vivaz, alegre--, es asidua de la Parroquia de Aguadulce-Sur donde presta todos los servicios que puede desde su avanzada edad. Sus hermanas apoyan: como profesora de Religión en el instituto de enseñanza media, despertando en los alumnos en el sentido misionero, o en la catequesis en la misma parroquia.

Cari hace de todo en la misión: en la escuela, en el hospital recientemente reconstruído, visita a los enfermos (fundamentalmente de sida y otras enfermedades de transmisión sexual, y las tradicionales enfermedades endémicas de la zona).

El sida ha hecho reverdecer una enfermedad que se creía extinguida en Europa: la tuberculosis. En África se muere de tuberculosis. Y de muchas cosas más. De pobreza, se muere todos los días. Y de necesidad, al buscar el sustento cotidiano. Cada año, los cocodrilos del río se tragan a alguien: una niña que va a recoger agua para su abuela, un pescador poco precavido....

Para saber más sobre lo que hace la hermana Caridad Fernández, se puede ver el video que le hizo el programa “Andaluces por el Mundo”, de Canal Sur, emitente andaluza:

http://www.youtube.com/watch?v=4zkLozOUV2s&feature=related.

Para ver cómo los habitantes de Abla, en el interior de Almería, ayudan, a través de la Asociación ACOES, a la misión de Villa Resano:

http://acoesalmeria.blogia.com/2010/090301-granja-avicola-en-la-escuela-4-de-octubre-mozambique.php.

Sobre su congregación: http://www.amordedios.net/.

Por Nieves San Martín

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Entrevistas


La emigración de cristianos de Oriente Medio, una catástrofe para el islam
Entrevista con el consejero del muftí de la República del Líbano
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 octubre 2010 (ZENIT.org).- La emigración cristiana de Oriente Medio es un drama para los mismos musulmanes de la región, reconoce en esta entrevista concedida a ZENIT el sunní Muhammad al-Sammak, consejero político y religioso del muftí de la República del Líbano, enviado especial en el Sínodo de Obispos, que ha clausurado este domingo en el Vaticano Benedicto XVI. Al-Sammak ha recordado asimismo en esa cumbre episcopal que hay un documento, con frecuencia descuidado, que ratifica el deber religioso de todo musulmán de ser custodio de los cristianos y de sus lugares de culto "hasta el día de la resurrección".

--Esto que usted afirma, ¿representa la opinión de todos los musulmanes sunníes en Oriente Medio o es sólo la visión de una parte?

--Muhammad al-Sammak: Mi posición, expuesta en la intervención sinodal, representa la doctrina islámica, y soy un musulmán comprometido ya sea que hable en el Vaticano o en La Meca. Lo que he dicho es fiel a la enseñanza islámica, y no creo que un verdadero musulmán creyente pueda alejarse de esta posición. Por tanto, antes de preparar este discurso, hice una serie de consultas con el primer ministro libanés, con la Asociación Mundial de la Dawa Islámica, así como con el consejo general de la iniciativa del rey Abadalá para el diálogo entre las culturas y las religiones, dado que Arabia Saudita es la primera referencia en el mundo islámico. Por este motivo, creo que el texto expresa el parecer del mundo islámico en general.

--En su discurso al Sínodo, usted afirmó: "Facilitar la emigración de los cristianos significa obligarles a emigrar. Replegarse en sí mismos significa sofocarse lentamente". Desde su punto de vista, ¿que debería hacer la Iglesia para evitar la emigración de los cristianos?

--Muhammad al-Sammak: Está claro que el texto de mi intervención es una invitación no sólo a alentar a los cristianos a permanecer en sus países de origen, sino también ayudarles para lograr este objetivo. Y la ayuda no sólo debería proceder de instituciones como el Vaticano o el Sínodo de los Obispos; debería venir también de las autoridades políticas locales y de la sociedades civiles de las que ellos forman parte. Se da una responsabilidad común islámico-cristiana. Desde mi punto de vista, los cristianos deberían renunciar a la idea de la emigración de Oriente Medio. Y, por otra parte, los musulmanes deberían darse cuenta de que la emigración cristiana constituye verdaderamente una catástrofe en primer lugar para ellos. Por tanto, es un deber cívico de los musulmanes ofrecer su contribución para que la presencia cristiana en Oriente Medio recupere su papel y no se quede sólo en una mera presencia para que Oriente Medio vuelva a ser lo que ha sido con el pasar de los siglos: cuna de la religión, de la cultura y de la civilización.

--¿Qué posición deben tomar los cristianos como presencia social y política en el Líbano ante las divisiones internas en el islam entre sunníes y chiíes? ¿Es suficiente tomar una posición de "neutralidad positiva", como sugiere Sateh Nour ed-Din, líder de opinión político musulmán, cuando afirma: ¿la neutralidad propuesta no es más bien una posición pasiva, marginal, y por tanto negativa?

--Muhammad al-Sammak: Los cristianos en el Líbano no son meros espectadores, ni un elemento exterior para la reconciliación de los elementos internos a la estructura nacional, como si fueran factores externos. El Líbano, en su origen, nace como respuesta a la necesidad cristiana. Y la constitución de la nación libanesa tuvo lugar en el año 1920 como respuesta a esta necesidad particular. El papel de los cristianos en el Líbano no puede reducirse a la reconciliación entre las fuerzas políticas o religiosas. El papel cristiano es fundador y esencial. No es posible, por tanto, imaginar que los cristianos sean espectadores o consejeros pasivos. La nación les afecta en cada una de sus dimensiones. Y tenemos que dejar bien claro que gran parte del sufrimiento cristiano en Oriente Medio se debe a la disminución del papel cristiano en el Líbano, que se refleja negativamente en el espíritu de los cristianos del resto de la región. Favorecer la presencia cristiana en Oriente Medio debe comenzar necesariamente por el Líbano, que es la nación-mensaje de la convivencia civil entre musulmanes y cristianos.

--Usted afirma que el papel de los cristianos en el Líbano es "fundador y esencial", y durante su intervención en el Sínodo de los Obispos dijo: "Puedo vivir el islam con cualquier otro musulmán de todo Estado o etnia, pero como árabe oriental no puedo vivir mi esencia de árabe sin el cristiano árabe oriental". Sin embargo, hay otras visiones en el islam de Oriente Medio que ven en los cristianos un legado de las cruzadas, a los que hay que eliminar con todos los medios, como aliados y espías de Occidente, considerado como el reino político y religioso de los cristianos. Ante estas dos posiciones, los cristianos se encuentran ante un difícil dilema. ¿Cuál de estos dos es el auténtico rostro del islam?

--Muhammad al-Sammak: Este argumento exige un larga explicación que no es posible en este momento. Pero comencemos con los datos históricos. El cristianismo es más antiguo que el islam en Oriente. Hay iglesias que todavía están en pie y que fueron construidas mucho antes del profeta Mahoma y de la llegada del Islam. Basta citar un episodio, documentado, que narra la visita al profeta por parte de una tribu cristiana en Najran, en la península arábica. Los enviados llegaron para descubrir la nueva religión de la que habían recibido noticia. El profeta los acogió en su casa, que es el segundo lugar más sagrado del islam, donde hoy surge la mezquita de Medina. Estuvieron con el profeta durante todo un día, comiendo y cenando juntos, y cuando llegó la hora de la víspera, el profeta les invitó a rezar en su casa, pero ellos prefirieron rezar afuera. El resultado del encuentro fue un documento llamado "el pacto de Najran". Éste afecta a todos los musulmanes y les compromete religiosamente hasta el día de la resurrección. El deber de los musulmanes es respetar a los cristianos y proteger y tutelar sus lugares de culto. El pacto prohíbe al musulmán construir una casa o mezquita con piedras utilizadas precedentemente en iglesias cristianas. Hay otros temas interesantes que he incluido en un estudio de quince puntos que debe tener encuentra todo musulmán. Por tanto, cuando alguien dice que los cristianos son un añadido, algo nuevo en Oriente Medio, yo pregunto: ¿cómo pueden serlo, si su religión es más antigua que la de los musulmanes, como lo documentan los mismos escritos sagrados de la tradición islámica?

Se dice que los cristianos en Oriente Medio son una herencia de las cruzadas. ¿Cómo podrían serlo si ellos mismos fueron víctimas de esas cruzadas, comenzando por el saqueo de Constantinopla o por las costas occidentales del Mediterráneo. Estas afirmaciones de facciones del islam no son más que suposiciones basadas en datos erróneos. Además hay otro problema: algunos musulmanes ven Occidente como si se tratara de la cristiandad. Esto no es verdad. Sé muy bien que el fallecido Papa Juan Pablo II invocó con tenacidad las raíces cristiana de Europa en la constitución unificada de la Unión Europea. Pero el texto final se redactó sin la mínima referencia a estas raíces. Por tanto, no es justo echar la culpa al cristianismo y a los cristianos de las opciones de Occidente. No es justo echar la culpa a los cristianos por la responsabilidad del conflicto entre el islam y Occidente. Estos problemas no son conocidos por muchos musulmanes, que llegan a conclusiones equivocadas basándose en presupuestos erróneos. Por este motivo, es fundamental difundir una cultura correcta para corregir estos prejuicios.

--Hablando de emigración cristiana de Oriente Medio algunos musulmanes afirman que es una gran pérdida en primer lugar para los musulmanes. ¿Qué hacen ustedes para evitar o acabar con este fenómeno?

--Muhammad al-Sammak: En la medida de nuestras posibilidades, tratamos de sensibilizar a los musulmanes sobre la grave pérdida que supone la emigración de los cristianos para Oriente Medio. A causa de este éxodo, Oriente pierde su identidad, su pluralidad, el espíritu de tolerancia y de respeto recíproco. Incluso a nivel de práctica religiosa, el musulmán necesita al cristiano para practicar los valores morales de su fe, como la tolerancia y el respeto. Por tanto, la emigración es un daño para el tejido de Oriente, debilitando nuestras sociedades y llevándolas a un peligroso precipicio.

Además, si los cristianos emigran, la imagen que transmitimos es que los musulmanes son intolerantes con los cristianos en Oriente Medio. Para los occidentales sería normal deducir que los musulmanes no saben y no pueden convivir con los demás y, por tanto, ¿cómo pueden convivir con nosotros? Esto se reflejaría de manera sumamente negativa en los 500 millones de musulmanes que viven en sociedades que no son musulmanas. ¿Cuál sería su destino? Por tanto, es una ventaja para los musulmanes preservar la presencia cristiana en Oriente Medio.

--En el Sínodo se ha hablado de "laicidad positiva", pero algunos obispos han sugerido que se modifique este término para que sea más adecuado con la sensibilidad islámica, sustituyéndolo por la expresión "Estado civil". ¿Es posible dogmáticamente para una religión como el islam, que se considera "religión de Estado" (D īn wa dunya), aceptar una idea de nación civil y pluralista?

--Muhammad al-Sammak: Esta cuestión no es nueva para el islam. En el Líbano, el fallecido imán Mohammad Shams el-Din había propuesto en su época el proyecto de Estado civil, es decir, la idea de una nación creyente, en la que el Estado respete la pluralidad de los credos, así como la increencia. La fe, de hecho, es una cuestión de conciencia, es la relación entre Dios y el hombre, y Dios juzga a cada uno. El Corán dice: "No hay coerción en la religión". Este versículo no significa sólo que "no hay que obligar a nadie a creer", sino también "no puede haber fe con coerción". Basándonos en este principio, podemos construir el concepto de Estado civil. El Estado debe respetar la religión, los ritos religiosos, convirtiéndose al mismo tiempo en una nación para todos. De esto ya se ha hablado en muchos encuentros musulmanes, de manera que es una cuestión sobre la que se puede discutir.

--El diálogo religioso es un fenómeno que tiene lugar desde hace décadas. Algunos, sin embargo, critican este diálogo, afirmando que sólo tiene lugar entre líderes religiosos y que sólo se queda en letra muerta, sin encarnarse en la vida diaria de la gente. ¿Qué opina usted, como miembro activo en el camino de diálogo entre musulmanes y cristianos?

--Muhammad al-Sammak: Ante todo, creo que no hay alternativa al diálogo. Cuando alguien dice: "el diálogo es inútil", yo respondo: "¿cuál es la alternativa?". Este es un punto de inicio fundamental.

Mi teoría sobre el diálogo es la siguiente: dialogar es el arte de encontrar la verdadera opinión del otro. Yo no poseo la verdad. El hecho de comenzar a dialogar con el otro significa que yo confieso que no tengo el monopolio de la vedad, sino que estoy en su búsqueda. Significa también que podría encontrarla en la opinión o la visión del otro y por eso respeto al otro y respeto su visión. Este concepto de diálogo tiende puentes de reciprocidad, distinguiéndose del respeto mutuo.

Y para nosotros el diálogo no es sólo algo teórico. No desperdiciamos ninguna oportunidad para llegar a la gente, a través de centros culturales, publicaciones, emisiones de televisión, entrevistas, encuentros. Organizamos también encuentros en los que reunimos a jóvenes musulmanes y cristianos, que pasan entre una y tres semanas juntos, trabajando juntos, escuchándose los unos a los otros, viendo cómo reza cada uno y cómo vive su vida y su fe. En estos encuentros participan jóvenes de diferentes países de Oriente Medio, así como de Europa. En los encuentros temáticos tocamos argumentos muy actuales, como la libertad de conciencia, los derechos de ciudadanía, la libertad religiosa. Pero todo esto no es suficiente. El trabajo debe ser más amplio, pero esto es lo que podemos hacer y creemos que es urgente difundir esta cultura en todas las franjas de la sociedad.

Por Tony Assaf y Robert Cheaib

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Angelus


Benedicto XVI: La comunión, necesaria para la misión
Hoy durante el rezo del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI hoy, durante la introducción el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro ante peregrinos de todo el mundo.

* * * * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

Con la solemne celebración de esta mañana en la Basílica Vaticana se ha concluido la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, sobre el tema: "La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio”. En este domingo se celebra, además, la Jornada Misionera Mundial, que tiene por lema: “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”. Llama la atención la similitud entre los temas de estos dos acontecimientos eclesiales. Ambos invitan a mirar a la Iglesia como misterio de comunión que, por su naturaleza, está destinado a todo el hombre y a todos los hombres. El Siervo de Dios papa Pablo VI afirmaba así: "La Iglesia existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa" (Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 8 diciembre 1975, 14: AAS 68, [1976], p. 13). Por esto la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en 2012, se dedicará al tema "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana". En todo tiempo y en todo lugar – también hoy en Oriente Medio – la Iglesia está presente y opera para acoger a todo hombre y ofrecerle en Cristo la plenitud de la vida. Como escribía el teólogo italo-alemán Romano Guardini: "La realidad 'Iglesia' implica toda la plenitud del ser cristiano que se desarrolla en la historia, en cuanto que ésta abraza la plenitud de lo humano que está en relación con Dios" (Formación litúrgica, Brescia 2008, 106-107).

Queridos amigos, en la Liturgia de hoy se lee el testimonio de san Pablo respecto al premio final que el Señor entregará “a todos aquellos que han esperado con amor su manifestación" (2 Tm 4,8). No se trata de una espera ociosa y solitaria, ¡al contrario! El Apóstol vivió en comunión con Cristo resucitado para “llevar a cumplimiento el anuncio del Evangelio" para que “todas las gentes lo escuchasen" (2 Tm 4,17). El deber misionero no es revolucionar el mundo, sino transfigurarlo, tomando la fuerza de Jesucristo que “nos convoca a la mesa de su Palabra y de la Eucaristía, para gustar el don de su Presencia, formarnos a su escuela y vivir cada vez más conscientemente unidos a Él, Maestro y Señor" (Mensaje para la 84ª Jornada Misionera Mundial). También los cristianos de hoy – como está escrito en la carta A Diogneto – "muestran qué maravillosa y … extraordinaria es su vida asociada. Transcurren la existencia sobre la tierra pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes establecidas pero con su manera de vivir sobrepasan las leyes... Son condenados a muerte, y de ella sacan vida. Aún haciendo el bien, son... perseguidos y crecen de número cada día”. (V, 4.9.12.16; VI, 9 [SC 33], París 1951, 62-66).

A la Virgen María, que de Jesús Crucificado recibió la nueva misión de ser Madre de todos aquellos que quieren creer en Él y seguirlo, confiamos a las comunidades cristianas de Oriente Medio y a todos los misioneros del Evangelio.

[Tras el Ángelus]

Estoy contento de recordar que ayer, en Vercelli, fue proclamada beata Sor Alfonsa Clerici, de la Congregación de la Preciosísima Sangre de Monza, nacida en Lainate, cerca de Milán, en 1860, y muerta en Vercelli en 1930. Demos gracias a Dios por esta hermana nuestra, que Él guió a la perfecta caridad.

[En español]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular a los fieles peruanos y de otros países latinoamericanos de la Hermandad del Señor de los Milagros, de Roma. En este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones. Invito a todos a orar al Señor por aquellos que han entregado generosamente su vida a la evangelización de los pueblos, a menudo entre grandes dificultades. Confío a todos los misioneros del mundo a la protección maternal de la Santísima Virgen María, que en el transcurso de este mes invocamos especialmente con el título de Nuestra Señora del Rosario, para que no les falte nunca nuestro apoyo espiritual y material en el desempeño de su hermosa tarea apostólica. Feliz domingo.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Homilía del Papa en la clausura del Sínodo para Oriente Medio
Hoy en la Basílica de San Pedro

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI durante la solemne celebración de Clausura del Sínodo Especial para Oriente Medio, hoy en la Basílica de San Pedro.

* * * * *

¡Venerados Hermanos,

ilustres señores y señoras,

queridos hermanos y hermanas!

A distancia de dos semanas de la Celebración de apertura, nos reunimos de nuevo en el día del Señor, alrededor del Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro, para concluir la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. En nuestros corazones hay una profunda gratitud a Dios que nos ha donado esta experiencia de verdad extraordinaria, no sólo para nosotros, sino para el bien de la Iglesia, del Pueblo de Dios que vive en las tierras entre el Mediterráneo y Mesopotamia. Como Obispo de Roma, deseo compartir este reconocimiento con vosotros, venerados Padres Sinodales: Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos. Doy las gracias de manera particular al Secretario General, a los cuatro Presidentes Delegados, al Relator General, al Secretario Especial y a todos los colaboradores que, en estos días, han trabajado sin ahorrar esfuerzos. Esta mañana hemos dejado el Aula del Sínodo y hemos venido “al templo para rezar”; por esto, nos atañe directamente la parábola del fariseo y del publicano relatada por Jesús y referida por el evangelista San Lucas (cfr. Lc 18, 9-14). También nosotros podríamos tener la tentación, como el fariseo, de recordar a Dios nuestros méritos, tal vez pensando en el trabajo de estas jornadas. Pero, para subir al Cielo, la oración debe salir de un corazón humilde, pobre. Y, por tanto, también nosotros, al término de este evento eclesial, deseamos ante todo rendir gracias a Dios, no por nuestros méritos, sino por el don que Él no ha hecho. Nos reconocemos pequeños y necesitados de salvación, de misericordia; reconocemos que todo viene de Él y sólo con su Gracia se realizará todo cuanto el Espíritu Santo nos ha dicho. Sólo así podremos “volver a casa” verdaderamente enriquecidos, más justos y más capaces de caminar por las vías del Señor.

La Primera Lectura y el Salmo responsorial insisten en el tema de la oración, subrayando que ésta es más potente en el corazón de Dios cuanto mayor es la condición de necesidad y aflicción de quien la reza. “La oración del humilde atraviesa las nubes” afirma el Eclesiástico (Si 35,21); y el salmista agrega: “Yahvé está cerca de los desanimados, él salva a los espíritus hundidos” (Sal 34,19). Tenemos presentes a tantos hermanos y hermanas que viven en la región medio-oriental y que se encuentran en situaciones difíciles, a veces muy duras, tanto por los problemas materiales como por el desánimo, el estado de tensión y, a veces, el miedo. La Palabra de Dios hoy nos ofrece también una luz de esperanza consoladora, allí donde presenta la oración, personificada, que “ no desiste hasta que el Altísimo le atiende, juzga a los justos y les hace justicia” (Si 35, 21-22). También este vínculo entre oración y justicia nos hace pensar en tantas situaciones en el mundo, en particular en Oriente Medio. El grito del pobre y del oprimido encuentra inmediato eco en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de liberad, un horizonte de esperanza.

Esta confianza en el Dios cercano, que libera a sus amigos, es la que testimonia el Apóstol Pablo en la epístola hodierna, extraída de la Segunda Epístola a Timoteo. Al ver cercano el final de la vida terrenal, Pablo hace un balance. “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe” (2 Tm 4, 7). Para cada uno de nosotros, queridos hermanos en el episcopado, este es un modelo que hay que imitar: ¡que la Bondad divina nos conceda hacer nuestro un similar balance! “Pero el Señor, -prosigue Pablo - me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles” (2 Tm 4, 17). ¡Es una palabra que resuena con especial fuerza en este domingo en que celebramos la Jornada Misionera Mundial! Comunión con Jesús crucificado y resucitado, testimonio de su amor. La experiencia del Apóstol es paradigmática para cada cristiano, especialmente para nosotros Pastores. Hemos compartido un momento importante de comunión eclesial. Ahora nos separamos para volver cada uno a su misión, pero sabemos que permanecemos unidos, permanecemos en su amor.

La Asamblea sinodal que hoy se concluye ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana, descrita en los Hechos de los Apóstoles: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32). Es una realidad experimentada en los días pasados, durante los cuales hemos compartido las alegrías y los dolores, las preocupaciones y las esperanzas de los cristianos de Oriente Medio. Hemos vivido la unidad de la Iglesia en la variedad de las Iglesias presentes en esa región. Guiados por el Espíritu Santo, nos hemos convertido en “un solo corazón y una sola alma” en la fe, en la esperanza y en la caridad, sobre todo durante las Celebraciones eucarísticas, fuente y culmen de la comunión eclesial, como también en la Liturgia de las Horas, celebrada cada mañana en uno de los 7 ritos católicos de Oriente Medio. Así, hemos valorado la riqueza litúrgica, espiritual y teológica de las Iglesias Orientales Católicas, además de la de la Iglesia Latina. Se ha tratado de un intercambio de dones preciosos, de los cuales se han beneficiado todos los Padres sinodales. Deseamos que esta experiencia positiva se repita también en las respectivas comunidades de Oriente Medio, favoreciendo la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas de los demás ritos católicos y, por lo tanto, la apertura a la dimensión de la Iglesia universal.

La oración común nos ha ayudado también a afrontar los desafíos de la Iglesia Católica en Oriente Medio. Uno de ellos es la comunión en el interior de cada Iglesia sui iuris, así como en las relaciones entre las varias Iglesias Católicas de distintas tradiciones. Como nos ha recordado la hodierna página del Evangelio (cfr. Lc 18, 9-14), necesitamos humildad para reconocer nuestros límites, nuestros errores y nuestras omisiones, con objeto de poder formar verdaderamente “un solo corazón y una sola alma”. Una comunión más plena en el interior de la Iglesia Católica favorece también el diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales. En esta Asamblea Sinodal la Iglesia Católica ha corroborado también su profunda convicción de proseguir este diálogo, con el fin de que se realice cumplidamente la oración del Señor Jesús “para que todos sean uno” (Jn 17,21).

A los cristianos en Oriente Medio se les pueden aplicar las palabras del Señor Jesús: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino” (Lc 12,32). En efecto, aunque poco numerosos, ellos son portadores de la Buena Nueva del amor de Dios por el hombre, amor que se reveló precisamente en Tierra Santa en la persona de Jesucristo. Esta Palabra de salvación, reforzada con la gracia de los Sacramentos, resuena con particular eficacia en los lugares en los que, por la divina Providencia, fue escrita, y es la única Palabra capaz de romper el círculo vicioso de la venganza, del odio, de la violencia. De un corazón purificado, en paz con Dios y con el prójimo, pueden nacer propósitos e iniciativas de paz a nivel local, nacional e internacional. A esta obra, a cuya realización está llamada toda la comunidad internacional, los cristianos, ciudadanos de pleno derecho, pueden y deben dar su contribución con el espíritu de las bienaventuranzas, convirtiéndose así en constructores de paz y en apóstoles de reconciliación para el beneficio de toda la sociedad.

Desde hace demasiado tiempo en Oriente Medio perduran los conflictos, las guerras, la violencia, el terrorismo. La paz, que es don de Dios, también es el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales, y en particular de los Estados más implicados en la búsqueda de la solución de los conflictos. Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio. “Invocad la paz sobre Jerusalén” -nos dice el Salmo (122, 6). Oremos por la paz en Tierra Santa. Oremos por la paz en Oriente Medio, esforzándonos para que este don de Dios ofrecido a los hombres de buena voluntad se difunda por el mundo entero.

Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la sociedad es la promoción de una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre. En numeroso países de Oriente Medio existe la libertad de culto, pero no pocas veces el espacio de la libertad religiosa es muy limitado. Ampliar este espacio de libertad es una exigencia para garantizar a todos los que pertenecen a las distintas comunidades religiosas la verdadera libertad de vivir y profesar su fe. Este argumento podría ser objeto de diálogo entre los cristianos y los musulmanes, diálogo cuya urgencia y utilidad ha sido ratificada por los Padres sinodales.

Durante los trabajos de la Asamblea se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia. Se ha evocado muchas veces la urgente necesidad de una nueva evangelización también para Oriente Medio. Se trata de un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización. También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia. Por eso, después de haber consultado al episcopado del mundo entero y después de haber escuchado al Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: “Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam - La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

¡Queridos hermanos y hermanas de Oriente Medio! Que la experiencia de estos días os asegure que no estáis nunca solos, que os acompañan siempre la Santa Sede y toda la Iglesia, la cual, nacida en Jerusalén, se ha extendido por Oriente Medio y después por el mundo entero. Encomendamos la aplicación de los resultados de la Asamblea Especial para Oriente Medio, así como la preparación de la General Ordinaria, a la intercesión de la Beata Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz. Amén.

[Traduccción del original italiano distribuida por la Secretaría General del Sínodo]


 

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Discurso del Papa durante la comida de despedida del Sínodo
Con los participantes en la Asamblea
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció ayer, tras la comida fraterna con los participantes en la Asamblea Especial del Sínodo para Oriente Medio, en el Atrio del Aula Pablo VI.

* * * * *

Queridos amigos,

según una bella tradición creada por el papa Juan Pablo II, los Sínodos se concluyen con una comida, un acto de convivencia que se inscribe bien también en el clima de este Sínodo, que habla de la comunión: no sólo ha hablado de ella, sino que nos ha hecho realizar la comunión.

Este es para mi el momento de decir gracias. Gracias al secretario general del Sínodo y a su staff, que han preparado y están preparando también el seguimiento de los trabajos. Gracias a los presidentes delegados, gracias sobre todo al relator y al secretario adjunto, que han hecho un trabajo increíble. ¡Gracias! También yo una vez fui relator en el sínodo sobre la familia y puedo imaginarme un poco cuánto trabajo habéis hecho. Gracias también a todos los Padres que han presentado la voz de la Iglesia en Oriente, a los auditores, a los delegados fraternos, a todos.

Comunión y testimonio. En este momento damos gracias al Señor por la comunión que nos ha dado y nos da. Hemos visto a riqueza, la diversidad de esta comunión. Siete Iglesias de ritos distintos que forman, sin embargo, junto con todos los demás ritos, la única Iglesia católica. Es hermoso ver esta verdadera catolicidad, que es tan rica en diversidad, tan rica en posibilidades, en culturas distintas; y, con todo, precisamente así crece la polifonía de una única fe, de una verdadera comunión de los corazones, que sólo el Señor puede dar. Por esta experiencia de la comunión damos las gracias al Señor, os doy las gracias a todos vosotros. Me parece quizás este el don más importante del Sínodo que hemos realizado: la comunión que nos une a todos y que es también en sí misma testimonio.

Comunión. La comunión católica, cristiana, es una comunión abierta, dialogal. Así estábamos también en permanente dialogo, interior y exteriormente, con los hermanos ortodoxos, con las demás comunidades eclesiales. Y hemos sentido que precisamente en esto estamos unidos – aunque haya divisiones exteriores: hemos sentido la profunda comunión en el Señor, en el don de su Palabra, de su vida, y esperamos que el Señor nos guíe para avanzar en esta comunión profunda.

Nosotros estamos unidos con el Señor y así – podemos decir – somos “encontrados” por la verdad. Y esta no cierra, no pone límites, sino que abre. Por ello estábamos también en diálogo franco y abierto con los hermanos musulmanes, con los hermanos judíos, todos juntos responsables del don de la paz, de la paz precisamente en esta parte de la tierra bendecida por el Señor, cuna del cristianismo y también de las otras dos religiones. Queremos continuar en este camino con fuerza, ternura y humildad, y con el valor de la verdad que es amor y que se abre en el amor.

He dicho que concluimos este Sínodo con la comida. Pero la verdadera conclusión mañana es la vivencia con el Señor, la celebración de la Eucaristía. La Eucaristía, en realidad, no es una conclusión sino una apertura. El Señor camina con nosotros, está con nosotros, el Señor nos pone en movimiento. Y así, en este sentido, estamos en Sínodo, es decir, en un camino que continua también cuando estamos dispersos: estamos en Sínodo, en un camino común. Pidamos al Señor que nos ayude. ¡Y gracias a todos vosotros!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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