ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 26 de octubre de 2010

Santa Sede

La humanidad es una familia, también el emigrante, afirma el Papa

Mensaje pontificio para los inmigrantes apela a la caridad cristiana

Argentina: El Papa nombra obispo de Oberá a monseñor Bitar

Sínodo de los Obispos

Jordania, laboratorio de convivencia religiosa

Especial

El arquitecto Antonio Gaudí, ¿beato en 2016?

Ars Christiana

El arte y el progreso

Mundo

México: Uno de los ejecutados en Ciudad Juárez quería ser sacerdote

Cuba: Obispos estadounidenses asisten a apertura de un Seminario

Tercera Jornada Internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa

Las religiones, valiosas para superar las dificultades de las migraciones

Emergencia Haití: Se extiende la epidemia de cólera

Entrevistas

Los milagros inéditos del Padre Pío, el santo de los estigmas

Documentación

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado

Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo (11 a 20)


Santa Sede


La humanidad es una familia, también el emigrante, afirma el Papa
Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado
CIUDAD DEL VATICANO, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La acogida al emigrante debe situarse dentro de la perspectiva de la pertenencia de todas las personas a una misma familia humana, con sus derechos y sus deberes, afirma el Papa.

“Una sola familia humana” es el título del Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha escrito con motivo de la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, y que ha sido dado a conocer hoy en rueda de prensa por monseñor Antonio Mª Vegliò, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes.

El Papa subraya la importancia de esta “perspectiva de familia” a la hora de abordar las cuestiones relacionadas con las migraciones.

“Todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuyo destino es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia”, subraya el Mensaje.

El lema elegido este año, explica el Pontífice, alude a “una sola familia de hermanos y hermanas en sociedades que son cada vez más multiétnicas e interculturales, donde también las personas de diversas religiones se ven impulsadas al diálogo, para que se pueda encontrar una convivencia serena y provechosa en el respeto de las legítimas diferencias”.

Los hombres son hermanos porque “tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios”.

Para la Iglesia, las migraciones constituyen “un signo elocuente de nuestro tiempo, que avidencia aún más la vocación de la humanidad a formar una sola familia y, al mismo tiempo, las dificultades que, en lugar de unirla, la dividen y la laceran”.

Muchas personas “deben afrontar la difícil experiencia de la emigración, en sus diferentes expresiones: internas o internacionales, permanentes o estacionales, económicas o políticas, voluntarias o forzadas”.

En algunos casos, incluso, “las personas se ven forzadas a abandonar el propio país impulsadas por diversas formas de persecución, por lo que la huida aparece como necesaria”.

Además, añadió el Papa, “el fenómeno mismo de la globalización, característico de nuestra época, no es sólo un proceso socioeconómico, sino que conlleva también una humanidad cada vez más interrelacionada, que supera fronteras geográficas y culturales”.

La fraternidad humana “es la experiencia, a veces sorprendente, de una relación que une, de un vínculo profundo con el otro, diferente de mí, basado en el simple hecho de ser hombres”.

“Asumida y vivida responsablemente, alimenta una vida de comunión y de compartir con todos, de modo especial con los emigrantes; sostiene la entrega de sí mismo a los demás, a su bien, al bien de todos, en la comunidad política local, nacional y mundial”.

Derechos y deberes

Por eso, la Iglesia reconoce el derecho a emigrar “a todo hombre, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida”.

La Iglesia reconoce también, al mismo tiempo, que los países “tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana”.

“Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegado”, puntualizó el Papa.

El Pontífice invita a considerar especialmente la situación de los refugiados y de los demás emigrantes forzados, especialmente quienes “huyen de violencias y persecuciones”.

“A quienes se ven forzados a dejar sus casas o su tierra se les debe ayudar a encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los acoge, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida”, subraya.

Otro grupo al que el Papa dedica su atención es el de los estudiantes que van a otros países, “una categoría también socialmente relevante en la perspectiva de su regreso, como futuros dirigentes, a sus países de origen”.

“En la escuela y en la universidad se forma la cultura de las nuevas generaciones: de estas instituciones depende en gran medida su capacidad de mirar a la humanidad como a una familia llamada a estar unida en la diversidad”, concluye.


 

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Mensaje pontificio para los inmigrantes apela a la caridad cristiana
Según el presidente del Pontificio Consejo para los inmigrantes e itinerantes
CIUDAD DEL VATICANO, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org) El mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la 97 Jornada Mundial del inmigrante y el refugiado “alienta al crecimiento de la caridad vivida y concreta especialmente hacia los más pobres y débiles”.

Así lo afirmó hoy monseñor Antonio María Vegliò, presidente del Pontificio Consejo de la pastoral para los Migrantes e Itinerantes.

El prelado intervino en una rueda de prensa que se celebró en la Santa Sede con motivo de la presentación del Mensaje Pontificio, con el tema “Una sola familia humana”.

También intervino en este evento el padre Gabriele Ferdinando Bentoglio C.S, subsecretario del mismo dicasterio.

Éste afirmó que cuando los ciudadanos piden asilo en otro país, se trata de “actos de valentía”, al descubrir que sus derechos fundamentales están siendo violados y al ver la necesidad de radicarse en otro lugar.

Refugiados

“Son víctimas de guerra y de violencia, obligados a encarar condiciones humanas en las cuales nadie debería vivir”, dijo el sacerdote.

A esto se suma el hecho haber recibido experiencias traumáticas y de tener que soportar muchas veces que las respectivas familias se encuentren todavía en zonas de peligro.

El presbítero señaló algunas estadísticas como los cerca de 15 millones de refugiados, de los cuales 10.4 millones están bajo la responsabilidad directa del Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados UNHCR, mientras los 4.8 restantes están a cargo de la Agencia de Trabajo y sostenimiento de las Naciones Unidas para el Próximo y Medio Oriente.

Por ello, el padre Bentoglio señaló la importancia de que la Iglesia restablezca los valores y la dignidad humana, “especialmente mediante la promoción de una cultura del encuentro y el respeto que cura las heridas sufridas y promete nuevos horizontes de integración, seguridad y paz”.

“El desafío consiste en el crear zonas de tolerancia, esperanza, curación, protección, en que dramas y tragedias – ya demasiado largas experimentadas en tiempos pasados y también recientes – no ocurran nunca más”, dijo el subsecretario.

Xenofobia

El padre Bentoglio denunció también que en los países donde llegan tantos inmigrantes, hay “comportamientos dictados por el miedo hacia el extranjero y, no pocas veces, también de discriminación”. Lo que trae como consecuencia “una disparidad cada vez más acentuada entre los compromisos tomados y sus acciones”.

“Quienes se aventuran con los medios de transporte marinos o utilizan otras vías de escape, muy a menudo se ven tratados con prejuicios”, expresó el subsecretario “sus casos no siempre son examinados individualmente, mientras ocurre con frecuencia que algunos son devueltos en bloque”.

También se refirió a los miles de campesinos que viven y mueren allí a veces con condiciones muy limitadas, dependientes de la ración de comida diaria que recogen y que a veces son insuficientes. Muchas veces por las precarias condiciones de vida, se ven obligados a trasladarse a la ciudad.

Frente a estos desafíos, el subsecretario destacó cómo el Mensaje Pontificio “toca uno de los temas fuertes de la milenaria experiencia cristiana, el de la acogida”, ” la cual debe traducirse “en la hospitalidad, en la compasión y en la búsqueda de la igualdad”.

Por Carmen Elena Villa

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Argentina: El Papa nombra obispo de Oberá a monseñor Bitar
Era obispo auxiliar de San Justo
CIUDAD DEL VATICANO, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nombró obispo de la diócesis argentina de Oberá a monseñor Damián Santiago Bitar, hasta ahora obispo auxiliar de San Justo, informó este martes la Oficina de Información de la Santa Sede.

La diócesis de Oberá tenía como administrador apostólico sede vacante al arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, OFM Cap., desde el pasado 18 de mayo, tras el fallecimiento del anterior obispo, monseñor Víctor Selvino Harenhardt.

El nuevo obispo de Oberá nació en Arroyo Cabral, en la diócesis de Villa María (Córdoba) el 12 de febrero de 1963. Realizó los estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Metropolitano de Córdoba.

Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1987 en Villa María, donde fue responsable de la obra vocacional diocesana, secretario-canciller, vicario general, ecónomo diocesano, delegado episcopal para la vida consagrada femenina y administrador diocesano. El 4 de octubre de 2008 fue elegido obispo auxiliar de San Justo.

La diócesis de Oberá, en la provincia argentina de Misiones, nació en junio de 2009, con territorios desmembrados de las diócesis de Posadas y de Puerto Iguazú.

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Sínodo de los Obispos


Jordania, laboratorio de convivencia religiosa
Monseñor Twal: "No hay que minusvalorarla, el 80% de nuestros seminaristas viene de allí"
ROMA, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ignorada por muchas agencias de viaje, que erroneamente no la consideran parte de Tierra Santa y la excluyen de las peregrinaciones organizadas, Jordania es junto a Israel, Palestina y Chipre uno de los países sobre los que tiene jurisdicción el Patriarcado latino de Jerusalén.

Así lo recordó su Patriarca, monseñor Fouad Twal, que es precisamente de nacionalidad jordana, en una de las citas de “Miradas a los cristianos de Oriente Medio”, el espacio cultural abierto en Roma con ocasión del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio.

Este espacio estuvo promovido por la Custodia de Tierra Santa, por la Acción Católica Italiana, por Edizioni Terra Santa y por el Foro internacional de Acción Católica.

“En el reino jordano se encuentra la porción más consistente de nuestra comunidad cristiana local, que ha crecido numéricamente al añadirse, en 1948 y en 1967, muchos prófugos palestinos”, explicó monseñor Twal, que acudió acompañado por su vicario episcopal para Jordania, monseñor Selim Sayegh, y por Huda Muhasher, presidente de la Caritas jordana.

El resultado es que hoy el país cuenta con 65 parroquias y 77.000 fieles y, un dato no marginal, “el 80% de nuestros seminaristas es de origen jordano”.

Por ello, para el Patriarca el tema de los cristianos en Tierra Santa debe ser un centro de atención para la Iglesia universal: se trata “de los descendientes de la primera comunidad formada por el mismo Jesucristo”, y que nunca como ahora es “Iglesia del Calvario” hasta el punto de que la presencia de los cristianos debe verse “como una misión”, la de “llevar esta cruz”.

Ejemplo de diálogo y de convivencia religiosa, la “estabilidad de que goza Jordania” puede verse en términos políticos, como también en las muchas obras sociales puestas en pie por la minoría cristiana (3-4%) en esta zona del mundo. Un país que acoge y asiste en estos momentos a casi medio millón de refugiados, sobre todo iraquíes.

Jordania aspira a ser un modelo para toda el área mediooriental. De aquí, por ejemplo, partió la reacción de mayor apertura hacia el Papa tras las polémicas surgidas del discurso de Ratisbona, apertura que culminó con la visita de Benedicto XVI a la mezquita de Amman, en la cual fue acogido explicitamente como sucesor de Pedro.

El papel decisivo de los cristianos en la sociedad civil de Jordania se encuentra en lo que Benedicto XVI definió como “el diálogo de los hechos": “Son muchos – afirmó Muhasher – y como laicos, tenemos en ellos un gran papel en ellos”.

Respecto a Caritas, aunque esta nació para responder a los graves problemas causados por la Guerra de los Seis Días, desde entonces en adelante ha hecho frente a todas las más graves emergencias nacionales, incluyendo la de los inmigrantes.

“Tenemos dos frentes caritativos – aclaró Muhasher –, uno hacia los jordanos, para quienes Caritas ha sido fundada, y otro hacia todos los extranjeros que llegan al país y que necesitan ayuda”.

Y siendo un laboratorio de convivencia entre cristianos y musulmanes, entre ciudadanos y extranjeros, “la mayor parte de los fondos recibidos en los últimos años se ha destinado a los prófigos iraquíes y no a los jordanos”, hecho que no ha molestado a la población local.

Caritas de Jordania – única organización que puede entrar en las cárceles –, entre los muchos proyectos que lleva adelante con el beneplácito de los políticos, tiene uno especial, el de los centros de atención para los niños discapacitados o, mejor, “para sus familias”, explicó monseñor Sayegh, ya que se enseña “a los padres cómo afrontar y vivir con la discapacidad”.

En el Instituto Regina Pacis de Amman, por ejemplo, los servicios de fisioterapia y de aprendizaje son gratuitos. A ellos recurren solo 4.000 personas a pesar de que el porcentaje de discapacidad entre los jóvenes (en el 97% de los casos, musulmanes) está en el 11%. “Superando las desconfianzas, vamos nosotros donde ellos, y comenzamos toda actividad rezando juntos, sin gestos exteriores, sino cada uno en el silencio de su propio corazón”.

Por Mariaelena Finessi, traducción del italiano por Inma Álvarez


 

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Especial


El arquitecto Antonio Gaudí, ¿beato en 2016?
Ya hay un “milagro solvente”, según los impulsores de su beatificación
BARCELONA, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Además de idear el templo de la Sagrada Familia de Barcelona, que Benedicto XVI dedicará el próximo 7 de noviembre, el arquitecto Antonio Gaudí ha unido familias rotas, ha curado enfermedades, ha propiciado profundas conversiones al catolicismo, ha logrado puestos de trabajo,...

Lo aseguran numerosos testimonios de los cinco continentes en primera persona, recogidos por la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí, que hoy presentó el estado actual del proceso de canonización del arquitecto catalán.

En una rueda de prensa celebrada ante su tumba, en la cripta de la Sagrada Familia de Barcelona, los representantes de la asociación mostraron su confianza en que Gaudí pueda ser beatificado el 10 de junio de 2016, fecha del 90º aniversario de su muerte.

Los impulsores de este proceso de beatificación reconocieron que ello depende de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, en consonancia con la devoción que suscite el arquitecto y, en último término, con la voluntad de Dios.

Sin embargo, uno de los fundadores de la asociación, Josep Maria Tarragona, explicó que se han fijado ese “horizonte de trabajo” porque ya existe un “milagro solvente” y porque están finalizando la positio.

El posible milagro hace referencia a la curación inexplicable de una enfermedad en la retina testimoniada por Montserrat Barenys, de la ciudad de Reus, en la que Gaudí fue bautizado al día siguiente de su nacimiento.

Esta presunta curación milagrosa de la vista se tramitará al arzobispado de Tarragona, al que pertenece Reus.

La Asociación también destacó el testimonio de Ramon Amargant, que asegura haber sido curado milagrosamente de una úlcera en la cadera por intercesión de Gaudí.

La Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí nació en 1992 por el entusiasmo de cinco laicos convencidos de la santidad del artista y con un presupuesto inicial de 300 euros.

La fase diocesana de la causa se llevó a cabo en Barcelona entre los años 2000 y 2003, y en julio de ese año, se abrió en Roma el proceso para la beatificación.

La postuladora es Silvia Correale, el vicepostulador, el sacerdote Lluís Bonet y el relator, el padre Vincenzo Criscuolo, OFM Cap.

Bonet, también párroco de la Sagrada Familia, explicó hoy en la rueda de prensa, que ahora la asociación espera que la Congregación para las Causas de los Santos confirme que Gaudí vivió las virtudes cristianas de manera heroica y que su intercesión ha propiciado un milagro, y el Papa lo declare Venerable.

Para ello, entregará, a la Congregación para las Causas de los Santos a principios del año 2012, una biografía documentada de Gaudí de entre 1.200 y 1.444 páginas.

El autor de esta biografía, Josep Maria Tarragona, opinó en la rueda de prensa que el hecho de que sea el Papa quien dedique la Sagrada Familia “acelera la fama de santidad de Gaudí y por tanto la presión que los cardenales amigos puedan hacer en el Vaticano para que se aceleren los trámites que hacen los funcionarios de la Congregación”.

Por su parte, el presidente de la asociación, el arquitecto Josep Manuel Almuzara, afirmó, en referencia a la Sagrada Familia, que “detrás de este templo maravilloso hay un arquitecto maravilloso por su arte y también por su cristiandad”.

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Ars Christiana


El arte y el progreso
Columna semanal de arte cristiano
Por Rodolfo Papa*

ROMA, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Vivimos en un momento histórico apasionante, porque estamos en la frontera de un siglo que acaba de pasar y de uno nuevo en vías de edificación. Aunque poner límites cronológicos nunca ha sido muy fructífero en el ámbito historiográfico, como tampoco lo es contraponer una época a otra, sin embargo debemos reconocer que el balance del siglo pasado y la apertura del nuevo alimenta el entusiasmo y obliga a replanteamientos y a un compromiso renovado.

El mismo hecho de que muchas de las experiencias artísticas del siglo XX estén irremediablemente a nuestra espalda obliga a la reflexión, con el fin no sólo de comprender las dinámicas de las diversas fases de desarrollo, sino también de verificar si lo que se ha prometido en el siglo pasado se ha realizado efectivamente. Es necesario estudiar qué resultados estéticos y qué efectos sociológicos se han conseguido de algunas experiencias artísticas que dominaron el panorama mediático en los años sesenta y setenta. Es interesante, por ejemplo, verificar qué relaciones se han instituido entre el “consumismo de masas” y algunas experiencias artísticas de los años sesenta, y qué relaciones se han establecido con el mundo de la publicidad. La reflexión sobre el siglo XX abre en fin un capítulo importante para redefinir el ámbito del arte en general y de cada una de las artes, y en particular estimula la reflexión sobre la relación entre las artes y el contexto en el que nacen y del que se nutren, directa o indirectamente.

Sin embargo ésta es sólo una parte del interés actual por el arte. La dimensión contemporánea no agota el panorama del arte. Un aspecto importante de esta transición de siglo está constituido, de hecho, por el interés creciente hacia el arte del pasado, que se encuentra en el centro de un verdadero fenómeno mediático, de dimensiones crecientes: algunas muestras, como la dedicada a Caravaggio, han obtenido un éxito sorprendente. Esto abre la cuestión teórica de lo que es contemporáneo en el arte, hace reflexionar sobre cómo los grandes artistas del pasado han hecho historia, pero sobre todo testimonia un amor, nunca muerto, por el arte de la pintura en el sentido tradicional y propio del término.

En este contexto de transición y de reflexión sobre la transición misma, resulta importante reflexionar sobre la idea de progreso. Por una parte hay que evitar identificar todo progreso con una tipología evolucionista según la cual lo que viene después supera y mejora lo que ha venido antes. Por otra, hay que evitar también poner a todos los artistas y a todas las obras en el mismo plano, cayendo en la falta de crítica y en la ausencia de juicios de valor. Sin embargo en este último defecto cae paradójicamente Gombrich, precisamente analizando el arte según la idea de progreso, en su conocido texto Arte y progreso de 1971.

Si se busca, en cambio, mirar el arte con ojos inocentes, se puede descubrir que el camino del arte se mueve dentro del ámbito de un potencial que está implícito desde el principio, como si todos los desarrollos estuvieran de algún modo comprendidos en las formas ya dadas. Podemos decir que los artistas, cuando “inventan”, atendiendo a su propia creatividad, permanecen siempre fieles a lo que el arte implícitamente pone a su disposición y ése es todo su “potencial”. Sucede como en el lenguaje, que tiene tantas formas y una larga historia, pero tanto las formas como la historia son lingüísticas, porque están dentro de las posibilidades abiertas del lenguaje mismo. Utilizando una imagen geométrica, podemos decir que la evolución del arte no es una línea recta, que implicaría un progreso constante, ni tampoco una sinusoide, que implicaría ciclos obligados de crisis y de desarrollo, sino sobre todo una línea mixta irregular, correspondiente a una evolución vital, hecha de innovaciones y continuidad.

Toda innovación real, de hecho, se apoya en la tradición: como escribió el papa Esteban I, “nihil innovetur nisi quod traditum est”. Debemos ver también la historia del arte desde la perspectiva de la “hermenéutica de la renovación en la continuidad” aplicada por Benedicto XVI a las interpretaciones del Concilio.

El crecimiento del arte implica una apropiación de la tradición pasada y una renovación, ambas realizados en primera persona. Todos los grandes artistas han aconsejado siempre aprender de los maestros del pasado, antes de realizar las propias innovaciones. Se empieza a aprender copiando las grandes obras y después, aprendido el lenguaje, se empieza a hablar y a inventar nuevas palabras. Basta ver la relación de continuidad y superación vivida por Caravaggio frente a Miguel Ángel, cuya pintura revive y toma nuevo significado con respeto y con audacia. Leonardo afirmaba: “Triste es el discípulo que no adelanta a su maestro”, colocando el arte en una relación de continuidad entre alumno y maestro, de manera que quien aprenda busque hacerlo mejor que quien enseña.

El arte, por tanto, como todo ámbito propiamente “humanístico”, es decir dirigido a la promoción de lo humano, crece de una manera no mecánica y no sufre la obsesión de incurrir en la acumulación de la novedad, sino que está dirigido a la búsqueda del mejor hacer y del mejorarse a sí mismo. No está fuera de lugar, por tanto, concluir con una reflexión sobre la educación, propuesta por Benedicto XVI en la Carta a la diócesis y a la ciudad de Roma sobre la tarea urgente de la educación del 21 de enero de 2008: “A diferencia de lo que sucede en el campo técnico o económico, en donde los progresos de hoy pueden sumarse a los del pasado, en el ámbito de la formación y del crecimiento moral de las personas no se da una posibilidad semejante de acumulación, pues la libertad del hombre siempre es nueva y, por tanto, cada persona y cada generación tiene que tomar nueva y personalmente sus decisiones. Incluso los valores más grandes del pasado no pueden ser simplemente heredados, tienen que ser asumidos y renovados a través de una opción personal, que con frecuencia cuesta”.

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* Rodolfo Papa es historiador de arte, profesor de historia de las teorías estéticas en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; presidente de la Accademia Urbana delle Arti. Pintor, miembro ordinario de la Pontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon. Autor de ciclos pictóricos de arte sacro en diversas basílicas y catedrales. Se interesa en cuestiones iconológicas relativas al arte del Renacimiento y el Barroco, sobre el que ha escrito monografías y ensayos; especialista en Leonardo y Caravaggio, colabora con numerosas revistas; tiene desde el año 2000 un espacio semanal de historia del arte cristiano en Radio Vaticano. 

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Mundo


México: Uno de los ejecutados en Ciudad Juárez quería ser sacerdote
Testimonio del párroco: los jóvenes muertos no eran delincuentes
CIUDAD JUÁREZ, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Uno de los 14 jóvenes ejecutados en Ciudad Juárez (Chihuahua, México), Luis Alberto Vital, era catequista y aspiraba a ser sacerdote. Así lo declaró a los medios el párroco Roberto Ramos Cortes. El sacerdote dijo que Luis era un muchacho a quien se le veía con  vocación de sacerdote

Los 14 jóvenes asesinados en la colonia Horizontes del Sur y los 19 heridos no eran delincuentes. Uno de ellos aspiraba a ser sacerdote. Lo mataron junto a su hermano de tan sólo 13 años, mientras celebraban una fiesta el pasado fin de semana.

Se trata de la enésima masacre perpetrada en esta ciudad mexicana, una de las más violentas del mundo.

Este lunes, se celebró el funeral de cuatro de las víctimas. El obispo de la diócesis, monseñor Renato Ascencio León, presidió las oraciones por los infortunados jóvenes, antes de ser enterrados.

La celebración tuvo lugar en la iglesia del Señor de los Milagros. Los primeros cuerpos en llegar a esta iglesia fueron dos pares de hermanos. Posteriormente llegaron dos más en la tarde.

En el funeral se calificó de irracional la ejecución de los catorce muchachos a manos del crimen organizado. “Estos sujetos ya no más matan por matar”, se dijo. El vicario de la diócesis de Ciudad Juárez, Oscar René Blanco Vega, hizo un exhortación a todos los feligreses y a los grupos cristianos a unirse para luchar por la paz y por defender la vida humana.

La comunidad juarense, junto con sacerdotes y otras autoridades, representantes de ONG, exigieron a los gobiernos –a los tres niveles--, que intervengan para detener estos asesinatos de gente inocente.

La madre de dos de los muchachos asesinados -- Luis Alberto Vital, de 17 años, su hermano de 13 años-- declaró que su hijo Luis era coordinador de catecismo e integrante fundador del grupo de danzantes (matachines) de la parroquia del Señor de los Milagros y aspiraba a ser sacerdote.

La madre sólo pudo decir: “Me mataron a dos de mis hijos, eran buenas personas y no le hacían daño a nadie”.

El párroco Roberto Ramos Cortes dijo que Luis mostraba vocación al sacerdocio, e incluso ya habían hablado de que el próximo año entraría a estudiar en el Seminario.

Luis colaboraba en la preparación a la confirmación en la parroquia y el último año fue coordinador, además de participar en el grupo de danza y en la pastoral juvenil. “Estuvieron en las circunstancias no debidas porque eran muchachos sanos y que están entregados al Señor y trabajan por la promoción de los demás jóvenes”, subrayó el párroco.

Una veintena de organizaciones civiles de México exigieron justicia para los familiares de los 14 adolescentes y jóvenes ejecutados. Estas organizaciones afirman que son ya 1.200 los menores muertos por acciones del crimen organizado.

En rueda de prensa, las organizaciones estimaron que de las más de 28.000 muertes atribuidas al narcotráfico --según cifras oficiales de los primeros cuatro años de mandato de Felipe Calderón--, 1.200 son de niños y adolescentes mexicanos.

Uno de los portavoces desmintió el mensaje oficial, según el cual los jóvenes de Ciudad Juárez eran delincuentes. Y añadió: “Se están matando entre ellos, una lógica perversa que incrusta en la población la idea de que no hay nada de qué preocuparse porque quienes mueren son criminales”.

Todas las organizaciones firmaron un manifiesto titulado “¡Basta ya... ni uno más!”, en el que denuncian “la catástrofe humana en la que están sumidas la totalidad de las ciudades de la frontera norte del país”.

Además, hicieron un llamamiento para que una misión técnica de Naciones Unidas implemente acciones para salvaguardar la vida y patrimonio en las zonas más peligrosas de Ciudad Juárez.

Por Nieves San Martín


 

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Cuba: Obispos estadounidenses asisten a apertura de un Seminario
Un signo más de la lenta apertura del régimen de Castro
WASHINGTON/LA HABANA, martes 26 octubre 2010 (ZENIT.org).- Una delegación de obispos estadounidenses estará presente en la inauguración de un Seminario en La Habana, el primero en más de 50 años, en Cuba. Una colecta en Estados Unidos ayudó a financiar el centro de estudios de futuros sacerdotes.

Se trata de un paso más en el diálogo de la Iglesia y el Gobierno de Raúl Castro, que se percibe en la multiplicación de pequeñas publicaciones católicas o la excarcelación y expatriación de presos políticos.

En una nota de este lunes, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos informa que una delegación del propio Subcomité para la Iglesia en América Latina viajará a Cuba del 3 al 6 de Noviembre de 2010 para asistir a la apertura del nuevo Seminario Nacional situado a unos 48 kilómetros de La Habana. El seminario es la primera construcción religiosa de nueva creación en Cuba en más de 50 años.

La delegación estará encabezada por el arzobispo Thomas G. Wenski de Miami, quien es miembro del subcomité, e incluirá a otros como el padre Andrew Small OMI, director para la Iglesia en América Latina en la Oficina de Colectas Nacionales de la USCCB (Conferencia Episcopal de Estados Unidos), Thomas Quigley, consejero del subcomité, y clero local de la Archidiócesis de Miami.

Además de asistir a la inauguración del seminario, el grupo visitará parroquias y misiones en La Habana que están siendo apoyadas económicamente por la Colecta para la Iglesia en América Latina. La recaudación anual, en las diócesis de Estados Unidos, se dirige a proyectos pastorales. Proporciona apoyo a diferentes proyectos en Cuba, incluyendo la construcción del nuevo seminario. La delegación también visitará la Diócesis de Pinar del Río.

Permitir construir un seminario por primera vez después de la revolución castrista, la excarcelación y deportación de presos políticos (muchos de ellos periodistas), abrirse a la apertura de nuevos medios de comunicación católicos, son pequeños signos de que algo quiere cambiar en Cuba, en una transición lentísima a la democracia.

Un comunicador católico cubano --Gustavo Andujar, vicepresidente de Signis, Asociación Católica Mundial para la Comunicación--, ante el aumento de los medios católicos en la Isla caribeña, bajo estricto control estatal, entrevistado por la agencia IPS, afirma que hoy en Cuba existen decenas de pequeñas publicaciones parroquiales y de diversos grupos, alguna periódicas y otras ocasionales, 46 boletines y revistas, 12 sitios web y siete boletines electrónicos.

Todos ellos llegan en la actualidad de manera directa o indirecta a más de un cuarto de millón de personas, según estimaciones de fuentes católicas.

En opinión de Andújar, este avance en la comunicación católica “ha ido por delante” y fue una respuesta de la Iglesia Católica “a la situación de desconcierto y desesperanza que sentía la población”, a partir de la crisis económica causada a partir de 1991 con la caída de la Unión Soviética.

El papel del laicado católico ha sido fundamental aunque “con gran apoyo de la jerarquía, sacerdotes, obispos”. Muchos sin una formación profesional en comunicaciones. “Esa carencia se ha ido tratando de suplir con cursillos, seminarios o diplomados”, afirma el vicepresidente de Signis.

Sobre el diálogo entre el presidente Raúl Castro y el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, afirma que “de un diálogo de esa naturaleza siempre salen cosas buenas”.

Y aclara que “la Iglesia no es una alternativa política ni un partido de oposición. Por su propia naturaleza no puede entrar en la lucha partidista”.

Por Nieves San Martín

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Tercera Jornada Internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa
Del 29 al 30 de enero de 2011, en 2.000 ciudades del mundo
ROMA, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El 29 y el 30 de enero de 2011 tendrá lugar la Tercera Jornada Internaiconal de intercesión por la paz en Tierra Santa, una iniciativa de oración nacida de la voluntad de algunas asociaciones católicas juveniles que para esta edición prevén la implicación de dos mil ciudades en todo el mundo, al mismo tiempo, en una oración que – esperan los organizadores – “pueda subir hasta el corazón del Señor y traer la paz a Su tierra”.

La iniciativa está patrocinada por el Consejo Pontificio Justicia y Paz. En la línea de la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos, las 24 horas de oración interrumpida comenzarán en conexión con la Quinta Oración extraordinaria de todas las Iglesias por la reconciliación, la unidad y la paz, comenzando por Jerusalén, que será transmitida en mundovisión.

La Jornada de oración coincidirá además con la semana de oración por la unidad de los cristianos en Jerusalén, el sábado 29 de enero de 2011, a las 17-18 (hora local).

El año pasado, la oración se celebró en 1.103 ciudades de todo el mundo.

Esta Jornada está promovida por las asociación italiana Papaboys (www.papaboys.it), por l Apostolado “Jóvenes por la Vida” (www.youthfl.org), por las Capillas de Adoración Perpetua en todo el mundo (www.adorazione.org), y – desde esta tercera edición – por la Asociación para la promoción de la Oración extraordinaria de todas las Iglesias para la reconciliación, la unidad y la paz, comenzando por Jerusalén.

Para inscribirse personalmente o como grupo o asociación se puede visitar en Facebook el grupo Vogliamo la Pace in Terra Santa 2 (Queremos la Paz en Tierra Santa 2), adhiriéndose a la Jornada, o enviando un e-mail a ufficiostampa@papaboys.it (comunicando lugar y hora del acto organizado).

El 25 de enero de 2011 se hará pública la lista de lugares de todo el mundo donde se podrá participar en una iniciativa por la Paz.

[Más información en: www.prayrup.info]

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Las religiones, valiosas para superar las dificultades de las migraciones
Monseñor Marchetto en la Academia Olímpica de Vicenza
ROMA, lunes 25 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La dimensión religiosa puede ayudar a la “resolución de crisis y desestabilizaciones que, a menudo con superficialidad, llevan a mirar al fenómeno migratorio con una cierta sospecha, como factor de incertidumbre y de conflicto”.

Lo afirmó monseñor Agostino Marchetto, anterior secretario del Consejo Pontificio de la pastoral para los Migrantes e Itinerantes, el jueves 21 de octubre con ocasión de la inauguración del Año Académico 2010-2011 de la Academia Olímpica de Vicenza (Italia).

El prelado habló de una “atención positiva”, que “quiere principalmente educar para superar mentalidades y acciones que esconden un rechazo del otro o que se reducen a su exclusión, hasta llegar a limitaciones más amplias de derechos y libertades, o a criminalizaciones injustificadas hacia aquellos que, empujados por motivos distintos, dejan su tierra de origen para instalarse en otro país”.

“Para la Iglesia católica esto significa cuidado pastoral específico, inserto en una acción más amplia de acogida y de amor hacia el otro que es propia del compromiso de la comunidad de los bautizados, pro es también motivo de elevar la voz para que nunca se olvide la justicia, entendida como respeto de los derechos de la persona y no sólo la aplicación de medidas legislativas, para que se ponga la base de una convivencia pacífica y duradera”.

El fenómeno migratorio, explicó el prelado, afecta hoy a casi 200 millones de personas. Casi el 3% de la población mundial deja su propia tierra de origen, en general para trasladarse hacia áreas con mayor nivel de desarrollo.

Esta realidad está en crecimiento, “lo que comporta inmediatamente – y a menudo de forma dramático – la necesaria disponibilidad a practicar actitudes de comprensión, asistencia, solidaridad que hay que expresar no sólo como recuerdo teórico, sino a través de los instrumentos de la política, del derecho y de las más complejas actividades institucionales realizadas por órganos estatales o por instancias de la comunidad internacional”.

Los problemas relativos a las migraciones, por lo demás, “afectan no sólo a cada país, sino también a la dimensión internacional, las leyes, las instituciones, las estrategias de intervención, y esto precisamente en la perspectiva de una coexistencia pacífica estructurada según esa subsidiariedad de aportaciones que implique personas, sociedades y Estados”.

El papel de las religiones

Frente a estas situaciones, reconoció monseñor Marchetto, “la intervención a la que están llamadas las religiones no es fácil, si no se quiere reducir a la sola denuncia o a una mediación”.

“Se trata, de hecho, de contribuir a determinar las condiciones de desarrollo, y por tanto las políticas de cooperación como ocasión de encuentro cultural y humano”.

Al mismo tiempo, “la dimensión religiosa no puede alejarse” del contexto actual, en el que los inmigrantes son a menudo considerados de modo negativo y “la aportación positiva que las migraciones dan al mundo del trabajo genera disensiones: el migrante se convierte en el que quita trabajo, produce una competencia desleal a niveles salariales, empuja a un mayor traslado de recursos hacia el gasto social”.

“A la dimensión religiosa, además, no se le escapa la actitud de un número cada vez mayor de países que optan por adoptar políticas e instrumentos normativos que tienen un acercamiento a más dimensiones, para la gestión de las migraciones, dirigido a reducir formas de irregularidad, de traslados, descuidando en cambio la necesaria acción preventiva, o al menos dirigida a reducir los abusos hacia los migrantes”.

En este panorama, las perspectivas y las soluciones quedan “confiadas a políticas y normativas que serán tanto más eficaces cuanto más respeten la dignidad humana en la gestión de las migraciones, y capaz de favorecer estrategias consiguientes basadas en amplios consensos, fruto de una amplia convergencia depositada en los instrumentos que favorezcan la eliminación de los conflictos, la cooperación, la estabilidad, objetivos del orden político interno y del de la comunidad internacional, en una palabra, la paz”.

El elemento religioso se convierte por tanto en “un factor esencial para una visión común de gestión de las migraciones y por tanto de la situación de los migrantes, con los cuales son llamados a trabajar múltiples sujetos, responsables o al menos implicados”.

“Una visión fundada en el valor de la reciprocidad y de la comunión entre personas, Estados, Instituciones internacionales, capaces de eliminar posiciones rígidas y garantizar decisiones para la emigración donde no prevalezcan sólo perspectivas ligadas a la seguridad y al beneficio económico, sino también una dimensión social, cultural y, no en último lugar, religiosa, capaz de expresarse a través del instrumento legislativo garante de derechos y deberes”.

Nómadas

Todo ello, indicó el prelado, vale para los migrantes, “pero también para esas poblaciones itinerantes, incluso a veces sedentarias, que son los rom, los sinti, los caminantes, etc, los cuales, con visión mundial, llamamos 'gitanos'”.

“Las expulsiones no pueden ser colectivas, las responsabilidades son personales, debe haber proporción entre los peligros para la seguridad nacional y las medidas correspondientes”, afirmó.

“La más numerosa minoría europea, casi 12 millones de personas, debe ser por ello objeto de una atención particular por parte de la Unión Europea y del Consejo de Europa”.

Aunque “algo se está moviendo”, “son los Estados nacionales los que deben realizar una difícil integración (no asimilación)”.

“El camino es, sobre todo, el de la escolarización de los 5 millones de niños y jóvenes de las comunidades europeas”.

“En cualquier caso – concluyó monseñor Marchetto – también la 'cuestión gitanos' tiene que ver con la paz y demanda el compromiso de la Iglesia y de las religiones a su favor”.

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Emergencia Haití: Se extiende la epidemia de cólera
Varios países anuncian la cancelación de la deuda
MADRID/ROMA, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Se confirma una epidemia de cólera en Haití, algo inusual en el país caribeño, que se explica por el más de un millón de personas sin techo, tras los efectos del terremoto que asoló a este país el pasado enero.

Si no se interviene rápidamente, afirman las autoridades, las enfermedades podrían añadirse a los efectos de la devastación que todavía asola sobre todo a la capital, Puerto Príncipe.

Las personas sin hogar, con escaso acceso al agua, y usando como letrinas las corrientes de agua, de las que a veces también usan el agua, están expuestas, desde hace nueve meses, a este peligro y ahora, en la estación de las lluvias, son ya centenares los muertos por la epidemia de cólera y más de tres mil los afectados. Y la cifra sigue aumentando.

El presidente René Preval ha pedido por televisión a la población que extreme las medidas higiénicas para evitar que la epidemia se extienda. El Gobierno español y numerosas ONG están enviando ayuda para combatir la epidemia.

Las autoridades sanitarias del país caribeño, según informaba una radio local, señalaron que la mayor parte de las víctimas se sitúan en el curso del río Artibonite, que atraviesa el centro y el norte del país, convertido en vertedero por las personas sin hogar.

Por su parte el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo, capital del país fronterizo, República Dominicana, dijo que este brote de cólera es sumamente grave y que las medidas se deben tomar en Haití, y advertir también a la población en territorio dominicano.

Entrevistado, mientras participaba en un seminario sobre preservación del medio ambiente, organizado por el Episcopado Dominicano, el cardenal pidió a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que acudan en auxilio del país caribeño.

Varios países, además de enviar ayuda oficial, que se una a la de numerosas ONG, han anunciado su intención de cancelar la deuda externa a Haití. El Gobierno español, a través de la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Isabel Salgado, anunció hace dos días la condonación total de la deuda.

España, que contribuye a combatir el cólera con 100.000 euros, anunció que el importe del total de la deuda que Haití tenía contraída con este país asciende a 29 millones de euros.

El Ministerio de Exteriores de Italia, en una nota, anunció esta misma intención. “Es una buena señal la confirmación del ministro de Exteriores Franco Frattini, de la intención del Gobierno de cancelar los 40 millones de deuda externa de Haití hacia Italia”, ha declarado a ZENIT este lunes Paolo Beccegato, coordinador de programas internacionales de Caritas Italia.

“En el contexto de las intervenciones puestas en marcha por la Farnesina [sede del Ministerio de Exteriores italiano] en apoyo de la población de Haití, el Gobierno italiano está a punto de suscribir un acuerdo bilateral para la cancelación final de la deuda”, informa un comunicado de la Farnesina.

La consecuencia de tal iniciativa será “la cancelación total de la deuda de Haití respecto a Italia, que es el segundo acreedor” del país caribeño.

“El Acuerdo –especifica la nota de la Farnesina--, contemplará la cancelación de la deuda (derivada de créditos comerciales) por 40,43 millones de euros, que se suman a los casi 12 millones de euros que habían sido ya cancelados en julio de 2008”.

El Gobierno italiano canceló también, en julio de 2009, la propia cuota de los créditos concedidos a Haití por la Comunidad Económica Europea, por un monto equivalente a unos 157.000 euros. Italia se dispone también, en el ámbito del Club de París [foro informal de acreedores oficiales y países deudores] a solicitar que los países acreedores de Haití, no miembros del Club, sean invitados a seguir este ejemplo.

Por Nieves San Martín

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Entrevistas


Los milagros inéditos del Padre Pío, el santo de los estigmas
Habla el autor del nuevo libro, José María Zavala
MADRID, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Se publica en España "Padre Pío. Los milagros desconocidos del santo de los estigmas" (LibrosLibres), en el que el autor, José María Zavala, ha recopilado testimonios de conversiones y curaciones experimentados por su intercesión.

"Nunca había sentido tantos deseos de compartir una experiencia que me ha marcado de por vida", reconoce el autor en esta entrevista concedida a ZENIT, recordando que la canonización de Pío de Pietrelcina (1887-1968), en 2002, batió todos los records de fieles en la historia.

--¿Cómo se le recuerda al Padre Pío en el convento de San Giovanni Rotondo, donde pasó casi toda su vida?

--José María Zavala: Con inmenso cariño. Hay fieles que siguen percibiendo el intenso perfume de sus estigmas como la mejor señal de que nunca les abandona, esa misma fragancia que dejó helado a más de un incrédulo. 

--¿Quedan muchas personas que le trataron íntimamente?

--José María Zavala: Pocas, pero he tenido la gran fortuna de entrevistarlas. Como sor Consolata, una monja de clausura de 95 años que me recibió en el convento para relatarme episodios tan inolvidables como desconocidos. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Igual que a Pierino Galeone, sacerdote octogenario con fama de santo, a quien el Padre Pío curó milagrosamente tras la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo que a Paolo Covino, el capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío. Todos ellos rompen por primera vez su silencio para hablar del Padre Pío en este libro.

--¿Expresan alguna idea común?

--José María Zavala: Todos coinciden en que él hizo lo mismo que Jesús en la tierra: convirtió a los pecadores, sanó a los enfermos, consoló a los afligidos... Cargó con la Cruz durante toda su vida para redimir a los hombres del pecado. El Padre Pío sabía muy bien que sin sacrificio personal era imposible ganar almas para el Señor.

--¿Quién fue el Padre Pío?

--José María Zavala: Un regalazo que Dios hizo a los hombres en pleno siglo XX para que sigan creyendo en Él. Es imposible acercarse con sencillez y sin prejuicios a su figura y permanecer insensible. Conozco a mucha gente cuya fe estaba muerta por falta de obras y que por intercesión suya está ahora muy cerca del Señor, reza y es feliz haciendo felices a los demás.   

--¿Hay una relación entre sus horas de confesionario y los estigmas?

--José María Zavala: "Todo es un juego de amor", decía él. De Amor, con mayúscula, por el prójimo; él sabía muy bien que lo mejor se compra siempre al precio de un gran sacrificio. El Padre Pío vivió "crucificado" durante cincuenta años con estigmas en manos, pies y costado que sangraban a diario. Semejante sufrimiento moral y físico era un medio infalible para liberar a muchas almas de los lazos de Satanás. Por eso mismo se pasaba a veces dieciocho horas seguidas en el confesionario.

--Como un  nuevo cura de Ars...

--José María Zavala: Ahí radica la grandeza de este hombre de Dios. San Giovanni Rotondo, donde vivió y murió, sigue siendo hoy un auténtico camino de Damasco por el que millares de pecadores retornan al Señor. Es el primer sacerdote estigmatizado en la Historia de la Iglesia, y con unos carismas que le hacen muy especial, desde la bilocación hasta el escrutinio de corazones que le permitía leer el alma de los penitentes.

--"Haré más ruido muerto que vivo", comentó un día. ¿Qué quiso decir?

--José María Zavala: Habría que preguntárselo a los centenares de personas en todo el mundo que por su intercesión siguen hoy convirtiéndose y/o curándose milagrosamente de una enfermedad mortal. Muchos de ellos aportan sus impactantes testimonios en este libro. Podemos afirmar que el Padre Pío sigue obrando hoy desde Arriba más prodigios que cuando estuvo en la tierra.

--Usted recoge algunas conversiones impactantes...

--José María Zavala: Gianna Vinci me relató en Roma uno de esos milagros que le dejan a uno boquiabierto. En cierta ocasión, una mujer enferma de cáncer rogó a su marido, agnóstico, que la llevase a San Giovanni Rotondo, pues había oído que el Padre Pío obraba milagros. El hombre puso una condición: esperaría fuera de la iglesia. Así que entró sola la madre con su hijo de diez años. Gianna Vinci estaba allí y lo vio todo. La mujer se arrodilló en el confesionario del Padre Pío mientras éste indicaba al niño que avisase a su padre. El chiquillo obedeció: "¡Papá, te llama el Padre Pío!", le dijo en la puerta. Pero aquel rapaz... ¡era sordomudo! Emocionado, el padre acabó confesándose y su esposa quedó curada del cáncer al instante.

--¿Cuál es el secreto de la popularidad de este santo?

--José María Zavala: El Amor por los demás, insisto. El Padre Pío sigue recogiendo hoy los frutos de su siembra desde el Cielo. En Italia pude sentir el gran cariño que la gente profesa a este pedazo de santo. Al regresar a Madrid, mientras facturaba las maletas en el aeropuerto, un policía empezó a poner pegas. Pero en cuanto vio el retrato del Padre Pío que llevaba para un amigo, me dejó pasar con una sonrisa. "¡Menudo salvoconducto!", pensé.

--¿Va siendo conocido fuera de Italia?

--José María Zavala: Espero que este libro sirva para darle a conocer más en España, donde ya ha hecho unos cuantos milagros. En Argentina, México, Chile o Filipinas cuenta cada vez con más devotos.  

--¿Qué significa este libro en el conjunto de su bibliografía?

--José María Zavala: Es sin duda mi obra más importante. Nunca había sentido tantos deseos de compartir con los lectores una experiencia que me ha marcado de por vida. Dicen que cuando el Padre Pío levanta un alma ya no la deja caer más. Pues eso mismo he comprobado yo en mi propia carne. Invito a todo el que quiera, por muy escéptico que sea, a conocer a este hombre de Dios. Le aseguro que no quedará indiferente.

Más información en www.libroslibres.com

Por Carmelo López-Arias



 

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Documentación


Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado
Presentado hoy por la Santa Sede

CIUDAD DEL VATICANO, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha escrito con motivo de la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado (16 de enero de 2011) con el título Una sola familia humana, y que ha sido dado a conocer hoy en rueda de prensa por monseñor Antonio Mª Vegliò, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes.

* * * * *

 



 



 

Queridos hermanos y hermanas:

La Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado brinda a toda la Iglesia la oportunidad de reflexionar sobre un tema vinculado al creciente fenómeno de la emigración, de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera. «Como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (Jn 13, 34) es la invitación que el Señor nos dirige con fuerza y nos renueva constantemente: si el Padre nos llama a ser hijos amados en su Hijo predilecto, nos llama también a reconocernos todos como hermanos en Cristo.

De este vínculo profundo entre todos los seres humanos nace el tema que he elegido este año para nuestra reflexión: «Una sola familia humana», una sola familia de hermanos y hermanas en sociedades que son cada vez más multiétnicas e interculturales, donde también las personas de diversas religiones se ven impulsadas al diálogo, para que se pueda encontrar una convivencia serena y provechosa en el respeto de las legítimas diferencias. El Concilio Vaticano II afirma que «todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra (cf. Hch 17, 26), y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos» (Decl. Nostra aetate, 1). Así, «no vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2008, 6).

El camino es el mismo, el de la vida, pero las situaciones que atravesamos en ese recorrido son distintas: muchos deben afrontar la difícil experiencia de la emigración, en sus diferentes expresiones: internas o internacionales, permanentes o estacionales, económicas o políticas, voluntarias o forzadas. En algunos casos las personas se ven forzadas a abandonar el propio país impulsadas por diversas formas de persecución, por lo que la huida aparece como necesaria. Además, el fenómeno mismo de la globalización, característico de nuestra época, no es sólo un proceso socioeconómico, sino que conlleva también «una humanidad cada vez más interrelacionada», que supera fronteras geográficas y culturales. Al respecto, la Iglesia no cesa de recordar que el sentido profundo de este proceso histórico y su criterio ético fundamental vienen dados precisamente por la unidad de la familia humana y su desarrollo en el bien (cf. Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 42). Por tanto, todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir.

«En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras» (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 7). Desde esta perspectiva hay que mirar también la realidad de las migraciones. De hecho, como ya observaba el Siervo de Dios Pablo VI, «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» es causa profunda del subdesarrollo (Enc. Populorum progressio, 66) y -podríamos añadir- incide fuertemente en el fenómeno migratorio. La fraternidad humana es la experiencia, a veces sorprendente, de una relación que une, de un vínculo profundo con el otro, diferente de mí, basado en el simple hecho de ser hombres. Asumida y vivida responsablemente, alimenta una vida de comunión y de compartir con todos, de modo especial con los emigrantes; sostiene la entrega de sí mismo a los demás, a su bien, al bien de todos, en la comunidad política local, nacional y mundial.

El Venerable Juan Pablo II, con ocasión de esta misma Jornada celebrada en 2001, subrayó que «[el bien común universal] abarca toda la familia de los pueblos, por encima de cualquier egoísmo nacionalista. En este contexto, precisamente, se debe considerar el derecho a emigrar. La Iglesia lo reconoce a todo hombre, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Migraciones 2001, 3; cf. Juan XXIII, Enc. Mater et Magistra, 30; Pablo VI, Enc. Octogesima adveniens, 17). Al mismo tiempo, los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Los inmigrantes, además, tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional. «Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegado» (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2001, 13).

En este contexto, la presencia de la Iglesia, en cuanto pueblo de Dios que camina en la historia en medio de todos los demás pueblos, es fuente de confianza y de esperanza. De hecho, la Iglesia es «en Cristo com un sacramento o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Dogm. Lumen gentium, 1); y, gracias a la acción del Espíritu Santo en ella, «esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles» (Idem, Const. past. Gaudium et spes, 38). De un modo especial la sagrada Eucaristía constituye, en el corazón de la Iglesia, una fuente inagotable de comunión para toda la humanidad. Gracias a ella, el Pueblo de Dios abraza a «toda nación, razas, pueblos y lenguas» (Ap 7, 9) no con una especie de poder sagrado, sino con el servicio superior de la caridad. En efecto, el ejercicio de la caridad, especialmente para con los más pobres y débiles, es criterio que prueba la autenticidad de las celebraciones eucarísticas (cf. Juan Pablo II, Carta ap. Mane nobiscum Domine, 28).

A la luz del tema «Una sola familia humana» es preciso considerar específicamente la situación de los refugiados y de los demás emigrantes forzados, que son una parte relevante del fenómeno migratorio. Respecto a estas personas, que huyen de violencias y persecuciones, la comunidad internacional ha asumido compromisos precisos. El respeto de sus derechos, así como las justas preocupaciones por la seguridad y la cohesión social, favorecen una convivencia estable y armoniosa.

También en el caso de los emigrantes forzados la solidaridad se alimenta en la «reserva» de amor que nace de considerarnos una sola familia humana y, para los fieles católicos, miembros del Cuerpo Místico de Cristo: de hecho nos encontramos dependiendo los unos de los otros, todos responsables de los hermanos y hermanas en humanidad y, para quien cree, en la fe. Como ya dije en otra ocasión, «acoger a los refugiados y darles hospitalidad es para todos un gesto obligado de solidaridad humana, a fin de que no se sientan aislados a causa de la intolerancia y el desinterés» (Audiencia general del 20 de junio de 2007: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 22 de junio de 2007, p. 15). Esto significa que a quienes se ven forzados a dejar sus casas o su tierra se les debe ayudar a encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los acoge, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida.

Por último, quiero dirigir una palavra especial, acompañada de la oración, a los estudiantes extranjeros e internacionales, que son también una realidad en crecimiento dentro del gran fenómeno migratorio. Se trata de una categoría también socialmente relevante en la perspectiva de su regreso, como futuros dirigentes, a sus países de origen. Constituyen «puentes» culturales y económicos entre estos países y los de acogida, lo que va precisamente en la dirección de formar «una sola familia humana». Esta convicción es la que debe sostener el compromiso en favor de los estudiantes extranjeros, estando atentos a sus problemas concretos, como las estrecheces económicas o la aflicción de sentirse solos a la hora de afrontar un ambiente social y universitario muy distinto, al igual que las dificultades de inserción. A este propósito, me complace recordar que «pertenecer a una comunidad universitaria significa estar en la encrucijada de las culturas que han formado el mundo moderno» (Juan Pablo II, A los obispos estadounidenses de las provincias eclesiásticas de Chicago, Indianápolis y Milwaukee en visita ad limina, 30 de mayo de 1998: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de junio de 2010, p. 7). En la escuela y en la universidad se forma la cultura de las nuevas generaciones: de estas instituciones depende en gran medida su capacidad de mirar a la humanidad como a una familia llamada a estar unida en la diversidad.

Queridos hermanos y hermanas, el mundo de los emigrantes es vasto y diversificado. Conoce experiencias maravillosas y prometedoras, y, lamentablemente, también muchas otras dramáticas e indignas del hombre y de sociedades que se consideran civilizadas. Para la Iglesia, esta realidad constituye un signo elocuente de nuestro tiempo, que avidencia aún más la vocación de la humanidad a formar una sola familia y, al mismo tiempo, las dificultades que, en lugar de unirla, la dividen y la laceran. No perdamos la esperanza, y oremos juntos a Dios, Padre de todos, para que nos ayude a ser, a cada uno en primera persona, hombres y mujeres capaces de relaciones fraternas; y para que, en el ámbito social, político e institucional, crezcan la comprensión y la estima recíproca entre los pueblos y las culturas. Con estos deseos, invocando la intercesión de María Santísima Stella maris, envío de corazón a todos la Bendición Apostólica, de modo especial a los emigrantes y a los refugiados, así como a cuantos trabajan en este importante ámbito.

Castel Gandolfo, 27 de septiembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

[©Libreria Editrice Vaticana]

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Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo (11 a 20)
Inmigración y comunión dentro de la Iglesia católica

 CIUDAD DEL VATICANO, martes 26 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 11 a 20 (versión no oficial), de la reciente Asamblea Extraordinaria para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos – cuyo texto oficial está en árabe –, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, presentadas al Papa Benedicto XVI. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.

* * *



 

Propositio 11

La pastoral de la emigración

La presencia de numerosos cristianos de Oriente en todos los continentes interpela a las Iglesias a adoptar una pastoral específica de la emigración:

1. Los obispos de la emigración visitarán los seminarios en Oriente Medio para presentar la situación y las necesidades de sus eparquías;

2. Formación de los seminaristas en un espíritu misionero, abriéndoles a las diferentes culturas.

3. Preparación y acompañamiento de los sacerdotes enviados en misión fuera del territorio patriarcal.

4. Promoción de una pastoral vocacional en las comunidades fuera del territorio patriarcal.

5. Envío de sacerdotes y erección de eparquías propias, allí donde las necesidades pastorales lo requieran, según las normas canónicas.



 

Propositio 12

Emigración y solidaridad

1. Hacer surgir y reforzar en los emigrantes el sentido de solidaridad y del compartir con los países de origen, contribuyendo a los proyectos pastorales y al desarrollo cultural, educativo, social y económico.

2. Educar a los cristianos de la emigración a conservar la fidelidad a la tradición de sus orígenes.

3. Reforzar los vínculos de comunión entre los emigrantes y la Iglesia de procedencia.



 

Propositio 13

Emigración – formación

Se recomienda que las Iglesias de acogida, en sus normas y prácticas sacramentales y administrativas, conozcan y respeten la teología, las tradiciones y los patrimonios orientales. Esto favorecerá la colaboración con las Iglesias orientales presentes en los países de emigración en la formación y en la pastoral de sus fieles.



 

Propositio 14

Inmigración

La situación de los trabajadores inmigrantes en Oriente Medio, cristianos y no cristianos, sobre todo las mujeres, nos conciernen al más alto grado. Muchos de ellos se encuentran en situaciones difíciles o lesivas de su dignidad.

Solicitamos a los sínodos patriarcales y a las conferencias episcopales, las instituciones caritativas católicas, en particular a Caritas, a los jefes políticos como también a los hombres de buena voluntad, que hagan todo lo que entre en sus competencias para que los derechos fundamentales de los inmigrantes, reconocidos por el derecho internacional, sean respetados, prescindiendo de la nacionalidad y de la religión de los inmigrantes, y para ayudarles en el plano jurídico y humanitario. Nuestras Iglesias deben velar para asegurarles la asistencia espiritual necesaria, como signo de hospitalidad cristiana y de comunión eclesial.



 

Propositio 15

Iglesias de acogida

Para una mejor acogida y acompañamiento de los inmigrantes en Oriente Medio, las Iglesias de procedencia están llamadas a establecer contactos regulares con las Iglesias de acogida, las cuales las ayudarán a dotarse de las estructuras necesarias: parroquias, escuelas, centros de encuentro, etc.



 

II. LA COMUNIÓN ECLESIAL



 

A. Comunión en el seno de la Iglesia católica (ad intra)

Propositio 16

Comunión en el seno de la Iglesia católica

“La santa Iglesia católica, que es el Cuerpo místico de Cristo, consta de fieles que se unen orgánicamente en el Espíritu Santo por la misma fe, por los mismos sacramentos y por el mismo gobierno. Estos fieles, reuniéndose en varias agrupaciones unidas a la jerarquía, constituyen las Iglesias particulares o ritos. Entre estas Iglesias y ritos vige una admirable comunión, de tal modo que su variedad en la Iglesia no sólo no daña a su unidad, sino que más bien la explicita” (Orientalium Ecclesiarum, 2). Para consolidar esta comunión recomendamos:

1. Crear una comisión de cooperación entre las jerarquías católicas de Oriente Medio, encargada de promover estrategias pastorales comunes, un conocimiento recíproco de las tradiciones, de los institutos interrituales, de los organismos de caridad comunes.

2. Organizar encuentros periódicos y regulares entre las jerarquías católicas de Oriente Medio.

3. Praticar una solidaridad material entre las diócesis ricas y las menos ricas.

4. Crear para los sacerdotes una asociación sacerdotal Fidei Donum para favorecer la ayuda recíproca entre eparquías e Iglesias.



 

Propositio 17

Nuevos movimientos eclesiales

Muchos Padres reconocen que los nuevos movimientos eclesiales de tradición occidental, cada vez más presentes en las Iglesias de Oriente Medio, son un don del Espíritu para la Igesia entera. Para que estos movimientos sean recibidos como un carisma para la edificación de la Iglesia, los miembros de estos movimientos deben vivir su propio carisma teniendo en cuenta la cultura, la historia, la liturgia y la espiritualidad de la Iglesia local.

Para alcanzar este objetivo, se pide vivamente a estos movimientos que trabajen en unión con el Obispo local y según sus directivas pastorales. Sería augurable que la jerarquía católica en cada país de Oriente Medio tuviera una postura pastoral común respecto a los movimientos en cuestión, a su inserción y a su actividad pastoral.



 

Propositio 18

La jurisdicción de los Patriarcas

Fuera del territorio patriarcale, para mantener la comunión de los fieles orientales con sus Iglesias patriarcales y asegurarls un servicio pastoral idóneo, es augurable que la cuestión de la extensión de la jurisdicción de los patriarcas orientales a las personas de sus Iglesias en cualquier parte del mundo sea objeto de estudio de cara a adoptar medidas apropiadas.



 

Propositio 19

Situación de los fieles católicos en los Países del Golfo

En un espíritu de comunión y para el bien de los fieles, sría augurable la formación de una comisión qu reagrupe a los representantes de los dicasterios competentes, vicarios apostólicos de la región y represntantes de las Iglesias sui iuris interesadas. Esta estaría encargada de estudiar la situación de los fieles católicos en los países del Golfo, la jurisdicción eclesiástica y de proponer a la Santa Sede las soluciones que juzgue útiles para favorecer la acción pastoral.



 

Propositio 20

Pastoral de las vocaciones

La pastoral vocacional supone que:

- Se rece por las vocaciones en la familia, en la parroquia, etc.,

- Se creen comités para las vocaciones en cada diócesis, que incluyan a sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Estos comités organizan reuniones con los jóvenes con el fin de exponerles las distintas vocaciones en la Iglesia para iluminar su discerniminto;

- Se conciba un proyecto de formación espiritual profunda entre los jóvenes vinculados en los movimientos eclesiales;

- Se sensibilice a las parroquias y a las escuelas en las dimensiones de las diversas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicas;

- Se mantengan o instituyan, donde sea posible, seminarios menores;

- Se invite a los sacerdotes, los religiosos y religiosas, a dar un testimonio coherente entre la vida y las palabras;

- Se intensifique la comunión eclesial y sacerdotal, que exige una apertura a las diversas necesidades pastorales de las diócesis para responder a la falta de sacerdotes;

- Se atraiga a los jóvenes a la vida consagrada mediante el ejemplo de vida espiritual, profunda, luminosa y feliz.

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez]


 

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