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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 4 de noviembre de 2010

El Papa en España

Barcelona ultima los detalles para recibir al Papa

Santa Sede

El Papa insta a empezar por uno mismo la necesaria reforma de la Iglesia

El Vaticano advierte sobre algunos miembros del “Opus Angelorum”

El Amor transforma la muerte en esperanza, explica el Papa

El Papa nombra arzobispo para Paraná en Argentina

Santa Sede: el conflicto palestino-israelí necesita una solución

Mundo

Las elecciones estadounidenses muestran que la política descuida los valores

Cuba ya puede formar a sus futuros sacerdotes en La Habana

Jóvenes mexicanos peregrinan al Santuario de los Mártires

Nueva universidad ofrece esperanza y oportunidades para Oriente Medio

Documentación

Mensaje papal por los 400 años de la canonización de san Carlos Borromeo

Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre “Opus Angelorum”

Mensaje al nuevo seminario de La Habana

Mensaje del Papa al Consejo Pontificio “Justicia y Paz”

Homilía en la misa de sufragio por cardenales y obispos muertos en 2010


El Papa en España


Barcelona ultima los detalles para recibir al Papa
Benedicto XVI pronunciará cuatro discursos en la Ciudad Condal
BARCELONA, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La cosmopolita ciudad de Barcelona está ultimando los detalles para recibir a Benedicto XVI este sábado por la tarde y celebrar, al día siguiente, la dedicación del templo expiatorio de la Sagrada Familia.

Esta mañana, en la plaza Gaudí de Barcelona, frente a la Sagrada Familia, los operarios colocaban sillas y montaban las grandes pantallas a través de las que este domingo podrán seguir los detalles de la dedicación de la iglesia las 37.000 personas invitadas a participar en la ceremonia desde el exterior.

Carteles oficiales de la visita de Benedicto XVI a Barcelona adornaban algunas torres del templo y las tiendas de recuerdos cercanas exponían souvenirs de esta visita.

Sin embargo, algunos de los numerosos turistas de los más lejanos rincones del mundo que esperaban hoy en la larga fila que cada día se forma para visitar la original iglesia de Gaudí todavía permanecían ajenos al acontecimiento que tendrá lugar dentro de tres días en ese mismo lugar.

Desde hace días, sorprenden en numerosas calles de Barcelona balcones engalanados con banderas del Vaticano y pancartas con imágenes de Benedicto XVI, fachadas con mensajes de acogida al Papa e incluso algunos autobuses urbanos con grandes carteles de bienvenida.

A lo largo de esta semana, los participantes en el acto están recibiendo sus invitaciones: 37.000 personas, para celebrar el acto desde el exterior de la Sagrada Familia y cerca de 7.000 privilegiados, para hacerlo desde el interior del templo, que a partir de este domingo será basílica.

Muchos de ellos son de Barcelona, pero también se van a desplazar numerosos peregrinos de diversos puntos más o menos alejados de esta ciudad. Algunos de ellos pernoctarán en hoteles, y otros serán acogidos en centros y hogares barceloneses.

Además de los aspectos más prácticos de esta organización, numerosas personas han preparado espiritualmente la visita papal a través de las catequesis proporcionadas para la ocasión por el arzobispado de Barcelona, de la oración y de diversas iniciativas formativas, culturales y pedagógicas.

De una manera extraordinaria, los medios de comunicación generalistas locales y nacionales están dedicando amplios espacios a la visita papal desde hace varios días, cada uno según su habitual manera de tratar la información relativa a la Iglesia católica.

La visita también ha llegado al debate político, con las previsibles críticas de algunos políticos, pero un consenso casi general en considerarla como algo positivo y en participar en la acogida.

Programa intenso

El Papa tiene previsto llegar al aeropuerto de Barcelona el sábado 6 de noviembre sobre las nueve de la noche.

Allí será acogido por una representación de las autoridades eclesiásticas y de las autoridades civiles autonómicas y locales, aunque no se trata de un recibimiento oficial, que ya habrá tenido lugar por la mañana en Santiago de Compostela.

A pesar de que el programa oficial de la visita a Barcelona empieza el domingo por la mañana, muy numerosos grupos de católicos se han convocado de manera espontánea el sábado al anochecer en las inmediaciones del palacio episcopal, donde pernoctará el Papa.

Jóvenes, familias, religiosos, religiosas, sacerdotes, solteros, jubilados,... quieren recibirle y mostrarle su afecto, y lo harán con el rezo del rosario, cantos, testimonios y sobre todo, la alegría y la emoción que caracterizan este tipo de esperas del Pontífice.

El domingo 7 de noviembre, está previsto que Benedicto XVI salga a las nueve de la mañana del arzobispado hacia la Sagrada Familia en papamóvil.

A lo largo del recorrido, miles de fieles aclamarán y saludarán al Papa por la Vía Layetana/Pau Claris y las calles Diputación y Marina.

En la Sagrada Familia, Benedicto XVI tiene prevista a las 9,30 horas una entrevista privada con los reyes de España en la Sala Museo del templo, y a las diez empezará la celebración eucarística con dedicación de la iglesia y del altar.

Jerusalén celestial

Los asistentes podrán seguir la liturgia de esta misa, disponible en la web del Vaticano, a través de un librito que recibirán en el mismo lugar de la celebración. El Papa pronunciará la homilía.

800 cantores del Orfeó Català, la Coral Sant Jordi y la Escolanía de Montserrat animarán los cantos -algunos clásicos, como el Aleluya de Haendel, y otros más populares, como el Virolai, dedicado a la Virgen de Montserrat-, junto con instrumentistas de diversas orquestas.

Para garantizar la buena marcha del acto, además de los cuerpos de seguridad, la organización cuenta con casi dos mil voluntarios que se encargarán de tareas de servicio de orden, como acompañar y acomodar a los asistentes y controlar los accesos a espacios reservados.

En esa celebración, según el arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, “presididos por el sucesor de Pedro, haremos realidad aquella gran asamblea que soñaba Antonio Gaudí, como anticipación y presencia, de algún modo, de la Jerusalén celestial”.

Acabada la misa, el Papa se dirigirá a la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia y, desde un lugar elevado, dirigido a los asistentes que se encuentren en el exterior, rezará el Ángelus y dirigirá unas palabras y saludos en distintas lenguas.

 


Después volverá a entrar a la Sagrada Familia para descubrir una placa conmemorativa con el nombramiento del templo como Basílica.

Saludo en las calles

Al finalizar el acto, volverá en papamóvil al arzobispado de Barcelona, siguiendo el mismo recorrido realizado por la mañana y será también saludado por las calles de la ciudad.

A las 13 horas, está prevista una comida del Papa con cardenales y obispos y con su séquito en el palacio episcopal.

Por la tarde, a las 16,30 horas, Benedicto XVI saldrá en coche cerrado hacia la sede central de la Obra Benéfico-Social del Niño Dios, situada en la ronda del Guinardó. Ese recorrido será otra oportunidad para que muchas personas puedan saludar al Pontífice.

Además, en las proximidades de la Obra del Niño Dios se habilitará una zona para que los interesados puedan acoger y despedir al Papa. También se instalará una pantalla en una de las fachadas para seguir el desarrollo del acto.

Interés y afecto

El acto que se celebrará en la Obra del Niño Dios está dirigido a las personas con disminuciones, y a sus familiares, que se benefician de los servicios de esa obra, quienes estarán acompañados por los miembros del patronato de la fundación titular y las religiosas y el personal docente y sanitario.

El coordinador de la visita del Papa a Barcelona, el padre Enric Puig, SI, explica en el último número del semanario diocesano de Barcelona Hoja Dominical, que con este acto, “el Santo Padre quiere mostrar su interés y afecto por la labor que realiza esta institución y todas aquellas que dirigen sus esfuerzos a los que más lo necesitan”.

A las 18,30 horas está prevista la ceremonia de despedida de Benedicto XVI en el aeropuerto de Barcelona, en la que el Papa ofrecerá un discurso y que contará con una representación de jóvenes y familias.

Antes de esa despedida, el Papa mantendrá en el aeropuerto un breve encuentro con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

A las 19,15 horas, está prevista la salida del Papa en avión hacia Roma y a las 20,55 horas, la llegada al aeropuerto romano de Ciampino.

El padre Puig espera “una acogida cálida al Santo Padre, que deje en él el recuerdo de una Iglesia diocesana que camina con entusiasmo en el seguimiento de Jesús y de una ciudad y de un país que sabe agradecer su deferencia al dedicar personalmente el templo de la Sagrada Familia, que es un signo de fe de la comunidad cristiana y también de identidad, y una muestra significativa de la cultura”.

Por Patricia Navas

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Santa Sede


El Papa insta a empezar por uno mismo la necesaria reforma de la Iglesia
Propone el ejemplo de san Carlos Borromeo a los 400 años de su canonización
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI instó a reformar la Iglesia empezando por uno mismo y detalló unas indicaciones para llevar a cabo esta necesaria purificación proponiendo el ejemplo de san Carlos Borromeo.

Lo hizo en un mensaje dirigido al arzobispo de Milán, el cardenal Dionigi Tettamanzi, con motivo del cuarto centenario de la canonización de este santo, hecho público este jueves por la Oficina de Información de la Santa Sede.

“En tiempos oscurecidos por numerosas pruebas para la comunidad cristiana, con divisiones y confusiones doctrinales, con el empañamiento de la pureza de la fe y de las costumbres y con el mal ejemplo de varios ministros sagrados, Carlos Borromeo no se limitó a deplorar o a condenar, ni simplemente a auspiciar el cambio en los demás, sino que empezó a reformar su propia vida”, destacó.

En concreto, abandonó las riquezas y las comodidades y llenó su vida de oración, penitencia y dedicación amorosa a su pueblo, y vivió de manera heroica la pobreza, la humildad y la castidad, en un continuo camino de purificación ascética y de perfección cristiana, afirmó el Pontífice.


Benedicto XVI escribió que este santo “era consciente de que una reforma seria y creíble debía empezar precisamente por los pastores, para que tuviera efectos beneficiosos y duraderos en todos el Pueblo de Dios”.

Fuentes de la santidad

“En esa acción de reforma supo recurrir a las fuentes tradicionales y siempre vivas de la santidad de la Iglesia católica”, continuó.

Y enumeró esas fuentes: la centralidad de la Eucaristía, la espiritualidad de la cruz, frecuentar con asiduidad los sacramentos, la Palabra de Dios meditada, leída e interpretada en la Tradición y el amor y devoción al Papa.

El Pontífice también subrayó que la conversión de cada miembro de la Iglesia a Dios es la “exigencia primera y más urgente en la Iglesia” en todas las épocas.

Reconoció de nuevo que hoy la comunidad eclesial “se muestra necesitada de purificación y reforma” y que no le faltan “pruebas ni sufrimientos”.

Y en este sentido, auspició “que el ejemplo de san Carlos nos impulse a empezar siempre desde un serio compromiso de conversión personal y comunitaria, a transformar los corazones, creyendo con firme certeza en el poder de la oración y de la penitencia”.

De los presbíteros y diáconos, el Papa deseó especialmente “una fe limpia y una vida sobria y pura” y les instó a “a hacer de su vida un valiente camino de santidad, a no temer la exaltación de ese amor confiado en Cristo por el que el obispo Carlos estuvo dispuesto a olvidarse a sí mismo y a dejarlo todo”.

La caridad contagia

En su mensaje, el Obispo de Roma destacó que “la extraordinaria obra de reforma que san Carlos realizó en las estructuras de la Iglesia” nacía de su vida santa y conformada cada vez más a Cristo.

“Admirable fue su obra de guía del pueblo de Dios, de meticuloso legislador, de genial organizador”, señaló.

También recordó que durante su episcopado, su diócesis “se sintió contagiada por una corriente de santidad que se propagó a todo el pueblo” y esto fue posible gracias al “ardor de su caridad”.

“Donde existe la experiencia viva del amor, se revela el rostro profundo de Dios que nos atrae y nos hace suyos”, afirmó el Papa.

Benedicto XVI invitó a a hacer “de la Eucaristía el verdadero centro de nuestras comunidades” y aseguró que “toda obra apostólica y caritativa tomará vigor y fecundidad de esta fuente”.

El Pontífice concluyó su mensaje renovando su llamada a los jóvenes a la santidad: “Dios os quiere santos, porque os conoce en lo profundo y os ama con un amor que supera toda comprensión humana”, dijo.

Y añadió: “Vosotros, queridos jóvenes, no sois sólo la esperanza de la Iglesia; ¡vosotros ya formáis parte de su presente! Y si tenéis la audacia de creer en la santidad, seréis el tesoro más grande de vuestra Iglesia ambrosiana, que se ha edificado sobre santos”.

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El Vaticano advierte sobre algunos miembros del “Opus Angelorum”
Carta a los presidentes de los episcopados de todo el mundo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre 2010 (ZENIT.org).- La asociación Opus Angelorum ha recibido el pleno reconocimiento canónico después de un largo proceso de purificación de errores y desviaciones.

Sin embargo, la Santa Sede advierte que algunos miembros, en desobediencia a las normas dictadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, intentan volver a las teorías y usos que motivaron la intervención de la asociación hace treinta años.

Así lo afirma una Carta circular a los presidentes de todos los episcopados del mundo, que ha sido hecha pública hoy por la Santa Sede, para advertir a los obispos sobre esta situación.

La Carta lleva fecha del 2 de octubre pasado, y está firmada por el prefecto de la Congregación, cardenal William Levada, y por el secretario, monseñor Luis Ladaria.

Sobre ella ha informado también el director de la Oficina de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi, en una breve nota en la que aclara que la intención de esta carta es “poner al día a los obispos sobre la actual situación doctrinal y canónica de esta asociación”.

En la misiva se recuerdan todas las diposiciones tomadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 1983, tras examinarse las costumbres y enseñanzas de Opus Angelorum y de la orden de los “Canónigos Regulares de la Santa Cruz”.

Opus Angelorum

Básicamente, el motivo de la investigación fue la difusión, por parte de esta asociación, de las supuestas visiones privadas de Gabriele Bitterlich (1896-1978), laica alemana de origen austríaco, revelaciones no conformes con las enseñanzas de la Iglesia, sino consideradas más bien cercanas al gnosticismo.

Según explica la Congregación en esta carta a los obispos, se intimó a los miembros de Opus Angelorum a “conformarse a la doctrina de la Iglesia y a la enseñanza de los santos Padres y Doctores”.

Concretamente, se les prohibía “usar los 'nombres' conocidos por las presuntas revelaciones privadas, atribuidas a la señora Gabriele Bitterlich, ni enseñar, difundir o utilizar en modo alguno las teorías procedentes de estas presuntas revelaciones”.

Otro de los puntos controvertidos consistía en el uso no permitido de añadidos litúrgicos.

En 1992, la Congregación confió a un delegado, el dominico Benoît Duroux, la tarea de encauzar al Opus Angelorum y vigilar que se llevasen a cabo las disposiciones de la Santa Sede.

“En el curso de los años transcurridos desde entonces, dicho Delegado, P. Benoît Duroux, o.p., consiguió llevar a término las tareas que se le habían confiado, y se puede considerar que hoy, gracias a la obediencia demostrada por sus miembros, Opus Angelorum vive leal y serenamente en conformidad a la doctrina de la Iglesia y a las normas litúrgicas y canónicas”, afirma la Carta.

De hecho, el 31 de mayo de 2000, “esta Congregación aprobó la fórmula de una consagración a los SS. Ángeles para el Opus Angelorum”. Posteriormente, se aprobaron los Estatutos de este Opus Sanctorum Angelorum, dándole forma de asociación pública.

También la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz, vinculada a esta asociación, ha recibido la aprobación de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica

A día de hoy, en el Opus Angelorum “no subsiste obstáculo alguno de orden doctrinal o disciplinario a que los Ordinarios locales acojan en sus diócesis tal asociación y favorezcan su desarrollo”.

Desobediencia

Sin embargo, la Congregación para la Doctrina de la Fe advierte a los obispos sobre “un cierto número de miembros del Opus Angelorum, entre ellos incluso diversos sacerdotes” que “no han aceptado las normas dadas por este Dicasterio y aspiran y trabajan para restaurar lo que según ellos sería el 'autentico Opus Angelorum'”.

Lo grave es que su difusión, sigue advirtiendo el dicasterio, “se hace de forma muy discreta y se presenta como si estuviese en plena comunión con la Iglesia católica”.

Por ello invita a los obispos “a la vigilancia respecto a tales actividades disgregadoras de la comunión eclesial y, en el caso de que las hayan identificado en la propia diócesis, a una prohibición de las mismas”.

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El Amor transforma la muerte en esperanza, explica el Papa
En una misa de sufragio por cardenales y obispos fallecidos en este año
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- A la luz del Amor de Dios, la muerte cobra un se convierte en signo de vida, de vida eterna y por tanto de esperanza; aseguró Benedicto XVI este jueves en una misa de sufragio por los cardenales y obispos muertos durante este año.

En la homilía de esta eucaristía, que también Juan Pablo II acostumbraba a celebrar todos los años a inicios del mes de noviembre en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el pontífice ofreció una íntima meditación sobre una de las promesas de Cristo, quien prometió la vida eterna "a quien que crea en él".

En Jesús, aclaró, "Dios se acercó al hombre en el amor, hasta el don total, hasta el umbral de nuestra soledad última, arrojándose en el abismo de nuestro extremo abandono, atravesando la puerta de la muerte".

Cristo, añadió, "borra completamente la idea de un Dios lejano y extraño al camino del hombre, y revela, más bien, su verdadero rostro: Él nos entregó a su Hijo por amor, para ser el Dios cercano, para hacernos sentir su presencia, para venir a nuestro encuentro y llevarnos en su amor, de manera que toda la vida sea animada por este amor divino".

"Dios no se adueña, sino que ama sin medida. No manifiesta su omnipotencia en el castigo, sino en la misericordia y en el perdón", subrayó.

"Comprender todo esto significa entrar en el misterio de la salvación: Jesús vino para salvar y no para condenar; con el Sacrificio de la Cruz él revela el rostro de amor de Dios", siguió aclarando.

"Y precisamente por la fe en el amor sobreabundante que se nos ha dado en Cristo Jesús, sabemos que incluso la más pequeña fuerza de amor es más grande que la mayor fuerza destructora y puede transformar el mundo, y por esta misma fe podemos tener una 'esperanza fiable', en la vida eterna y en la resurrección de la carne".

En la eucaristía el Papa recordó en particular a los cardenales Peter Seiichi Shirayanagi, arzobispo emérito de Tokio; Cahal Brendan Daly, arzobispo emérito de Armagh y primado de Irlanda; Armand Gaétan Razafindratandra, arzobispo emérito de Antananarivo, Thomas Spidlik, gran teólogo jesuita de espiritualidad oriental de origen checo, Paul Augustin Mayer, benedictino y antiguo prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Luigi Poggi, antiguo nuncio en Italia.

La homilía del Papa puede leerse en la sección de documentos de la página web de ZENIT.



 

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El Papa nombra arzobispo para Paraná en Argentina
Monseñor Juan Alberto Puiggari
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado arzobispo de Paraná en Argentina a monseñor Juan Alberto Puiggari, de 60 años, actualmente obispo de Mar del Plata, según ha anunciado este jueves la Oficina de Información de la Santa Sede.

Sustituye en el gobierno pastoral de la arquidiócesis a monseñor Mario Luis Bautista Maulión, quien había presentado su renuncia por motivos de edad.

Monseñor Puiggari nació en la ciudad de Buenos Aires el 21 de noviembre de 1949. Recibió formación en Buenos Aires del presbítero Luis María Etcheverry Boneo, su tío, hoy en proceso de beatificación,  y estuvo apostólicamente vinculado a la Asociación Argentina de Cultura, Obra fundada y animada por el padre Etcheverry Boneo, especialmente en el Colegio San Pablo y la Agrupación Universitaria Misión.

Después de finalizar estudios universitarios en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA) de la que egresó con el título de Licenciado, y tras realizar estudios teológicos en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, fue ordenado sacerdote el 13 de noviembre de 1976 en la catedral de Paraná, por monseñor Adolfo Servando Tortolo, arzobispo de Paraná.

Su ministerio pastoral estuvo siempre vinculado al Seminario Arquidiocesano de Paraná, cuyo equipo de Superiores integró desde 1977. Fue profesor de asignaturas filosóficas en el Seminario Menor y el Seminario Mayor, y rector del Instituto Secundario del Seminario, incorporado a la enseñanza oficial. Se desempeñó como rector del seminario desde 1992.

Elegido obispo titular de Turuzi y auxiliar de Paraná el 20 de febrero de 1998 por Juan Pablo II, fue ordenado obispo el 8 de mayo de 1998, en la catedral de Paraná, por monseñor Estanislao Esteban Karlic, arzobispo de Paraná, y por los obispos monseñor Luis Guillermo Eichhorn, de Gualeguaychú, y monseñor Mario Antonio Cargnello, de Orán, como obispos co-consagrantes.

El 7 de junio de 2003 Juan Pablo II lo trasladó como obispo de Mar del Plata, sede de la que tomó posesión e inició su ministerio pastoral el 10 de agosto de 2003.

En la Conferencia Episcopal Argentina es miembro de la Comisión de Ecumenismo, relaciones con el judaísmo, el islam y las religiones (CEERJIR).

La arquidiócesis de Paraná

Fue creada como diócesis el 13 de junio de 1859 por el beato Pío IX y elevada a arquidiócesis el 20 de abril de 1934 por Pío XI. La sede episcopal está en la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos, y capital de la Argentina de 1853 a 1863. La circunscripción arquidiocesana comprende en la provincia de Entre Ríos los departamentos de Diamante, Feliciano, La Paz, Nogoyá, Paraná y Villaguay. Y los distritos Achiras, Banderas y Sauce de Luna del departamento Federal con una superficie total de 28.426 kilómetros cuadrados y una población de unos 570.000 habitantes, de los cuales se estima que el 90% son católicos.

Según la Guía Eclesiástica Argentina la arquidiócesis paranaense cuenta con 52 parroquias, 130 sacerdotes (119 diocesanos y 11 religiosos), 10 religiosos no sacerdotes, 44 seminaristas mayores, 189 religiosas, y 82 centros educativos.

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Santa Sede: el conflicto palestino-israelí necesita una solución
Monseñor Chullikatt pide a la ONU nuevos esfuerzos por la paz
NUEVA YORK, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La solución del conflicto entre israelíes y palestinos supone una parte vital de la búsqueda de una salida a los numerosos problemas que sumen en el “caos” a todo Oriente Medio, muchos de los cuales tienen serias repercusiones en el resto del mundo, según la Santa Sede.

Monseñor Francis Chullikatt, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, afirmó esto el pasado martes, antes de la reunión del Comité Especial sobre Política y Descolonización y la Agencia encargada de los Refugiados Palestinos en el Oriente Próximo.

"La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) y la Misión Pontificia para Palestina”, reiteró monseñor Chullikatt, "llevan trabajando casi 60 años para asistir a los refugiados palestinos proveyéndoles servicios médicos, educativos y sociales, que normalmente deberían ser responsabilidad de la autoridad gobernativa local".

"Además", añadió el prelado, “mi delegación tiene confianza en que allí hay hombres y mujeres de buena voluntad que tienen el deseo y la dedicación para promover el establecimiento de esa autoridad gubernamental".

La Historia se repite

El arzobispo recordó a la asamblea que “el punto de vista de la Santa Sede es que muchas de las cuestiones planteadas en el informe anual del Comisionado General de la UNRWA son, en esencia, los síntomas de las grandes cuestiones que se han enconado en la región durante demasiados años".

"Cada año en este encuentro nos enfrentamos con una aparentemente interminable lista de dificultades y diferencias que separan a palestinos e israelíes”, prosiguió.

El observador permanente mostró su esperanza de que el renovado proceso de paz “pueda llevar a las causas profundas de estos síntomas y, de una vez por todas, ayude a israelíes y palestinos a establecer un Estado seguro para los ciudadanos de Israel y un Estado seguro que sea patria para el pueblo palestino”.

"Cada pueblo – observó – ha sido obligado durante casi seis décadas a vivir bajo la amenaza de actos explosivos de terrorismo o de incursiones militares que han provocado a menudo la muerte de civiles inocentes, niños, adolescentes y ancianos”.

Monseñor Chullikatt urgió a las partes involucradas a hacer frente a las negociaciones, "la comunicación mutua y el intercambio respetuoso de posturas, de manera responsable, sin demora".

La clave de la resolución de muchas de las situaciones que provocan el caos en la región de Oriente Medio está profundamente conectada con la resolución del conflicto palestino-israelí, afirmó.

El prelado reiteró que después de seis décadas de conflicto, “es el momento ahora de sustituir este fracaso con la determinación de recurrir a la negociación en lugar de a la violencia”, con el fin de "lograr la estabilidad y la paz en Tierra Santa”.

Al respecto, monseñor Chullikatt pidió a la comunidad internacional que “continúe sus esfuerzos para facilitar con rapidez el acercamiento entre ambas partes".

Jerusalén, ciudad de todos

La Santa Sede, añadió, “subraya una vez más que una solución duradera debería incluir el estatus de la Ciudad Santa de Jerusalén”.

“A la luz de los numerosos incidentes violentos y de las limitaciones al libre acceso provocadas por el Muro de Seguridad”, la Santa Sede renueva su apoyo a que se adopten “disposiciones garantizadas internacionalmente para asegurar la libertad de religión y de conciencia de sus habitantes, así como acceso permanente, libre y sin trabas a los Santos Lugares de los fieles de todas las religiones y nacionalidades".

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]

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Mundo


Las elecciones estadounidenses muestran que la política descuida los valores
Revelaciones con estudios de opinión del último libro de Carl Anderson
NEW HAVEN, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Los resultados de las elecciones legislativas de este 2 de noviembre en Estados Unidos demuestran una fractura entre los valores del pueblo estadounidense y los intereses de su clase política, considera Carl Anderson, cabellero supremo de los Caballeros del Colón.

Anderson, autor superventas registrado por el New York Times, publicó ese mismo día un nuevo libro titulado "Más allá de una casa dividida: el consenso moral ignorado por Washington, Wall Street y los medios de comunicación" (Beyond a House Divided: The Moral Moral Consensus Ignored By Washington, Wall Street and the Media), en el que hace un análisis de los estudios de opinión realizados en los últimos meses en el país, superando posiciones partidistas.

Con datos a la mano de los últimos sondeos sobre las frustraciones y esperanzas de los estadounidenses, Anderson subraya que ni los políticos, ni los medios de comunicación, ni hombres de negocios en general han percibido la importancia que la mayoría de la población atribuye a los valores morales, la ética en los negocios, la restricción del aborto, y a la importancia de una adecuada relación entre la Iglesia y el Estado.

El libro desmonta con números algunos de los sondeos realizados en los últimos años en los que se presenta la realidad como blanca o negra, polarizada, pues sólo se dan dos opciones de respuesta convincentes a las cuestiones analizadas.

En realidad, muestra Anderson, no hay tanta división o polarización sobre cuestiones ideológicas o sobre los valores, la división es más bien entre algunas instituciones estadounidenses, en particular políticas, y el pueblo estadounidense, cuyos valores no son compartidos con frecuencia por las instituciones.

"Continuamente los sondeos han revelado que la brújula moral del pueblo estadounidense es profunda y sigue apuntando hacia una senda ética para nuestro país", afirma Anderson en una declaración enviada a ZENIT.

"Parece que el consenso, la mejor esperanza para superar los partidismos institucionalizados y la divisiones, es ignorado con demasiada frecuencia. Contamos con un consenso moral en economía, en la necesidad de una ética en el gobierno, e incluso en cuestiones que parecen intocables, como el aborto, en cuyo caso 8 de cada 10 estadounidenses concuerdan con algunas restricciones".

"Lo que ahora necesitamos son personas en instituciones decisivas que promuevan con valentía estos valores trascendentes", añade.

Entre las revelaciones del libro, aparecen estudios de opinión en los que se muestran que una aplastante mayoría ha escogido "el regreso a los valores tradicionales" entre las opciones como la mejor esperanza para el futuro de Estados Unidos.

Más información sobre el libro, publicado por Doubleday, en www.beyondahousedivided.com

 

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Cuba ya puede formar a sus futuros sacerdotes en La Habana
Inaugurado el Seminario de San Carlos y San Ambrosio
LA HABANA, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Este miércoles, fue inaugurado el nuevo Seminario de San Carlos y San Ambrosio de La Habana, Cuba. Con este motivo, Benedicto XVI envió un breve mensaje en el que expresa el deseo de que este centro sea sede “de una cuidada preparación humana, espiritual y académica de los futuros sacerdotes”.

El mensaje de Benedicto XVI –enviado por su secretario de Estado, cardenal Bertone- fue leído por uno de los obispos auxiliares de la capital, monseñor Alfredo Petit.

“El Papa les invita a identificarse cada día más con los sentimientos de Cristo, buen pastor --señala--, por medio de la oración asidua, la seria aplicación al estudio, la escucha humilde de su divina palabra, la digna celebración de los sacramentos y el testimonio audaz de su amor como auténticos discípulos y misioneros del evangelio de la salvación”.

“Con estos vivos deseos, el Santo Padre, a la vez que confía a toda la comunidad de esa institución docente a la protección de la santísima Virgen María, que bajo el título de nuestra señora de la Caridad del Cobre, es invocada con fervor en la amada nación cubana, les imparte de corazón una especial bendición apostólica, que complacido extiende a todos los que generosamente han contribuido a la construcción del nuevo edificio y a los participantes en la celebración inaugural”, concluye el mensaje.

Este centro de estudios de futuros sacerdotes se sitúa a 17 kilómetros al sureste de La Habana, y su primera piedra –que se puede ver en el pavimento, protegida por un vidrio transparente- fue bendecida por Juan Pablo II, en su visita a la Isla, del 21 al 26 de enero de 1998.

El Seminario conserva el nombre del centro de estudios para sacerdotes anterior a la revolución castrista –San Carlos y San Ambrosio--, en La Habana vieja, que será un centro cultural de la diócesis.

Entre las numerosas personalidades políticas, eclesiásticas, culturales y representantes de credos religiosos, estaban el Presidente de Cuba Raúl Castro; numerosos ministros, en especial los de Exteriores y Cultura; y altos dirigentes de la Oficina del Partido Comunista para las Relaciones con las Confesiones Religiosas, presididos por Caridad Diego.

De los trescientos invitados, vinieron de Estados Unidos: el arzobispo de Miami Thomas Wenski y Carl Anderson, caballero supremo de los Caballeros de Colón, los dos principales donantes en esta obra. Su apoyo económico, junto a algunas conferencias episcopales, la hizo posible.

En unas 22 hectáreas, se alzan ocho edificios que acogerán a más de un centenar de estudiantes. Los edificios albergarán los cursos de Teología y Filosofía, Rectorado, Biblioteca, Aula Magna y Capilla.

Entre otros asistentes, estaban el presidente de la Conferencia Episcopal de Cuba Dionisio García, y obispos de México, Nassau e Italia.

En su relato del itinerario hasta la meta en el plazo previsto, el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, recordó que este segundo Seminario –el otro está en Santiago de Cuba- fue posible también “por las facilidades que dieron las autoridades para importar materiales inexistentes en Cuba; por la “autorización para operar en moneda nacional”, así como por “los precios asequibles para la adquisición de los materiales necesarios”.

El purpurado recordó la promesa del entonces presidente de Cuba Fidel Castro, quien al despedir a Juan Pablo II le aseguró que su Gobierno “apoyaría plenamente la iniciativa”. “Esta promesa --añadió el cardenal Ortega- fue cumplida fielmente y por ello, en nombre de la Iglesia cubana, doy las gracias al doctor Raúl Castro, hoy entre nosotros, que nos honra con su presencia”.

El arzobispo de La Habana recordó el apoyo de la Santa Sede, de la Comisión Pontificia para América Latina, de tantas instituciones eclesiales de Italia, Francia y España y varios países latinoamericanos.

Subrayó la importancia de la aportación de la Iglesia, de sus sacerdotes y religiosos, al desarrollo y crecimiento integral del país, y el deseo general de que los sacerdotes que salgan de este Seminario impulsen los esfuerzos de todos los cubanos para que el país camine hacia el futuro.

Más presencia

Este martes, en una entrevista concedida al diario La Jornada, María Caridad Campistrous recordaba el largo y lento itinerario que han debido recorrer los católicos para dejar de ser ciudadanos de segunda. Macucha, como la llaman familiarmente, dirige el Instituto Pastoral Pérez Serantes, centro de formación de laicos de la archidiócesis de Santiago de Cuba, en el oriente del país.

Recordó que hoy la Iglesia cuenta con su mayor presencia pública en Cuba, después del conflicto de los años 60. Nació su prensa digital y tiene un pequeño acceso a la radio y la televisión.

Moviliza a miles de feligreses en la calle, con motivo del IV Centenario de la llegada de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la Isla, que culmina en 2012.

La Iglesia es interlocutora de alto nivel de las autoridades, intermediaria en la liberación de presos, y ahora abre este Seminario, la primera gran obra católica en la isla en 50 años.

El Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC), en 1986, fue el fulcro que impulsó a la Iglesia a una mayor presencia en la sociedad y vida cubana.

En el centro donde es profesora Macucha, basándose en la doctrina social de la Iglesia, se enseña Antropología, Filosofía, Historia de la Iglesia y Comunicación, entre otras asignaturas. Cuenta con el apoyo de la Universidad Pontificia de Comillas (España), regida por los jesuitas. En dos décadas, ya han egresado de este centro centenares de graduados, que ahora son catequistas o líderes en comunidades de base.

Por Nieves San Martín



 

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Jóvenes mexicanos peregrinan al Santuario de los Mártires
El 6 de noviembre
GUADALAJARA, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org-El Observador).- El próximo sábado 6 de noviembre se llevará a cabo la Segunda Peregrinación Nacional Juvenil al Santuario de los Mártires, situado en esta ciudad del occidente mexicano.  La organización de este encuentro nacional de jóvenes en el Santuario de los Mártires que se está construyendo en Guadalajara, corre a cargo de la "Generación Cristo Rey", surgida al amparo de las peregrinaciones anuales que realizan en el mes de enero miles de jóvenes católicos al Cristo Rey que corona el Cerro del Cubilete, en el corazón geográfico del país.

Prácticamente todas las diócesis del centro y occidente de México enviarán contingentes de jóvenes a este Santuario que surgió por iniciativa y bajo el impulso del arzobispo de Guadalajara, cardenal Juan Sandoval Íñigüez.  De acuerdo con los organizadores de la Peregrinación, la idea es que los jóvenes se encuentren con Cristo Rey, presente realmente en la Eucaristía; dar a conocer la vida de los santos mártires mexicanos; presentarlos como un modelo de vida para los jóvenes; dar cauces de expresión a la juventud a favor de la vida y la familia y que los jóvenes conozcan este Santuario y lo tomen como propio.

La orden del día 6 de noviembre incluye animación y adoración, peregrinación al Santuario de los Mártires, reflexión sobre los testimonios de martirio que se dieron en México durante la persecución religiosa del siglo XX, la celebración de la Misa --que será presidida por el propio cardenal Juan Sandoval Íñigüez y por el nuncio apostólico de México, el arzobispo Christophe Pierre, y finalmente, un compromiso de los jóvenes para con Cristo Rey y la paz en México.

El Santuario de los Mártires de Cristo en la arquidiócesis de Guadalajara --concebido como una obra de fe y caridad-- congrega a 25 testimonios de santidad y martirio (entre ellos tres laicos) durante la etapa de persecución en México (1926-1929) entronizados en los altares por Juan Pablo II el 21 de mayo del año 2000.  Se trata del primer santuario dedicado a la veneración de San Cristóbal Magallanes y compañeros que dieron su vida durante los tiempos aciagos de la persecución desatada durante el mandato del presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928). 

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Nueva universidad ofrece esperanza y oportunidades para Oriente Medio
Fundada por el arzobispo melkita católico Elias Chacour
NAZARET, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La primera universidad árabe-cristiana plenamente acreditada en Israel, el Nazareth Academic Institute (NAI), abrió sus puertas este lunes, ofreciendo un “nuevo modelo” de educación de nivel superior en el país, que proporciona una educación en igualdad de oportunidades y estudios de paz.

Situado originariamente en Ibillin, cerca de Haifa, el NAI funcionó como un campus dependiente de la Universidad de Indianápolis, informó la universidad a través de un comunicado de prensa.

En marzo de 2009, años después de trabajar para adaptarse al sistema académico israelí, el Consejo de Educación Superior y el Gobierno de Israel reconocieron y aceptaron la escuela como universidad privada israelí.

Durante su visita a Tierra Santa en mayo de 2009, Benedicto XVI bendijo la primera piedra de la nueva universidad después de celebrar una misa con árabes cristianos.

El 1 de noviembre, han sido aprobados los currículum del Departamento de Química y del Departamento de Comunicaciones Sociales.

El Consejo de Educación Superior también está evaluando, para aprobar sus planes de estudios, los departamentos de Informática y Terapia ocupacional (éste último está trabajando en colaboración con el Hospital Francés de Nazaret).

En la etapa de planificación se encuentran programas para Estudios medioambientales, Ciencias de la alimentación y nutrición, Turismo y Teología.

Los estudiantes de cada campo deberán realizar un curso del Programa de Estudios de Paz y Liderazgo, centrado en cuestiones como “cómo avanzar y asegurar la coexistencia pacífica y la cooperación en una región multiétnica y multireligiosa como Oriente Medio”.

“El NAI cree que la paz es posible y que puede comenzar en el aula”, escribe la universidad. “Para que esto suceda, los estudiantes deben aprender cómo actuar en la sociedad, no sólo en el lugar de trabajo, de manera que el NAI construye su educación en torno a un currículum de estudios de paz”.

“Obligatorio para todos los estudiantes, este núcleo de paz les anima a evaluar cuestiones regionales desde múltiples perspectivas y discursos culturales en conflicto”.

“También fomenta las capacidades de pensamiento crítico, negociación y resolución de conflictos, que los estudiantes necesitan para identificar soluciones y construir consenso en una sociedad diversa”.

“Los estudiantes descubren no sólo el por qué de las cuestiones de la coexistencia sino cómo pueden ellos crearla en sus vidas personales y profesionales”, añade el comunicado.

Apoyos

El fundador del NAI es el arzobispo melkita católico Elias Chacour de Akka, Haifa, Nazaret y toda la Galilea.

Tres veces nominado al Premio Nobel de la paz, nació y creció en Baram, un pueblo árabe situado al norte de Galilea, cerca de la frontera con el Líbano.

Cuando era pequeño, él y su familia fueron exiliados durante la guerra entre Israel y Palestina. Años después, después de ser ordenado en la Iglesia melkita (greco-católica), el padre Elias estableció una guardería en su parroquia de Ibillian, para su comunidad, predominantemente cristiano-árabe.

Después, abrió una escuela elemental, un instituto y finalmente, en 2003, fundó una universidad, con la ayuda de la Universidad de Indianápolis.

Las instalaciones creadas por el padre Elías llegaron a ser conocidas como las Mar Elias Educational Institutions (MEEI).

El vicepresidente de la Junta Internacional de Consejeros del NAI y exembajador de Austria en Israel Kurt Hengl, reconoció la importancia del trabajo del padre Elías y del MEEI.

“Estas instituciones cumplen una función regional importante, ayudando a los árabes israelíes a lograr altos niveles profesionales y académicos y permitiéndoles integrarse mejor en la sociedad y la economía israelí”, afirmó.

También añadió que la organización desempeña una función vital en la ayuda a las chicas árabes musulmanas para liberarse lentamente de las “estructuras patriarcales” de la cultura.

El Nazareth Academic Institute ha recibido un gran apoyo político de varios grupos. El presidente israelí y Premio Nobel de la Paz Shimon Peres ve la “realización de la universidad en Nazaret como una importante contribución a la coexistencia pacífica de judíos y árabes en Israel”.

También lo han apoyado la Unión Europea y la Administración de los Estados Unidos, así como destacados líderes de la Iglesia católica, entre ellos el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn.

Hengl reconoció los grandes desafíos que la universidad debe afrontar en términos de financiación: “Las tasas de los estudiantes, la mayoría de ellos de familias con ingresos modestos, no cubren los costos”, explicó. Además, la universidad no recibe subvenciones del Gobierno.

“Se necesitarán enormes esfuerzos para llevar a la práctica y asegurar las visiones de [monseñor] Chacour de una institución académica de inspiración cristiana para la juventud de Galilea -cristianos y musulmanes, judíos y drusos”, dijo Hengl.

Y concluyó: “Toda ayuda, apoyo político y financiero, trabajo voluntario y oración, es bienvenida”.

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Más información:

Nazareth Academic Institute: http://www.nazareth.ac.il/

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Documentación


Mensaje papal por los 400 años de la canonización de san Carlos Borromeo
La primera necesidad en la Iglesia: que sus miembros se conviertan

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el mensaje que el Papa envió al arzobispo de Milán, el cardenal Dionigi Tettamanzi, con motivo de la celebración del IV centenario de la canonización de san Carlos Borromeo, hecho público este jueves por la Oficina de Información de la Santa Sede.



 

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Al venerado Hermano

Cardenal DIONIGI TETTAMANZI

Arzobispo de Milán

Lumen caritatis. La luz de la caridad de san Carlos Borromeo ha iluminado a toda la Iglesia y, renovando los prodigios del amor de Cristo, nuestro Sumo y Eterno Pastor, ha traído nueva vida y nueva juventud al rebaño de Dios, que atravesaba tiempos dolorosos y difíciles. Por eso me uno de todo corazón a la alegría de la Arquidiócesis ambrosiana al conmemorar el cuarto centenario de la canonización de este gran Pastor, acaecida el 1 de noviembre de 1610.

1. La época en la que vivió Carlos Borromeo fue también delicada para la Cristiandad. En ella el Arzobispo de Milán dio un ejemplo espléndido de lo que significa trabajar por la reforma de la Iglesia. Muchos eran los desórdenes por sancionar, muchos los errores por corregir, muchas las estructuras por renovar; y sin embargo san Carlos hizo todo lo posible por una profunda reforma de la Iglesia, empezando por su propia vida. Es consigo mismo, de hecho, como el joven Borromeo promueve la primera y más radical obra de renovación. Su carrera había empezado de una manera prometedora según los cánones del momento: para el hijo pequeño de la noble familia Borromeo se proyectaba un futuro de bienestar y de éxito, una vida eclesiástica rica en honores, pero privada de tareas ministeriales; a ello se añadía también la posibilidad de asumir la guía de la familia tras la muerte imprevista del hermano Federico.

Sin embargo, Carlos Borromeo, iluminado por la Gracia, estuvo atento a la llamada con la que el Señor lo atraía para sí y lo quería consagrar al servicio de su pueblo. Así fue capaz de obrar un cambio radical y heroico de los estilos de vida característicos de su dignidad mundana y de dedicarse por entero al servicio de Dios y de la Iglesia. En tiempos oscurecidos por numerosas pruebas para la Comunidad cristiana, con divisiones y confusiones doctrinales, con el empañamiento de la pureza de la fe y de las costumbres y con el mal ejemplo de varios ministros sagrados, Carlos Borromeo no se limitó a deplorar o a condenar, ni simplemente a auspiciar el cambio en los demás, sino que empezó a reformar su propia vida, que, una vez abandonadas las riquezas y las comodidades, se llenó de oración, de penitencia y de dedicación amorosa a su pueblo. San Carlos vivió de manera heroica las virtudes evangélicas de la pobreza, la humildad y la castidad, en un continuo camino de purificación ascética y de perfección cristiana.

Él era consciente de que una reforma seria y creíble debía empezar precisamente por los Pastores, para que tuviera efectos beneficiosos y duraderos en todos el Pueblo de Dios. En esa acción de reforma supo recurrir a las fuentes tradicionales y siempre vivas de la santidad de la Iglesia católica: la centralidad de la Eucaristía, en la que reconocía y proponía de nuevo la presencia adorable del Señor Jesús y de su Sacrificio de amor por nuestra salvación; la espiritualidad de la Cruz, como fuerza renovadora, capaz de inspirar el ejercicio cotidiano de las virtudes evangélicas; la frecuencia asidua de los Sacramentos, en los que acoger con fe la acción misma de Cristo que salva y purifica a su Iglesia; la Palabra de Dios, meditada, leída e interpretada en el cauce de la Tradición; el amor y la devoción al Sumo Pontífice, en la obediencia pronta y filial a sus indicaciones, como garantía de verdadera y plena comunión eclesial.

De su vida santa y conformada cada vez más a Cristo nace también la extraordinaria obra de reforma que san Carlos realizó en las estructuras de la Iglesia, en total fidelidad al mandato del Concilio de Trento. Admirable fue su obra de guía del Pueblo de Dios, de meticuloso legislador, de genial organizador. Todo esto, sin embargo, sacaba fuerza y fecundidad del compromiso personal de penitencia y de santidad. En todas las épocas, de hecho, es ésta la exigencia primera y más urgente en la Iglesia: que cada uno de sus miembros se convierta a Dios. Tampoco le faltan en nuestros días a la Comunidad eclesial pruebas ni sufrimientos, y ella se muestra necesitada de purificación y de reforma. Que el ejemplo de san Carlos nos impulse a empezar siempre desde un serio compromiso de conversión personal y comunitaria, a transformar los corazones, creyendo con firme certeza en el poder de la oración y de la penitencia. Aliento particularmente a los ministros sagrados, presbíteros y diáconos, a hacer de su vida un valiente camino de santidad, a no temer la exaltación de ese amor confiado en Cristo por el que el Obispo Carlos estuvo dispuesto a olvidarse a sí mismo y a dejarlo todo. Queridos hermanos en el ministerio, ¡que la Iglesia ambrosiana pueda encontrar siempre en vosotros una fe limpia y una vida sobria y pura, que renueven el ardor apostólico que perteneció a san Ambrosio, a san Carlos y a tantos santos Pastores vuestros!

2. Durante el episcopado de san Carlos, toda su vasta Diócesis se sintió contagiada por una corriente de santidad que se propagó a todo el pueblo. ¿Cómo este Obispo, tan exigente y riguroso, logró fascinar y conquistar al pueblo cristiano? Es fácil responder: san Carlos lo iluminó y lo arrastró con el ardor de su caridad. “Deus caritas est”, y donde existe la experiencia viva del amor, se revela el rostro profundo de Dios que nos atrae y nos hace suyos.

La de san Carlos Borromeo fue sobre todo la caridad del Buen Pastor, que está dispuesto a dar totalmente su vida por el rebaño confiado a su cuidado, anteponiendo las exigencias y los deberes del ministerio a cualquier forma de interés personal, comodidad o ventaja. Así el Arzobispo de Milán, fiel a las indicaciones tridentinas, visitó varias veces la inmensa Diócesis hasta los lugares más remotos, cuidó de su pueblo nutriéndolo continuamente con los Sacramentos y con la Palabra de Dios, mediante una rica y eficaz predicación; nunca tuvo miedo de afrontar adversidades ni peligros para defender la fe de los sencillos y los derechos de los pobres.

San Carlos fue reconocido, luego, como verdadero padre amoroso de los pobres. La caridad le empujó a despojarse de su casa misma y a dar sus mismos bienes para proveer a los indigentes, para sostener a los hambrientos, para vestir y confortar a los enfermos. Fundó instituciones encaminadas a la asistencia y a la recuperación de las personas necesitadas; pero su caridad con los pobres y los que sufren brilló de manera extraordinaria durante la peste del 1576, cuando el santo Arzobispo quiso permanecer en medio de su pueblo, para alentarlo, para servirlo y para defenderlo con las armas de la oración, de la penitencia y del amor.

La caridad, además, empujó al Borromeo a hacerse educador auténtico e ingenioso. Lo fue para su pueblo con las escuelas de la doctrina cristiana. Lo fue para el clero con la institución de los seminarios. Lo fue para los niños y los jóvenes con particulares iniciativas dirigidas a ellos y con el aliento para fundar congregaciones religiosas y cofradías laicales dedicadas a la formación de la infancia y de la juventud.

La caridad siempre fue la motivación profunda de la dureza con la que san Carlos vivía el ayuno, la penitencia y la mortificación. Para el santo Obispo no se trataba sólo de prácticas ascéticas dirigidas a la propia perfección espiritual, sino de un verdadero instrumento de ministerio para expiar las culpas, invocar la conversión de los pecadores e interceder por las necesidades de sus hijos.

En toda su existencia podemos por tanto contemplar la luz de la caridad evangélica, la caridad paciente y fuerte que “todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13,7). Doy gracias a Dios porque la Iglesia de Milán ha sido siempre rica en vocaciones particularmente consagradas a la caridad; alabo al Señor por los espléndidos frutos de amor a los pobres, de servicio a los que sufren y de atención a los jóvenes de los que puede estar orgullosa. Que el ejemplo y la oración de san Carlos os conceda ser fieles a esta herencia, de manera que cada bautizado sepa vivir en la sociedad de hoy esa profecía fascinante que es, en toda época, la caridad de Cristo viviente en nosotros.

3. No se podría comprender, sin embargo, la caridad de san Carlos Borromeo si no se conoce su relación de amor apasionado con el Señor Jesús. Este amor él lo contempló en los santos misterios de la Eucaristía y de la Cruz, venerados en unión muy estrecha con el misterio de la Iglesia. La Eucaristía y el Crucifijo sumergieron a san Carlos en la caridad de Cristo, y ésta transfiguró y encendió de ardor toda su vida, llenó las noches pasadas en oración, animó toda su acción, inspiró la solemnes liturgias celebradas con el pueblo, conmovió su fino ánimo hasta llevarlo a menudo a las lágrimas.

La mirada contemplativa al santo Misterio del Altar y al Crucifijo despertaba en él sentimientos de compasión por las miserias de los hombres y encendía en su corazón el celo apostólico de llevar a todos el anuncio evangélico. Por otra parte, sabemos bien que no hay misión en la Iglesia que no se derive del “permanecer” en el amor del Señor Jesús, que se nos ha hecho presente en el Sacrificio eucarístico. ¡Entremos en la escuela de este gran Misterio! Hagamos de la Eucaristía el verdadero centro de nuestras comunidades y dejémonos educar y plasmar por este abismo de caridad! ¡Toda obra apostólica y caritativa tomará vigor y fecundidad de esta fuente!

4. La espléndida figura de san Carlos me sugiere una última reflexión dirigida, en particular, a los jóvenes. La historia de este gran Obispo, de hecho, está toda decidida por algunos valientes “sí” pronunciados cuando todavía era muy joven. Con sólo 24 años tomó la decisión de renunciar a guiar a la familia para responder con generosidad a la llamada del Señor; al año siguiente recibió como una verdadera misión divina la ordenación sacerdotal y la episcopal. A los 27 años tomó posesión de la Diócesis ambrosiana y se dedicó por entero al ministerio pastoral. En los años de su juventud, san Carlos comprendió que la santidad era posible y que la conversión de su vida podía vencer a cualquier hábito adverso. Así él hizo de su juventud un don de amor a Cristo y a la Iglesia, convirtiéndose en un gigante de la santidad de todos los tiempos.

Queridos jóvenes, dejad que os renueve esta llamada que llevo en el corazón: Dios os quiere santos, porque os conoce en lo profundo y os ama con un amor que supera toda comprensión humana. Dios sabe lo que hay en vuestro corazón y espera ver florecer y fructificar ese don maravilloso que ha puesto en vosotros. Como san Carlos, también vosotros podéis hacer de vuestra juventud una ofrenda a Cristo y a los hermanos. Como él, podéis decidir, en esta etapa de vuestra vida, “apostar” por Dios y por el Evangelio. Vosotros, queridos jóvenes, no sois sólo la esperanza de la Iglesia; ¡vosotros ya formáis parte de su presente! Y si tenéis la audacia de creer en la santidad, seréis el tesoro más grande de vuestra Iglesia ambrosiana, que se ha edificado sobre Santos.

Con alegría Le confío, venerado Hermano, estas reflexiones, y, mientras invoco la celeste intercesión de san Carlos Borromeo y la constante protección de María Santísima, de corazón Le imparto a Usted y a toda la Arquidiócesis una especial Bendición Apostólica.

En el Vaticano, 1 de noviembre de 2010, IV Centenario de la Canonización de san Carlos Borromeo.

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]

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Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre “Opus Angelorum”
Con nota informativa del portavoz de la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación una Carta Circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la asociación Opus Angelorum, a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, a la que acompañamos una nota aclaratoria del padre Federico Lombardi, director de la Sala Stampa vaticana.

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Nota del padre Federico Lombardi

L’Osservatore Romano publica hoy una Carta circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con fecha del 2 de octubre, para poner al día a los obispos sobre la actual situación doctrinal y canónica de la asociación llamada Opus Angelorum, para que se puedan ajustar en este asunto.

La nueva Carta circular recuerda que en 1983 una Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe había dispuesto que los miembros de la asociación Opus Angelorum, en la promoción de la devoción hacia los ángeles, debían conformarse a la doctrina social de la Iglesia y no difundir las teorías procedentes de las presuntas revelaciones privadas atribuidas a la señora Gabriele Bitterlich, y que debían atenerse a todas las normas litúrgicas en vigor, en particular, a las relativas a la Eucaristía. Con un Decreto de 1992, aprobado por el Santo Padre Juan Pablo II, la Congregación para la Doctrina de la Fe completó estas directivas con algunas otras normas, confiando su ejecución a un Delegado nombrado por la Santa Sede, encargado también de las relaciones entre la Opus Angelorum y la orden de los “Canónigos Regulares de la Santa Cruz”. Este Delegado fue durante muchos años el p. Benoit Duroux O.P. y ahora lo es, desde hace algunos meses, el p. Daniel Ols O.P.

Hoy se puede considerar que Opus Angelorum vive leal y serenamente en conformidad con la doctrina de la Iglesia y en las normas litúrgicas y canónicas y constituye una “asociación pública de la Iglesia”. También la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz y las Hermanas de la Santa Cruz – que tienen relación con Opus Angelorum – son aprobadas regularmente por las autoridades eclesiásticas.

Sin embargo, un cierto número de miembros del Opus Angelorum – y en particular algunos sacerdotes salidos o expulsados de la Orden de los Canónigos de la Santa Cruz – en los años pasados no han aceptado las normas dadas por la autoridad de la Iglesia, y siguen intentando restaurar un movimiento que practique lo que ha sido prohibido. Por ello la Congregación para la Doctrina de la Fe exhorta a los Ordinarios a la vigilancia hacia semejantes iniciativas.

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Eminencia / Excelencia Reverendísima,

transcurridos más de treinta años desde cuando se empezaron a examinar las particulares teorías profesadas y usos seguidos por los miembros de la asociación llamada Opus Angelorum (Engelwerk), la Congregación para la Doctrina de la Fe considera oportuno informar a los miembros de esta Conferencia Episcopal sobre los acontecimientos ocurridos en este sentido de forma que se puedan poner al corriente en este asunto.

i. Dicho examen se concluyó con la publicación primero de una Carta comunicando las decisiones aprobadas por el Sumo Pontífice el 24 septiembre 1983 (AAS 76 [1984], pp. 175-176), y después del Decreto Litteris diei del 6 de junio de 1992 (AAS 84 [1992], pp. 805-806).

Estos documentos disponían, sustancialmente, que los miembros del Opus Angelorum, en la promoción de la devoción hacia los SS. Ángeles, debían conformarse a la doctrina de la Iglesia y a la enseñanza de los santos Padres y Doctores y, en particular, no usar los “nombres” conocidos por las presuntas revelaciones privadas, atribuidas a la señora Gabriele Bitterlich, ni enseñar, difundir o utilizar en modo alguno las teorías procedentes de estas presuntas revelaciones. Además, estos eran llamados al deber de observar estrictamente todas las normas litúrgicas, particularmente las relativas a la SS. Eucaristía. Con el Decreto de 1992, posteriormente, la ejecución de estas disposiciones era confiada a un Delegado con facultades especiales nombrado por la Santa Sede, el cual recibía también la tarea de regularizar las relaciones entre el Opus Angelorum y la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz.

En el curso de los años transcurridos desde entonces, dicho Delegado, P. Benoît Duroux, o.p., consiguió llevar a término las tareas que se le habían confiado, y se puede considerar que hoy, gracias a la obediencia demostrada por sus miembros, Opus Angelorum vive leal y serenamente en conformidad a la doctrina de la Iglesia y a las normas litúrgicas y canónicas. Teniendo en cuenta la avanzada edad del P. Duroux, el 13 de marzo de 2010 fue nombrado como nuevo Delegado el P. Daniel Ols, o.p., con las mismas competencias delineadas en el citado decreto del 6 de junio de 1992.

Esta normalización se ve, en particular, en los siguientes elementos. El 31 de mayo de 2000, esta Congregación aprobó la fórmula de una consagración a los SS. Ángeles para el Opus Angelorum. Después, con el parecer positivo de este Dicasterio, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica aprobó el “Estatuto del Opus Sanctorum Angelorum”, en el cual, entre otras cosas, se definen las relaciones entre el Opus Angelorum y la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz.

Según este Estatuto, el Opus Angelorum es una asociación pública de la Iglesia católica con personalidad jurídica en base al can. 313 cic; está conjunto a la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz en base al can. 677, § 2 cic y puesto bajo la dirección de dicha Orden en conformidad al can. 303 cic. Por otra parte, las Hermanas de la Santa Cruz han visto aprobadas sus Constituciones por el Ex.mo Obispo de Innsbruck. Finalmente, la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz, cuyo gobierno central había sido nombrado el 30 de octubre de 1993 por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, a principios de 2009 pudo elegir a su proprio superior general y a los miembros del Consejo generalicio.

Tal y como se presenta hoy, el Opus Angelorum es, por tanto, una asociación pública de la Iglesia en conformidad con la doctrina tradicional y las directivas de la Suprema Autoridad, difunde la devoción hacia los SS. Ángeles entre los fieles, exhorta a la oración por los sacerdotes, promueve el amor por Cristo en su pasión y la unión a esta. No subsiste por tanto obstáculo alguno de orden doctrinal o disciplinario a que los Ordinarios locales acojan en sus diócesis tal asociación y favorezcan su desarrollo.

ii. Esta Congregación con todo quiere atraer la atención de los Ordinarios sobre el hecho de que, en los años transcurridos, un cierto número de miembros del Opus Angelorum, entre ellos incluso diversos sacerdotes salidos o expulsados de la Orden de los Canónigos Regulares de la Santa Cruz, no han aceptado las normas dadas por este Dicasterio y aspiran y trabajan para restaurar lo que según ellos sería el “autentico Opus Angelorum”, es decir, un movimiento que profesa y practica todo lo que ha sido prohibido por los mencionados documentos. La propaganda a favor de este movimiento desviante, el cual está fuera de todo control eclesiástico, se hace, según resulta a esta Congregación, de forma muy discreta y se presenta como si estuviese en plena comunión con la Iglesia católica.

La Congregación para la Doctrina de la Fe invita, por tanto, a los Ordinarios a la vigilancia respecto a tales actividades disgregadoras de la comunión eclesial y, en el caso de que las hayan identificado en la propia diócesis, a una prohibición de ellas.

Confiando en que los Miembros de la Conferencia Episcopal presidida por Usted tomarán en serio llevar a cabo las indicaciones aquí proporcionadas, nos es grato aprovechar la presente para hacerle llegar nuestro atentísimo saludo

de Vuestra Eminencia / Excelencia Reverendísima

devotísimos

William cardenal Levada

Prefecto

Luis F. Ladaria, S.I.

Arzobispo titular de Thibica

Secretario


 

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

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Mensaje al nuevo seminario de La Habana
El Papa confía los seminaristas a la Virgen de la Caridad del Cobre
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Por su interés, reproducimos a continuación el mensaje que el secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, ha hecho llegar en nombre del Papa Benedicto XVI al cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, con motivo de la inauguración del nuevo seminario diocesano.

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Señor cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino,

arzobispo de San cristóbal de La Habana,

al abrirse la nueva sede del seminario arquidiocesano “San Carlos y San Ambrosio”, de La Habana, Su Santidad Benedicto XVI saluda cordialmente a los pastores y fieles congregados en esa feliz circunstancia, así como a los formadores y seminaristas, pidiendo a Dios que este acto solemne sea al mismo tiempo signo y aliciente de un renovado vigor en el compromiso de velar por una esmerada preparación humana, espiritual y académica de los que en esa institución caminan hacia el ministerio sacerdotal. Asimismo, el Papa los invita a identificarse cada día más con los sentimientos de Cristo, buen pastor, por medio de la oración asidua, la seria aplicación al estudio, la escucha humilde de su divina palabra, la digna celebración de los sacramentos y el testimonio audaz de su amor como auténticos discípulos y misioneros del evangelio de la salvación.

Con estos vivos deseos, el Santo Padre, a la vez que confía a toda la comunidad de esa institución docente a la protección de la santísima Virgen María, que bajo el título de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre es invocada con fervor en la amada nación cubana, les imparte de corazón una especial bendición apostólica, que complacido extiende a todos los que generosamente han contribuido a la construcción del nuevo edificio y a los participantes en la celebración inaugural.

Cardenal Tarcisio Bertone

Secretario de Estado de Su Santidad



 

[©Libreria Editrice Vaticana]

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Mensaje del Papa al Consejo Pontificio “Justicia y Paz”
Con ocasión de su Asamblea Plenaria
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido al presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, con ocasión de la Asamblea Plenaria de este dicasterio.

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Al Venerado Hermano

cardenal PETER KODWO APPIAH TURKSON

Presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”

1. Con ocasión de la Asamblea Plenaria, deseo ante todo dar gracias al dicasterio por su múltiple empeño en ayudar a toda la Iglesia, particularmente a esta Sede Apostólica, en una renovada evangelización de lo social, a comienzos del tercer milenio. No solo las personas individuales, sino los pueblos y la gran familia humana esperan – frente a injusticias y fuertes desigualdades – palabras de esperanza, plenitud de vida, el señalamiento de Aquel que puede salvar a la humanidad de sus males radicales.

2. Como recordaba en mi Encíclica Caritas in veritate – siguiendo las huellas del Siervo de Dios Pablo VI – el anuncio de Jesucristo es “el primer y principal factor de desarrollo” (n. 8). Gracias a este, de hecho, se puede caminar en la vía del crecimiento humano integral con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad en un mundo en el que, a menudo, la mentira acecha al hombre, a la sociedad, a la participación. Es viviendo la “caridad en la verdad” como podremos ofrecer una mirada más profunda para comprender las grandes cuestiones sociales e indicar algunas perspectivas esenciales para su solución en sentido plenamente humano. Solo con la caridad sostenida por la esperanza e iluminada por la luz de la fe y de la razón, es posible conseguir objetivos de liberación integral del hombre y de justicia universal. La vida de las comunidades y de cada uno de los creyentes, alimentada por la asidua meditación de la Palabra de Dios, por la regular participación en los sacramentos y por la comunión con la Sabiduría que viene de lo alto, crece en su capacidad de profecía y de renovación de las culturas y de las instituciones públicas. Los ethos de los pueblos pueden así gozar de un fundamento verdaderamente sólido, que refuerza el consenso social y sustenta las reglas procedimentales. El compromiso de construcción de la ciudad se apoya en las conciencias guiadas por el amor a Dios y, por esto, naturalmente orientadas hacia el objetivo de una vida buena, estructurada sobre el primado de la trascendencia. Caritas in veritate in re sociali: así me ha parecido oportuno describir la doctrina social de la Iglesia (cfr. ibid., n. 5), según su enraizamiento más auténtico – Jesucristo, la vida trinitaria que Él nos da – y según toda su fuerza capaz de transfigurar la realidad. Tenemos necesidad de esta enseñanza social, para ayudar a nuestras civilizaciones y a nuestra propia razón humana a captar toda la complejidad de la realidad y la grandeza de la dignidad de toda persona. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia ayuda, precisamente en este sentido, a entrever la riqueza de la sabiduría que viene de la experiencia de comunión con el Espíritu de Dios y de Cristo y de la acogida sincera del Evangelio.

3. En la Encíclica Caritas in veritate señalé problemas fundamentales que afectan al destino de los pueblos y de las instituciones mundiales, además de a la familia humana. El ya próximo aniversario de la encíclica Mater et magistra del Beato Juan XXIII nos invita a considerar con constante atención los desequilibrios sociales, sectoriales, nacionales, entre recursos y poblaciones pobres, entre técnica y ética. En el actual contexto de globalización, estos desequilibrios no han desaparecido. Han cambiado los sujetos, las dimensiones de las problemáticas, pero la coordinación entre los Estados – a menudo inadecuado, porque está orientado a la búsqueda de un equilibrio de poder, más que a la solidaridad – deja espacio a renovadas desigualdades, al peligro del predominio de grupos económicos y financieros que dictan – y pretenden hacerlo continuamente – la agenda de la política, en menoscabo del bien común universal.

4. Respecto a una cuestión social cada vez más interconectada en sus diversos ámbitos, parece de particular urgencia el compromiso en la formación del laicado católico en la doctrina social de la Iglesia. De hecho es precisamente de los fieles laicos el deber inmediato de trabajar por un orden social justo. Éstos, como ciudadanos libres y responsables, deben comprometerse para promover una recta configuración de la vida social, en el respeto d la legítima autonomía de las realidades terrenas. La doctrina social de la Iglesia representa así la referencia esencial para el proyecto y la acción social de los fieles laicos, además de para una espiritualidad vivida propia, que se nutra y se encuadre en la comunión eclesial: comunión de amor y d verdad, comunión en la misión.

5. Los christifideles laici, sin embargo, precisamente porque toman energías e inspiraciones de la comunión con Jesucristo, viviendo integrado con los demás componentes eclesiales, deben encontrar a su lado a sacerdotes y obispos capaces de ofrecer una incansable obra de purificación de las conciencias, junto un un apoyo indispensable y ayuda espiritual al testimonio coherente de los laicos en lo social. Por ello, es de fundamental importancia una comprensión profunda de la doctrina social de la Iglesia, en armonía con todo su patrimonio teológico y fuertemente arraigada en la afirmación de la dignidad trascendente del hombre, en la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural y de la libertad religiosa. Comprendida así, la doctrina social debe inscribirse también en la preparación pastoral y cultural de aquellos que, en la comunidad eclesial, son llamados al sacerdocio. Es necesario preparar fieles laicos capaces de dedicarse al bien común, especialmente en los ámbitos más complejos como el mundo de la política, pero es urgente tener también Pastores que, con su ministerio y carisma, sepan contribuir a la animación y a la irradiación, en la sociedad y en las instituciones, de una vida buena según el Evangelio, en el respeto de la libertad responsable de los fieles y de su propio papel de Pastores, que en estos ámbitos tienen una responsabilidad mediata. La ya citada Mater et magistra proponía, hace casi 50 años, una verdadera y propia movilización, según caridad y verdad, por parte de todas las asociaciones, los movimientos, las organizaciones católicas y de inspiración cristiana, para que todos los fieles, con compromiso, libertad y responsabilidad, estudiaran, difundieran y llevaran a cabo la doctrina social de la Iglesia.

6. Mi deseo es, por tanto, que el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” continúe en su obra de ayuda a la comunidad eclesial y a todos sus componentes. El dicasterio debe seguir por tanto esta obra no sólo en la elaboración de nuevas actualizaciones de la doctrina social de la Iglesia, sino también de su experimentación, con ese método de discernimiento que indiqué en la Caritas in veritate, según la cual, viviendo en la comunión de Jesucristo y entre nosotros, somos “encontrados” sea por la Verdad de la salvación, sea por la verdad de un mundo que no ha sido creado por nosotros, sino que se nos ha dado como casa que compartir en la fraternidad. Con el fin de globalizar la doctrina social de la Iglesia, parece oportuno que crezcan Centros e Institutos para su estudio, difusión y realización en todo el mundo.

7. Tras la promulgación del Compendio y de la encíclica Caritas in veritate, es natural que el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” se dedique a la profundización de los elementos de novedad y, en colaboración con otros sujetos, a la búsqueda de los caminos más adecuados para vehicular los contenidos de la doctrina social, no solo de los itinerarios tradicionales formativos y educativos cristianos de todo orden y grado, sino también de los grandes centros de formación del pensamiento mundial – como los grandes órganos de la prensa laica, las universidades y los numerosos centros de reflexión económica y social – que en los últimos tiempos se han desarrollado en cada rincón del mundo.

8. Que la Virgen María, honrada por el pueblo cristiano como Speculum iustitiae y Regina pacis, nos proteja y nos obtenga con su celeste intercesión la fuerza, la esperanza y la alegría necesarias para que sigamos dedicándonos con generosidad a la realización de una nueva evangelización de lo social.

Al expresar una vez más mi agradecimiento por la obra que lleva a cabo el dicasterio en todos sus componentes, auguro un trabajo fructífero y os imparto de buen grado la Bendición Apostólica.

En el Vaticano, 3 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]


 

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Homilía en la misa de sufragio por cardenales y obispos muertos en 2010
Benedicto XVI: “buscad las cosas de arriba”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy en la Misa de sufragio por los cardenales y obispos muertos durante este año, en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro.

* * * * *

Señores cardenales,

queridos hermanos y hermanas,

“Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allá arriba”. Las palabras que hemos escuchado hace poco en la segunda lectura (Col 3,1-4) nos invitan a elevar la mirada a las realidades celestes. De hecho, con la expresión “las cosas de arriba” san Pablo entiende el Cielo, porque añade: “donde se encuentra Cristo sentado a la derecha de Dios”. El Apóstol pretende referirse a la condición de los creyentes, de aquellos que están “muertos” al pecado y cuya vida “está escondida con Dios en Cristo”. Estos son llamados a vivir diariamente en el señorío de Cristo, principio y cumplimiento de cada una de sus acciones, dando testimonio la vida nueva que les fue dada en el Bautismo. Esta renovación en Cristo tiene lugar en lo íntimo de la persona: mientras continua la lucha contra el pecado, es posible progresar en la virtud, intentando dar una respuesta plena y dispuesta a la Gracia de Dios.

Como antítesis, el Apóstol señala después a “las cosas de la tierra”, poniendo de manifiesto así que la vida en Cristo comporta una “elección de campo”, una renuncia radical a todo aquello que – como lastre – tiene atado al hombre a la tierra, corrompiendo su alma. La búsqueda de las “cosas de arriba” no quiere decir que el cristiano tenga que descuidar sus propias obligaciones y deberes terrenos, sólo que no debe extraviarse en ellos, como si tuvieran un valor definitivo. El recuerdo de las realidades del Cielo es una invitación a reconocer la relatividad de lo que está destinado a pasar, frente a esos valores que no conocen el deterioro del tiempo. Se trata de trabajar, de comprometerse, de concederse el justo descanso, pero con el sereno desapego de quien sabe que es sólo un viandante en camino hacia la Patria celeste; un peregrino; en un cierto sentido, un extranjero hacia la eternidad.

A este fin último han llegado ya los llorados cardenales Peter Seiichi Shirayanagi, Cahal Brendan Daly, Armand Gaétan Razafindratandra, Thomáš špidlik, Paul Augustin Mayer, Luigi Poggi; como también los numerosos arzobispos y obispos que nos han dejado en el transcurso de este último año. Queremos recordarles con sentimientos de afecto, dando gracias a Dios por sus dones distribuidos a la Iglesia precisamente a través de estos Hermanos nuestros que nos han precedido en el signo de la fe y ahora duermen el sueño de la paz. Nuestro agradecimiento se convierte en oración de sufragio por ellos, para que el Señor les acoja en la bienaventuranza del Paraíso. Ofrecemos esta Santa Eucaristía por sus almas elegidas, reuniéndonos en torno al Altar, sobre el que se hace presente el Sacrificio que proclama la victoria de la Vida sobre a muerte, de la Gracia sobre el pecado, del Paraíso sobre el infierno.

A estos venerados Hermanos nuestros queremos recordarles como Pastores celosos, cuyo ministerio estuvo siempre marcado por el horizonte escatológico que anima la esperanza en la felicidad sin sombras que se nos ha prometido después de esta vida; como testigos del Evangelio llamados a vivir las “cosas de arriba”, que son fruto del Espíritu: “amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de si” (Gal5,22); como cristianos y Pastores animados por fe profunda, por el vivo deseo de conformarse a Jesús y de adherirse íntimamente a su Persona, contemplando incesantemente su rostro en la oración. Por esto ellos pudieron pregustar la “vida eterna”, de la que habla la página del Evangelio de hoy (Jn 3,13-17) y que Cristo mismo prometió a “el que crea en él”. La expresión “vida eterna”, de hecho, designa el don divino concedido a la humanidad: la comunión con Dios en este mundo y su plenitud en el futuro.

La vida eterna se nos abrió por el Misterio Pascual de Cristo y la fe es la vía para alcanzarla. Es cuando se desprende de las palabras de Jesús a Nicodemo y recogidas por el evangelista Juan: “De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna” (Jn 3,14-15). Aquí está la referencia explícita al episodio narrado en el libro de los Números (21,1-9), que pone de relieve la fuerza salvífica de la fe en la palabra divina. Durante el éxodo, el pueblo hebreo se había rebelado contra Moisés y contra Dios, y fue castigado con la plaga de las serpientes venenosas. Moisés pidió perdón, y Dios, aceptando el arrepentimiento de los israelitas, les ordenó: “Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado”. Y así sucedió. Jesús, en la conversación con Nicodemo, revela el sentido más profundo de ese acontecimiento de salvación, remitiéndolo a su propia muerte y resurrección: el Hijo del hombre debe ser levantado en el leño de la Cruz para que quien crea en Él tenga la vida. San Juan ve precisamente en el misterio de la Cruz el momento en el que se revela la gloria real de Jesús, la gloria de un amor que se entrega totalmente en la pasión y muerte. Así la Cruz, paradójicamente, de signo de condenación, de muerte, de fracaso, se convierte en signo de redención, de vida, de victoria, en el que, con mirada de fe, se pueden recoger los frutos de la salvación.

Continuando el diálogo con Nicodemo, Jesús profundiza ulteriormente el sentido salvífico de la Cruz, revelando con cada vez mayor claridad que éste consiste en el inmenso amor de Dios y en el don del Hijo unigénito: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito”. Esta es una de las palabras centrales del Evangelio. El sujeto es Dios Padre, origen de todo el misterio creador y redentor. Los verbos "amar" y "entregar" indican un acto decisivo y definitivo que expresa la radicalidad con que Dios se acercó al hombre en el amor, hasta el don total, hasta el umbral de nuestra soledad última, arrojándose en el abismo de nuestro extremo abandono, atravesando la puerta de la muerte. El objeto y el beneficiario del amor divino es el mundo, es decir, la humanidad. Es una palabra que borra completamente la idea de un Dios lejano y extraño al camino del hombre, y revela, más bien, su verdadero rostro: Él nos entregó a su Hijo por amor, para ser el Dios cercano, para hacernos sentir su presencia, para venir a nuestro encuentro y llevarnos en su amor, de manera que toda la vida sea animada por este amor divino. El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y entregar la vida. Dios no se adueña, sino que ama sin medida. No manifiesta su omnipotencia en el castigo, sino en la misericordia y en el perdón. Comprender todo esto significa entrar en el misterio de la salvación: Jesús vino para salvar y no para condenar; con el Sacrificio de la Cruz él revela el rostro de amor de Dios. Y precisamente por la fe en el amor sobreabundante que se nos ha dado en Cristo Jesús, sabemos que incluso la más pequeña fuerza de amor es más grande que la mayor fuerza destructora y puede transformar el mundo, y por esta misma fe podemos tener una “esperanza fiable”, en la vida eterna y en la resurrección de la carne.

Queridos hermanos y hermanas, con las palabras de la primera lectura, tomada del libro de las Lamentaciones, pedimos que los cardenales, los arzobispos y los obispos, a quienes hoy recordamos, generosos servidores del Evangelio y de la Iglesia, puedan ahora conocer plenamente “qué bueno es el Señor con quien espera en él, con el alma que le busca”y experimentar que “porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia” (Sal 129). Y nosotros, peregrinos en camino hacia la Jerusalén celeste, esperamos en silencio, con firme esperanza, la salvación del Señor (cfr Lam 3,26), intentando caminar en el camino del bien, sostenidos por la gracia de Dios, recordando siempre que “no tenemos aquí una ciudad estable, sino que vamos en busca de la futura” (Hb 13,14). Amén.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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