4.11.10

La inmigración, ¿solución o problema?

A las 12:18 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Sociedad siglo XXI
 

Hoy publicamos una noticia por la que se anuncia que España necesitará cuatro millones y medio de inmigrantes de aquí al 2035 para “cubrir el hueco” que deja la baja natalidad de la actual generación de españoles. He tenido que cerrar los comentarios a la noticia porque la misma ha debido empezar a correr por alguna red social de neonazis y gentuza de similar calaña, los cuales han entrado en masa a soltar su basura xenófoba. La escoria no puede dejar de ser lo que es. Con esto no digo que todos los comentarios críticos fueran de ese jaez. Pero he preferido cortar por lo sano.

La cuestión de la inmigración se puede abordar desde muchas perspectivas. En mi opinión, las políticas que se han seguido en España en relación a este tema han sido malas. El famoso efecto llamada provocado por el entonces ministro Caldera, produjo una avalancha de pateras procedentes de África. El problema no era tanto la cantidad de personas que querían venir a España cual si esto fuera el paraíso de la inmigración. No, el drama es que muchas de ellas morían en el intento y todas, absolutamente todas, eran víctimas de las mafias que las transportaban.

Yo parto del hecho de que una persona tiene derecho a buscar un lugar donde las condiciones de vida sean dignas y mejores que las de donde se reside. Y desgraciadamente eso no ocurren en muchos países del mundo. Ahora bien, también tengo clarísimo que el refrán “donde fueras, haz lo que vieras", debería ser la norma básica de comportamiento de quienes dejan su tierra para llegar a otra. Sin necesidad de perder la identidad cultural propia, la tarea de integración en la sociedad a la que se migra debe formar parte de la voluntad de los migrantes. De lo contrario, la formación de ghettos está asegurada. Y el ghetto es lo más contrario al tan cacareado multiculturalismo del que hablan los progres de izquierdas y de derechas.

Ser español y contrario a la llegada de inmigrantes es un contrasentido. España ha sido un país de emigrantes durante todo el siglo pasado. Miles y miles partieron a “hacer las américas". Muchos emigraron también a Alemania. Por tanto, ¿cómo vamos nosotros ahora a oponernos a la llegada de personas que quieren tener un futuro mejor entre nosotros? Una cosa es que pidamos sensatez, que nos opongamos a que no haya control alguno sobre los flujos migratorios con destino a España. Y otra muy distinta que digamos “Stop a la inmigración” así porque sí.

Por cierto, tampoco ayuda mucho el hecho de que buena parte de los servicios sociales de las comunidades autónomas hagan una clara discriminación entre “nativos” e inmigrantes, a favor de éstos, a la hora de dar ayudas. Yo he visto con mis propios ojos como ante una situación existencial crítica similar, la asistenta social de turno favorecía a una familia inmigrante y no a la española. Y he sabido de varios casos parecidos en otros lugares de España. Eso es una barbaridad, un semillero de racismo y el caldo de cultivo perfecto para los discursos populistas en contra de la inmigración. A los inmigrantes no se les ayuda más tratándoles mejor que a los españoles que sufren la crisis. Más bien al contrario.

Por otra parte, parece evidente que no toda inmigración es igual. No es lo mismo el inmigrante que llega de una tierra donde la cultura, la lengua y hasta la religión son distintas, que el que lo hace desde una nación hermana. Con esto no digo que haya que rechazar al inmigrante que no hable español y sea bautizado, pero me parece de sentido común que se prime a la inmigración procedente de Hispanoamérica antes que la que nos llega del Magreb.

Desde el punto de vista cristiano, la cosa no admite discusión. Ya la ley mosaica era muy clarita:

Lev 19,33-34
Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

Y no hace falta que explique que la moral evangélica es incompatible con la xenofobia y el rechazo de nuestros “samaritanos".

Ahora bien, la ley mosaica también decía lo siguiente:

Num 15,16
Una misma ley y un mismo decreto tendréis vosotros y el extranjero que con vosotros mora.

Exo 12,49
La misma ley será para el natural y para el extranjero que habitare entre vosotros.

Es decir, quien aquí llega, a las leyes y normas sociales de acá ha de adaptarse. Y si no le gustan, pues que gire sobre sus pasos y se vaya por donde ha venido. Por ejemplo, aquí no hay lugar para sharias, para poligamias, ni para ablaciones de clítoris. Al menos mientras a Zapatero no se le ocurra que eso es bueno para su proyecto de alianza de civilizaciones. Yo no lo descartaría conociendo al personaje.

Luis Fernando Pérez Bustamante