ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 6 de noviembre de 2010

El Papa en España

El Papa invita a España a proyectar el futuro “desde la verdad del hombre”

Peregrinación y necesidad de la belleza: los dos mensajes del Papa en España

El Papa aboga por un nuevo encuentro entre fe y laicidad

Benedicto XVI: la Iglesia es “el abrazo de Dios” a los hombres

Calurosa acogida al Papa a pesar del frío y la niebla

Benedicto XVI a Europa: “Dios no es el enemigo del hombre”

El Papa saluda a las autoridades y a miles de personas al llegar a Barcelona

Fallece la teóloga Jutta Burggraf

Documentación

Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas rumbo a España

Discurso del Papa a su llegada a Santiago de Compostela

Bienvenida del Príncipe de Asturias al Papa

Discurso del Papa en la catedral de Santiago

Homilía del Papa en la Plaza del Obradoiro


El Papa en España


El Papa invita a España a proyectar el futuro “desde la verdad del hombre”
Durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó hoy a España y a Europa a "edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos".

En su discurso pronunciado durante la ceremonia de bienvenida a Santiago de Compostela, habló de la importancia de construir "una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas".

"Todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien", añadió.

El Papa, acompañado en la tribuna de autoridades por los Príncipes de Asturias, herederos al Trono del país, monstró su "profunda alegría al estar de nuevo en España, que ha dado al mundo una pléyade de grandes santos, fundadores y poetas".

Otra de las contribuciones de España ha sido, en el siglo XX, las "nuevas instituciones, grupos y comunidades de vida cristiana y de acción apostólica", subrayó.

"Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España", afirmó el Papa.

Quiere así unirse a "esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero".

"Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios".

Gracias al Camino de Santiago, afirmó, "España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio".

Hombre en camino

El Papa dedicó una parte de su discruso a la importancia de la "experiencia del caminar", de la peregrinación.

"En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser".

Al mismo tiempo, explicó, "la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo".

Se refirió también a la segunda etapa del viaje, en Barcelona, aludiendo a la "fe de sus gentes acogedoras y dinámicas. Una fe sembrada ya en los albores del cristianismo, y que fue germinando y creciendo al calor de innumerables ejemplos de santidad, dando origen a tantas instituciones de beneficencia, cultura y educación".

Esta fe, añadió, "inspiró al genial arquitecto Antoni Gaudí a emprender en esa ciudad, con el fervor y la colaboración de muchos, esa maravilla que es el templo de la Sagrada Familia".

"Tendré la dicha de dedicar ese templo, en el que se refleja toda la grandeza del espíritu humano que se abre a Dios", añadió.

El Papa quiso hacer su despedida en gallego, la lengua local de esta región española, mostrando su "cariño y cercanía a los amadísimos hijos de Galicia, de Cataluña y de los demás pueblos de España".

"Al encomendar a la intercesión de Santiago Apóstol mi estancia entre vosotros, suplico a Dios que sus bendiciones alcancen a todos", concluyó.

Por su parte, el Príncipe Felipe, que dio la bienvenida al Papa en nombre de los Reyes Juan Carlos y Sofía, recordó la importancia de las anteriores dos visitas a Santiago de su predecesor, Juan Pablo II.

"Desde aquellas fechas se ha producido una verdadera eclosión en el número de peregrinos y caminantes que llegan a Compostela. Proceden de toda España, del resto de Europa y de Iberoamérica. Así mismo, llegan cada vez más del resto del mundo, de los demás continentes, realzando así la proyección y dimensión universal del Camino", reconoció el heredero al Trono.

Él mismo y su esposa realizaron el pasado mayo varios tramos del Camino, "este gran Camino de encuentro y de diálogo, tan vinculado a nuestra historia y cultura, que recorre y une a Europa desde hace siglos", y que fue "el primer proyecto europeo común".

Por otro lado, el Príncipe mostró el aprecio de los españoles por el compromiso del Papa "con la paz, la libertad y la dignidad del ser humano".

"Nos reconforta muy especialmente en los tiempos complejos y de crisis que vive el mundo. Tiempos en los que la guerra y el terrorismo, el hambre y la pobreza, la injusticia y el dolor, requieren de la firmeza, del compromiso personal y del esfuerzo de los gobernantes de la tierra y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad".

Por Inma Álvarez

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Peregrinación y necesidad de la belleza: los dos mensajes del Papa en España
En una rueda de prensa revela a los periodistas sus objetivos
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha llegado a España para dejar dos mensajes, como él mismo explicó en una rueda de prensa concedido en el avión papal rumbo a Santiago de Compostela: la vida del ser humano es una peregrinación, y la necesidad de la auténtica belleza.

Estos dos temas corresponden a las dos etapas de las dos jornadas que el pontífice está transcurriendo en la Península Ibérica: Santiago de Compostela, meta legendaria de peregrinos, y la Sagrada Familia de Antoni Gaudí en Barcelona, una de las manifestaciones más logradas de los últimos tiempos en la que la belleza abraza y se inspira en la fe.

El Papa lo expresó con claridad en la sexta y última respuesta a las preguntas que le presentaron los periodistas que le acompañaban en el avión, en la que se le pedía que revelara el "mensaje particular" que ofrece al mundo con este viaje.

"Yo diría que este viaje tiene dos temas --afirmó el Santo Padre--: el tema de la peregrinación, estar en camino, y el tema de la belleza, la expresión de la verdad en la belleza, la continuidad entre tradición y renovación".

Y, según el obispo de Roma, estos dos temas son también su mensaje:  "estar en camino, no perder el camino de la fe; buscar la belleza de la fe, la novedad y la tradición de la fe que sabe expresarse y sabe encontrarse con la belleza moderna, con el mundo de hoy".

La fe es peregrinación

Precedentemente, al explicar el sentido de la peregrinación, aclaró que "la fe, según su esencia, consiste en ser peregrino", "sobre todo interiormente pero debe expresarse también exteriormente".

La peregrinación, subrayó, permite "salir de la vida cotidiana", "del utilitarismo", "ponerse verdaderamente en camino hacia la trascendencia", "y así encontrar también una nueva libertad, un tiempo de replanteamiento interior, de identificación consigo mismo, para ver al otro, a Dios".

Ahora bien, siguió diciendo, peregrinar significa "no sólo salir de sí mismo hacia el más Grande, sino también caminar juntos".

"La peregrinación congrega, vamos juntos hacia el otro y así nos encontramos recíprocamente. Basta decir que los caminos de Santiago son un elemento en la formación de la unidad espiritual del continente europeo", afirmó citando aunque sin decirlo al escritor y poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe.

El ser humano necesita la belleza

El segundo mensaje que el Papa deja en su visita a España está simbolizado precisamente por la basílica de la Sagrada Familia, de la que al Papa impresionan en particular tres elementos.

El primero es "la síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad", lograda por Gaudí, cuya causa de beatificación se encuentra en curso.

"Gaudí tuvo la valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales, de atreverse en su siglo, con una visión totalmente nueva --. Presenta esta catedral como lugar del encuentro entre Dios y el hombre en una gran solemnidad. ".

El segundo elemento que impresiona al Papa está conformado por el trinomio que presenta ese templo: "libro de la naturaleza, libro de la Escritura, libro de la liturgia".

"Y esta síntesis es precisamente hoy de gran importancia. En la liturgia, la Escritura se hace presente, se convierte en realidad hoy, no es una Escritura de hace dos mil años sino que es celebrada, realizada", reconoce. "En la celebración de la Escritura habla la creación, encuentra lo creado, y encuentra su verdadera respuesta, porque --como nos dice san Pablo-- la criatura sufre, y en lugar de ser destruida, despreciada, aguarda a los hijos de Dios, es decir, quienes la ven en la luz de Dios". 

"Esta síntesis entre el sentido de la creación, la Escritura y la adoración es precisamente un mensaje muy importante para la actualidad", subrayó.

El tercer aspecto que impresiona al Papa de la basílica catalana es el motivo por el que nació a finales del siglo XIX: promover la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret.

"Pero esta devoción de ayer es de grandísima actualidad, porque el problema de la familia, de la renovación de la familia como célula fundamental de la sociedad, es el gran tema de hoy y nos indica hacia dónde podemos ir tanto en la edificación de la sociedad como en la unidad entre fe y vida, entre religión y sociedad", aseguró.

"Expresa el tema fundamental de la Familia, diciendo que Dios mismo se hizo hijo en la familia y nos llama a edificar y vivir la familia", aclaró.

Pueden leerse las respuestas del Papa a las preguntas de los periodistas en la sección de documentos de la página web de ZENIT.

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El Papa aboga por un nuevo encuentro entre fe y laicidad
Objetivo no sólo del viaje a España sino de su pontificado
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha asegurado este sábado a los periodistas presentes en el avión que le llevaba de Roma a Santiago de Compostela que con este viaje y con su pontificado busca un nuevo encuentro entre fe y laicidad. 

Este es también el motivo, aseguró, por el que acaba de crear en la Santa Sede el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, porque la fe "debe renovarse para ser la fe de hoy y para responder al desafío de la laicidad".

"En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema", añadió, recordando sus viajes a Francia, República Checa y Reino Unido, "donde por está presente el mismo desafío, "y esto vale también de manera fuerte para España".

El Papa en su pontificado se ha convertido en defensor de una "laicidad positiva", en la que el Estado no ve en las confesiones religiosas a un enemigo, por eso no se identifica únicamente con una de ellas, sino más bien valora la contribución positiva que éstas ofrecen para la vida de las personas.

"En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente", constató.

Por este motivo abogó por "el futuro de la fe y del encuentro --¡no el desencuentro!, sino encuentro-- entre fe y laicidad".

Pueden leerse las respuestas del Papa a las preguntas de los periodistas en la sección de documentos de la página web de ZENIT.

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Benedicto XVI: la Iglesia es “el abrazo de Dios” a los hombres
Discurso en la catedral de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La Iglesia es el “abrazo de Dios”, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, durante su visita a la catedral de Santiago de Compostela, tras su entrada por la Puerta Santa como peregrino y su “abrazo al Apóstol”.

La ciudad en la que según la tradición reposan los restos del Apóstol Santiago es la primera etapa de la visita pastoral que el Pontífice está llevando a cabo en España, y que concluirá mañana en Barcelona.

Durante su breve discurso, el Papa confió a los presentes que, al abrazar al busto del Santo que se custodia en la catedral, había pedido “por todos los hijos de la Iglesia, que tiene su origen en el misterio de comunión que es Dios”.

“Mediante la fe, somos introducidos en el misterio de amor que es la Santísima Trinidad. Somos, de alguna manera, abrazados por Dios, transformados por su amor”.

“La Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad”, añadió.

Verdad y libertad

Entre Papa, libertad y verdad, subrayó el Papa“hay una relación estrecha y necesaria”.

“La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra”.

“La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad. No puede renunciar a ellas, porque está en juego el ser humano, porque le mueve el amor al hombre”.

En este contexto, el Pntífice a todos los fieles de la archidiócesis de Santiago “y a los de la Iglesia en España”, a “vivir iluminados por la verdad de Cristo, confesando la fe con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en el compromiso como ciudadanos”.

“Que la alegría de sentiros hijos queridos de Dios os lleve también a un amor cada vez más entrañable a la Iglesia, cooperando con ella en su labor de llevar a Cristo a todos los hombres” auguró, pidiendo oraciones “para que muchos jóvenes se consagren a esta misión en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada”, porque “hoy, como siempre, merece la pena entregarse de por vida a proponer la novedad del Evangelio”.

La importancia de peregrinar

En Santiago, que constituye una de las metas principales de peregrinación del mundo entero, Benedicto XVI quiso recordar que “peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia”.

“Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí donde Él se ha manifestado, allí donde la gracia divina se ha mostrado con particular esplendor y ha producido abundantes frutos de conversión y santidad entre los creyentes”, subrayó.

“En este Año Santo Compostelano, como Sucesor de Pedro, he querido yo también peregrinar a la Casa del Señor Santiago, que se apresta a celebrar el ochocientos aniversario de su consagración, para confirmar vuestra fe y avivar vuestra esperanza, y para confiar a la intercesión del Apóstol vuestros anhelos, fatigas y trabajos por el Evangelio”.

El Papa concluyó su discurso agradeciendo “a los católicos españoles la generosidad con que sostienen tantas instituciones de caridad y de promoción humana”.

“No dejéis de mantener esas obras, que benefician a toda la sociedad, y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica, así como con ocasión de las graves calamidades naturales que han afectado a varios países”.

Llamamiento a la esperanza

En su saludo al Papa, monseñor Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, expresó su alegría por el hecho de “que el sucesor de Pedro venga a venerar la tumba del protomártir entre los Apóstoles, orando aquí por toda la Iglesia”.

El prelado agradeció al Pontífice por “la finura espiritual, hondura intelectual y firmeza evangélica con que está guiando la barca de Pedro”.

“En su persona el Señor nos ha dado el don del “humilde trabajador en su viña”, dispuesto día a día a beber su cáliz, gastando y desgastando la vida por la conversión, purificación y santificación de los hijos de la Iglesia”.

Quiso reconocer especialmente la importancia de dos de los documentos del Papa, su reciente Carta a los seminaristas y su encíclica Spe Salvi.

“El Año Santo Compostelano que estamos celebrando es una llamada a la esperanza cristiana”, ha ricordato, sottolineando che “Santiago es el referente de la esperanza que da sentido, vigor e impulso a la fe, proyectándola día a día hacia su meta definitiva”.

“Como Papa peregrino a Santiago llega hoy a nosotros trayendo la bandera del principio de la esperanza.”, ha concluso monsignor Barrio.


 

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Calurosa acogida al Papa a pesar del frío y la niebla
Muchos peregrinos pernoctaron a la intemperie para poder verle
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Miles de personas acompañaron hoy al Papa Benedicto XVI durante toda su estancia en Santiago, desde que el avión papal tomó tierra en el aeropuerto de Lavacolla hasta su despedida en el momento de partir, después de la Misa, hacia Barcelona.

El Papa llegó hoy a un Santiago envuelto en una niebla cerrada, que no impidió a miles de personas llegadas desde toda España acompañarle en todos los momentos de su breve visita a la Tumba del Apóstol.

De hecho, según fuentes locales, ZENIT pudo confirmar que la ciudad compostelana ya estaba literalmente “tomada” desde la tarde-noche del día anterior por grupos llegados de toda Galicia e incluso de lugares más alejados.

Muchos grupos tuvieron que pernoctar al aire libre, en plazas y espacios públicos, por falta de espacio, siempre con el miedo a la lluvia, pues Santiago es la ciudad con mayor índice pluviométrico de España.

El acceso rodado a la capital se hizo difícil ya por la tarde. Por la noche, en varias parroquias se celebraron vigilias de oración por el Papa. La diócesis había convocado para el viernes un día de ayuno, en preparación de la visita.

Según explicó a ZENIT el padre Javier Mira, que trabaja en la archidiócesis de Santiago, el ambiente durante toda la visita ha sido de “gran alegría”. Destacaba la presencia de personas procedentes de Cataluña, que acompañarán al Papa también mañana en Barcelona, para lo que tendrán que viajar toda la noche más de mil kilómetros.

“Gran parte de los peregrinos han sido familias con sus niños, muchos niños, que han tenido que hacer un buen recorrido a pie para entrar en la ciudad”, explicó. “Incluso había gente que se te acercaba en la calle y te pedía confesarse allí mismo”.

Aeropuerto

Esta mañana, una niebla fría y cerrada acogió al Papa Benedicto XVI a su llegada a Santiago de Compostela, hasta el punto de impedir la visibilidad en algunos puntos del recorrido papal.

A pesar de ello, y ya desde el acceso a la terminal del aeropuerto, centenares de personas esperaba el paso de la comitiva papal desde primeras horas de la mañana.

El avión del Papa llegó a Santiago con unos minutos de adelanto sobre el horario previsto. Dentro del recinto les esperaban, además de las autoridades civiles, militares y religiosas, cerca de un centenar de familias con sus hijos, que no dejaron de aclamarle desde que pisó tierra.

De hecho, después de la ceremonia de bienvenida, el Papa tomó en brazos y besó a dos niños pequeños, los benjamines de dos de las familias presentes, muy numerosas (8 y 9 hijos cada una).

Otro de los detalles de la ceremonia fue el hecho de que, después del coloquio privado con los Príncipes de Asturias, el Papa mantuviese, en la sala de autoridades del aeropuerto, un breve encuentro no previsto en el protocolo, con Alfredo Pérez Rubalcaba, vice primer ministro del Gobierno español, en representación del presidente Zapatero.

Los once kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad los recorrió el Papa en coche panorámico, acompañado de su secretario, monseñor Georg Gaenswein, y del arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio.

Hubo gente vitoreando al Papa desde la salida misma del aeropuerto, y apostada en varios tramos de la carretera, exceptuando las zonas boscosas o de difícil acceso. La presencia de la multitud se hizo patente en los dos últimos kilómetros, prácticamente ya en casco urbano, y especialmente en la Puerta do Caminho.

De hecho, como informó ZENIT en su servicio del pasado jueves, la organización del viaje había previsto la división en sectores de los últimos tramos del recorrido, para que, según la “consigna” de este viaje, “todos puedan ver al Papa”.

Había sectores reservados a peregrinos procedentes del resto de España y Portugal, otros reservados a los procedentes de Galicia, y los últimos cercanos a la catedral, reservados a las parroquias de Santiago.

Los peregrinos acompañaron al Papa con banderas vaticanas y globos de colores, gaitas, e incluso en cierto momento el coche papal recibió una lluvia de claveles rojos y blancos.

En la catedral

El Papa llegó a la Puerta de la Azabachería a las 12:30, donde fue recibido por el Deán y el Cabildo entre los vivas de la gente. Nada más entrar en el templo le aguardaban los obispos españoles que no pudieron acompañarle en el aeropuerto.

Benedicto XVI recorrió a pie el interior de la catedral, donde le esperaban sobre todo niños, ancianos y enfermos, junto con personas consagradas y sacerdotes.

Tras detenerse unos momentos a rezar ante el Santísimo, el Pontífice se dirigió hacia el Pórtico de la Gloria, desde donde saludó a los miles de fieles que le esperaban en la Plaza del Obradoiro. Allí el Deán, José Mª Diez, le explicó el significado de las representaciones de este Pórtico, una de las joyas del arte medieval.

Seguidamente, el Papa volvió a entrar en el templo y salió por una de las puertas del ábside, la Puerta Real, desde donde recorrió a pie los pocos metros de la plaza de Quintana que separan de la Puerta Santa.

En ese momento, dos mujeres se le acercaron para revestirle con una esclavina oscura con la cruz de Santiago y la concha, el típico hábito del peregrino compostelano.

Entrado de nuevo, el Papa se dirigió al sepulcro del Apóstol, en la cripta, tras lo cual subió a dar el tradicional abrazo al busto del Apóstol.

Al final de la ceremonia, tras su discurso, el propio Papa encendió el Botafumeiro, el enorme incensario que se mece sobre los fieles cada año santo, a los acordes del himno a Santiago.

Por Inma Álvarez

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Benedicto XVI a Europa: “Dios no es el enemigo del hombre”
“Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”, es el gran mensaje lanzado por el Papa Benedicto XVI en este viaje a Santiago de Compostela, reevocando aquel “Europa, sé tu misma”, de Juan Pablo II en este mismo lugar hace 18 años.

Ante las 7.000 personas que pudieron acceder a la Plaza del Obradoiro, y las decenas de miles que pudieron seguir la celebración a través de las maxipantallas dispuestas en varios puntos de la ciudad, el Papa quiso recordar que Dios “no es el enemigo del hombre”.

“Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”.

“Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente”, subrayó el Papa. “¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?”

“Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla?”, se preguntó el Papa.

Frente a un paganismo que propugna una visión de un Dios envidioso y contrario al hombre, afirmó, “es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.

Es necesario también que el nombre de Dios, “esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios”.

“Es menester que se profiera santamente. Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo·.

Nueva evangelización

Por eso, el Papa subrayó que “la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa, que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos” es “que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida”.

“Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre”.

Europa, añadió el Papa, “ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa”.

La cruz de los caminos de Santiago, afirmó, “supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por eso don y perdón al mismo tiempo, debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo”.

“No dejéis de aprender las lecciones de ese Cristo de las encrucijadas de los caminos y de la vida, en el que nos sale al encuentro Dios como amigo, padre y guía”.

“¡Oh Cruz bendita, brilla siempre en tierras de Europa!”, exclamó Benedicto XVI.

A continuació, el Papa quiso advertir a Europa sobre el peligro de vivir a espaldas de Dios.

“Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres”, afirmó. “No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él”.

“La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero”.

“Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo”, concluyó el Papa.

Por eso, intimó a los cristianos a “seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio”.

“No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos”, subrayó el Papa a los presentes.

Espíritu de servicio

Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, afirmó, “el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser”.

El servicio que los cristianos están llamados a dar “no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos”.

Especialmente se dirigió a los jóvenes, invitándoles a seguir este camino, “para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza”.

También tuvo palabras para los “jefes de los pueblos”, recordando que “donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y explotación que no dejan espacio para una auténtica promoción humana integral”.

“Esto es lo que nos recuerda también la celebración de este Año Santo Compostelano. Y esto es lo que en el secreto del corazón, sabiéndolo explícitamente o sintiéndolo sin saber expresarlo con palabras, viven tantos peregrinos que caminan a Santiago de Compostela para abrazar al Apóstol”.

La barca de Santiago

También a esta nueva evangelización se refirió monseñor Julián Barrio durante su discurso de bienvenida al Papa, antes de comenzar la Eucaristía, recordando que en el Camino “surgen preguntas necesarias que buscan respuestas clarificadoras”.

“Jerusalén, Roma, Santiago… Rutas para el espíritu del ser humano, que se rebela a desaparecer bajo la asfixia del materialismo. Caminos para pensar y descubrir por qué razón venimos a este mundo. Sendas abiertas por las huellas de Dios, dando respuesta a la pregunta de por qué aún no somos plenamente felices en nuestra peregrinación terrena a pesar de intentarlo tantas veces”.

Por ello, subrayíó, es necesaria “la revitalización de nuestra fe; el ardor y el coraje de una nueva evangelización para anunciar a Cristo en fidelidad y con creatividad pastoral; la fuerza para seguir peregrinando”.

Es necesaria también, añadió, “la conversión porque hay heridas que sanar; la profundidad que nos rescate de la superficialidad anodina y anestesiada que nos distrae y nos hace olvidar que la Iglesia en su misión profética lleva el sello martirial, para ser testigo de Cristo crucificado y resucitado”.

Por último, el arzobispo quiso mostrar la cercanía al Papa de la Iglesia en Santiago con una bella imagen.

“Cuando salga a faenar por los mares del mundo en la barca de Pedro, recuerde que otra pequeña barca estará muy cerca: la de Santiago, atenta a cualquier señal que la de Pedro pueda hacernos para ayudarle como nos dice el relato evangélico”.

Por Inma Álvarez 

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El Papa saluda a las autoridades y a miles de personas al llegar a Barcelona
Celebrado un acto espontáneo y multitudinario de acogida en la plaza de la catedral
BARCELONA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La plaza de la catedral de Barcelona vibró esta noche con la llegada del Papa Benedicto XVI en coche al arzobispado y su esperado, aunque no previsto oficialmente, saludo y bendición desde el balcón a las miles de personas que lo aclamaban.

Banderas del Vaticano, de España y de distintos movimientos y grupos eclesiales y pancartas con imágenes de Benedicto XVI ondeaban al son de una gran ovación, se oían aplausos y cantos rítmicos con frases como “viva el Papa”, “sí, sí, sí, el Papa ya está aquí” y “ésta es la juventud del Papa”.

Ante la catedral, el coche cerrado del Pontífice pasó por un pasillo reservado entre la multitud, que llegaba hasta escasos metros del palacio episcopal, donde el Obispo de Roma pasará la noche.

A pesar de que el acto no estaba previsto en el programa oficial, que intentaba facilitar al máximo el descanso del Papa tras su llegada a Barcelona, en seguida se abrió la puerta del balcón, adornado con una bandera del arzobispado de Barcelona, y aparecieron Benedicto XVI, sonriente, y el arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach.

Ambos pronunciaron unas pocas palabras, que no pudieron ser escuchadas por la multitud a causa de una megafonía poco potente y el ruido en la plaza.

Sí fueron visibles para los congregados, sin embargo, las bendiciones y saludos del Papa, a los que los asistentes respondieron alzando las manos, aplaudiendo y con aclamaciones.

Ese intercambio supuso el punto culminante de toda una tarde de espera para muchos jóvenes -a los que al final se añadieron numerosas familias, sacerdotes, religiosos y personas de todas las edades-, en un ambiente festivo de oración y encuentro en la plaza de la catedral.

Fue un momento breve, pero el más emotivo y multitudinario, de hecho, de las primeras horas de estancia del Papa en la capital catalana, después de su llegada, a las 21,06 horas, procedente de Santiago de Compostela, al aeropuerto de El Prat, donde, al bajar del avión, saludó a los asistentes y recibió un protocolario y breve recibimiento de las autoridades.

El obispo de Sant Feliu de Llobregat, monseñor Agustín Cortés; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; el presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla; y el delegado del Gobierno español en Cataluña, Joan Rangel fueron algunas de las autoridades que lo esperaban en el aeropuerto.

Rápidamente, el Papa entró en el coche que le condujo a hasta el palacio arzobispal de Barcelona, donde cenó y pernoctó.

Tarde de espera

Ya a las cuatro de la tarde, la Plaza Cataluña acogió un baile de varios centenares de jóvenes, algunos vestidos con los colores de la bandera vaticana.

Allí y en otros puntos del centro de la ciudad se fueron congregando diversos grupos que se dirigían a la plaza de la catedral para participar en el recibimiento espontáneo al Papa.

El acto estuvo guiado por una comisión no oficial de jóvenes representantes de movimientos eclesiales, parroquias y otros grupos, que había organizado el rezo del rosario.

Cada misterio lo conducía un movimiento, con meditaciones de un sacerdote y cantos, a través de un sistema de megafonía que permitía escuchar y participar a todos los asistentes que lo deseaban.

Una de las organizadoras del acto, Myriam Puñet, explicó a ZENIT, que “los jóvenes nos hemos unido para que el Santo Padre se sienta acogido con calor por la juventud en Barcelona, una tierra tan árida, tan complicada”.

“Hemos convocado este Rosario para preparar los corazones para este encuentro tan rápido pero, esperemos, tan fecundo y tan histórico”, añadió.

Los jóvenes organizadores utilizaron especialmente medios on-line y el tradicional “boca-oreja” para convocar el recibimiento.

Durante esta noche, algunos de ellos tienen previsto colocar seis kilómetros de papel blanco y amarillo para adornar las vallas de todo el recorrido que el Papa recorrerá mañana desde el arzobispado hasta la Sagrada Familia.

Domingo intenso

Este domingo, Benedicto XVI tiene previsto salir en papamóvil a las nueve de la mañana y realizar un recorrido por diversas calles de Barcelona, en las que se espera que le aclamen miles de personas, hasta llegar al templo de Gaudí.

Allí mantendrá una entrevista privada con los reyes de España a las nueve y media y después presidirá la misa con la dedicación de la Sagrada Familia.

Tras el rezo del Ángelus, volverá al palacio episcopal siguiendo el mismo recorrido realizado a primera hora de la mañana, y comerá en el arzobispado con cardenales, obispos y su séquito.

Por la tarde, visitará la sede central de la Obra Benéfico-Social del Niño Dios e irá al aeropuerto de Barcelona, donde mantendrá un breve encuentro con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, será despedido y, a las 19,15 horas, partirá hacia Roma.

Por Patricia Navas

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Fallece la teóloga Jutta Burggraf
Autora de más de 20 libros y coautora de 70
PAMPLONA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Jutta Burggraf (Hildesheim, 1952), profesora de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, ha fallecido en Pamplona tras la enfermedad que ha sufrido en los últimos meses, informó el 5 de noviembre esta institución académica. La teóloga alemana era doctora en Psicopedagogía por la Universidad de Colonia (1979) y doctora en Teología por la Universidad de Navarra (1984). 

Desde su llegada a Navarra, en 1996, proveniente del Instituto Académico Internacional (Kerkrade, Países Bajos), ha centrado su actividad investigadora en diversos campos: el ecumenismo, la teología de la creación, la teología de la mujer, el feminismo, etc., sobre los que ha publicado numerosos trabajos.

"Con Jutta, siempre se podía contar para cualquier trabajo en la Facultad. A su vez, sacaba tiempo para responder a las diversas solicitudes que le llegaban de muchos centros españoles y extranjeros. Su labor profesional le mereció un aprecio académico sobresaliente. Pero todo palidecía ante el trato personal. La profesora Burggraf transmitía una cercanía y comprensión que percibían inmediatamente sus interlocutores", ha afirmado César Izquierdo, director del departamento de Teología Dogmática y vicedecano de la Facultad de Teología.

Conferenciante en una veintena de países

Entre sus más de 20 libros, algunos de ellos traducidos a otros idiomas, se encuentran "Teresa von Avila. Humanität und Glaubensleben", "Vivir y convivir en una sociedad multicultural", "Una perspectiva cristiana en un mundo secularizado", "Teología Fundamental", "Conocerse y comprenderse", y "Libertad vivida: con la fuerza de la fe".

Asimismo fue codirectora, junto con los profesores César Izquierdo y Félix María Arocena, del "Diccionario de Teología". También colaboró en alrededor de 70 obras colectivas, publicó más de 70 artículos en revistas especializadas y divulgativas, participó en numerosos simposios y congresos internacionales e impartió conferencias en una veintena de países.

Por otra parte, era coeditora de la revista germanaMariologisches, directora de la colección ‘Antropología' de la editorial Promesa (Costa Rica), miembro del Consejo Científico del Internationaler Mariologischer Arbeitskreis Kevelaer (Alemania) y miembro correspondiente de la Pontificia Academia Mariana Internationalis. En 1987 fue nombrada por Juan Pablo II perito en el Sínodo Ordinario de los Obispos sobre "La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo", celebrado en Roma.

Estos son algunos artículos o entrevistas concedidos a ZENIT, así como artículos de ZENIT en los que informó sobre la obra de la teóloga.

--Comunicar la identidad cristiana en la sociedad postmoderna [2010-04-27]

Una conferencia de la teóloga laica alemana Jutta Burggraf

--Ser y parecer defensores de la vida  [2010-03-20]
Por Jutta Burggraf y Enrique Sueiro

--Conferencia inaugural del Congreo Mundial Provida 2009 [2009-11-15]
Jutta Burggraf: Dar vida también a los responsables del aborto

--Para defender la vida: fortaleza, humildad, saber escuchar y comprensión [2009-11-06]
Indica la teóloga Burggraf en la conferencia inaugural del IV Congreso Provida

--María ayuda a perdonar "siempre y sin condiciones" [2008-05-23]
Lo sostiene la teóloga de Navarra Jutta Burggraf

--María, impulsora del ecumenismo [2008-05-07]
Según la teóloga Jutta Burggraf

--El ecumenismo no está en crisis, llega a su madurez [2007-07-17]
Habla la teóloga alemana Jutta Burggraf

--La teóloga Burggraf : «El ecumenismo es cuestión de oración y caridad» [2007-01-15]
Reflexión sobre la Semana de Oración para Unidad entre los Cristianos

--«El valor de una persona no depende de los otros» [2006-07-02]
Entrevista a la teóloga Jutta Burggraf

--«El cristiano es aquel que ha encontrado el amor de su vida» [2006-06-12]
Entrevista a la teóloga Jutta Burggraf

--«Una caridad fría no es cristiana» [2006-02-08]
Comentario de la teóloga Jutta Burggraf a la encíclica «Deus caritas est»

--«Juan Pablo II ha sido un pionero de los derechos humanos de la mujer» [2005-04-06]
Entrevista a la teóloga Jutta Burggraf

--Las dificultades en el ecumenismo no disminuyen su urgencia [2004-11-30]
Entrevista a la teóloga Jutta Burggraf

--La diferencia de sexos, «ser-para-el-otro» (II) [2004-09-23]
Entrevista a la teóloga alemana Jutta Burggraf

--La diferencia de sexos, «ser-para-el-otro» (I) [2004-09-22]
Entrevista a la teóloga alemana Jutta Burggraf

--El 25% de la población de Europa Central cree en la reencarnación [2001-04-26]
Jutta Burggraf en el Simposio Internacional de Teología en Navarra
 

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Documentación


Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas rumbo a España
En el vuelo rumbo a Santiago, expone los dos mensajes de su visita
EN EL VUELO PAPAL RUMBO A SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las respuestas de Benedicto XVI en un rueda de prensa concedida este sábado a los periodistas que le acompañaban en el vuelo papal rumbo a Santiago de Compostela. Las preguntas fueron expuestas, en nombre de los presentes, por el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede.

* * *


 

--Padre Lombardi: Santidad, en el mensaje con motivo del reciente congreso de los santuarios que se celebraba precisamente en Santiago de Compostela, usted ha dicho que vive su pontificado con sentimientos de peregrino. También en su escudo aparece la concha del peregrino. ¿Quiere decirnos algo sobre la perspectiva de la peregrinación, también en su vida personal y en su espiritualidad, y sobre los sentimientos con los que se dirige como peregrino a Santiago?

--Benedicto XVI: ¡Buenos días! Podría decir que estar en camino forma parte de mi biografía. Pero esto quizá es algo exterior; sin embargo, me ha hecho pensar en la inestabilidad de esta vida, en el hecho de estar en camino. Sobre la peregrinación uno podría decir: Dios está en todas partes, no hace falta ir a otro lugar, pero también es cierto que la fe, según su esencia, consiste en ser peregrino. La Carta a los Hebreos muestra la figura de Abraham, que sale de su tierra y se convierte en peregrino hacia el futuro por toda la vida, y este movimiento abrahámico sigue estando presente en el acto de fe, es un ser peregrino sobre todo interiormente pero debe expresarse también exteriormente. En ocasiones hay que salir de la vida cotidiana, del mundo de lo útil, del utilitarismo, para ponerse verdaderamente en camino hacia la trascendencia, trascenderse a sí mismo y la vida cotidiana, y así encontrar también una nueva libertad, un tiempo de replanteamiento interior, de identificación de sí mismo, para ver al otro, a Dios. Así es también siempre la peregrinación: no consiste sólo en salir de sí mismo hacia el más Grande, sino también en caminar juntos. La peregrinación congrega, vamos juntos hacia el otro y así nos encontramos recíprocamente. Basta decir que los caminos de Santiago son un elemento en la formación de la unidad espiritual del continente europeo, peregrinando aquí se ha encontrado la común identidad europea, y también hoy renace este movimiento, este sueño de estar en movimiento espiritual y físicamente, de encontrarse el uno con el otro y de encontrar silencio, libertad, renovación, y encontrar a Dios.


 

--Padre Lombardi: Gracias, Santidad. Ahora dirigimos la mirada a Barcelona. ¿Qué significado puede tener la consagración de un templo como la Sagrada Familia al comienzo del siglo XXI? ¿Hay algún aspecto específico de la visión de Gaudí que le ha impresionado en particular?

--Benedicto XVI: En realidad, esta catedral es también un signo precisamente para nuestro tiempo. En la visión de Gaudí, percibo sobre todo tres elementos. El primero es la síntesis entre continuidad y novedad, tradición y creatividad. Gaudí tuvo la valentía de insertarse en la gran tradición de las catedrales, de atreverse en su siglo, con una visión totalmente nueva. Presenta esta catedral como lugar del encuentro entre Dios y el hombre en una gran solemnidad. Tiene la valentía de estar en la tradición pero con una creatividad nueva, que renueva la tradición, y demuestra así la unidad y el progreso de la historia. Es algo hermoso. En segundo lugar, Gaudí buscaba este trinomio: libro de la naturaleza, libro de la Escritura, libro de la liturgia. Y esta síntesis es precisamente hoy de gran importancia. En la liturgia, la Escritura se hace presente, se convierte en realidad hoy, no es una Escritura de hace dos mil años sino que es celebrada, realizada. En la celebración de la Escritura habla la creación, encuentra lo creado, y encuentra su verdadera respuesta, porque --como nos dice san Pablo-- la criatura sufre, y en lugar de ser destruida, despreciada, aguarda a los hijos de Dios, es decir, quienes la ven en la luz de Dios. Esta síntesis entre el sentido de la creación, la Escritura y la adoración es precisamente un mensaje muy importante para la actualidad. Y finalmente hay un tercer punto: esta catedral nació por una devoción típica del siglo XIX: san José, la Sagrada Familia de Nazaret, el misterio de Nazaret, pero esta devoción de ayer es de grandísima actualidad, porque el problema de la familia, de la renovación de la familia como célula fundamental de la sociedad, es el gran tema de hoy y nos indica hacia dónde podemos ir tanto en la edificación de la sociedad como en la unidad entre fe y vida, entre religión y sociedad. Expresa el tema fundamental de la Familia, diciendo que Dios mismo se hizo hijo en la familia y nos llama a edificar y vivir la familia.


 

--Padre Lombardi: Y continuando con esta línea, Gaudí y la Sagrada Familia representan, como usted ha dicho, el binomio entre fe y arte. ¿Cómo puede la fe volver a encontrar hoy su puesto en el mundo del arte y de la cultura? ¿Es éste uno de los temas importantes de su pontificado?

--Benedicto XVI: Así es. Vosotros sabéis que yo insisto mucho en la relación entre fe y razón, en que la fe, y la fe cristiana, sólo encuentra su identidad en la apertura a la razón, y que la razón se realiza si trasciende hacia la fe. Pero del mismo modo es importante la relación entre fe y arte, porque la verdad, fin y vida de la razón, se expresa en la belleza y se autorrealiza en la belleza, se encuentra como verdad. Y donde está la verdad debe nacer la belleza. Donde el ser humano se realiza de modo correcto se expresa en la belleza. La relación entre verdad y belleza es inseparable y por eso tenemos necesidad de la belleza. En la Iglesia, desde el comienzo, incluso en la gran modestia y pobreza del tiempo de las persecuciones, la expresión de la salvación de Dios ha tenido lugar en las imágenes del mundo, en el arte, la pintura, en el canto, y luego también en la arquitectura. Todo esto es constitutivo para la Iglesia y sigue siendo constitutivo para siempre. De este modo, la Iglesia era madre de las artes por siglos y siglos. El gran tesoro del arte, música, arquitectura, pintura, ha nacido de la fe en la Iglesia. Actualmente hay un cierto disenso, pero esto daña tanto al arte como a la fe: el arte que perdiera la raíz de la trascendencia ya no se dirigiría hacia Dios, sería un arte escindido, perdería su raíz viva; y una fe que dejara el arte en el pasado, ya no sería fe en el presente. Hoy se debe expresar de nuevo como verdad, que está siempre presente. Por eso, el diálogo o el encuentro entre arte y fe está inscrito en la más profunda esencia de la fe. Debemos hacer todo lo posible para que también hoy la fe se exprese en arte auténtico, como Gaudí, en la continuidad y en la novedad, y para que el arte no pierda el contacto con la fe.


 

--Padre Lombardi: En estos meses emprende su camino el nuevo dicasterio para la nueva evangelización. Y muchos se preguntan si precisamente España, con el desarrollo de la secularización y de la disminución de la práctica religiosa, es uno de los países en los que usted pensó como objetivo para este nuevo dicasterio o incluso como objetivo principal...

--Benedicto XVI: Con este dicasterio he pensando en el mundo entero porque la novedad del pensamiento, la dificultad de pensar en los conceptos de la Escritura, de la teología, es universal, pero se da un punto central, el mundo occidental, con su secularismo, su laicidad, y la continuidad de la fe que debe renovarse para ser la fe de hoy y para responder al desafío de la laicidad. En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema: hemos tenido, por ejemplo, los viajes a Francia, a la República Checa, al Reino Unido, donde por todas partes está presente de modo específico para una nación, para una historia, el mismo problema. Y esto vale también de manera fuerte para España. España era siempre, por una parte, un país originario de la fe. Pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España. Figuras como san Ignacio de Loyola, santa Teresa y san Juan de Ávila, son figuras que han renovado el catolicismo y conformado la fisonomía del catolicismo moderno. Pero también es verdad que en España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro --¡no el desencuentro!, sino encuentro-- entre fe y laicidad, tiene un foco central también en la cultura española. En este sentido, he pensado en todos los grandes países de Occidente, pero sobre todo también en España.


 

--Padre Lombardi: Con el viaje a Madrid del año próximo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), usted habrá hecho tres viajes a España, algo que no ha tenido lugar con ningún otro país. ¿Por qué este privilegio? ¿Es un signo de amor o de particular preocupación?

--Benedicto XVI: Naturalmente es un signo de amor. Se podría decir que es una coincidencia que venga tres veces a España. La primera visita fue el gran encuentro internacional de las familias, en Valencia: ¿cómo el Papa podría estar ausente si las familias del mundo se encuentran? El próximo año tiene lugar la JMJ, el encuentro de la juventud del mundo en Madrid, y en esa ocasión el Papa no puede estar ausente. Y finalmente tenemos el año santo de Santiago, y la consagración después de más de cien años de trabajo de la catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. ¿Cómo no podía venir el Papa? Por tanto, las ocasiones son también los desafíos, casi una necesidad de ir. Ahora bien, precisamente el hecho de que precisamente en España se concentren tantas ocasiones muestra también que es realmente un país lleno de dinamismo, lleno de la fuerza de la fe, y la fe responde a los desafíos que están igualmente presentes en España. Por eso decimos que la casualidad ha hecho que venga, pero esta casualidad demuestra una realidad más profunda, la fuerza de la fe y la fuerza del desafío para la fe.


 

--Gracias, Santidad. Y ahora, si quiere decir algo más para concluir nuestro encuentro, ¿hay algún mensaje particular que usted espera dar a España y al mundo actual con este viaje?

--Benedicto XVI: Yo diría que este viaje tiene dos temas: el tema de la peregrinación, estar en camino, y el tema de la belleza, la expresión de la verdad en la belleza, la continuidad entre tradición y renovación. Yo pienso que estos dos temas del viaje son también un mensaje: estar en camino, no perder el camino de la fe, buscar la belleza de la fe, la novedad y la tradición de la fe que sabe expresarse y sabe encontrarse con la belleza moderna, con el mundo de hoy. Gracias.

[Transcripción no oficial realizada por ZENIT

Traducción de Jesús Colina]

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Discurso del Papa a su llegada a Santiago de Compostela
A su llegada al aeropuerto de Lavacolla
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa pronunció hoy a su llegada al aeropuerto de Lavacolla (Santiago de Compostela), durante la ceremonia de bienvenida.

* * * * *

Altezas Reales,

Distinguidas Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales,

Señor Arzobispo de Santiago de Compostela,

Señor Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado,

Queridos hermanos y hermanas,

Amigos todos

Gracias, Alteza, por las deferentes palabras que me habéis dirigido en nombre de todos, y que son el eco entrañable de los sentimientos de afecto hacia el Sucesor de Pedro de los hijos e hijas de estas nobles tierras.

Saludo cordialmente a quienes están aquí presentes y a todos los que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación social, dando las gracias también a cuantos han colaborado generosamente, desde diversas instancias eclesiales y civiles, para que este breve pero intenso viaje a Santiago de Compostela y a Barcelona sea del todo fructuoso.

En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser. Al mismo tiempo, la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, "a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención" (1 Co 1,30). Por eso, también yo me he puesto en camino para confirmar en la fe a mis hermanos (cf. Lc22, 32).

Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España (cf. Rm 15,22-29). Deseo unirme así a esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe. Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera, España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio.

Precisamente como mensajero y testigo del Evangelio, iré también a Barcelona, para alentar la fe de sus gentes acogedoras y dinámicas. Una fe sembrada ya en los albores del cristianismo, y que fue germinando y creciendo al calor de innumerables ejemplos de santidad, dando origen a tantas instituciones de beneficencia, cultura y educación. Fe que inspiró al genial arquitecto Antoni Gaudí a emprender en esa ciudad, con el fervor y la colaboración de muchos, esa maravilla que es el templo de la Sagrada Familia. Tendré la dicha de dedicar ese templo, en el que se refleja toda la grandeza del espíritu humano que se abre a Dios.

Siento una profunda alegría al estar de nuevo en España, que ha dado al mundo una pléyade de grandes santos, fundadores y poetas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco Javier, entre otros muchos; la que en el siglo XX ha suscitado nuevas instituciones, grupos y comunidades de vida cristiana y de acción apostólica y, en los últimos decenios, camina en concordia y unidad, en libertad y paz, mirando al futuro con esperanza y responsabilidad. Movida por su rico patrimonio de valores humanos y espirituales, busca asimismo superarse en medio de las dificultades y ofrecer su solidaridad a la comunidad internacional.

Estas aportaciones e iniciativas de vuestra dilatada historia, y también de hoy, junto al significado de estos dos lugares de vuestra hermosa geografía que visitaré en esta ocasión, me dan pie para ensanchar mi pensamiento a todos los pueblos de España y de Europa. Como el Siervo de Dios Juan Pablo II, que desde Compostela exhortó al viejo Continente a dar nueva pujanza a sus raíces cristianas, también yo quisiera invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. Una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien.

En gallego:

Benqueridos amigos, reitérovos o meu agradecemento pola vosa amable benvida e a vosa presencia neste aeroporto. Renovo o meu agarimo e proximidade aos amadísimos fillos de Galicia, de Cataluña e dos demais pobos de España. Ao encomendar à intercesión do Apóstolo Santiago a miña estadía entre vós, prégolle a Deus que as suas bendicións vos alcancen a todos. Moitas gracias.

[Queridos amigos, os reitero mi agradecimiento por vuestra amable bienvenida y vuestra presencia en este aeropuerto. Renuevo mi cariño y cercanía a los amadísimos hijos de Galicia, de Cataluña y de los demás pueblos de España. Al encomendar a la intercesión de Santiago Apóstol mi estancia entre vosotros, suplico a Dios que sus bendiciones alcancen a todos. Muchas gracias.]

[©Libreria Editrice Vaticana]

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Bienvenida del Príncipe de Asturias al Papa
En el aeropuerto de Santiago de Compostela
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras de bienvenida que dirigió a Benedicto XVI Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, en el aeropuerto de Santiago.

* * *


 

Santidad,

Es un gran honor y una alegría especial para mí daros, junto a la Princesa, la bienvenida más cordial y respetuosa a España en nombre de SS. MM. los Reyes, de nuestras instituciones y del pueblo español. Deseamos de corazón que durante Vuestra nueva Visita pastoral a nuestro país tengáis una estancia muy feliz, tanto aquí en Galicia como en Cataluña, ambas tan representativas de la belleza, diversidad y la hospitalidad de nuestras tierras.

Vuestro afecto hacia España, expresado en tantas ocasiones, es de un gran valor para nosotros. Y los españoles nos sentimos realmente muy honrados de que en los cinco primeros años de Vuestro Pontificado hayáis visitado España por segunda vez. Además, en el mes de agosto del próximo año 2011, tendremos nuevamente el honor de recibiros en Madrid para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. ¡Gracias Santo Padre por todas estas visitas y particularmente por la de hoy y mañana!

Santidad,

"Hai tempo que estas terras galegas, de xentes amables e hospitalarias, esperaban a Vosa Visita".

Sabemos de Vuestra ilusión por acercaros a la maravillosa ciudad de Santiago de Compostela para orar ante la tumba del Apóstol. Una ciudad que os espera con los brazos abiertos, como ya lo hiciera en dos ocasiones inolvidables con Vuestro predecesor, S. S. el Papa Juan Pablo II, quien nos dejó la huella profunda de su mensaje y afecto.

Desde aquellas fechas se ha producido una verdadera eclosión en el número de peregrinos y caminantes que llegan a Compostela. Proceden de toda España, del resto de Europa y de Iberoamérica. Así mismo, llegan cada vez más del resto del mundo, de los demás continentes, realzando así la proyección y dimensión universal del Camino. El pasado mes de mayo la Princesa y yo quisimos también recorrer de nuevo uno de los tramos de este maravilloso itinerario espiritual y cultural.

Santidad,

Venís como peregrino a transmitir un mensaje de fe, de paz y de esperanza. Habéis querido así uniros a la multitud de jóvenes, adultos y mayores que recorren una ruta milenaria para llegar, en este Año Santo, a la imponente Catedral de Santiago. Una gran joya arquitectónica concebida en el románico, que prepara con orgullo la celebración de su VIII Centenario en 2011.

Este gran Camino de encuentro y de diálogo, tan vinculado a nuestra historia y cultura, que recorre y une a Europa desde hace siglos, se ha convertido en verdadero símbolo de concordia, de fraternidad y de solidaridad. Promueve valores y abre los espíritus. Nos convoca a la reflexión y al reencuentro con nosotros mismos. Nos invita a superarnos, a afrontar retos y a alcanzar nuevas metas.

Como pude señalar al concederse al Camino el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en el 2004, éste fue "el primer proyecto europeo común... Seguir atesorando este camino de diálogo y de conocimiento inagotables, es un maravilloso regalo de la Historia para España y para los ciudadanos de todo el mundo".

Santidad,

En Vuestra llegada a estas tierras quiero reiteraros nuestro enorme aprecio por Vuestro compromiso con la paz, la libertad y la dignidad del ser humano. Nos reconforta muy especialmente en los tiempos complejos y de crisis que vive el mundo. Tiempos en los que la guerra y el terrorismo, el hambre y la pobreza, la injusticia y el dolor, requieren de la firmeza, del compromiso personal y del esfuerzo de los gobernantes de la tierra y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Desde Santiago, España contribuyó a aunar valores y a ensanchar los horizontes de Europa. También hoy desea, como país moderno, abierto y democrático, transmitir desde Santiago su voz comprometida y solidaria con los problemas y necesidades de tantos pueblos y seres humanos.

Os deseamos, asimismo desde este momento, una agradable estancia en la espléndida ciudad de Barcelona que espera con gran ilusión Vuestra llegada para la solemne Dedicación del extraordinario templo de la Sagrada Familia.

Una vez más recibid la calurosa bienvenida en nombre del pueblo español, del Gobierno de la Nación y de las autoridades autonómicas y municipales de Galicia, así como en nombre de SS. MM. los Reyes, de la Princesa y en el mío propio.

Y muchas gracias, Santidad, por volver a España y querer aportarnos en estos días la profundidad y serenidad de Vuestras palabras.



 

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Discurso del Papa en la catedral de Santiago
Tras el abrazo al Apóstol
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante su visita a la catedral de Santiago de Compostela, para dar el tradicional abrazo al Apóstol.

* * * * *

 



 

Señores Cardenales,

Queridos Hermanos en el Episcopado,

Distinguidas Autoridades,

Queridos sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas,

Queridos hermanos y hermanas,

Amigos todos

En gallego:

Agradezo a Monseñor Xulián Barrio Barrio, Arcebispo de Santiago de Compostela, as amables palabras que agora me ten dirixido e ás que correspondo compracido, saudándovos a todos vós con afecto no Señor e dándovo-las gracias pola vosa presencia neste lugar tan significativo.

[Agradezco a Monseñor Julián Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago de Compostela, las amables palabras que me acaba de dirigir y a las que correspondo complacido, saludando a todos con afecto en el Señor y dándoos las gracias por vuestra presencia en este lugar tan significativo.]

Peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia. Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí donde Él se ha manifestado, allí donde la gracia divina se ha mostrado con particular esplendor y ha producido abundantes frutos de conversión y santidad entre los creyentes. Los cristianos peregrinaron, ante todo, a los lugares vinculados a la pasión, muerte y resurrección del Señor, a Tierra Santa. Luego a Roma, ciudad del martirio de Pedro y Pablo, y también a Compostela, que, unida a la memoria de Santiago, ha recibido peregrinos de todo el mundo, deseosos de fortalecer su espíritu con el testimonio de fe y amor del Apóstol.

En este Año Santo Compostelano, como Sucesor de Pedro, he querido yo también peregrinar a la Casa del Señor Santiago, que se apresta a celebrar el ochocientos aniversario de su consagración, para confirmar vuestra fe y avivar vuestra esperanza, y para confiar a la intercesión del Apóstol vuestros anhelos, fatigas y trabajos por el Evangelio. Al abrazar su venerada imagen, he pedido también por todos los hijos de la Iglesia, que tiene su origen en el misterio de comunión que es Dios. Mediante la fe, somos introducidos en el misterio de amor que es la Santísima Trinidad. Somos, de alguna manera, abrazados por Dios, transformados por su amor. La Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad.

Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra. La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad. No puede renunciar a ellas, porque está en juego el ser humano, porque le mueve el amor al hombre, “que es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (Gaudium et spes, 24), y porque sin esa aspiración a la verdad, a la justicia y a la libertad, el hombre se perdería a sí mismo.

Dejadme que desde Compostela, corazón espiritual de Galicia y, al mismo tiempo, escuela de universalidad sin confines, exhorte a todos los fieles de esta querida Archidiócesis, y a los de la Iglesia en España, a vivir iluminados por la verdad de Cristo, confesando la fe con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en el compromiso como ciudadanos.

Que la alegría de sentiros hijos queridos de Dios os lleve también a un amor cada vez más entrañable a la Iglesia, cooperando con ella en su labor de llevar a Cristo a todos los hombres. Orad al Dueño de la mies, para que muchos jóvenes se consagren a esta misión en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada: hoy, como siempre, merece la pena entregarse de por vida a proponer la novedad del Evangelio.

No quiero concluir sin antes felicitar y agradecer a los católicos españoles la generosidad con que sostienen tantas instituciones de caridad y de promoción humana. No dejéis de mantener esas obras, que benefician a toda la sociedad, y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica, así como con ocasión de las graves calamidades naturales que han afectado a varios países.

En gallego:

Con estes sentimentos, pídolle ao Altísimo que vos conceda a todos a ousadía que tivo Santiago para ser testemuña de Cristo Resucitado, e así permanezades fieis nos camiños da santidade e vos gastedes pola gloria de Deus e polo ben dos irmáns máis desamparados. Moitas gracias.

[Con estos sentimientos, pido al Altísimo que conceda a todos la audacia que tuvo Santiago para ser testigo de Cristo Resucitado, y así permanezcáis fieles en los caminos de la santidad y os gastéis por la gloria de Dios y el bien de los hermanos más desamparados. Muchas gracias.]

[©Libreria Editrice Vaticana]

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Homilía del Papa en la Plaza del Obradoiro
La nueva evangelización de Europa, según Benedicto XVI
SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que pronunció hoy el Papa durante la Misa celebrada en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela.

* * * * *

En gallego:

Benqueridos irmáns en Xesucristo:

Dou gracias a Deus polo don de poder estar aquí, nesta espléndida praza chea de arte, cultura e significado espiritual. Neste Ano Santo, chego como peregrino entre os peregrinos, acompañando a tantos deles que veñen ata aquí sedentos da fe en Cristo Resucitado. Fe anunciada e transmitida fielmente polos Apóstolos, como Santiago o Maior, ao que se venera en Compostela desde tempo inmemorial.

[Amadísimos Hermanos en Jesucristo:

Doy gracias a Dios por el don de poder estar aquí, en esta espléndida plaza repleta de arte, cultura y significado espiritual. En este Año Santo, llego como peregrino entre los peregrinos, acompañando a tantos como vienen hasta aquí sedientos de la fe en Cristo resucitado. Fe anunciada y transmitida fielmente por los Apóstoles, como Santiago el Mayor, a quien se venera en Compostela desde tiempo inmemorial.]

Agradezco las gentiles palabras de bienvenida de Monseñor Julián Barrio Barrio, Arzobispo de esta Iglesia particular, y la amable presencia de Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, de los Señores Cardenales, así como de los numerosos Hermanos en el Episcopado y el Sacerdocio. Vaya también mi saludo cordial a los Parlamentarios Europeos, miembros del intergrupo "Camino de Santiago", así como a las distinguidas Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales que han querido estar presentes en esta celebración. Todo ello es signo de deferencia para con el Sucesor de Pedro y también del sentimiento entrañable que Santiago de Compostela despierta en Galicia y en los demás pueblos de España, que reconoce al Apóstol como su Patrón y protector. Un caluroso saludo igualmente a las personas consagradas, seminaristas y fieles que participan en esta Eucaristía y, con una emoción particular, a los peregrinos, forjadores del genuino espíritu jacobeo, sin el cual poco o nada se entendería de lo que aquí tiene lugar.

Una frase de la primera lectura afirma con admirable sencillez: «Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor» (Hch 4,33). En efecto, en el punto de partida de todo lo que el cristianismo ha sido y sigue siendo no una gesta o un proyecto humano, sino Dios, que declara a Jesús justo y santo frente a la sentencia del tribunal humano que lo condenó por blasfemo y subversivo; Dios, que ha arrancado a Jesucristo de la muerte; Dios, que hará justicia a todos los injustamente humillados de la historia.

“Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen” (Hch 5,32), dicen los apóstoles. Así pues, ellos dieron testimonio de la vida, muerte y resurrección de Cristo Jesús, a quien conocieron mientras predicaba y hacía milagros. A nosotros, queridos hermanos, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos. Así imitaremos también a San Pablo que, en medio de tantas tribulaciones, naufragios y soledades, proclamaba exultante: “Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2 Co 4,7).

Junto a estas palabras del Apóstol de los gentiles, están las propias palabras del Evangelio que acabamos de escuchar, y que invitan a vivir desde la humildad de Cristo que, siguiendo en todo la voluntad del Padre, ha venido para servir, “para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20,28). Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser. Un servicio que no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos. Al proponer este nuevo modo de relacionarse en la comunidad, basado en la lógica del amor y del servicio, Jesús se dirige también a los “jefes de los pueblos”, porque donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y explotación que no dejan espacio para una auténtica promoción humana integral. Y quisiera que este mensaje llegara sobre todo a los jóvenes: precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza.

Esto es lo que nos recuerda también la celebración de este Año Santo Compostelano. Y esto es lo que en el secreto del corazón, sabiéndolo explícitamente o sintiéndolo sin saber expresarlo con palabras, viven tantos peregrinos que caminan a Santiago de Compostela para abrazar al Apóstol. El cansancio del andar, la variedad de paisajes, el encuentro con personas de otra nacionalidad, los abren a lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención. Y en lo más recóndito de todos esos hombres resuena la presencia de Dios y la acción del Espíritu Santo. Sí, a todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria.

Desde aquí, como mensajero del Evangelio que Pedro y Santiago rubricaron con su sangre, deseo volver la mirada a la Europa que peregrinó a Compostela. ¿Cuáles son sus grandes necesidades, temores y esperanzas? ¿Cuál es la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa, que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos? Su aportación se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió esto Santa Teresa de Jesús cuando escribió: "Sólo Dios basta".

Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad. Con esto se quería ensombrecer la verdadera fe bíblica en Dios, que envió al mundo a su Hijo Jesucristo, a fin de que nadie perezca, sino que todos tengan vida eterna (cf. Jn 3,16).

El autor sagrado afirma tajante ante un paganismo para el cual Dios es envidioso o despectivo del hombre: ¿Cómo hubiera creado Dios todas las cosas si no las hubiera amado, Él que en su plenitud infinita no necesita nada? (cf. Sab 11,24-26). ¿Cómo se hubiera revelado a los hombres si no quisiera velar por ellos? Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sí mismo y cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sí mismo? ¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera intimidad o remitido a la penumbra? Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla? Por eso, es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios. Es menester que se profiera santamente. Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo.

Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa.

Ese Dios y ese hombre son los que se han manifestado concreta e históricamente en Cristo. A ese Cristo que podemos hallar en los caminos hasta llegar a Compostela, pues en ellos hay una cruz que acoge y orienta en las encrucijadas. Esa cruz, supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por eso don y perdón al mismo tiempo, debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo. Cruz y amor, cruz y luz han sido sinónimos en nuestra historia, porque Cristo se dejó clavar en ella para darnos el supremo testimonio de su amor, para invitarnos al perdón y la reconciliación, para enseñarnos a vencer el mal con el bien. No dejéis de aprender las lecciones de ese Cristo de las encrucijadas de los caminos y de la vida, en el que nos sale al encuentro Dios como amigo, padre y guía. ¡Oh Cruz bendita, brilla siempre en tierras de Europa!

Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres. No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él. La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero. Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo.

Queridos amigos, levantemos una mirada esperanzadora hacia todo lo que Dios nos ha prometido y nos ofrece. Que Él nos dé su fortaleza, que aliente a esta Archidiócesis compostelana, que vivifique la fe de sus hijos y los ayude a seguir fieles a su vocación de sembrar y dar vigor al Evangelio, también en otras tierras.

En gallego:

Que Santiago, o Amigo do Señor, acade abundantes bendicións para Galicia, para os demais pobos de España, de Europa e de tantos outros lugares alén mar onde o Apóstolo e sinal de identidade cristiá e promotor do anuncio de Cristo.

[Que Santiago, el amigo del Señor, alcance abundantes bendiciones para Galicia, para los demás pueblos de España, de Europa y de tantos otros lugares allende los mares, donde el Apóstol es signo de identidad cristiana y promotor del anuncio de Cristo.]

[©Libreria Editrice Vaticana]

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