7.11.10

Benedicto XVI, o "la carga de la Brigada Ligera"

A las 7:51 PM, por J. Fernando Rey
Categorías : Actualidad
 

Quienes estamos denunciando, desde hace años, el desmoronamiento espiritual de España y de Europa, causado por el abandono de la Fe Cristiana, nos hemos sentido muy confortados por las palabras de benedicto XVI. Quienes hemos constatado públicamente que el peor de los males de nuestra sociedad no es la crisis económica, sino el rechazo de los valores sobre los que esta misma sociedad ha estado sustentada durante siglos, nos hemos sentido muy confortados por las palabras de Benedicto XVI. Quienes hemos gritado, por activa y por pasiva, que la más grave enfermedad de nuestro cristianismo es el olvido del apostolado, y el silencio, por vergüenza, por temor, o por resentimiento, del Nombre de Cristo en la vida pública, nos hemos sentido muy confortados por las palabras de benedicto XVI.

Sin embargo, no todo el mundo se ha sentido muy confortado por las palabras de benedicto XVI. El primero que no ha querido dejarse confortar ha sido el propio Presidente del Gobierno, quien, poco antes de llegar el Sumo Pontífice, se las arregló para poner pies en polvorosa y tomar, no las de Villadiego, sino las de Afganistán, que está aún más lejos. ¡Qué miedo le tiene este hombre al Papa! Cara a la galería, cada vez más reducida, de su propio auditorio, podría decirse que obsequió a sus incondicionales con uno de esos gestos tan de su agrado, un desplante al estilo de la sentada ante la bandera americana en el Desfile de la Fuerzas Armadas. Pero a quienes no formamos parte de ese auditorio nos ha parecido una “espantá” de pésimo gusto. Ya dije, en un artículo anterior, que no le pedía que asistiese a la Santa Misa, pero que el Jefe de un Estado tan importante como el Vaticano llegue a España y sea recibido en el Aeropuerto por dos secundones (el Vicepresidente y el “Vicerrey”) hace que uno se avergüence de ser español.

“En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España”. Estas palabras del Papa, pronunciadas en el avión minutos antes de aterrizar en nuestro país, molestaron a políticos y a buena parte de la prensa. Pero, en cuanto el avión tomó tierra, los mismo dirigentes le dieron la razón con su ausencia, y esa misma parte de la prensa confirmó su dictamen con sus relatos parciales y, en ocasiones, verdaderamente sectarios. De alguna manera, estaban dejando clara su postura: “no nos gusta lo que dices, pero tienes razón”. No deja de ser curioso el empleo que se ha hecho de la palabra “cargar” en “El Mundo “ y en “El País”: “El Papa carga contra el laicismo”; “El Papa carga contra el aborto”; “El Papa carga contra el matrimonio homosexual”… A juicio de estos periodistas, la visita del Papa ha debido ser la “Carga de la Brigada Ligera”.

“Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios. Es menester que se profiera santamente”. Este mensaje es una constante en el pontificado de benedicto XVI. Lo gritó con especial fuerza en Fátima, y lo ha recordado en España: es hora de que los cristianos volvamos a hacer presente el Nombre de Cristo en el mundo. Son nuestros labios los que deben pronunciarlo, y de poco servirá quejarnos de un ambiente hostil si no tenemos el valor de adentrarnos en ese ambiente y hacer presente allí a Jesucristo. La Nueva Evangelización proclamada por Juan Pablo II aún está por realizarse.

“El amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural. Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad (…). La Iglesia aboga (…) para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente”. De nuevo, el dedo del Papa en la llaga de España. Sé que, para algunos, el Pontífice no puso el dedo en la llaga, sino en el ojo; pero son los que están ciegos, y sólo ven a través de la llaga. Mientras el Santo Padre pronunciaba estas palabras, doscientos activistas homosexuales se besaban públicamente en señal de protesta por la doctrina de la Iglesia. Y, una vez más, no deja de ser curioso que un sector de la prensa prensa otorgase el mismo relieve a esos doscientos activistas que a las multitudes que seguían embebidas las palabras de Benedicto XVI.

Tanto el Rey como el Presidente del Gobierno, que no habían hecho su aparición cuando el Papa llegó a nuestro país, se presentaron, precisamente, en el momento de la partida del Pontífice. No le saludaron, pero le despidieron. No hace falta ser muy mal pensado para captar un mensaje sumamente decepcionante: “No nos alegramos de que vinieras, pero nos alegramos de que te marches”. Pero si, además, uno es muy mal pensado, el mensaje suena peor: “no te damos el abrazo de bienvenida, sino la patada de despedida”.

Con todo y con eso, los cristianos hemos quedado llenos de alegría. Cristo, en la persona de su vicario, nos ha visitado, y nos ha bendecido con su palabra. En los próximos días, muchos, muchísimos, meditaremos su mensaje y lo paladearemos; otros, pocos, poquísimos, pero con mucha voz gracias a nuestra tibieza, se rascarán donde les pique. Ya saben, esto ha sido “la carga de la Brigada Ligera”.

José-Fernando Rey Ballesteros
jfernandorey@jfernandorey.es