17.11.10

Intolerancia

A las 12:11 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

El título del artículo de hoy recuerda, exactamente, al de una película del año 1916 cuyo director, D.W. Griffith, quiso reflejar cuatro momentos de la historia de la humanidad en el que el “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias” fue escaso o nulo.

Lo que sucedió, pues, es que a la definición aquí traída, la que define qué es la tolerancia, se le agregó el prefijo que niega, precisamente, lo que viene luego. No hubo, por tanto, en determinados momentos de la vivencia del ser humano, demasiado respeto, en general, por el otro o, en particular, por las ideas del otro.

No vayan a creer que lo hasta aquí escrito es algo que caracteriza una época pasada ni que queda lejos de la que ahora mismo vivimos. Es más, no vayan a sentirse poco concernidos por lo que supone ser intolerante porque, por desgracia, la dictadura de lo políticamente correcto está sembrando el campo de la existencia, de una semilla que, de fructificar como quiere el Maligno, obtendrá frutos que ni Aldous Huxley habría soñado para “Un mundo feliz”, aunque tal felicidad diste mucho de serlo.

Es, en realidad, una intolerancia que viene aunque se manifieste, ya, en más de un lugar, sitio, nación o Estado.

Por ejemplo, y esto sólo es un ejemplo, ha sucedido en Finlandia donde se ha condenado (señal de que antes fue acusado) a un pastor luterano por no querer “concelebrar” con una mujer ordenada sacerdote.

Lo correcto, según el pensamiento políticamente correcto, es haber aceptado la situación de la, digamos, “sacerdotisa” y haber procurado una celebración digna.

Sin embargo, el pastor no le permitían, sus creencias religiosas, hacer tal cosa. Y tenía que ser obligado o, en su defecto, multado para que se viera qué tipo de conducta se quiere o qué tipo de conducta no se quiere.

No es tal tema nada baladí ni escaso de importancia porque es una forma, clara, de manifestar una intolerancia que está muy cercana al totalitarismo espiritual porque será cuestión de tiempo que se obligue a un sacerdote católico a concelebrar con una sacerdotisa luterana. Y si no es materialmente posible obligar sí lo es multar que es, exactamente, lo mismo de lo mismo.

No olvidemos, por ejemplo, el caso de la azafata inglesa a la que le obligaron a quitarse una cruz que llevaba colgada…

Y así podríamos estar un largo rato porque, a veces es intolerancia que llega y otras, intolerancia presente y actuante. Pero intolerancia es y de qué modo que lo es.

Sin embargo, es más que posible que muchos, sin embargo, estén pidiendo, a gritos, el soma de la corrección política y, así, una droga que tranquilice su espíritu tibio.

Sin embargo, ya sabemos lo que dice Dios de los tibios. Lo recoge, más que bien, el Apocalipsis en el versículo 16 de su capítulo 3: “Puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.

Y la tibieza es el gran pecado del creyente porque lo hace mudo, ciego y sordo ante la Verdad: mudo por no decir lo que tiene que decir, ciego para no ver el daño que hace el Mal y sordo para no oír los gritos de las piedras que hablan por su silencio.

Amar la intolerancia, cuando recae sobre uno mismo, es, sin duda, manifestación de haber sido tragado por la Bestia.

Eleuterio Fernández Guzmán