ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 18 de noviembre de 2010

Santa Sede

El ecumenismo no es “negociar un acuerdo”, asegura el Papa

Arzobispo de Canterbury ve aspectos positivos en ordinariatos para anglicanos

El Papa pide más empeño en hacer efectivo el derecho a la salud

Vigilia mundial por la vida naciente

El Papa: apoyar la dignidad de todo ser humano “incluso a contracorriente”

Nueva ordenación episcopal ilícita perjudicaría relaciones Santa Sede-China

El Papa introduce al cardenal Cordes en la Congregación para los Obispos

Mundo

Nicaragua: la Iglesia apoya la plena soberanía sobre el río San Juan

Obispos de EE.UU. firman acuerdo sobre bautismo con Iglesias de la Reforma

Entrevistas

Cardenal José Manuel Estepa, toda una vida al servicio de la Iglesia

Mensaje a nuestros lectores

Fides aclara datos de la paquistaní condenada a muerte

Documentación

Discurso del Papa al Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos

Mensaje del Papa al Consejo Pontificio para la Salud

Conflicto Río San Juan: Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua

Conflicto Río San Juan: Comunicado de los obispos de Costa rica


Santa Sede


El ecumenismo no es “negociar un acuerdo”, asegura el Papa
Discurso al Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-El diálogo ecuménico no tiene los objetivos "políticos" de llegar a "compromisos aceptables" entre las diversas confesiones cristianas, sino "la unidad en la verdad", asegura Benedicto XVI.

Así lo afirmó este jueves en el discurso que dirigió a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, que celebra sus cincuenta años de vida, en el que recordó que la unidad no la "hacemos nosotros", la "hace" Dios.

"Aun en presencia de nuevas situaciones problemáticas o de puntos difíciles para el diálogo, la meta del camino ecuménico sigue inmutable, como también el firme empeño en perseguirla", aseguró el Santo Padre.

"No se trata, sin embargo, de un empeño según categorías, por así decirlo, políticas, en las que entran en juego la capacidad de negociar o la mayor capacidad de encontrar compromisos, por lo que se podría esperar, como buenos mediadores, que tras un cierto tiempo se llegue a acuerdos aceptables para todos".

"La acción ecuménica tiene un doble movimiento", aclaró.

Por una parte, explicó, está "la búsqueda convencida, apasionada y tenaz para encontrar toda la unidad en la verdad, para idear modelos de unidad, para iluminar oposiciones y puntos oscuros para alcanzar la unidad".

"Y esto en el necesario dialogo teológico, pero sobre todo en la oración y en la penitencia, en ese ecumenismo espiritual que constituye el corazón latente de todo el camino: la unidad de los cristianos es y sigue siendo oración, habita en la oración".

En segundo lugar, citó "otro movimiento operativo, que surge de la firme conciencia de que nosotros no sabemos la hora de la realización de la unidad entre todos los discípulos de Cristo y no la podemos conocer, porque la unidad no la 'hacemos nosotros', la 'hace' Dios: viene de lo alto, de la unidad del Padre con el Hijo en el diálogo de amor que es el Espíritu Santo; es un tomar parte en la unidad divina".

Según el Papa, "esto no debe hacer disminuir nuestro compromiso, al contrario, debe hacernos cada vez más atentos a captar los signos de los tiempos del Señor, sabiendo reconocer con gratitud lo que ya nos une y trabajando para que se consolide y crezca".

Al concluir, el obispo de Roma reconoció que "también en el camino ecuménico se trata de dejar a Dios lo que es únicamente suyo y de explorar, con seriedad, constancia y dedicación, lo que es tarea nuestra, teniendo en cuenta que a nuestro compromiso pertenecen los binomios de actuar y sufrir, de actividad y paciencia, de cansancio y alegría".

En su saludo al Papa durante la audiencia, el arzobispo e inminente cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, explicó que esta audiencia celebraba tres grandes fechas para el ecumenismo.

El centenario de la Conferencia Mundial sobre la Misión, celebrada en Edimburgo y considerada como el inicio del camino ecuménico en el siglo XX, los cincuenta años de la creación del Consejo Pontificio que preside, y el inicio del nuevo Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Para el nuevo purpurado suizo esta última decisión del Papa está íntimamente ligada a la promoción de la unidad de los cristianos, y manifestó su intención de "poner el compromiso ecuménico plenamente al servicio de una nueva divulgación de la fe en nuestras sociedades ampliamente secularizadas".

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Arzobispo de Canterbury ve aspectos positivos en ordinariatos para anglicanos
El primado Rowan Williams recibido en audiencia por Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, ve aspectos positivos en la creación de ordinariatos para la acogida en la Iglesia católica de comunidades anglicanas.

El primado anglicano hizo estas declaraciones en el Vaticano este jueves, donde fue recibido en audiencia privada por Benedicto XVI, después de haber participado en la víspera en el acto de conmemoración con motivo de los cincuenta años de la creación del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.

El 8 de noviembre cinco obispos anglicanos de la Iglesia de Inglaterra anunciaron su renuncia al ministerio en la Iglesia anglicana y su resolución de unirse a un ordinariato personal para anglicanos en plena comunión con la Iglesia católica.

La posibilidad de crear estas circunscripciones eclesiásticas no regionales fue establecida hace un año por Benedicto XVI con la promulgación de la constitución apostólica "Anglicanorum Coetibus".

De este modo, los anglicanos que lo deseen podrán reconocer el primado del Papa, manteniendo elementos propios de su tradición litúrgica y espiritual.

"Obviamente mi reacción a las renuncias es de pesar, pero respeto", ha declarado el doctor Williams a "Radio Vaticano".

"Yo sé las consideraciones que han afrontado, en particular los dos que fueron mis sufragáneos. Hemos hablado, hemos trabajado y nos hemos separado con oraciones y bendiciones".

"Creo que el desafío vendrá al compartir el uso de las iglesias", reconoce, "en los consejos que debemos dar como anglicanos", y además "desde luego habrá algunas parroquias sin sacerdotes, de manera que nos encontramos ante un desafío práctico".

Ante quienes han calificado como "gesto profético" la creación de ordinariatos en la Iglesia católica para anglicanos, el arzobispo de Canterbury reconoce que "creo que el ordinariato ayuda a la gente a valorar la herencia o el patrimonio anglicanos. Estoy feliz de alabar a Dios por este motivo. No creo que sea un acto agresivo orientado a desestabilizar las relaciones de las Iglesias y sólo queda por ver la amplitud del movimiento del que estamos hablando".

"Pero, ¿profético?", se pregunta el mismo Williams. "Quizá sí -responde--. En el sentido de que la Iglesia católica dice de este modo que hay maneras de ser cristiano en la Iglesia de Occidente que no quedan restringidas por identidad histórica católico-romana. Es algo de lo que podemos hablar".


En una audiencia concedida este jueves a la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Papa ha confirmado el compromiso de la Iglesia católica en la búsqueda de la unidad con los anglicanos y demás confesiones cristianas.

"A pesar de nuevas situaciones problemáticas o de puntos difíciles para el diálogo, la meta del camino ecuménico sigue inalterada, así como el compromiso firme para perseguirla", ha dicho el obispo de Roma.

"No se trata, sin embargo, de un compromiso según categorías, por así decir, políticas, en las que entran en juego la capacidad de negociar o de encontrar compromisos, motivo por el cual podría esperarse, como buenos mediadores, que después de un cierto tiempo se llegue a acuerdos aceptables para todos", ha concluido. 

Por Jesús Colina

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El Papa pide más empeño en hacer efectivo el derecho a la salud
El mundo sanitario “no puede sustraerse a las reglas morales”, subraya
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa pide un compromiso “a todos los niveles” para que el derecho a la salud sea verdaderamente efectivo para todas las personas, especialmente en los países pobres.

Es el contenido del Mensaje que ha enviado a los participantes en la Conferencia Internacional promovida por el Consejo Pontificio para los Operadores Santiarios, que se está celebrando estos días en el Vaticano.

En el texto, dirigido al presidente de este dicasterio, monseñor Zygmunt Zimowski, el Papa subraya que esta Conferencia – sobre el tema Caritas in Veritate – Por una atención sanitaria equitativa y humana – “se inserta bien en el año celebrativo de los 25 años de la institución del Dicasterio”, y “ofrece un motivo ulterior para dar gracias a Dios por este precioso instrumento para el apostolado de la misericordia”.

El tema elegido, observa, “reviste un interés particular para la comunidad cristiana, en el que es central el cuidado por ser hombre, por su dignidad trascendente y por sus derechos inalienables”.

La salud, de hecho, “es un bien precioso para la persona y la colectividad que hay que promover, conservar y tutelar, dedicando medios, recursos y energías necesarias para que más personas puedan acceder a ella”.

“Por desgracia – denuncia el obispo de Roma –, aún hoy permanece el problema de muchas poblaciones del mundo que no tienen acceso a los recursos necesarios para satisfacer las necesidades fundamentales, de forma particular en lo que respecta a la salud”.

Si en algunos lugares hay “una atención a la salud que corre el riesgo de transformarse en consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, convirtiéndose casi en un culto del cuerpo”, en otros sin embargo se asiste “a la dificultad de millones de personas de acceder a condiciones de subsistencia mínimas y a fármacos indispensables para curarse”.

Frente a esta realidad “es necesario trabajar con mayor empeño a todos los niveles para que el derecho a la salud se haga efectivo, favoreciendo el acceso a los cuidados sanitarios primarios”.

Salud, justicia y caridad

También en el campo sanitario, constata el Papa, “es importante instaurar una verdadera justicia distributiva que garantice a todos, sobre la base de las necesidades objetivas, cuidados adecuados”.

El mundo de la salud, por tanto, “no puede sustraerse a las reglas morales que deben gobernarlo para que no se convierta en inhumano”.

“La imagen divina impresa en nuestro hermano funda la altísima dignidad de toda persona y suscita en cada uno la exigencia del respeto, del cuidado y del servicio”.

El Papa recuerda su encíclica Caritas in Veritate, en la que recuerda cómo la Doctrina Social de la Iglesia ha puesto siempre de manifiesto “la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social en los diversos sectores de las relaciones humanas”.

“Se promueve la justicia cuando se acoge la vida del otro y se asume la responsabilidad hacia él, respondiendo a sus expectativas, porque en él se capta el rostro mismo del Hijo de Dios, que por nosotros se hizo hombre”, subraya.

El vínculo entre justicia y caridad, en perspectiva cristiana, es por lo demás “muy estrecho”.

Siempre en su Encíclica social, Benedicto XVI explica de hecho que “la caridad supera a la justicia, porque amar es donar, ofrecer de lo “mio” al otro; pero nunca sin la justicia, que induce a dar al otro lo que es “suyo”, lo que le corresponde en razón de su ser y de su obrar

“Quien ama con caridad a los demás es ante todo justo hacia ellos. No solo la justicia no es extraña a la caridad, no sólo no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es 'inseparable de la caridad', intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad”.

“Inclinarse como el Buen Samaritano hacia el hombre herido abandonado al lado del camino es realizar esa “justicia más grande” que Jesús pide a sus discípulos y lleva a cabo en su vida, porque el cumplimiento de la ley es el amor”, concluye el obispo de Roma en su Mensaje.
 

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Vigilia mundial por la vida naciente
El 27 de noviembre, la Iglesia universal reza por la defensa de la vida
ROMA, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El llamamiento fue lanzado el pasado mes de junio. En algunas Iglesias, la movilización ha sido un poco lenta, pero lo cierto es que el 27 de noviembre, en la Basílica de San Pedro, así como en las diócesis y en iglesias católicas de todo el mundo se celebrarán vigilias de oración, adoraciones al Santísimo Sacramento y se rezarán Rosarios en defensa de la vida naciente.

El pasado 14 de junio, el cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, enviaron una carta a todos los presidentes de las conferencias episcopales para invitarles a organizar una solemne “vigilia por la vida naciente”.

En la carta, se informaba a los obispos de que había sido el Pontífice quien había tomado la iniciativa de celebrar el 27 de noviembre en la Basílica de San Pedro una “solemne vigilia por la vida naciente”, coincidiendo con las Primeras Vísperas del primer domingo de Adviento y en la cercanía de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

Junto a las Vísperas, la carta propone la adoración eucarística para “dar gracias al Señor, que con la donación total de sí mismo ha dado sentido y valor a toda vida humana, y para invocar la protección de todo ser humano llamado a la existencia”.

A la vigilia y a la adoración, la Conferencia Episcopal Española ha propuesto añadir también el rezo del Rosario.

“Es deseo del Santo Padre –se lee en la carta- que los obispos presidan en sus Iglesias celebraciones similares que impliquen a parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos”.

La carta también explica: “Todos somos conscientes de los peligros que amenazan a la vida humana hoy a causa de la cultura relativista y utilitarista que oscurece la percepción de la dignidad de toda persona humana, cualquiera que sea su fase de desarrollo”.

Por eso, añade citando la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II, “estamos llamados más que nunca a ser ‘pueblo de la vida’ con la oración y con el compromiso”.

La misiva invita a todos los presidentes de las conferencias episcopales a “implicar rápidamente y de la manera más apropiada” a todos los obispos de cada país de manera que “se pueda insertar esta iniciativa en los distintos programas diocesanos”.

La carta concluye con el deseo de que “todas las Iglesias particulares en unión con el Santo Padre, Pastor universal” puedan “obtener la gracia y la luz del Señor para la conversión de los corazones y dar un testimonio común de la Iglesia para una cultura de la vida y del amor”.

[Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Patricia Navas]

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El Papa: apoyar la dignidad de todo ser humano “incluso a contracorriente”
 
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La vida y la dignidad de todo ser humano deben defenderse en toda ocasión, también cuando para ello se deba ir “a contracorriente” porque en la sociedad se defienden ideas en sentido opuesto.

Lo afirma el Papa Benedicto XVI en el Mensaje que ha enviado a los participantes en la XXV Conferencia Internacional sobre el tema Caritas in Veritate – Por un cuidado de la salud justo y humano, promovida por el Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios, que se clausurará este viernes.

En el Mensaje, leído este jueves por la mañana por el secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, el Pontífice recuerda que “la justicia sanitaria debe encontrarse entre las prioridades en las agendas de los Gobiernos y de las instituciones internacionales”.

“Por desgracia, junto a resultados positivos y alentadores, hay opiniones y líneas de pensamiento que la hieren”, lamenta.

 

En este sentido, cita “cuestiones como las relacionadas con la llamada 'salud reproductiva', con el recurso a técnicas artificiales de procreación que comportan la destrucción de embriones, o con la eutanasia legalizada”.

“El amor a la justicia, la tutela de la vida desde su concepción hasta su término natural, el respeto a la dignidad de todo ser humano, deben ser apoyados y testimoniados, incluso a contracorriente”, afirma el Papa en el texto.

“Los valores éticos fundamentales son patrimonio común de la moralidad universal y base de la convivencia democrática”.

Para defender estos valores, subraya el Papa, “es necesario el esfuerzo conjunto de todos, pero también y sobre todo una profunda conversión de la mirada interior”.

“Sólo si se mira al mundo con la mirada del Creador, que es mirada de amor, la humanidad aprenderá a vivir en la tierra en paz y justicia, destinando con equidad la tierra y sus recursos al bien de todo hombre y de toda mujer”, señala.

En ese contexto, concluye citando su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, en el que auspicia “un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana”.

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Nueva ordenación episcopal ilícita perjudicaría relaciones Santa Sede-China
Aclaración del portavoz de la Oficina de Información de la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha comunicado al Gobierno de la República Popular China que consideraría ilícita y perjudicial para las relaciones bilaterales la ordenación episcopal del padre Joseph Guo Jincai, prevista para estos días en la provincia de Hebei, al norte del país.

Además, la supuesta presión de oficiales del Gobierno a obispos en comunión con el Papa para que asistan a esa ordenación constituiría una grave violación de la libertad religiosa y de conciencia, aclaró este jueves el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, SJ.

“La Santa Sede está preocupada por las informaciones de Mainland China según las cuales diversos obispos en comunión con el Papa están siendo forzados por oficiales del Gobierno a asistir a una ordenación episcopal ilícita en Chengde, al noreste de Hebei, que se dice que está programada en torno al 20 de noviembre”, señala el comunicado del padre Lombardi.

“Si esas informaciones son verdaderas, entonces la Santa Sede consideraría esas acciones como graves violaciones de la libertad religiosa y de la libertad de conciencia”, indica el texto.

La Santa Sede aclaró que “una ordenación así se consideraría ilícita y perjudicial para las relaciones constructivas que han estado desarrollándose en los últimos tiempos entre la República Popular China y la Santa Sede”.

“Además -añade el comunicado-, la Santa Sede confirma que el padre Joseph Guo Jincai no ha recibido la aprobación del Santo Padre para ser ordenado como obispo de la Iglesia católica.

“La Santa Sede, interesada en desarrollar relaciones positivas con China, ha contactado con las autoridades chinas sobre este asunto y ha dejado clara su postura”, concluye el texto.

Obispos “desaparecidos”

El obispo candidato, Joseph Guo Jincai, es el vicesecretario general de la Asociación Patriótica Católica China y representante católico del Parlamento chino, según informó la agencia Ucanews.

Varios obispos de Hebei en comunión con Roma se encuentran en paradero desconocido y diversos sacerdotes han mostrado su preocupación por no poder contactar con ellos.

El obispo Joseph Li Liangui de Cangzhou (Xianxian) -que en el año 2006 fue obligado a asistir a una ordenación episcopal ilícita, pero pudo escapar de la iglesia donde se celebraba- abandonó el obispado con oficiales del Gobierno el pasado 12 de noviembre y ahora no responde a su teléfono móvil.

El obispo coadjutor Francis An Shuxin de Baoding, un antiguo obispo clandestino que ejercía su ministerio abiertamente desde 2006, declaró hace unos días que él y otros obispos de Hebei se encuentran en una “situación difícil”.

El prelado, de 61 años, afirma que oficiales del Gobierno les están presionando para que vayan a Chengde, pero insiste en que nunca asistirá a una ordenación ilícita.

Creada por la autoridad china en 1955, Chengde no está reconocida como diócesis por el Vaticano. Cuenta con seis sacerdotes, quince monjas, 16 parroquias y 20.000 laicos.

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El Papa introduce al cardenal Cordes en la Congregación para los Obispos
Para la R.D. Congo, nombra obispo de Mahagi-Nioka a Sosthène Ayikuli Udjuwa
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nombró miembro de la Congregación para los Obispos al cardenal Paul Josef Cordes, presidente emérito del Consejo Pontificio Cor Unum, comunicó este jueves la Oficina de Información de la Santa Sede.

El purpurado había estado al frente del consejo “un solo corazón”, encargado de coordinar y promover la caridad en la Iglesia, desde el 2 de diciembre de 1995 hasta hace poco más de un mes, el pasado 7 de octubre, cuando contaba ya con 76 años de edad.

A partir de ahora, forma parte de la congregación que trata todo lo referente a la constitución de las Iglesias particulares y sus asambleas (divisiones, uniones,...) y al nombramiento de los obispos.

Nacido en Kirchhundem (Alemania), el cardenal Cordes fue ordenado sacerdote en 1961 y nombrado obispo auxiliar de Paderborn en 1975.

En 1980, fue nombrado vicepresidente del Consejo Pontificio para los Laicos y el 24 de noviembre de 2007 fue creado cardenal.

Por otra parte, este martes 16 de noviembre el Papa nombró obispo de Mahagi-Nioka, a Sosthène Ayikuli Udjuwa, hasta entonces administrador diocesano de esa misma diócesis de la República Democrática del Congo.


 

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Mundo


Nicaragua: la Iglesia apoya la plena soberanía sobre el río San Juan
Avisan los pastores: el deterioro político pone “en peligro la gobernabilidad”
MANAGUA, jueves, 18 noviembre 2010 (ZENIT.org).- Los obispos de Nicaragua advierten que el deterioro de la justicia y el derecho en el país centroamericano ponen en peligro la “gobernabilidad estable a largo plazo”, al mismo tiempo que afirman la plena soberanía del pueblo nicaragüense sobre el río San Juan, en cuanto al conflicto con Costa Rica.

Así lo afirman en su Mensaje Pastoral al que ha tenido acceso ZENIT, hecho público tras su Asamblea Ordinaria Anual, que ha tenido lugar en San Marcos, localidad cercana a la capital, Managua.

Los obispos dedican su mensaje a la situación actual del país, y dentro de ella, al conflicto estallado en estos días con Costa Rica a causa del drenado del río San Juan.

Precisamente, ZENIT publicaba el pasado martes un mensaje de los obispos de Costa Rica sobre el conflicto del río San Juan (ver: http://www.zenit.org/article-37294?l=spanish).

En su mensaje, los obispos nicaragüenses afirman, “junto a todo el pueblo nicaragüense”, la “absoluta soberanía de Nicaragua sobre el río San Juan como algo indiscutible e innegociable para el país”.

Los prelados esperan que “este conflicto se resuelva en el menor tiempo posible por las vías del diálogo, los cauces diplomáticos y el respeto al derecho internacional”.

Sin embargo, les preocupa que la reciente crisis surgida en torno al tema “distraiga la atención del Gobierno y de los ciudadanos” y lleve “a ignorar y no afrontar los graves problemas internos de la nación”.

En el mensaje proclaman también un Año de Oración ante las elecciones de 2011 y un programa de tres años para conmemorar el centenario de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua.

Deterioro social

En continuidad con su mensaje de 23 de abril pasado, los obispos reiteran que, aún conscientes de que su misión no es política, y que no puede sustituir al Estado, los pastores afirman que la Iglesia “tampoco desea quedarse al margen de la búsqueda y la construcción de la justicia y de la paz”, citando la Deus Caritas Est.

En este sentido, señalan que “la palabra de la Iglesia en materia social y política no es, pues, una intrusión abusiva, sino un servicio a la formación de las conciencias en la política”, lo que consideran un derecho según enseñan la Dignitatis humanae y la Veritatis Splendor.

Entrando en la actual situación del país, los pastores nicaragüenses constatan desde abril que “la realidad social y política” no ha mejorado, “antes bien algunas de las situaciones a las que nos referíamos continúan agravándose”.

Consideran que la ley “sigue siendo paradójicamente un mecanismo para legitimar abusos y hacer pasar por legal lo que es ilegal”; el derecho “parece ser cada vez más un instrumento para legalizar en modo artificioso las estructuras de poder y las ambiciones personales; y el Estado “da la impresión de ser un entramado de instituciones al servicio de intereses particulares y de grupo”.

Toda esta situación, aseguran, “tiene graves repercusiones para el desarrollo económico del país, la solución sostenida de los grandes problemas sociales y la gobernabilidad estable a largo plazo”.

El momento que vive el país, recuerdan, se vuelve aún más complejo, “dado que los grupos y partidos existentes no logran interpretar los anhelos de gran parte de la población y colaborar constructiva y responsablemente en la dinámica de la democracia”.

Citan a la Gaudium et Spes para recordar que “los partidos políticos han de promover todo lo que, a juicio suyo, se requiera para el bien común; pero en ningún caso traten de anteponer sus propios intereses al bien común”.

Por lo cual, exhortan “a toda la clase política del país para que personas y grupos abran su corazón y su mente hacia las grandes aspiraciones de la mayoría” del pueblo nicaragüense, que vean de cerca sus sufrimientos, entiendan su lenguaje y su modo de pensar y aprecien sus criterios valorativos y sus prioridades existenciales.

Este pueblo, según sus obispos, “anhela una sociedad nueva, donde se viva sin ningún tipo de temor, donde las instituciones estatales estén realmente al servicio del bien común y en donde la actividad política se vea liberada de toda sombra de corrupción, que es una de las peores deformaciones del sistema democrático”.

Para ello, exhortan a los políticos a superar viejos esquemas “que han dañado al país, permitiendo a un grupo de privilegiados decidir el destino de todos”. Les piden que renuncien “a seguir concibiendo la política como medio para obtener privilegios sociales y ventajas económicas y abrirse progresivamente a los grandes valores evangélicos”, entre los que citan: caridad, modestia, generosidad, humildad, honestidad, etc. para una política de servicio, según la Christifideles laici.

No olvidan los pastores nicaragüenses que, para la realización de estas aspiraciones, es decisiva la función de los medios de comunicación social, a quienes exhortan “a colaborar en el logro de la verdadera reconciliación entre los nicaragüenses”.

Los grandes problemas socioeconómicos, la crisis institucional no resuelta y el reto de un año electoral a las puertas, exigen –aseguran los pastores –, a todos atención y responsabilidad para colaborar, cada uno desde sus propias posibilidades, “sin minimizar la situación y sin caer en la resignación, en la búsqueda de caminos de solución para tan graves dificultades que afectan el presente y el futuro del país”.

Por ello, proclaman un “Año de Oración por Nicaragua” para 2011. Anuncian para el futuro mayores indicaciones prácticas sobre ello.

Concluyen agradeciendo al Señor que en 2013 se celebrará el primer centenario de la erección de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua. Por ello invitan a todos a la misa de inauguración de estos tres años de preparación del acontecimiento, que tendrá lugar en la catedral de León, el 2 de diciembre del presente año.

 

Los comunicados originales pueden leerse en ZENIT:

Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua

Comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

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Obispos de EE.UU. firman acuerdo sobre bautismo con Iglesias de la Reforma
Un “hito sin precedentes” en la historia del ecumenismo en América según la USCCB

 BALTIMORE, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha aprobado un acuerdo en el que reconoce como válido el bautismo de cuatro comunidades cristianas reformadas.

La Conferencia votó el pasado martes el Common Agreement on Mutual Recognition of Baptism (Acuerdo Común de Reconocimiento Mutuo del Bautismo), durante la celebración de la Asamblea Plenaria que está teniendo lugar estos días en Baltimore (Maryland).

El acuerdo ha sido resultado de seis años de estudio y debates entre los representantes de la Conferencia Episcopal estadounidense, la Iglesia Presbiteriana de EE.UU., la Iglesia Reformada de América, la Iglesia Reformada Cristiana y la Iglesia Unida de Cristo.

Monseñor Wilton Gregory, arzobispo de Atlanta y presidente del USCCB Committee for Ecumenical and Interreligious Affairs, afirmó el martes en un comunicado que esta votación supone “un hito en el viaje ecuménico”.

“Junto con nuestros hermanos y hermanas de la Reforma” de estas cuatro Iglesias, afirmó, “nosostros los obispos católicos podemos afirmar una vez más que el bautismo es la basr de la real, aunque incompleta, unidad que tenemos en Cristo".

"Nuestra Conferencia espera ahora a que los cuatro organismos competentes de las comunidades reformadas aprueben el acuerdo común que hemos realizado hoy", dijo el arzobispo.

El prelado explicó que, una vez que sea aprobado por las otras cuatro denominaciones, el acuerdo “permitirá a los ministros católicos presuponer que el bautismo realizado en estas comunidades es 'verdadero bautismo' como se entiende en la doctrina y en la ley católicas”.

Comunión

"La presentación de un certificado de bautismo por parte de los cristianos reformados que deseen entrar en plena comunión con la Iglesia Católica, o casarse con una católica, asegura a los ministros católicos que el bautismo, realizado por un ministro de la Reforma, implicó el uso de agua corriente, y la invocación bíblica de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo", prosiguió el prelado.

Monseñor Gregory afirmó que los católicos y los cristianos reformados “han dado un paso de acrecamiento a esa plenitud de la comunión que se realizará, en obediencia a la oración del Señor – 'Padre, que todos sean uno' – en ese día en el que puedan celebrar juntos en unidad de fe y ministerio en la única mesa de la Eucaristía".

La conferencia señaló en un comunicado de prensa que el acuerdo común afirma que el bautismo es "el vínculo sacramental de unidad para el Cuerpo de Cristo, que se realiza sólo una vez, por un ministro autorizado, con un chorro de agua, utilizando la fórmula trinitaria de las Escrituras de 'Padre, Hijo y Espíritu Santo'".

Añadió que el acuerdo anima a las comunidades cristianas locales a mantener registros de bautismo, una práctica ya realizada en la Iglesia católica.

El comunicado de prensa declaró que otras conferencias episcopales en el mundo del mundo han suscrito acuerdos similares con las comunidades protestantes locales, pero este documento es "sin precedentes" para la Iglesia católica en los Estados Unidos.

Explicó que la Iglesia católica en general ha reconocido la validez de la mayoría de las principales comuniones cristianas desde el Concilio Vaticano II. Sin embargo, en 2002, el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos alentó a las conferencias episcopales para que se reunieran con las comunidades cristianas locales con el fin de estudiar y discutir su comprensión mutua del bautismo, para aclarar dudas y preguntas sobre la reciprocidad de las prácticas dentro de las diversas iglesias.

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Entrevistas


Cardenal José Manuel Estepa, toda una vida al servicio de la Iglesia
Entrevista con el nuevo purpurado español
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org) El futuro cardenal José Manuel Estepa de 84 años confiesa que recibió el nombramiento de Benedicto XVI “con mucha sorpresa” y dice entre bromas “soy un obispo amortizado”, es decir “ya he terminado de pagar mi servicio”.

El arzobispo emérito castrense, nacido en Andújar Jaén, España, hace parte de los 24 nuevos cardenales y de los 4 no electores (por ser mayor de 80 años) que creará el Papa Benedicto XVI en el consistorio que celebrará este sábado 20 de noviembre.

Apasionado con el tema de la formación y la catequesis, se ha desempeñado como consultor de la Congregación para el Clero, fue miembro de la comisión de reacción del Catecismo. Fue también obispo auxiliar de Madrid y luego arzobispo castrense.

ZENIT entrevistó al purpurado, quien asegura que una vez reciba este título honorífico continuará con su labor de “leer, estudiar y rezar”, especialmente “por la Iglesia y las naciones y la juventud”. Un reconocimiento que recibe “con profundo sentido de gratitud y fidelidad al Papa”.

- Hablemos primero de sus años como sacerdote… ¿Nos puede contar su experiencia como consultor y luego como colaborador de la Congregación para el clero?

Cardenal José Manuel Estepa: Empecé colaborando con la comisión del Clero en el sector de Catequesis en el año 69. Después he seguido. Ya son más de 40 años de colaboración. Siempre en el sector de la catequesis como una perspectiva que en mí se acentuó con la colaboración con el CELAM en América Latina.

- Usted que fue nombrado obispo por Pablo VI en 1972 y pudo trabajar con él y conocer su magisterio, ¿qué es lo que más destaca de este papa?

Cardenal José Manuel Estepa: El esfuerzo por unir cada vez más la reflexión cristiana de anuncio de fe. En esta colaboración la catequesis ha tenido una dimensión misionera. Esto está en sintonía, lo veíamos desde aquel tiempo, con lo que el actual Santo Padre pide, este dinamismo de evangelización.

Estábamos convencidos de que los países de raíces cristianas necesitaban un nuevo impulso. Siempre hay que buscar que la evangelización bañe y se impregne de la cultura de cada tiempo. Propiamente estábamos en una mutación y en un cambio de cultura. Todo esto se vio con la celebración del Concilio Vaticano II. Era importante que el Evangelio se hiciera presente.

A eso se ha hecho frente con dos sínodos universales: primero el de 1974 sobre la Evangelización. Eso fue una visión muy profunda de Pablo VI. Cuando al año siguiente se le pide que determine el tema del siguiente sínodo, Pablo VI dijo que debería ser la de la Catequesis, que se celebró en 1977 porque no se podía separar evangelización de catequesis.

La evangelización es la siembra, la catequesis es el crecimiento. Por ello no se pueden separar. Si se hace sólo evangelización en el sentido de la predicación de conversión y no se fortalece el crecimiento de la personalidad cristiana en el fondo de la cultura, pues también ahí hay una inmadurez.

- ¿También hizo parte de los obispos que redactaron el Catecismo de la Iglesia Católica. ¿Cómo fue esta experiencia?

Cardenal José Manuel Estepa: Al comienzo éramos seis obispos, luego fuimos siete los de la comisión de redacción del catecismo. Siempre que hacíamos reuniones en Roma, el Papa Juan Pablo II venía un día a ver nuestro trabajo y nos escuchaba mucho. Fueron prácticamente seis años de trabajo con un ritmo bimestral.

Recuerdo mucho al cardenal Ratzinger, quien se caracterizaba por la certeza de saber que esa tarea iba a poder culminar. El objetivo valía la pena y había que trabajar con confianza, sin estar obsesionados y también estando seguros de que lo que estábamos haciendo valía la pena.

El cardenal Ratzinger fue ejemplar en ese dinamismo de confianza. Éramos un grupo muy reducido. A los pocos meses el grupo creció con el actual cardenal Levada, hoy prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, luego con el actual arzobispo de Viena, el hoy cardenal Cristoph Schoenbom, quien había sido alumno de Ratzinger. Ahí me encontré muy a gusto y trabajé con confianza. Personalmente esta experiencia me ayudó para mi madurez de fe.

- Pasemos ahora al tema de su servicio episcopal.  Usted asumió como obispo auxiliar de Madrid en un momento de muchas tensiones en la historia de su país en el llamado período de transición...

Cardenal José Manuel Estepa: Así es. Estuve allí por 11 años (1972 – 1983). Acompañé al cardenal Tarancón, quien durante el mismo período era el arzobispo de Madrid. Esta gran personalidad a quien pude colaborar en un tiempo muy duro para nosotros. Era el conocido tiempo de tránsito desde la dictadura hacia la democracia. La Iglesia tuvo que guardar un gran equilibrio y hacer posible el acompañar a una sociedad que evolucionaba hacia formas políticas distintas. Creo que la Iglesia lo hizo con gran prudencia y con gran sentido de generosidad.

- Y luego pasó a ser arzobispo castrense…

Cardenal José Manuel Estepa: Sí fue ahí cuando se incrementó el terrorismo que a mí me afectó de una manera muy particular porque durante unos años los objetivos primeros de los terroristas eran los militares y la policía. Era una preferencia macabra y trágica. Tuve que presidir muchas celebraciones y funerales.

Fueron 20 años y 10 meses de arzobispo castrense (1983 – 2004) en que, sobre todo los 10 primeros años, tuve que acompañar víctimas de terrorismo, después las preferencias de los terroristas fueron cambiando de objetivo, dejaron de ser preferencias los militares.

Mi experiencia de arzobispo ordinario militar me ayudó porque encontré un sector de la sociedad española caracterizado por la fortaleza. Con esto no quiero hacer distinciones de más católicos o menos católicos pero sí debo proclamar que en los militares y profesionales y la policía veo un gran sentido cristiano en general y una formación más sólida como cristianos que en otros sectores de la sociedad. Y yo me permití hacerlo público. Estaba sirviendo en un sector donde la fe estaba siendo sembrada y donde había dado frutos. Eso me llena de satisfacción.

- ¿Y cómo ve la situación de fe en España?

Cardenal José Manuel Estepa: Creo que con la visita reciente del Papa se ha podido apreciar que la fe vive, no sólo en generaciones mayores sino en un sector de juventud y creo que el proceso que tenemos que hacer se cultive. Estamos necesitados de un gran fortalecimiento que necesita una gran catequesis.

- A un obispo recién ordenado ¿qué consejo le daría?

Cardenal José Manuel Estepa: Primero que tenga esperanza. Un sacerdote que no tenga un gran vigor, no debe aceptar ser obispo porque se esto detecta cuando hay un vigor de fe y una perspectiva de esperanza. Luego le diría que la densidad de la fe no se mide por el sistema métrico decimal. Más bien le diría que se entregue al Señor y que reme mar adentro. No se puede estar con la preocupación de medir sino más bien de sembrar y confiar porque la semilla de la fe siempre da fruto el mejor fruto.

Por Carmen Elena Villa


 

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Mensaje a nuestros lectores


Fides aclara datos de la paquistaní condenada a muerte
Ante la confusión de algunas fuentes
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ante las incoherencias en los datos biográficos ofrecidos por distintas fuentes y medios de comunicación sobre Asia Bibi, la cristiana paquistaní condenada a muerte por "blasfemia", publicamos esta aclaración distribuida por la agencia Fides, órgano informativo de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

 


 

* * *

La familia de Asia Bibi, los abogados y las organizaciones cristianas que la están protegiendo esperan con temor la fecha de la primera audiencia ante el Tribunal Superior de Lahore, donde se presentó el recurso para su causa, dicen a Fides fuentes cercanas a la familia. Las mismas fuentes informan que la familia de Asia ha sido trasladada a Lahore por motivos de seguridad, y especifican la composición de la misma, dadas las informaciones contradictorias que circulan en los medios de comunicación. Asia Bibi tiene 37 años, es cristiana protestante y está casada con Ashiq Masih. El matrimonio tiene cuatro hijos: tres niñas (Sidra 18 años; Esha de 12 años, que es discapacitada; Eshum 10 años) y un niño. Vivía en el barrio "Chak 3" en el pueblo de Ittanwali, no muy lejos de la ciudad de Nankhana Sahib, al este de Lahore, provincia de Punjab. En el asentamiento Chak 3 sólo viven tres familias cristianas; en total, en el pueblo de Ittanwali, viven unas 100 familias cristianas y 1.200 familias musulmanas. Nankhana Sahib es una de las pocas ciudades de Pakistán con una gran mayoría cristiana: viven más de 5.000 familias cristianas.

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Documentación


Discurso del Papa al Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos
Con motivo de su Asamblea Plenaria
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos sobre el tema: “Hacia una nueva etapa del dialogo ecuménico", con ocasión del 50° aniversario de la institución de este dicasterio.

* * * * *

Señores cardenales,

Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas,

es para mi una gran alegría encontraron con ocasión de la Plenaria del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, durante la cual reflexionaréis sobre el tema: "Hacia una nueva etapa del dialogo ecuménico". Al dirigir a cada uno de vosotros mi cordial saludo, deseo agradecer de modo particular al presidente, monseñor Kurt Koch, también por las calurosas expresiones con las que ha interpretado vuestros sentimientos.

Ayer, como recordó monseñor Koch, celebrasteis, con un solemne Acto conmemorativo, el 50° aniversario de la institución de vuestro Dicasterio. El 5 de junio de 1960, en la vigilia del Concilio Vaticano II, que indicó como central para la Iglesia el compromiso ecuménico, el beato Juan XXIII creaba el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, denominado después, en 1988, Consejo Pontificio. Fue un acto que constituyó un hito para el camino ecuménico de la Iglesia católica. En el transcurso de cincuenta años se ha hecho mucho camino. Deseo expresar viva gratitud a todos aquellos que han prestado su servicio en el Consejo Pontificio, recordando ante todo a los presidentes que se han sucedido en él: los cardenales Augustin Bea, Johannes Willebrands, Edward Idris Cassidy; y mi particularmente grato agradecimiento al cardenal Walter Kasper, que guió el dicasterio, con competencia y pasión, en los últimos once años. Doy las gracias a los miembros y consultores, oficiales y colaboradores, aquellos que han contribuido a llevar a cabo los diálogos teológicos y los encuentros ecuménicos y a cuantos han rezado al Señor por el don de la unidad visible entre los cristianos. Son cincuenta años en los que se ha adquirido un conocimiento más verdadero y una estima más grande con las Iglesias y las comunidades eclesiales, superando prejuicios sedimentados por la historia; se ha crecido en el diálogo teológico, pero también en el de la caridad; se han desarrollado varias formas de colaboración, entre las cuales, además de las de por la defensa de la vida, por la salvaguardia de la creación y para combatir contra la injusticia, ha sido importante y fructífera la del campo de las traducciones ecuménicas de la Sagrada Escritura.

En estos últimos años, además, el Consejo Pontificio se ha comprometido, por otro lado, en un amplio proyecto, el llamado Harvest Project, para trazar un primer balance de los objetivos conseguidos en los diálogos teológicos con las principales comunidades eclesiales desde el Vaticano II. Se trata de un trabajo precioso que ha puesto en evidencia tanto las áreas de convergencia, como aquellas en las que es necesario continuar profundizando la reflexión. Dando gracias a Dios por los frutos ya recogidos, os animo a proseguir con vuestro empeño en promover una correcta recepción de los resultados alcanzados y en dar a conocer con exactitud el estado actual de la investigación teológica al servicio del camino hacia la unidad. Hoy algunos piensan que este camino, especialmente en Occidente, haya perdido su empuje; se advierte, entonces, la urgencia de reavivar el interés ecuménico y de dar una nueva incisividad a los diálogos. Se presentan, además, desafíos inéditos: las nuevas interpretaciones antropológicas y éticas, la formación ecuménica de las nuevas generaciones, la ulterior fragmentación del escenario ecuménico. Es esencial tomar conciencia de estos cambios y señalar las vías para proceder de manera eficaz a la luz de la voluntad del Señor: "que sean todos una sola cosa" (Jn 17,21).

También con las Iglesias ortodoxas y las antiguas Iglesias orientales, con las que existen “estrechísimos vínculos” (Unitatis Redintegratio, 15), la Iglesia católica prosigue con pasión el diálogo, intentando profundizar de modo serio y riguroso en el patrimonio teológico, litúrgico y espiritual común, y de afrontar con serenidad y empeño los elementos que aún nos dividen. Con los Ortodoxos se ha llegado a tocar un punto crucial de acercamiento y de reflexión: el papel del Obispo de Roma en la comunión de la Iglesia. Y la cuestión eclesiológica está también en el centro del diálogo con las antiguas Iglesias orientales: a pesar de muchos siglos de incomprensión y de alejamiento, se ha constatado, con alegría, haber conservado un precioso patrimonio común.

Queridos amigos, aun en presencia de nuevas situaciones problemáticas o de puntos difíciles para el diálogo, la meta del camino ecuménico sigue inmutable, como también el firme empeño en perseguirla. No se trata, sin embargo, de un empeño según categorías, por así decirlo, políticas, en las que entran en juego la capacidad de negociar o la mayor capacidad de encontrar compromisos, por lo que se podría esperar, como buenos mediadores, que tras un cierto tiempo se llegue a acuerdos aceptables para todos. La acción ecuménica tiene un doble movimiento. Por una parte la búsqueda convencida, apasionada y tenaz para encontrar toda la unidad en la verdad, para idear modelos de unidad, para iluminar oposiciones y puntos oscuros en orden a la consecución de la unidad. Y esto en el necesario dialogo teológico, pero sobre todo en la oración y en la penitencia, en ese ecumenismo espiritual que constituye el corazón latente de todo el camino: la unidad de los cristianos es y sigue siendo oración, habita en la oración. Por otra parte, otro movimiento operativo, que surge de la firme conciencia de que nosotros no sabemos la hora de la realización de la unidad entre todos los discípulos de Cristo y no la podemos conocer, porque la unidad no la “hacemos nosotros”, la “hace” Dios: viene de lo alto, de la unidad del Padre con el Hijo en el diálogo de amor que es el Espíritu Santo; es un tomar parte en la unidad divina. Y esto no debe hacer disminuir nuestro compromiso, al contrario, debe hacernos cada vez más atentos a captar los signos de los tiempos del Señor, sabiendo reconocer con gratitud lo que ya nos une y trabajando para que se consolide y crezca. Al final, también en el camino ecuménico, se trata de dejar a Dios lo que es únicamente suyo y de explorar, con seriedad, constancia y dedicación, lo que es tarea nuestra, teniendo en cuenta que a nuestro compromiso pertenecen los binomios de actuar y sufrir, de actividad y paciencia, de cansancio y alegría.

Invoquemos confiados al Espíritu Santo, para que guíe nuestro camino y cada uno sienta con renovado vigor el llamamiento a trabajar por la causa ecuménica. Os animo a todos vosotros a proseguir en vuestra tarea; es una ayuda que hacéis al Obispo de Roma a cumplir su misión al servicio de la unidad. Como signo de afecto y gratitud, os imparto de corazón mi Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Mensaje del Papa al Consejo Pontificio para la Salud
Con motivo de su 25 aniversario y Congreso Internacional
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a los participantes en la XXV Conferencia Internacional sobre el tema: "Caritas in Veritate – Por un cuidado de la salud equitativo y humano", promovida por el Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios, y que coincide con el 25º aniversario de la fundación de este dicasterio.



 

* * * * *

Al Venerado Hermano

Zygmunt Zimowski

Presidente del Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios

Con alegría deseo hacer llegar mi cordial saludo a los participantes en la XXV Conferencia Internacional, que se inserta bien en el año celebrativo de los 25 años de la institución del Dicasterio, y ofrece un motivo ulterior para dar gracias a Dios por este precioso instrumento para el apostolado de la misericordia. Un pensamiento de reconocimiento va hacia todos aquellos que trabajan, en los diversos sectores de la pastoral de la salud, para vivir esa diaconía de la caridad, que es central en la misión de la Iglesia. En este sentido, me es grato recordar a los cardenales Fiorenzo Angelini y Javier Lozano Barragán, que guiaron en estos 25 años el Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios y dirigir un saludo particular al actual presidente del Dicasterio, el arzobispo Zygmunt Zimowski, como también al secretario, al sub-secretario, a los oficiales, a los colaboradores, a los ponentes del Congreso y a todos los presentes.

El tema elegido por vosotros este año, "Caritas in veritate". Por una atención de la salud equitativa y humana", reviste un interés particular para la comunidad cristiana, en el que es central el cuidado por ser hombre, por su dignidad trascendente y por sus derechos inalienables. La salud es un bien precioso para la persona y la colectividad que hay que promover, conservar y tutelar, dedicando medios, recursos y energías necesarias para que más personas puedan acceder a ella. Por desgracia, aún hoy permanece el problema de muchas poblaciones del mundo que no tienen acceso a los recursos necesarios para satisfacer las necesidades fundamentales, de forma particular en lo que respecta a la salud. Es necesario trabajar con mayor empeño a todos los niveles para que el derecho a la salud se haga efectivo, favoreciendo el acceso a los cuidados sanitarios primarios. En nuestra época se asiste por una parte a una atención a la salud que corre el riesgo de transformarse en consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, convirtiéndose casi en un culto del cuerpo, y por otra parte, a la dificultad de millones de personas de acceder a condiciones de subsistencia mínimas y a fármacos indispensables para curarse.

También en el campo de la salud, parte integrante de la existencia de cada uno y del bien común, es importante instaurar una verdadera justicia distributiva que garantice a todos, sobre la base de las necesidades objetivas, cuidados adecuados. En consecuencia, el mundo de la salud no puede sustraerse a las reglas morales que deben gobernarlo para que no se convierta en inhumano. Como subrayé en la Encíclica Caritas in veritate, la Doctrina Social de la Iglesia ha puesto siempre de manifiesto la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social en los diversos sectores de las relaciones humanas (n. 35). Se promueve la justicia cuando se acoge la vida del otro y se asume la responsabilidad hacia él, respondiendo a sus expectativas, porque en él se capta el rostro mismo del Hijo de Dios, que por nosotros se hizo hombre. La imagen divina impresa en nuestro hermano funda la altísima dignidad de toda persona y suscita en cada uno la exigencia del respeto, del cuidado y del servicio. El vínculo entre justicia y caridad, en perspectiva cristiana, es muy estrecho: “La caridad supera a la justicia, porque amar es donar, ofrecer de lo “mio” al otro; pero nunca sin la justicia, que induce a dar al otro lo que es “suyo”, lo que le corresponde en razón de su ser y de su obrar [...] Quien ama con caridad a los demás es ante todo justo hacia ellos. No solo la justicia no es extraña a la caridad, no sólo no es una vía alternativa o paralela a la caridad: la justicia es 'inseparable de la caridad', intrínseca a ella. La justicia es la primera vía de la caridad” (ibid., 6). En este sentido, con expresión sintética e incisiva, san Agustín enseñaba que "la justicia consiste en ayudar a los pobres" (De Trinitate, XIV, 9: PL 42, 1045).

Inclinarse como el Buen Samaritano hacia el hombre herido abandonado al lado del camino es realizar esa “justicia más grande” que Jesús pide a sus discípulos y lleva a cabo en su vida, porque el cumplimiento de la ley es el amor. La comunidad cristiana, siguiendo las huellas de su Señor, ha cumplido con el mandato de ir al mundo a “enseñar y curar a los enfermos” y durante los siglos “ha advertido fuertemente el servicio a los enfermos y a los que sufren como parte integrante de su misión" (Juan Pablo II, Motu Proprio Dolentium Hominum, 1), de dar testimonio de la salvación integral, que es salud del alma y del cuerpo.

El Pueblo de Dios peregrino por los senderos tortuosos de la historia une sus esfuerzos a los de tantos otros hombres y mujeres de buena voluntad para dar un rostro verdaderamente humano a los sistemas sanitarios. La justicia sanitaria debe estar entre las prioridades en la agenda de los Gobiernos y de las instituciones internacionales. Por desgracia, junto a resultados positivos y alentadores, hay opiniones y líneas de pensamiento que la hieren: me refiero a cuestiones como las relacionadas con la llamada “salud reproductiva”, con el recurso a técnicas artificiales de procreación que comportan la destrucción de embriones, o con la eutanasia legalizada. El amor a la justicia, la tutela de la vida desde su concepción hasta su término natural, el respeto de la dignidad de todo ser humano, deben ser sostenidos y testimoniados, incluso contra corriente: los valores éticos fundamentales son patrimonio común de la moralidad universal y base de la convivencia democrática.

Es necesario el esfuerzo conjunto de todos, pero es necesaria ante y sobre todo una profunda conversión de la mirada interior. Sólo si se mira al mundo con la mirada del Creador, que es mirada de amor, la humanidad aprenderá a estar en la tierra en la paz y en la justicia, destinando con equidad la tierra y sus recursos al bien de cada hombre y de cada mujer. Por esto, “desearía que se adoptara un modelo de desarrollo basado en el papel central del ser humano, en la promoción y participación en el bien común, en la responsabilidad, en la toma de conciencia de la necesidad de cambiar el estilo de vida y en la prudencia, virtud que indica lo que se ha de hacer hoy, en previsión de lo que puede ocurrir mañana” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, 9)

A los hermanos y hermanas que sufren expreso mi cercanía y el llamamiento a vivir también la enfermedad como ocasión de gracia para crecer espiritualmente y participar en los sufrimientos de Cristo por el bien del mundo, y a todos vosotros comprometidos en el vasto campo de la salud, mi aliento por vuestro precioso servicio. Al pedir la protección maternal de la Virgen María, Salus infirmorum, imparto de corazón la Bendición Apostólica que extiendo también a vuestras familias.



 

En el Vaticano, 15 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Conflicto Río San Juan: Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua
 
MANAGUA, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Por su indudable interés, publicamos a continuación el texto original del Mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, sobre el conflicto entre este país y Costa Rica sobre el río San Juan.

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MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE NICARAGUA



A nuestros Sacerdotes, Religiosos (as), agentes de pastoral, pueblo católico, hermanos en la fe cristiana, nicaragüenses, hombres y mujeres de buena voluntad: Gracia y paz.

1. Al concluir los trabajos de nuestra Asamblea Ordinaria Anual del 2010, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua deseamos hacer llegar a todos la bendición de Dios a través del apostólico saludo bíblico de “gracia y paz” (cf. Rom 1,7 ; 1Cor 1,3 ; Ef 1,2 ; Gal 1,3 ; 1Tes 1,1), conscientes de que sólo la “gracia”, el amor de Dios gratuito y salvador, y la “paz”, que es reconciliación de los hombres con Dios y de los hombres entre sí, llenan de sentido la existencia de cada ser humano y posibilitan una convivencia humana basada en la caridad y la justicia.

2. A pocos días de que el Santo Padre Benedicto XVI ha publicado la Exhortación Apostólica Verbum Domini, sobre la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia, nos presentamos ante ustedes como “servidores de la Palabra” (Lc 1,2), protegidos y alimentados con ella como en un regazo materno (cf. Pastores Gregis, 15). Al dirigirles este mensaje, queremos ser eco de la Palabra de Dios que hemos acogido y meditado, pues nos mueve la profunda convicción de creyentes y de pastores de que “no podemos guardar para nosotros las palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos, para cada hombre (…). Nos corresponde a nosotros la responsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia” (Verbum Domini, 91).

El magisterio social de la iglesia

3. Dando continuidad a nuestro mensaje del 23 de abril de este año, reiteramos que la Iglesia no ofrece soluciones técnicas y no instituye ni propone sistemas o modelos de organización social (Cf. Sollicitudo rei socialis, 41), pues no corresponde a la misión que Cristo le ha encomendado. La Iglesia posee la competencia que le viene de la sabiduría de vida y del mensaje liberador del Evangelio de Cristo, y es desde él que para la Iglesia “derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina” (Gaudium et Spes, 42).

4. Aún sabiendo que no puede emprender la empresa política de realizar la sociedad más justa posible, ni sustituir al Estado, la Iglesia tampoco desea quedarse al margen de la búsqueda y la construcción de la justicia y de la paz, iluminando y abriendo la inteligencia y estimulando fuerzas espirituales que llevan a abrir la voluntad a las exigencias del bien y la verdad (cf. Deus Caritas est, 28). La palabra de la Iglesia en materia social y política no es, pues, una intrusión  abusiva, sino un servicio a la formación de las conciencias en la política. La Iglesia tiene el derecho de ser para el hombre maestra de la verdad de fe; no sólo de la verdad del dogma, sino también de la verdad moral que brota de la misma naturaleza humana y del Evangelio (cf. Dignitatis humanae, 14; Veritatis
Splendor , 27.64.110).

Situación actual del país

5. Desde la publicación de nuestro mensaje de abril pasado la realidad social y política de Nicaragua lamentablemente no ha mejorado, antes bien algunas de las situaciones a las que nos referíamos continúan agravándose.

La “ley” sigue siendo paradójicamente un mecanismo para legitimar abusos y hacer pasar por legal lo que es ilegal; el “derecho” parece ser cada vez más un instrumento para legalizar en modo artificioso las estructuras de poder y las ambiciones personales; el “Estado” da la impresión de ser un entramado de instituciones al servicio de intereses particulares y de grupo. Toda esta situación tiene graves repercusiones para el desarrollo económico del país, la solución sostenida de los grandes problemas sociales y la gobernabilidad estable a largo plazo.

6. El momento que vive el país se vuelve aún más complejo dado que los grupos y partidos existentes no logran interpretar los anhelos de gran parte de la población y  colaborar constructiva y responsablemente en la dinámica de la democracia. Es normal que en una sociedad democrática como la nuestra existan partidos y grupos con ideologías e intereses específicos, sin embargo “los partidos políticos han de promover todo lo que, a juicio suyo, se requiera para el bien común; pero en ningún caso traten de anteponer sus propios intereses al bien común” (Gaudium et Spes, 75).

7. Exhortamos a toda la clase política del país para que personas y grupos abran su corazón y su mente hacia las grandes aspiraciones de la mayoría de nuestro pueblo, que vean de cerca sus sufrimientos, entiendan su lenguaje y su modo de pensar y aprecien sus criterios valorativos y sus prioridades existenciales. El pueblo de Nicaragua anhela una sociedad nueva, donde se viva sin ningún tipo de temor, donde las instituciones estatales estén realmente al servicio del bien común y en donde la actividad política se vea liberada de toda sombra de corrupción, que es una de las peores deformaciones del sistema democrático (Cf. Sollicitudo rei  socialis, 42) Para ello los políticos deben superar viejos esquemas que han dañado al país, permitiendo a un grupo de privilegiados decidir el destino de todos; deben renunciar a seguir concibiendo la política como medio para obtener privilegios sociales y ventajas económicas y abrirse progresivamente a los grandes valores evangélicos (caridad, modestia, generosidad, humildad, honestidad, etc.) que favorecen la práctica de la política con espíritu de servicio (cf. Christifideles laici, 42). Para la realización de estas aspiraciones es decisiva la función de los medios de comunicación social, a quienes exhortamos  para colaborar en el logro de la verdadera reconciliación entre los
nicaragüenses.

8. Junto a todo el pueblo nicaragüense afirmamos la absoluta soberanía de Nicaragua sobre el Río San Juan como algo indiscutible e innegociable para el país. Esperamos que este conflicto se resuelva en el menor tiempo posible por las vías del dialogo, los cauces diplomáticos y el respeto al derecho internacional. Sin embargo nos preocupa que la reciente crisis surgida en torno al tema distraiga la atención del gobierno y de los ciudadanos y nos lleve a ignorar y no afrontar los graves problemas internos de la nación. Los grandes problemas socio-económicos, la crisis institucional no resuelta y el reto de un año electoral a las puertas, nos exigen a todos atención y responsabilidad para colaborar, cada uno desde sus propias posibilidades, sin minimizar la situación y sin caer en la resignación, en la búsqueda de caminos de solución para tan graves dificultades que afectan el presente y el futuro del país.

Un año de oración por Nicaragua

9. Estamos convencidos de que, dada la complejidad de la situación del país y la gran rapidez con que cambian los escenarios políticos, es el momento de hacer una clara opción por la oración . Proclamamos para toda la Iglesia el año 2011 como un “Año de oración por Nicaragua”. En su debido momento daremos mayores indicaciones prácticas sobre ello. No podemos ignorar que para los cristianos la oración es el primer aporte y la mayor contribución que podemos hacer en la transformación de la historia. Cuando oramos no invocamos soluciones mágicas, no lo hacemos para sentirnos libres de compromisos y responsabilidades, sino porque estamos convencidos de que la historia no es sólo el escenario en que actúan las voluntades humanas sino el ámbito en que Dios hace llegar su Reino de caridad, justicia y paz. Con razón Jesús nos ha enseñado a pedir: “venga a nosotros tu Reino”. Por eso cuando oramos permitimos misteriosamente que la fuerza del Señor Resucitado fecunde y cambie la historia, nos hacemos eco de las aspiraciones de paz y justicia de todo nuestro pueblo y sobre todo tomamos conciencia de nuestra propia responsabilidad en el cambio social. Por todo ello, exhortamos a todo el pueblo católico a acoger nuestro llamado a vivir personal y comunitariamente el próximo año 2011 como “Año de oración por Nicaragua”.

Conclusión

10. Como ya hemos venido anunciando en los últimos meses, nos sentimos agradecidos con el Señor y llenos de gozo de poder celebrar en el año 2013 el primer centenario de la erección de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua, que congrega a las distintas diócesis de nuestro país en una estructura que fomenta continuamente entre ellas y entre sus Obispos recíprocas relaciones de fe y de colaboración pastoral (cf. Codex iuris canonici, 431). Por lo que invitamos al pueblo católico de Nicaragua a que nos acompañen con su presencia y sus oraciones en la misa de inauguración de los tres años de preparación de este acontecimiento que tendremos en la santa iglesia catedral de León el 2 de diciembre del presente año.

11. Con este mensaje no hemos pretendido abordar todos los tópicos de la realidad eclesial y nacional. Por ello deseamos mantenernos en actitud de discernimiento orante frente a la realidad nacional y los próximos desarrollos de la política del país, “examinándolo todo” a la luz del Espíritu de Dios (cf. 1Tes 5,20-21) y en comunión con todo nuestro pueblo creyente. De este modo podremos continuar ejerciendo nuestro ministerio pastoral al servicio de la construcción de un país más humano y solidario, más desarrollado y democrático. Que María, La Purísima, “madre de la Palabra encarnada” (Deus Caritas est, 41) y madre y reina de Nicaragua, interceda por el presente y futuro de nuestra patria, por cada uno de los nicaragüenses y sus familias y ayude a nuestra Iglesia a imitarla a Ella, “tanto en la actitud de escucha orante como en la generosidad del compromiso en la misión y el anuncio” (Verbum Domini, 28).

Dado en San Marcos, a los 17 días del mes de noviembre del año 2010.

+Mons. Leopoldo José Brenes Solórzano

Arzobispo Metropolitano de Managua, Presidente de la CEN

+ Mons. Juan Abelardo Mata Guevara

Obispo de Estelí, Vicepresidente de la CEN

+Mons. Sócrates René Sándigo Jirón

Obispo de Juigalpa, Secretario General de la CEN

+Mons. David Zywiec Sidor Ofm. Cap.

Obispo auxiliar del Vicariato Apostólico de Bluefields, Ecónomo General de la CEN

+ Mons. Silvio José Baez OCD.

Obispo Auxiliar de Managua

+Mons. Jorge Solórzano Pérez

Obispo de Granada, Administrador Apostólico de Matagalpa

+Mons. Pablo Schmitz Simon. Ofm Cap.

Obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields

+Mons. Carlos Enrique Herrera  Gutiérrez

Obispo de Jinotega

+Mons. Bosco Vivas Robelo

Obispo de León
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Conflicto Río San Juan: Comunicado de los obispos de Costa rica
 
SAN JOSÉ, jueves 18 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Por su indudable interés, publicamos a continuación el texto original del comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, sobre el conflicto entre este país y Nicaragua sobre el río San Juan.

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CON RELACIÓN AL CONFLICTO NICARAGUA-COSTA RICA

Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, como pastores del Pueblo de Dios, obedientes al llamado del Señor: "Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios"1, manifestamos nuestra preocupación ante los recientes hechos dados en la frontera común entre Costa Rica y Nicaragua:

Nuestros pueblos, vecinos y hermanos, comparten, además de una frontera, toda una historia; de hecho, son muchos los vínculos y anhelos comunes que unen a estas dos naciones.

En las últimas semanas, hemos vivido el surgimiento de una creciente tensión en las relaciones entre ambas naciones debido al dragado del Río San Juan y la presencia de tropas militares nicaragüenses en la Isla Calero.

Dicho conflicto motivó al Gobierno de Costa Rica a recurrir a las instancias hemisféricas para procurar una solución, mediante la vía diplomática.

Como es público, el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), aprobó una resolución, por mayoría, en la que pide a ambos gobiernos “retomar de inmediato las conversaciones sobre aspectos relacionados con la demarcación de la línea fronteriza realizados hasta la fecha, conforme a los tratados y laudos existentes” y, al mismo tiempo:“con el fin de generar un clima propicio para el diálogo entre ambas naciones, evitar la presencia de fuerzas armadas o de seguridad en el área donde su presencia podría generar tensión.”2.

Ante esta difícil situación, nosotros obispos, instamos al Gobierno de la República a continuar el derrotero marcado por nuestra tradición civilista a saber, la búsqueda incesante de la resolución de los conflictos por las vías diplomáticas, del diálogo y del respeto al derecho internacional el cual, supone, el reconocimiento de los mutuos derechos y el cumplimiento de los respectivos deberes de los Estados involucrados.3

Así mismo, hacemos un llamado al pueblo costarricense a unirnos en torno a nuestros valores más profundos como lo son : la paz, la civilidad, la fraternidad y el respeto a la vida pues, “la violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas; acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes…”4

A los miles de hermanos nicaragüenses que se han acogido a nuestra hospitalidad, les llamamos a seguir colaborando, fraternalmente, en la consecución del bien común para los habitantes de nuestra Nación.

Reconociéndonos discípulos de Jesucristo, Príncipe de la Paz 5, exhortamos a todos los fieles cristianos, y a todas las personas de buena voluntad, a elevar su ferviente oración al Señor que “es nuestra Paz y que hizo de los pueblos uno.”6; para que los gobernantes, movidos por la justicia y la verdad, alcancen los acuerdos necesarios para poner fin a este conflicto y reestablezcan las cordiales relaciones a las que nuestros pueblos están llamados.

Que la Santísima Virgen María, “Madre Inmaculada y Reina de los Ángeles”, proteja con su maternal intercesión a nuestros pueblos y fortalezca los vínculos de caridad y de fraternal comprensión.

 

Dado en San José, el día 15 de noviembre del 2010

 

 

 

Monseñor Hugo Barrantes Ureña

Arzobispo Metropolitano de San José

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

 

 

 

Monseñor Ángel San Casimiro Fernández

Obispo de Alajuela

Presidente de la Comisión de Pastoral Social-Caritas

 


 


 

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1 Mateo 5,9

2 Resolución del Consejo Permanente de la OEA sobre la situación en la zona limítrofe de Costa Rica y Nicaragua, 13 de noviembre de 2010

3 Juan XXIII, Carta Encíclica Pacem in Terris sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. 11 de abril de 1963, Nº 91

4 Pío XII, alocución a los trabajadores italianos en la fiesta de Pentecostés, 13 de junio de 1943: AAS35 (1943)

5 Is. 9,6

6 Cf. Ef 2,14-17

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