21.11.10

Confesiones de un Papa llamado Ratzinger

A las 12:00 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Papas
 

“Luz del mundo” es el título formal de un libro que, en realidad, debería llamarse “Confesiones de un Papa llamado Ratzinger”. Saldrá a la venta en varios idiomas el próximo martes 23 de noviembre pero ya levantó una verdadero polvorón, entre otras cosas por uno de sus pasajes claves (sorprendente y clamoroso) en el cual Benedicto XVI aceptó públicamente que existen “casos particulares” en los cuales el uso del condón estaría justificado.

Se trata de un libro-entrevista con el líder máximo de la Iglesia realizado por el escritor alemán Peter Seewald, amigo suyo desde hace años. Fruto de una serie de encuentros entre el 26 y el 31 de julio pasados en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, la residencia estiva del Vaticano.

El ejercicio fue simple: sesiones maratónicas de varias horas (por la mañana y por la tarde) en las cuales el autor planteó preguntas abiertas y el Papa respondió sin apuntes ni respuestas preparadas. El sueño de todo periodista. Después las grabaciones se transcribieron convirtiéndose en bocetos que el mismo Ratzinger revisó, aportando muy pocas y puntuales correcciones.

Resultado: un documento de inestimable valor. En él Joseph Ratzinger respondió a todos los temas sin medias tintas ni posiciones políticamente correctas. Por eso está destinado a convertirse en el libro de cabecera del actual pontificado.

Aunque debió salir al mercado apenas el martes, este sábado “L’Osservatore Romano” no tuvo mejor idea que anticipar algunas de sus partes más importantes mandando en tilt a la prensa internacional. ¡Menuda asertividad! Justo el día en que el Papa consagró 24 nuevos cardenales y noticias no faltaban, el diario vaticano hizo el “hara kiri” dando a conocer el contenido del libro y provocando que la afirmación del pontífice sobre los condones acaparase toda la atención. ¿Qué no podían esperar un día más?

A continuación compartimos con los lectores de este blog una selección de los pasajes más significativos publicados por L’Osservatore Romano:

LUZ DEL MUNDO
El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos
L’Osservatore Romano / 20 de noviembre de 2010

Las dificultades para Benedicto XVI. Las había tenido en cuenta. Pero sobre todo sería necesario ser muy cautos con la valoración de un Papa, si sea significativo o menos, cuando aún está en vida. Sólo en un segundo momento se puede reconocer cuál espacio, en la historia en su conjunto, tiene una determinada cosa o persona. Pero que la atmósfera no iba a ser siempre alegre era evidente en consideración de la actual constelación mundial, con todas las fuerzas de destrucción que existen, con todas las contradicciones que en ella viven, con todas las amenazas y los errores. Si habría continuado a recibir sólo consensos, me debería haber preguntado si verdaderamente estaba anunciando todo el Evangelio.

El shock de los abusos sexuales. Los hechos no me tomaron por sorpresa del todo. En la Congregación para la Doctrina de la Fe me había ocupado de los casos estadounidenses, había visto crecer también la situación en Irlanda. Pero, de todas maneras, las dimensiones fueron un shock enorme. Desde mi elección al Solio de Pedro había repetidamente encontrado víctimas de abusos sexuales. Hace tres años y medio, en octubre de 2006, en un discurso a los obispos irlandeses les había pedido “establecer la verdad de lo ocurrido en pasado, tomar todas las medidas necesarias a evitar que se repita en futuro, asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobre todo, sanar a las víctimas y a todos aquellos que han sido golpeados por estos crímenes anómalos”.

Ver el sacerdocio imprevistamente ensuciado en este modo, y con ello la misma Iglesia católica, ha sido difícil de soportar. Pero en aquel momento era importante no quitar la mirada del hecho que en la Iglesia el bien existe, y no solamente estas cosas terribles.

Los medios de comunicación y los abusos. Era evidente que la acción de los medios no estuvo guiada sólo por la pura búsqueda de la verdad, sino que existió también una complacencia en poner en ridículo a la Iglesia y, en lo posible, desacreditarla. Aún así era necesario que fuese claro una cosa: mientras se trate de sacar a la luz la verdad, debemos reconocerlos. La verdad, unida al amor entendido correctamente, es el valor número uno. Además los medios no habrían podido dar aquellos relatos si en la Iglesia misma el mal no hubiese existido. Sólo porque el mal estaba dentro de la Iglesia, los otros pudieron dirigirlo contra ella.

La droga. Tantos obispos, sobre todo aquellos de América Latina, me dicen que allí pasa la ruta de la cultivación y del comercio de la droga -y esto ocurre en gran parte de aquellos países- es como si un animal monstruoso y malvado extendiese su mano sobre aquel país para arruinar a las personas. Creo que esta serpiente del comercio y consumo de drogas que envuelve el mundo sea un poder del cual no siempre logramos hacernos una idea adecuada. Destruye los jóvenes, destruye las familias, trae la violencia y amenaza el futuro de enteras naciones.

También esta es una terrible responsabilidad de Occidente: necesita de drogas y así crea países que le distribuyen aquello que terminará por consumirlos y destruirlos. Es una suerte de hambre de felicidad que no logra saciarse con lo que hay y que después se refugia, por así decir, en el paraíso del diablo y destruye completamente al hombre.

La sexualidad. Concentrarse sólo en el preservativo significa banalizar la sexualidad, y esta banalización representa justamente la peligrosa razón por la cual tantas y tantas personas en la sexualidad no ven más la expresión de su amor, sino solamente una especie de droga que se suministran ellos mismos. Por eso también la lucha contra la banalización de la sexualidad es parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer un efecto positivo sobre el ser humano en su totalidad.

Pueden existir casos justificados individuales, por ejemplo cuando una prostituta utiliza un profiláctico y esto puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia del hecho que no todo está permitido y que no se puede hacer todo lo que se desea.

Aún así, este no es el modo verdadero y propio para vencer la infección del HIV. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad.

Las mujeres. La formulación de Juan Pablo II es muy importante: “La iglesia no tiene, de ninguna manera, la facultad de conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal”. No se trata de no querer sino de no poder. El Señor ha dado una forma de Iglesia con doce y después con su sucesión, con los obispos y los presbíteros (los sacerdotes). No fuimos nosotros los creadores de esta forma de Iglesia, más bien es constitutiva a partir de Él. Seguirla es un acto de obediencia, en la situación actual quizás uno de los actos de obediencia más gravosos. Pero justamente esto es importante, que la Iglesia muestre no ser un régimen del arbitrio. No podemos hacer lo que queramos. Existe al contrario la voluntad del Señor para nosotros, a la cual nos atenemos, incluso si esto es fatigoso y difícil en la cultura y en la civilización de hoy.

Entre otras cosas, las funciones confiadas a las mujeres en la Iglesia son tan grandes y significativas que no se puede hablar de discriminación. Sería así si el sacerdocio fuese una especie de dominio, mientras al contrario debe ser completamente servicio. Si se echa un vistazo a la historia de la Iglesia, entonces se llega a la conclusión que el significado de las mujeres -de María a Mónica hasta la Madre Teresa- es tan eminente que por muchos aspectos las mujeres definen el rostro de la Iglesia más que los hombres.