3.12.10

Eppur si muove - La sexualidad para la Iglesia católica

A las 1:02 AM, por Eleuterio
Categorías : General
 

“La Iglesia católica reprime la sexualidad” es una frase muy recurrente de aquellos que no entienden lo que la Iglesia católica entiende sobre tal tema. Esto se ha agravado con el ya algo pesado asunto de los preservativos tratados en el último libro de Benedicto XVI “Luz del mundo”. Todo ha quedado claramente expresado aunque se pretenda que así no sea.

El problema para muchas personas es que, por ejemplo, no comprenden que la dignidad de la persona tiene un papel fundamental en este tema. Y se tergiversan las cosas.

En el punto 7 de laNota doctrinal sobre algunos aspectos referentes a la sexualidad y a su valoración moral” de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la fe (Conferencia Episcopal Española) de 7 de enero de 1987, se dice que “Conforme a una antropología integradora, la sexualidad está ligada al amor entre hombre y mujer que se expresa y realiza adecuadamente en el matrimonio e inestable: es en el amor matrimonial donde la sexualidad humana alcanza todo su sentido y plenitud. En consecuencia, hay que dirigir hacia ahí la mirada para entender la sexualidad y juzgar moralmente las diversas manifestaciones sexuales”.

Queda, pues, explicitado que en realidad no se trata de nada ajeno a la Iglesia católica sino que, más bien, que se trata de reconocer que el tema de la sexualidad no sale o, al menos no ha de salir, del ámbito en el que, con lógica moral, no debe salir: el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Eso, claro, no quiere decir que la sexualidad, como relación, no puede (de poder, de hacer) fuera del matrimonio sino que, desde el punto de vista católico es pleno y tienen todo su sentido en tal relación.

Es de suponer que decir así las cosas moleste a bastantes personas que no entienden de la sexualidad más de lo que les dicte su entrepierna y no paren en miramientos ni en situaciones personales. Y eso, para un católico, no es que tenga que ser causa de escándalo, que lo es, sino que ha de ser motivo suficiente como para estar en la seguridad de que quien así actúa no lo hace, precisamente, llevado por una moral acendrada e intensa sino hedonista y equivocada.

Pero como el que esto escribe tiene que apoyarse en lo que la misma Iglesia católica (como ha hecho arriba) dice, lo bien cierto es que poco se puede añadir, al respecto de la sexualidad, distinto a lo que está dicho. Y está dicho y escrito para algo.

Por ejemplo, el Pontificio Consejo para la Familia, institución vaticana, publicó en diciembre de 1995 (el 8 de diciembre) del Vaticano un clarificador documento titulado “Sexualidad humana: verdad y significado”.

En el punto 136 se dice lo siguiente:

En primer lugar los padres deben rechazar la educación sexual secularizada y antinatalista, que pone a Dios al margen de la vida y considera el nacimiento de un hijo como una amenaza. La difunden grandes organismos y asociaciones internacionales promotores del aborto, la esterilización y la contracepción. Tales organismos quieren imponer un falso estilo de vida en contra de la verdad de la sexualidad humana”.

Ahí está el meollo, el centro, la base sobre la que la crítica a la Iglesia católica en materia de sexualidad, se establece:

-Educación sexual secularizada.
-Educación sexual antinatalista.
-Difusión del aborto.
-Difusión de la esterilización.
-Difusión de la contracepción.

Y, sobre todo esto, el hecho de querer poner a Dios fuera de la vida del ser humano alejando, así, incluso al creyente, de una forma de ser que es voluntad del Creador.

No extraña, por tanto, que quien prefiere una forma de vida sexual alejada de la castidad o procure difundir una ideología en contra del nacimiento de nuevos seres humanos (fomentando, por ejemplo, el aborto y demás métodos antihumanos) prefieran zaherir el concepto que, sobre la sexualidad tiene la Iglesia católica. Es don de Dios y, por eso mismo no puede ser utilizado de forma contraria a como espera el Padre que se utilice.

Pero por si alguien tiene alguna duda de lo aquí traído, el Catecismo de la Iglesia católica, en su número 2242, dice que: “El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22,21). Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29)

Seguramente se me dirá que eso es, simplemente, doctrina y, efectivamente, lo es. Pero es la nuestra y, por lo tanto, hay que seguirla o, de lo contrario, saberse extraño a la Iglesia católica.

La sexualidad, por lo tanto, no es un tema que la Esposa de Cristo rechace por que le pueda parecer cosa mala o negativa para el ser humano. Muy al contrario, la acepta a sabiendas de ser un don de Dios. Y los dones de Dios no se malversan.

Eleuterio Fernández Guzmán