4.12.10
Empezando el día (Alexander Solyenitzin)
Al amanecer, treinta jóvenes salieron corriendo al claro del bosque, se ubicaron cara al sol y empezaron a inclinarse, saludar, postrarse, levantar los brazos, arrodillarse. Y así durante un cuarto de hora.
Si los miráramos desde lejos podríamos creer que están rezando.Actualmente a nadie le extraña que el hombre sirva cada día a su cuerpo con paciencia y atención.
Pero qué ofendidos estarían todos si sirviera de esta manera a su espíritu.
No, no era una oración. Era la gimnasia matutina.
(Alejandro Solyenitzin, Cuentos en miniatura, Emecé Editores, Buenos Aires 1968, p. 15).