9.12.10

La Inmaculada y el Rosario (escrito por Koko)

A las 5:59 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Con retraso de un día, cuelgo en el blog este texto que me ha enviado Koko.

La Inmaculada y el Rosario (escrito por Koko)

Hoy celebramos la fiesta de las fiestas marianas, la Inmaculada Concepción. La Iglesia nos invita hoy a fijarnos tal vez no tanto en la figura de María como la sin pecado original, la sin mancha, sino más bien en la llena de gracia, en la toda de Dios, porque también nosotros podemos llenarnos de Dios. Pero no se trata ahora de hablar de todas las virtudes y cualidades de la Virgen María que ya las sabemos de sobra. Lo importante es llegar a tocar el corazón de Dios y la mejor forma de hacerlo es a través de María. Ella no sólo quiere que la admiremos sino que también la imitemos.

Y la mejor forma de hacerlo es teniéndole una verdadera devoción. Pero hay que decir que la devoción a María no es algo accidental, algo accesorio en la vida espiritual de los cristianos, sino que es algo esencial, es algo vital, es algo a lo que no podemos renunciar, porque está en el plan de Dios que ella sea nuestra Madre y por lo tanto es lógico que ella interceda por nosotros y nos ayude en la búsqueda de la santidad.

Por eso quería hablaros ahora de un arma recomendada por la misma Virgen, si habéis escuchado bien, además es un arma poderosa, tanto que incluso es más potente que la bomba atómica. Sin embargo, es un arma precisa, pero que lleva a la paz, a la paz interior. Esa arma es el Santo Rosario.

Pudiera parecer que mis palabras son exageradas, pero os voy a contar una historia real que aconteció a mediados del siglo pasado. El 6 de agosto de 1945, en plena segunda guerra mundial, en Hiroshima, sucedió un milagro, que desafía a todas las explicaciones científicas, ya que el rectorado de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Hiroshima, quedó en pie, después de que la explosión de la bomba atómica arrasara toda la ciudad matando a más de doscientas mil personas. Sin embargo, la Iglesia a un lado del rectorado fue completamente destruida con la explosión atómica. No quedo en pie absolutamente nada, de hecho hasta la calle desapareció. Todo quedó completamente demolido. Sólo el rectorado se mantuvo intacto en medio de las ruinas, y sólo 4 sacerdotes católicos que estaban dedicados al rezo del santo Rosario sobrevivieron a la explosión nuclear. El Padre Shieffer, uno de los 4 sacerdotes del rectorado, estaba a sólo 8oo metros de donde cayó la bomba atómica, y más de 200 expertos lo han estudiado y no se han podido explicar cómo pudo sobrevivir. El respondió señalando al Rosario.

Seguramente había más gente que rezaba el Rosario, pero estos sacerdotes rezaban el Rosario de una manera DIFERENTE todos los días. Se dejaban transformar por la gracia del Rosario.

Lo más curioso y llamativo es que la Virgen María se haya aparecido en tantos lugares, y lo realmente sorprendente es que casi la totalidad de sus mensajes se hayan reducido a invitar a rezar devotamente el Rosario.

La verdad es que yo me quedé perplejo cuando supe que el Papa León XIII, le dedicó al Rosario 9 encíclicas y el Papa Juan XXIII pronunció 38 discursos a esta oración mariana y además rezaba diariamente, no 5 misterios del Rosario, sino 15 misterios. Y a veces nosotros nos quejamos de tener que rezar uno porque se nos hace pesado y nos parece demasiado largo.

Algunos podéis pensar, bueno éste habla de rezar el Rosario, pero que se aplique el cuento. Os confieso una cosa, yo en el Rosario me duermo, por supuesto, me canso en el Rosario, también, me desconcentro, me aburro en el Rosario por supuesto que también. Pero ¿Sabéis por qué?, porque todavía no soy todo del Señor, porque todavía no estoy lleno de Dios.

De todos modos, esto no debería preocuparnos, lo importante es ir dando pasos poco a poco. Creo que el secreto está en romper con los prejuicios que podamos habernos formado del Rosario y tener bien dispuesto el corazón.

Sabéis bien que para ser cristianos es necesario ser marianos, y viceversa, porque así han sido los planes Dios. Lo que no podemos es ser marianos de llevar el Rosario colgado en el coche, ni de tener imágenes de la Virgen María, sino que tenemos que ser marianos de corazón.

La devoción a María no puede ser para nosotros como aquel paracaídas para cierto piloto, que lo cogió sólo cuando le fallaron los mandos del avión, y como había pasado tanto tiempo sin revisar el paracaídas, no logró abrirlo. Cuantas personas hay que se acuerdan de la Virgen María únicamente en los momentos de emergencia.

Pero mirad, pienso que si supiésemos las gracias impresionantes que se nos otorgan por medio del Santo Rosario, jamás lo abandonaríamos.

Además, el Rosario no se puede decir que sea una devoción más entre otras, sino que es la devoción de las devociones, es lo más grande que nos ha entregado la Virgen María después de darnos a Jesús.

A veces, el Rosario puede parecer una oración repetitiva, pero es que hace falta comprenderlo desde el amor, porque el amor no tiene más que una palabra, y diciéndola muchas veces no se repite nunca. Porque sólo el amor es capaz de hacer nuevas todas las cosas.

Lo mejor de tenerle una auténtica devoción a la Virgen María es que durante nuestra vida, especialmente en los momentos duros, que los pasaremos, llegará una etapa en la que tal vez estemos hastiados de todo, donde los problemas nos parecerán imposibles de solucionar, donde quizás creamos que nuestros pecados sean imperdonables, donde pensemos que todo el mundo está contra nosotros, donde creamos que todo ha perdido su sentido, incluso lleguemos hasta tal punto de que tengamos miedo de dirigirnos a Dios, entonces es cuando escucharemos una dulce voz de mujer, de madre, que nos dirá “Hijo mío, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?”.

Fijaos, Sor Lucia la vidente de Fátima dijo que no hay problema personal, familiar, político, nacional o internacional que no pueda ser resuelto a través del Santo Rosario.

Una vez llegué a escuchar de un sacerdote que él no consideraba católico a quien no rezase el Rosario, yo no me atrevería a decir tanto. Quizás me equivoque, pero tengo la firme convicción de que si no soy devoto de la Virgen María a través del Santo Rosario, no lo seré nunca.

El Rosario deberíamos rezarlo no porque esté programado a una hora determinada en la parroquia o en la familia, no porque me guste o me deje de gustar, sino porque ella lo quiere y porque la queremos.

Me imagino las decenas del Rosario como ese ramillete de flores que depositamos a los pies de María en el jardín de Dios.

En definitiva, ojalá que recemos el Rosario, no sólo con los labios, no solo con boca, sino con el corazón, porque en estos tiempos que nos ha tocado vivir, el camino que la Virgen nos enseña para ser santos es el rezo devoto del Santo Rosario.