14.12.10

Pero qué alegría más grande: ¡Solo 111.482 abortos... registrados!

A las 11:44 AM, por Luis Fernando
Categorías : Cultura de la vida, Cultura de la muerte, Actualidad
 

Día jubiloso el de ayer. La Ministra de Sanidad, ejemplo perfecto de lo que es el zapaterismo a nivel humano y político, estaba radiante y feliz por el dato de abortos registrados en el año 2009. De los 115.812 pasamos del 2008 pasamos a los 111.482 del año pasado. Es el primer descenso desde que se toman datos de abortos realizados en centros hospitalarios.

Pero, como prácticamente todo en este gobierno, hay trampa en esas cifras. El aborto no ha disminuido en España. Todo lo contrario. Lo que ocurre es que la distribución masiva de la píldora del día después ha conseguido que muchos embriones desaparezcan por el retrete sin pasar a ser un número más en las listas oficiales de abortos. Esa píldora es la “crème de la crème” para el ejército de la cultura de la muerte. La consumen por si acaso. Es decir, si la mujer sospecha que puede quedarse embarazada tras una relación sexual, se toma la pastillita y si el embrión ya está presente, puede darse por muerto. Como la susodicha no sabe si había o no había embrión, su conciencia queda más “protegida”, aunque es bien sabido que esa píldora puede tener efectos secundarios físicos más bien peligrosos.

Además, todavía no tenemos el número de nacimientos del año 2009, que es el que necesitamos para saber si la tasa embarazos/abortos ha mejorado algo. Si en 2009 se produjeron menos embarazos que en el año pasado, el descenso de abortos registrados tampoco podrá considerarse como un éxito de la política gubernativa.

Y en todo caso, más de 110.000 abortos es una salvajada. Es más del doble de la población de Huesca capital, por poner un ejemplo que tengo muy a mano. Así no vamos a ningún sitio como sociedad. Bueno, me equivoco. Vamos hacia el abismo. Nos desprendemos de nuestros hijos como el que tira una colilla de cigarro o el envoltorio de una bolsa de pipas. La permisividad de la ley ha convertido al aborto en el pan envenenado nuestro de cada día. Cuando el mal no sólo no se combate sino que se alienta, y además encuentra el caldo de cultivo de una sociedad descristianizada, el desastre está garantizado.

Tenemos por delante una tarea muy difícil y polifacética. La batalla contra el aborto ha de darse en todos los frentes. En el moral, en el cívico y en el político. Si falla uno de esos tres factores, podemos darnos por derrotados. En España creo que la Iglesia hace una labor importante para concienciar a la sociedad de la maldad del aborto. Existen también organizaciones cívicas que han movilizado a multitud de ciudadanos en el mismo sentido. Pero el sistema partitocrático impuesto en este país impide en la práctica que se pueda plantar cara al aborto desde el parlamento. Y a veces eso ocurre con cierta complicidad activa o pasiva de las organizaciones cívicas antes mencionadas e incluso de amplios sectores de la Iglesia, por no hablar de la incapacidad de llegar a pactos entre las pocas fuerzas políticas auténticamente providas de este país.

Luis Fernando Pérez