Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

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Nº 179

15 de Dic. 2010

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: NUEVA ERA

 

1. La revista española Misión publica un número especial sobre la Nueva Era.

2. La Nueva Era: ¿en busca de qué Dios?

3. Pseudoterapias: entre la confusión y la manipulación.

4. Actriz ex-adepta de Nueva Era: “no recibí el milagro prometido”.

5. ¿Cristiano y nuevaeriano?

 

 

1. La revista española Misión publica un número especial sobre la Nueva Era.

FUENTE: Secretaría RIES

 

 

La revista española Misión (www.revistamision.com), bimestral, de difusión gratuita y dirigida especialmente a la mujer y a la familia, ha dedicado el apartado central de su último número, el que acaban de enviar ahora en diciembre a sus miles de suscriptores, al fenómeno de la Nueva Era. Han querido salirse de lo políticamente correcto, y lo han conseguido. Misión es una publicación de la Fundación Logos, apostolado de la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo.

La directora de la publicación, Isabel Molina, y las periodistas Isis Barajas y Ángeles Conde, han hecho un buen trabajo de investigación, consultando a la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) para contar con expertos cercanos en el tema, pero no han dudado en acudir a las fuentes extranjeras para ofrecer una completa información y elementos para el discernimiento desde el punto de vista de la fe católica.

La revista Misión sigue así apostando por favorecer una cultura humanista desde la fe y la tradición de la Iglesia. Hay que agradecerles su buen trabajo, que hace que sea, como ellos mismos señalan, “la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España”. De hecho, ya cuentan con 100.000 suscriptores en este país. Recordamos que la suscripción es gratuita, y puede hacerse aquí: http://www.revistamision.com/suscripcion.php?menu=suscripcion

Dedicamos este monográfico a reproducir los reportajes publicados en el nº 18 de la revista Misión, agradeciendo a sus responsables la autorización para hacerlo.

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2. La Nueva Era: ¿en busca de qué Dios?

FUENTE: Revista Misión

 

 

Por Isabel Molina E. y Ángeles Conde

A través de prácticas orientales, mezcladas con la parapsicología y el ocultismo –entre otras creencias y técnicas– la Nueva Era nos promete lograr un mundo sin distinción entre las religiones, donde se vive en armonía con la Madre Tierra y cada ser humano disfruta de una salud holística. ¿Esta cosmovisión podría llegarse a materializar? ¿Qué hay más allá de todas estas promesas?

¿Te suena familiar alguna de estas frases?: “Haz lo que te dicte tu corazón”, “voy a enviarte energía positiva”, “crea tu propia realidad con el pensamiento”, “reinvéntate cuantas veces quieras”, “alcanza la sabiduría interior”, “desarrolla tu potencial”, “aprovecha la energía sanadora del universo”, “visualiza cualquier cosa que desees conseguir”... ¿Sabes qué tienen en común? Estas expresiones, cada vez más frecuentes en el lenguaje cotidiano, se presentan como la panacea para lograr paz, amor, salud, prosperidad y felicidad. En estos tiempos de crisis económica, ¿quién no se aprovecharía de semejante oferta para mejorar su situación? Pero, ¿realmente nos llevan a ese camino de bienestar que prometen?

Visualizar una meta al trazarse un proyecto es algo normal en el proceso de planeación. Querer cambiar algún aspecto de nuestra vida que no marcha bien es lógico y razonable. Hacer lo que está en nuestras manos para solucionar un problema o curar una enfermedad es propio del ser humano… Sin embargo, detrás del modo en que están formuladas estas frases hay toda una filosofía que promete un “magnetismo” o capacidad para atraer a nuestra vida todo aquello que visualizamos, y presenta el universo como si fuera un dios con el que tenemos que trabajar al unísono para que se hagan realidad nuestros anhelos.

Es la cosmovisión de la Nueva Era, un movimiento ecléctico que toma creencias y prácticas prestadas de gran cantidad de fuentes: ideas y tradiciones de Asia, las religiones paganas y el antiguo gnosticismo; creencias del budismo, el hinduismo, el zen, y las religiones indígenas de América; técnicas de la parapsicología, la salud holística y el ocultismo; investigaciones científicas como las teorías de Darwin y la física cuántica, entre otras.

Este movimiento se ha ido extendiendo entre nosotros a la velocidad del fuego. Basta mirar alrededor para encontrarnos con la proliferación de clases de yoga, prácticas adivinatorias, terapias alternativas, sanación por medio de la energía universal, meditación trascendental y oración centrante, cursos de desarrollo del potencial humano y centenares de libros de autoayuda. Todo ello con un envoltorio sofisticado y un lenguaje seductor que conquista al hombre de hoy.

Lo curioso es que, tal como indica Stratford Caldecott, director del Centro de Fe y Cultura de la Escuela de Artes Liberales Tomás Moro en Oxford, “los únicos elementos nuevos de la Nueva Era proceden del toque moderno que se le da a estas ideas”. Sus orígenes son tan remotos como los movimientos teosóficos y espiritualistas del siglo XIX y comienzos del XX, pero también hay que irse a las antiguas herejías gnósticas que se extendieron en los primeros días del cristianismo e, incluso, varios siglos antes de Cristo.

Son creencias y filosofías antiguas, adaptadas al hombre actual, y cada uno tiene la posibilidad de construirse una espiritualidad a su medida según el momento que atraviesa en su vida. De ahí que la expansión del relativismo haya sido clave para su propagación. El documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida (2003), editado para dar una respuesta cristina a la Nueva Era, explica que el grado de acogida que ha alcanzado este movimiento se debe a que “la cosmovisión en que se basa ya estaba ampliamente aceptada. El terreno estaba bien preparado por el crecimiento y la difusión del relativismo, junto con una antipatía o indiferencia hacia la fe cristiana”.

Es más, uno de los objetivos principales de la Nueva Era es desprestigiar a la Iglesia católica, encargada de salvaguardar las verdades de la fe. Libros como El código Da Vinci y películas como La brújula dorada (2009) –basados en parte en la filosofía de la Nueva Era–, dan testimonio de ello. Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), comenta que “las distintas corrientes de la Nueva Era propugnan, anuncian y defienden la Era de Acuario, una época nueva en la que se dará el paso de la religión (mala) a la espiritualidad (buena), dejando de lado todo lo institucional”. Pero además, este movimiento se propone instaurar esa nueva espiritualidad. La propuesta se basa en una religión sin exigencias dogmáticas, morales o institucionales, que aboga por la fusión entre las religiones. De ahí que sus seguidores prefieran distanciarse de la palabra “religión” y hablan de una “espiritualidad”, “un término más difuso en el que están más cómodos”, puntualiza Santamaría.

Un cambio de conciencia

La Nueva Era es un movimiento sin agenda unitaria. Sin embargo, según advierte Luis Santamaría, sí tiene una finalidad común: el cambio de conciencia. Esta transformación tiene que ser “tanto personal como global, llevando a un cambio de paradigma. La psicología, la ciencia, la ecología, la religión, la medicina, la filosofía… todo esto tiene que cambiar”.

Ese cambio comenzó en la década de los sesenta, época del jipismo y la “cultura alternativa”. Fue entonces cuando el término Nueva Era se popularizó para anunciar la inminente llegada de una nueva civilización de paz, armonía y amor universal. La letra de la canción “Aquarius” del musical Hair (1969) –hoy usada en anuncios de TV– lo pregona: “Cuando la luna esté en la séptima casa, y Júpiter se alinee con Marte, entonces la paz guiará a los planetas, y el amor conducirá a las estrellas. Es el amanecer de la Era de Acuario… Abundarán la armonía y la comprensión… una revelación mística cristalina, y la auténtica liberación de la mente…”.

Para lograrlo, la Era Cristiana debía dar paso a la nueva era astrológica de Acuario, que traería consigo una transformación definitiva en la conciencia de los hombres. Stratford Caldecott señala que cada vez son menos los que piensan que esto es inminente, sin embargo, todavía hay quienes tienen la esperanza del advenimiento de una Nueva Era: “Algunos se ven a sí mismos viviendo un período complejo de ‘oscuridad’ antes de que nazca la nueva civilización y llegue por fin la conciencia religiosa mundial”.

José Luis Pivel, filósofo y teólogo que ha investigado el fenómeno, indica que la adquisición de esa ‘conciencia integral’ se basa en la experiencia de sí mismos, en el esoterismo y en fenómenos ocultos. Durante la transición de la Era de Piscis (Era Cristiana, que va del año 4 d. C. al 2.146 d. C. según algunos astrólogos) a la Era de Acuario (del año 2.146 d. C al 4.296 d. C), se prepararía a los “hombres nuevos”, algo así como una nueva especie de superhombres o seres con la misma conciencia de Cristo. Pero “el Cristo” que predica no es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Nueva Era se refiere a Dios como la Energía Divina, la Energía del Amor o la Gran Inteligencia Universal. “Su propósito es que toda la humanidad llegue a ‘la conciencia de Dios’, que es la conciencia de que cada uno es dios”, subraya Pivel.

En este orden de ideas, Luis Santamaría puntualiza que “las personas deben descubrirse como partes de un Todo, que lo abarca todo, y todo lo diviniza. No hay diferencia entre la divinidad y la humanidad, ya que somos chispas de la gran energía divina universal”. Así, la energía viene a sustituir a Dios y su gracia. En esta espiritualidad –insiste Santamaría– “no hay un Dios que dicte lo que está bien y lo que está mal. La salvación se consigue por el propio esfuerzo. Se propone una gran variedad de métodos y técnicas, de cursillos y Prácticas, para lograr el perfeccionamiento personal”.

¿Quiere decir entonces que las prácticas de la Nueva Era son malignas? Stratford Caldecott afirma que algunas prácticas asociadas a ciertos grupos de la Nueva Era son nocivas y peligrosas, como pueden ser los ‘espíritu guía’, la dependencia de la astrología, o la participación en la regresión a vidas pasadas. Hay otras que resultan más ambiguas, como el yoga o ciertas formas de meditación o de terapia, por ejemplo. Algunas, no son necesariamente perjudiciales –como la acupuntura–, pero el peligro de ser ecléctico es terminar eligiendo lo que a cada uno le parece suficientemente atractivo, sin examinar si es cierto y así caer en un especie de “consumismo” espiritual inquieto, que es muy perjudicial para el desarrollo de la fe.

Clare McGrath-Merkle, quien estuvo involucrada en yoga, reiki y oración centrante durante varios años, y sufrió dolorosas consecuencias, adopta una postura más contundente: “Hay razones complejas para evitar todas estas cosas. El discernimiento puede ser difícil… Por eso, suelo decirles a los católicos que uno puede tomar un vaso de agua limpia y añadirle una gota de veneno, entonces ya no tendrá un vaso de agua pura con un poco de veneno, sino agua envenenada. Si uno está navegando y dirige el barco algunos grados al margen del rumbo, puede alejarse kilómetros de su ruta en cuestión de días”.

¿Buscar una “alternativa”?

Stratford Caldecott, en su texto “Catholicism and the New Age Movement” (El catolicismo y el movimiento Nueva Era), que será publicado en The Catholic Church and the World Religions (La Iglesia Católica y las Religiones del Mundo, Ed. Gavin D’Costa, 2011), demuestra algunas contradicciones en los planteamientos de la Nueva Era. Se busca someterse a una autoridad (un gurú, por ejemplo), pero se evita a toda costa la autoridad real de la Iglesia, instituida por Cristo. Se busca el amor, pero se rechaza el compromiso de por vida. Se respeta la naturaleza, pero se quiere escapar de las limitaciones que ésta impone. Se quiere llegar a ser inmortal, pero a la vez se pretende evolucionar hacia algo diferente y mejor a sí mismo.

Manuel Guerra, sacerdote miembro de la RIES y autor de 100 preguntas-clave sobre ‘New Age, apunta una incoherencia más: “la Nueva Era se presenta como la ‘alternativa’ de las religiones, la medicina, la música, la dietética… tradicionales, pero ‘alternativa’ no significa que cada uno podrá escoger. Se trata de una alternativa sustitutiva, o sea, que cuando llegue el ‘Aguador’ que nos va inundar de paz, gozo y armonía, va a tener lugar la desaparición de las religiones (especialmente del cristianismo), y la imposición generalizada e inevitable de la espiritualidad, la terapéutica, etc., de la Nueva Era”.

Por eso él advierte de que Nueva Era y cristianismo son mutuamente excluyentes. Para ilustrarlo, basta con fijarse en una creencia como la reencarnación, propagada en Occidente por la Nueva Era: “Quien cree en la reencarnación (‘renacimiento’ en el budismo) no cree en la redención, ni en Jesucristo Redentor, ni en la gracia divina, ni en la subsistencia del alma espiritual entre la muerte y la resurrección, ni en la resurrección de los muertos, ni en el infierno, ni en la purificación tras la muerte (Purgatorio)…”.

Ante la confusión que han generado estas creencias, Stratford Caldecott –él mismo ex simpatizante de la Nueva Era y converso– recuerda que Juan Pablo II y Benedicto XVI han pedido responder a la Nueva Era con una “Nueva Evangelización”. “Hacen falta sacerdotes católicos que comprendan las razones por las que las personas podrían sentirse atraídas por ideas y prácticas de la Nueva Era, además de ofrecer una ‘catequesis continua’ sobre los misterios y los símbolos de la fe”. El reto es para cada católico: no hay que dejarse confundir por promesas milagrosas que llegan de tantos sitios. En la Iglesia se viven verdaderos milagros, como el milagro de Jesús hecho Eucaristía, que están a nuestro alcance cada día. La verdadera respuesta a las inquietudes del corazón del hombre están en este manantial de agua viva.

Mentiras propagadas por la Nueva Era

Sharon Lee Giganti, ex simpatizante de la Nueva Era, advierte sobre los principales errores que ha propagado este movimiento:

El potencial humano es ilimitado: “No hay nada que no se pueda tener, o hacer, o ser”.

La desinstitucionalización de la religión: las instituciones religiosas son villanas, especialmente la Iglesia católica, su jerarquía, su dogma y su doctrina.

El relativismo: no existen absolutos morales (el bien y el mal); no existe una norma divina, trascendente, que guíe el comportamiento humano, por eso no tenemos derecho a juzgar o a “imponer nuestra moral” a los demás.

La libertad sin límites: la “nueva tolerancia” pregona una libertad absoluta, que debe reinar por encima de todo.

Las definiciones erróneas de Dios y del ser humano: Dios es una “energía”, una “fuerza”; es el Universo entero, es todo lo que es. Y tú eres “conciencia”, tú eres dios.

Los sentimientos como guía: “Tus sentimientos son la guía más sabia para todos tus asuntos”.

La fusión de las religiones: todas enseñan la misma verdad y todos los caminos conducen a Dios.

La ley de la atracción: “Tú atraes todo lo que te sucede gracias a las vibraciones que generas con tu pensamiento”.

La búsqueda de la “totalidad”: “Todos somos una sola ‘conciencia’ y esa unidad es Dios”, “la separación es ilusoria”, por eso: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, ya que tu prójimo eres tú.” (Eckhart Tolle).

El engaño de la ilusión: “El mundo físico es una ilusión; estamos viviendo un sueño y nosotros podemos cambiar cualquier aspecto del sueño con el pensamiento”.

El mito de la proyección: todos los acontecimientos externos son “proyecciones” de tus pensamientos y sentimientos internos, que surgen como una imagen en una pantalla.

La negación del pecado original: los conceptos de pecado, culpa y castigo son el resultado del “condicionamiento social” y han sido perjudiciales para la raza humana.

La divinización de la naturaleza: El hombre y la naturaleza tienen el mismo valor, sólo se diferencian en su grado de “conciencia”, por eso, el hombre debe adaptarse a la maternidad de la Tierra y obedecer las leyes naturales.

La creencia en la reencarnación: La conciencia se reencarna y es posible acceder a vidas pasadas a través de los sueños, de regresiones y de técnicas de meditación.

El Nuevo Orden Mundial

Aunque parece sólo una nueva espiritualidad, los influjos de la Nueva Era llegan hasta la ciencia o la política. Tal y como explica Luis Santamaría, hay señales que llaman la atención: “Todos los movimientos ecologistas radicales, como la ecología profunda o deep ecology acaban poniendo al mismo nivel a los seres vivos y a todo el medio ambiente, lo que lleva a una reducción del valor peculiar del ser humano, y propugna una redivinización de la Tierra”.

Esta consideración de la Tierra como una realidad superior viene corroborada por proyectos como La Carta de la Tierra, patrocinada por la ONU, como señala el profesor Michel Schooyans, doctor en Filosofía y Teología de la Universidad de Lovaina. La Carta de la Tierra abandona, e incluso ataca, el antropocentrismo judeocristiano y romano. El documento se define como una declaración de principios fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el siglo XXI. Propugna cambios fundamentales en los valores, instituciones y formas de vida, con el fin de evaluar e impulsar la aceptación universal del documento expresamente elaborado para sustituir a los Diez Mandamientos, y llegar a ser el nuevo paradigma ético del nuevo milenio, como declaró en 1992 uno de sus promotores: Mijaíl Gorbachov.

Éste es un ejemplo de cómo iniciativas internacionales tienen detrás elementos de la Nueva Era: que el mundo constituye un todo, dotado de más realidad y valor que las partes que lo componen. En ese todo, el hombre surge como un mero avatar en la evolución de la materia.

En este Nuevo Orden Mundial, las religiones han de fusionarse. Para Luis Santamaría, iniciativas como las cumbres de líderes religiosos auspiciadas por organismos como la ONU “buscan un contacto entre las confesiones religiosas que aboca a la fusión, olvidando las diferencias irrenunciables, más que al verdadero intercambio de identidades”. Una de las promotoras de La Carta de la Tierra, Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz y Mensajera de la Paz de la ONU, declaró: “Hay que reescribir la Biblia. Una biblia, en la que el hombre, el medio ambiente y Dios formen parte de un todo en el que no haya diferencias, para romper con la tradición abrahámica del judaísmo, el cristianismo y el islam, dominada por el antropocentrismo en el que se le da a la naturaleza una importancia secundaria”.

Alertas

La energía. “Según la Nueva Era, existe la energía y solamente energía. La fe cristiana cree en la existencia  de lo estrictamente espiritual: Dios, ángeles, demonios, alma humana”, nos recuerda Manuel Guerra

La magia y las prácticas adivinatorias. “Dios prohíbe a sus hijos tomar parte en prácticas de magia, adivinación y brujería. Él prohíbe aquello que pueda hacernos daño o arruinar nuestra relación con Él. Según la definición clásica, es magia todo aquello que implique la manipulación de los ‘poderes del universo’ con el fin de forzar la realidad para que se acomode a nuestras necesidades”, indica Sharon Lee Giganti

Movimientos ecologistas. “El proyecto Gran Simio y algunas propuestas éticas del mismo estilo tienen mucho que ver con la reducción del valor peculiar del ser humano. También algunas iniciativas de promoción del diálogo interreligioso ‘desde arriba’ (Administraciones públicas y organismos como la UNESCO)”, advierte Luis Santamaría

Sanación por la manipulación de “energía”. “La pregunta a hacerse a la hora de considerar una técnica en particular es si trabaja con una falsa idea de la energía ‘espiritual’ que puede ser manipulada. Alerta sobre el reiki, pues se basa en la magia tántrica. Cuidado con el yoga, pues sus mismas posturas tienen significados ocultos e influencias en la psique”, advierte Clare McGrath-Merkle

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3. Pseudoterapias: entre la confusión y la manipulación.

FUENTE: Revista Misión

 

 

Por Isis Barajas

Dicen llegar donde la medicina tradicional encuentra sus límites, prometen curaciones milagrosas con imposición de manos, ungüentos extraños o ejercicios gimnásticos. Pero, ¿qué hay de verdad en todas las terapias que proliferan a nuestro alrededor? Muchas de ellas, no sólo son un completo fraude, sino que además van radicalmente en contra de las creencias cristianas.

“Para tu dolor de espalda te vendría fenomenal acudir a clases de yoga”, “conozco a alguien que le pasa lo mismo que a ti y con unas sesiones de reiki se le curó”, “para la tristeza, nada mejor que unas flores de Bach”, “desde que hago control mental me concentro mucho mejor”… Seguramente todos tenemos algún amigo o familiar que nos ha recomendado acudir a alguna de estas terapias alternativas para cualquier dolencia o malestar, pero, ¿hay algo más detrás de estas prácticas o son sólo eso, distintas técnicas de curación?, ¿son compatibles con la fe católica o debemos mantenernos alejados de ellas?

En primer lugar, hay que distinguir entre las terapias alternativas serias, muchas de ellas de origen oriental, y aquellas pseudoterapias que han llegado a Occidente impregnadas de elementos espirituales y doctrinales propios de la Nueva Era y que en algunos casos llegan a ser peligrosos mecanismos de manipulación psicológica. En este sentido, el sacerdote y experto en el estudio de la Nueva Era Miguel Pastorino, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), recalca que “no es lo mismo una terapia con la seriedad que tienen en Oriente la acupuntura o el yoga, que las terapias esotéricas inventadas por el movimiento de la Nueva Era a partir de los años sesenta”.

Por esta razón, el sacerdote opina que “una persona católica, sólida en su fe, puede sin problemas practicar algunas disciplinas orientales para el beneficio de su salud, siempre y cuando sólo busque en esa disciplina la técnica y nada más. Por ejemplo: técnicas gimnásticas tomadas del yoga, o de respiración y estiramiento tomadas del tai chi chuan o del chi küng, o masajes terapéuticos de origen oriental, entre otros, no presentarían problemas si no vienen acompañados de un discurso espiritual o esotérico”, añade Pastorino. Sin embargo, hay una infinidad de técnicas que en sí mismas ya suponen una negación de la fe cristiana y que, en opinión del sacerdote, es “imposible separar técnica de contenido”.

Debido a la dificultad que entraña separar lo doctrinal de lo técnico –en ocasiones imposible–, hay que extremar todas las precauciones, sobre todo, porque incluso algunas de estas disciplinas orientales han sido “infectadas” con los postulados y tendencias nuevaerianos y vienen acompañadas de un contenido filosófico contrario a la fe. “Muchas de las nuevas terapias promovidas por la Nueva Era sostienen elementos doctrinales traídos del esoterismo, del gnosticismo o de las religiones orientales. La visión que tienen de Dios suele ser impersonal, refiriéndose a ‘lo divino’, en la mayoría de los casos panteísta, como si todo formara parte de la divinidad, sin distinción, como una energía que todo lo invade, liquidando así la posibilidad de toda relación entre un Dios personal y la creatura”.

Todo esto sin hablar de otro tipo de técnicas “sin aval científico que –como señala Pastorino– han ocasionado graves secuelas psicológicas a sus seguidores, entre las que se incluye el control mental, regresiones a supuestas ‘vidas pasadas’ y sectas que manipulan emocionalmente a sus adeptos mediante ‘cursos’ de superación personal de dudosa reputación”. Aquí entramos en el peligroso terreno de la manipulación psicológica que en este tipo de prácticas es mucho más frecuente de lo que parece.

El psicólogo Álvaro Farías, miembro también de la RIES, lleva muchos años estudiando estos fenómenos y tratando a personas que han sido víctimas de la manipulación de algunas pseudoterapias de la Nueva Era. En su opinión, el mayor peligro que encierran estas prácticas es la utilización perversa de creencias y técnicas “terapéuticas”: “Cada uno es libre de pensar y creer en lo que le parezca más oportuno –recalca–, pero lo malo es cuando sin aviso previo se le van introduciendo creencias que no compartía en primera instancia, aprovechando circunstancias poco éticas a través de un proceso de manipulación psicológica”.

La manipulación es “un proceso destinado a desmantelar el yo y sus defensas, a fin de conducir a la persona de su condición de sujeto a objeto, para uso y abuso del líder/terapeuta”. El objetivo que persiguen estos estafadores puede ser desde la explotación de la persona, el abuso sexual, la violencia o el lucro económico, y, aunque nos creamos a salvo, cualquiera de nosotros puede ser víctima de estos engaños, “basta que se dé una situación de duelo o pérdida, o una enfermedad grave, que vuelve a la persona psicológicamente vulnerable”.  Por esta razón, lo más peligroso no son ya las terapias concretas sino que “lo perverso y peligroso radica en el vínculo que se establece entre el terapeuta y su paciente”.

La víctima de una captación manipulatoria no se da cuenta de lo que le está ocurriendo, pero las personas cercanas sí pueden identificar el peligro al notar un cambio en sus costumbres de vida, en la alimentación, en las relaciones personales o incluso separaciones conyugales. Pero la única forma de estar a salvo de estas prácticas contrarias a la fe es con una buena formación cristiana. Miguel Pastorino recalca que “quien ha tenido una auténtica conversión a Jesucristo y ha vivido una profunda experiencia de fe, que no se ha quedado en una simple instrucción religiosa, tiene una auténtica vacuna contra la penetración de la Nueva Era”. 

El reiki, mejor ni probarlo

Un católico no debe practicar reiki, ya que “supone la iniciación esotérica en contenidos espirituales opuestos a la fe cristiana”, explica Pastorino. “Aunque muchos intentan ‘cristianizarlo’, la verdad es que si uno profundiza conviven con una imagen de Dios panteísta, asimilando creencias como la reencarnación y creyendo que canalizan al Espíritu Santo a través de sus manos como si fuéramos una ‘antena energética’”. El reiki proviene de una rama del budismo que, en algunos casos, puede conducir a abrir las puertas de lo oculto.

Por tanto es totalmente contrario a la fe cristiana en toda su filosofía y este hecho es lo suficientemente evidente como para que el Comité Doctrinal de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos (USCCB) publicara en 2009 un documento alertando sobre esta práctica. En él, los obispos recalcan que “para un católico, creer en la terapia reiki plantea problemas irresolubles” y añade que “en términos del cuidado de la salud física propia o la de los demás, emplear una técnica que no tiene apoyo científico (ni siquiera plausibilidad) por lo general no es prudente”.

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4. Actriz ex-adepta de Nueva Era: “no recibí el milagro prometido”.

FUENTE: Revista Misión

 

 

Por Isabel Molina E.

Sharon Lee Giganti dejó su carrera en Hollywood cuando comenzaba a tener mayor éxito, para dedicarse a lo que creyó ser su gran misión: difundir los principios de la Nueva Era. La desilusión no tardó en llegar. Estas falsas enseñanzas destrozaron la vida de muchas personas a su alrededor –incluido su propio hermano–. Después de su conversión, se dedicó a comunicar sin cansancio las grandes trampas que esconden las enseñanzas de El Secreto, Un Curso de Milagros y la ley de la atracción.

- ¿Qué la impulsó hacia la Nueva Era?

- Estaba desesperada. Llevaba muchos años sufriendo al ver a mis seres queridos autodestruirse con las drogas y el alcohol, sin poder hacer nada. Buscaba una manera de acabar con todo ese dolor que había a mi alrededor, y encontrar felicidad y paz para mí.

- ¿Era infeliz a pesar del éxito que comenzaba a tener en Hollywood?

- Sí, como actriz estaba cansada de la frustración de trabajar tan duro, durante tantos años, y no lograr ser la gran actriz que me creía capaz de ser. Había alcanzado éxito en la TV y en algunas películas, pero tenía la sensación de no poder controlar el resultado de lo que hacía. Imagínese la emoción que me produjo escuchar que había técnicas que podía aprender para crear mi propia realidad con el pensamiento: “Puedes cambiar cualquier circunstancia, curar cualquier enfermedad, y producir resultados con sólo visualizar tus deseos”.

- ¿Quién le enseñó esas técnicas?

Un amigo mío en Hollywood me habló de la ley de la atracción a través del libro La ciencia de la mente, de Ernest Holmes, y de unas grabaciones de la médium Esther Hicks, que canalizaba un espíritu llamado Abraham. Abraham enseñaba la idea ocultista de que “todo es energía”: “Tus pensamientos y sentimientos son formas de ‘vibración de la energía’ que atraen lo que estás pensando y sintiendo. Si piensas en positivo y te sientes libre de preocupaciones, atraerás cosas buenas”. Creí que Abraham era un espíritu bueno y que con esta nueva comprensión de las “leyes universales” podría ayudar a mucha gente.

- Se dedicó entonces a difundir este gran “descubrimiento”...

- Así es. Abandoné mi carrera de actriz y me convertí en embajadora de Abraham. Durante 10 años estuve enseñando la ley de la atracción, incluyendo los principios de Un curso de milagros.

- ¿Qué es Un curso de milagros?

- Es un libro que fue escrito por un espíritu que decía ser Jesús, a través de una médium. Su enseñanza está en contradicción con la Sagrada Escritura, la Tradición y la doctrina católica, pues afirma que Jesús no era Dios, que el demonio no existe, que el pecado original nunca ocurrió, y que los apóstoles no supieron interpretar el mensaje de Jesús y nos enseñaron errores. Estos principios falsos muestran claramente que el espíritu que los escribió, aunque afirmara ser Jesús, es una falsificación de Cristo. Ningún espíritu que contradiga la Palabra de Dios puede ser de Dios.

- ¿Cómo descubrió ese engaño?

- Me enfrenté a terribles tragedias por predicar estas filosofías falsas. Primero, mi alumna Jane. La noche antes de suicidarse, vino a mi casa con las preguntas sobre el suicidio que solía hacerme. Se las contesté de nuevo con las enseñanzas de la Nueva Era, especialmente las de Abraham y Un Curso de Milagros: “El suicidio es malo sólo si piensas que está mal, pues hemos sido condicionados socialmente para creer que está mal”. Y le dije, citando a Abraham: “Tú eres libre de elegir cualquier cosa que desees atraer a tu vida, incluso la muerte”. A la mañana siguiente, ella se fue a un hotel y se envenenó. Me gustaría decir que su muerte me despertó, pero estas filosofías me habían oscurecido completamente la visión del mundo.

- Entonces, ¿qué la despertó?

- Mi hermano era drogadicto y alcohólico; sufría crisis de ansiedad y depresión. A quienes intentaban ayudarlo, yo les decía que dejaran de temer por su bienestar, pues así continuaban atrayendo esa situación a su vida. La mejor manera de ayudarlo era “visualizarlo” en una situación de perfecta salud, que luego comenzaría a “manifestarse”. Y así lo hicieron. Y yo también. Pero no recibimos el “milagro” prometido. Mi hermano terminó por matar a mi sobrino de cuatro meses y hoy en día cumple cadena perpetua.

- Y usted pagó un precio muy alto...

- Las tragedias me fueron mostrando que las enseñanzas de la Nueva Era no producen la paz y el bienestar que tanto pregonan. En cambio sí provocan muchos corazones rotos y vidas destruidas.

- ¿Eso la llevó a buscar la verdad en la doctrina católica?

- Todavía estaba inmersa en esas enseñanzas, cuando comencé a leer la Biblia. También tuve un encuentro personal con Jesús y luego supe que mucha gente rezó por mí.

- Cuéntenos ese encuentro con Cristo

- Cuando estaba a punto de invocar más espíritus, en un intento desesperado por encontrar ayuda, Jesús me sacó. Se me mostró como “el Camino, la Verdad y la Vida” que yo había estado buscando.

- Un Cristo muy diferente al que le había enseñado la Nueva Era...

- No era la “Conciencia Crística” o “la Energía Pura” de la Nueva Era. Jesús es una persona real que me decía: “Soy la respuesta que estás esperando y estoy aquí, como siempre... ¡esperándote!”. Nunca me había sentido tan amada. Créame. Los que piensan que “el Cristo” es sólo un modo de pensar o una “conciencia”, se pierden todo, porque una “conciencia” no te puede amar como Jesús nos ama.

- ¿Qué pretende realmente la espiritualidad de la Nueva Era?

- La mayoría –me ocurrió a mí también– cree que ha descubierto una “nueva ciencia”, una “sabiduría perdida” o una “perspectiva más elevada de la esfera espiritual”, y quieren compartirla con otros para curar sus males mentales, psíquicos, emocionales y espirituales. Pero gran cantidad de la información de la Nueva Era proviene de espíritus que han sido escuchados a través de médiums. Son espíritus demoníacos que sirven a Satanás, y quieren robarle almas a Dios. Buscan expresamente hacernos daño.

- Pero nadie quiere, deliberadamente, hacerse daño a sí mismo...

- Desafortunadamente, la información está muy bien disfrazada en forma de buenos consejos, ayuda, amor... Ellos transmiten información falsa a todos los que quieran escucharla en forma de ideologías que contienen supuestos “principios universales”. Hacen que la persona moralmente neutral se desoriente.

- ¿Por qué no puede un católico creer en la ley de la atracción?

- Estas supuestas “técnicas” no son más que formas modernas de la antigua magia, hechicería y espiritismo. Van en contra de la fe católica. En el documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida se afirma “la convicción generalizada en la Nueva Era de que cada uno crea su propia realidad es atractiva pero ilusoria”. No es verdad que podamos controlar lo que nos sucede a través de nuestros pensamientos y sentimientos. 

- ¿Es posible tomar lo bueno de estas técnicas y dejar de lado el resto?

- Conozco bien ese peligro y no vale la pena asumir ese riesgo. Sería como tomarse un batido de chocolate envenenado porque contiene un poco de calcio. De nuevo, el documento vaticano Jesucristo portador del agua de la vida dice claramente que no es posible aislar algunos elementos de la religiosidad de la Nueva Era como aceptables y rechazar otros. ¡La Iglesia ha hablado claro! Prestémosle atención a sus consejos por nuestro propio bien. 

Sharon Lee Giganti (www.NewAgeDeception.com) es catequista acreditada e invitada habitual del programa de Patrick CoffinThe New Age Deception” en Catholic Answers Live Radio (www.catholic.com).

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5. ¿Cristiano y nuevaeriano?

FUENTE: Revista Misión

 

 

Por Ángeles Conde

El interés por la Nueva Era puede responder a una auténtica búsqueda de espiritualidad. Sin embargo, Nueva Era y cristianismo no son compatibles. A través del documento vaticano Jesucristo, portador del agua de la vida, la Iglesia nos alerta y previene sobre los peligros de esta corriente cultural tan extendida en tantas realidades, también las eclesiales.

Como ha reconocido Benedicto XVI en tantas ocasiones, la comunidad eclesial se muestra necesitada de purificación y reforma constante. No faltan hoy día pruebas ni sufrimientos a la Iglesia de Cristo. Quizá son precisamente esas imperfecciones en el rostro de la Iglesia las que hacen que muchas personas, con sentido religioso y trascendente, busquen la verdad fuera de ella. Precisamente el documento vaticano Jesucristo, portador del agua de la vida reconoce este verdadero sentido religioso en las personas influidas por la Nueva Era. La publicación, presentada en el año 2003 por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, proporciona a los católicos las claves para interpretar la Nueva Era.

Pese a ese anhelo de trascendencia, cada día es más palpable la ausencia de Dios en el corazón y el alma de nuestra sociedad. Una ausencia, en muchos casos promovida por la creciente secularización, y en muchos otros, producida por motivos personales.

Es por ello que muchas veces se mira a las sabidurías orientales o a las tradiciones precristianas lejanas (religiosidad cósmica, de rituales y creencias que muchos pensaban que habían sido suplantadas por el cristianismo) para buscar respuestas porque, en lo más cercano, en nuestra comunidad parroquial, a través de nuestros sacerdotes o catequistas o por la pequeñez de nuestra vida espiritual, no hemos podido hallarlas. Es lo que le sucedió a Clare McGrath-Merkle. Las dificultades de la vida la condujeron a buscar más allá de la fe católica.

Esta norteamericana se topó, además, con un diácono que no supo ofrecerle un apoyo certero, al contrario: le proporcionó libros sobre la Nueva Era. McGrath-Merkle estuvo cerca de ocho años perdida en esta corriente alternando su trayectoria en diferentes grupos y prácticas. Y explica por qué la Nueva Era resulta atractiva a muchas personas: “En este movimiento, la gente es muy cariñosa. La Nueva Era predica un evangelio de la paz y del amor que evita todo juicio”.

En el fondo, el ser humano siempre está en camino, en búsqueda de la Verdad, como ha indicado Benedicto XVI en su reciente visita a Santiago de Compostela. La existencia de la Nueva Era, así como su vigencia en nuestra sociedad, dan testimonio de este deseo. La Iglesia no es ajena a esto, como ha dicho el Papa Benedicto XVI en su última visita a España, ya que “participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser”.

Esa cuestión de la Verdad halla su respuesta en el Evangelio. El documento Jesucristo, portador del agua de la vida ejemplifica esta respuesta con el pasaje del encuentro entre Cristo y la samaritana. La mujer pide un agua que sacie la sed. Un agua definitiva. Muchos otros, al oír el relato de esta mujer, se interesan por la figura de Cristo. Pasan de oír hablar de Jesús a conocerle personalmente. Es sólo entonces cuando comprenden. En nuestra mano está invitarles a conocer a Jesús, el que ofrece “un manantial que brota dando vida eterna”. Dios hará el resto. La de la samaritana es la experiencia de McGrath-Merkle. Para ella, “la mejor protección contra la Nueva Era son los Sacramentos, la lectura de la Sagrada Escritura, y la búsqueda de asesoramiento en nuestra Madre la Iglesia. ¡Tenemos tantos regalos en nuestra fe! Si creyéramos en ellos, no estaríamos buscando magia”.

El test de las tres preguntas

El padre Manuel Guerra, uno de los mayores expertos de nuestro país en Nueva Era, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), maneja tres preguntas que permiten distinguir si hablamos con alguien influido o no por esta corriente: 1. ¿Admite el panteísmo, o sea, cree en un dios impersonal? 2. ¿Cree en la reencarnación de las almas? 3. ¿Cree que Jesús de Nazaret fue un hombre, como cualquier otro, hasta que en el Jordán, durante su bautismo, descendió sobre él la “energía cósmica”, transformándolo en el “Cristo” de la Era Piscis o cristiana hasta que sea sustituido por Maitreya (el Cristo de la Era Acuario)? El padre Manuel Guerra indica que estas tres preguntas reflejan tres creencias básicas de la Nueva Era, por lo cual, quien responde “sí” por lo menos a una de ellas necesita saber que hay incompatibilidad entre la Nueva Era y el cristianismo.

La Nueva Era es la búsqueda consciente de una alternativa a la cultura occidental y a las raíces judeocristianas. La postura de la Nueva Era frente al cristianismo no es neutral, sino neutralizadora, ya que no considera al cristianismo una alternativa aceptable. Por eso, y tal y como concluye el documento Jesucristo, portador del agua de la vida, desde el punto de vista de la fe cristiana, no es posible aislar algunos elementos de la religiosidad de la Nueva Era como aceptables por parte de los cristianos y rechazar otros

Nueva Era y Cristianismo

¿Quién es Dios?

NE: Es una energía impersonal, una extensión o componente particular del cosmos. La divinidad puede encontrarse en cada ser.

Cristianismo: Dios es en sí mismo personal. Es el creador del cielo y de la tierra y fuente de  toda la vida.

¿Quién es Cristo?

NE: Cristo es un sabio entre muchos otros. No es el único Cristo.

Cristianismo: Jesucristo es  verdadero Dios y verdadero hombre. Único salvador.

¿Quién es el hombre?

NE: Las personalidades individuales aisladas son patológicas. El hombre forma parte del cosmos.

Cristianismo: Hombres y mujeres han sido creados y semejanza de Dios.

¿Cómo es la Salvación?

NE: Nos salvamos a nosotros mismos por nuestras propias acciones. La alcanzamos por el poder de  la mente y por la práctica de técnicas que no requieren de la gracia divina.

Cristianismo: Nos salva el amor de Dios. La salvación no es una experiencia del yo, una inmersión meditativa e intuitiva dentro de uno mismo, sino un don gratuito de Dios realizado en Jesucristo.

¿Inventamos la verdad o la abrazamos?

NE: Se encuentra la propia verdad en función del bienestar.

Cristianismo: Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. El hombre ha de abrirse a Él.

¿Qué es la oración?

NE: Es la búsqueda del vínculo con la energía universal. Dios es un dios que satisface todas las necesidades.

Cristianismo: Es un encuentro y un diálogo con Dios. Un éxodo del “yo” del hombre hacia el “Tú” de Dios.

¿Existe el pecado?

NE: El pecado no existe. Actuamos de forma errónea por conocimiento imperfecto.

Cristianismo: Es una ofensa a Dios. Es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo.

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