16.12.10

La tregua de Navidad de 1914

A las 5:39 PM, por Juanjo Romero
Categorías : Mythbuster

Soldados de la Gran Guerra

 

Medio mes sin escribir y la cercanía de la Navidad me otorgan el derecho a reclamar la cuota de cursilería propia de estas fechas… y sin especiales reproches. ¿De acuerdo?

Navidad de 1914, Gran Guerra, o Primera Guerra Mundial, como prefieran. Probablemente en el frente franco-belga. No se sabe quienes, ni cuántos. Ni tampoco el lugar exacto. Sin órdenes específicas, los dos frentes de trincheras, embargados por el «espíritu navideño» cesaron el fuego. Al principio fueron una docena de oficiales de ambos lados los que se atrevieron a avanzar por la «tierra de nadie» y acordaron una «tregua», estrecharon manos, intercambiaron presentes: cigarrillos, whisky, insignias, botones, chocolates. Se habla incluso de un partido de fútbol. Antes se pusieron de acuerdo para enterrar a sus muertos, mutuamente, rezando el salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me falta…»

Arthur Conan Doyle se refirió a estos encuentros como «un espectáculo asombroso, un episodio humano en mitad de las atrocidades».

El Alto Mando alemán había enviado al frente miles de árboles de Navidad para acercar a sus soldados las familias dejadas en la retaguardia. Los soldados los decoraron como pudieron y cantando «Stille Nacht» —Noche de Paz–, en la trinchera de enfrente soldados británicos escuchaban atónitos y comenzó una «guerra de villancicos» con el «Adeste Fideles»

Treguas en festividades religiosas las ha habido en muchas guerras, treguas espontáneas de este tipo muy poquitas.

Algunos de estos hechos quedaron recogidos en “Las batallas de Flandes y de Artois 1914- 1918″ de Yves Buffetaut:

El Sargento C. Lightfoot de la Compañía C, Regimiento 1ero de North Staffordshire escribió:

El día de Navidad vimos algo fuera de toda imaginación. Los alemanes dejaron sus trincheras y nosotros hicimos lo mismo. Nos encontramos a mitad de camino y deberías habernos visto estrechando sus manos, cambiando direcciones, souvenirs, etc. Nos llenaron de cigarros y tabaco. No hubo ni un disparo en todo el día de Navidad. Uno de nuestros hombres tocó una melodía y los alemanes bailaron y nos regalaron una muy buena canción

El sargento Mayor Frank Naden contaba en su diario:

En el día de Navidad uno alemán salió de las trincheras con las manos en alto. Nuestros compañeros inmediatamente salieron de sus trincheras y los alemanes de ellas y nos encontramos en el medio y por el resto del día fraternizamos, cambiamos comida, cigarrillos y souvenirs. Los alemanes nos dieron algunas de sus salchichas y nosotros le dimos algunas de nuestras cosas. Los escoceses comenzaron a tocar sus gaitas y compartimos una rara alearía que incluyó un partido de futbol con los alemanes. Los alemanes nos dijeron estar cansados de la guerra y deseaban que terminara. Al día siguiente recibimos la orden de que toda comunicación e intercambio amistoso con el enemigo debía cesar, pero nosotros no disparamos en todo el día y los alemanes no nos dispararon a nosotros

El soldado W. Pentelow de la 1era Brigada de Rifles escribió a su hermana:

Tuvimos calma en Navidad y no hubo disparos. Las trincheras se llenaron de villancicos y canciones en Nochebuena. A veces los alemanes nos acompañaban y también nos vivaban. Ellos tenían unos pocos instrumentos y nos dieron algunas melodías […] Ellos gritaron: Vengan Ingleses, nos encontraremos en el medio…
Bueno, en Navidad salimos de nuestras trincheras, los encontramos en el medio del campo y los saludamos e intercambiamos cigarros. Tengo siete cigarros y varios cigarrillos de ellos. También le di a algunos de ellos mi dirección de casa

En 2005 Christian Carion, llevó la historia al cine con la película «Joyeux Noël» (Feliz Navidad). La verdad, una cursilada, con personajes muy planos y forzados, y escenas que deberían haber sido épicas, transmiten lo mismo que raspar un palo de polo con los dientes o rascar una pizarra con las uñas. Y, sin embargo, es una preciosa película navideña.

Dejo la secuencia central, algo larga, casi 8 minutos, que relata lo mismo que he escrito. Por si alguien tiene paciencia.

 

 

No estoy de acuerdo con los que abominan de la sensiblería de las fiestas, el estoicismo no es católico. Nicolás Gómez Dávila dice que «para las circunstancias conmovedoras sólo sirven lugares comunes; una canción imbécil expresa mejor un gran dolor que un noble verso», estoy de acuerdo

Pero tampoco hay que caer en el otro extremo, porque «el sentir», a secas, es vacío, cursi y poco fecundo.

La sensibilidad y las pasiones también forman parte inseparable de la persona y a menudo son un buen sustrato para las virtudes sobrenaturales. Aprovechémoslas. Pensaba en dos aspectos propios de las navidades:

  • La capacidad de perdonar y pedir perdón que parece que nos desborda, como en la película. Trasladémosla al plano sobrenatural. Sé de algunos países en los que la «Misa de Gallo» comienza horas antes con grandes colas en los confesionarios; una buena oportunidad de recomenzar, de acicalar el alma tras un examen de conciencia. No se me ocurre mejor manera de ‘entrar’ en la Navidad.
  • Y la felicidad de sentirnos otra vez felices como niños, como en nuestra niñez. No me da vergüenza reconocer que ese modo concreto de ejercitar la filiación divina me ayuda, y me atrevo a recomendarlo como un medio eficaz para sacarle provecho de la «cátedra» de Belén.

Por cierto, la historia real acaba mal, el General Sir Smith-Dorrien, comandante del segundo cuerpo británico, al enterarse, amenazó con pena de muerte a cualquiera que volviese a confraternizar con el enemigo, se consideraría ‘alta traición’. Así que en breve me tendréis de nuevo en pié de guerra…