ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 19 de diciembre de 2010

Santa Sede

El Papa confía a todos los pastores a san José

Papa: no a “influencias poderosas” que quieren limitar el derecho a la vida

El Papa pide cooperación y diálogo en las relaciones interreligiosas

El Papa: Acompañar la liberalización de la economía con responsabilidad

Benedicto XVI visita la Biblioteca a la que hubiera querido dedicarse

Al defender la libertad religiosa, el Papa defiende a toda la humanidad

Dios llora en la tierra

Tailandia: Una Iglesia nacida de una grano de mostaza

Análisis

Las tribulaciones del matrimonio

Entrevistas

González de Cardedal: “Hay más vitalidad pastoral que reflexión teológica”

Angelus

Benedicto XVI: En san José “se perfila el hombre nuevo”

Documentación

Discurso a la nueva embajadora de las Seychelles ante la Santa Sede

Discurso del Papa al nuevo embajador de Zambia

Discurso del Papa al nuevo embajador de Nepal ante la Santa Sede

Carta del Papa por el Jubileo de Nápoles (Italia)


Santa Sede


El Papa confía a todos los pastores a san José
Al rezar el Ángelus desde la ventana de su estudio
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- “A san José, patrono universal de la Iglesia, deseo confiar a todos los pastores”, dijo el Papa este domingo antes de rezar el Ángelus desde la ventana de su estudio junto a miles de peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro.

A la vez, exhortó a todos estos guías “a ofrecer a los fieles cristianos y al mundo entero la humilde y cotidiana propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo”.

Benedicto XVI invitó a venerar “al padre legal de Jesús, porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación”.

El Pontífice destacó que san José “anuncia los prodigios del Señor, dando testimonio de la virginidad de María, de la acción gratuita de Dios, y custodiando la vida terrena del Mesías”.

Indicó que san José es presentado en el Evangelio del cuarto domingo de Adviento como “hombre justo, fiel a la ley de Dios, disponible a cumplir su voluntad” y “por eso entra en el misterio de la Encarnación”.

Citando el Comentario del Evangelio según san Lucas de san Ambrosio, el Papa subrayó la dignidad de la calidad del testimonio de san José.

Este santo, comentó el Pontífice, después de recibir en sueños las indicaciones del ángel, “abandonado el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios”.

“A pesar de haber experimentado turbación, José actúa 'como le había ordenado el ángel del Señor', seguro de cumplir lo justo -prosiguió-. También poniendo el nombre de “Jesús” a ese Niño que rige todo el universo, él se sitúa en las filas de los servidores humildes y fieles, parecidos a los ángeles y a los profetas, parecidos a los mártires y a los apóstoles”.

Finalmente, el Papa auspició “que nuestra vida pueda adherirse cada vez más a la persona de Jesús” y que “en la próxima Navidad, nuestros ojos se abran y vean a Jesús, y el corazón se alegre en este admirable encuentro de amor”.

En su saludo a los peregrinos en lengua española, también pidió “que impulsados por la docilidad de nuestra Madre del Cielo estemos siempre dispuestos a realizar en todo la voluntad del Señor, que nos llama y cuenta con cada uno de nosotros”.

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Papa: no a “influencias poderosas” que quieren limitar el derecho a la vida
Discurso al nuevo embajador de Zambia ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- En el discurso que entregó el pasado jueves al nuevo embajador de Zambia ante la Santa Sede, Royson Mabuku Mukwena, el Papa Benedicto XVI se congratuló con este país por su defensa del derecho a la vida naciente.

“Es un motivo de particular satisfacción que las leyes de Zambia sigan respetando y defendiendo la dignidad de toda vida humana desde la concepción”, afirmó al Papa, al aceptar las Cartas Credenciales del diplomático zambiano.

“Poderosas influencias, muchas más allá de África – afirmó –, tratan de imponer limitaciones al derecho a la vida, viéndolo como algo que restringe la libertad de los demás. Sin embargo, por su parte, la Iglesia afirma que el derecho a la vida del inocente es inviolable, y que debe tener prioridad sobre todos los demás supuestos”.

Con ello, la Iglesia “dirige la atención hacia un principio moral objetivo, basado en la ley natural, cuyo contenido es accesible a la recta razón y no depende de decisiones políticas o del consenso social”.

El Papa auguró que Zambia “siga fomentando el debido respeto por los derechos de todo ser humano sin excepción, en armonía con el deber de proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural, como corresponde a un país verdaderamente cristiano”.

Iglesia

El Papa quiso recordar también cómo la Iglesia ha contribuido a la construcción del país.

“Con la colaboración de hombres y mujeres de buena voluntad en toda África, la Iglesia trabaja por la promoción de un equilibrio moral, jurídico y social entre los miembros de la familia humana. A través de sus diversas obras sociales, de desarrollo y caritativas, fomenta la consecución equilibrada de los derechos y deberes de los individuos y de la sociedad en su conjunto”.

La Iglesia en Zambia, subrayó el Papa, “ha contribuido positivamente en los ámbitos de la educación, el desarrollo y cuidado de la salud, especialmente en la lucha contra la malaria y el VIH / Sida”, y “seguirá participando activamente en la promoción de la salud de la población con un fuerte énfasis en la prevención mediante la educación”.

“Las mejoras en la salud a largo plazo se lograrán mediante la formación en la responsabilidad moral y la solidaridad, y en particular a través de la fidelidad en el matrimonio. De esta manera, la Iglesia trabaja para fomentar un mayor sentido de integridad por parte de las personas, y por la construcción de una sociedad que realmente valore la vida, la familia y la comunidad en general”.

Economía

Benedicto XVI quiso reconocer también “los indicios alentadores de mejora en su país, especialmente en el sector agrícola”.

“Con el crecimiento económico, los fondos han estado disponibles para proyectos de desarrollo importante, sobre todo en la extensión de condiciones sanitarias adecuada”, constató, observando que este país “ha hecho progresos significativos en este ámbito, tal como se refleja en la reducción de las tasas de mortalidad infantil y materna, y otras áreas relacionadas con la salud”.

Pero las mejoras deben extenderse a otros campos, entre ellos “la infraestructura, la disponibilidad de vivienda adecuada, la lucha contra la corrupción y la ampliación de las oportunidades educativas”, apuntó.

En este contexto, advirtió la necesidad de prestar la debida atención “a las necesidades de los menos afortunados”.

“Es de esperar que se fomente una estructura económica diversificada, así como un aumento en el número de las pequeñas empresas”, y sobre todo “es necesaria la movilización efectiva de todos los sujetos de la sociedad civil”, comentó.

Apoyo excepcional

En su discurso al Papa, publicado por L'Osservatore Romano, el nuevo embajador de Zambia afirmó que su país y la Santa Sede “comparten una posición común en numerosas cuestiones, incluso las ligadas a la moralidad, al logro de un desarrollo sostenible, a la erradicación de la pobreza, a los derechos humanos y al mantenimiento de la paz en el mundo”.

“El apoyo de la Iglesia católica a Zambia en las áreas mencionadas y en muchas otras, incluida la lucha contra el Sida, es excepcional”, reconoció, agradeciendo también al Papa haber creado por primera vez cardenal a un zambiano, el arzobispo Medardo Mazombwe.

El diplomático aseguró por su parte haber seguido “con gran interés” la reciente visita papal al Reino Unido.

“Su mensaje de amor y de defensa de la dignidad humana prescindiendo del credo religioso o la raza es alentador”, declaró.


 

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El Papa pide cooperación y diálogo en las relaciones interreligiosas
Al recibir al nuevo embajador de Nepal
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Tolerancia, cooperación y diálogo son los elementos que Benedicto XVI espera que caractericen las relaciones entre los fieles de las distintas religiones.

El Pontífice expresó este augurio el pasado jueves por la mañana al recibir en audiencia al nuevo embajador de Nepal ante la Santa Sede, Suresh Prasad Pradhan, con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales.

En el discurso que dirigió al diplomático, el Papa recordó que, “en contraste con la larga tradición de tolerancia del pueblo nepalés, se han producido en los últimos años algunos incidentes lamentables de violencia contra la vida de los católicos, así como daños a la propiedad de la Iglesia”.

“Permítaseme expresar la esperanza de que prevalezca un espíritu de tolerancia, y de que la cooperación para el bien general y la reconciliación mediante el diálogo se fortalecerán y seguirán marcando las relaciones fraternales entre los católicos de Nepal y sus conciudadanos de otras religiones”, afirmó.

En Nepal, observó el Papa, los cristianos son más de un millón, pero los católicos son muy pocos. “Sin embargo, a través de sus instituciones, tratan de hacer una contribución significativa al bienestar de todos sus ciudadanos”, mientras que Caritas “lleva a cabo una variedad de proyectos en las zonas más pobres y se ocupa de los refugiados”.

“Impulsados por el amor de Jesucristo, la Iglesia está siempre preparada y dispuesta a hacer lo que pueda para ayudar a los necesitados, independientemente de su raza, color o credo”, añadió.

Si bien las primeras huellas de la Iglesia en Nepal se remontan a los siglos XVII ey XVIII, durante los últimos setenta años “ha sido particularmente activa en el servicio de la gente a través de sus hospitales, organizaciones benéficas y escuelas”.

Al respecto, el Papa se congratuló de la “libertad” con la que las instituciones católicas funcionan “y el respeto con el que se llevan a cabo”, añadiendo su deseo de que el Gobierno nepalí “siga apoyando la presencia de la Iglesia en la salud y la educación, y garantice que los derechos humanos en general, y la libertad religiosa en particular, sean debidamente respetados”.

Situación política

En los últimos años, se han producido muchos cambios en Nepal, cuyos responsables “han tratado de trazar un nuevo rumbo político para beneficio de su pueblo”.

“Entre las tareas más importantes se encuentra la elaboración de una nueva Constitución. Asegurar las garantías jurídicas de los derechos civiles y políticos, así como garantizar los naturaleza económica, social y cultural, constituye sin duda una de las empresas más delicadas y exigentes en la vida política de cualquier nación”.

Así, expresó su esperanza de que, “una vez que se superen las actuales dificultades, la Asamblea Constituyente será capaz de completar su labor y contribuir de esta manera a garantizar un futuro estable, armonioso y próspero”.

La Santa Sede saluda también “las expresiones de compromiso con los ideales y normas democráticos que se encuentran en los acuerdos políticos provisionales actualmente en vigor” en el país.

Éstas incluyen “el deseo de promover la democracia multipartidista competitivo, las libertades civiles y los derechos humanos fundamentales, la emancipación de adultos, las elecciones periódicas, la libertad de prensa, un poder judicial independiente y el Estado de Derecho”.

“Se reconoce que aún queda mucho por hacer para consolidar estas buenas intenciones, pero la expresión pública de un compromiso así de los líderes de Nepal ya es un buen augurio”, reconoció.

Por su parte, el nuevo embajador nepalí confió que en su país se aprecian las contribuciones del Papa “a la promoción de la paz internacional, de la no violencia, de la fraternidad y de los valores éticos y morales”.

“Estamos plenamente convencidos de que sus contribuciones al mantenimiento y a la promoción d ella paz global serán más duraderas en un momento en el que el mundo entero está atormentado por el reto del terrorismo, que es una gran amenaza para la propia existencia de la humanidad”, añadió.


 

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El Papa: Acompañar la liberalización de la economía con responsabilidad
En su discurso a la nueva embajadora de las Seychelles
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó la necesidad de acompañar la evolución económica con una base ética y en concreto con una actitud responsable.

Lo hizo en el discurso que entregó este jueves a la nueva embajadora de la República de las Seychelles ante la Santa Sede, Vivianne Fock Tave, al recibirla en el Vaticano junto a otros cuatro embajadores con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

“La liberalización de la economía preservando las conquistas sociales es una mutación que no requiere un cambio de mentalidades -destacó-: se trata pues de acompañar esta evolución para anticipar los efectos no siempre controlables en el tiempo dando una base ética necesaria y jugando la carta de la responsabilidad”.

En referencia a la cuestión del medio ambiente, indicó que “la programación del desarrollo económico debe también considerar atentamente la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza porque los recursos naturales son limitados y algunos no son renovables”.

En este sentido, Benedicto XVI mostró su aprecio por la iniciativa del Gobierno de las Seychelles para restaurar y preservar la barrera de coral.

Y destacó la necesidad de que “los consumidores y los agentes de actividades industriales desarrollen una mayor responsabilidad en sus comportamientos”.

Según el Papa, “aumentar la responsabilidad de todos entraña también una cooperación activa y eficaz por el respeto y la protección de la dignidad humana frente a todo intento de proponer imágenes reduccionistas y deformadas, o una instrumentalización de cada persona”.

Benedicto XVI se refirió en este punto al turismo internacional como “factor notable de desarrollo económico y de crecimiento cultural” que puede, sin embargo “transformarse en ocasión de explotación y de degradación moral”.

Sobre este tema, indicó que “sólo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todos”.

Familia y desarrollo

Por otra parte, destacó la necesidad de proteger la familia para favorecer el desarrollo humano integral y reforzar la solidaridad entre generaciones.

“Promovida y apoyada por el Estado y la sociedad, la familia tiene una función totalmente original e irreemplazable en la educación de los niños”, subrayó en el discurso.

El Papa señaló a la embajadora de las Seychelles que “con la familia, su nación continuará construyendo su futuro dando una formación apropiada a sus jóvenes generaciones para que sean capaces de trascender los límites en los que se les querría a veces encerrar y dándoles los medios concretos para luchar contra los males sociales, especialmente el paro y la droga”.

Y destacó la conveniencia también de “apoyar a los más desfavorecidos y luchar contra la corrupción garantizando una igualdad objetiva ante la ley entre las diversas clases sociales”.

Benedicto XVI se refirió al progreso logrado en las Seychelles, “resultado de los esfuerzos persistentes y de la contribución generosa de todas las esferas políticas y sociales, de los sectores públicos y privados”.

Y felicitó al Gobierno y al pueblo “por haber superado el desafío de la crisis económica mundial, constatado por un repunte del turismo y de las inversiones extranjeras directas, por un impulso de la economía nacional, proporcionando un espacio fiscal favorable a la reducción de la deuda y de los gastos prioritarios”.

También destacó la voluntad de la Iglesia local de seguir aportando su contribución específica, “tanto para apoyar a la familia, la educación y la formación de los jóvenes como para el desarrollo humano integral de cada personal”, que “implica un crecimiento espiritual y no sólo material”.



 

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Benedicto XVI visita la Biblioteca a la que hubiera querido dedicarse
“Lugar eminente de la memoria histórica de la Iglesia universal”
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI visitó este sábado la Biblioteca Apostólica Vaticana, abierta nuevamente al público después de tres años de restauración, para destacar la importancia de este “lugar eminente de la memoria histórica de la Iglesia universal”, al que el cardenal Jospeph Ratzinger quería dedicarse al retirarse como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Durante una hora, el Papa pudo pasear por esta biblioteca de la Santa Sede, conocida como “apostólica”, porque desde su fundación (es una de las más antiguas del mundo) se considera la “Biblioteca del Papa”, ya que le pertenece directamente.

En este lugar, que entre otros miles de volúmenes custodia el Codex Vaticanus, el más antiguo manuscrito completo de la Biblia, el pontífice elevó esta oración: “Eres grande, Señor, Dios nuestro. Escucha nuestra oración y bendice a quienes vienen esta Biblioteca Apostólica para cultivar las ciencias y las artes. Haz que estos honestos investigadores de la verdad, iluminados por la sabiduría de tu Verbo, dirijan sus esfuerzos a la edificación de un mundo más humano”.

El Papa fue recibido a las 11 de la mañana por el cardenal Raffaele Farina, archivista y bibliotecario de la Santa Romana Iglesia, y después pudo saludar personalmente a los empleados, quienes le permitieron admirar incunables, monedas antiquísimas, papiros,...

El español Manuel Capa entregó al pontífice el original 1/500 de una colección de doce grabados aguafuertes, que realizaron doce de los más grandes artistas del mundo en 1995, en honor de Juan Pablo II, entre quienes se encuentran Oswaldo Guayasamín (Ecuador), Eduardo Chillida (España), Denis Long (Estados Unidos), Monir Islam (Bangladesh), y que ahora serán custodiados en la Biblioteca Apostólica Vaticana.

El 9 de noviembre de 2010 Benedicto XVI había enviado una carta al cardenal Farina, con motivo de la reapertura de la Biblioteca, en la que afirma que se trata “del lugar en el que se recogen y se conservan las palabras humanas más elevadas, espejo y reflejo de la Palabra, del Verbo que ilumina a todo hombre”. Por eso la define como “lugar eminente de la memoria histórica de la Iglesia universal”.

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Al defender la libertad religiosa, el Papa defiende a toda la humanidad
El portavoz vaticano comenta el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Al defender la libertad religiosa, no sólo de los cristianos sino de todo creyente, Benedicto XVI está haciendo un servicio único a la humanidad para luchar contra los fundamentalismos y la violencia, asegura el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi, SI, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, comenta en el último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, el Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2011.

El sacerdote comienza analizando una frase del texto que ha causado sensación, cuando el pontífice dice que “los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones con motivo de su propia fe”.

“Es una de las afirmaciones que más llaman la atención del Mensaje del Papa para la próxima Jornada de la Paz, porque muchos continúan viviendo con la falsa idea de que los cristianos están generalmente en posiciones de poder y que los que son discriminados son generalmente los seguidores de otras religiones, posiblemente por culpa de los cristianos”, afirma el portavoz.

Ahora bien, aunque esta información ha sido documentada por numerosos informes rigurosos, el padre Lombardi asegura que “no es éste el centro del Mensaje”.

La misiva pontificia “se dirige con un horizonte amplio para el bien de toda la humanidad, teniendo presente la dignidad de la persona humana, de toda persona humana, y reivindicando un derecho fundamental”.

“No es pues un mensaje solo a favor de los cristianos --aclara el religioso jesuita--. Es un mensaje en favor de todos, que lleva el signo de la experiencia directa – también del sufrimiento y de la muerte- de los cristianos, que reivindican para todos el derecho de buscar a Dios, reconocerlo y honrarlo en su vida, personalmente y junto a los otros”.

“Sin el respeto de este derecho, de todos y para todos, no se puede construir una comunidad pacífica. Los fantasmas, los fundamentalismos y el secularismo agresivo son enemigos de la verdadera paz”, concluye.

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Dios llora en la tierra


Tailandia: Una Iglesia nacida de una grano de mostaza
Entrevista con un obispo redentorista sobre la caridad y la misión en Tailandia
ROMA, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org). – Los cristianos constituyen menos del 1% de los 67 millones de habitantes de Tailandia. Y aún así contribuye eficazmente en la educación de la nación – incluso el rey y la reina han pasado por colegios católicos – y en la atención a los tailandeses enfermos y a los que sufren: niños con sida, víctimas del tráfico de seres humanos, pobres.

Monseñor George Yod Phimphisan es redentorista y obispo emérito de Udon Thani.

El prelado de 77 años ha hablado para el programa de televisión “Dios llora en la Tierra”, sobre la labor de la Iglesia en Tailandia – así como de su esperanza de que los asiáticos se conviertan en los misioneros del tercer milenio cristiano.

- En Tailandia se dice que un verdadero tailandés es budista. ¿Qué ocurrió con usted? Usted nació en Tailandia, ¿cómo puede ser cristiano y tailandés al mismo tiempo?

Monseñor Phimphisan: Tengo una mezcla de orígenes – escocés, alemán, portugués, japonés y tailandés. Nací en una familia católica. Mi padre era de origen portugués y tailandés y el padre de mi madre, mi abuelo materno, era de Escocia. Mis padres se encontraron en Tailandia y es por lo que nací católico.

- Usted mismo es misionero. ¿Lo es porque fue tocado por la labor misionera?

Monseñor Phimphisan: Soy sacerdote redentorista, y los sacerdotes llegaron a Tailandia hace 60 años. En aquella época había un sacerdote misionero francés de la Sociedad de Misiones Extranjeras que nos enseñaba el catecismo y, en una ocasión, le mencioné que estaba pensando convertirme en sacerdote en el futuro. Me dijo que yo era la clase de persona a la que le gusta estar en compañía de otros, por lo que debería unirme a una orden religiosa para poder vivir en comunidad.

Me sugirió la orden salesiana; llevaban un tiempo en Tailandia. Le dije que no quería unirme a ellos porque no quería enseñar. Me dijo que había otra orden religiosa que acababa de llegar, los redentoristas, que llevaban unos dos o tres años. Así que me fui con él a verlos y me sentí atraído por ellos, especialmente cuando me hablaron del espíritu de su fundador, San Alfonso. Así que fui enviado a Filipinas durante dos años al seminario menor y un año en el noviciado.

Después hice mis votos, y fui enviado a Norteamérica, porque los primeros redentoristas llegaban de Estados Unidos. Debe haber notado mi acento norteamericano. Fui ordenado sacerdote en Estados Unidos en el décimo aniversario de la llegada de los redentoristas a Tailandia. Así que soy misionero por haberlo escogido.

- ¿Se siente misionero en su propio país?

Monseñor Phimphisan: Sí, y la Santa Sede confió la diócesis de Udon Thani a los redentoristas. Mi predecesor, monseñor Duhart, fue el primer obispo de la diócesis.

Durante la guerra de Vietnam, el presidente Eisenhower de Estados Unidos alertó de la “teoría del dominó” que los comunistas habían puesto en marcha en los países del río Mekong. Tailandia sería el siguiente objetivo pero esto nunca ocurrió. Esto provocó que los obispos de aquella época – la mayoría de ellos eran extranjeros – presentaran su renuncia y dejaran su lugar a sacerdotes locales, sacerdotes tailandeses.

La razón, creo, de por qué el comunismo no enraizó en Tailandia fue una táctica muy eficaz del gobierno. Al comunismo le pusieron la etiqueta de “colonizador” y convocaron a los tailandeses diciéndoles que Tailandia nunca había sido colonizada por nadie y que los comunistas quieran “colonizar” Tailandia. Esto fue lo que dijo el gobierno y la gente tomó las armas y luchó contra los comunistas que eran etiquetados como “colonizadores”. Creo que nosotros somos el único país del sureste asiático que nunca ha sido colonizado.

En segundo lugar, la división entre ricos y pobres en Tailandia está siendo “cerrada” por su majestad el rey y la familia real. Siempre está con los pobres. Así que la influencia comunista fue insignificante y lejana, aunque tuvimos alguna infiltración. Pero nunca tuvo lugar una toma del poder y se lo agradecemos a Dios. Así que en el lado tailandés del río Mekong es donde se paró el comunismo y nunca pasó a Tailandia.

- Los redentoristas tienen una clara opción por los pobres. ¿Qué hacen por los pobres en su diócesis?

Monseñor Phimphisan: Una de las cosas que intentamos hacer es ayudar con programas de desarrollo social. Tenemos varios proyectos sociales para pobres y, tras ayudarles, intentamos establecer una continuidad con ellos para que se ayuden unos a otros. En el pasado, la gente en las aldeas, por ejemplo – el cultivo del arroz es muy común en Tailandia y la gente cultiva su propio arroz – se reunía durante la cosecha del arroz para ayudarse unos a otros y el campesino que cultivaba el arroz y pedía ayuda proporcionaba la comida. Esta es una práctica común en las aldeas. No hay necesidad de contratar trabajadores temporales. Es este espíritu de ayudarse unos a otros. Intentamos que se conserve vivo este espíritu.

Otro proyecto es nuestra labor con los discapacitados. En el pasado, las familias con un hijo discapacitado encadenaban a este hijo dentro de la casa mientras trabajaban en el campo, porque no quería de los demás descubrieran que tenían un hijo discapacitado. Al tener un hijo discapacitado se piensa que has vivido o has hecho algo erróneo en tu vida anterior, por lo que tener un hijos discapacitado es una forma se castigo según sus creencias. Hemos establecido un grupo de apoyo para estas familias con niños discapacitados y las animamos e intentamos que estas familias se unan y ayuden durante la época de la cosecha.

Ahora, un programa muy importante es el que tiene que ver con niños cuyos padres tienen Sida. Tenemos dos centros, uno de ellos con cerca de 160 niños.

- ¿Es muy frecuente el Sida en Tailandia?

Monseñor Phimphisan: Está muy extendido. La gente se sirve de servicios de prostitutas en los bares y apenas saben cómo se contrae y se transmite el Sida.

- ¿Es este un problema de la sociedad tailandesa en general o tiene que ver con los turistas?

Mons. Phimphisan: Es de ambos, pero el problema lo tienen los tailandeses. No se tomaron en serio la amenaza del Sida. Durante una época ha habido un porcentaje muy alto pero está retrocediendo porque han visto los resultados. La gent ahora tiene tanto miedo al Sida que cuando nace un niño de padres con Sida se vuelve un estigma social. En mi diócesis la mayoría de la gente vive en las aldeas y muchos de ellos tienen mucho tiempo libre debido a que el trabajo en las granjas depende de las estaciones, o no hay bastante trabajo. Van a las grandes ciudades a trabajar. Los hombres, especialmente después del trabajo, utilizan los servicios de prostitutas y contraen el Sida. Estos mismos hombres vuelven luego a su casa y tienen relaciones con sus esposas: nace un niño con Sida.

Una vez que descubren que su hijo tiene Sida temen que el niño infecte a los demás. Rechazan a estos niños y nos los envían.

- ¿Son ustedes los únicos que lo hacen? ¿Los budistas hacen algo similar?

Monseñor Phimphisan: Hay un monasterio muy grande y un monje en Tailandia que está acogiendo a gente con Sida. Pero no están en nuestra zona. Estamos en el noreste de Tailandia y tenemos a un sacerdote redentorista norteamericano, el padre Michael Shea, que cuida a 160 niños con Sida. Ha construido tres casas separadas, para los chicos más mayores, las chicas y los más pequeños. Lleva con esto más de 15 años. Algunos niños han sobrevivido. No han muerto. Con los supervivientes, tras el tercer año, sabes si tienen Sida o no (El padre redentorista Michael Shea dirige la Casa Sarnelli para niños con Sida. Es un hospicio y orfanato en la aldea de Donwai, cerca de la ciudad de Nong Khai. La Casa Sarnelli proporciona un ambiente seguro, sano y de cariño a niños de entre 8 meses y 15 años durante el tiempo en que vivan).

- Hay otro problema relacionado con el Sida, el tráfico de mujeres y niños. El Papa mismo ha mencionado este problema.

Monseñor Phimphisan: El tráfico no es sólo interior sino también de gente de fuera, por ejemplo, de Laos, Camboya y Myanmar. Vienen y acaban en la prostitución. Es el mayor problema que tenemos.

- ¿Como Iglesia católica en Tailandia, tienen algún proyecto especial para esto?

Monseñor Phimphisan: Sí, lo tenemos. Intentamos darles un tratamiento y asistencia apropiados porque muchas de estos refugiados, la mayoría, son ilegales. Muchas de estas personas son víctimas y se aprovechan de ellos, y muchos de los traficantes son de Tailandia. Últimamente se ha capturado a muchos de estos traficantes tailandeses, por lo que está habiendo un descenso. Ahora hay que lograr que las autoridades estén seguras de que esto no sigue. Les animamos y hacemos lo que podemos pero se tienen que implicar las autoridades.

- ¿La Iglesia católica en Tailandia es una minoría y, aún así, la Iglesia católica lleva adelante proyectos como la educación, la ayuda a los mujeres y a los niños, y la asistencia con el Sida, en nombre de la sociedad tailandesa?

Monseñor Phimphisan: Así es. Cuando los comunistas se hicieron con Laos, muchos laosianos cruzaron a Tailandia por el río Mekong como refugiados. Venían en decenas de miles. Muchas de nuestras religiosas se presentaron para ayudar. Las hermanas preparaban sin parar cada día comida para estos refugiados.

Tras un tiempo algunos refugiados se acercaron a las hermanas para preguntarles: “¿Por qué hacéis esto? ¿Queréis que nos hagamos católicos como vosotras?”. Las hermanas les respondieron: “Esa no es la razón por la que lo hacemos. La razón por la que os ayudamos es que nuestra religión nos enseña a amar a nuestros prójimos, y vosotros sois nuestros prójimos, por eso os ayudamos. Si queréis haceros católicos eso es un asunto vuestro, no os animamos a ello”.

Finalmente algunos de estos refugiados fueron admitidos por otros países. Algunos se establecieron en Tailandia. Este es un ejemplo muy bueno de la ayuda que proporcionan los católicos.

(…)

- ¿Qué puede aportar la Iglesia católica tailandesa a la Iglesia universal?

Monseñor Phimphisan: Todavía tenemos buenas vocaciones en Tailandia. Para darle una idea: somos 65 millones de personas y, de ellas, 350.000 somos católicas, lo que es menos del 1%. Tenemos 150 seminaristas en nuestro seminario mayor nacional para sacerdotes diocesanos. También tenemos órdenes religiosas masculinas y femeninas por todo el país. Cuando llegué a obispo hace 34 años, propuse, dado el número de vocaciones, que deberíamos comenzar una sociedad de misiones en Tailandia. Tres o cuatro años después nació la idea y ahora tenemos nuestra propia sociedad de misiones.

- ¿Así que ahora pueden enviarnos sacerdotes?

Monseñor Phimphisan: Sí, así es, y, pero actualmente los estamos enviado a nuestros países vecinos – Laos, Camboya, etc. donde, más o menos hay una cultura similar. Es como estamos empezando. Cuando propuse esto al principio, mi idea era: cuando los misioneros vinieron de Europa a extender la fe, no vinieron porque tuvieran un exceso de misioneros, no, necesitaban aquellos sacerdotes pero hicieron el sacrificio para traernos la fe. Así que también nosotros deberíamos hacer el sacrificio para devolver, para restituir. Hace poco hemos celebrado los 350 años de la Sociedad de Misiones de París y Tailandia, creo, fue el primer país de Asia al que llegaron estos misioneros, por lo que nuestra fe en Tailandia tiene unos 350 años. Ellos fueron los primeros en hacerlo.

- Si lo puede expresar en una frase, ¿qué esperanzas abriga?

Monseñor Phimphisan: Yendo como van las cosas, espero, como misionero, gracias a nuestra propia sociedad de misiones, que podamos ayudar enviando misioneros a otros países. Asistí al sínodo de los obispos de Asia y ayudé con la traducción al tailandés del documento Ecclesia in Asia. Todavía pertenezco al consejo postsinodal para Asia y vengo a Roma todos los años por ello.

Recuerdo una frase de aquel documento: En el primer milenio, la Iglesia se extendió por Europa. En el segundo por Europa, América y parte de África. En el tercer milenio: Asia es el futuro.

Tal como yo lo veo se trata más o menos de un desafío para nosotros y, al mismo tiempo, de una profecía, de que quizá ahora sea Asia la que pueda enviar misioneros a Europa, América y África. Esa es nuestra esperanza, y le damos gracias a Dios por ella.

* * *

Esta entrevista fue realizada por Marie Pauline Meyer para “Dios llora en la Tierra”, un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl

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Análisis


Las tribulaciones del matrimonio
Nuevos informes descubren tendencias preocupantes
Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org). – Un informe que se acaba de publicar mostraba que la clase media está sufriendo un aumento en el número de divorcios y de madres solteras, y que los problemas matrimoniales no se limitan a las personas con niveles más bajos de educación e ingresos.

La edición 2010 de The State of Our Unions, “When Marriage Disappears: The Retreat from Marriage in Middle America” (La Situación de nuestros Matrimonios, “Cuando desaparece el Matrimonio: el Alejamiento del Matrimonio por parte de la Norteamérica Media) se publicaba el 29 de noviembre. Es un esfuerzo conjunto del National Marriage Project de la Universidad de Virginia y del Center for Marriage and Families del Institute for American Values.

El informe descubrió que sólo es estable el matrimonio entre las personas con una alta educación y altos ingresos y, de hecho, el matrimonio parece haberse hecho robustecido entre este tipo de personas.

En el informe se definía al norteamericano medio como alguien que ha terminado el instituto pero carece de un título universitario. Este grupo constituye el 58% de toda la población adulta. Aquellos con formación universitaria suman el 30%. El restante 12% lo constituyen quienes no terminaron su educación secundaria.

Entre los cambios destacados en el informe están los siguientes:

- A principios de los 80, sólo el 2% de los niños nacidos fuera del matrimonio lo eran de madres con una educación alta, en comparación con el 13% de niños de madres con una educación media y el 33% de niños nacidos de madres con pocos estudios. Para finales de esta última década, el porcentaje de niños nacidos fuera del matrimonio para las madres con estudios universitarios era del 6%. Los otros dos grupos experimentaron un acusado aumento, hasta el 44% para las madres con una educación media, y hasta el 54% para aquellas con pocos estudios.

- El porcentaje de adultos en edad de trabajar con una educación que permanecían casados en su primer matrimonio cayó del 73% de los años 70 hasta el 45% de la última década. Esto hay que compararlo con la caída de17 puntos en el mismo periodo entre los adultos con estudios universitarios y, de 28 puntos, entre los adultos con pocos estudios. Lo que llama poderosamente la atención, observaba el informe, es que los norteamericanos con estudios medios y con estudios universitarios de los años setenta era muy probable que, ambos grupos, estuvieran casados; ahora, cuando se trata de las probabilidades de estar en un matrimonio unido, el norteamericano con estudios medios es más probable que se acerque al que no tiene estudios.

- Los norteamericanos con estudios medios es cada vez más probable que convivan en una unión de hecho en vez de casarse. Desde 1988 hasta ahora, el porcentaje de mujeres de entre 25 y 44 años que habían vivido en estas uniones subió 29 puntos para las que tenían estos estudios – ligeramente por encima de los 24 puntos de aquellas con pocos estudios. Durante el mismo periodo, las uniones de hecho subieron 15 puntos entre las mujeres que tenían estudios universitarios. Cuando se trata de uniones de hecho, de nuevo, el norteamericano con estudios medios se comporta de modo más parecido al norteamericano con pocos estudios.

- El aumento de divorcios y educación de los hijos fuera del matrimonio, en las comunidades de clase baja y clase media por toda Norteamérica, ha dado como resultado que cada vez más niños en dichas comunidades vivan en hogares en los que no están sus padres biológicos o acaben viviendo en hogares de adopción, sobre todo si se les compara con los niños de hogares con más ingresos y educación.

Cambios culturales

Según el informe, tres cambios culturales han jugado un papel clave en el debilitamiento del matrimonio entre los norteamericanos de clase media. El primero es un cambio sobre este tema, al pasar de ser socialmente conservadores en cuanto al matrimonio a ser más permisivos.

El segundo es que es más probable que estos norteamericanos adopten comportamientos que pongan en peligro sus perspectivas matrimoniales futuras. Esto incluye prácticas como un número mayor de parejas sexuales y más infidelidad matrimonial.

El tercer cambio cultural es que los norteamericanos con una educación media cada vez se parecen menos a quienes tienen estudios universitarios, a la hora de abrazar valores tradicionales como posponer la gratificación, centrarse en la educación, o la templanza.

El informe examina después algunos otros cambios culturales, como el descenso de la práctica religiosa y el aumento del deseo de un “alma gemela”, lo que hace que el nivel para aceptar casarse esté más alto que antes. Resumiendo el efecto de estas transformaciones, los autores concluían: “Un problema relacionado con este nuevo modelo es que se ha roto el nexo normativo entre sexo, paternidad y matrimonio”.

Por qué deberíamos estar preocupados por estos cambios en el matrimonio, se preguntaba el informe. “El matrimonio no es simplemente un acuerdo privado entre dos personas”, respondían. “Es una institución social básica, que ayuda a asegurar el bienestar económico, social y emocional de innumerables niños, mujeres y hombre de esta nación”.

El alejamiento del matrimonio por parte del norteamericano de estudios medios significa que la vida de las madres se ha vuelto más dura y que los padres se han separado de sus familias. El informe añadía que también tiene como resultados problemas para los hijos, con un mayor número de abandonos en la educación secundaria y una pérdida de su camino en la sociedad.

Si el matrimonio se convierte en algo a lo que pueden aspirar sólo quienes ya están en la cima de la escala socio-económica se dará, entonces, una división social y cultural, advertía el informe. “El matrimonio corre el peligro de convertirse en un bien de lujo accesible sólo a quienes tienen los medios materiales y culturales para obtenerlo”, indicaban los autores.

“Esto amenaza el experimento democrático norteamericano y debería preocupar a todo líder cívico y social de nuestra nación”, advertían.

Protección del bien común

Los líderes religiosos también se han mostrado preocupado por lo que está ocurriendo con el matrimonio. El 6 de diciembre se hacía pública una carta abierta titulada “The Protection of Marriage: A Shared Commitment” (La Protección del Matrimonio: un Compromiso Compartido). Una nota de prensa de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) explicaba que los líderes de las comunidades anglicana, baptista, católica, evangélica, judía, luterana, mormona, ortodoxa, pentecostal y sikh en Estados Unidos afirmaban la importancia de preservar el significado único del matrimonio.

“El amplio consenso reflejado en esta carta de las grandes denominaciones religiosas está claro: la ley del matrimonio no trata de imponer la religión de nadie, sino de proteger el bien común de todos”, afirmaba el arzobispo de Nueva York, monseñor Timothy Dolan.

“El matrimonio es una institución fundamental para el bienestar de toda la sociedad, no sólo de las comunidades religiosas”, afirma la carta.

La carta es sólo el último paso en una serie de medidas de la USCCB para defender el matrimonio. Respaldar el matrimonio es el principal de los cinco objetivos propuestos por los obispos como prioridades pastorales para el próximo año.

Una de las formas de hacerlo es  a través de la página web Marriage: Unique for a Reason (http://www.usccb.og/marriageuniqueforareason/). La página web proporciona materiales para la educación de los católicos sobre por qué el matrimonio es único y por qué debe promoverse y protegerse como la unión de un hombre y una mujer. Está disponible además el primero de cinco vídeos, con un segundo que estará en la página a finales de 2010. Una guía del espectador y varios folletos complementan los vídeos.

Conciencia de la sociedad

El Papa Benedicto XVI también ha expresado su preocupación por la ruptura de la familia y la vida matrimonial. “La Iglesia ve con preocupación el cada vez mayor esfuerzo por eliminar el concepto cristiano del matrimonio y de la familia de la conciencia de la sociedad”, afirmaba el 13 de septiembre al recibir al nuevo embajador alemán ante la Santa Sede.

En las semanas posteriores, el Papa repitió que se debería defender la familia y el matrimonio en sus discursos a los nuevos embajadores de Costa Rica, Ecuador, Colombia y El Salvador.

El 2 de diciembre, tuvo lugar su declaración más tajante, en su discurso al recibir al nuevo embajador de Hungría.

“Europa no sería ya Europa si la célula básica de la construcción social desapareciera o se transformara de modo sustancial”, declaraba refiriéndose al matrimonio.

El matrimonio se deteriora debido a la facilidad del divorcio, a la cohabitación antes del matrimonio y a la introducción de nuevos tipos de matrimonio que “no tienen fundamento alguno en la historia de la cultura y del derecho en Europa”, decía al embajador. Palabras que se podrían aplicar no sólo a Europa sino a muchas otras partes del mundo.

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Entrevistas


González de Cardedal: “Hay más vitalidad pastoral que reflexión teológica”
Entrevista al autor de “La teología en España 1959 – 2009. Memoria y prospectiva”
SALAMANCA, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org). Una parte importante de la historia de la teología y la fe de la España postconciliar acaba de exponerse en el libro La teología en España 1959 – 2009. Memoria y prospectiva (Madrid: Ediciones Encuentro. 597 páginas) de Olegario Gonzalez de Cardedal.

Doctor en Teología por la Universidad de Múnich, amplió los estudios en Oxford y Washington. Fue miembro de la Comisión Teológica Internacional creada por Pablo VI. Ha sido durante largos años catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca, hasta su jubilación en 2005 y es miembro de la Rea Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Entre sus últimos libros se encuentran La gloria del hombre (1985), España por pensar (1985), Jesús de Nazaret. Aproximación a la cristología (1993), Madre y muerte (1994), Raíz de la esperanza (1996), Cuatro poetas desde la otra ladera. Prolegómenos para una cristología (1996), Cristología (2001), Fundamentos de cristología I-II (2005-2006) y El quehacer de la teología (2008). ZENIT lo entrevistó para hablar sobre su nueva publicación.

- ¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?

Olegario González: Surge en parte por el hecho de mi jubilación como profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca y porque he cumplido 50 años de ministerio sacerdotal.

Al final de estas etapas de vida, uno siente la necesidad de responder al imperativo evangélico "dar cuenta del encargo recibido" y de preguntarse si se ha respondido al reto que enuncia la parábola de los talentos recibidos (Mateo 25, 14-30).

Por tanto, he sentido un triple deber. El primero es el de todo cristiano: dar cuenta al Señor de la misión recibida de él.

El segundo deber sentido es del teólogo, quien por encargo de la Iglesia debe responder en medio de ella y por ella al precepto de la carta de San Pedro “Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, estando siempre dispuestos a hacer la defensa ante todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (I Pedro 3, 15).

El tercer deber sentido es el que enuncia Platón al afirmar que todo el que ha ejercido una tarea y vivido una forma de vida debe poder dar razón de ella, acreditar su dignidad y verdad. Yo he sido tan feliz, viviendo apasionada y humildemente entregado a la teología, que he sentido la necesidad de decir al final de mi vida cuál es su verdad intelectual, su necesidad eclesial y su legitimidad cultural.

Deber, por tanto, como cristiano, como teólogo y como hombre. Por eso hace dos años publiqué el libro El quehacer de la teología. Génesis. Estructura y misión (Salamanca).

En él, expongo los problemas fundamentales con los que se encuentra la teología hoy como ciencia de Dios (técnica, carisma, forma de vida) desde la fe en la Iglesia.

En el libro actual, expongo (memoria e historia) el lugar que la teología ha ocupado en la Iglesia y en la sociedad española, sobre el fondo de Europa, durante los últimos cincuenta años.

- ¿Por qué quiso centrarse en la teología católica en su país?

Olegario González: En el último medio siglo de la vida española, ha habido tales transformaciones que prácticamente asistimos a una fase nueva en su historia. El libro parte de una fecha clave para nuestra Iglesia y sociedad, el año 1959, y hace el recorrido hasta el 2009, en el que yo creo que se cierra una época en la que hemos vivido a remolque de lo anterior: posfranquismo, postconcilio, postransición, postsocialismo,...

Ahora ya estamos en tierra nueva y no después de nadie sino ante todo. En este medio siglo se han transformado internamente la sociedad española, la Iglesia en relación con ella y la misión de la teología.

Como la Iglesia se ha visto muy implicada en nuestra historia nacional reciente, he querido recordar cuáles han sido sus acciones e intenciones, ya que la historia no está del todo cumplida hasta que no es interpretada por quienes la han hecho.

Y extrañamente esta historia de la Iglesia española la están interpretando ahora quienes no la vivieron o quienes viendo esa Iglesia desde fuera proyectan sobre ella intentos y proyectos que nunca tuvo.

Yo he sido en mínima medida espectador, protagonista y ahora historiador de ese medio siglo. No es fácil ser esas tres cosas a la vez. Eso expresa los límites y debilidades posibles de mi interpretación.

En el prólogo, invito a todos (sacerdotes, obispos, seglares, religiosos y religiosas) a darnos el testimonio de su experiencia durante este periodo. Será la sinfonía de esas voces múltiples la que logrará la interpretación más objetiva de esos años.

Hacer memoria agradecida de la gracia de Dios es una sagrada tarea. San Agustín la cumplió de manera admirable en su obra Confesiones. Como él, nosotros debemos también a Dios la confesión de nuestra fe, de nuestra alabanza y de nuestros pecados.

Pero, a la vez, esa palabra la debemos también a la propia Iglesia, a la sociedad y no en último lugar a los no creyentes.

- El libro gira en torno a tres binomios: relación teología–Iglesia, Iglesia–sociedad y España–Europa. Estos tres binomios son como la rueda que internamente mueve el libro. ¿Cómo cambiado la vida de la fe en su país?

Olegario González: La historia de la España actual hay que comenzar a leerla a partir del decenio 1930–1940 por el drama que supusieron la República, la guerra civil, la postguerra y la Segunda Guerra Mundial.

Las décadas de los 50 y los 60 son decisivas: tienen lugar la reconstrucción interna de España, el Congreso eucarístico internacional de Barcelona en el 1952, el Concordato de España con la Santa Sede en 1953 y los Pactos de España con Estados Unidos.

En 1959, con la convocatoria del Concilio Vaticano II por Juan XXIII, se abre para España una nueva fase, no sólo para la Iglesia sino para toda la sociedad, por vivir entonces en un régimen en el que política, derecho, ética y religión iban casi indisolublemente unidos.

Por eso, los documentos del Concilio, siendo por su naturaleza primero y sólo textos teológicos, sin embargo tendrán una repercusión social y política decisiva para todos los órdenes en España.

El año 1959 es muy importante también por otras razones: comienzo de los planes de desarrollo y de la ulterior industrialización de España, final del mundo y economía rural con la consiguiente emigración al extranjero o del campo a la ciudad, fundación de ETA, venida de Eisenhower a España dándole así al regimen una legitimación  moral.

El Concilio Vaticano II fue para nosotros un susto y un respiro, un vuelco y una crisis. Después vinieron la transición constitucional de un régimen dictatorial a un régimen democrático, el paso de un partido socialista al poder por primera vez de forma democrática pacífica, la apertura y la pertenencia a la Unión Europea. Clave fue la separación entre Iglesia y Estado, con el comienzo de una sociedad libre y plural.

El discurso del pluralismo, la presencia de otros grupos religiosos, el laicismo, el islam, la inmigración masiva, el endurecimiento del problema regional, la pérdida de una cohesión unitaria, las nuevas posibilidades y desafíos que todo ello plantea a la Iglesia y a la teología, los problemas que hay que discernir y las primacías que hay que establecer. De todo eso, más o menos, habla el libro.

-Un libro que habla de la presencia, memoria y perspectiva de la teología en España…

Olegrario González: La primera parte, Presencia, es como una especie de fotografía hecha hoy, tanto de la Iglesia española como de la teología dentro de ella y en la sociedad.

En la segunda parte, Memoria, recojo y actualizo textos que fui haciendo en cada uno de los decenios: en 1965, 1978, 1986, etcétera.

Se trata de análisis elaborados sobre la marcha con la voluntad de tomar la vida en propia mano, reflexionando para no dejarme arrastrar o anegar por la inmediatez de los acontecimientos.

Allí hay, por ejemplo, un capítulo que es una mirada a la teología del siglo XX, donde elijo 100 libros y 100 autores que me parecen una expresión característica de lo que fueron la fe, la misión, la teología y la acción de la Iglesia en ese siglo.

En la tercera parte, Memoria y prospectiva, analizo lo que puede ser nuestro futuro y las responsabilidades que nos entrega.

Allí hablo de las instituciones teológicas, de la situación actual tanto del profesorado como del alumnado: aquí estamos ante urgentes decisiones drásticas si no queremos hundirnos en el abismo de una nueva decadencia similar a la que vivimos en el siglo XIX y primera mitad del XX.

Como apéndice, además de una bibliografía, hay listas de los teólogos y profesores de teología, tanto de las órdenes religiosas como del clero secular, más significativos de este medio siglo.

Todas las listas son siempre problemáticas, porque es muy difícil saber quiénes fueron los más fecundos en su momento y cuales son los más válidos hoy

- Algunos dicen que su libro es un homenaje al Concilio y a los teólogos y movimientos que lo inspiraron, promovieron y aplicaron sin reservas.

Olegario González: Soy hijo de los hombres de esa generación. En el libro hablo de muchos de ellos: de los anteriores al Concilio, de los que protagonizaron ese admirable acontecimiento de la Iglesia y de los que han surgido después.

Es muy difícil señalar algunos, ya que habría que diferenciar y enumerar a los grandes en exégesis, a los grandes historiadores, a los grandes en teología sistemática, en liturgia, en patrología, en ecumenismo, en pastoral, en espiritualidad...

Todos ellos forman el coro de la voz orante, pensante y testimonio de la Iglesia católica; unos se remiten a los otros y se completan entre sí. Ningún área ni ningún teólogo es completo ni se basta a sí mismo.

Pero si yo, que pertenezco al área sistemática de la teología, tuviera que elegir cuatro nombres como símbolo ejemplar del resto, estos serían aquellos a quienes, como ejemplos, maestros y protectores, tengo encendida una vela en el altar de mi alma: los franceses Lubac y Congar, por su sensibilidad bíblica, histórica y espiritual; y los germanos Rahner y Balthasar, por su potencia pensante, su capacidad sistemática, su sintonía con el ecumenismo, su aliento católico y su diagnosis de la conciencia actual.

Sin embargo, yo, aunque siento un inmenso agradecimiento a esas dos culturas, no soy germanófilo ni francófilo apasionado.

Estoy vuelto a la historia de la espiritualidad, filosofía y mística españolas: creo que son una fuente extraordinaria y providencial todavía para nuestra teología.

Las debemos cultivar y, sin ningún ingenuo nacionalismo, debemos ser fieles a una teología específicamente hispánica precisamente hoy, en conexión a la vez con los cuatro o cinco grandes pensadores españoles de nuestro último medio siglo. De ello se habla detenidamente en el libro.

- España, un país tres veces visitado por Juan Pablo II, y si Dios quiere será el año que viene también la tercera vez que lo visite Benedicto XVI. ¿Habla usted de la influencia de estas visitas en la fe de los españoles?

Olegario González: Juan Pablo II estuvo en Salamanca y habló en el auditorio magno de nuestra universidad que ahora lleva su nombre, desde donde se dirigió a los teólogos en España.

Guardamos en la memoria sus discursos, que tuvieron la gracia y fuerza de devolver a muchos españoles la alegría de ser católicos, la conciencia de su unidad y de la pertenencia a una Iglesia universal, que no se agota en cada lugar y que se puede enriquecer con la riqueza de todas las demás experiencias y riquezas fraternas, tanto de su unidad como de su catolicidad.

Este hecho yo lo uniría con la visita de Benedicto XVI, con sus admirables alocuciones y homilías en Santiago de Compostela sobre Dios en Europa: “Por eso, es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa; que esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios”. (Homilía en la plaza del Obradoiro).

“Tenemos que superar ese legado envenenado del siglo XIX. Dios no es el antagonista sino el amigo del hombre”.

En Barcelona, nos invitó a descubrir y a cultivar la relación existente entre fe y belleza, entre culto y cultura, entre gratuidad y eficacia. Un culto que tiene su centro en la Eucaristía, en la que converge todo el universo material y espiritual (tal como el arquitecto Gaudí lo ha expresado en su milagro artístico de la Sagrada Familia) y en la que se arraiga la fe y se funda la unidad de la Iglesia, pues el cuerpo eucarístico es el que suscita y sostiene el cuerpo eclesial.

Yo invitaría a asumir estos textos como un bello programa para vivir la fe con lucidez y realismo, a la vez que para redescubrir, con inmensa confianza y alegría, la responsabilidad de ser cristianos en España a la altura de nuestro tiempo.

- ¿Ve con esperanza la visita de Benedicto XVI a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud?

Olegario González: Es muy importante para la Iglesia y para España, porque el futuro es de los jóvenes, de quienes se están preparando hoy para la fe y para el servicio al Evangelio.

De su generosidad espiritual, de su eficacia profesional, de su entrega solidaria y de su vitalidad evangélica van a depender el mundo y la Iglesia.

El hecho de que se reúnan esos millones de jóvenes es ya un signo de la vitalidad de la Iglesia y  exigencia para  una dinamización de la fe al servicio del Evangelio como buena nueva de sentido y de justicia, de paz y de perdón para los hombres.

Tales experiencias de encuentro en la fe, de unidad, de comunión y de catolicidad han sido siempre humanas ocasiones para divinas llamadas al ministerio apostólico, a la vida religiosa, a una existencia secular transparente para Dios y para Cristo.

Durante estos meses previos vivimos expectantes y orantes, implorando de rodillas a Dios que nos dé fuerzas para responder a su esperanza y a la esperanza, explícita o implícita, de los jóvenes que vendrán a encontrase con Dios y con Cristo, ayudados por la palabra de Benedicto XVI en Madrid.

-Los últimos capítulos del libro llevan por título La teología del futuro y El teólogo del futuro. ¿Cómo ve el futuro de la fe de su país?

Olegario Gonzalez: España es un país de una rica vitalidad católica, con  viejas instituciones consolidadas y acreditadas, junto a nuevos movimientos, grupos, comunidades e  iniciativas en múltiples órdenes (social, contemplativo, misionero, asociativo).

Hoy estamos pasando por unos momentos espiritual, cultural y políticamente no fáciles: rupturas en los cauces  anteriores de transmisión de la fe sin encontrar los equivalentes nuevos, indiferencia religiosa, pérdida de aliento apostólico en la propia Iglesia, caída aguda de las vocaciones al ministerio apostólico, secularización de las conciencias, resaca de  grupos con un anticlericalismo trasnochado.

Tenemos casi cinco millones de personas sin empleo con gravísimas crisis de familias, de personas, de pequeñas empresas, de los emigrantes y de los más pobres sobre todo.

La Iglesia, a través de todas sus parroquias, de sus grupos y de instituciones como Caritas, está prestando un admirable servicio a la sociedad.

En este sentido instituciones como Manos Unidas y Caritas son un símbolo y un lugar de referencia para el servicio, atención y caridad, reconocidos por todos.

Junto a esto, mi impresión es que hay más vitalidad espiritual y pastoral que reflexión teológica: ésta no está a la altura de aquellas para guiarlas, nutrirlas y corregir su curso en casos necesarios.

En el cristianismo tiene que haber una correlación entre la fe y las obras, entre la razón y el corazón, la acción y la oración, la reflexión y la vida.

Si esta proporcionalidad o correlación no se da, estamos ante el peligro de que la fe sucumba a la magia o a la política y de que la Iglesia se convierta en pura institución social, moral o cultural.

En este sentido, hago una invitación a integrar la razón histórica y la experiencia eclesial, a cultivar la teología en sus diversos niveles: desde los más estrictamente rigurosos, científicos y críticos de la universidad, hasta las escuelas populares de teología en las parroquias, grupos profesionales, comunidades y movimientos; a pensar, escribir y actuar teológicamente.

Uno casi se sonroja al comprobar la baja lectura de obras teológicas serias y la proliferación de una inmensa masa de folletos, meramente psicologizantes, piadosos en forma pervertida, de mera autocomplacencia, autoayuda o autoestima. ¿Cómo se explica si no esa especie de epidemia que son los libros de Anselm Grünn  y W. Jäger?

No hablo, por supuesto, de ellos como autores, que generosamente quieren responder a necesidades sentidas por muchos, sino del fenómeno como tal, es decir, de su demanda y primacía, de su recepción y utilización.

¿Qué debilidad intelectual reina en la Iglesia en un momento que el Papa nos invita incesantemente al ejercicio riguroso de la razón, al dialogo con la Ilustración, al encuentro con la increencia?

Él precisamente acaba de escribir en su libro Luz del mundo que por algo habrá querido Dios que en este mundo un teólogo sea papa o que haya un papa teólogo.

Al final del libro, hago una especie de semblanza del profesor de teología, con su dimensión moral, intelectual y religiosa.

Hablo de la pastoral de la inteligencia y de cómo dar razón de la fe en los espacios públicos y del necesario diálogo permanente con la ciencia, la universidad y las mentalidades nuevas.

Ser humildes pero gloriosos, amigos y críticos contemporáneos de los hombres a los que les ofrecemos el Evangelio, es nuestra tarea y obligación como teólogos.

 



 

Por Carmen Elena Villa



 

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Angelus


Benedicto XVI: En san José “se perfila el hombre nuevo”
Intervención con motivo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico Vaticano junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro.

 



 

***



 

¡Queridos hermanos y hermanas!

En este cuarto domingo de Adviento el Evangelio de san Mateo narra cómo sucede el nacimiento de Jesús colocándose desde el punto de vista de san José. Él era el prometido de María, la cual “antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (Mt 1,18). El Hijo de Dios, realizando una antigua profecía (cf. Is 7,14), se hace hombre en el seno de una virgen, y ese misterio manifiesta a la vez el amor, la sabiduría y el poder de Dios a favor de la humanidad herida por el pecado. San José es presentado como hombre “justo” (Mt 1,19), fiel a la ley de Dios, disponible a cumplir su voluntad. Por eso entra en el misterio de la Encarnación después de que un ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le anuncia: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,20-21).

Abandonado el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios.

San Ambrosio comenta que “En José nos fue dada la amabilidad y la figura del justo, para hacer más digna su calidad de testimonio” (Exp. Ev. sec. Lucam II, 5: CCL 14,32-33). Él -prosigue Ambrosio- “no habría podido contaminar el templo del Espíritu Santo, la Madre del Señor, el seno fecundado por el misterio” (ibid., II, 6: CCL 14,33). A pesar de haber experimentado turbación, José actúa “como le había ordenado el ángel del Señor”, seguro de cumplir lo justo. También poniendo el nombre de “Jesús” a ese Niño que rige todo el universo, él se sitúa en las filas de los servidores humildes y fieles, parecidos a los ángeles y a los profetas, parecidos a los mártires y a los apóstoles -como cantan antiguos himnos orientales. San José anuncia los prodigios del Señor, dando testimonio de la virginidad de María, de la acción gratuita de Dios, y custodiando la vida terrena del Mesías. Veneremos por tanto al padre legal de Jesús (cf. CCC, 532), porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación.

Queridos amigos, a san José, patrono universal de la Iglesia, deseo confiar a todos los Pastores, exhortándoles a ofrecer “a los fieles cristianos y al mundo entero la humilde y cotidiana propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo” (Carta Convocatoria del Año Sacerdotal). Que nuestra vida pueda adherirse cada vez más a la Persona de Jesús, precisamente porque “Aquel que es el Verbo asume Él mismo un cuerpo, viene de Dios como hombre y atrae a sí a toda la existencia humana, la lleva al interior de la palabra de Dios” (Jesús de Nazaret, Milán 2007, 383). Invoquemos con fe a la Virgen María, la llena de gracia “adornada por Dios”, para que, en la próxima Navidad, nuestros ojos se abran y vean a Jesús, y el corazón se alegre en este admirable encuentro de amor.

[Después del Ángelus, saludó a los peregrinos en varias lenguas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los fieles de lengua española aquí presentes y a cuantos participan en esta oración mariana a través de los diversos medios de comunicación. En la proximidad de la Navidad, os invito a dirigir vuestra oración humilde y confiada al Niño Jesús, nacido de la Santísima Virgen, para que su luz oriente vuestras vidas y os llene de su amor y paz. Que impulsados por la docilidad de nuestra Madre del Cielo estemos siempre dispuestos a realizar en todo la voluntad del Señor, que nos llama y cuenta con cada uno de nosotros. Feliz domingo.



 

[Traducción del original italiano realizada por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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Documentación


Discurso a la nueva embajadora de las Seychelles ante la Santa Sede
“Que la actividad económica respete más el medio ambiente”
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa entregó este jueves a la nueva embajadora de la República de las Seychelles ante la Santa Sede, Vivianne Fock Tave, al recibirla en el Vaticano junto a otros cuatro embajadores con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

 



 

***



 



 

Señora Embajadora,

Con placer la acojo esta mañana en el momento en que presenta las Cartas que le acreditan en calidad de Embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de la República de las Seychelles ante la Santa Sede. Le agradezco que me haya transmitido los saludos de su Excelencia el Señor James Alix Michel, Presidente de la República, que tuve el honor de recibir durante su reciente visita a la Santa Sede. Le estaría muy agradecido si quisiera expresarle mi gratitud por la cordialidad manifestada durante nuestro encuentro. A través suyo, saludo también a las autoridades, los diversos responsables políticos y el conjunto del pueblo seychelense.

Su País continúa progresando y afirmándose sobre la vía de la paz, la prosperidad y la estabilidad. Sin ninguna duda, éste es el resultado de los esfuerzos persistentes y de la contribución generosa de todas las esferas políticas y sociales, de los sectores públicos y privados. Estoy contento de felicitar al Gobierno y al pueblo de las Seychelles por haber superado el desafío de la crisis económica mundial, constatado por un repunte del turismo y de las inversiones extranjeras directas, por un impulso de la economía nacional, proporcionando un espacio fiscal favorable a la reducción de la deuda y de los gastos prioritarios.

Sin embargo, la liberalización de la economía preservando las conquistas sociales es una mutación que no requiere un cambio de mentalidades: se trata pues de acompañar esta evolución para anticipar los efectos no siempre controlables en el tiempo dando una base ética necesaria y jugando la carta de la responsabilidad. “Todos tienen el derecho a participar en la vida económica y el deber de contribuir, según sus capacidades, en el progreso de su país y de toda la familia humana” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 333).

La programación del desarrollo económico debe también considerar atentamente la necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza porque los recursos naturales son limitados y algunos no son renovables. La solución del problema ecológico exige que la actividad económica respete más el medio ambiente, conciliando las exigencias con las de la protección medioambiental “para reforzar la alianza entre el ser humano y el medio ambiente” (Caritas in veritate n. 50).

Aprecio en particular, en este ámbito, la iniciativa del Gobierno para restaurar y preservar la barrera de coral. Ésta es la primera línea de defensa al elevarse el nivel del océano y sigue siendo también un hábitat importante para la cría de peces -principal aporte de proteína del País. También proporciona ingresos y empleos en los sectores de la pesca y del turismo. Es por tanto necesario que los consumidores y los agentes de actividades industriales desarrollen una mayor responsabilidad en sus comportamientos.

Aumentar la responsabilidad de todos entraña también una cooperación activa y eficaz por el respeto y la protección de la dignidad humana frente a todo intento de proponer imágenes reduccionistas y deformadas, o una instrumentalización de cada persona. El turismo internacional, factor notable de desarrollo económico y de crecimiento cultural, puede transformarse en ocasión de explotación y de degradación moral (cf. Caritas in veritate n. 61). Sólo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todos (St 2, 1-9).

Para favorecer este desarrollo humano integral y reforzar también la solidaridad entre generaciones, es necesario proteger la familia. Promovida y apoyada por el Estado y la sociedad, la familia tiene una función totalmente original e irreemplazable en la educación de los niños. Con la familia, su Nación continuará construyendo su futuro dando una formación apropiada a sus jóvenes generaciones para que sean capaces de trascender los límites en los que se les querría a veces encerrar y dándoles los medios concretos para luchar contra los males sociales, especialmente el paro y la droga. Desde este punto de vista, destaco y animo una vez más los esfuerzos otorgados desde hace mucho tiempo para desarrollar un sistema educativo de calidad. Conviene también apoyar a los más desfavorecidos y luchar contra la corrupción garantizando una igualdad objetiva ante la ley entre las diversas clases sociales.

Por su parte, la Iglesia local desea continuar aportando a su Nación una contribución específica, tanto para apoyar a la familia, la educación y la formación de los jóvenes como para el desarrollo humano integral de cada persona. Ese desarrollo implica un crecimiento espiritual y no sólo material, cuyo criterio de orientación se encuentra en la fuerza activa de la caridad en la verdad (cf. Caritas in Veritate n. 76.77). La búsqueda espiritual que habita en el corazón de los seychelenses encuentra en Cristo su sentido y su plenitud; ésta dinamiza toda la sociedad, con la capacidad de insuflar la fuerza de la reconciliación para promover la justicia, la fraternidad y para construir la prosperidad y la paz. Con este objetivo, aliento la continuación de esa colaboración y deseo saludar calurosamente, a través suyo, al Obispo de Puerto Victoria y a sus colaboradores, así como al conjunto de fieles católicos presentes en su país.

En el momento en que inicia su noble misión de representación ante la Santa Sede, deseo renovar la expresión de mi satisfacción por las excelentes relaciones que mantienen la República de las Seychelles y la Santa Sede, y le dirijo, Señora Embajadora, mis mejores deseos para el buen cumplimiento de su misión. Tenga la certeza de que siempre encontrará en mis colaboradores la acogida y la comprensión que pueda necesitar. Sobre Su Excelencia, su familia y sus colaboradores, así como sobre el Pueblo de las Seychelles y sobre sus Dirigentes, invoco de corazón abundantes Bendiciones divinas.



 

[Traducción del original francés por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Zambia
Al aceptar sus cartas credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el pasado jueves al nuevo embajador de Zambia ante la Santa Sede, Royson Mabuku Mukwena, al presentar éste sus Cartas Credenciales.

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Excelencia,

Me complace darle la bienvenida al Vaticano y aceptar las cartas credenciales que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Zambia ante la Santa Sede. Le agradezco los saludos que me ha traído del presidente Rupiah Bwezani Banda, y con mucho gusto correspondo con mis propios buenos deseos y la seguridad de mis oraciones por Su Excelencia y por todo el querido pueblo de Zambia.

La Santa Sede valora las relaciones diplomáticas con su país como un importante instrumento para lograr la cooperación mutua por el bien espiritual, moral y material de todos los zambianos. En efecto, con la colaboración de hombres ymujeres de buena voluntad en toda África, la Iglesia trabaja por la promoción de un equilibrio moral, jurídico y social entre los miembros de la familia humana. A través de sus diversas obras sociales, de desarrollo y caritativas, fomenta la consecución equilibrada de los derechos y deberes de los individuos y de la sociedad en su conjunto. Se trata de llamar la atención sobre la necesidad de justicia, solidaridad y armonía, siempre con una atención especial hacia los miembros más pobres y más débiles de la sociedad. La Iglesia está, por lo tanto, orgullosa del ejemplo de los hombres y mujeres cristianos que honran a su país y sus instituciones mediante su propia búsqueda desinteresada del bien común y enseñando a otros a hacer lo mismo, por encima de los intereses locales, regionales o étnicos.

Es un motivo de particular satisfacción que las leyes de Zambia sigan respetando y defendiendo la dignidad de toda vida humana desde la concepción. Poderosas influencias, muchas más allá de África, tratan de imponer limitaciones al derecho a la vida, viendolo como algo que restringe la libertad de los demás.Sin embargo, por su parte, la Iglesia afirma que el derecho a la vida del inocente es inviolable, y que debe tener prioridad sobre todos los demás supuestos. De este modo, dirige la atención hacia un principio moral objetivo, basado en la ley natural, cuyo contenido es accesible a la recta razón y no depende de decisiones políticas o del consenso social (cf. Discurso a los representantes de la sociedad británica, Londres,17 de septiembre 2010). Es muy de desear, señor embajador, que Zambia siga fomentando el debido respeto por los derechos de todo ser humano sin excepción, en armonía con el deber de proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural, como corresponde a un país verdaderamente cristiano.

En cuanto a la cuestión del desarrollo económico, actualmente parece haber indicios alentadores de mejora en su país, especialmente en el sector agrícola. Con el crecimiento económico, los fondos han estado disponibles para proyectos de desarrollo importante, sobre todo en la extensión de condiciones sanitarias adecuadas. La nación ha hecho progresos significativos en este ámbito, tal como se refleja en la reducción de las tasas de mortalidad infantil y materna, y otras áreas relacionadas con la salud. Las mejoras también en la infraestructura, la disponibilidad de vivienda adecuada, la lucha contra la corrupción y la ampliación de las oportunidades educativas son indispensables para el progreso económico, social y cultural de su país. Del mismo modo, la atención debe ser siempre en cuenta las necesidades de los menos afortunados. Es de esperar que se fomente una estructura económica diversificada, así como un aumento en el número de las pequeñas empresas ya que, "al lado de los macroproyectos son necesarios los microproyectos y, sobre todo, es necesaria la movilización efectiva de todos los sujetos de la sociedad civil” (cf. Caritas in veritate, 47).

Me complace señalar que la Iglesia en su país ha contribuido positivamente en los ámbitos de la educación, el desarrollo y cuidado de la salud, especialmente en la lucha contra la malaria y el VIH / Sida. Tenga la seguridad de que seguirá participando activamente en la promoción de la salud de la población con un fuerte énfasis en la prevención mediante la educación. Las mejoras en la salud a larg plazo se lograrán mediante la formación en la responsabilidad moral y la solidaridad, y en particular a través de la fidelidad en el matrimonio. De esta manera, la Iglesia trabaja para fomentar un mayor sentido de integridad por parte de las personas, y por la construcción de una sociedad que realmente valore la vida, la familia y la comunidad en general.

Permítame concluir estaspalabras de bienvenida reiterándole mis buenos deseos y oraciones por Zambia y su gente. Mientras comienza su misión, señor Embajador, le aseguro que los distintos departamentos de la Curia Romana estarán contentos de ayudarle.Sobre usted y su familia, y sobre todos los ciudadanos de Zambia, invodo de corazón las abundantes bendiciones del Dios Todopoderoso.

[Traducción del original en inglés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Nepal ante la Santa Sede
Al aceptarle sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el pasado jueves al nuevo embajador de Nepal ante la Santa Sede, Suresh Prasad Pradhan, al presentar éste sus Cartas Credenciales.

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Señor Embajador,

Al darle la bienvenida al Vaticano y aceptar sus Cartas Credenciales como Embajador de la República Democrática Federal de Nepal ante la Santa Sede, deseo expresar mi satisfacción por las cordiales relaciones que seguimos disfrutando. Le estoy agradecido por transmitirme el cortés saludo de su Presidente, el Sr. Ram Baran Yadav, y a cambio yo le ruego que transmita mis mejores deseos para él y para todo el pueblo de la República Democrática Federal.

En los últimos años hemos visto muchos cambios en su nación pues los líderes de Nepal han tratado de trazar un nuevo rumbo político para beneficio de su pueblo. En este sentido, entre las tareas más importantes se encuentra la elaboración de una nueva Constitución. Asegurar las garantías jurídicas de los derechos civiles y políticos, así como garantizar los naturaleza económica, social y cultural, constituye sin duda una de las empresas más delicadas y exigentes en la vida política de cualquier nación. Por este motivo, la Santa Sede tiene la esperanza de que, una vez que se superen las actuales dificultades, la Asamblea Constituyente será capaz de completar su labor y contribuir de esta manera a garantizar un futuro estable, armonioso y próspero.

La Santa Sede se complace en observar las expresiones de compromiso con los ideales y normas democráticos que se encuentran en los acuerdos políticos provisionales actualmente en vigor en su país. Estos incluyen el deseo de promover la democracia multipartidista competitivo, las libertades civiles y los derechos humanos fundamentales, la emancipación de adultos, las elecciones periódicas, la libertad de prensa, un poder judicial independiente y el Estado de Derecho. Se reconoce que aún queda mucho por hacer para consolidar estas buenas intenciones, pero la expresión pública de un compromiso así de los líderes de Nepal ya es un buen augurio.

Como Su Excelencia sabe, de los más de un millón de cristianos en su país, las cifras de la Iglesia Católica supone muy pocas almas y, sin embargo, a través de sus instituciones, ha tratado de hacer una contribución significativa al bienestar de todos sus ciudadanos. La agencia caritativa de la Iglesia, Caritas, lleva a cabo una variedad de proyectos en las zonas más pobres y se ocupa de los refugiados. Impulsados por el amor de Jesucristo (cf. 2 Cor 5,14-15), la Iglesia está siempre preparada y dispuesta a hacer lo que pueda para ayudar a los necesitados, independientemente de su raza, color o credo.

Si bien la Iglesia católica puede remontar sus primeros contactos con Nepal hasta los siglos XVII y XVIII, durante los últimos setenta años ha sido particularmente activa en el servicio de la gente a través de sus hospitales, organizaciones benéficas y escuelas. Me complace observar la libertad con la que estas estas importantes instituciones funcionan y el respeto con el que se llevan a cabo. Es muy de desear que su Gobierno siga siendo de apoyo a la presencia de la Iglesia en la salud y la educación, y que garantice que los derechos humanos en general, y la libertad religiosa en particular, sean debidamente respetados.

En contraste con la larga tradición de tolerancia del pueblo nepalés, se han producido en los últimos años algunos incidentes lamentables de violencia contra la vida de los católicos, así como daños a la propiedad de la Iglesia. Permítaseme expresar la esperanza de que prevalezca un espíritu de tolerancia, y de que la cooperación para el bien general y la reconciliación mediante el diálogo se fortalecerán y seguirán marcando las relaciones fraternales entre los católicos de Nepal y sus conciudadanos de otras religiones.

Por último, señor embajador, estoy seguro de que las cordiales relaciones existentes entre la Santa Sede y Nepal contribuirán mucho a promover esa fraternidad, respeto y diálogo. Al ofrecerle mis mejores deseos al comienzo de su misión como Embajador ante la Santa Sede, le aseguro la disponibilidad de la Curia Romana para ayudarle en su alta encomienda. Sobre usted y sobre todo el pueblo de Nepal invoco la abundancia de las bendiciones divinas.

[Traducción del original en inglés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Carta del Papa por el Jubileo de Nápoles (Italia)
Convocado a los diez años del Gran Jubileo del 2000
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la carta que el Papa Benedicto XVI ha enviado al cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo metropolitano de Nápoles, con ocasión de la apertura de un Año Jubilar especial en la Iglesia napolitana, en el décimo aniversario del Gran Jubileo.

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Al Venerado Hermano

cardenal Crescenzio Sepe

arzobispo metropolitano de Nápoles

Deseo expresarle, venerado Hermano, mi complacencia por la solicitud manifestada por usted de muchas formas hacia la amada Iglesia de Nápoles, cuya historia se enriquece ahora con un significativo capítulo ulterior con la apertura de un Año Jubilar especial, diez años después del Gran Jubileo del Año 2000.

Conservo aún querido en mi corazón el vivo recuerdo de la Visita Pastoral del 21 de noviembre de 2007, agradecido siempre al pueblo napolitano por el afectuoso abrazo con el que me acogió. Esta comunidad diocesana tiene un patrimonio religioso precioso, que exige la coherencia de la fidelidad y el valor del testimonio. En la estela de esta rica tradición ha florcido abundante la santidad cristiana, expresándose en figuras célebres que han dejado una huella profunda en la Iglesia y en la sociedad. De estos resplandecientes ejemplos deriva la llamada a continuar en esta tierra vuestra esta historia de fe y de caridad, trabajando con igual valor y empuje apostólico. Ciertamente, el contexto sociocultural es hoy bien distinto respecto al pasado, y, si bien se debe alegrar en el Señor por la fe genuina y perseverante de tantos cristianos, es doloroso constatar la difusión de una visión secularista de la vida y la intensidad de males que afligen la convivencia civil, amenazada por el individualismo.

En esta atmósfera se verifica también la influencia de modelos negativos y desviados que inciden fuertemente en la vida familiar y social, en particular en las nuevas generaciones. Deseo reafirmar, por tanto, la urgencia de la formación humana y cristiana de los niños y de los jóvenes, porque estos están gravemente expuestos a los riesgos de la desviación. Es necesario formar a hombres y mujeres de personalidad fuerte, de fe sólida y de vida cristiana coherente. Exhorto a los padres a dar a conocer a Jesús y su mensaje a los hijos, desde pequeños, con los signos y las palabras que la comunidad cristiana ha sugerido y practicado desde siempre. El futuro depende en gran parte del éxito de este compromiso formativo integral.

En los diverso ambientes de la vida, los cristianos están llamados a ser agentes de verdad y testigos valientes del Evangelio; cada uno debe y puede trabajar para que los valores espirituales y éticos, traducidos en estilos de vida, ofrezcan una contribución determinante ala edificación de una sociedad más justa y fraterna. Habrá entonces que empeñarse en asegurar, con la inspiración y la fuerza que vienen de Dios, relaciones de auténtica caridad, que se expresen en formas concretas de solidaridad y de servicio, de forma que se muestren ejemplos de vida alternativos accesibles a todos y, al mismo tiempo, emblemáticos. Así se podrá reforzar la conciencia de que también hoy, como siempre, la semilla del Reino de Dios está presente y activa: una simiente llena de futuro, capaz, si es acogida de modo personal y generoso, de transformar incluso las situaciones más difíciles y de renovar el corazón y el rostro de Nápoles.

Venerado Hermano, confío los buenos propósitos de este Año Jubilar diocesano a la Virgen del Carmen, protectora de la Ciudad partenopea. Que la Virgen María, Madre de la Santa Esperanza, y el venerado obispo y mártir san Genaro, animen y sostengan los esfuerzos comunes, para que Nápoles vuelva a encontrar el esplendor de sus mejores tiempos.

Con estos deseos, le imparto de corazón a usted y a toda la comunidad diocesana y ciudadana una especial Bendición Apostólica, propiciadora de paz y de fervor espiritual.

En el Vaticano, 14 de diciembre de 2010


BENEDICTUS PP. XVI


 

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

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