28.12.10

Lo de China no tiene solución mientras continúe la dictadura comunista

A las 9:23 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Mártires
 

Si alguien tenía alguna duda sobre cuál es el futuro de los católicos chinos, que lea la noticia que damos hoy sobre el artículo escrito por el líder de la mayor dictadura que existe en el mundo.

Ese tipo empieza acusando al Papa de ser más político que líder religioso por cometer la osadía de pedir libertad religiosa en su país. Además, manda al cubo de la basura cualquier posibilidad de mejora en las relaciones entre China y la Iglesia al asegurar que “mientras el Vaticano rechace suspender sus lazos diplomáticos” con Taiwán, e insista en arrogarse el derecho a designar a los sacerdotes católicos en China, será difícil conseguir mejoras permanentes". Pues nada, no habrá mejoras permanentes, caballero.

Hu Jintao demuestra una “ignorancia” perversa el acusar al Papa de querer “reinar sobre todos los católicos del mundo”. Pero vamos a ver, ¿no hay nadie que le diga a ese dictador comunista que la fe católica tiene como uno de sus pilares el ministerio petrino por el cual el Papa, sucesor de Pedro, tiene autoridad sobre toda la Iglesia? Me cuesta dudar que no lo sepa y por ello he puesto ignorancia entre comillas.

Dice el presidente de los comunistas chinos que “el Vaticano debe aceptar el hecho de que existe libertad de credo en China, siempre y cuando la religión no entre en contradicción con las leyes del país". A lo cual le vamos a responder que “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29). Es decir, aunque la obediencia a la autoridad constituida es un deber cristiano (Rom 13,1 y ss), cuando la misma interfiere con la voluntad divina, ésta prevalece. Si lo entiende el dictador, y de paso los dirigentes demócratas, bien. Si no, también.

La esencia de la postura de la dictadura china, que conviene no identificar con el pueblo chino, principal víctima del comunismo que le está tiranizando desde hace décadas, se resume en esta afirmación de su presidente: “China tiene una gran cantidad de católicos, así como de musulmanes, budistas y taoistas. Si cada grupo se subordinara a un centro de poder foráneo, China quedaría incompleta". El comunismo lo quiere controlar todo. No acepta que haya nada ajeno a sí mismo que pueda influir sobre el alma y la conciencia de sus súbditos. La presencia de una entidad religiosa que salte las barreras del Estado y haga verdaderamente libres a los hombres, siquiera sea tan sólo en el ámbito espiritual, no es admitido por la dictadura del terror que aplasta bajo su bota a todo un pueblo.

De hecho, lo que Hu Jintao hace es señalar a la Iglesia Católica como una verdadera fuente de libertad para el pueblo chino. El poder foráneo al que alude el dictador es en realidad el poder de Cristo, que ha dado plena autoridad a su Iglesia, la cual no puede ni debe doblar la rodilla ante dictadores de ningún tipo que quieran someter su actividad apostólica. De hecho, la dictadura comunista china pasará, como pasó la dictadura comunista soviética, y la Iglesia permanecerá en pie, dispuesta a predicar el evangelio entre los chinos.

El comunista acaba diciendo que lo que la Iglesia “exige de China es poder, no refrendar las verdaderas bases de la creencia católica". Es decir, otra vez la “ignorancia” perversa. Pero añade algo que, mucho me temo, es cierto. Dice que “hasta ahora, sus acciones no han conseguido mucho apoyo mundial". Efectivamente, el mundo no apoya la libertad religiosa ni en China ni en ningún lugar. Los países occidentales miran para otro lado mientras se forran haciendo negocios con una dictadura que en su acercamiento al capitalismo ha encontrado el combustible necesario para sobrevivir. Y es que ya sabemos que para Occidente los derechos humanos dejan de ser derechos cuando hay dinero y negocio de por medio. Ocurre con el aborto, ocurre con las dictaduras.

Eso sí, la última frase de Hu Jintado demuestra que como profeta no tiene futuro. Al menos eso espero. Dice: “Más tarde o más temprano, el Vaticano tendrá que ajustar su política hacia China". A menos que el Vaticano se traicione a sí mismo y a los mártires chinos, tal cosa no ocurrirá. Y si llegara a ocurrir -quien tenga ojos para leer, que lea- el Señor actuará en consecuencia.

Luis Fernando Pérez Bustamante