El redentorista José María Montes, misionero en Costa de Marfil

"Es justamente ahora cuando más podemos ayudar a los que más van a sufrir"

"Queriendo equivocarme, me temo que nos dirigimos a una confrontación violenta"

José María Montes, 30 de diciembre de 2010 a las 11:14

 

(José María Montes CSsR).- La Navidad 2010 en Costa de Marfil no ha vivido la paz prometida por los ángeles en Belén cuando María nos dio a Jesús. La situación es muy tensa. Tras ocho años de guerra, anarquía y desmembración efectiva del país, esperábamos unas elecciones que terminasen con esta situación catastrófica.

Han hecho falta cinco años para organizar tales comicios. Incontables han sido los encuentros, los tratados, los acuerdos entre el gobierno del país y la rebelión armada. Se ha procedido a la identificación de todos los habitantes de Costa de Marfil para evitar el fraude de extranjeros que se hiciesen pasar por marfileños. Se ha establecido un carné biométrico-infalsificable de elector a quienes tienen derecho de votar.

La perfección con la que se ha querido establecer la lista de electores, para que fuese irrefutable para el gobierno y para los rebeldes han convertido estas elecciones en las más caras del mundo por número de electores: sesenta veces más por votante de lo que cuestan normalmente en los países democráticos. Pero el esfuerzo valía la pena con tal de que las elecciones fuesen justas, claras, irrefutables, con un resultado definitivo.

Además, dada la desconfianza mutua de ambas partes (gobierno y rebeldes), se decidió consensualmente la cautela de enviar delegaciones de los respectivos partidos políticos a los 20.000 centros de votos. No sólo eso: se invitaron observadores de todas las instancias internacionales y de las más importantes ONG para evitar cualquier fraude. Se confió incluso a la ONU, como imparcial, como experimentada, la supervisión del proceso del traslado de urnas, del recuento de votos.

Y lo que pasa es que todo se va al traste cuando el anterior presidente de la república y candidato, Laurent Gbagbo, no acepta el resultado que designa vencedor a Alassane Ouattara. Niega la autoridad de la Conferencia Electoral, que es independiente, y se hace nombrar por el Consejo Constitucional, compuesto por miembros que él mismo ha nombrado.

Con una rarísima unanimidad, la comunidad internacional reconoce como nuevo presidente de Costa de Marfil a Ouattara, que la ONU proclama como vencedor de las elecciones. Pero Gbagbo no ve en la opinión internacional más que un contubernio contra la Costa de Marfil, y decide que no se marcha del palacio presidencial. Y nombra su primer ministro y su gobierno. También lo hace Ouattara; pero realmente este está recluido en un hotel, únicamente sostenido por las fuerzas de la ONU.

Esta es la situación esquematizada. Claro que hay un sistema africano que ha marchado muy bien en países como Kenia o Zimbabue. Por supuesto que el antiguo presidente que se presenta como candidato no cuenta con dejar el poder. Pero se llega a un acuerdo con el auténtico vencedor de las elecciones, que se contenta con una significativa parte del pastel, sea primer ministro con poderes reforzados, sea aceptando el cargo creado para la ocasión de "vicepresidente".

Lo que pasa es que en Costa de Marfil el mayoritariamente elegido, Ouattara, no se contenta con menos que con la presidencia, mientras que Gbagbo no la suelta ni a la de tres. Aparte de que si el pueblo soberano ha elegido a Ouattara como presidente no le toca a él ser humilde y resignarse a lo que el candidato vencido quiera dejarle. La cuestión es que parece que por las buenas y por el camino de la diplomacia no se avanza nada.

Queriendo equivocarme, me temo que nos dirigimos a una confrontación violenta. Ouattara es sostenido por la antigua rebelión. Esta, aunque últimamente inactiva, fue hasta las elecciones sin llegar a desarmar; o sea, que está más o menos preparada. A Gbagbo lo sostiene el ejército regular, bien armado durante el tiempo de embargo de armas y reforzado con mercenarios extranjeros.

Yo no veo otro camino. Esperemos que Dios sí lo vea. Una guerra es todo lo que no necesita Costa de Marfil. Ya ha perdido demasiado con la crisis que arrastra desde 2002: en vidas humanas, en riqueza material, en bienestar social. En todo caso estas elecciones han sido el tiro salido por la culata. No han arreglado nada y empeorado todo.

La rebelión comenzó porque los del Norte del país se sentían discriminados; y ahora es peor porque Gbagbo no duda en decir que esta parte del país no le interesa, que son gente pobre, retrasada... y él se contenta con gobernar el Sur. Entre Norte y Sur había una división, como una frontera cuyo paso se fue simplificando con los años; y ahora volvemos a las dificultades de desplazamiento del principio.

A nosotros, como comunidad redentorista, nos afectan muy directamente estas circunstancias. De hecho tenemos dos puestos de misión, Tiébissou y Bouaké. Y bien, justamente la división de las dos partes del país se emplaza entre estas dos localidades.

Además, con una preocupación pastoral muy unida al desarrollo social del pueblo con quien compartimos la vida, ser testigos del retroceso de las condiciones de vida del país no puede dejarnos indiferentes. Fondos previstos para promocionar a la población nos sentimos obligados a invertirlos en ayuda a casos de necesidad urgente. En vez de construir, tenemos que contentarnos con evitar la ruina.

En las circunstancias que vivimos todo está paralizado en el país. ¡Hasta la liga de fútbol se ha suspendido! El comercio empieza a resentirse; no llegan mercancías. Y hablo, claro, de alimentos y artículos de primera necesidad. Por el momento, gracias a Dios, no falta la electricidad ni el agua, que ya nos han cortado en algún tiempo. Y si el teléfono fijo ni existe, el móvil nos permite mantener los necesarios contactos.

No sabemos hasta dónde llegará la crisis, la inseguridad, la prueba de fuerza entre los dos presidentes, entre sus respectivos partidarios. Lo seguro es que a quienes más les va a tocar sufrir es a los más pequeños, los más pobres. Las embajadas occidentales recomiendan a sus nacionales que se marchen. Pero es justamente ahora cuando más podemos ayudar. Y en cuanto misioneros, el mero estar mantiene la moral de estos hermanos, como lo hemos visto en anteriores momentos difíciles.

Porque Costa de Marfil es la misión africana de la Provincia Redentorista de Madrid, contamos con que todos los redentoristas de España y nuestros amigos os sintáis solidarios y concernidos con este país, con este Pueblo a cargo de nuestra Provincia. Desde aquí a todos os damos gracias. Y en estas fechas, cómo no, os deseamos un venturoso año 2011. Y que haya paz para todos los hombres y en todo lugar.