“Nos encontramos ante un reto histórico formidable”

Rouco: “Una sociedad libre y justa no se puede dar sin el matrimonio y la familia"

“¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar!”

Jesús Bastante, 02 de enero de 2011 a las 13:15
 

(Jesús Bastante).- Medio centenar de obispos han acompañado al cardenal Rouco en la celebración de la Eucaristía de las Familias en la plaza de Colón. Una homilía suave en las formas, que mostró los valores de la familia cristiana y donde las denuncias contra el Gobierno socialista quedaron tamizadas a la crítica de situaciones. Así, Rouco tuvo espacio para criticar futuros proyectos, como el de la eutanasia, y actuales problemas, como las separaciones familiares, el aborto, la secularización o el paro. "Una sociedad libre y justa no se puede dar sin el matrimonio y la familia", apuntó el presidente del Episcopado.

En su homilía, Rouco Varela ha recordado que "el Evangelio de la Familia incluye el Evangelio del matrimonio y de la vida y es inseparable del núcleo central de la Buena Noticia de que Jesucristo es el Salvador, el Mesías, el Señor". Por eso, ha afirmado que no "seremos capaces de acoger la gracia de la salvación y hacerla nuestra si no es a través de la familia, formada y vivida cristianamente".

"Lo testimoniamos con la presencia pública, expresada en esta magna asamblea de las familias cristianas", proclamó el cardenal de Madrid, que reivindicó los valores de la familia cristiana: "La generosidad de vuestro amor mutuo: abierto a la vida y a la educación abnegada de vuestros hijos, servicial con "los mayores" de vuestras familias y fraterno en las relaciones con los demás..., con los próximos y los lejanos; amor sensible a las exigencias del bien común".

En sus palabras, el cardenal de Madrid hizo referencia al "drama de la pérdida de puestos de trabajo", que han encontrado consuelo y amparo en sus familias.
"¿Es que se puede abordar seria y responsablemente el futuro del hombre -¡un futuro digno!- si se prescinde de la verdad del matrimonio y de la familia? -se preguntó el cardenal-¿Es posible ignorarla y pasar de ella, si se quiere construir una sociedad libre, justa y solidaria en la que el hombre pueda encontrar las condiciones necesarias para su desarrollo personal de acuerdo con su naturaleza trascendente de imagen e hijo de Dios?".

"NO", respondió. "Siempre que se cuestiona o se niega la verdad del matrimonio y de la familia en la teoría y en la práctica, las consecuencias negativas no se hacen esperar. Se ciegan las fuentes de la vida con la práctica permisiva del aborto. Se banaliza con la eutanasia hasta extremos -hasta hace poco tiempo impensables-, la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo. ¡El derecho irrevocable a la vida queda profundamente herido! Los niños y los jóvenes crecen y se educan en un ambiente de rupturas y distancias paternas, desconfiados y desconcertados, sin conocer una limpia y auténtica experiencia del amor gratuito: de ser queridos por sí mismos y de poder corresponder, igualmente, amando sin cálculos egoístas a los que les dieron la vida -sus padres- y a aquellos con los que la comparten con una insuperable e íntima cercanía -sus hermanos-. Las relaciones sociales se hacen frías y distantes: ¡nos endurecemos consciente o inconscientemente ante el dolor y las necesidad físicas y espirituales de nuestros vecinos y conciudadanos!... La sociedad se envejece y la crisis demográfica -¡imparable!- amenaza y pone en peligro el futuro de nuestros marcos de vida y bienestar económico y social".

Unos desafíos propios de la sociedad española, y también de la europea. "Se trata de manifestaciones de una crisis mucho más honda en sus causas, que las que se detectan en los campos de la técnica y de la acción económica, social y política".

"Nos encontramos, pues, queridas familias cristianas de España y de Europa, ante un reto histórico formidable: ser los signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas. ¡No hay que tener miedo al afrontar la responsabilidad histórica de vivir el matrimonio y la familia cristianamente con la fortaleza de la fe y con la confianza puesta en la gracia y el amor de Jesucristo!", proclamó el cardenal, que recalcó cómo "¡la Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar! Os necesita como siempre; pero, además hoy, con una nueva, grave e inaplazable urgencia".