13.01.11

El nuncio en México que nunca fue

A las 7:06 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Diplomacia y Política
 

Edgar Peña Parra, el nuncio en México que nunca fue. O lo fue en el papel, en los sitios de internet y en la prensa mexicana por unas horas. Culpable: la presunción y el poco conocimiento, sobre todo de los periodistas. Es cierto, Benedicto XVI sí elevó al rango de nuncio apostólico al sacerdote venezolano todavía consejero de la embajada vaticana en la Ciudad de México, pero jamás pretendió designarlo como sucesor de Cristophe Pierre, porque su destino final será Pakistán.

Todo por causa de un malentendido, un entuerto que se desató el sabado 8 de enero. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió un boletín para informar que el obispo de Roma había decidido nombrar nuncio a Peña, asignándole la dignidad de arzobispo. Poco después varios medios de comunicación retomaron la nota titulando “designa Papa a Edgar Peña como su embajador en México”. Una interpretación errada del comunicado porque, si bien el texto hablaba del nuevo cargo, nada decía respecto a dónde prestaría servicio.

La noticia saltó de un portal a otro, sembrando el desconcierto. Por eso la misma CEM debió salir al paso horas después para aclarar que Pierre seguirá representando al Papa en tierras aztecas como hasta ahora y Peña esperará ser destinado a algún país del mundo.

Entonces ¿por qué tanto confusión? ¿Por qué El Vaticano anunció la elevación al grado de nuncio sin definir dónde? La respuesta es simple: El Vaticano aún no cuenta con el beneplácito del gobierno de Pakistán para poder anunciar públicamente que Peña será su embajador en ese país, requisito estrictamente necesario en el campo diplomático.

Si aún no existía el visto bueno de Islamabad ¿por qué la Santa Sede se adelantó e hizo público el reconocimiento como nuncio del venezolano? ¿No hubiese sido mejor esperar e informar todo al mismo tiempo? Una poderosa razón obligó a modificar la praxis normal: Peña Parra recibirá la ordenación como arzobispo el próximo 5 de febrero de manos de Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro. Por ello la Sede Apostólica debía asegurar que todo estuviera dispuesto para la ceremonia, aunque no contase con el “plácet” paquistaní que debería llegar en los próximos días, es cuestión de tiempo.

Algo similar ocurrirá con el diplomático italiano Antonio Guido Filipazzi, también nombrado como nuncio el sábado último. Tampoco en su caso se informó cuál será su destino. Él será el próximo embajador papal en Indonesia, sólo que falta el beneplácito.

Filipazzi ocupará el puesto que dejó vacante Leopoldo Girelli, designado hoy mismo por el Papa como el primer representante vaticano acreditado en Vietnam en más de 35 años. Además de atender los asuntos pontificios en Hanoi como diplomático no-residente, Girelli será al mismo tiempo nuncio en Singapur además de delegado apostólico en Malasia y Brunei.

El 5 de febrero Joseph Ratzinger ordenará como obispos no sólo a Peña y Filipazzi, sino también a otros clérigos: Savio Hon Tai, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Marcelo Bartolluci, secretario de la Congregación para las Causas de los Santos y Celso Morga, secretario de la Congregación para el Clero. Los tres fueron asignados en sus puestos apenas unas semanas atrás.

Serafines susurran.- Que, como los últimos años, fue el latinoamericano Alejandro Valladares Lanza el responsable de dirigir el discurso ante Benedicto XVI en su calidad de decano del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede durante la audiencia de inicio de año del Papa con los embajadores.

Por mucho el representante de Honduras es el más longevo de los diplomáticos en Roma. Sus cartas credenciales las presentó el 25 de marzo de 1991 a Juan Pablo II, casi 20 años atrás. Por tanto hace mucho superó el tiempo medio de un embajador en el cargo (cinco años) y, según parece, las circunstancias lo mantendrán un tiempo más en la capital italiana.

Esto porque desde el derrocamiento de Manuel Zelaya como presidente hondureño, la llegada al poder de Roberto Micheletti primero y Porfirio Lobo después, el gobierno no ha podido cambiar embajadores, tanto por el caos político como por el temor que los nuevos legados no sean aceptados a causa de la inestabilidad institucional del país.

El problema es que la decanatura de Valladares terminó convirtiéndose en la “manzana de la discordia” del cuerpo diplomático, sobre todo al interior del llamado GruLa (Grupo Latinoamericano). Al menos en los últimos dos años la efectividad y la incidencia de ese bloque, formado por todos los embajadores de la región, decayó notablemente.

La postura de varios países latinoamericanos (Venezuela, Bolivia, Argentina, Cuba y otros) ha sido desconocer toda instancia hondureña tras la caída de Zelaya. Aunque sus colegas conocen y, en general, aprecian humanamente a Valladares, a nivel oficial no pueden coincidir con él. Eso ha terminado por defenestrar al GruLa, que ya no puede reunirse en pleno porque siempre faltan algunos de sus miembros.

El asunto es delicado y no tiene salida inmediata, a menos que se solucione el conflicto en tierras hondureñas. Algunos embajadores mediadores avanzaron la posibilidad de solicitar a Valladares que renuncie a su decanatura. Hipótesis intransitable porque, en el campo diplomático así sería como cuando Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas.