Cobran 700 euros y llevan 3 o 4 parroquias

Vivir en Almería como un cura

Están siempre disponibles y algunos siguen en activo con más de 80 años

Redacción, 23 de enero de 2011 a las 11:25

 

Muchas veces hemos escuchado o pronunciado la expresión 'Vivir como un cura' para referirnos a una buena vida... pero qué curioso que entre los miembros del clero esa frase significa todo lo contrario. Y es que si a muchos de nosotros, en nuestra profesión nos dijeran que por unos 700 euros mensuales debemos estar disponibles y localizables 24 horas al día, coger el coche y hacer unos 900 kilómetros al mes, jubilarnos pasados los 70 años y tener que hablar con cientos de personas cada mes, escuchar problemas y tener que hacerlo siempre con una sonrisa, nos lo pensaríamos. Lo cuenta Laura Montalvo en El Ideal.

Y ¿qué profesión es ésta en la que los sindicatos permiten semejantes condiciones laborales? La de sacerdote. Sí, en la provincia de Almería varias personas viven como un cura, exactamente 121, que tienen que atender las 212 parroquias que existen en la diócesis. Las cuentas no cuadran, pero se hace que cuadren encargando a un sacerdote tres y cuatro parroquias a la vez, porque es cierto que en los tiempos que corren ya no hay tantas vocaciones, entran menos personas al seminario mientras que las poblaciones crecen y necesitan sacerdotes, porque aún sigue siendo la religión católica la mayoritaria en este país laico.

Antiguamente varios municipios tenían más de un sacerdote, como es el caso de Berja y sus barrios o Níjar, y en núcleos como El Ejido o Roquetas se hace necesario más de un cura por la enorme población pero ahora un cura es un bien escaso y una misma persona debe encargarse de varias poblaciones.

La nueva generación

Es el caso de José Manuel Palma Segura, párroco de la iglesia de la Encarnación de Laujar de Andarax y de la de San Andrés de Fondón, así como administrador parroquial en la Encarnación de Fuente Victoria y San Juan Bautista de Benecid.

Con 32 años forma parte de la nueva generación de sacerdotes almerienses. Natural de Huércal Overa se encarga además de la oficina de comunicación del Obispado. Al finalizar sus estudios ingresó en el seminario mayor de Almería, donde estudió Teología y Filosofía. Fue ordenado presbítero en 2003 y su primer destino fue Adra, donde durante dos años atendió las parroquias de las barriadas.

Después ejerció de sacerdote en Mojácar y Turre. «Y en 2004 el obispo me pidió que estudiara Periodismo y Comunicación audiovisual porque hacía falta para la diócesis una persona que se encargara de eso, y estudié en la Facultad de Periodismo de la Universidad Católica de San Antonio en Murcia. Fue muy duro pero terminé en tres años y la verdad es que me gustó mucho». ¿Y qué tiene que ver un cura con el periodismo? Pues él mismo responde que «Jesucristo fue uno de los grandes comunicadores de la historia».

Ahora compagina su labor de periodista en el obispado con un arduo trabajo en la Alpujarra, donde llega a recorrer más de 900 kilómetros al mes, y atiende a una población de unas 3.500 personas en cuatro entidades locales, aunque su residencia la tiene en Laujar de Andarax .

«No tengo un horario fijo, tengo que estar todo el día disponible. Me levanto a las siete de la mañana y cuando termino la oración dos o tres días a la semana por la mañana tengo que ir a Almería. Por las tardes me encargo de las catequesis y misas en los pueblos, trato de repartirme y así estoy los lunes en Benecid, los martes visito enfermos por los pueblos y la tarde estoy en Fondón, los miércoles libro y aprovecho para visitar a mis padres, los jueves estoy en Fuente Victoria y los viernes en Laujar.

Los fines de semana atiende misas en todos los municipios, y asegura que nunca «he llegado tarde a ninguna» así como que nunca ha dado positivo en la tasa del alcohol pese a tener que beber vino en todas las misas «pero bebo muy poquito, porque no me gusta, y además es vino dulce que no es muy fuerte».

Catecumenado de adultos, catequesis, misas, confesiones, oficios, labor administrativa y además busca tiempo para hablar con las familias formar iglesia y hasta jugar al fútbol con los niños. Todo ello en un mundo de tentaciones y de crisis de fe que él analiza como «una sociedad sin valores, la gente no tiene compromiso ni ambiciones». Ser sacerdote supone renunciar a muchas cosas pero para Palma «cuando uno se sacrifica por algo que quiere es feliz y no piensa en lo que se pierde. Esto requiere mucha vocación y sabes a lo que vas.

Yo me hice sacerdote porque cuando estudiaba COU me horrorizaba estudiar una profesión y dedicarme a ello para ganar y gastar dinero, eso no me llenaba, no quería un hueco en una sociedad para quedarme aparcado, necesitaba algo más y ahora mi vida tiene un sentido». Asegura que ser cura no es huir del mundo «sino meterte de lleno en él» y recuerda con sentimiento cómo puede ayudar a la gente con el ejemplo de una «joven que vino a confesarse porque había abortado. Se arrepentía y tenía miedo de que Dios no la perdonase.

Le di la absolución y fue alucinante ayudar a quitarle la angustia con la que vivía». Reconoce que ahora «con menos curas llevamos casi el mismo trabajo que hace años, aunque el obispo nos comentó recientemente que Almería tiene un clero joven y muy esperanzador».